El cierre del gobierno, la confrontación, y la urgente necesidad de una repolarización... para la revolución
7 de octubre de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
El cierre del gobierno domina las noticias. Los republicanos y los demócratas luchan en un empate, incapaces de ponerse de acuerdo. Se dice, de parte de los comentaristas establecidos inclusive, que "nuestra democracia está en peligro" (vea la columna de opinión de Thomas Friedman, "Our Democracy Is at Stake", en el New York Times, 1º de octubre de 2013). Todas las noches presenciamos un desfile de demagogos de extrema derecha que dominan los programas de noticias por cable, que influyen en el modo de pensar de millones de personas y movilizan a la gente a su favor.
¿Qué está pasando? ¿La situación está tan seria como algunos dicen? ¿Por qué? ¿Quiénes son estos republicanos? ¿Lisa y llanamente son unos locos, tontos y racistas, o en realidad están obrando con una estrategia y un objetivo en mente? Y ¿qué de los demócratas — están "saliendo por fin en defensa de la razón"? ¿Por qué estas divergencias parecen tan reñidas — tienen implicaciones concretas, tienen que ver con ventajas cortoplacistas o de plano sus puros bombos y platillos embaucadores? ¿Cuáles son los motivos concretos de esta lucha — se trata solamente de los servicios de salud? ¿Cuál interés, en su caso, tienen las masas populares —de Estados Unidos pero, de mayor importancia, de todo el mundo— en este conflicto? ¿Y qué reto presenta esa situación para aquellos que en serio quieren ver un mundo mejor?
Empecemos con los hechos: una facción de los republicanos se ha negado a aprobar lo que se llama una "resolución de continuidad" que mantendría el financiamiento presupuestal del gobierno. Al cierre de esta edición el 6 de octubre, dicen que no aprobarán este proyecto de ley sin que los demócratas acepten unos cambios a la Ley de Cuidado de Salud Asequible, o la "Obamacare" — es decir, el proyecto de ley de reforma del cuidado de salud ratificada por el Congreso hace tres años, del cual unas partes esenciales ahora están entrando en vigor. Esta facción republicana ha hecho una serie de exigencias, pero en su mayoría implican retrasar, desestimar o cambiar diferentes partes de la ley.
Los demócratas han respondido que si una ley no está del agrado de unos congresistas, pues es necesario que éstos sigan las reglas para hacer que se derogue. Es decir, es necesario conseguir que una mayoría de ambas cámaras la revoquen, y de ahí es necesario hacer que el presidente firme dicho proyecto de ley o bien obtener una mayoría suficiente para anular su oposición al proyecto de ley. De hecho, los demócratas están en lo cierto, pero a los republicanos no les importa. Los republicanos no pueden ganar por medio de las leyes vigentes y ni siquiera lo han intentado. Al contrario, han tomado algo totalmente ajeno a la ley de salud (la "resolución de continuidad") y la han bloqueado con el fin de impedir que el gobierno funcione y de obligar a la mayoría a satisfacer sus demandas.
El resultado huele muy fuertemente a la extorsión. Muchos programas del gobierno que son vitales para el funcionamiento de la población —por ejemplo, el WIC (Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Infantes y Niños), del cual nueve millones de mujeres y niños reciben asistencia nutricional— ahora están suspendidos o está agotándose rápidamente su presupuesto. En la clase dominante hay inquietudes de que los republicanos persistan en su posición y vayan a mayores extremos, negándose a aprobar la resolución que permitiría que la Tesorería federal de Estados Unidos pague sus cuentas. Es necesario que aprueben esta resolución antes del 17 de octubre. Pero nadie sabe si este sector duro de los republicanos está tan comprometido con el bloqueo de la ley de salud con tal de que estaría dispuesto, retirando el presupuesto y además, posiblemente, obligando a que Estados Unidos incumpla sus obligaciones de deuda, a precipitar una crisis constitucional y una crisis financiera y recesión que podrían tener severas repercusiones a nivel mundial.
Esta es una situación extrema. De hecho, lo que los republicanos están haciendo es muy escandaloso — es una maniobra de muy alto riesgo y de mano dura, dedicada a promover una agenda fascista concreta. Además, tal como un artículo del New York Times deja en claro, lejos de ser la obra de uno o dos "senadores canallas", unas fuerzas muy poderosas llevan meses trabajando y preparando esta situación, lo que ha incluido la formación de toda una red organizada y base de masas, sobre todo entre los jóvenes. Si se salen con la suya en esto, se daría un salto importante hacia una situación aún peor ("A Federal Budget Crisis Months in the Planning", de Sheryl Gay Stolberg y Mike McIntire, New York Times, 5 de octubre de 2013). Al mismo tiempo, como veremos, los demócratas NO son la respuesta.
Por eso, adentrémonos en las dinámicas subyacentes, examinemos hacia dónde todo esto podría ir y sobre esa base, determinemos lo que hay que hacer.
I. La Ley de Cuidado de Salud Asequible: qué hace, qué no lo hace y por qué los republicanos la odian
En parte, pero sólo en parte, se trata de la "Obamacare", o la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA). El cuidado de salud en Estados Unidos es capitalista: está organizado para obtener ganancias para los capitalistas que invierten en las compañías de seguros, los hospitales, la industria farmacéutica, etc. En las últimas décadas, esta industria ha sido sumamente rentable, pero todo eso se ha dado en detrimento de otros capitalistas y el funcionamiento general de la economía y ha perjudicado la posición internacional de la clase capitalista imperialista estadounidense en su conjunto.
Al mismo tiempo, decenas de millones de personas no tienen acceso a los servicios de salud. Miles de personas han muerto al año de condiciones curables, y otras se han visto obligadas a contraer deudas aplastantes o salir a vivir en la calle debido a la falta de un seguro. Mientras tanto, han erogado miles de millones de dólares para aumentar las fuerzas armadas ya masivas. Esta injusticia flagrante suscitó grandes preguntas y una creciente ira en la población: ¿qué quiere decir cuando existe la capacidad de proporcionar buenos servicios médicos para todos, pero decenas de millones de personas tienen que prescindir de los mismos, miles de éstas sufren y mueren innecesariamente al año, y millones más llevan una fuerte merma en la calidad de su vida?
Como resultado, surgió un consenso entre poderosos sectores de la clase capitalista de que era necesario hacer algo importante para contener los costos de los servicios de salud y ampliar la cobertura. Obama tomó medidas para hacer frente a esta situación por medio de un proyecto de ley que mantuviera la posición rentable de los capitalistas en la industria del cuidado de salud y que al mismo tiempo tuviera el objetivo de "reducir los costos" — para los otros capitalistas. También amplió la cobertura de seguro para muchas personas de ingresos medios y bajos, en parte obligando a las personas a comprar un seguro, con subvenciones en función de los ingresos, en los intercambios de seguro de salud coordinados por el gobierno. Pero esa ley dista de ser una "cobertura universal". Veamos dos ejemplos: La ley no requiere que las empresas les ofrezcan cobertura a los empleados que trabajan menos de 30 horas a la semana y no permite que los millones de trabajadores indocumentados y sus familias adquieran una cobertura en el intercambio de seguro médico. Al mismo tiempo, es muy poco probable que cambien la mayoría de las cosas que la gente odia acerca de la forma en que se ofrecen los servicios de salud en Estados Unidos.
La Suprema Corte, la que unos jueces con puntos de vista extremadamente reaccionarios dominan en la actualidad, ratificó la mayor parte de la ley, con una excepción importante. Al principio, la ACA había ordenado que los estados ampliaran la cobertura de Medicaid (lo que constituye una cobertura muy básica de salud) en beneficio de los millones y millones de pobres que no contaban con un seguro. Sin embargo, la Suprema Corte dictaminó que esa parte de la ley era inconstitucional, con el fundamento jurídico de que violaba los "derechos de los estados" (un razonamiento que, por cierto, se utilizó durante décadas para mantener la segregación del Jim Crow en el Sur y, antes de eso, la esclavitud en sí).
Como resultado, más del 68 por ciento de los pobres que se suponía que iban a contar con cobertura bajo esta ley ahora NO la tendrán. Eso implica, según el New York Times, que ¡dos de cada tres de los afroamericanos pobres y las madres solteras, y más de la mitad de los trabajadores de bajos ingresos en Estados Unidos TODAVÍA no tendrán ninguna cobertura de salud! (Vea "Millions of Poor Are Left Uncovered By Health Law", de Sabrina Tavernise y Robert Gebeloff, New York Times, 3 de octubre de 2013). Obama y los demócratas aceptaron eso — "jugaron según las reglas". Mientras tanto, los republicanos de plano le hacían caso omiso al hecho de que esta misma Corte (la que a su vez, se compone de jueces extremadamente reaccionarios) no pudo encontrar nada inconstitucional en la ley en su conjunto; al contrario, siguieron su camino de hacerles caso omiso a aquellas leyes y reglas que no se ajustan a su agenda.
Este agudo contraste —entre los demócratas, que dejaron que se dieran este ataque sin siquiera la apariencia de una pelea, y los republicanos incondicionales, que nunca han abandonado su oposición y bloqueo a la nueva ley y que ahora están dispuestos a correr el riesgo de una gran crisis económica e incluso constitucional al respecto— es muy importante y lo retomaremos en adelante.
El plan de Obama, la ACA, era la más conservadora de todas las opciones que tenía a su disposición cuando fue elegido en 2008, con amplias mayorías en ambas cámaras del Congreso. De hecho, el modelo de este plan fue el que su oponente republicano de 2012, Mitt Romney, había puesto en vigor cuando era gobernador de Massachusetts. Sin embargo, los republicanos se opusieron a este plan. Sacaron una serie de argumentos, pero el principal era el filosófico. El gobierno, según este argumento, no debe "inmiscuirse" en el mercado del cuidado de salud. Si la gente quisiera un seguro de salud, pues debería tener que comprarlo o, si no, debería trabajar para una compañía que lo ofreciera como parte de su "paquete de prestaciones". Las personas que no pudieran pagar un seguro, deberían depender de la caridad, dijeron. Argumentaron que la ACA era "socialista" y redistribuía la riqueza de los que la habían ganado a los que no lo habían hecho.
En primer lugar, ¡la ACA dista mucho de ser socialista! (Para conocer cómo un auténtico estado socialista manejaría el cuidado de salud, vea la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte [Proyecto de texto]). De hecho, la ACA es un plan capitalista cuyo propósito es 1) mantener la rentabilidad de aquellos capitalistas que tienen una participación importante en el cuidado de salud y a la vez, 2) tomar en cuenta los intereses de otros capitalistas, y 3) hacer algunas concesiones a ciertos sectores de la población con la esperanza de aplacar una fuente de indignación política contra el sistema.
Pero echemos un vistazo a su argumento central: que la sociedad y el gobierno no tienen ninguna responsabilidad organizada para ninguna cosa que afectara el bienestar y la protección social de la población. Ese argumento no es sino lo de "cada uno para sí mismo/misma": un vil individualismo dirigido especialmente contra los pobres y las minorías. Estos republicanos promueven una fe casi religiosa en que "el mercado" no puede equivocarse y que causará gran daño y perjuicio cualquier intento de suavizar su impacto depredador sobre la gente. Dicha fe (un "fundamentalismo del libre mercado") unifica muchas corrientes diferentes del Partido Republicano: los multimillonarios hermanos Koch, los libertarios, las diferentes facciones del Partido del Té y una buena parte de los fascistas cristianos (los teócratas fundamentalistas cristianos de derecha, es decir, las personas que exigen que sus principios religiosos se consagren como ley). Según esta gente, la ACA —incluidas sus muy limitadas concesiones a las personas y sus medidas muy "almibaradas" para los diferentes sectores de la industria del cuidado de salud— es el colmo.
Además, hay una razón menos expresada, al menos a la "hora pico" en los noticieros: el férreo y nocivo odio por Obama y por el pueblo negro en general, con el que estos republicanos se conectan y el que azuzan. Los fascistas trafican con un sentimiento entre sus seguidores de que con Obama en la presidencia, Estados Unidos ya no es "suyo" y que tienen que "retomarlo", y una buena parte de lo que resulte en efecto es muy nocivo y jodido. En este sentido, para éstos y sus seguidores más acérrimos tiene una vital importancia hacer lo que sea para "joder" a Obama, lo que incluye la destrucción de su importante "hazaña" legislativa. Al mismo tiempo, sobre todo en estos momentos en que están jugando en un escenario más amplio y se están cobrando fuerzas a partir del núcleo duro, pueden bajarle el tono al visceral ataque a Obama y presentarse como "unas personas razonables, que buscan el compromiso" — sin dejar de pregonar este tema de "retomar al país", con su atractivo implícito y todo-menos-abierto para los privilegios del hombre blanco.
De hecho, las y los lectores deben leer el artículo "La batalla sobre la reforma de salud… La reacción fascista… y el potencial para una revolución REAL" (Revolución #197, 4 de abril de 2010) para acordarse del carácter abiertamente violento y abiertamente racista de la oposición a la ley de salud, cuando se presentó en el Congreso en 2010. En ese momento, el representante republicano Steve King, quien es una figura importante en la lucha actual, gritó en un mitin del Partido del Té en Washington, D.C.: "Si pudiera formar un país con un grupo de personas, éstas serían las que venían tomando partido con nosotros en los últimos días. ¡Esperemos que no tengamos que hacer eso! ¡Hagamos papilla al otro bando ese! Que los eliminemos. Que los persigamos y los atrapemos. ¡Habrá un ajuste de cuentas!" De ahí, unos integrantes de esa misma turba les escupieron e incluso le pegaron a los representantes negros que intentaban ir a la cámara para votar, y un integrante de dicha turba tildó de "nigger" al representante John Lewis, de Georgia.
Para que quede claro, existen unas razones muy buenas para oponerse a Obama y para aborrecer todo lo que él representa: en suma, las muchas políticas por las que Obama ha luchado y las que ha ejecutado que emanan directamente de su papel de comandante en jefe de la única superpotencia del mundo y del más grande opresor que el mundo haya conocido, el imperio estadounidense, así como la forma particular en que él ha utilizado su mandato para promover la idea de que tienen la culpa por su situación los pobres, especialmente la gente de color, quienes NO "logran superarse" en Estados Unidos de alguna manera. Pero eso es algo muy distinto al veneno reaccionario, racista y de perro rabioso que estos políticos republicanos están traficando, azuzando y expresando de manera muy vil. (Es preciso señalar también que las fuerzas del Partido del Té en el suroeste de Estados Unidos manifiestan un virulento y rabioso odio por los inmigrantes, en unión con los justicieros vigilantes y otros que acosan e intimidan a los inmigrantes, y quienes a veces hacen cosas peores.)
Estas dos corrientes —el cruel fundamentalismo de libre mercado y los llamamientos racistas en apoyo a los privilegios del hombre blanco, con un virulento odio racista por Obama al centro— son las piedras angulares del odio republicano contra la ACA.
II. Los abismos ocultos
Esta crisis es muy profunda. Como dijimos al principio, existe una fuerte inquietud de que las reglas se estén desmoronando. Por ende, examinemos con más detenimiento dichas reglas y para qué sirven.
En una sociedad capitalista, el estado tiene varias funciones. En primer lugar, y sobre todo, refuerza los intereses de la clase capitalista en su conjunto frente a sus rivales de otros países y en contra de las masas populares, en todo el mundo y en Estados Unidos. No es necesario remontar mucho más atrás en la historia para recordar la forma en que en una ciudad tras otra desplegaron una fuerza masiva para aplastar y reprimir con brutalidad a los manifestantes Ocupar y sus simpatizantes. Además, para nada es necesario remontar en la historia para ver la forma en que despliegan a la policía para parar y registrar, acosar, aplicar brutalidad, encauzar hacia las prisiones a millones de jóvenes negros, latinos y de otras "minorías" en Estados Unidos y a menudo matarlos. Tampoco es necesario esforzarse mucho para recordar las ocasiones en las que Estados Unidos ha amenazado a otros países con invasiones y matanzas si no obedecieran sus órdenes, y/o en los que ha cometido en concreto tales matanzas — de hecho, ¡lea nada más nuestro análisis del discurso de Obama del 24 de septiembre ante la ONU! ("Desmenuzando el discurso de Obama en la ONU: La verdad detrás de los 'intereses centrales' y el 'excepcionalismo estadounidense'"). Así que esa es la primera función del estado.
Además, el estado tiene que mantener y salvaguardar las condiciones generales de la acumulación capitalista rentable — de la construcción de la infraestructura (los puentes, las carreteras, etc.) a la reglamentación del sistema financiero, y las medidas para contener y contrarrestar la crisis mediante rescates y erogaciones de emergencia, etc.
Pero el estado también tiene que servir de vehículo que puede mediar en los conflictos entre los distintos bloques de capitalistas imperialistas, lo que incluye pero no se limita a los choques sobre los intereses económicos. De hecho, dichos choques ni siquiera representan la expresión principal o la fuerza impulsora de los conflictos. En su aplicación a la lucha actual, no se trata principalmente de una batalla entre algunas personas que representan a la industria de seguros, por ejemplo, y otras personas que representan a la industria automotriz. La política es el producto y un reflejo de las relaciones económicas de la sociedad, pero también es una esfera separada con su propia dinámica y lógica. Los distintos representantes políticos de la clase capitalista imperialista tienen diferentes ideas sobre lo que es necesario hacer en lo político. Tienen divergencias sobre la forma en que se debería conducir a las masas a pensar y a actuar, cuáles reformas se debería llevar a cabo y no llevar a cabo, y en general lo que deberían ser los "límites aceptables" y las premisas que regularan el discurso político y los principios ideológicos. Resuelven todo eso por medio de lucha en las elecciones, los medios de comunicación y otras formas. (Esta función también incluye lo de permitir que las masas emprendan acciones a favor de ciertas reformas para lidiar con sus condiciones, para hacer que el estado les parezca que tiene legitimidad y para limitar la manera de pensar de la gente a las formas de mantener el funcionamiento de un sistema fundamentalmente explotador, opresor e injusto, en lugar de derrocarlo.)
Estos conflictos pueden ponerse muy feos, pero es importante para la clase capitalista en su conjunto que se obedezcan ciertas reglas. En parte, eso se debe a que, cuando un sector de la clase dominante decida que ya no puede dejarse obligar por las reglas y cuando la manera en que dicho sector percibe tanto sus propios intereses así como "los intereses más amplios" del "ámbito político" requiera que desafíen y violen esas reglas, al extremo de precipitar una crisis... en tal caso, como dice el refrán, "todo se lanza al aire". En términos científicos, la situación podría convertirse en una crisis de legitimidad. Los gobernantes ya no pueden ponerse de acuerdo sobre las reglas, y se revela que el estado —el que desde el primer año de escuela enseña a la población para que lo respete con un "temor supersticioso"— es la creación arbitraria de unas personas. Si no es posible solucionar la crisis, el desenlace podría ser una guerra civil —como ocurrió en Estados Unidos en 1861— o incluso una revolución, de la cual una clase completamente nueva podría llegar al poder con un estado completamente nuevo.
En otras palabras, lo que se inicia como una batalla entre dos sectores de los capitalistas sobre la manera en que la situación debería desenvolverse, podría convertirse en otra cosa — A CONDICIÓN de que exista una fuerza en medio de la situación que esté señalando que NINGUNA de las facciones sirve a los intereses fundamentales de la gente, que NINGUNA de éstas puede ofrecer una salida concreta y un camino concreto hacia adelante para la gente y que la gente misma tiene que tomar los asuntos en sus propias manos y construir un movimiento para la revolución para crear una sociedad que PODRÍA solucionar los terribles problemas que enfrenta la gente. Todo eso depende de muchas cosas — entre ellas, la manera en que las diversas fuerzas políticas, incluidas las fuerzas revolucionarias, responderían a la marcha de los acontecimientos. Pero cualquiera de estos desenlaces —la guerra civil o la revolución— podría darse como resultado de que tal crisis se saliera de control, y por eso la cháchara de que "nuestra democracia está en peligro" está a la orden del día para algunos comentaristas burgueses.
Eso NO implica que la crisis actual termine por pasar por encima del borde del abismo, con cualquiera de esos desenlaces. NO OBSTANTE — no queda claro en este momento para ninguno de los jugadores hacia dónde la crisis se desenvolverá, cómo se resolverá y, si efectivamente se resuelve en esta ocasión, cuándo, cómo y con qué nivel de intensidad se aflorará en la siguiente ocasión. A menudo, como Bob Avakian señala en la película Habla BA: ¡REVOLUCIÓN — NADA MENOS! Bob Avakian en vivo, las medidas tomadas por los gobernantes para salir de las crisis tienen resultados contraproducentes y las cosas se salen de control. Y ADEMÁS, para repetir, lo que las fuerzas revolucionarias hagan en las situaciones de dicha índole podría tener un gran impacto, de una manera u otra, en la manera en que se desenvuelvan estas crisis y lo que en última instancia resulten de las mismas — algo que retomaremos en adelante.
El hecho de que están dispuestos a arriesgar tanto, lisa y llanamente recalca la pregunta con la cual empezamos: ¿POR QUÉ?
Los enormes cambios en el mundo... y la respuesta fascista
Desde hace algún tiempo, a partir de su libro Predicando desde un púlpito de huesos, Necesitamos moral, pero no la moral tradicional (en inglés, 1999), Bob Avakian ha venido analizando el surgimiento de este núcleo duro fascista1 y las dinámicas subyacentes que impulsan su surgimiento. En ese libro, BA dice:
Sin embargo, la verdad es que en esta cruzada [por "la Familia" y los "valores de la Familia"] y en general, hoy por hoy, los "conservadores", y no los "liberales", tienen la iniciativa. ¿Por qué? Hay varias razones fundamentales: importantes cambios geopolíticos, en particular, la desintegración del bloque soviético y la Unión Soviética; cambios en la economía mundial (como la mayor internacionalización de la producción y de la especulación y otras actividades parásitas del capital) ligados a cambios en la economía estadounidense, como reajustes en la composición de la fuerza de trabajo, con menos trabajos manuales; y una enorme deuda asociada con los gastos militares sin precedente durante los años 1980 (el costo de "ganar la guerra fría").
Hay que ver la decadencia del liberalismo en ese amplio contexto. Por un lado, los cambios económicos y sociales (como la contracción de la industria y el descenso de los sindicatos, el crecimiento de los suburbios y la fracturación de las viejas coaliciones políticas urbanas) han debilitado los tradicionales pilares sociales del pacto liberal conocido como el Nuevo Trato (New Deal). Por otro lado, intensas presiones económicas mundiales e inminentes crisis presupuestarias están causando una drástica reestructuración de los gastos gubernamentales y los programas sociales, tras años de reestructuración en el sector privado. Esta es una época de un capitalismo de menos concesiones, más golpes y más movilidad. Necesita abaratar la producción, rebajar los salarios y prestaciones y crear una fuerza de trabajo más flexible y "desechable". Necesita recortar al por mayor los programas sociales del Nuevo Trato y de la Gran Sociedad, que hoy, dicen, son una carga "improductiva". (¿No fue el demócrata Bill Clinton quien sacó la frase: "Eliminar el welfare tal como se ha conocido"?) Esos y otros factores relacionados han minado el terreno del consenso del Nuevo Trato y los programas de concesiones (la "guerra contra la pobreza", etc.), que han sido la base de las administraciones demócratas del dominio capitalista en Estados Unidos.
A la vez, muchos de esos mismos factores, junto con la lucha que ha librado el movimiento de la mujer, han llevado a una situación en la que gran cantidad de mujeres no solo tienen la necesidad sino la posibilidad de trabajar fuera de la casa. A todo eso le ha acompañado una gran cantidad de trastorno y conmoción; y una de sus más importantes consecuencias es una erosión importante, desde muchos ángulos y entre diversos sectores de la población de Estados Unidos, de la base de la familia patriarcal tradicional y los "valores familiares tradicionales" con ella asociados. Sin embargo, todos esos cambios se están dando dentro de los límites del mismo sistema, sobre las mismas bases de relaciones económicas capitalistas.
Esa contradicción podría ser muy explosiva, y en muchos aspectos ya está estallando….
Además, BA examina desde esta perspectiva en particular la cuestión del aborto. En otra obra, "La verdad sobre la conspiración derechista...: Y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta", señala, al tratar la situación en la década del 1990 cuando la escribió, lo que hoy tiene aplicación en gran parte a Obama y los demócratas:
Con la presidencia de Bill Clinton se buscaba manejar dichas agudas y potencialmente explosivas contradicciones ofreciendo cierta "inclusividad" para la "diversidad" y el "multiculturalismo", a la vez que se retenían y fortalecían las relaciones de supremacía blanca y el machismo, que son imprescindibles y fundamentales en la estructura del capitalismo-imperialismo estadounidense. Por eso, Clinton ha promovido una versión menos absolutista de los "valores tradicionales" y la "tradición judeocristiana" que ha servido para justificar y reforzar las relaciones de explotación y opresión en que se cimienta este sistema.
Sin embargo, para sus contrincantes conservadores, sobre todo los fundamentalistas, tal programa no conviene. Opinan que minará los cimientos tradicionales del sistema, tanto de la base económica como de la superestructura política, cultural e ideológica; que llevará al desenmarañamiento del "consenso" social y de la "cohesión" social que prestan legitimidad al sistema y son necesarios para mantenerlo. Efectivamente, hoy en Estados Unidos amplios sectores de la población que en efecto participaron en los movimientos de los años 1960 o que estuvieron bajo la influencia de los mismos, se sienten comprometidos con la justicia e igualdad social y no aceptan la idea de que Estados Unidos tenga un presunto deber y derecho moral de cabalgar sobre los demás en el mundo e imponer un orden mundial bajo su dominio. Por otra parte, existe el fenómeno de que en ciertos sentidos importantes, la "recuperación" de la economía estadounidense que se ha dado durante la administración de Clinton, y la producción altamente "globalizada" y "flexible" que la ha caracterizado, también han contribuido al "debilitamiento de la familia tradicional". Asimismo, ha fomentado el surgimiento de un punto de vista de "mucho gozar la vida", particularmente (pero no exclusivamente) de los profesionales acomodados, lo que conlleva el debilitamiento de ciertos "valores tradicionales", tales como el patriotismo tradicional y la voluntad de sacrificarse por los "intereses nacionales" definidos y proclamados por la política oficial.
Estas obras muestran una sorprendente presciencia, y con el paso de los años BA ha desarrollado más este análisis2. En algunos sentidos esenciales, las cosas de hoy continúan en el mismo marco general — aunque con una gran intensificación y muchas complicaciones a nivel internacional, sobre todo desde el 11 de septiembre de 2001 y el ataque al World Trade Center (las Torres Gemelas) y el Pentágono y el surgimiento de la llamada "Guerra Contra el Terror", con todo lo que ésa encerraba, y la posterior debacle militar de Estados Unidos en Irak y la masiva crisis económica mundial actual. Sin embargo, la observación de Newt Gingrich en 2004 sigue teniendo relevancia: que la política estadounidense de hoy se asemeja a la de las décadas del 1840 y 1850 en Estados Unidos, el período previo a la guerra de Secesión, cuando ambos bandos venían enfrentados acerca de los mismos asuntos hasta que por fin fuera necesario obtener una resolución por medio de un conflicto total.
III. Dos bloques en una contienda aguda — y la pirámide del poder
En pocas palabras, dos bloques en la clase dominante contienden agudamente entre sí. Cada uno se aferra a ideas muy diferentes sobre qué debe ser el "consenso aglutinador" de la política estadounidense — al mismo tiempo que están completamente de acuerdo de que el objetivo de todo eso es seguir fortaleciendo y expandiendo el imperio yanqui. Dichas ideas abarcan la posición internacional de Estados Unidos y qué debe hacer, la política económica, la mujer, el pueblo negro, los inmigrantes, el medio ambiente y la moralidad. Si bien diferentes fuerzas contienden por influencia en ambos bloques, es posible dividirlas más o menos entre los republicanos por un lado y los demócratas por el otro.
La fuerza dominante en el Partido Republicano ha sido, durante buen rato, una fuerza fascista. Exigen la reafirmación forzosa de los "valores tradicionales estadounidenses". Y, ¿cuáles SON esos valores? Para darse cuenta, uno sólo tiene que echar un vistazo al programa legislativo y las actividades relacionadas de los republicanos:
- prohibir el aborto y restringir el control de la natalidad, e imponer de nuevo la subordinación tradicional y abiertamente opresiva de la mujer, en muchas formas, según dicta el dogma religioso arcaico;
- oponerse férreamente a cualquier reforma migratoria que otorgara derecho alguno a la ciudadanía a los que se encuentran en Estados Unidos sin documentos legales ahora — y por lo tanto, sentenciarlos a vivir en una explotación extrema y un doloroso temor sin tregua;
- privar de derechos a los negros y latinos (tal como concentra la decisión de la Suprema Corte de anular la parte clave de la Acta del Derecho de Votar, y la posterior aprobación de leyes estatales que discriminan, de nuevo contra los negros, latinos y electores pobres en general). Estas fuerzas lucharon por la exoneración del asesino de Trayvon Martin y la celebraron, siguen promoviendo el de que los blancos consigan armas tipo militar en las zonas rurales y zonas residenciales urbanas, y apoyan en general la etiquetación racial abierta;
- seguir presionando para enseñar la teoría bíblica del creacionismo en las escuelas públicas, junto con la teoría científica de la evolución o reemplazándola;
- obstinarse en negar la realidad científica del cambio climatológico global y rechazar toda medida y/o regulación que intente mitigar algunos efectos de la contaminación por anhídrido carbónico.
También se han opuesto a Obama respecto ciertas políticas internacionales — por ejemplo, han exigido medidas más duras contra Irán y rechazan toda iniciativa para establecer relaciones con el régimen en Teherán. Sin embargo, sobre esa cuestión en general, en este momento hay menos cohesión y más desacuerdo en el seno de los propios republicanos; un grupo se opuso a la propuesta de Obama de bombardear a Siria, mientras que otro grupo criticó al presidente por no tomar medidas contra Sira con suficiente rapidez y firmeza.
En resumen, esos republi-fascistas defienden la supremacía blanca, la subyugación de la mujer, el nativismo (es decir, el odio a las personas que no nacieron en Estados Unidos) y el fundamentalismo religioso, y en general ensalzan la ignorancia y la irracionalidad. Además, un factor importante es el peso que tienen los fascistas en las fuerzas armadas.
A la luz de lo anterior, es muy importante la composición racial de los baluartes de esos republicanos. Varios comentaristas han notado que al mismo tiempo en que el porcentaje de blancos en la población en Estados Unidos bajó de un 69 por ciento en 2000 a un 64 por ciento en 2010, el porcentaje de blancos en los distritos republicanos sólidos para la Cámara de Representantes aumentó de 73 por ciento a 75 por ciento. Algunos liberales hablan de que Estados Unidos es cada vez más diverso y moderno, lo que tarde o temprano llevará a que los republicanos pierdan en los comicios. Lo que no toman en cuenta esos comentaristas es que 1) los republicanos están trabajando duro para privarle del derecho de votar a todo un sector del electorado, y 2) de mayor relevancia, quizá no necesariamente se adhieran a los comicios (tal como ocurrió en 2000, cuando George W. Bush asumió la presidencia a pesar de perder el voto popular y de estar a punto de perder el voto del colegio electoral cuando la Suprema Corte paró el recuento). De hecho, el porcentaje decreciente de blancos podría ser un factor importante que impulsara a los fascistas hacia alguna combinación de un golpe de estado fascista y el apoyo de fuerzas paramilitares provenientes de los baluartes rurales de este movimiento. Es muy peligroso desechar esta posibilidad; decir que existen corrientes racistas arraigadas en la psique estadounidense sería el eufemismo del año, y la historia se ha atascado de los cadáveres de los que decían: "Eso no podría ocurrir aquí".
Lo importante no es que esa posibilidad se desarrolle en este período inmediato con certeza, o siquiera con buena probabilidad. Es imposible prever con exactitud cómo se desenvolverá todo eso — ni el pleito actual ni mucho menos cómo estas fuerzas tratarán de resolver el conflicto en última instancia. El desenlace depende de una amplia gama de factores que incluyen la marcha de los acontecimientos internacionales… los cálculos de estas diferentes fuerzas en la clase dominante sobre lo que necesitan hacer y de ahí lo que efectivamente deciden hacer… Y ADEMÁS cómo movilizar a los millones de personas que no tienen ningún interés fundamental en mantener a flote este sistema y cómo conducir a estas personas a ver el problema concreto, y la solución concreta, y lo que estas personas hagan a medida de que se desenvuelva la situación.
Pero es importante entender que de hecho los fascistas creen lo que dicen, en la mayoría de los casos, y están más que dispuestos a combatir por ello, de ser necesario. Para éstos, esta batalla sobre el cierre del gobierno viene asumiendo cierto carácter de un ensayo general. Al mismo tiempo, ya han ganado mucho de esta batalla — han cambiado los términos según los cuales la gente piensa, han endurecido a su base social e incorporado a nuevas fuerzas. Ted Cruz, el senador por Texas que ha encabezado esta locura, ha cobrado atención nacional. Salió en Meet the Press y el anfitrión David Gregory —que hacía apenas unas semanas había tratado de hostigar e intimidar al valiente periodista Glenn Greenwald, su invitado en ese entonces— le hizo una entrevista de lo más amistoso, que le permitía fanfarronear de su amor por el pueblo y su deseo de que el pueblo goce de los mismos beneficios de los que goza "la clase dominante" — y sí, ocupó esas palabras, lo que hace recordar las maneras en que los nazis subieron al poder como el "paladín de los de abajo".
Unos días después, en el programa Anderson Cooper 360 en la CNN, unos comentaristas se preguntaban cómo pensaban beneficiarse los republicanos de todo esto; visto que, como dijo uno de éstos, solamente un 15 o 20 por ciento de la población apoya a Cruz. Peter King, un congresista republicano, también un reaccionario pero que en cierta medida se opone al cierre de gobierno por razones propias, explicó que eso no le importa a Cruz. Dijo que en este momento Cruz pretende endurecer a su base más fanática y "de ahí avanzará".
La pirámide del poder
¿Y qué de los demócratas? ¿Cuáles son sus prioridades y qué es su plan para combatir todo eso?
En una palabra, es la conciliación... al servicio del imperio.
En todos los citados casos — el derecho al aborto, la criminalización de los jóvenes, la inmigración, el medio ambiente, ¿cuándo jamás hayan llamado los demócratas a los que confíen en su dirección —en general, hablamos aquí de los oprimidos y las personas de una mentalidad más progresista en la sociedad— a que salgan a la calle en seria oposición a todo eso, ni hablar de desbaratar reuniones, etc.? ¿Cómo respondieron los alcaldes demócratas al movimiento Ocupar, por ejemplo? No les dieron a los manifestantes ni la bienvenida ni un apoyo; al contrario, les echó encima la policía, a altas horas de la noche, con cachiporras, gas pimienta y botes de gas lacrimógeno. Contrasten eso con la respuesta del Partido Republicano al Partido del Té.
En algunos casos, los demócratas hasta tratan de ser más reaccionarios que los propios republicanos. Empecemos con los esfuerzos continuos de los demócratas de vestirse del manto de "amor por nuestros hombres y mujeres soldados", echando baba por ellos en cada oportunidad. Y si se trata de ataques de aviones no tripulados (que han matado a miles de civiles y centenares de niños) y asesinatos (hasta de ciudadanos estadounidenses), en realidad Obama le ha ganado a George W. Bush.
En cuanto a la criminalización de los jóvenes negros y latinos, Bill Clinton estaba en la Casa Blanca cuando se duplicó la población penitenciaria general y él mismo presionó para nuevas leyes represivas que dificultarían la defensa en los juicios criminales... y fue Obama el que se metió en la polémica por las exoneraciones ultrajantes de los asesinos de Sean Bell y después Trayvon Martin para decirle al pueblo que "respetara el veredicto"... y, para colmo, los dos presidentes aprovecharon su cargo para culpar maliciosamente a los jóvenes negros por responder a la situación en la cual fueron metidos por el sistema capitalista el que Clinton y Obama defienden y representan.
Sí, los demócratas dicen tener un mayor compromiso con la inclusividad, como ya señaló BA. Pero, ¿cuántas veces Obama se ha defendido a sí mismo, pues ni hablar de defender a otros, contra los torrentes de vómitos racistas que esas personas escupen? De hecho, Obama solo opinó sobre el veredicto en el caso de Trayvon Martin, muy tarde y francamente con escasas palabras, cuando la indignación entre los que esperan algo de los demócratas empezaba a salirse de su control.
O ¿qué de los derechos de la mujer, en particular como se concentran en el derecho muy fundamental de poder decidir si quiere ser madre y cuándo? Aquí los demócratas "buscan puntos en común"... con un partido cuya plataforma oficial se opone a todo aborto, sin excepciones para casos de violación o incesto. Los demócratas, y los que están bajo su dirección, continuamente se echan atrás y aceptan que el aborto debería ser poco común, que hay algo trágico e incorrecto (insinuando que, a final de cuentas, es vergonzoso) en un procedimiento que, para decenas de millones de mujeres en Estados Unidos solamente, ha significado la diferencia entre una esclavitud en el hogar y la oportunidad de alcanzar por lo menos algún nivel de libertad.
Para los políticos demócratas, todo eso es un acto de malabarismo. Por un lado, no quieren provocar una mayor rebelión abierta de parte de los fascistas en el núcleo del Partido Republicano. Los demócratas aceptan a esos chiflados como una parte necesaria del espectro. Respetan la legitimidad de estos locos, mientras que temen su fanatiquismo y sus seguidores (incluido el peso que tienen en las fuerzas armadas). Por lo tanto, se esfuerzan por complacerlos y aplacarlos. En la batalla actual es muy posible que Obama termine haciendo concesiones a los republicanos, a pesar de la naturaleza abiertamente chantajista de las demandas republicanas.
Pero por otro lado, esos demócratas continuamente sofocan y acallan a los que buscan en ellos dirección, quienes son, para repetir, principalmente los más oprimidos de la sociedad y los que tienen simpatías y puntos de vista progresistas. En diferentes momentos, quizá finjan una simpatía o dejen que sus testaferros como Al Sharpton salgan a la calle en protestas puramente simbólicas. Pero cuando se trata de cuestiones importantes que son esenciales al funcionamiento del sistema y que al mismo tiempo causan miseria para millones de personas en Estados Unidos y en todo el mundo... no.
Eso se debe a dos razones: primero, lo que los demócratas más temen es la posibilidad de que los oprimidos y los que simpatizan con éstos se salgan "del control", como lo hicieron en los años 1960; temen que se levanten en lucha y posiblemente adopten una orientación revolucionaria. Segundo, los demócratas no tienen ningún desacuerdo fundamental con los republicanos en cuanto a la necesidad de conservar los cimientos fundacionales de la sociedad, que ahora se expresan en programas como la encarcelación en masa y la restricción de los derechos fundamentales de la mujer, además de la agresión sin fin que Estados Unidos lanza en todo el mundo (sea quien sea el presidente) y las medidas severamente represivas emprendidas después del 11 de septiembre de 2001. Eso es porque, para los demócratas, aceptar a los republicanos fascistas y suprimir a sus propios partidarios políticos no se deben a una "pusilanimidad" o a una "falta de tesón", sino a su única prioridad absoluta: la conservación y expansión del imperio... mismo que implica una miseria total y un verdadero horror para literalmente miles de millones de personas en todo el mundo hoy, hoy mismito, mientras usted lea estas palabras.
Aunque existe una unidad subyacente entre los líderes de los dos partidos en cuanto a conservar el imperio y los pilares nacionales de ese imperio, sus conflictos sí son muy reales. Esas batallas no tratan, en mayor parte, de meras poses fingidas como en la lucha libre profesional, y pueden salirse fácilmente del control de los antagonistas. Si una parte calcula mal, de veras podría estallar un conflicto aún más serio y más abierto. También es posible, por ejemplo, que surja una serie de sucesos en que, debido en parte al conflicto actual, se da una importante crisis económica internacional o un importante revés para los intereses estadounidenses en el plano internacional; o se podría darse una situación en que los republicanos intentan hacerle un juicio de destitución a Obama, cosa que ya hicieron, recuérdense, al previo presidente demócrata (al igual de provocar un cierre del gobierno contra él también). Cualquier suceso similar, o una combinación de sucesos, podría arrastrar a muchos millones más a la vida política, creando una situación en la que, para citar "Sobre la estrategia para la revolución" del PCR, "muchas más personas están buscando respuestas y se encuentran receptivas a considerar un cambio radical". De ahí, esa declaración habla sobre las maneras en que sucesos importantes o grandes cambios "pueden darse en la sociedad y en el mundo y pueden combinarse de modo que se sacuda el sistema hasta sus cimientos... se abran y amplíen profundas grietas en las estructuras y las instituciones de poder... queden al descubierto más nítidamente las descarnadas relaciones de opresión... se profundicen los conflictos en el orden establecido y no sea posible resolverlos fácilmente, y se vuelva mucho más difícil que ellos mantengan la situación intacta bajo su control y mantengan sometida a la gente. En ese tipo de situación, para un gran número de personas, se podría poner en tela de juicio seria y directamente la 'legitimidad' del sistema actual y el derecho y la capacidad del orden imperante de continuar gobernando, y millones de personas tendrían sed de un cambio radical que solamente una revolución pueda plasmar" ("Sobre la estrategia para la revolución", que se puede descargar en revcom.us, y en Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian, pp. 107 y 108).
La batalla de hoy contiene embriones de eso — y hay que reconocer y lidiar con los retos así como las oportunidades que ya enfrentamos. Si las cosas se intensificaran aún más, sería nefasto el que las personas confiaran en un ala "antifascista" de los gobernantes. Lo único que eso lograría será perpetuar el imperio y producir soldados para una u otra forma de dominio capitalista.
En todo caso, para todos los imperialistas el fascismo es una cuestión de gusto, no de principios: y como ha señalado BA, en cuanto a los principios todos los imperialistas se unirán con el fascismo y no con la posibilidad de una revolución proletaria. Pero hay muchas personas entre las que estos políticos imperialistas consideran su base que, de hecho, se podría GANAR al lado de la revolución — especialmente aquellos cuya lealtad ahora está en las manos de los demócratas pero cuyos intereses más fundamentales y esperanzas más elevadas siempre son objeto de traiciones de parte de esos demócratas. Además, efectivamente hay algunas personas de entre la base social de los fascistas, con las cuales hay que llevar una aguda lucha para que vean la realidad y los intereses de la humanidad.
En el caso de que las cosas efectivamente se desarrollen así, lo que hacemos AHORA tendrá un importante impacto sobre el desenlace.
IV. Lo que hay que hacer
No podemos continuar como meros espectadores en esta situación, y no tenemos que hacerlo. Existe una manera, ahora, para trabajar para afectar estas contradicciones.
En primer lugar, es necesario que las personas entiendan a fondo esta situación y su dinámica subyacente y que al hacerlo, capten más profundamente la estructura básica de la sociedad — la forma en que está dividida en diferentes clases, la fuente de los varios problemas, cuál es la solución. Ahora mismo esto quiere decir estudiar la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian, comenzando con las obras tales como Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian y la película Habla BA: ¡REVOLUCIÓN — NADA MENOS! Bob Avakian en vivo. De ahí, los que quieren ver un mundo mejor tiene que basarse en un conocimiento aún más profundo de la realidad y llevar ese conocimiento a otros: que la situación actual ya es un horror para literalmente miles de millones de personas del Congo, Bangla Desh y el Medio Oriente a los barrios humildes de los centros urbanos, las zonas fronterizas y las reservas indígenas de Estados Unidos…. que la situación actual ya encierra la muy concreta posibilidad del fin de la humanidad debido al saqueo insaciable y descabellado del medio ambiente por parte del capitalismo… que la situación actual ya encierra algunas guerras que continúan progresando de manera inexorable mientras que otras estallan, algunas personas están pudriéndose en las celdas de confinamiento solitario en las prisiones y la venta de millones de mujeres al año como esclavas sexuales — y que tal situación no representa una que nadie quisiera conservar. De hecho, esta situación proviene de un sistema económico tan despiadado como lo es anticuado, tan explotador como lo es demente… y de unas estructuras políticas fundamentalmente ilegítimas que refuerzan y extienden ese sistema. Además del hecho de que nosotros no deberíamos querer aferrarse a ese statu quo, lo que no es lo principal, deberíamos deshacernos a nosotros y a otros de la ilusión de que es muy probable que el profundo conflicto entre las dos facciones de la clase dominante vaya a resolverse sin problemas ni mayores dificultades.
Pero de aún más importancia y lo que es igualmente cierto: la situación no tiene que ser así. Existe un método y enfoque de conocer el mundo y de trabajar para afectar las situaciones más aparentemente desalentadoras… existe una solución a estos problemas que enfrenta el planeta y un plan para construir una sociedad visionaria y viable por igual… existe una estrategia para plasmar esa solución mediante la revolución… todo lo cual es parte de la nueva síntesis del comunismo de BA. Y existe una dirección para efectivamente hacer una revolución en Estados Unidos, encarnada en el partido que dirige BA.
Por lo tanto, ¿qué hay que hacer ahora mismo?
Primero, tenemos que perseverar y luchar sistemáticamente para dar un salto en la campaña para recaudar muchísimo dinero para poner BA en Todas Partes. Millones y decenas de millones de personas se están despertando a la vida política, están preguntándose lo que traerá el futuro y en este momento BA no tiene suficiente presencia en la sociedad como una alternativa real y concreta. La obra y dirección de Bob Avakian encarnan las posibilidades más increíblemente positivas que existen, pero no se conocen. Pero sin dinero, no es posible hacer que se conozcan; es preciso buscar las reuniones necesarias y plantear las cuestiones serias ante las personas que tienen los recursos para poner este líder, y el camino y la solución que él representa, al alcance de esos millones de personas. Además, es necesario encontrar las formas para que los de abajo de la sociedad, los que no tienen mucho dinero pero que SÍ están comprendiendo cada vez más qué tanto importa BA, lleven ese conocimiento a otros y que en sí se vuelvan una fuerza motriz en la recaudación de esos fondos. Si usted acaba de conocer esto, HAGA UNA DONACIÓN y haga que sea posible que salga a la sociedad y al mundo algo totalmente diferente, algo con una esperanza concreta. Hay millones de personas que ahora están levantándose la frente, y la posibilidad de que todo eso crezca con aún mayor intensidad recalca la urgencia.
Segundo, muchas personas más también tienen que conocer esta página web — revcom.us. Se trata de la página donde es posible adentrarse profundamente en la nueva síntesis del comunismo y conocer el movimiento para la revolución. Donde todas las semanas es posible adentrarse en la lucha concreta sobre qué es cierto y conocer las formas de participar en el movimiento para la revolución. Este mismo artículo puede constituir una forma de intervenir en la situación, difundiendo este análisis y dándole a saber a la gente acerca de este movimiento y esta página web.
Tercero, las luchas populares en las que las personas están poniéndose en pie contra la criminalización de generaciones enteras de jóvenes negros, latinos y de otras "minorías", en las que las mujeres y los hombres están poniéndose en pie contra la opresión de la mujer o en la que la gente se toma las calles en defensa del medio ambiente o en contra de la guerra — es necesario fortalecer estas luchas y construirlas de modo resuelto y con energía e imaginación redobladas y los revolucionarios tienen que trazar los lazos concretos entre estas luchas y la situación general ante la gente — lo que incluye POR QUÉ todo esto está ocurriendo y CUÁL es el camino hacia adelante.
Cuarto, en todo lo que hacemos, tenemos que estar propagando una moral distinta — una que se opone al mortífero absolutismo de los fascistas así como al relativismo letal que impera tanto entre las personas más progresistas. Existe la base para vivir y luchar por una moral distinta — una moral basada en la eliminación y superación de la explotación y de los cálculos mezquinos de "yo mismo contra el mundo", basada en la emancipación de toda la humanidad —una moral de dedicar la vida y la energía a todo eso y de atreverse a decir que "por lo que se refiere a la moral, esto es correcto — y la moral que refuerza o deja intacto un mundo basado en la explotación y lleno de opresión está mal".
Quinto, tenemos que mantenernos "tensos" ante la posibilidad de muchas curvas, giros y vaivenes, lo que abarca el reto que planteó Bob Avakian cuando hablaba precisamente de una situación parecida en su discurso de 2009, Contradicciones todavía por resolver, fuerzas que impulsan la revolución:
Puede surgir la necesidad, y de hecho es casi seguro que surgirá la necesidad, de que las fuerzas revolucionarias conscientes tomen la delantera para oponerse a ciertas iniciativas fascistas que toman la forma, cuando menos en un grado significativo, de ataques contra derechos y normas democrático-burgueses y, quizás en ciertos casos, hasta de ataques a ciertas figuras identificadas con la democracia burguesa y el liberalismo; sin embargo, déjenme subrayar, esto no se debe hacer de modo que promueva y defienda la democracia burguesa y los líderes políticos democrático-burgueses, sino al contrario, se debe hacer de modo que redefina radicalmente esto y lo dirija contra todo el sistema de dominio burgués, es decir la dictadura burguesa (que en realidad es lo que representan las estructuras políticas dominantes de este país) y el sistema capitalista imperialista que ese dominio impone.
Finalmente, la situación actual —incluida la posibilidad (no la certeza pero la posibilidad) de que entre en una espiral descontrolada hacia otro nivel— intensifica la necesidad de aumentar la fuerza organizada de la revolución, lo que incluye sobre todo en torno al Partido mismo. La posibilidad de obtener algo positivo de esta situación depende, a fin de cuentas, de la sabiduría y la fuerza organizada de la vanguardia revolucionaria.
El trabajo que estamos describiendo "puede capacitar al movimiento revolucionario, con el Partido al centro, para enfrentar y superar los obstáculos muy reales en el camino... para avanzar y crecer mediante el trabajo constante, y mediante una serie de saltos críticos en los tiempos de sacudidas y rupturas repentinas con la 'rutina normal'... para preparar el terreno y acumular fuerzas para la revolución — y tener una oportunidad seria de ganar. De esta manera, es posible atraer y orientar, organizar y capacitar de una forma revolucionaria a miles de personas, a la vez que empezar a llegarles e influenciar a millones más, aun antes de que se dé una situación revolucionaria... y luego, cuando se dé una situación revolucionaria, esos miles pueden ser una columna vertebral y fuerza fundamental para ganar a millones de personas a la revolución y para organizarlas en la lucha para llevar a cabo la revolución hasta el final". ("Sobre la estrategia para la revolución" en Lo BAsico, pp. 113-114).
En medio de gran tumulto y los indicios de un mayor tumulto por venir, tenemos que aspirar a todo eso y nada menos.
1. Por el fascismo, nos referimos, citando a BA, a "la imposición de una forma de dictadura que se basa abiertamente en la violencia y el terror para mantener el dominio y los imperativos del sistema capitalista imperialista" (Lo BAsico 3:11). A menudo el fascismo sube al poder junto con la movilización de una base de masas en torno a un programa populista, nacionalista y agresivamente oscurantista. [regresa]
2. Desde ese entonces, BA ha trazado la evolución de este fenómeno en diferentes obras: "La verdad sobre la conspiración derechista...: Y por qué Clinton y los demócratas no son la respuesta"; "Los grandes retos de la nueva situación"; La guerra civil que se perfila y la repolarización para la revolución en la época actual; "Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución", en inglés, la primera de las 7 Talks (7 charlas); Forjar otro camino; y Contradicciones todavía por resolver, fuerzas que impulsan la revolución — y cualquiera que quiera conocer en serio lo que está obrando en esta situación y cuáles son las implicaciones, debe adentrarse en estas obras. [regresa]
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