Revolución #234, 29 de mayo de 2011
A un año
Aiyana Stanley-Jones todavía sin justicia
Carl Dix
Hace un año, Aiyana Stanley-Jones, una niña de 7 años, celebraba una noche especial. La abuela estaba de visita por la noche y Aiyana podía quedarse despierta muy noche mirando la tele, y luego dormir en la sofá. Después de la medianoche, la noche especial fue interrumpida violentamente y convertida en una pesadilla horrible. Una granada de aturdimiento irrumpió en la casa, explotando y quemando gravemente a la pequeña Aiyana. Y un disparo resonó, acabando con su vida.
Este asalto asesino no fue un robo ni un ataque de una pandilla. Fue el Departamento de Policía de Detroit el que le robó la vida a Aiyana. El horror no termina con eso. La policía arrestó a la abuela y le hizo la prueba de drogas y pólvora con el fin, en vano, de echarle la culpa por la muerte de Aiyana. Los medios reportaron al principio que el policía disparó sin querer después de que la abuela le agarró la pistola y los dos forcejaron por ésta. Se desmintió ese cuento cuando resultaron negativas las pruebas.
El horror tampoco no terminó con eso. Cuando el padre de Aiyana bajó las escaleras para ver qué pasaba, los policías lo forzaron al piso bocabajo sobre la alfombra manchada de la sangre de su hija. Y las policías que segaron la vida de Aiyana estaban en el apartamento equivocado. Estaban allí para entregar una orden de arresto contra un tipo que vivía en el apartamento de arriba que tenía una entrada completamente separada de la de Aiyana.
Un equipo de filmación de un programa policiaco de la televisión lo filmó todo. Las autoridades confiscaron la película y no dejan que nadie la vea. A la fecha, no ha habido ningún castigo ni reprimenda contra nadie, ni un policía ni funcionario municipal.
Si bien las autoridades no han hecho nada para acusar a los que llevaron a cabo este asesinato, sí han trabajado a toda máquina para echarle la culpa del asesinato a la familia de Aiyana. Además de tratar de culpar a la abuela, han satanizado y culpado a la familia. Los reportes noticiosos después del asesinato de Aiyana afirman que era posible que el padre de Aiyana pudiera ser involucrado en el delito por el cual buscaban al tipo de arriba, que había carros robados en el patio trasero del edificio y que la familia estaba "robando la luz". (Es decir, que su apartamento estaba conectado con la electricidad municipal sin pagar.) Eso ni viene al caso, además de dar asco.
No viene al caso porque aunque alguien en la casa de Aiyana hubiera hecho algo malo, ¿cómo justificaría eso que la policía entrara a balazos y asesinara a una niña? Aunque estuvieran carros robados en el patio trasero, ¿desde cuándo constituye el castigo por robo de autos, el asesinar a los seres queridos? Y da asco porque hace poco el gobierno municipal de Detroit había anunciado que iba a desconectar el servicio eléctrico a los barrios en que la población ha caído debajo del 20% de su nivel normal. En esas zonas, incluso aquellos que pagan la luz tendrán que elegir entre mudarse, vivir sin electricidad o “robarla”.
El asesinato policial de Aiyana Stanley-Jones fue un horroroso ultraje. Caracteriza cómo la policía brutaliza y hasta asesina a personas en los ghettos y barrios a través de EE.UU. En verdad la policía mata pero sale impune. No se trata de unos pocos policías canallas, sino del papel de la policía como la primera línea de defensa de este sistema. Como lo explica Bob Avakian en Lo BAsico: “El papel de la policía no es de servir y proteger a la gente, es para servir y proteger el sistema que gobierna sobre la gente. De reforzar las relaciones de explotación y opresión, las condiciones de pobreza, miseria y degradación que el sistema ha impuesto sobre la gente y está determinado a mantenerla allí. La ley y el orden que representa la policía con toda su brutalidad y asesinato es la ley y el orden que refuerza toda esta opresión y locura”.
Se requerirá una revolución, la derrota y el desmantelamiento de las instituciones represivas de este sistema capitalista y la eliminación de las relaciones económicas y sociales que éste mantiene en vigor y su reemplazo por una nueva autoridad revolucionaria con radicalmente diferentes relaciones económicas y sociales, a fin de eliminar la brutalidad y la denigración que este sistema ejerce sobre las masas negras y las demás otras cosas asquerosas que este sistema inflige sobre la humanidad.
A LA CALLE PARA CONDENAR
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