Carta:

La batalla por el aborto en las puertas de la clínica

10 de febrero de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

La siguiente la mandó Mary Lou Greenberg:

Hay una emergencia acerca del derecho al aborto. El acceso al aborto es más difícil hoy que en ningún momento desde que lo despenalizó la decisión Roe v Wade de la Suprema Corte hace 41 años. Las restricciones estatales horrendas están obligando a las clínicas a cerrar y están creando obstáculo tras obstáculo a las mujeres con embarazos no deseados que no quieren dar a luz. Incluso después de encontrar una clínica y superar todo tipo de dificultad para llegar ahí, una mujer todavía enfrenta todo un torrente de acosamiento fuera de las puertas de la clínica.

El movimiento Fin a la Pornografía y el Patriarcado: La Esclavización y Denigración de la Mujer (StopPatriarchy.org) encabezó una protesta ruidosa, animada y firme contra la décima marcha anual antiaborto en San Francisco, 25 de enero de 2014. Foto: StopPatriarchy.org

"¡No asesines a tu bebé!" "Tú ya eras madre. ¡Si te metes ahí, serás madre de un bebé muerto!" "¡Te arrepentirás el resto de tu vida, querrás suicidarte, sufrirás colapsos nerviosos!" y así en adelante, una y otra vez, con gritos y con carteles, mentira tras mentira cruel y amenaza tras amenaza.

Esta carta es para dar a saber a las y los lectores lo que las mujeres tienen que atravesar para entrar en las clínicas, y el ejemplo no es de Misisipí —donde los anti-abortos (antis) sitian a las mujeres a diario fuera de la única clínica que queda— ni tampoco en uno de los otros estados con leyes restrictivas crueles, pero de la Ciudad de Nueva York (NYC), en un estado "azul" donde no hay NINGUNA restricción al aborto durante las primeras 24 semanas del embarazo. Aquí la batalla por el aborto sí se pelea y se intensifica.

Todos los sábados por la mañana escolto a las clientas a la entrada de Choices Women's Medical Center, un centro integral de salud reproductiva fundado por Merle Hoffman como una de las primeras clínicas de aborto en el país, poco después de que el Estado de Nueva York despenalizó el aborto en 1970, un año antes de Roe v Wade. Una mujer que graduó recientemente del colegio se unió al equipo de escoltas voluntarios un sábado reciente, y quedó asombrada por lo que vio: "No puedo creer que esto está pasando en Nueva York", dijo, durante nuestra reunión después de largarse los antis y entrar la mayoría de las pacientas para sus citas. "Yo no tenía ni idea".

La mayoría de personas tampoco se dan cuenta. Cada sábado es diferente, pero escoltar en Choices cualquier sábado significa sumarse físicamente a las primeras filas de esta batalla. (Los sábados son los días más ocupados para citas en la clínica porque ese día la mayoría de las mujeres no tienen que ir al trabajo o a la escuela.) Las escoltas (organizadas con la ayuda valiosa de la sección de NYC de la Organización Nacional de la Mujer) pasan por un acosamiento continuo por parte de los fascistas cristianos santurrones, en su mayoría hombres, que se instalan en la banqueta justo en frente de la entrada a la clínica, aferrados a su biblia y agitando letreros con citas bíblicas vengativas sobre el pecado, el arrepentimiento y la ira de dios.

Un letrero se refiere directa y amenazadoramente a la clínica: "Aquí asesinan a bebés", con la palabra "asesina" en pintura roja viva. El sábado pasado, unos 15 a 20 antis cargaron el mismísimo letrero. Los antis acosan a los transeúntes, sostienen ese letrero y señalan la clínica — procuran inflamar pasiones entre las personas mintiendo que el feto se equivale a un bebé y que el aborto se equivale al "homicidio". Los antis sacan las cámaras de celular y montan un trípode con una cámara de video a menos de dos metros de la puerta, grabando las escoltas y toda persona que entre en la clínica.

Les da un gusto sádico gritar a las mujeres que asistieran a una cita prenatal o ginecóloga de rutina acompañadas de sus chiquillos: "¡No entren! ¡Ahí asesinan a niños!". Cuando una escolta les dijo que esas acciones son despreciables, los antis contestaron que los niños "tienen que oír la verdad". Algunas mujeres responden apropiadamente a esa vileza. Poco después de que la clínica se mudó a su nuevo lugar en Jamaica, Queens, me acerqué a una mujer que venía caminando hacia la entrada. Ella aceleró el paso, me apartó airadamente con un gesto y espetó: "¡Quítate de mi maldito camino!". Poco después cuando entré en la sala de espera, ella me vio y quedó boca abierta. Pidió disculpas: "Lo siento muchísimo. ¡Pensé que usted era una de esos! No sabía que está ayudando a la clínica". Dije que no tenía por qué pedir disculpas, que lo que ella había hecho era exactamente el tipo de repuesta que las mujeres deben darles a los que tratan de hostigarlas.

Algunos antis provienen de una iglesia fundamentalista del literalismo bíblico en Brooklyn; sostienen carteles grandes con fotos de partes sangrientas del feto en los dos lados de la banqueta, creando un tipo de carrera de baquetas por la cual las escoltas tienen que acompañar a las clientas. Otros antis merodean por la banqueta por la cual pasan las mujeres, o en las paradas del autobús cercanas, y se abalanzan sobre ellas antes de que los escoltas de la clínica les llegaran. Un hombre en particular se apresura para interponerse físicamente entre las clientas y la entrada, empujando a los escoltas que caminan por ambos lados de las mujeres. (Los escoltas forman una "cuña voladora" que pone una barrera física entre las clientas y los antis, una táctica desarrollada para proteger a las clientas y sacarlas rápidamente del torrente de gritos y letreros de odio.)

También intentan intimidar y acosar a los escoltas, en su mayoría mujeres de los 20 a 30 años de edad, diciéndoles que no le hagan caso a "esa vieja" (o sea, yo), mientras que a mí me reclaman: "Esto es impropio de ti, pones un mal ejemplo para estas jóvenas". (En boca de esos, me lo tomo como un gran halago.) Los escoltas, muchos de los cuales se paran a las 5 de la mañana los sábados y viajan desde todas partes de NYC y hasta Nueva Jersey a la clínica, sienten un fuerte compromiso, el que cobra aún más fuerza al experimentar la vileza de los antis así como el impacto positivo de los escoltas y al captar más profundamente la guerra contra la mujer, de la cual esta batalla forma una parte.

A mí me dicen la "asesinascolta comunista". "Tienes un corazón malvado, Mary Lou", me grita un hombre de un grupo especialmente vituperoso de antis un sábado que me paré en la entrada de la clínica para abrir la puerta a las clientas. "Dios odia la mano que derrama sangre inocente… un día terminará el juego, tú te pondrás en frente de dios… y habrá juicio". Sería y es fácil burlarnos de ellos y de sus supersticiones y pronunciamientos ridículos provenientes de la Edad de las Tinieblas. Sin embargo, puedo imaginarme que ellos, con su pavoneo patriarcal, sus denuncias rabiosas y su misoginia cruel, hubieran sido entre los primeros en apresar a las mujeres en las cazas de brujas durante los siglos 16 y 17, y prender los fuegos que las quemaron vivas en la hoguera, siendo muchas de éstas curanderas y parteras que hacían abortos y daban consejos sobre la contracepción. Eso fue la realidad en que asesinaron a incontables decenas de miles de mujeres.

Hoy en Estados Unidos en el siglo 21, estos antis son efectivamente los guardias de asalto de un movimiento fascista cristiano letalmente serio, que goza del aliento e iniciativa que le da una sección poderosa de la clase dominante cuyos políticos "respetables" lloran por el corazón palpitante de los fetos y azuzan el odio contra las mujeres que se atreven a llevar su propia vida y se niegan a ser incubadoras, o "portadoras" para los "bebés", como uno de esos patriarcas beatos les llama a las embarazadas. El patriarcado más descarado y vitriólico ("Ponte los pantalones", retan a los hombres que acompañan a sus parejas o amigas a la clínica. "¡Un hombre de verdad protege a sus hijos! ¡Ten valor, salva a tu bebé, sé hombre!") va de la mano con sus prédicas contra la evolución y los "darvinistas", contra los feministas y la homosexualidad, contra el aborto en cualquier circunstancia, hasta la violación, y contra la "fornicación", siendo cualquier relación sexual que no sea para fines de procreación. Es un mundo y concepción del mundo vengativos y crueles, en el cual se lo cree y se lo alienta desde las alturas de la autoridad, y contra el cual hay que oponerse una resistencia activa, apoyándonos en nosotros mismos y convocando a millones de personas más.

El movimiento Fin a la Pornografía y el Patriarcado: La Esclavización y Denigración de la Mujer (StopPatriarchy.org) confrontó a los manifestantes antiaborto, San Francisco, 25 de enero de 2014. Foto: StopPatriarchy.org

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.