Revolución #236, 19 de junio de 2011
La epidemia imperialista de suicidios en la India
“Los niños estaban inconsolables. Enmudecidos por el shock bregaban por contener las lágrimas. Acurrucados al lado de su madre cuando los amigos y vecinos preparaban el cuerpo de su padre para la cremación en una llameante hoguera sobre los campos rajados y áridos cerca de su hogar. “Cuando las llamas consumían el cadáver, Ganjanan de 12 y Kalpana de 14, se enfrentaban a un futuro sombrío. Mientras Shankara Mandaukar tenía la esperanza de que su hijo y su hija tuvieran una vida mejor bajo el auge económico de la India, ahora enfrentan el tener que trabajar como esclavos asalariados por unos pocos peniques al día. Sin tierra y sin hogar, serán los más pobres de los pobres.
“Shankara, un respetado productor agrícola, y cariñoso esposo y padre, se quitó la propia vida. Menos de 24 horas antes se enfrentaba a la pérdida de su tierra debido a una deuda, se bebió una taza llena de insecticida químico. Sin poder pagar el equivalente de sus ingresos de dos años, cayó en desespero. No pudo ver ninguna salida”.1
La historia de Shankara no es la única ni siquiera poco común. Entre 1995 y 2009, unos 241.679 productores agrícolas se han suicidado en la India y para el final del 2010 la cifra probablemente ha crecido a 250.000, a un cuarto de millón de personas. Sólo en 2009, unos 17.638 productores agrícolas se suicidaron, o sea, un promedio de uno cada 30 minutos.
Y eso no es lo peor. Esas cifras horrorosas “subestiman considerablemente el verdadero número de suicidios de productores agrícolas”, según un nuevo estudio del Centro de Derechos Humanos y Justicia Global de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, “Cada treinta minutos: Suicidios de productores agrícolas, derechos humanos y crisis agraria en la India”.2 Por ejemplo, a menudo excluyen a las mujeres de las cifras de suicidios porque éstas no tienen las escrituras de sus tierras y por eso no las consideran “productoras agrícolas”.
Las raíces de la epidemia de suicidios en la India
Esta epidemia de suicidios no es un producto de “la naturaleza humana” ni de la cultura india. Antes de los años 1990, no ocurrieron suicidios en masa ahí. Tampoco ocurren al azar y sin motivos: siguen unas pautas. El 86,5% de los productores agrícolas que se suicidan tienen deudas. Al igual que Shankara, el 40% han sufrido la pérdida de una cosecha, la mayoría son pequeños productores (con menos de dos hectáreas) y siembran cultivos para la exportación. El algodón es uno de los principales cultivos comerciales de la India, y una de las concentraciones más altas de suicidios se encuentra entre los algodoneros como Shankara. En la región de Vidarbha del centro de la India, con 3.2 millones de algodoneros, ocurren aproximadamente la mitad de los suicidios de productores agrícolas.3
¿Qué relación existe entre las deudas aplastantes, las cosechas fallidas, las pequeñas parcelas y los cultivos comerciales? ¿Por qué han creído decenas de miles de productores agrícolas que no tenían ningún otro remedio salvo quitarse la vida? ¿Qué demuestra esta epidemia acerca de la India, un país que Estados Unidos elogia como “la mayor democracia del mundo” y que ensalza como un modelo de desarrollo económico? ¿Y qué demuestra acerca del capitalismo-imperialismo estadounidense y cómo afecta a millones y millones de personas alrededor del mundo?
El panorama más amplio...
y contemplando el globo terráqueo
Para contestar estas preguntas, no podemos mirar simplemente la industria algodonera de la India ni la agricultura en general de ese país, ni siquiera simplemente la India. Es necesario ver el panorama más amplio y conocer el tipo de sistema en que vivimos, cómo domina y moldea al mundo en su conjunto, especialmente a los países oprimidos como la India.
Vivimos en un sistema capitalista. Eso quiere decir que la maximización de las ganancias propulsa y moldea toda la producción, incluyendo de las necesidades básicas. Hoy, los tentáculos del sistema capitalista envuelven al mundo en su conjunto: el capitalismo se ha transformado en el imperialismo. Un pequeño puñado de países capitalistas imperialistas ricos domina al resto del planeta, estando Estados Unidos en la cima de este sistema global. Esas potencias imperialistas ejercen una dominación económica, política y militar sobre los países oprimidos, en los cuales vive más del 80% de la población del mundo. Los imperialistas establecen los términos para lo que se producirá en esos países a fin de promover los intereses de los imperialistas, en particular su acumulación rentable de capital, y no para satisfacer las necesidades de sus poblaciones.
Las inversiones de los imperialistas no constituyen, como nos dicen los medios informativos capitalistas, ni una “gran ayuda” ni una “dádiva” para la gente de los países oprimidos. Como ha escrito Raymond Lotta, “la estructura económica de las naciones oprimidas [como la India] la moldean principalmente las fuerzas que les son externas: lo que se produce, exporta e importa, financia, etc. refleja ante todo su subordinación, y no principalmente los requisitos internos y las interrelaciones internas entre los diferentes sectores. Responden a ‘los latidos del corazón’ de otro”.4
La globalización, la que incluye la mayor integración de los países del tercer mundo en el imperialismo y su mayor subordinación al mismo, se había intensificado desde la Segunda Guerra Mundial. La necesidad de parte del imperialismo de integrar y subordinar más a los países del tercer mundo como la India dio un salto después del derrumbe de 1991 de la Unión Soviética, que desde mediados de los años 50 era un país imperialista, no un país socialista. De repente, se operó un cambio radical del terreno político, económico y militar en el mundo. Las potencias imperialistas occidentales, incluyendo Estados Unidos, habían triunfado en la guerra fría. Estados Unidos reconoció la necesidad y la oportunidad de acelerar “la globalización” capitalista: eliminar las barreras a las inversiones, la explotación y el comercio globales, lo que incluía penetrarse en los países anteriormente aliados con la Unión Soviética o anteriormente cerrados al Occidente.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han sometido a los países pobres del mundo, de Asia, África y América Latina, a Programas de Ajuste Estructural. Esos programas requieren que los gobiernos del tercer mundo cumplan con condiciones estrictas para recibir nuevos préstamos o tasas de interés bajas sobre los préstamos existentes. Las potencias imperialistas, en especial Estados Unidos, controlan tanto el FMI como el Banco Mundial. Esta reestructuración crea condiciones más favorables para el comercio y las inversiones imperialistas.5
La reestructuración imperialista ha originado enormes cambios en la producción agrícola en los países oprimidos. Éstos han estado integrados más profundamente en el funcionamiento del sistema global de producción alimenticia dominado por el imperialismo. Esto ha “industrializado” y reestructurado más la agricultura para poder servir mejor a los imperialistas. La agroindustria controlada por el imperialismo ha sobrepasado y se ha tragado la tradicional agricultura de subsistencia (basada en la siembra de alimentos básicos como maíz, fríjol, etc.).
India, el segundo país más poblado del mundo, ha sido uno de los blancos principales de Estados Unidos y el punto cero para esta reestructuración agrícola. Fue un aliado por mucho tiempo de la Unión Soviética, y el gobierno indio, que representaba los intereses del capitalismo indio y los terratenientes, incluyendo a los terratenientes semifeudales, controlaba y dirigía la mayor parte de su economía.
El impacto devastador de la globalización capitalista sobre la agricultura india
India sigue siendo una sociedad predominantemente agraria, en que más de 800 millones de personas (de un total de 1.2 mil millones), o casi el 70% de la población, viven en el campo. Más de la mitad de la fuerza de trabajo de 500 millones de personas trabaja en la agricultura.6
Las potencias capitalistas del mundo dicen que la integración de los países pobres en el sistema imperialista mundial llevará al crecimiento y desarrollo económicos rápidos y al aumento del nivel de vida para todos. Cuando el presidente Obama dio un discurso al parlamento indio en noviembre de 2010, elogió a ese país por no “resistir a la economía global”, sino por volverse “uno de sus motores”. Afirmó que por eso se ha desencadenado “una maravilla económica que ha sacado a decenas de millones de personas de la pobreza y creado una de las clases medias más grande del mundo” y que ahora la tecnología avanzada “inviste de poder a los productores agrícolas y las mujeres” indios7.
Pero lo que en verdad representa la globalización para las masas populares indias es la intensificación de la explotación, las maquiladoras y la creciente brecha entre los ricos y los pobres. Después de 25 años de reformas de mercado, ¡ha caído el consumo promedio de calorías ahí! Y la globalización ha llevado a la ruina a muchos productores agrícolas, orillándolos al desespero. Por ejemplo, veamos el impacto de la globalización imperialista sobre los algodoneros, quienes forman una gran parte de los que se suicidan ahí.
Competir en el mercado global....
o hundirse
A partir de los años 90, Estados Unidos, el Banco Mundial y el FMI presionaron para que India privatizara muchas empresas paraestatales, eliminara drásticamente la reglamentación sobre los negocios, recortara los gastos de servicios sociales y los subsidios para los pequeños productores agrícolas, quitara las barreras a las inversiones y al comercio de otros países e integrara su economía, incluida la agricultura, más fuertemente en el orden capitalista global dominado por el imperialismo.
Bajo este programa “neo-liberal”, el gobierno indio redujo las subvenciones y el acceso al crédito para los productores agrícolas, que han estado sembrando alimentos principalmente para el consumo interno. Los presionaba para dejar de sembrar alimentos y empezar a sembrar cultivos comerciales para el mercado global. Como un elemento de eso, el gobierno indio ha promovido la expansión del cultivo de algodón. Hoy, hay cuatro millones de algodoneros en ese país, que hoy es el segundo en el mundo en la producción de algodón.8
Sin embargo, para vender su algodón, los productores indios ahora se enfrentaban a las volátiles fluctuaciones del mercado global y la competencia con las gigantescas corporaciones multinacionales basadas en los países imperialistas, que tenían enormes ventajas en tecnología, marketing y recursos financieros.
El informe “Every Thirty Minutes” (Cada 30 minutos) dice: “Por ende, para poder competir en el mercado mundial, los algodoneros indios recurrieron desesperadamente al uso de nuevos insumos más caros” y “el mercado del algodón se ha comercializado cada vez más, y un pequeño grupo de corporaciones multinacionales lo domina y ejerce cada vez mayor control sobre el costo, la calidad y la disponibilidad de los insumos agrícolas”.
En la India, los gigantescos monopolios imperialistas ejercieron este control y sacaron enormes ganancias de la venta de semillas de algodón modificadas genéticamente, en especial la semilla de algodón Bollgard Bt, producida en Estados Unidos por el gigante químico Monsanto, el productor más grande de semillas en el mundo.
Cuando el gobierno indio aprobó la semilla Bt en 2002, Monsanto lanzó una agresiva campaña de venta ahí, y sus vendedores viajaban de aldea en aldea con promesas de que estas semillas rendirían más algodón y mayores ingresos, porque, entre otras razones, son resistentes a las plagas y por tanto se puede gastar menos en pesticidas. En 2009, la mayoría de los algodoneros indios ya compraban esa semilla y el 85% del algodón era algodón Bt9.
“Consumen la misma pesticida que han comprado, con el fin de quitarse la propia vida”
Al productor agrícola Shende le pesaban al menos cuatro deudas cuando se murió; una de un banco, dos conseguidas a su nombre por sus hermanas y una de un usurero local. La víspera de su suicidio, pidió un último préstamo. De otro aldeano consiguió lo que equivalía $9, más o menos el precio de un litro de pesticida, la cual usó para quitarse la vida10.
Las semillas Bt cuestan entre dos y diez veces el costo de semillas de algodón normales y pueden representar el 50% de los gastos del cultivo. Para colmo, a menudo si el productor quiere volver a usar las semillas Bt, tiene que pagarle a Monsanto, que conserva “los derechos de propiedad intelectual” de las mismas, una suma cada año11.
De los 89.35 millones de hogares de productores agrícolas en la India, los pequeños y marginales constituyen el 84% de todas las tierras agrícolas. Estos pequeños productores perciben un promedio de menos de dos dólares al día, según un estudio de 200312.
Y cada vez más el funcionamiento del imperialismo ha obligado a esos productores agrícolas a endeudarse, exprimiéndolos desde dos ángulos. Por un lado, tienen que pagar más por semilla, fertilizante, etc., y por ende sus gastos han subido. Por otro, a nombre de la reforma neo-liberal, el gobierno les ha recortado el crédito de bajo costo a la vez que ha canalizado el crédito hacia las agroempresas más grandes y rentables. Por eso, los productores agrícolas han tenido que buscar fuentes de crédito entre los rapaces usureros locales y acaban endeudándose más y teniendo mayor desesperación.
Aunque puede dar altos rendimientos el cultivo de algodón Bt para el mercado capitalista mundial, también es sumamente precario e imprevisible. Los precios pueden fluctuar bruscamente en el mercado mundial. Hoy el precio del algodón en términos constantes es una duodécima parte de lo que era hace 30 años. Además, el algodón Bt requiere más agua y un flujo más continuo que la semilla tradicional pero el 65% de los algodoneros no tienen acceso a la irrigación y dependen de la lluvia de los monzones. (Sólo el 37% de hogares del campo indio tienen electricidad y 80.000 aldeas ni siquiera están conectadas a la red de suministro de electricidad13.) La precipitación menor que el promedio puede arruinar la cosecha, y los patrones de precipitación y clima han llegado a ser cada vez más irregulares, con una ausencia de lluvias de los monzones tres veces en los últimos diez años y sequías en algunas provincias. Es posible que esos cambios tengan que ver con el calentamiento global14.
Mientras tanto, la competencia del algodón importado de Estados Unidos y otros países capitalistas grandes, donde los agricultores y las agrocorporaciones tienen un acceso mucho mayor al capital y a la tecnología avanzada, está presionando a la baja a los precios del algodón y arruinando a decenas de miles de algodoneros indios.
Entre 1997 y 2004, India importó unos ocho millones de pacas de algodón estadounidense. El precio estaba de 50 a 65% por debajo del costo de producción porque el Departamento de Agricultura de Estados Unidos lo subvencionaba, erogando 245.2 mil millones de dólares para subvencionar a los algodoneros estadounidenses entre 1995 y 2009, como parte de promover los intereses del capital estadounidense a través del mundo15.
Smita Narula, co-autora de “Every Thirty Minutes”, resume el impacto de todo esto sobre decenas de miles de productores agrícolas indios: “Así que han contraído deudas insuperables para comprar los insumos. Sus cultivos no rinden. Repiten este ciclo por un par de siembras. Y al final, simplemente quedan atrapados en un ciclo sin salida y consumen la misma pesticida que han comprado, con el fin de quitarse la propia vida”16.
La crisis agraria de la India
La situación crítica de estos algodoneros es parte de una crisis más amplia en el sector agrícola indio y la mayoría de los productores agrícolas que enfrentan la ruina no tienen a dónde ir. Las muy cacareadas industrias indias de la informática y del procesamiento de datos (la llamada nueva economía) emplean a solamente 1.3 millones de personas de la población trabajadora de cerca de 500 millones17.
Las relaciones feudales y patriarcales opresivas y tradicionales también constituyen un fuerte peso sobre los productores agrícolas indios. Aquellos que tienen hijas tienen que pagar la dote a la familia del esposo escogido para que se puedan casar:
“Los campesinos que pagan esa dote quedan aún más endeudados, o enfrentan el estigma social de no haber podido pagar, y podrían suicidarse como resultado. Lo que es aún más alarmante, en Andhra Pradesh, las hijas solteras, atormentadas con la culpa por la muerte de sus padres, también se han suicidado. Finalmente, cuando los esposos se suicidan, no solamente les dejan a sus esposas la deuda sino además la responsabilidad de casar a sus hijas. Como observó la activista-campesina Sunanda Jayaram: ‘Existen deudas que cuelgan sobre las cabezas [de las mujeres] las que éstas no contrajeron. Existen hijas cuyos matrimonios están pendientes. La presión es interminable’”18.
Los productores agrícolas indios ya no pueden contar con el producto de sus propios cultivos para engañar el estómago y cada día más están sujetos a la crisis alimentaria global creada por el imperialismo. El artículo de Revolución, “La crisis mundial de alimentos… y el voraz sistema del capitalismo”, señala:
“Los países del tercer mundo han tenido que desviar buena parte de su producción alimentaria de los cultivos de subsistencia hacia exportaciones de alto valor. Bajo presión, han tenido que abrir sus mercados a la importación de alimentos de bajo costo. Por eso, se ha socavado la producción nacional de alimentos de consumo interno”19.
En un artículo acerca de la crisis alimentaria en la India, Utsa Patnaik escribió: “El campesino indio colonizado pasaba hambre mientras se exportaba trigo a Inglaterra, y el campesino indio moderno está comiendo menos mientras cultiva pepinillos y rosas para los consumidores ricos en el extranjero”. Hoy, una cuarta parte de la población india, algunos 300 millones de personas, no tiene suficiente dinero para comer bien20.
“La ola más grande de suicidios registrados en la historia humana”
El imperialismo es la causa primordial de la epidemia de suicidios de productores en el campo indio. Y en particular, Estados Unidos juega un gran rol de moldear el asesino sistema indio de agricultura. Durante su visita al Instituto de Investigación en la Agricultura de la India en julio de 2009, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que la agricultura sería “el pilar más importante y fuerte” de la asociación estratégica de Estados Unidos y la India.
Lo que ha sucedido en la India durante los últimos 16 años representa “la ola más grande de suicidios registrados en la historia humana”, según un investigador indio21.
Todo esto es un crimen tan monumental porque es totalmente injusto e innecesario. No existe ninguna razón de que la agricultura solamente puede funcionar y solamente puede producir los alimentos y otros productos si se generan ganancias y se beneficia a los intereses de un puñado de potencias imperialistas. Las bases existen en el conocimiento, la tecnología y los recursos para resolver esas necesidades de la humanidad, incluyendo la comida y la ropa. Pero el obstáculo a eso son las ganancias que rigen este sistema económico capitalista mundial.
A menos que este sistema sea abolido por medio de la revolución y sea reemplazado por un nuevo sistema socialista, continuarán la hambruna, la inanición y el desplazamiento en masa, y si, los productores en el campo se verán orillados a tomar pesticidas para salir de esta horrorosa desesperación. Bajo el socialismo asegurarse que las personas tengan suficiente comida será la prioridad principal en la agricultura y una parte de crear todo un mundo de abundancia común para todos.
La epidemia de suicidios de productores del campo indio, y el análisis de que la ha generado el funcionamiento del sistema capitalista imperialista, habla poderosa, y dolorosamente, de la urgente necesidad de hacer revoluciones que puedan crear ese mundo mejor.
El Grupo de Escritores de Revolución del Área de la Bahía colaboró en las investigaciones para este artículo.
1. Andrew Malone, “The GM genocide: Thousands of Indian farmers are committing suicide after using genetically modified crops”, Eurasia Critic, octubre 2008 (eurasiacritic.com/articles/gm-genocide-thousands-indian-farmers-are-committing-suicide-after-using-genetically). [regresa]
2. Center for Human Rights and Global Justice, “Every Thirty Minutes: Farmer Suicides, Human Rights, and the Agrarian Crisis in India”, Nueva York: NYU School of Law, 2011 (chrgj.org/publications/docs/every30min.pdf). [regresa]
3. Somini Sengupta, “On India’s Farms, a Plague of Suicide”, New York Times, 19 de septiembre de 2006 (nytimes.com/2006/09/19/world/asia/19india.html); Alex Renton, “India’s hidden climate change catastrophe”, The Independent, 2 de enero de 2011 (independent.co.uk/environment/climate-change/indias-hidden-climate-change-catastrophe-2173995.html). [regresa]
4. Raymond Lotta, America in Decline, p. 107; citado en “The Collapse of Argentina’s Economy: Free Market Madness”, Revolutionary Worker #1152, 26 de mayo de 2002, revcom.us/a/v24/1151-1160/1152/argentina.htm (en inglés). [regresa]
5. La crisis mundial de alimentos… y el voraz sistema del capitalismo”, Revolución #128, 1º de mayo de 2008 (revcom.us/a/128/hunger-es.html). [regresa]
6. CIA, The World Factbook, 2011 (cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/in.html). [regresa]
7. “Remarks by the President to the Joint Session of the Indian Parliament in New Delhi, India Parliament House, New Delhi, India”, Casa Blanca, 8 de noviembre de 2010 (whitehouse.gov/the-press-office/2010/11/08/remarks-president-joint-session-indian-parliament-new-delhi-india). [regresa]
8. PBS, “The Dying Fields”, 28 de agosto de 2007 (pbs.org/wnet/wideangle/episodes/the-dying-fields/introduction/967/); Emeka Osakwe, “Cotton Fact Sheet: India”, International Cotton Advisory Committee, 19 de mayo de 2009 (icac.org/econ_stats/country_facts/e_india.pdf). [regresa]
9. “Every Thirty Minutes”. [regresa]
10. Sengupta, 19 de septiembre de 2006. [regresa]
11. “Every Thirty Minutes; PBS, “The Dying Fields,” 28 de agosto de 2007. [regresa]
12. “Situation Assessment Survey of Farmers (SAS)”, redactado en la India en 2003 por la National Sample Survey Organisation (NSSO), citado en Rajiv Mehta, “Situation Assessment Survey for Farm Sector Policy Formulation”, septiembre 2009 (fao.org/fileadmin/templates/ess/documents/meetings_and_workshops/RAP2009/STAT-EMPOWER-6.pdf). [regresa]
13. Renton, 2 de enero de 2011; “Every Thirty Minutes”; “Briefing Book—India”, Stanford University, Social Entrepreneurship Startup; invierno 2003 (cee45q.stanford.edu/2003/briefing_book/india.html#s3.1). [regresa]
14. Renton, 2 de enero de 2011. [regresa]
15. Srijit Mishra, “Suicide of Farmers in Maharashtra”, Indira Gandhi Institute of Development Research, Mumbai, 26 de enero de 2006 (igidr.ac.in/suicide/FinalReport_SFM_IGIDR_26Jan06.pdf); PBS, “The Dying Fields”. [regresa]
16. “Every 30 Minutes”: “Crushed by Debt and Neoliberal Reforms, Indian Farmers Commit Suicide at Staggering Rate”, Democracy Now!, 11 de mayo de 2011 (democracynow.org/2011/5/11/every_30_minutes_crushed_by_debt). [regresa]
17. Sengupta, 19 de septiembre de 2006. [regresa]
18. “Every Thirty Minutes,” p. 9. [regresa]
19. “La crisis mundial de alimentos… y el voraz sistema del capitalismo”, Revolución #128, 1º de mayo de 2008. [regresa]
20. Utsa Patnaik, “Origins of the Food Crisis in India and Developing Countries”, Monthly Review, julio-agosto 2009) (monthlyreview.org/2009/07/01/origins-of-the-food-crisis-in-india-and-developing-countries). [regresa]
21. P. Sainath, “Neo-Liberal Terrorism in India: The Largest Wave of Suicides in History”, Counterpunch, 12 de febrero de 2009 (counterpunch.org/sainath0212009.html), citado en “Every Thirty Minutes”. [regresa]
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