Revolución #263, 25 de marzo de 2012
Preso de California, 5 de marzo de 2012
“Reveses, sean pequeños o grandes, no eliminan la necesidad o la posibilidad para la revolución.”
Estimado Fondo:
Espero que esta carta les encuentre a su personal de buena salud y lleno de entusiasmo revolucionario.
La semana pasada, recibí una forma de reanudación y el libro de Michelle Alexander, The New Jim Crow, así que quería escribir para agradecerles ustedes y a todos los generosos donantes quienes aportan al Fondo [Fondo de Literatura Revolucionaria para Presas y Presos]. Es imposible de exagerar la importancia de su labor ni qué tanto yo valoro la suscripción subsidiada del periódico Revolución y toda la literatura que me han mandado desde que les escribí por primera vez sin la menor exageración, puedo decirles honestamente que las ideas liberadoras revolucionarias a las que me han introducido me han cambiado la vida. Sé que su labor continuará cambiando la vida de otros como yo.
Fui arrestado con falsos cargos de posesión de droga cuando tuve solamente 13 años de edad, pero ya tuve una idea, aunque imprecisa, del inherente racismo y lo injusto de este sistema. En mi barrio, vi la manera en que la policía hostigaba y agredía no solo a los pandilleros y vendedores de droga, pero a todos incluyendo a los vendedores ambulantes y a mi hermano de 5 años de edad, quien fue agarrado por el cuello por un policía por tirar piedras a los chicos del vecino. Yo odiaba cómo eran las cosas alrededor de mí, pero me sentí sin esperanzas de cambiarlas. Fui detenido varias veces después de mi primer arresto y he hecho los actos de lo que me han acusado en la mayoría pero no todos los casos, incluyendo el cargo por el que estoy cumpliendo una sentencia hoy. He estado adentro y afuera del sistema juvenil, la cárcel del condado y esto es mi tercera estancia en la cárcel estatal.
Empecé a leer en la cárcel y algo de la literatura radical que he leído me impulsó a cuestionar cómo he llevado mi vida. Traté de distribuir folletos, revistas y libros a los presos a mi alrededor aunque yo mismo dudaba si era posible el cambio. Desarrollé un odio saludable por este sistema y lo que hace al pueblo, pero todavía me sentí sin esperanzas de cambiarlo. Por buena que era la denuncia de los males de la sociedad, nada que leí ofreció una verdadera solución. Algunas respuestas que se plantaron eran tan idealistas que me preguntaba por qué el autor se ocupó de detallar estos problemas en primer lugar. Afortunadamente un preso de otro pabellón me mandó el correo de Fondo, les escribí y les pedí una suscripción subsidiada al periódico Revolución y esto me llevó a una transformación seria de mi punto de vista y a consecuencia de la persona que yo era. Por suerte, poco después de que recibí mi primer número del periódico, otro preso quien había sido lector de Revolución por un tiempo se mudó a la celda junta a la mía. Él compartió algunos libros y folletos que recibió del Fondo y leí todo lo que pudiera sobre Bob Avakian y la ideología del PCR. Leí cada página de cada uno de los ejemplares de Revolución en el momento en que llegara a mi celda. Discutí con mi vecino lo que estuve aprendiendo e incorporé a otros en las conversaciones. Los presos más progresistas se interesaron en el comunismo cuando aprendieron del PCR, la elaboración, de parte del partido, de una verdadera estrategia para llevar a cabo una revolución. Me sentí vigorizado y experimenté un optimismo que nunca he tenido. Empezamos a formar un grupo de estudio sobre unos conceptos comunistas básicos y artículos que aparecieron en el periódico Revolución. Desafortunadamente, los encierros en la cárcel impidieron que nos uniéramos y los cambios de celda, traslados, y el encierre de algunos compañeros en aislamiento, dispersaron nuestro grupito antes que pudiera cuajarse. Sin embargo, eso no me desanima. Las decepciones ya no me llevan a actuar en maneras autodestructivas y sin pensar. Un revés ya no me afecta tal como antes de enterarme de Bob Avakian. Aunque todavía hay mucho que necesito comprender, sí comprendo lo suficiente para saber que la perseverancia vale y es necesaria en la lucha que tiene muchos vueltas y revueltas. Reveses, sean pequeños o grandes, no eliminan la necesidad o la posibilidad para la revolución. Si hay algo que yo he aprendido de BA, se trata de lo siguiente: Por grandes que sean los retos, no existe nada más grande que mi vida puede representar salvo contribuir todo lo que pueda a la transformación revolucionaria de la sociedad por todo el mundo. Quiero darle mi agradecimiento más sincero y de todo corazón al personal del Fondo y a todos sus donantes por ayudar a las personas como yo a llegar a esta conclusión.
Gracias a todos por el labor que hacen y espero tener noticias suyas pronto.
P.D. Estoy enviando 20 estampillas postales para colaborar modestamente para los costos de los envío. Espero que pueda dar más.
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