Las vestiduras del papa Francisco
7 de abril de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
La iglesia católica tiene a un nuevo papa. Lo están presentando como el “nuevo rostro” para una iglesia en crisis. O sea, un nuevo rostro para una (in)moralidad de las tinieblas. El nuevo papa, al igual que el resto de la jerarquía de la iglesia, exige que las mujeres sirvan de incubadoras a la fuerza. Él no sólo se opone al aborto sino a todos los métodos del control de la natalidad. Además, este “nuevo rostro” del catolicismo tilda al matrimonio entre las personas del mismo género, de una movida del diablo.
Como el primer papa de América Latina, el papa Francisco se autodenomina el protector a “toda la humanidad, pero especialmente a los más pobres, los más débiles”.
Mejor dicho: este nuevo papa es un apologista y un colaborador de los opresores más brutales de la abrumadora mayoría de la humanidad, “especialmente los más pobres, los más débiles”.
Durante siete años, cuando el nuevo papa, en ese entonces conocido como Jorge Mario Bergoglio, era el jesuita de más alto rango de Argentina, gobernó una cruel dictadura militar fascista. De 1976 a 1983, dicho régimen libró la guerra sucia, un sanguinario terrorismo sin freno del estado contra presuntos guerrilleros de izquierda, disidentes, sindicalistas, estudiantes, periodistas y radicales. La junta secuestró y asesinó a unas 30 mil personas. Según la auténtica tradición católica de “no matar a los nonatos”, a las mujeres encintas que secuestraban durante esos años las mantenían vivas hasta que dieran a luz y luego las mataron, a veces arrojándolas al aire desde aviones, y entregaron a los recién nacidos a los oficiales militares y otros partidarios del régimen. Este sanguinario terror obedecía a los intereses del imperialismo estadounidense, junto con otros regímenes fascistas, para eliminar los desafíos a su poder en América Latina.
Este nuevo papa pudiera haber alzado la voz contra esos crímenes, pero al contrario le dio la espalda a las masas bajo ataque. Más allá de una complicidad pasiva vergonzosa, se codeaba en público con el jefe de la junta, el general Videla. La iglesia católica desempeño un papel crucial en ver que dicho régimen tuviera la apariencia de “legitimidad”, y en su capacidad de apresar y torturar a las personas, entre ellas los curas disidentes quienes cometían el “crimen” de servir a los pobres.
Las Madres de Plaza de Mayo, o sea, las madres de muchos desaparecidos, iniciaron las protestas en 1977 en frente del palacio de gobierno, llamando la atención del mundo sobre las vidas que robaba la junta. Los murales de las fotos de los desaparecidos siguen constituyendo una enorme denuncia de la verdadera historia en la cual este nuevo papa tenía complicidad.
Este papa siempre estará manchado de la sangre de esas 30 mil personas. Éstas son sus vestiduras reales y una parte importante de sus credenciales como el nuevo papa. En realidad, es un sucesor digno para el trono que acaba de dejar el papa Benedicto.
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