¿Por qué, en India, hay más hombres que mujeres?

20 de enero de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Hoy, India es uno de varios países cuya población presenta lo que los académicos Siwan Anderson y Debraj Ray describen en su estudio de 2012 como una relación “sospechosamente baja” entre mujeres y hombres: 94 mujeres por 100 hombres. ¿Qué enseña esta cifra llamativa acerca de las condiciones de la vida y muerte de las mujeres en la India de hoy y la opresión profunda y horrenda que viven?

Las formas en que este fenómeno se manifiesta, al cruzar límites de clase, casta, cultura y religión, son tan diversas como lo son horrorosas. Matan a los infantes que son niñas porque consideran que no tienen tanto valor como un varón. Las “lesiones” de la mujer en el parto “al parecer son indicadores de la violencia contra la mujer”. Se practican ultrasonidos con el propósito de detectar fetos femeninos y luego abortarlos en las regiones de India sin acceso a servicios médicos modernos (ni hablar de practicar ultrasonidos en la clase media), debido a las presiones económicas y sociales de tener hijos y no hijas.

Las niñas de las familias pobres mueren de infecciones, parásitos y otras enfermedades prevenibles a una tasa más alta que la de los varones porque el bienestar de los varones tiene prioridad sobre el de las niñas. A causa de las demandas de una dote, los esposos y suegros hostigan, brutalizan y matan a las jóvenes mujeres o las orillan al suicidio. (La dote es el dinero, propiedad y obsequios que la familia de la prometida tiene que darle al hombre con el que ésta se casa y a la familia de él, lo que a menudo provoca terribles penurias económicas para la propia familia de ella.) Las mujeres mayores mueren prematuramente por tener una pésima salud, agravada por una vida sin acceso a servicios médicos. India es uno de los muchos países en los que los ataques con ácido son una forma común de violencia de los hombres contra las mujeres: le echan ácido en la cara de la mujer, lo que le deja ciega y desfigurada y la vida destrozada, como castigo por rechazar las insinuaciones del hombre, por pedir un divorcio, por desobedecer.

La auto-inmolación: los suicidios de las mujeres cuyas condiciones de vida les causan tanta desesperación que se prenden candela hasta morir. Pero además está el homicidio: las mujeres muertas a manos de sus propios esposos y suegros, quienes les echan gasolina y luego les prenden fuego (a menudo en los reportes, estos crímenes crueles figuran como “accidentes en la cocina”). Solamente en 2001, se informa que más de cien mil jóvenes mujeres indias murieron por incendio, en muchos casos con relación al abuso doméstico.

Anderson y Ray señalan que queda “poca duda” de que el número de muertes de mujeres y niñas sea más alto de lo que concluyen, “por el simple hecho de que en el caso de las mujeres, rinden menos informes sobre la muerte que en el caso de los hombres”.

Su conclusión es una denuncia escalofriante del mundo que el imperialismo ha creado: “Las mujeres indias corren el riesgo de una mortandad en exceso en toda fase de su vida”.

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