Conclusión de la presentación inicial de Bob Avakian en el Diálogo del 15 de noviembre con Cornel West en la Iglesia Riverside en la ciudad de Nueva York
22 de diciembre de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us
Lo siguiente es lo que Bob Avakian preparó como Conclusión de su Presentación Inicial en el Diálogo con Cornel West el 15 de noviembre de 2014, pero incluye partes que no están incluidas en lo que él efectivamente presentó en el propio Diálogo.
¿Qué da sentido a la vida, qué es en realidad una vida con propósito? Viviendo en Estados Unidos, en este sistema despiadado que saquea al mundo entero, constantemente se promueve y se tienta que uno se ensimisme. La “selfie” (autoretrato con celular) sí que es un icono apropiado para esta cultura. (Lo que tanto tanto se oye parece el estribillo de precalentamiento de un cantante: ¡mí mí mí...!) Entre los que gozan de más privilegios, en demasiados casos se imaginan que es su derecho aprovechar todo lo que ofrece la naturaleza y lo que produce la gente del mundo, al mismo tiempo que ignoran, o hacen caso omiso, de la terrible realidad la que es la vida para la gran mayoría de la humanidad, y para muchísimas personas en Estados Unidos. Ustedes ya conocen: “Somos ‘ameryocanos’ parásitos — no nos da tiempo de aprender nada acerca del mundo, por estar tan ocupados atascándonos con ello” (Hashtag: “ameryocanos parásitos”). O, si uno está en una situación más desesperada, se ve obligado a andar a la chiripa y chanchullo, a pelear el hueso, mientras la situación no le permite entender por qué las cosas son como son y cómo podrían ser radicalmente diferentes. Así es bajo este sistema. Es un modo de vivir vacío, frío y cruel, que carece de sentido profundo o un propósito mayor.
Ahora, una vez más, vemos que la gente empieza a alzar la cabeza, a romper con la rutina de todos los días, a cuestionar y resistir — a ponerse de pie y a levantarse. La pregunta es, ¿hasta dónde llevará? — ¿adónde se dirigirá: de regreso a la misma trampa fatal sin salida, los confines mortíferos, de este sistema, o a forjar una solución de verdad, una revolución para deshacernos de este sistema y hacer nacer algo mucho mejor? Si bien la vida humana es corta, puede tener mucho sentido — el sentido que nosotros le damos. Como he dicho anteriormente: “Si uno ha tenido la oportunidad de ver el mundo como es en realidad, puede encaminar su vida por rumbos profundamente distintos. Puede entrarle a la vida de comer o ser comido, y muy probablemente ser devorado en el proceso de tratar de salir adelante. Puede meter el hocico en el comedero y atascarse lo más que pueda y a la vez, desesperado, vérselas para aventajarse a los demás. O puede dedicarse a hacer algo para cambiar todo el rumbo de la sociedad y el mundo. Si uno pone lado a lado las dos cosas, ¿cuál tiene significado? ¿Cuál contribuye a algo que valga la pena? La vida de uno va a tener valor o va a ser inútil. Y no se puede dedicar la vida a nada más grande que contribuir lo máximo que pueda a la transformación revolucionaria de la sociedad y del mundo, a ponerle fin a todos los sistemas y las relaciones de opresión y explotación y a todo el sufrimiento y destrucción innecesarios que traen. Eso lo he aprendido más y más profundamente a lo largo de las vueltas y revueltas e inclusive los grandes reveses, así como los grandes logros, de la revolución comunista hasta ahora, en lo que de hecho todavía son sus primeras etapas históricas”.
Pero permítanme decir una cosa: Soy un ateo empedernido, y estoy firmemente convencido de que lo que nos hace falta para crear un mundo mucho mejor es el método y la moral del comunismo, y no la religión; no obstante, Cornel es para mí un hermano de pecho mucho más que muchos ateos. ¿POR QUÉ? Porque demasiados ateos se aprovechan de su ateísmo para cruzarse de brazos con arrogancia, satisfechos con el mundo tal como es o hasta lo utilizan para justificar que el mundo quede tal como es.
Con Cornel no hay nada de ese cinismo hastiado y esa bajeza mezquina que sirven para útil tapadera para seguir en la conformidad, y en la complicidad, con la injusticia y los continuos horrores descargados sobre las masas de la humanidad. Cornel es un intelectual voraz con un aprecio profundo por la vida de la mente, pero al mismo tiempo entiende que el papel y la responsabilidad de un intelectual son de tomar partido con los condenados de la tierra y tomar posición en la lucha contra la opresión. Y prefiero mil veces caminar al lado de Cornel que al lado de un ateo autocomplaciente.
Ahora, no me malentiendan, hay algunos ateos muy buenos — comunistas, humanistas y otras personas, pero hay demasiados que justifican su conformidad con la situación actual.
El movimiento que estoy visualizando, para el que trabajo, es un movimiento en el que personas como Cornel y yo podamos caminar juntos en el camino de la revolución y la emancipación —unidos en la lucha para hacer nacer un mundo en el que ya no existan los condenados de la tierra pero sí los seres humanos que en muchísimos sentidos diversos se expresen cada vez más plenamente su humanidad— y sí, nosotros debatiremos, vigorosamente, sobre cómo crearlo, al mismo tiempo que sigamos adelante hombro a hombro.
Tal como recalqué en ¡Fuera con todos los dioses!: “En términos de la base de unidad en la lucha política, la línea divisoria nunca debe ser si las personas son creyentes y religiosas o no, sino si están dispuestas a unirse y si es posible convencerlas a unirse de una manera que objetivamente sirve a los intereses de las masas populares. En el grado en que lo hagan, es necesario forjar unidad con ellas y luchar por que lo hagan de manera más plena y consecuente, al mismo tiempo que se libra lucha con ellas en la esfera ideológica en torno a la cuestión de cuál concepción del mundo corresponde a la realidad y conducirá a la emancipación”. En el sentido más amplio, el movimiento que nos hace falta para cambiar radicalmente el mundo es el que abarca a todos aquellos que estén decididos a luchar contra la justicia; se caracteriza por la unidad, y la lucha; la magnanimidad intelectual y la generosidad de espíritu. Por lo que permítanme concluir con un enunciado que he lanzado anteriormente y lo que parece muy idóneo en este momento.
“UNA INVITACIÓN:
“Juntos, tomemos un viaje crucial — lleno de unidad contra la opresión y de animada lucha acerca de la fuente del problema y acerca de la solución. Siga sus propias convicciones —de que son intolerables los ultrajes que le conmueven— a su conclusión lógica y esté resuelto a no cejar hasta que sean eliminados dichos ultrajes. Además, si al hacer eso así como al conocer otros ultrajes, y las ideas acerca de la manera en que todo eso se articula y surge de una fuente común —y la manera en que se podría poner fin a todo eso y crear algo mucho mejor— si todo eso lleva en la dirección de ver no sólo la necesidad de una resistencia resuelta y osada sino también la necesidad de la revolución y en lo fundamental el comunismo, pues no le dé la espalda a todo eso debido a que eso le hace salir de su espacio de seguridad y comodidad, a que eso desafía lo que han sido sus sentidas creencias o debido a prejuicios y calumnias. Al contrario, busque activamente conocer más acerca de esta posible solución. De ahí, actúe en consecuencia”.
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