Por qué no puede haber un parar y registrar de neutralidad racial
25 de agosto de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
14 de agosto de 2013. La decisión de la jueza Shira Scheindlin sobre el parar y registrar (vea la declaración de Carl Dix "El parar y registrar es inmoral e ilegítimo: Que no lo compongan. ¡Acábenlo!") tiene la virtud de dejar muy claro e innegable que la política del parar y registrar en Nueva York ha sido descaradamente racista e inconstitucional. Pero la jueza también deja claro que no está pidiendo que se ponga fin al parar y registrar. Al contrario, quiere que se aplique una "neutralidad racial" en la materia. Dice que quiere que conforme a la IV Enmienda de la Constitución de Estados Unidos (la cual requiere que las autoridades tengan "causa probable" para sospechar que alguien haya cometido un delito antes de arrestarlo) y la XIV Enmienda (la cual prohíbe la discriminación por la raza).
¿Es posible hacer tal cosa? O sea, ¿es posible en Estados Unidos de hoy tener un parar y registrar que proteja los derechos fundamentales y, en particular, que no singularice a los negros, latinos y otros oprimidos?
Primero, veamos los antecedentes jurídicos subyacentes de POR QUÉ la jueza Scheindlin pudiera haberse visto ante presiones para conservar el parar y registrar. Por casi dos siglos en Estados Unidos se requería "causa probable" que el individuo hubiera cometido un delito. Este precepto fue establecido en la IV Enmienda. En 1968, sin embargo, en el caso Terry v Ohio, la Suprema Corte modificó esta norma rebajándola a una según la cual un agente del orden pudiera parar a alguien por "sospecha razonable". En efecto, la máxima corte del país había cambiado la Constitución para permitir que la policía detuviera y registrara a alguien según una norma mucho menor. Nótese bien que eso ocurrió en 1968 — un momento en que el pueblo negro en particular estaba levantándose en rebelión contra este sistema, y dicho espíritu se había difundido a muchos otros sectores de la población y "la revolución estaba en el ambiente". Fue un momento cuando la clase dominante capitalista, mediante sus cortes y legislaturas, fortalecieron radicalmente los poderes de su aparato represivo (la policía, las prisiones, etc.) y desató más la punta de lanza más aguda de ese fortalecido aparato contra los negros y otras minorías. En otras palabras, aunque Scheindlin hubiera querido personalmente ponerle fin al parar y registrar, eso habría requerido oponerse al precedente establecido por la Suprema Corte. Es cierto que ella pudiera haberlo hecho y hubiera sido bueno hacerlo, dado qué tan injusto es este precedente y la forma en que restringe y elimina los derechos fundamentales, pero eso hubiera implicado que fuera aún más probable que una instancia judicial superior hubiera anulado su decisión.
Que quede claro: la Constitución de Estados Unidos —en sí redactada para servir de marco para la expansión del capitalismo y, al principio, la esclavitud— de ninguna manera es la visión más elevada de la libertad individual ni colectiva a la que uno debería aspirar. De hecho, la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto) expone una visión de los derechos cualitativamente más expansiva y mayor —tanto los derechos de las masas a gobernar y transformar la sociedad como los derechos de los individuos a la protección en ese proceso— en conformidad con la visión de la libertad radicalmente diferente y radicalmente más emancipadora en los cimientos del comunismo. Pero los gobernantes de la sociedad contemporánea de Estados Unidos ni siquiera pueden acatar con congruencia la visión de libertad sumamente limitada expuesta en la Constitución de Estados Unidos (como también se puede ver en otras esferas, tal como el escándalo de la Agencia de Seguridad Nacional) — y eso es así sobre todo en términos de los más oprimidos en la sociedad. (Vea la serie "Dos constituciones, dos sistemas diferentes, dos futuros diferentes para el pueblo afroamericano".)
El único juez de la Suprema Corte que votó en contra de esa decisión advirtió en ese entonces que ésta sería una situación resbaladiza, y tenía razón. En los años desde la decisión, esta norma de "sospecha razonable" se ha vuelto aún más elástica y el precedente jurídico para la llamada "policía proactiva" (la que Scheindlin defiende en su decisión). En lugar de investigar y arrestar a las personas por delitos que efectivamente han cometido, ahora los agentes del orden solamente tienen que aseverar que "sospechan" que "se están tramando unos delitos"; y en lugar de tener "causa probable" para arrestar a una persona, ahora solamente necesitan una "sospecha razonable" de que una persona esté involucrada en este delito que creen que "se está tramando".
¿Es posible que eso manifieste la "neutralidad racial"? Tomemos un ejemplo actual para ver por qué no es posible. Ahora mismo hay importantes medidas en curso para requerir que cualquiera que se empadrone para votar tenga identificación con foto, expedida por el estado. Estas medidas no mencionan la raza y por eso al parecer, en la superficie, manifiestan una "neutralidad racial". Pero no lo hacen, pues estas nuevas leyes en su abrumadora mayoría implicarán que les borren a los votantes negros y latinos de los padrones o impidan que se empadronen porque sus condiciones de vida tienden a hacer mucho más difícil que obtengan tal identificación. ¿Por qué? Porque es mucho menos probable que las personas de estas nacionalidades oprimidas tengan coche y/o carné de conducir, es mucho más probable que no pueden pagar lo que a menudo se requiere por una identificación expedida por el estado, es mucho más probable que vivan lejos de una oficina que la otorga, es mucho más probable que tengan discapacidades, por enfermedad no puedan salir de la casa o cuiden a unos dependientes y no tengan el tiempo libre, etc. En otras palabras, existen los factores de opresión y desigualdad profundamente arraigados en el tejido de esta sociedad los que garantizan que incluso la aplicación igual de la ley en abstracto tendrá consecuencias muy desiguales y opresivas en concreto.
En términos del sistema de la policía, las cortes y las prisiones (el brazo abiertamente represor del estado), este racismo estructural se vuelve aún más agudo. En efecto, es un hecho que hay más delincuencia en los ghettos y barrios, en gran medida por el hecho de que (a) durante muchas generaciones ya, han eliminado aún más fuertemente otras oportunidades para los jóvenes en esas zonas y la delincuencia ha llegado a ser, en las palabras de un teórico capitalista, "una opción racional" para los jóvenes negros y latinos; y (b) durante generaciones antes de eso y continuando hasta hoy, la policía canaliza y en general confina el narcotráfico, la prostitución en la calle, las bandas de robacoches, etc. en esas zonas y está involucrada profundamente en todo eso. Todo eso se refleja en las ideas que se fomentan y promueven, al extremo que un ex preso dijo en un programa reciente en California que de joven en su barrio todos los muchachos querían terminar en la prisión de Pelican Bay porque ahí estaban todos los pandilleros duros — en otras palabras, dado que los caminos al "éxito" estaban cerrados en su vecindario, eso era lo máximo al que muchos jóvenes podían aspirar. Hoy, esta situación está vinculada a lo que Michelle Alexander ha denominado el "Nuevo Jim Crow" de la encarcelación en masa, el que Carl Dix ha señalado en su declaración que es una respuesta sistémica de parte de los de arriba a una situación en que ya no era posible explotar de forma rentable a millones y decenas de millones de jóvenes negros y latinos y ahora era necesario utilizar otras formas para controlarlos.
Así que, no, el parar y registrar (y la política "proactiva" de la que es una parte) no puede manifestar una neutralidad racial; ni puede acatar, por lo tanto, las restricciones de la IV Enmienda (algo que estipula la decisión de la jueza Scheindlin) porque en Terry v Ohio la Suprema Corte ya descartado esas restricciones para un sector entero de personas. En el mundo concreto, la decisión de Scheindlin —de no anularse— hasta en su mejor interpretación, solamente implicará que la policía se cuide más para enmascarar la forma racista en que llevan a cabo su represión. (En su declaración, Carl Dix habla de por qué quizá los agentes del orden se sientan impelidos a hacer esto, o sea, tal vez las prácticas flagrantemente racistas perjudiquen su legitimidad —es decir, su derecho de gobernar— ante los ojos de un creciente número de personas, en Estados Unidos y en todo el mundo.)
Los últimos 50 años han demostrado, de es que lo hayan hecho, que no es posible eliminar mediante reformas la supremacía blanca en el tejido de este sistema capitalista imperialista, pues de plano le es una parte tan integral. La contradicción subyacente entre las masas negras y de otras minorías, por un lado, y por el otro, el sistema del capitalismo —las formas en las que "insertan" (o meten a martillazos) a las masas negras, latinas, indígenas y otras oprimidas en las estructuras económicas, jurídicas, culturales y políticas de esta sociedad— se ha profundizado aún más. No es posible reformar estas estructuras. Es necesario arrancarlas de raíz y ese proceso exige una revolución del tipo más profundo — una revolución comunista. Repitiendo, para ver cómo y por qué todo eso es cierto y cómo se podría transformar el mundo actual en un mundo emancipador, conozca la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto).
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