Revolución #239, 17 de julio de 2011
Una respuesta a Ross Douthat
El 26 de junio, el New York Times publicó un ensayo de Ross Douthat que destacaba el horror de que en el mundo faltan 160 millones de niñas que estarían vivas hoy si no fuera, en gran parte, por los abortos que seleccionan por género. Sin embargo, en lugar de condenar tal realidad como un producto horrible de la supremacía masculina y el patriarcado muy arraigados, Douthat les echa la culpa de ella al derecho de la mujer al aborto y a los pocos avances que algunas mujeres han logrado, a duras penas, en ciertas esferas. De esa manera, termina por abogar por la misma supremacía masculina y por los mismos valores tradicionales que llevaron a este fenómeno en primer lugar.
El argumento de Douthat se basa en tres afirmaciones clave.
Primero, Douthat aduce increíblemente que la generalización del aborto de selección por género no se debe al patriarcado, sino al "empoderamiento" femenino y a la misma tecnología del aborto. Segundo, Douthat distorsiona y menosprecia tanto los objetivos muy liberadores como el impacto real de la lucha para que la mujer controle su propia reproducción, al argumentar que los programas de fuerzas muy reaccionarias coincidían a veces con los de la lucha por los derechos reproductivos de la mujer. Por último, Douthat sostiene que solo el movimiento antiabortista puede criticar tal horror exhaustivamente y con legitimidad.
En todas esas afirmaciones, como demostraré, Douthat carece totalmente de la razón.
Empecemos con su primer argumento importante.
Douthat disputa la noción de que el patriarcado y la misoginia sean la causa de los abortos que seleccionan por género, porque: "Hasta ahora, el empoderamiento femenino parece conducir a más selección de sexo, no menos". Cita el nuevo libro de Mara Hvistendahl, Unnatural Selection: Choosing Boys Over Girls, and the Consequences of a World Full of Men [Selección no natural: La elección de niños sobre niñas y las consecuencias de un mundo lleno de hombres], para afirmar: "En muchas comunidades... 'las mujeres aprovechan su mayor autonomía para seleccionar hijos varones' porque elevan su estatus social".
¡¿Qué?! ¡Hay una diferencia enorme entre, por un lado, el "empoderamiento femenino" y una mayor "autonomía" en el contexto de un mundo patriarcal y de supremacía masculina y, por otro lado, la plena liberación de la mujer y su participación al lado y como igual del hombre en cada esfera tras haber llegado a un mundo sin el patriarcado y la supremacía masculina! No se confundan: un mundo en que los "hijos varones... elevan su estatus social" es un mundo en que a) la mujer sigue siendo valorada como reproductora de niños y no como ser humano pleno, y b) se valoran más a los niños que a las niñas. Se trata de un mundo patriarcal.
Además, en los países donde se generalizan más los abortos que seleccionan por género, también es extremadamente generalizado golpear severamente a la mujer, prenderle fuego o quemarla con ácidos cuando no produce a un hijo varón. En tal contexto, el hecho de que algunas de esas mujeres "opten" por hacerse un aborto que selecciona por género, e incluso el hecho de que con frecuencia tal brutalidad se lleva a cabo con la participación de otras mujeres (más comúnmente la suegra), no cambia la realidad de que esa violencia, esa valoración de la mujer solamente en términos de sus criaturas, y la consecuente selección de un feto masculino EN SU TOTALIDAD son es el resultado de una supremacía masculina y un patriarcado muy arraigados.
Ahora examinemos los esfuerzos de Douthat de ocultar y confundir cualquier discusión del verdadero interés de la mujer en medio de un juego de culpabilidad por asociación.
Douthat cita a Hvistendahl al identificar "una improbable alianza entre republicanos de la guerra fría preocupados porque el crecimiento de la población mundial pueda generar la difusión del comunismo, y científicos y activistas izquierdistas quienes creían que el aborto era necesario tanto por 'las necesidades de la mujer' como por 'la prosperidad futura', o quizá 'la supervivencia de la humanidad'". Continúa: "Para muchos de estos promotores anti-población, la selección del sexo era inherente, ya que una sociedad con menos niñas garantizaba reproducirse a sí misma a tasas más bajas".
Fíjense que Douthat no hace ninguna discusión de la cuestión de si "el aborto era necesario para las 'necesidades de la mujer'" o no. De hecho, es necesario. Un mundo sin el aborto es un mundo que obliga a la mujer a tener hijos contra su voluntad. Es un mundo que esclaviza a la mujer, atándola a su biología. Es un mundo en que la mujer tiene poca más libertad que una esclava.
Pero Douthat soslaya esta verdad básica y fundamental y, en lugar de eso, "revela" que había algunas fuerzas reaccionarias cuyos programas coincidieron en parte con el de las personas que luchaban para la libertad reproductiva de la mujer. Vaya ¿y qué, carajo? Hablé hace poco con un fundamentalista fanático de los Últimos Tiempos que se apresuró entusiastamente a sacar partido de unos descubrimientos científicos que indicaban la extrema variabilidad de los recientes patrones climáticos, sin embargo ¡eso no significa que él tuviera algo en común con los que están luchando por reconocer y poner fin a las causas humanas del cambio climático!
Es más, el hecho de que algunas personas en el movimiento pro derechos reproductivos de la mujer en ciertos momentos han estado bajo la influencia del racismo y el chovinismo lo que es tan común en un país imperialista como Estados Unidos, no desmiente el hecho de que para que la mujer sea libre, es necesario que tenga el derecho de decidir si tener un hijo y cuándo.
Finalmente, Douthat insinúa que Hvistendahl y otros que defienden el derecho de la mujer al aborto en realidad no tienen firmes bases como para condenar la situación que ha llevado a la no existencia de 160 millones de niñas, ni el daño que eso haya provocado. Al contrario, Douthat hace la afirmación simplista y obcecada de que "la postura contra el aborto no tiene oposición", porque sus partidarios pueden decir sin tapujos que "la tragedia de los 160 millones de niñas desaparecidas no es que lo estén. La tragedia es que están muertas".
El problema no es que están muertas; en verdad, nunca nacieron. Aunque el feto tiene el potencial de desarrollarse en ser humano, no será un ser humano hasta que nazca. ¿No se han fijado en el hecho de que contamos los años cumplidos desde la fecha de nacimiento? Antes de ese momento, por más el romanticismo que el movimiento antiabortista le da y por más personas "pro derecho a decidir" claudiquen ante sus tonterías, un feto sigue siendo una parte subordinada del cuerpo de la mujer. Como tales, aunque SÍ existe una gran disparidad y una sarta de factores altamente opresivos que lo han generado, NO SON 160 millones de “niñas muertas”, tal como Douthat quiere que creamos, porque nunca nacieron como seres biológicos o sociales independientes.
A diferencia de eso, las mujeres en cuyos cuerpos crecen los fetos sí son seres humanos plenamente desarrollados. Y cada año, 70.000 de esos seres humanos plenamente desarrollados mueren por falta de acceso al cuidado de salud reproductiva y a abortos seguros. No están "desaparecidas"; ¡esas mujeres están muertas! Y para los muchos millones de mujeres en todo el mundo que se ven obligadas a tener hijos que no quieren tener, sus vidas quedan considerablemente estropeadas. Y para todas las mujeres que viven en un mundo que no reconoce la plena humanidad e igualdad de la mujer en cada esfera y que al contrario las reduce a reproductoras o a objetos sexuales, y con frecuencia las dos cosas, sus vidas quedan horriblemente disminuidas.
No necesitamos los horrores con los que Douthat está traficando: una carga aún mayor sobre esa mitad de la humanidad que sufre la desgracia de nacer mujer en este mundo de supremacía masculina, el fortalecimiento del mismo patriarcado que lleva a que se valoren menos a las niñas que a los niños, y mayores restricciones al control de la mujer sobre su propio cuerpo y destino. Necesitamos la clase de revolución total y mundial que de una vez por todas, pueda quitarle esa carga a la mujer, como fuerza central y fuerza motriz en la emancipación de toda la humanidad, librándola de la falta de acceso al control de la natalidad y al aborto, y de una vida de restricciones, insultos, violencia y denigración que resulta de nacer mujer.
Para informarse más sobre esa revolución, conviene comenzar aquí: "Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad"
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