Ultraje en India — y la cultura capitalista mundial de la violación
13 de enero de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
16 de diciembre de 2012. A altas horas de la noche, los cuerpos desnudos, ensangrentados y apenas conscientes de dos jóvenes, una mujer y un hombre, son echados de un autobús a una calle polvorienta de Mahipalpur, un distrito del sur de Delhi, en India. Después de una espera angustiada de casi una hora mientras se desangraban en la calle, se los lleva al hospital.
La mujer se había mudado a la megalópolis extensa de Delhi del estado empobrecido de Uttar Pradesh. Su familia había gastado todo y vendido todo para que ella estudiara la medicina. Ella soñaba con regresar a la aldea donde creció para abrir un hospital.
Pero los jóvenes fueron engañados por un grupo de borrachos que, con el plan de atacar a mujeres, les convencieron a subirse a un autobús. Estos hombres rápidamente inmovilizaron al compañero de la mujer y lo golpearon. Luego comenzaron a atacar salvajemente a la mujer y no paraban mientras se turnaban para manejar el autobús por las calles abarrotadas de Delhi, pues la golpeaban y la violaban sin piedad. Cuando al final la tiraron a la calle en Mahipalpur, ella había perdido una enorme cantidad de sangre y tenía severos daños a varios órganos internos.
En el hospital los médicos descubrieron que la varilla de metal usada para violarla y golpearla le había desgarrado el intestino tan gravemente que era necesario practicar una cirugía para quitarle el órgano. Varios días después, transportaron a la joven en avión a un hospital de Singapur que se especializa en traumas multiorgánicos. Sin embargo, después de tres cirugías al abdomen, ella murió el 28 de diciembre.
Una rabia a punto de estallar, una furia justificada
La noticia de ese ultraje horrible le tocó nervio profundamente entre millones de personas por toda la India y miles de personas, hombres y mujeres, salieron a la calle en protestas indignadas en Delhi. La policía las atacó violentamente con cañones de agua, gas lacrimógeno y cachiporrazos. Una mujer joven le gritó a los policías que la arrastraban hacia la cárcel: “Deberían sentir vergüenza, golpean a nosotros mientras los violadores andan libres”. En una protesta contra la violación en Imphal, en el norte de India, un periodista murió cuando la policía usó balas reales para disparar contra los manifestantes.
Pero los manifestantes perseveraron. Las enormes manifestaciones han continuado en Delhi y otras ciudades indias durante la primera semana de 2013. Una mujer de 22 años de edad, que viajó cinco horas para acudir a una protesta en Delhi, les dijo a los periodistas que era “imposible imaginar que el país quedara con los brazos cruzados a decir chalta hai (todo estará bien). No somos un generación de chalta hai”.
La furia de las protestas y su continuación han provocado una crisis en la sociedad india y dentro del gobierno indio. Frente a los ataques del gobierno, miles de personas, en particular jóvenes de ambos géneros, han continuado tomándose las calles, expresando su determinación de no aceptar que esto siga ocurriendo y para poner de manifiesto en la sociedad el crimen horrible que es la violación, un crimen generalmente soslayado y tolerado.
En respuesta a las protestas, el gobierno ha acusado de homicidio a cinco de los seis hombres involucrados en el ataque salvaje en el autobús y amenaza con pedir la pena de muerte. Mientras tanto, diferentes fuerzas políticas trabajan para sofocar y canalizar la indignación popular hacia esfuerzos inocuos que buscan reformar la policía y el sistema político y judicial para que supuestamente “protejan mejor” a las mujeres.
Una falla sísmica
Esa brutal violación y las valientes protestas de masas en contra han sacado a flote una falla sísmica que existe no solamente en India, sino por todo el mundo: La opresión de la mujer, que concentra una de las divisiones sociales más básicas en un mundo dominado por el sistema del capitalismo-imperialismo.
Esta opresión tiene muchas formas. Los horrores que inflige son universales. Afecta a cada mujer y a cada niña. La mitad de la humanidad está sujeta de una manera u otra a la amenaza y la realidad del ataque sexual, la degradación, la violación, el asesinato, la prostitución obligatoria y el abuso diario y constante. Toda la sociedad se encuentra bombardeada por una cultura, por relaciones sociales e ideas, que denigran el valor de la mitad de la humanidad. Como dice el artículo “La mujer en 2012: El destino horrible de la mitad de la población en el capitalismo-imperialismo” en este número (páginas 12 y 13):
“En el mundo hoy, viva usted en el llamado Occidente ‘ilustrado y democrático’... donde sistemáticamente discriminan a la mujer y la convierten en una mercancía sexual; donde la prostitución, la pornografía y los clubes de striptease ‘simplemente son parte de la cultura’, donde las relaciones patriarcales dentro de la familia implican que la mujer es golpeada brutalmente y hasta asesinada por su esposo o novio. O viva usted en un país donde las tradiciones feudales y las restricciones religiosas atrasadas implican que la mujer tiene que cubrirse de la cabeza hasta el pie y ni siquiera permitir que la vean, donde es posible sentenciarla a morir porque ella decidiera con quién quiere casarse o que quiera una educación...
“El sistema capitalista ahora envuelve al mundo entero... el sistema del imperialismo convierte toda cosa y a toda persona en una mercancía... este sistema ha creado una situación en que, en todo el mundo, se le niega sistemáticamente a la mitad de la humanidad su humanidad”.
Con el paso de cada segundito, una mujer en alguna parte del mundo es violada — maltratada, degradada y privada de la humanidad de esa forma. Y de ahí, en muchísimas ocasiones, es “violada de nuevo” — de que la humillan los policías que la interrogan insinuando que “se la buscó”; le dicen que tuvo la culpa por “vestirse como no debía”, estar en “un lugar donde no debía estar”; en la corte la acusan de ser una “mujerzuela” y por lo tanto merece lo que le sucedió.
Mucha de la furia de las protestas en respuesta a la violación en Mahipalpur se dirigió contra la falta de acción, la indiferencia y la hostilidad de las autoridades indias, que van desde los funcionarios de mayor rango hasta la burocracia, la policía y el ejército. Las protestas generalizadas que continúan han sacado a la luz la participación, el apoyo y la complicidad oficiales en los crímenes contra la mujer. Por ejemplo, por lo menos seis legisladores indios están acusados de violación en diferentes casos vigentes; y en los últimos cinco años los partidos políticos principales han nominado 260 candidatos acusados de crímenes contra la mujer. En la sociedad india, la violación es un arma de dominación la que ocupan las fuerzas armadas, la policía y las castas altas contra las castas y clases bajas, y en esos casos, por lo general los violadores salen impunes. Pero también es el caso en la sociedad india —como en todo el mundo— que las mujeres, de todo sector económico y social, viven bajo la amenaza de la violación y están sometidas a esa violencia, sea en un callejón en la noche, durante una cita o dentro del matrimonio.
Todo eso, junto con muchos ultrajes más, compone un estado permanente de guerra contra mujeres y niñas, una guerra a la cual la impulsan el desplazamiento y la explotación caóticos del capitalismo-imperialismo global, junto con las ideologías feudales y patriarcales y la proliferación de la pornografía de alta tecnología. La prevalencia exasperante de la violencia es una expresión monstruosa del ambiente literalmente mortífero en que vive la mujer, desde antes de nacer hasta la muerte. Es un crimen empotrado profundamente en la misma naturaleza y el mismo funcionamiento del sistema capitalista imperialista — incluidas las formas en que ese sistema ha incorporado relaciones y tradiciones feudales y semifeudales. Por lo tanto, las reformas por numerosas que sean y el despido de policías malos o políticos violadores no van a “arreglar” este problema tan indignante.
En India, una rabia caldeada contra el manoseo, las miradas lascivas, los insultos, los asaltos —la violación a la que perdonan o consienten porque “la mujer tuvo la culpa”— estalló en una furia justa en las calles de Delhi y otras ciudades, y resonó por todo el mundo. Fue como poner el dedo en la llaga.
Kavita Krishnan, de la asociación femenina All India Progressive Women’s Association dijo en Democracy Now! que “este incidente demostró una violencia especialmente gráfica, pero se han dado otros incidentes terribles, incluyendo en Delhi. Pero creo que fue un efecto cumulativo y un sentimiento acumulado de ira e indignación contra la impunidad que gozan los perpetradores de la violencia sexual y contra la inseguridad impuesta y las restricciones las que esa inseguridad impone a la mujer.
“Todo esto estalló al producirse este caso, tal vez porque esta joven estaba haciendo algo tan normal como subir a un autobús para ir a casa después de ver una película con un amigo. Y creo que de alguna manera esto tocó una fibra sensible”.
La liberación de la mujer,
la emancipación de la humanidad
“La cuestión de la situación de la mujer —la opresión y la lucha por la liberación de la mujer— objetivamente salta a primera plana en el mundo de hoy y se plantea cada vez con mayor profundidad y urgencia”.
Bob Avakian, “Contradicciones todavía por resolver, fuerzas que impulsan la revolución”
El documento del Partido Comunista Revolucionario Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad (8 de marzo de 2009) resume el proceso por el cual el capitalismo hereda y profundiza la opresión de la mujer como parte de su funcionamiento fundamental:
“[L]a sociedad capitalista ‘moderna’, o, en realidad, el sistema mundial del imperialismo capitalista, ha heredado la opresión de la mujer de las sociedades anteriores de las que el capitalismo ha surgido y si bien cambia algunas formas en que esta opresión se lleve a cabo, no ha eliminado y no puede eliminar esta opresión; ha incorporado formas pre-capitalistas de esta opresión en diversas partes del mundo, especialmente el tercer mundo, en el sistema mundial de explotación y opresión en conjunto; y perpetúa todo esto mediante las relaciones fundamentales, el actual proceso de acumulación y el funcionamiento general de este sistema capitalista imperialista en sí”. (énfasis en el original)
El “funcionamiento normal” de este sistema ha tenido un impacto devastador horrorosamente chupavidas en India y el resto del mundo. El capitalismo-imperialismo ha profundizado e intensificado las grandes divisiones en el mundo entre un grupúsculo de personas que acumulan riquezas obscenas producto de la mano de obra de millones de otros y una masa de la humanidad privada de las necesidades de la vida más básicas; entre las nacionalidades profundamente oprimidas y las nacionalidades que se benefician de esa opresión; entre las mujeres y los hombres.
En las extensísimas ciudades de India, un país que los dirigentes imperialistas del occidente y los mismos dirigentes indios llaman “la democracia más grande del mundo”, al lado de las islas de negocios de alta tecnología, los brillantes centros comerciales y los apartamentos lujosos con fuerte vigilancia, está la miseria degradante de los densamente poblados barrios marginales y pobres, llenos de gente atrapada en la incesante lucha para sobrevivir.
Aquí, en India, existe una muy aguda conjunción de cosas distintas. Con mayor frecuencia, las mujeres entran al mercado de trabajo como trabajadoras superexplotadas o como parte de la mano de obra más “técnica” de las capas medias o con calificaciones más avanzadas como técnicas en medicina o doctoras. Pero todo eso todavía existe en una superestructura principalmente feudal, que impone las prácticas e ideas patriarcales tradicionales sobre todas las mujeres, incluidas aquellas que hayan alcanzado una alta posición académica o profesional. Las mujeres todavía están sometidas al matrimonio concertado y los dictados patriarcales de la familia. Devalúan fuertemente a las niñas y es común la práctica de abortar fetos femeninos. Eso es uno de los motivos por el cual existe una disparidad en la población india, donde hay 15 millones más hombres que mujeres. Y la VIOLACIÓN es parte de todo esto, azuzada por las subyacentes relaciones patriarcales opresivas, la misoginia grotesca, la violencia y la degradación de la mujer.
Veamos al mundo. Cualquier continente, cualquier hemisferio: en el Cairo, Egipto, los fundamentalistas y otras fuerzas reaccionarias han declarado temporada de caza contra las mujeres en la calle… En Juárez, México, la situación del secuestro, violación y matanza de las mujeres lleva más de una década en marcha con la activa complicidad de todas las autoridades establecidas… Amnistía Internacional informa que las mujeres que reportan las violaciones a las autoridades en los países escandinavos “tienen solamente una pequeña posibilidad de que vean sus casos en los tribunales. Como resultado, nunca responsabilizan a muchos perpetradores por cometer esos delitos”. En la República Democrática del Congo, decenas de miles de mujeres han sobrevivido la epidemia de la violación de parte de las reaccionarias fuerzas militares al servicio de distintos intereses capitalistas imperialistas… Distintas culturas, distintas particularidades, pero un horror global.
Por todas partes de la tierra donde la gente anhele la liberación y empiece a alzar la frente para luchar por ésta, la lucha con el objetivo de romper todas las cadenas de la explotación y la opresión o de romper todas las cadenas menos una, la de la opresión de la mujer y el punto de vista del patriarcado que la justifica y ayuda a perpetrarla, será un factor decisivo y fundamental para la posibilidad de romper con el capitalismo y comenzar a construir un nuevo mundo revolucionario donde los seres humanos se transformen a sí mismos y al mundo de manera consciente, abriéndose paso y resolviendo todos los retos y obstáculos, para sentar las bases para un mundo en que ya no existan la explotación y la opresión.
La liberación de la mujer jamás puede realizarse en una sociedad capitalista. Pero el imperialismo-capitalismo ha creado las bases para una revolución, para la revolución comunista, que puede poner fin a toda la explotación y opresión, puede desarraigarlas de modo que ya no haya bases para su surgimiento en otras formas. Y para hacer eso, esta revolución comunista hace suya, como uno de sus componentes centrales, la emancipación de la mujer.
Un levantamiento valiente y heroico de mujeres a raíz de la violación brutal en el autobús en Mahipalpur ha convulsionado a India y ha enviado temblores por el mundo entero. La justa furia desatada en las calles de Delhi y la ira que arde en el corazón de millones de personas por el tormento infligido sobre esa mujer que tomaba el autobús de regreso a casa, son un presagio del futuro, y una concentración de una de las cuestiones más decisivas y fundamentales de nuestros tiempos.
¿Será abatida y suprimida esta furia?
¿Será encauzada hacia reformas ineficaces que dejen intacto el sistema del imperialismo-capitalismo y el punto de vista del patriarcado y de la dominación masculina continuarán en lo fundamental sin oposición?
O, ¿será desencadenada como parte de una batalla épica para liberar a todas las mujeres y emancipar a toda la humanidad?
¡Fin a la pornografía y el patriarcado: La esclavización y la denigración de la mujer!
Un llamado a la acción
Nos dicen que “se ha ganado la igualdad para la mujer” y que “no hay límites para lo que las jóvenas puedan lograr”. ¡MENTIRAS!
Cada 15 segundos una mujer es golpeada. Todos los días tres o cuatro mujeres mueren a manos de sus parejas. Una de cada cuatro estudiantas de universidad será violada o sexualmente asaltada durante los años de la universidad.
En los últimos años, la pornografía se ha tornado cada vez más violenta, cruel, denigrante hacia la mujer; se refieren a las mujeres como “ranuras para semen” y “cubetas para corridas”; eyacular en la cara de la mujer es la norma; la humillante crueldad —como la penetración violenta “del culo a la boca”— es algo normal; y el prejuicio racista es sexualizado. Al mismo tiempo la cultura en general ha sido pornificada: enseñan el baile del tubo en los gimnasios, “sextear” es un fenómeno nacional entre los adolescentes y se acepta el club de striptease como lugar de compañerismo entre machos. Todo esto va de la mano y refuerza la compraventa de millones de mujeres y jóvenas como propiedad esclavizada en la industria internacional del sexo.
Esta sociedad NO está llegando a sentirse más cómoda con el sexo. La está saturando la denigración sexualizada de la mujer. Si no te puedes imaginar el sexo sin porno, ya te jodiste.
Al mismo tiempo, por un embate impulsado por los fundamentalistas cristianos, peligran el aborto, el control de la natalidad, la verdadera educación sexual y la vida de las mujeres. Las personas lesbianas, gay, bisexuales y transgéneras (LGBT) que no se conforman con las normas patriarcales tradicionales del género y sexo son objeto de la satanización y amenazas. Asesinan a los doctores que practican abortos. Estigmatizan a las mujeres que buscan abortar o incluso el control de la natalidad. El año 2011 presenció la mayor avalancha de restricciones legales sobre el aborto desde Roe v. Wade en 1973.
¡HAY QUE DETENER TODO ESTO!
¡El feto no es bebé! ¡La mujer no es incubadora! ¡El aborto no es crimen!
La mujer no es objeto. No es cosa para el placer sexual de los hombres NI es incubadora. ¡ES UN SER HUMANO CAPAZ DE PLENA IGUALDAD EN TODA ESFERA!
Desde hace mucho ya es hora de que esta nueva generación se ponga de pie, rechace y SE OPONGA RESISTENCIA a esta cultura de violación y pornografía; esta cultura que tacha a las mujeres de “egoístas” si eligen no ser madres; esta cultura que reduce a las mujeres y jóvenas a objetos sexuales a la vez que les privan de su plena humanidad multidimensionada (con su derecho, como un elemento esencial, de explorar su sexualidad sin vergüenza ni estigma); esta cultura sataniza y mangonea a las personas LGBT.
Nuestro propósito NO es cabildear para una nueva legislación que prohíba la pornografía (“las leyes de la moral y las buenas costumbres”siempre han servido para reprimir más la homosexualidad, el arte que va contra los límites y la educación sexual científica). Nos oponemos a la criminalización de las mujeres en la industria del sexo. Nuestra misión es llamar a la nueva generación en particular a que rechace esta cultura de violaciones y pornografía, oponga resistencia a la humillación de las mujeres por tener relaciones sexuales y por abortar, libre una férrea resistencia política y cultural que despierte a otros y geste una cultura liberadora que celebre la plena igualdad y liberación de la mujer.
Comuníquese con stoppatriarchy@gmail.com para compartir sus dudas, comentarios, ideas e interés en participar. Consiga volantes para repartir, invitar oradores a su escuela, plantear sus preguntas más puntiagudas. ¡El futuro de la mujer depende de USTED!
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