La bocanada de aire fresco de Patricia Arquette y la aborrecible peste de los reaccionarios odiadores
¡La necesidad de tener magnanimidad intelectual y generosidad de espíritu en la lucha por la liberación!
Sunsara Taylor | 9 de marzo de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Cuando Patricia Arquette ganó el premio Oscar Mejor Actriz de Reparto por su papel en Boyhood (Niñez), usó parte de sus 90 segundos en el escenario para hablar, ante decenas de millones de personas, sobre algo mucho más grande que ella misma. Dijo: "A todas las mujeres que han dado a luz, a cada contribuyente y cada ciudadano de Estados Unidos, hemos luchado por los derechos iguales de todos los demás. ¡Ya es hora de que tengamos de una vez por todas el mismo salario (que los hombres) y los mismos derechos para las mujeres en Estados Unidos de América!"
Ésa fue una bocanada de aire fresco. Un aspecto escandaloso de la opresión general que las mujeres confrontan es el hecho de que todavía ganan menos de lo que gana un hombre por el mismo trabajo, al mismo tiempo que muchas veces tienen que mantener solas a sus hijos. Meryl Streep y Jennifer López saltaron de la silla para aplaudir jubilosamente. Millones de televidentes compartieron ese sentimiento.
Casi de inmediato comenzó el contraataque. En un mundo de tanto veneno contra la mujer, no es de sorprenderse que algunas personas se opusieran a Arquette, hasta con malicia. Pero lo que es particularmente asombroso y vergonzoso en esta reacción negativa es que quienes la atacaron más despiadadamente dicen ser feministas y progresistas.
Estos odiadores aprovecharon una declaración que Arquette hizo entre bastidores y la tergiversaron muchísimo. Arquette, después de explicar de manera convincente que, a pesar de las fuertes afirmaciones al contrario, las mujeres en Estados Unidos no tienen derechos iguales, había dicho: “Es hora de que todas las mujeres en Estados Unidos, y todos los hombres que aman a las mujeres, y todas las personas gay y todas las personas de color para quienes hemos luchado, que luchen ahora por nosotras”.
En lugar de reconocer que Arquette, al mencionar específicamente a “las mujeres”, “los hombres que aman a las mujeres”, “las personas gay” y “las personas de color”, claramente quería incluir a la gran diversidad de personas que tienen un interés en común con la igualdad de la mujer, estos quisquillosos dijeron que al mencionar esas categorías por separado, ella excluía de la categoría de “mujeres” a las gays y a las personas de color. La acusaron injusta e incorrectamente de hablar y preocuparse “solo por las mujeres blancas”. De ahí bramaron que ella no tenía “ningún derecho” a instar a la gente gay o a la gente de color a luchar por “mujeres blancas privilegiadas como ella”.
Muchos de estos odiadores adujeron que se trata de un “momento aleccionador”. Tienen razón, pero no en el sentido en el cual querían decirlo. NO es el momento para aprender las racionalizaciones que tengan algunos llamados progresistas o feministas por destrozar a la mujer, blanca o no, y por distorsionar sus afirmaciones porque ella se atreviera a denunciar la opresión. Es el momento de alzar las miras hacia qué tipo de punto de vista, qué tipo de moral, qué tipo de espíritu y qué tipo de verdadera solución sean necesarios para liberarnos finalmente, y para hacer nacer un mundo en que no existe la degradación y los horrores que son el pan de cada día para miles de millones de personas.
En realidad, no existe ninguna base legítima para afirmar que Arquette solo hablaba en nombre de las “mujeres blancas privilegiadas como ella”. Ella dedicó su tiempo a hablar de todas las mujeres y explicó que eso hacía. Es más, todas las mujeres, no importa el nivel de “éxito” que alcancen, confrontan la opresión por ser mujer, y tenemos que oponernos aesa opresión en su totalidad.
Todos los que odian la opresión deberían aplaudir a Arquette, y al mismo tiempo animar a ella y a otros que se emocionaron por sus comentarios, a explorar más profundamente las raíces de la desigualdad y la opresión que confrontan las mujeres y qué se necesitará para ponerles fin de una vez para siempre. Eso requerirá una revolución concreta, una revolución comunista que se propone liberar a la mujer y emancipar a la humanidad entera. Un lugar para aprender sobre todo eso es el folleto,¡A ROMPER TODAS LAS CADENAS! Bob Avakian sobre la emancipación de la mujer y la revolución comunista.
Para concluir, en la lucha por la liberación necesitamos tener una magnanimidad intelectual y una generosidad de espíritu. Tener ganas de encontrar, y hasta inventar, deficiencias en el enfoque de las personas que se presentan para denunciar la opresión, es reaccionario e incorrecto. Representa el punto de vista de este sistema que promueve los intereses de unas pocas personas que se basan en destrozar a otras personas. Desanima a otros que quisieran presentar denuncias y fomenta una mezquindad de miras estrechas. ¡No tiene lugar en la lucha por un mundo de liberación concreta!
Al contrario, necesitamos dirigir nuestro ataque político contra el verdadero enemigo. Cuando las personas toman una postura valiente y polémica, tenemos que defenderlas. Tenemos que luchar de una forma sincera, enérgica y sustantiva sobre las diferencias que importan en verdad, con un enfoque de alzar las miras de todos y de aclarar las diferencias en el contexto de cómo vamos a liberarnos. Tenemos que aprender unos de otros, ayudarnos unos a otros e ir adelante juntos.
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