11 y 12 de abril:

Poderosas acciones en respuesta a la emergencia del derecho al aborto

21 de abril de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

  • San Francisco, 12 de abril de 2014. Foto: Especial para Revolución
  • Nueva York, Catedral de San Patricio, 12/4/14. Foto: Especial para Revolución
  • Cleveland, 12 de abril de 2014. Foto: Especial para Revolución
  • Seattle, 12 de abril de 2014. Foto: Especial para Revolución
  • San Francisco, 12 de abril de 2014. Foto: Especial para Revolución
  • San Francisco, 12 de abril de 2014. Foto: Bobby Biggerstaff
  • Ciudad de Nueva York, 12 de abril de 2014. Foto: Especial para Revolución
  • San Francisco, 12 de abril de 2014. Foto: Especial para Revolución
  • Cleveland, 12 de abril de 2014. Foto: Especial para Revolución
  • Seattle, 12 de abril de 2014. Foto: Especial para Revolución
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El 11 y 12 de abril, cientos de personas participaron en mítines de denuncias y protestas organizados por el movimiento Fin a la Pornografía y el Patriarcado: La Esclavización y la Denigración de la Mujer. En Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, Seattle y Cleveland respondieron a la intensificación de la emergencia del derecho al aborto. En total cientos de personas se reunieron en otros lugares, incluidos pueblos y zonas rurales, para ver la transmisión en vivo por Internet del mitin principal en la Ciudad de Nueva York.

Los mítines del 11 de abril retrataron vívidamente lo que está en juego en la lucha sobre el aborto, sonaron la alarma acerca de la emergencia, unieron a voces inspiradoras y diversas que contaron los motivos de su dedicación a esta lucha y ofrecieron una visión inicial del tipo de resistencia y lucha necesarias para ganar el aborto a solicitud y para derrotar la guerra contra la mujer. (Hay una versión más larga de este artículo en inglés en revcom.us, la que incluye más sobre el mitin en la Ciudad de Nueva York. Un video del acto en inglés está en la página web de Fin a la Pornografía y el Patriarcado: La Esclavización y la Denigración de la Mujer en revcom.us.)

El 12 de abril tuvieron lugar protestas dramáticas y visualmente llamativas en frente de iglesias católicas y en espacios públicos concurridos. Vestidos de blanco, unos manifestantes levantaron ganchos de ropa de alambre ensangrentados y grilletes para representar la esclavización y muerte de mujeres cuando no hay acceso al aborto y lo que está en juego si no ponemos fin a esta guerra contra la mujer. Detrás de ellos, otros manifestantes vestidos de negro levantaron fotos de mujeres muertas por abortos ilegales y fotos de médicos asesinados por proveer abortos. Se calcula que antes de Roe v. Wade, 5.000 mujeres morían al año debido a abortos chapuceros. Actualmente, se calcula que en el mundo, 47.000 mujeres mueren así al año. Después de una hora de protesta silenciosa, rompieron el silencio, tiraron al suelo los grilletes y ganchos de ropa y recitaron el “Juramento de defender el derecho al aborto y derrotar la guerra contra la mujer” que llama a otros a participar y desarrollar esta lucha.

Estos actos unieron a las diversas fuerzas y luchas que se necesitan en una escala mucho más grande por toda la sociedad y dan tanto un ejemplo como una plataforma sobre los que avanzar para generar esta lucha en toda la sociedad.

La resistencia a la guerra contra la mujer: Los ganchos de ropa ensangrentados y la esclavización femenina

En Nueva York, San Francisco y Seattle, se celebraron las protestas en frente de las instituciones católicas responsables de décadas de ataques al aborto y al control de la natalidad.

Durante una hora entera, los transeúntes y los feligreses se detuvieron y miraron al llamativo cuadro vivo. Algunos expresaron hostilidad, otros indicaron su aprobación y muchos estaban intrigados, confusos o pasmados. Casi nadie jamás había pensado en el aborto en este contexto. Como dijo una joven manifestante, que llevaba una foto de Rosie Jiménez (quien se murió por un aborto no sanitario en 1977): “No hay ninguna manera en la que uno podía pasar por nuestras protestas y pensar que esto se trataba de bebés o de fetos. Exhibíamos los rostros de estas mujeres —se podía ver sus rostros— y las fechas de su muerte. Claramente se trataba de mujeres”. En una expresión del sentimiento de muchos manifestantes ese día, dijo: “Para mí, al sostener esa foto de Rosie todo ese tiempo, simplemente seguía pensando en su vida. Ella fue una estudiante, tenía cuentas que pagar, ya tenía un hijo. De veras, pudo haber sido yo, excepto que nací en un tiempo diferente. Eso simplemente se volvió muy pero muy real para mí. Cuando comencé a agitar en voz alta al cruzar la calle, me sentía como si estuviera gritando por Rosie y su familia”.

Una joven latina que había asistido a un mitin la noche anterior explicó: “Tengo 24 años y tengo un hijo de dos años. Yo sé cuánto trabajo eso requiere. Es mucho trabajo. Eso me da fuerzas para sentir que nunca se debería obligar a nadie a hacer esto sin que esté segura en un 100%”. Otra joven mujer respondió: “En mi caso, yo soy una persona platicona y por eso me es difícil mantenerme callada, especialmente cuando la gente se muestra hostil o cuando expresa mucho apoyo. Me costaba mucho trabajo mantenerme callada. Pero eso me hizo pensar mucho en las mujeres. O sea, me empezó a doler la espalda y hacía calor y tenía hambre, pero seguía pensando en las mujeres del valle del Río Bravo y lo que tienen que soportar para hacerse un aborto… o para no hacerse un aborto. Me hizo sentir como si fuera un privilegio estar parada en frente de  esta enorme iglesia y representarlas”.

En la Ciudad de Nueva York en particular, donde miles de transeúntes pasan por una calle transitada como la Quinta Avenida en frente de la iglesia San Patricio, cientos de personas se detuvieron para tomar fotos y casi un mil de éstas tomaron un volante. El volante describía la emergencia general del derecho al aborto, pero además contaba las historias de las mujeres cuyos rostros estaban en los cárteles. Unos grupos de amigos y a veces familias, se detenían para hablar los unos con los otros sobre lo que pensaban de la protesta.

Un hombre mayor se enfrentó a los manifestantes: “¿Qué hay de malo en el patriarcado? Está en la Biblia. ¿Cómo es posible que ustedes se opongan al patriarcado? Está en la Biblia”. Una mujer nos gritó una y otra vez: “Ustedes me dan asco. ¿Y qué de los bebés? Ustedes irán al infierno. Me dan asco. Ustedes deberían estar avergonzados”. Cuando su amigo trató de tomar una foto de la escena, ella se puso un poco loca, chillando: “No les tome una foto. ¡No les preste más atención! No deje que nadie vea esto”. Otro hombre pasó lentamente por la fila de manifestantes y dijo: “¡Asesino!” en la cara de cada uno.

Otros dieron señales de aprobación. Unas mujeres se detuvieron para explicar a sus hijas lo que estaban presenciando. Un hombre se paró y observó por diez minutos absorbiendo la escena, captándola a fondo, antes de firmar la lista para mantenerse en contacto con Fin al Patriarcado. Pero, para repetir, la mayoría de la gente simplemente observó; claramente esto les era algo nuevo a considerar a esta luz.

Bill Baird, 81, se paró con la misma pancarta a favor del control de la natalidad que ha cargado hacía décadas y estuvo hombro a hombro con los jóvenes manifestantes.

Después de una hora, Sunsara Taylor dirigió a todos a romper el silencio y a tirar al suelo los grilletes y ganchos de ropa. Sus voces cobraron fuerza cuando se unieron para recitar el Juramento. Mientras tanto, una multitud de al menos cien personas, quizás más, se reunió en las escaleras de San Patricio y en la acera para mirar. Al terminar el Juramento, los manifestantes subieron las escaleras de la Catedral con las imágenes de las mujeres y los médicos, para así recalcar vívidamente en una última ocasión que esa institución tiene las manos manchadas de la sangre de las mujeres y que existe un movimiento decidido y creciente que no se detendrá hasta que haya derrotado la guerra contra la mujer.

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