Revolución #236, 19 de junio de 2011
Geronimo Ji Jaga Pratt, preso político en Estados Unidos por 27 años
El 2 de junio, el ex líder del Partido Pantera Negra (PPN) Geronimo Ji Jaga Pratt murió en África. Purgó 27 años de prisión a raíz de una condena injusta por homicidio y fue puesto en libertad en 1997 después de una batalla larga y acérrima, tanto en la esfera política como la legal, que sacó a la luz diferentes dimensiones de las medidas del sistema para aislar, asesinar, condenar injustamente y encarcelar al movimiento revolucionario de los años 60. Después de salir en libertad, Geronimo siguió buscando cómo contribuir a poner fin a la opresión de los negros.
Aquí publicamos un reportaje basado en varios artículos sobre la condena injusta y la lucha por libertad para Geronimo Ji Jaga (Pratt) que aparecieron en el Obrero Revolucionario, como el periódico Revolución se llamaba antes.
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El 10 de junio de 1997, casi 27 años después de su arresto, Geronimo Ji Jaga (antes conocido como Geronimo Pratt) salió al sol como hombre libre. Objeto de una farsa de juicio y una sentencia de cadena perpetua por homicidio, habiendo pasado ocho años en el calabozo, viendo rechazada 16 veces su petición de libertad condicional porque rehusaba abjurar sus creencias revolucionarias, rociado con gas lacrimógeno y golpeado, Geronimo Ji Jaga pasó 27 años tras las rejas por un crimen que las autoridades sabían que no había cometido.
El 29 de mayo de 1997, el juez Everett W. Dickey anuló la condena de Geronimo que le habían dado en 1972, diciendo que el gobierno había basado sus alegatos en el testimonio de un informante policial y que no le había informado a la defensa sobre este ni otros datos esenciales.
Blanco de COINTELPRO
A fines de los años 60 y comienzos de los 70, cuando Geronimo era un joven revolucionario, el imperialismo estadounidense estaba bajo ataque y a la defensiva, tanto por la guerra de Vietnam como por los movimientos revolucionarios dentro de Estados Unidos. El FBI encabezó a otras dependencias policiales en crear el programa COINTELPRO, un programa de “contrainteligencia” que tenía el objetivo de atacar, hostigar, sabotear, meter a la cárcel y asesinar a radicales y revolucionarios. Un enfoque central de COINTELPRO fue destruir a líderes clave del movimiento de liberación negra y uno de los principales blancos fue el Partido Pantera Negra (PPN).
En noviembre de 1968, el director del FBI, J. Edgar Hoover, envió un memorando secreto a sus agentes en todo el país que decía: "se instruyen a las oficinas que reciban la presente a presentar medidas de contrainteligencia imaginativas y contundentes con el fin de paralizar el Partido Pantera Negra". El FBI realizó ataques armados contra las oficinas y líderes del PPN, con resultados mortíferos. Procuró enviar soplones a infiltrar el Partido, entrampó a sus dirigentes con falsas pruebas y llevó a cabo campañas de "desinformación", con tácticas como enviar cartas falsificadas y regar rumores con el propósito de crear divisiones en el PPN y otras organizaciones y enemistades entre revolucionarios y otras fuerzas simpatizantes.
A los dos meses del memorando secreto de Hoover, agentes del FBI y del Departamento de Policía de Los Ángeles (DPLA) azuzaron a miembros de US, una organización "nacionalista cultural" no revolucionaria (dirigida por Ron Karenga), a asesinar a dos dirigentes de la rama de Los Ángeles del PPN: Bunchy Carter y John Huggins. Bunchy había reclutado a muchos jóvenes rebeldes del ghetto a las filas revolucionarias, y las autoridades esperaban que sin él, la rama se desintegrara.
Pero nuevas fuerzas llenaron el vacío. Geronimo Pratt, de 21 años, un ex soldado de la guerra de Vietnam, surgió como un hábil líder nuevo de la rama de Los Ángeles.
A Geronimo lo hicieron un blanco de COINTELPRO para ser "neutralizado". Interceptaron sus llamadas telefónicas, lo vigilaron y lo arrestaron repetidas veces. Entre bastidores, se empeñaron en fraguar planes para meterlo a la cárcel o asesinarlo. En los siguientes años, agentes de COINTELPRO revelaron que equipos policiales examinaron muchos delitos sin resolver, buscando uno para achacárselo.
A fines de 1969, cuatro días después de que el FBI y la policía de Chicago asesinaron a Fred Hampton y Mark Clark (dos dirigentes de los Panteras de Illinois), 40 policías élite de SWAT y 100 policías del DPLA, en coordinación con el FBI, lanzaron un ataque de madrugada a la sede de los Panteras Negras del sur de California, en la avenida Central de Los Ángeles. Pero estos, dirigidos por Geronimo, habían insistido en tomar en serio la posibilidad de un ataque policial. La sede estaba en un edificio de dos pisos. Debido a los preparativos y las acciones heroicas de los Panteras Negras, la policía no logró alcanzar el segundo piso. Mientras los Panteras resistían dentro del edificio, una gran multitud se agrupó alrededor de las líneas policiales, obligando a los agentes a retirarse.
El ataque hirió a seis Panteras y 13 fueron arrestados, pero por el éxito de su autodefensa, ninguno de los Panteras murió esa noche. El DPLA utilizó las mismísimas tácticas con que la policía de Chicago asesinó a Fred Hampton: abrieron fuego contra la cama donde dormía Geronimo. Pero Geronimo estaba durmiendo en el suelo esa noche, así que por un pelo salió a salvo de las balas policiales.
A los Panteras los acusaron de "agresión contra un policía" y Geronimo pasó dos meses en la cárcel hasta que se recolectaron $125.000 para la fianza. Durante una gira nacional, la policía vigilaba a Geronimo continuamente y una campaña de desinformación de COINTELPRO lo acosaba con la meta de fomentar desconfianza hacia él.
Acusado de un delito que no cometió
En diciembre de 1970, un año después del ataque en Los Ángeles, Geronimo fue arrestado y acusado de la muerte de Caroline Olsen. En 1968, durante un robo de $18 en una cancha de tenis de Santa Mónica, Caroline Olsen murió y su esposo Kenneth resultó herido.
El gobierno había interceptado llamadas telefónicas que hubieran dado la prueba de que Geronimo estaba lejos de ahí cuando ocurrió el incidente. A la hora del robo en Santa Mónica, Geronimo estaba en una reunión de los Panteras en Oakland, 640 kilómetros al norte. Había hecho una llamada telefónica a Los Ángeles desde la sede de los Panteras en Oakland dos horas y medio antes del robo. No se conocieron todas las actividades de COINTELPRO sino hasta muchos años más tarde, pero era bien sabido que el gobierno mantenía al Partido Pantera Negra bajo una estrecha vigilancia. Los medios progresistas hacían la pregunta: “¿Dónde están los informes de vigilancia acerca de la reunión en Oakland?”
En 1975, dos investigadores de otro caso vieron los informes de vigilancia de 1968, que demostraban que el FBI sabía que Geronimo hizo una llamada del teléfono de Bobby Seale en Oakland poco antes del homicidio y que así era imposible que él estuviera en Santa Mónica.
Más tarde el FBI afirmó que "perdió" los informes de la semana del robo.
En el primer juicio a Geronimo, en 1972, la fiscalía no ofreció ninguna prueba física que lo vinculara con el homicidio. El argumento endeble dependía en su totalidad de dos testigos. Uno de ellos, Julius Butler, era un informante policial que dijo que Geronimo le "confesó" que cometió el robo de la cancha de tenis de Santa Mónica. Butler juró que no era informante de la policía. Pero desde la condena de Geronimo se han divulgado varios documentos del DPLA y del FBI que prueban que Butler era informante y que durante dos años le dio a la policía información sobre los Panteras Negras. De acuerdo con unos documentos del FBI divulgados en 1979, Butler se reunió más de 30 veces con agentes del FBI antes del juicio de Geronimo.
En 1970, Butler fue expulsado del PPN. Dos días después, presentó una "carta", la cual afirmó haber escrito antes, que acusaba a Geronimo del robo de 1968. La policía usó esa "carta" como pretexto para arrestar a Geronimo, echarle la culpa del crimen y condenarlo.
La lucha por un nuevo juicio
Durante todo el tiempo que Geronimo estuvo preso, los activistas realizaron una lucha política por dar a conocer y condenar ese proceso farsante. En 1992, el equipo de abogados defensores presentó pruebas de una extensa conspiración gubernamental al fiscal del condado de Los Ángeles, Gil Garcetti, quien prometió una investigación a fondo. Pero tres años después no había hecho nada. Por eso, el 26 de febrero de 1996, la defensa entabló una orden de habeas corpus en la Corte Superior de Los Ángeles.
El 16 de diciembre de 1996, una nueva audiencia empezó en Santa Ana, California, centrándose en Julius Butler, quien era entonces presidente de la junta directiva de la iglesia First AME, una de las mayores iglesias negras de Los Ángeles.
Por primera vez en 25 años, Butler tuvo que dar testimonio acerca de su papel en el juicio injusto a Geronimo. Los abogados de Geronimo presentaron documentos del DPLA, del FBI y de la fiscalía del condado de Los Ángeles que decían que Butler era informante. Pero a pesar de eso Butler le dijo al abogado de Geronimo, Johnnie L. Cochran, Jr., que no era informante, sino "un ciudadano preocupado que estaba pasando información". Finalmente tuvo que admitir que en ciertos momentos "jugó el papel de informante".
La audiencia puso en claro nuevos detalles de su relación con la policía. Dos agentes del DPLA, Duwayne Rice y Edward Henry, hablaron de sus numerosas conversaciones con Butler. Como resumió el abogado de Geronimo Stuart Hanlon, estos dos pintaron un cuadro de una "relación clásica de informante policial".
Por ley, la fiscalía y las demás dependencias gubernamentales, incluida la policía, tienen que dar todas sus pruebas a la defensa, especialmente si estas pueden probar la inocencia del acusado. Si condenan a una persona y más tarde se descubre que la fiscalía ocultó información importante, el condenado tiene el derecho a un nuevo juicio.
En la audiencia de diciembre de 1996 también se divulgaron nuevas pruebas acerca del otro testigo contra Geronimo: Kenneth Olsen, el sobreviviente del robo. Uno de los investigadores en el juicio de 1972 dijo que Olsen le pareció "voluble". Antes de identificar a Geronimo, Olsen identificó a otros dos "sospechosos" como el asesino de su esposa, uno de los cuales estaba en la cárcel cuando el robo ocurrió. Pero la fiscalía no entregó ninguna de esa información crucial a la defensa.
Destapan la verdad
"¡Ya era hora!", Stuart Hanlon les dijo a los corresponsales. "¡Ya era hora, carajo!". El 29 de mayo de 1997 el juez Everett W. Dickey dictaminó que había que poner en libertad a Geronimo. Dickey dijo que como la fiscalía encubrió pruebas cruciales, Geronimo no tuvo un juicio imparcial y había que anular la condena. Hanlon añadió: "¿Cómo se puede decir que este caso prueba que el sistema judicial funciona, cuando tardó tanto tiempo en poner en libertad a un hombre inocente?" Hanlon había sido el abogado de Geronimo ji Jaga Pratt, sin cobrar, por 24 años, junto a Johnnie Cochran en la lucha de un cuarto de siglo para un nuevo juicio.
El juez dijo que las pruebas "ponen en claro que, durante un lapso de tres años antes del juicio, el testigo de la fiscalía Julius C. Butler... dio información confidencial sobre el Partido Pantera Negra y sobre individuos asociados con él a varias dependencias policiales". Las dependencias que nombró Dickey incluyen el DPLA, el FBI y la fiscalía del distrito de Los Ángeles. Añadió que de acuerdo a los archivos de la misma fiscalía, Butler era informante e incluso que un supervisor de la fiscalía le había dicho a un investigador que antes de hablar con Butler habría que pedirle permiso a George Akin (un agente del FBI) porque Butler "es de George". Después de recibir ese permiso del FBI, se le consideraba a Butler informante de la fiscalía. Un detective de la fiscalía hasta le dio $200 para comprar una pistola (que no podía comprar legalmente porque le habían condenado de un delito grave en 1969).
Había otras pruebas que la fiscalía ocultó a la defensa y que indicaron que el FBI y el DPLA le habían tendido una trampa contra Geronimo. El juez descubrió que la fiscalía sabía que Butler le dio una carta al sargento Rice del DPLA que afirmaba que Geronimo mató a Caroline Olsen, y que inmediatamente después de recibirla aparecieron dos agentes del FBI que insistieron en que Rice se la entregara como "prueba".
El juez explicó que esta información, "divulgada debida y oportunamente a un abogado defensor competente, le hubiera permitido hacerle [a Butler] repreguntas potencialmente devastadoras o presentar pruebas que le hubieran impugnado de manera importante".
Además, Dickey dijo que Butler mintió en el juicio de 1972 cuando dijo bajo juramento "Nunca he sido informante", y que el sargento Rice "le dio al jurado una impresión cabalmente errónea del alcance de las actividades de Butler, que el fiscal no hizo nada para corregir".
Refutando a los que decían que la defensa no hizo todo lo posible para desenterrar esta información, Dickey dijo: "Es muy poco probable que los abogados defensores de un conocido Pantera Negra en 1972 hubieran podido obtener información sobre un testigo de la fiscalía simplemente pidiéndola a las dependencias policiales, especialmente en vista del gran esfuerzo de estas para proteger la confidencialidad de su informante (evidenciado en la falsificación de un informe del DPLA con la autorización del Jefe Interino de la Policía...)".
Poco después de salir en libertad, Geronimo habló en el parque Lil’ Bobby Hutton en West Oakland. Miles de personas fueron a escucharlo y a saludarlo: jóvenes negros del ghetto de Oakland, gente progresista de diferentes capas y activistas que habían trabajado asiduamente para que se anulara la condena.
Presos políticos en Estados Unidos
El caso de Geronimo Ji Jaga (Pratt) fue uno de muchos juicios políticos que el gobierno usó para atacar al Partido Pantera Negra y a otros revolucionarios durante los años 60 y después. Hoy, Mumia Abu Jamal, ex miembro del Partido Pantera Negra, periodista revolucionario y opositor empedernido de la opresión, queda en el corredor de la muerte en Pensilvania. La condena de Mumia se basó en pruebas falsificadas y su sentencia se basó abiertamente en sus creencias políticas: la fiscalía citó el uso por Mumia de una cita de Mao Tsetung como parte de su argumento a favor de la pena de muerte.
El activista indígena Leonard Peltier ha purgado casi 35 años en la cárcel por su papel en el levantamiento indígena de1973 en Wounded Knee, el lugar de una masacre de 300 hombres, mujeres y niños Sioux en 1890, y por la resistencia indígena contra el actual genocidio y robo de tierras indígenas.
Para saber más sobre presos políticos en Estados Unidos, ver “¡Se justifica la rebelión contra la opresión! Presos políticos en Estados Unidos” en la edición especial de Revolución que trata los correccionales y los presos, el 15 de noviembre de 2009, en revcom.us.
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