El control de armas no es la solución a la violenta supremacía blanca
1° de julio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
Según informes, cuando un supremacista blanco asesinó a nueve personas en una histórica iglesia negra en Charleston, Carolina del Sur, les dijo a las víctimas: “Uds. han violado a nuestras mujeres y están tomando el control del país… Tengo que hacer lo que tengo que hacer.” De acuerdo con informes de la prensa, el asesino les dijo a las autoridades que cometió el crimen con el intento de empezar una “guerra racial”.
En vista de lo que es innegablemente un racista asesinato en masa en una sociedad racista, la respuesta de Barack Obama ante la masacre fue: “En algún momento, nosotros como país, tendremos que enfrentarnos con el hecho de que este tipo de violencia en masa no sucede en otros países adelantados. No sucede en otras partes con esta clase de frecuencia. Y está en nuestras manos hacer algo al respecto”.
Sólo después de eso, fue que Obama admitió: “El hecho de que el crimen tuvo lugar en una iglesia negra obviamente también presenta interrogantes acerca de esta parte oscura de nuestra historia. Esta no es la primera vez que iglesias negras han sido atacadas”.
Un factor decisivo en la historia y cultura de los Estados Unidos es que este país surgió basado en el genocidio y la violencia de la supremacía blanca, llevada a cabo no sólo por las fuerzas oficiales de violenta represión (el ejército y la policía), sino también por importantes segmentos de la población blanca armada. Arriba: Dos hombres afroamericanos linchados en Marion, Indiana, 1930. (Foto: Library of Congress)
Los horribles asesinatos en Charleston son producto y componente de la depravada, violenta supremacía blanca en toda la sociedad, que empieza con la bandera de la Confederación que flamea sobre la Casa de Gobierno de Carolina del Sur, pasando por la bandera ameriKKKana en las camisas de los policías que asesinan a gente negra por todas partes, de Nueva York a California.
Es verdad que Estados Unidos es único entre otros poderosos países imperialistas como los de Europa occidental, el Japón, Australia o el Canadá, en el número de armas en manos de civiles y la cantidad de violencia asociada con ello. La pregunta es por qué, ¿a qué o a quién sirve esta situación y cuál es la solución?
Y luego ¿cómo los llamamientos al “control de armas” (entre comillas porque los partidarios del “control de armas” de manera alguna piden el control de todas las armas!) encajan en este escenario?
Las armas en AmériKKKa
Vivimos en medio de una sociedad de intensa explotación, alienación y, correspondientemente, en una atmósfera donde “no hay razón como la del bastón”. El que tiene más y mayores armas logra imponer sus intereses. Un factor decisivo en la historia y cultura de los Estados Unidos es que este país surgió basado en el genocidio y la violencia de la supremacía blanca, llevada a cabo no sólo por las fuerzas oficiales de violenta represión (el ejército y la policía), sino también por importantes segmentos de la población blanca armada.
Desde las minas de oro de Dakota del Sur hasta las granjas de Oklahoma, a medida que el ejército expulsaba a los indígenas de sus tierras, los colonos armados que ocupaban esas tierras estuvieron formal o informalmente “autorizados” a usar sus armas para hacer valer sus “derechos” a esa tierra robada. Los mexicanos fueron también frecuentemente objeto de turbas de linchadores en el sudoeste, desde mediados de los 1800 hasta bien entrados los 1900, lo que los obligó a abandonar sus tierras.
El simbólico mito estadounidense del “individuo fuerte y duro” que supuestamente defiende “su” granja, rancho, concesión, propiedad, etc. contra los llamados “salvajes”, tiene como fondo un escenario de masacres genocidas de indígenas y el robo de tierras de los mexicanos.
Communism and Jeffersonian Democracy
(El comunismo y la democracia jeffersoniana)
(en inglés, RCP Publications, 2008).
de Bob Avakian
Communism and Jeffersonian Democracy (El comunismo y la democracia jeffersoniana) (en inglés, RCP Publications, 2008). Hay pasajes en español.
Bob Avakian
Bob Avakian confronta los ideales del jeffersonianismo, y de manera convincente ubica aun sus "aspiraciones más elevadas" en las relaciones sociales de explotación y opresión, las relaciones sociales de las cuales crecieron esos ideales, y a que servían y siguen sirviendo. En este proceso, recurre a una amplia gama de investigación académica, y confronta de manera polémica a los defensores contemporáneos de la democracia jeffersoniana. Avakian demuestra por qué y cómo estos ideales de democracia coexistían con la esclavitud del pueblo negro y las profundas raíces de la supremacía blanca en el cuerpo político y la psique ideológica de Estados Unidos, y que, efectivamente, estos ideales surgieron a partir de esos fenómenos. Pero va más allá: no solamente demuestra por qué los sucesos salieron de esta manera, sino por qué estos mismos ideales solamente podían y pueden generar y servir las relaciones de explotación y división, y la polarización, del pueblo en clases antagónicas… opresora y oprimida. Además, indica de manera convincente el camino a una visión y un futuro que verdaderamente representan la emancipación, a una visión de la libertad mucho más radical y cabal que nada que se puede imaginar en el marco de los restringidos horizontes del jeffersonianismo. En este proceso, Avakian incluye una crítica devastadora al "libre mercado de las ideas", contrastándolo con una búsqueda de la verdad sin trabas de a de veras, y muestra qué clase de sistema económico y político sería necesario para que florezca eso.
Las profundas raíces económicas, políticas y culturales de esta mentalidad en el subconsciente del estadounidense blanco, en breve, la mentalidad del pequeño propietario, las analiza el folleto Communism and Jeffersonian Democracy (El comunismo y la democracia jeffersoniana), de Bob Avakian.
Después de la guerra de Secesión, la opresión de los negros en condiciones semejantes a la esclavitud y la implementación de las leyes segregacionistas del Jim Crow no sólo tomó la forma de la violencia oficial del Estado, sino también de las turbas de linchadores, de las partidas al mando del sherifato de Texas y del Ku Klux Klan (KKK). Películas como El nacimiento de una nación exaltaron los linchamientos y el terror impuestos por el KKK como actividades en defensa de la cultura tradicional y el estilo de vida de los estados del sur del país, una tradición y cultura de esclavitud.
La historia de los Estados Unidos es una historia de guerras de agresión en todo el mundo, contra potencias reaccionarias rivales y contra rebeliones y revoluciones. A los asesinos los ensalzan como “héroes”, y a las víctimas, las satanizan como “japs” (japoneses), “chinks” (chinos), “gooks” (filipinos, coreanos o vietnamitas) o “sand niggers” (gente negra que vive en el Medio Oriente). George Bush II les dijo a sus generales en Irak: “¡A darles en la madre! Si alguien trata de detener la marcha hacia la democracia, nosotros mismos los buscaremos y los mataremos”.
La “lógica” y “moralidad” del gángster, que cree que “no hay razón como la del bastón”, y la intimidación de “darles en la madre” dejan un reguero sobre esta sociedad y la infecta muy extensamente. En los Estados Unidos, toda suerte de personas recurre a la violencia con armas por toda clase de razones, muchas de ellas muy malas, incluyendo el hecho de que muchos de los más oprimidos se matan los unos a los otros por nada o casi nada.
Este sistema y sus portavoces legitiman la violencia armada cuando sea de la supremacía blanca, el chovinismo masculino, el anti-inmigrante y el racista, tanto por los sicarios oficiales (como la policía y el ejército) como también por los justicieros vigilantes y los “lobos solitarios” racistas y reaccionarios.
Varios comentaristas han apuntado al hecho de que la masacre en Charleston no la tratan los medios de comunicación como un ataque terrorista. Si el asesino hubiera sido un musulmán, se le habría tildado de terrorista. ¿Y se puede negar que, de ser haber sido el asesino un negro, se le hubiera llamado un “matón”, y a los negros en su totalidad se les hubiera echado la culpa y vilipendiando? En ambos casos, el incidente se hubiera usado para incrementar la satanización y la represión. E imagina, si una de las recientes víctimas de la violencia racista, fuera a manos de la policía, como Eric Garner, o a manos de un racista como el que mató a Trayvon Martin, hubiera hecho valer su derecho a la auto-defensa armada, ¿qué piensa que las autoridades o la Asociación Nacional del Rifle (National Rifle Association) hubieran dicho al respecto?
El “control de armas” no es la solución, sino que más bien incrementa la represión
No todo dueño de un arma de fuego comete crímenes con su arma, o planea hacerlo. Y la posesión individual de armas de fuego y el entrenamiento en el uso de ellas es en realidad un derecho importante del individuo contra el Estado, derecho que se defiende en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto). Al mismo tiempo, en este momento en los Estados Unidos capitalista-imperialistas, está en marcha una epidemia de violencia reaccionaria cometida con armas de fuego. Pero ¿de qué serviría aprobar leyes para restringir la posesión de armas de fuego, a la luz de todo lo que hemos señalado acerca de la naturaleza de este sistema?
Antes que nada, la policía mata a cientos de personas cada año en los Estados Unidos, muchos de ellos negros y latinos no armados. ¿Pide alguien el desarme de la policía? Los militares estadounidenses infligen masacres y matanzas en todo el mundo. Tan sólo la invasión de Irak por los Estados Unidos dejó más de un millón de muertos. ¿Hablan los partidario del “control de armas” de quitarles las armas (y los aviones no tripulados y armas nucleares y gases venenosos) a los militares?
¿Y por qué es que los que están en el poder, como un todo, o no quieren hacerlo o no se atreven a desarmar a las milicias supremacistas blancas, a los justicieros vigilantes en las fronteras y a otros fascistas armados? Algunos miembros de la clase dominante cuentan con estos fascistas paramilitares para reforzar el status quo y para estar listos y ser capaces de aplastar cualquier intento serio de una revolución liberadora.
Otros en la clase dominante no se atreven a enfrentar los problemas que se crearía si seriamente se propusieran desarmar a esas fuerzas. Todos deberíamos recordar cómo cuando un fascista llamado Cliven Bundy organizó a una manada de personas blancas a tomar sus armas para “defender su propiedad” contra el gobierno federal, se salió completamente con la suya. ¿Qué pasaría si los negros y los latinos de los barrios pobres de las ciudades de los Estados Unidos se atrevieran a hacer algo remotamente similar? Algo es seguro: el gobierno no "abdicaría”. (Para más información sobre las siniestras implicaciones del incidente de Cliven Bundy, lea “Tres ultrajes en cuatro días en Estados Unidos de AmériKKKa”.)
La realidad es que en la historia, se ha valido del “control de armas” como una herramienta para incrementar la represión contra los oprimidos y lo usaría para el mismo propósito. No estamos proponiendo nada en absoluto, pero planteémonos una hipótesis: ¿Qué sucedería si las leyes del “control de armas”, como las que ya están aprobadas, se usaran en una futura situación donde hubiera legítima resistencia y auto-defensa contra ataques racistas, sean de parte de la policía o de los justicieros vigilantes racistas? ¿Y cómo se usarían estas leyes en el evento de darse un intento de revolución, en condiciones que no existen hoy pero que podrían emerger?
Además, vayamos al grano: ¿quiénes estarían en la mira de las restricciones del “control de armas”? Ya vimos cómo la llamada ley “Defiende tu Posición” (“Stand Your Ground”), que estableció el ambiente en el cual un racista blanco mató a Trayvon Martin en Florida, se aplicó de forma completamente diferente cuando una mujer negra se defendió a sí misma y a sus hijos de un hombre que los amenazaba, con un tiro de advertencia en el cielo raso de su propio apartamento. (Lea “Zimmerman pudo asesinar impunemente… A Marissa Alexander la condenaron a 20 años de prisión”.)
Unas nuevas leyes que den a las autoridades, el Estado, un monopolio del control de armas de fuego no tratarían ni resolvería el problema de la violenta imposición de la supremacía blanca. Y no auguraría nada bueno. Pero la revolución puede resolver el problema de la supremacía blanca y además proporcionar las bases para superar y eliminar toda opresión y, al así hacerlo, poner fin a todos los conflictos antagónicos entre las personas. ¡Y eso sí sería algo bueno!
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