Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Matanza por avión no tripulado:
La guerra yanqui contra el terror en Pakistán
28 de octubre de 2012 | Periódico Revolución | revcom.us
8 de octubre de 2012. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Mientras los aviones no tripulados yanquis ocupan los cielos por encima de Waziristán del Norte en Pakistán, Estados Unidos sigue mintiendo sobre los cientos de civiles hechos pedazos o incinerados y su terror contra la población.
Hace poco, un funcionario de la embajada estadounidense en Pakistán insistió que las protestas contra estos ataques no estaban justificados a la luz del “proceso intenso para evitar lo que se llama muy tristemente ‘daños colaterales’”. Aunque sin permiso de divulgar información clasificada, dijo, el número de bajas de civiles es “muy pequeño”, “de dos dígitos” (Guardian, 7 de octubre de 2012). Esta afirmación tenía el objetivo de refutar la cobertura en las noticias internacionales sobre un convoy de cientos de personas de todo Pakistán y docenas de activistas antibélicos del Occidente (entre ellos mujeres del grupo estadounidense Code Pink) en camino a una ciudad en Waziristán del Sur para protestar en contra de estos ataques y la complicidad del gobierno de Pakistán.
El informe Living Under Drones (Vivir bajo los aviones no tripulados), publicado en septiembre por dos grupos de investigación académica en Estados Unidos, da una imagen muy diferente.
“[E]ntre junio de 2004 y mediados de septiembre de 2012, los datos disponibles señalan que los ataques de aviones no tripulados dejaron de 2.562 a 3.325 muertos en Pakistán, de los cuales de 474 a 881 eran civiles, entre ellos 176 niños…. Además, los ataques dejaron de 1.228 a 1.362 lesionados”. (Según el Buró de Periodismo Investigativo, una agencia noticiosa independiente y sin fines de lucro de la Universidad de la Ciudad de Londres, cuyos datos y metodología los revisó y validó el informe.)
La discrepancia se explica en parte por el hecho de que “para llevar la cuenta de los daños de civiles, el gobierno [estadounidense] supone que son combatientes todos los varones en edad militar muertos en ataques de aviones no tripulados”. El informe demuestra que eso no es cierto. Además, hasta la interpretación más limitada de la afirmación de Washington, la de que ha contado un número “muy pequeño” de bajas civiles, puede ser una mentira dentro de una mentira, dado que arropan en un velo de confidencialidad las cifras exactas, las identidades de los seres humanos que representan y las circunstancias de su muerte.
Quiénes murieron y cómo fue el objetivo de un proyecto de investigación de las clínicas legales de la Facultad de Derecho de Stanford en California y la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York. Su informe (en livingunderdrones.org) se basa en “nueve meses de investigación intensiva, incluyendo dos investigaciones en Pakistán, más de 130 entrevistas a víctimas, testigos y expertos y la revisión de miles de páginas de documentación e informes periodísticos”.
Son conclusiones moderadas en extremo. En lugar de pedir que termine la guerra de aviones no tripulados, “este informe recomienda que EE.UU. vuelva a evaluar las actuales prácticas acerca de seleccionar los blancos para matar, tomando en cuenta toda la evidencia disponible, las preocupaciones de los varios interesados y los costos y beneficios a corto y largo plazo”.
¿“Costos y beneficios” para quiénes y por cuáles objetivos? Al argumentar sobre esta base, el informe hace caso omiso del propósito y la legitimidad de la ocupación estadounidense de Afganistán y de la guerra de aviones no tripulados en el colindante Waziristán del Norte la que es un resultado y suplemento de esa ocupación. Además pasa por alto la cuestión más amplia del conjunto de guerras abiertas y encubiertas que la clase dominante de Estados Unidos libra o amenaza con librar por todo el “gran Medio Oriente” para proteger y extender su imperio global, no importa el partido al mando del gobierno.
Un analogía: Si alguien fuera a argumentar que los ataques contra civiles en el Occidente van en contra de los objetivos (también reaccionarios) generales de Al-Qaeda, eso se consideraría un cálculo cínico y su autoridad moral le impresionaría a poca gente.
Pero el que aquellos que redactaron este informe creyeran en el enfoque de “costos y beneficios” o simplemente consideraran que éste fuera la única manera en que sus argumentos tuvieran impacto, su detenida revisión de los hechos y testimonios oculares constituyen una descripción condenatoria de la crueldad de la conducta estadounidense así como evidencia de que ésta tiene un propósito político: que tales muertes no solamente son “daños colaterales” sino más bien parte de la doctrina de guerra basada en sembrar terror indiscriminado en la población de una región entera.
Living Under Drones describe un ataque de avión no tripulado de 2006 sobre una escuela religiosa en Bajaur que dejó a más que 80 muertos, 69 de ellos niños. En otra sección, revela lo que pasó en lo que las autoridades describieron como un ataque contra una “casa” de militantes donde “se reunía un grupo de unas tres docenas combatientes del Talibán”.
“Según los a que entrevistamos, unos 40 individuos se congregaron el 17 de marzo [de 2011 en una estación de autobuses al aire libre] en el centro de la aldea Datta Khel. Entre ellos estaban importantes personas de la comunidad y ancianos del rumbo, presentes para una jirga, la institución social principal para tomar decisiones y resolver disputas en [la región]… convocada para resolver una disputa sobre una cercana mina de cromita. Todos los interesados y líderes del rumbo asistían, entre ellos 35 maliks, los líderes tribales nombrados por el gobierno, así como funcionarios del gobierno y varios khassadars (empleados del gobierno que prestan servicio como una fuerza policial auxiliar reclutada y administrada a nivel local). También estaban presentes según se informa cuatro hombres de un grupo local del Talibán ya que su presencia era necesario para resolver la disputa de manera eficaz. Malik Daud Khan, un líder respetado y funcionario público condecorado, presidió la reunión….
“Aunque los aviones no tripulados sobrevolaban Waziristán del Norte todos los días, los presentes en la reunión dijeron que se sintieron ‘seguros y aislados’ de las amenazas de los aviones no tripulados porque creían en ese entonces que ‘los aviones no tripulados se dirigían a los terroristas o a los que actuaban en contra del gobierno’.… los maliks hasta habían alertado a la guarnición militar local sobre la jirga diez días antes.
“A las aproximadamente 10:45 am, mientras los dos grupos entablaban la discusión, un avión no tripulado que sobrevolaba lanzó un misil que alcanzó a uno de los círculos de hombres sentados. Ahmed Jan, que estaba sentado en uno de los dos círculos de unos 20 hombres cada uno, les dijo a nuestros investigadores que se acordó de haber oído el siseo proveniente de los misiles justo segundos antes de estallar en el centro de su grupo. La fuerza del impacto arrojó el cuerpo de Jan a una larga distancia, noqueándolo, mientras murieron los demás en su círculo. Cayeron varios misiles más y al menos uno de ellos estalló en el segundo círculo. En total, los misiles dejaron a por lo menos 42 personas muertas. Uno de los sobrevivientes del otro círculo, Mohammad Nazir Khan, nos dijo que al parecer muchos de los muertos murieron debido a pedazos volantes de piedras astilladas.
“Otro testigo, Idris Farid, recordó que ‘todo resultó devastado. Yacían pedazos, pedazos de cuerpos, por todas partes. Mucha carne y sangre’…. ‘Ninguno de los ancianos que habían asistido sobrevivió’”. Sus familiares solamente “podían ‘recoger los pedazos de tejido y meterlos en un ataúd’”.
También describe incidentes en que los aviones no tripulados atacaron carros y taxis, matando tan a menudo por motivos desconocidos que la gente considera que es peligroso viajar.
La gente en Waziristán del Norte, una zona tribal donde la gran mayoría de la gente trabaja en la agricultura de subsistencia o el comercio, ahora evita las reuniones públicas como en las mezquitas, incluso los funerales que parecen ser blancos en particular. La gente tiene miedo de sentarse afuera en grupos; hasta los niños no pueden jugar en grupos y pocas personas salen durante la noche. Muchos padres ya no dejan que sus hijos asistan a las escuelas por temor a los ataques de aviones no tripulados.
Un cooperante humanitario en Waziristán les dijo a los investigadores: “¿Se acuerdan del 11 de septiembre? ¿Se acuerdan de cómo se sintió inmediatamente después? Yo estaba en Nueva York en esa fecha. Me acuerdo de la gente llorando en la calle. La gente tenía miedo sobre lo que podría suceder después. No sabía si habría otro ataque. Había tensión en el aire. Eso es como está, una tensión constante, un sentido de malestar continuo. Tenemos miedo. Uno se despierta alarmado con cada ruido”.
La gente no sólo está aterrorizada por lo que al parecer son muertes al azar, no puede olvidar el peligro por un segundo debido a la presencia constante de los aviones no tripulados, a veces tres o cuatro visibles al mismo tiempo. Dan vueltas en el cielo, zumbando, todo el día, a menos que esté lloviendo. Nadie sabe cuándo van a disparar, ni a quién.
Aparentemente, una razón por el número relativamente pequeño de bajas en comparación con los muertos es que los misiles Hellfire [fuego del infierno] que lanzan estos aviones no tripulados son termobáricos, son mucho más destructivos que explosivos normales. La ola de presión que produce la explosión en sí puede hacerles pedazos a las personas en un círculo de hasta 20 metros en cada dirección, pero también arroja fragmentos ardientes de aluminio y metal que pueden matar a una distancia mayor. A menudo queda muy poco de las víctimas.
La naturaleza de estos misiles en sí desacredita la afirmación del gobierno de Estados Unidos de que son ataques “quirúrgicos”. Por otro lado, es necesario dar a conocer más ampliamente estas formas de elegir los blancos, pues al parecer hay dos clases: “personalidad” y “signature”.
Se llaman blancos “de personalidad” cuando Estados Unidos pone en una lista para matar a individuos específicos según varias clases de “inteligencia”, entre ellas los soplones asalariados del rumbo que pueden tener sus propios motivos. Eso fue el enfoque principal de los ataques de aviones no tripulados en Pakistán bajo la administración de Bush.
Desde que Barack Obama asumió el cargo, se ha dado un aumento fuerte del número de ataques de aviones no tripulados (de 45 a 52 bajo Bush en 2001-2009; 292 bajo Obama en solamente tres años y medio). Obama ha asumido la responsabilidad personal de aprobar los nombres en la lista para matar y toda decisión para proceder en los casos en que la CIA no está “‘casi cierto’ que no habrá muertos de civiles”.
Al mismo tiempo, bajo el mando de Obama ha ocurrido lo que Living Under Drones llama “una expansión del uso de ataques ‘signature’”, los que también llama “basándose en un perfil” y “culpabilidad por asociación”. Basándose en “el análisis del patrón de vida”, se permite matar sin más a grupos de hombres que tienen “características específicas”. Se ocultan esas “características ‘signature’ [distintivas]”, pero parece que tienen que ver con estar “en una zona reconocida por actividad terrorista”, estar en las inmediaciones de alguien que se considera “un agente de alto nivel de Al-Qaeda” (lo que puede incluir, como demuestra el ataque contra el jirga en Datta Khel, los muchos miles de personas que pueden encontrarse en cualquier momento en una reunión, un mercado o una calle donde también se encuentra alguien conectado con uno de los muchos grupos islámicos armados), o incluso, según conocidos bromas citadas en el informe, “tres tipos que hacen ejercicio” o “jóvenes que han dejado la barba unos pocos días”.
Existe otro elemento aquí que indica que el que maten a civiles no sólo constituyen “daños colaterales”, sino son el resultado deliberado de la política estadounidense: lo que las autoridades yanquis llaman, de manera cínica, “pegando dos veces”, la práctica de seguirle al ataque de un misil con otro pasados unos minutos o incluso horas, con el claro objetivo de matar a parientes y vecinos que buscan desesperadamente a sobrevivientes y seres queridos en los escombros, “buscando a los niños en sus camas”, y a los socorristas capacitados.
El informe dice: “Según un profesional de la salud que conoce Waziristán del Norte, una organización humanitaria tenía ‘una política de no acudir inmediatamente [al lugar de un ataque de aviones no tripulados] por los ataques que siguen. Hay una demora obligatoria de seis horas’. Según esa misma fuete, como resultado, solo ‘los lugareños, los pobres, recogen los cuerpos de los seres queridos’”.
Los autores recalcan que “es posible que se consideren los ataques contra el personal de primera respuesta como crímenes de guerra”. Pero al mismo tiempo su informe proporciona los hechos para argumentar que no sólo este aspecto particularmente asqueroso sino toda la guerra de aviones no tripulados de EE.UU. en Pakistán (junto con el uso de aviones no tripulados en Yemen y Somalia) es un crimen de guerra.
Primero, muchos lectores asiduos del informe concluirán que matar a civiles no es el resultado accidental de la política sino de la política misma de EE.UU. Segundo, aunque ciertos individuos conocidos sí tienen conexión con grupos armados, el hecho de que sus nombres pueden estar en una “lista para matar” por mucho tiempo implica que tenerlos de objetivo de ataque va contra el derecho internacional que los apologistas del gobierno estadounidense citan para justificar esas matanzas. El Artículo 2 (4) de la Carta de la ONU sostiene que el uso de la fuerza en un país o contra otro país se justifica como defensa propia solamente cuando ocurre en respuesta a un ataque concreto o una amenaza inminente, lo que describe como “inmediato, abrumador y que no deja ninguna otra opción ni un momento para deliberar”.
No existe ninguna justificación para la guerra de aviones no tripulados estadounidense en Pakistán, ni tampoco ninguna justificación legal aparente. (El gobierno de Obama afirma que tiene una opinión legal escrita, la que autoriza sus acciones, ¡pero su contenido es secreto!) EE.UU. no está en un estado de guerra con Pakistán. Por eso la CIA y no las fuerzas armadas libra la guerra de aviones no tripulados, y por eso el gobierno estadounidense ha tenido que mantenerla en secreto, aunque todos los paquistaníes lo saben, así como todos los que quieren saberlo en EE.UU. y otras partes.
Estados Unidos todavía está principalmente aliado con el gobierno paquistaní (y en especial con el ejército paquistaní) a pesar de contradicciones fuertes. Durante los primeros tres años de la guerra de aviones no tripulados en Pakistán, en público el entonces presidente Pervez Musharraf fingía que los ataques eran “operativos militares paquistanís, cochebombas o explosiones accidentales”. Desde entonces el gobierno paquistaní se ha encontrado atrapado entre la opinión pública indignada que demandaba el fin de los ataques y un gobierno inflexible de EE.UU.
Una de las partes más reveladoras, aunque poco comentadas, de este informe es la cronología que correlaciona la intensidad de la actividad de los aviones no tripulados de EE.UU. con la fricción entre los dos gobiernos, especialmente en el arresto por Pakistán del contratista de la CIA, Raymond Davis, por balear a dos hombres en la calle. Al principio el gobierno estadounidense detuvo los aviones no tripulados “para evitar la indignación de la población ya impactada por el arresto de Davis”; luego, cuando se trabaron las negociaciones entre los gobiernos de Musharraf y Obama, lanzó 11 ataques uno tras otro hasta que el gobierno paquistaní finalmente dejó en libertad a Davis. Basándose en el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, el informe cita este incidente como uno de tres en que “parece que darle un mensaje a Pakistán sigue siendo parte del objetivo del programa [de los aviones no tripulados]”.
En otras palabras, al menos uno de los motivos por los cuales EE.UU. mata en Pakistán no tiene mucho que ver con la percibida necesidad militar sino en realidad tiene el objetivo de presionar a “los que deciden” en Pakistán. A éstos, las clases dominantes y fuerzas armadas paquistaníes, no importa ni la vida de los paquistaníes en la calle ni la de otros, pero cuando EE.UU. mata a civiles en su país hace que su gobierno se vea mal y provoca el enojo popular.
Si se define el terrorismo como matar deliberadamente de civiles por fines políticos, eso tiene “la firma” inconfundible de un operativo terrorista.
El “costo” y el “lado negativo” de los ataques de aviones no tripulados, advierte el informe, es que “han facilitado el reclutamiento en los grupos armados violentos no conectados con el estado, y motivan ataques contra tanto el ejército estadounidense como blancos civiles”. Eso es sin duda cierto. También lo indiscutiblemente cierto, como dice el informe, es que esos fundamentalistas islámicos armados hacen mucho mal en sus actividades para establecer su dominio sobre el pueblo.
Este informe debería ayudarnos a entender que lo que hace Estados Unidos en Pakistán y por el mundo en realidad ayuda al movimiento jihadista. Al mismo tiempo, sin embargo, aunque saque a la luz el daño causado por la guerra de aviones no tripulados de EE.UU., el informe no toma en cuenta el daño aún mayor que hace la ocupación de Afganistán y la dominación de hace décadas de Pakistán, la que incluye el apoyo al ejército y las clases dominantes de Pakistán y apoyo a la islamización del país la que al principio tuvo el objetivo de hacer aceptable la dominación estadounidense. Por esas dos razones, debería resultar muy claro que Estados Unidos es el mayor terrorista de todos.
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
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