Asesinato calculado a sangre fría en el Mediterráneo
28 de abril de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
El 18 de abril por la noche, un barco lleno de migrantes desesperados se hundió en las aguas profundas y frías del mar Mediterráneo frente a la costa de Libia. Aunque jamás se sabrá el número de personas a bordo, se calcula entre 750 y 950. Sólo 28 personas sobrevivieron.
Los informes de prensa se centraron en las horrendas condiciones en el barco. Los sobrevivientes informaron que cientos de personas estaban encerradas en la bodega de la nave. Los líderes europeos, entre ellos los gobernantes de Italia que habían recortado sus ya escasas misiones de rescate, emitieron declaraciones de remordimiento de lo más superficial mientras echaron la culpa a los contrabandistas que manejan los barcos y propusieron intensificar las medidas militares contra los migrantes.
Se perdió en la hipocresía y los intentos de asignar la culpabilidad a otros la realidad esencial de que los cientos de muertes fueron consecuencia directa e inmediata de los recortes por parte de Italia y otras potencias europeas de las operaciones de rescate que realizan en el mar Mediterráneo, recortes con el fin de enviar un mensaje mortal a los que están obligados a intentar viajar por desesperación por el mar peligroso para llegar a sus costas: No cuenten con que les vayamos a rescatar.
Además, lo que los medios de comunicación de la clase dominante ocultan es el hecho de que el funcionamiento de un sistema que ha traído al mundo la grotesca desigualdad y las interminables guerras injustas es lo que impulsa a los cientos de miles de refugiados desesperados a intentar entrar en Europa desde Asia, África y el Medio Oriente, por tierra o por mar, mediante los viajes peligrosos.
Un cálculo frío: Ahogar a los refugiados
El año pasado, más de 3.000 migrantes murieron en intentos de cruzar el mar Mediterráneo que separa el África del Norte del sur de Europa. Pero en lugar de tomar medidas para salvar vidas, Italia recortó radicalmente su misión “Mare Nostrum” (“Nuestro Mar”) la que había proporcionado un nivel ya bajísimo de operaciones de búsqueda y rescate en el mar Mediterráneo.
Todo el mundo entendía que esto resultaría en más gente muerta. Tineke Strik, portavoz del organismo de derechos humanos de la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, citó a Frontex, la fuerza fronteriza de la Unión Europea: “Me imaginaría que habría muchos muertos más en el mar desde el momento en que se retire Mare Nostrum”. Michael Diedring, el secretario general del Consejo Europeo de los Refugiados, dijo que el resultado del cierre de Mare Nostrum sería “que se multiplicaran las 3.000 personas que ya se han perecido” (Guardian, 31 de octubre de 2014).
Tampoco intervinieron las otras potencias de la Unión Europea para rescatar a los refugiados que se ahogaban en el Mediterráneo. Un ministro del Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno británico explicó sus fríos cálculos así: “No apoyamos las operaciones de búsqueda y rescate previstos en el Mediterráneo”, porque eso podría servir como “un ‘factor de atracción’ no intencionado” (Guardian, 27 de octubre de 2014).
Un columnista en el periódico británico The Telegraph escribió con ironía furiosa: “Cada año, cientos de miles de hombres, mujeres y niños que buscan refugio del caos y la carnicería de lugares como Siria y Libia llegan en barcos destartalados en la costa del Mediterráneo. Los países que constituyen su destino —Italia, Grecia, España— se han visto en la primera línea de una mini-crisis humanitaria. Pero nuestros políticos han encontrado la respuesta. Y es una respuesta audaz. Los vamos ahogar a esos refugiados” (28 de octubre de 2014).
Y hasta ahora, más de 1.700 migrantes han muerto en el Mediterráneo desde el inicio de este año — más de 30 veces mayor que en el mismo período de 2014, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Perseguidos en Europa
El viaje a Europa para los refugiados es extremadamente peligroso. Pero incluso para aquellos que logran llegar a Europa con vida, la situación representa otra dimensión de la catástrofe de derechos humanos. Incluso una exposición inicial de ese infierno va más allá del propósito de este artículo, pero en Grecia les han tratado a decenas de miles de refugiados como chivos expiatorios de la crisis económica y el desempleo masivo, y los han sometido a la violencia sin restricciones por parte de la policía y de los movimientos fascistas los cuales están estrechamente conectados.
Refugiados recogidos en el Mediterráneo a menudo terminan en campos de concentración deshumanizantes y brutales. En diciembre de 2013, salió una reportaje que reveló que a los solicitantes africanos de asilo se les regaron desnudos con desinfectante en condiciones de bajo zero centígrados en la isla italiana de Lampedusa. El alcalde de la localidad lo caracterizó como un recuerdo de un campo de concentración nazi (véase “Italy's ‘appalling’ treatment of migrants revealed in Lampedusa footage” [El ‘horrífico” trato de parte de Italia a los migrantes revelado en el metraje de Lampedusa]The Telegraph 18 de diciembre de 2013).).
Impulsados por un sistema de desigualdad y brutalidad
Independientemente de los factores que impulsan la oleada de refugiados a Europa, la respuesta de las potencias europeas sería inhumana y obscena. Pero añadiendo otra capa de indignación es el hecho de que mayoritariamente los impulsados a Europa son víctimas directas de las políticas y las guerras imperialistas.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, insistió con arrogancia fascista que Europa no debe tomar la peor parte de la culpa por las muertes en el Mediterráneo: “También pedimos que África, la fuente del problema, también asuma en conjunto su responsabilidad”, dijo Rutte. “La última vez que revisé, Libia estaba en África, no en Europa”.
Pero las potencias europeas nunca han respetado esa distinción cuando invadieron y saquearon a África y esclavizaron a literalmente millones y millones de personas.
Para dar un solo ejemplo: A partir de finales del siglo 19 y hasta principios del siglo 20, el rey Leopoldo II de Bélgica gobernó al Congo como su propiedad privada, acumulando una fortuna enorme al convertir a la mayoría de los hombres adultos en esclavos para recoger caucho silvestre y marfil en la selva. El ejército de Leopoldo obligó a cientos de miles de esclavos a trabajar bajo condiciones mortales en que muchos murieron de agotamiento. Reprimieron los levantamientos de los esclavos sangrientamente. Los belgas forzaron a trabajar hasta morir a miles de personas en las minas de oro. Se ha calculado que alrededor de 10 millones de personas, de una población de 20 millones de personas, perdieron la vida bajo el reino bárbaro del rey Leopoldo.
Y el saqueo del mundo de parte de Europa y Estados Unidos no es sólo la historia, es la realidad actual y un impulso muy inmediato y directo para que las personas huyan de sus países de origen.
Libia, el punto de tránsito para muchos refugiados, se ha reducido a un país destrozado por caudillos regionales y fuerzas reaccionarias respaldadas por varios opresores regionales y mundiales desde que fue “liberada” por el bombardeo masivo de parte de una coalición de Estados Unidos y potencias europeas — cual coalición incluyó a Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Noruega, España, Portugal, Suecia e Italia.
Al parecer, el hecho de que Libia es “en África, no en Europa” no impidió que las potencias occidentales bombardearan casas, mezquitas, instalaciones médicas, estaciones de televisión y otra infraestructura civil (lo que constituye crímenes de guerra) con el fin de instalar a un régimen más dócil y a favor del imperialismo occidental. De muchas maneras esas acciones le salieron por la culata al Occidente, pero para el pueblo libio crearon una pesadilla de violencia sectaria y descomposición de la sociedad.
La mayor fuente de refugiados que entran a Europa es Siria, donde la fuerza motriz de una guerra civil reaccionaria y multifacética es el choque entre potencias mundiales y regionales opresivas, más decisivamente Estados Unidos y sus aliados de Europa Occidental. 3.8 millones de personas en ese país saqueado y diezmado (de una población preguerra de 22 millones de personas) se han visto obligadas a buscar refugio en campamentos infernales en el desierto en lugares como Jordania y Líbano. Algunos de los que mueren en el mar o sobreviven al peligroso viaje a Europa son ellos que pueden llegar a Libia.
Otra fuente importante de refugiados es Yemen, donde durante casi un mes el estrecho aliado de Estados Unidos, Arabia Saudita, ha aplastado al estado golpeando el país con ataques aéreos. Según la Organización Mundial de la Salud, “Los servicios de salud luchan para funcionar mientras se enfrentan a la cada vez mayor escasez de medicamentos que salvan vidas y suministros de salud vitales, interrupciones frecuentes de electricidad y la falta de combustible para los generadores. La falta de combustible ha afectado además el trabajo de las ambulancias y la entrega de suministros de salud en todo el país. Los cortes de electricidad y la escasez de combustible también amenazan con interrumpir la cadena de vacunas refrigeradas, dejando no vacunados a millones de niños menores de cinco años, lo que aumenta el riesgo de enfermedades transmisibles como el sarampión, el cual es común y corriente en el Yemen, así como la polio, la que ha sido eliminado pero ahora está en riesgo de reaparición”. Y la falta de agua potable ha resultado en un mayor riesgo de diarrea y otras enfermedades.
Otro producto del asalto saudí ha sido el fortalecimiento de las fuerzas de Al Qaeda quienes, donde están en control, han hecho la vida imposible para las mujeres. Todos estos factores impulsan los intentos desesperados de llegar a Europa.
Investigue la historia y las actividades actuales de las potencias occidentales en los países desde que huyen los migrantes:
- El Cuerno de África (Etiopía, Somalia y Eritrea) — dejado para pudrirse después de ser un intenso sitio de contienda entre bloques imperialistas rivales durante la guerra fría.
- Los Balcanes — una región dejada en ruinas después de que Estados Unidos y las potencias europeas occidentales desmembraron violentamente a la ex Yugoslavia, desencadenando matanzas sectarias.
- Las ex colonias francesas en África — El imperio francés estranguló y subyugó la economía de estos países, en donde la dominación imperialista ha evolucionado en nuevas formas de dominación política, militar, económica y cultural por parte de Francia y otras potencias europeas.
Una cuestión moral para la humanidad
Ante la crisis humanitaria, las potencias europeas sólo han hecho las más superficiales afirmaciones de remordimiento mientras echan la culpa a “contrabandistas” quienes —si bien sacan ganancias de su carga humana— son pequeñitos operarios en una maquinaria de opresión mundial. Y con el auge de indignación por la muerte de 900 migrantes, los líderes europeos propusieron un aumento limitado de las patrullas de rescate. Médicos Sin Fronteras respondió: “Esta propuesta es lejos de ofrecer los medios adecuados de búsqueda y rescate y sigue las mismas políticas que han contribuido a la situación actual. Centrarse en impedir que entre la gente mediante cortar sus únicas rutas existentes sólo va a obligar a los que huyen por sus vidas a encontrar otras rutas, potencialmente aún más peligrosas. No vemos ningunas alternativas concretas, seguras y legales a la migración en barcos que resultan de esta reunión. Sin tales alternativas, declarar la guerra contra los traficantes es declarar la guerra contra las mismísimas personas que los Estados miembros dicen que son su prioridad para salvar”.
En breve, los gobiernos europeos están defendiendo con violencia el Mediterráneo como si fuera un foso protector mortal. Según el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, el centro de las acciones navales de la UE será lo de “capturar y destruir los barcos de los contrabandistas antes de que puedan utilizarlos” (AFP 24/4/15).
Y los gobiernos europeos se esfuerzan para hacer aún más difícil la vida de los refugiados que sí llegan a las costas de Italia, Grecia, España y otros países colindantes con el Tercer Mundo. Como ya se ha mencionado, cada país europeo tiene sectores de la clase dominante que fomentan los movimientos fascistas que atacan físicamente a los inmigrantes. En combinación con la persecución oficial del gobierno, la brutalidad policial y la represión, Europa envía un mensaje a las víctimas de su explotación, opresión y guerras: ¡Vuelvan a casa!
Se plantea una profunda cuestión moral aquí: Estar conforme con imponer violentamente las intensas divisiones en este mundo de la desigualdad brutal; o revelar, denunciar, protestar y oponerse al mismo, desde el punto de vista de llegar a un mundo sin ninguna opresión, un mundo donde la humanidad no se divide en enclaves relativamente privilegiados rodeados de un mundo de miseria y desesperación.
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