El mensaje del “Papa del pueblo”: Someterse a un sistema de genocidio y opresión
16 de septiembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us
El 22 de septiembre, el papa Francisco visitará Estados Unidos. Le dicen el “Papa del pueblo” porque rechazó algunos de los tradicionales símbolos ceremoniales del puesto. Lo aclaman por expresar preocupación por algunos abusos extremos del capitalismo y por expresar simpatía por los pobres en un mundo de desigualdades extremas y brutales.
Pero el mensaje básico de este papa, al igual de todos los papas anteriores, es la sumisión. La sumisión a un orden mundial de genocidio y de opresión de pueblos enteros. La aceptación de un mundo cimentado en la explotación apoyada por la violencia. La sumisión ante la degradación más obscena de la mujer, como menos de un ser humano. Es más, el papa condena y se opone a cualquier intento de enfrentarse en serio al sufrimiento producido por un sistema mundial de opresión.
Bendiciendo el genocidio
Mientras está en Estados Unidos, el papa declarará que Junípero Serra es un “santo”. Junípero Serra era un sacerdote católico español durante la época en que el colonialismo realizaba el genocidio físico y cultural de los pueblos indígenas de las Américas — esclavizándolos en las minas de Sudamérica y en las “misiones” de la costa del oeste de lo que ahora es Estados Unidos. Esta extracción de enormes riquezas de la tierra, sobre los huesos y la sangre de millones de los indígenas, fue en gran parte la base sobre la cual el capitalismo ascendió a dominar al mundo.
Junípero Serra no se opuso a ese genocidio; fue una importante figura en llevarlo a cabo, al establecer el sistema de misiones en lo que ahora es California.
El papa Francisco, al hablar del papel de la Iglesia Católica en lo que él reconoce como crímenes contra los pueblos indígenas de las Américas, dijo: “También quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos, que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz”. En realidad, la cruz y la espada eran las dos caras de la misma moneda en el genocidio de los pueblos indígenas de las Américas, y el mismo Serra desempeñó ambos papeles, pues esclavizó violentamente a los amerindios y azotó despiadadamente a los que intentaron escaparse o rebelarse, al mismo tiempo que proclamaba que todo eso era la voluntad del “Dios” cristiano.
El libro (en inglés) A Cross of Thorns: The Enslavement of California’s Indians by the Spanish Missions [Cruz de espinas: La esclavitud de los indígenas de California por las misiones españolas], de Elías Castillo, denuncia y saca a la luz cómo el sistema de misiones llevó a la muerte de más de 60.000 amerindios de 1769 a 1821. Serra expresó su programa genocida en una carta escrita en 1775 sobre la muerte de niños indígenas: “En medio de todos nuestros pequeños problemas, el lado espiritual de las misiones se desarrolla de manera más afortunada. En [la misión] San Antonio se dan simultáneamente dos cosechas, a la vez, una de trigo, y la otra de una peste entre los niños, que están muriendo”.
Esclavizando a las mujeres, satanizando a las personas LGBT
El libro (en inglés) A Cross of Thorns: The Enslavement of California’s Indians by the Spanish Missions [Cruz de espinas: La esclavitud de los indígenas de California por las misiones españolas], de Elías Castillo, denuncia y saca a la luz cómo el sistema de misiones esclavizó a los pueblos amerindios y llevó a la muerte de más de 60.000 amerindios de 1769 a 1821. Elías Castillo, tres veces ganador del premio Pulitzer por periodismo, hizo una investigación exhaustiva de la historia de las misiones. El 22 de septiembre, a las 7 pm, estará en Revolution Books/Libros Revolución en Berkeley, en la 2444 avenida Durant. Es una función benéfica para la librería y la entrada es de $5 a $25.
El papa Francisco anunció una “oferta especial por un año” en que se permitirá que autoridades eclesiásticas de niveles menores absuelvan a las mujeres del “pecado” del aborto. Éste es un ataque despiadado contra el derecho de la mujer de decidir por sí misma si va a hacerse un aborto o no, pues entre otras cosas requiere que la mujer se sienta culpable por no aceptar su papel de reproductora obligatoria. Pero lo llaman la extensión de la “visión [del papa Francisco] de una Iglesia misericordiosa a las mujeres que se han abortado, facilitando su camino al perdón”. (Noticiero ABC)
En cuanto a la declaración del papa de que “el Señor” insta a tener “misericordia” para las personas LGBT, ¿¡por qué éstas necesitan la misericordia del “Señor”!? Porque, de acuerdo al papa, las relaciones entre personas del mismo género son demoníacas; declaró que las medidas para legalizar el matrimonio entre personas del mismo género son la obra del diablo. (“Pope Francis Against Gay Marriage, Gay Adoption,” [El papa Francisco se opone al matrimonio gay y a la adopción por gays] Huffington Post, 13 de marzo de 2013)
Y hablemos en serio: ¿Cómo es posible divorciar de todo este conjunto de patriarcado virulento la complicidad institucionalizada de la Iglesia Católica en el abuso sexual de niños y niñas? La jerarquía de la Iglesia sigue perpetuando ese ambiente horroroso.
¡El papa mismo es quien debería “arrepentirse” del papel de la Iglesia Católica en predicar por miles de años la subordinación de la mujer, en hacer cumplir la opresión de la mujer en millones de formas, y en satanizar a las personas que aman a otras personas del mismo género!
El papel del papa en la “guerra sucia” de Argentina
Antes de su selección para ser el papa, Francisco era el cardinal Bergoglio, el eclesiástico de mayor nivel de la Iglesia Católica de Argentina. Los que lo colocaron en su cargo actual estaban muy enterados de su historial allá, y eso arroja una luz fea sobre lo que representa en realidad el ascenso de un cardinal argentino al cargo de papa.
Las declaraciones de preocupación del papa Francisco por las condiciones de vida de los pobres se aclaman ampliamente, pero la fría realidad de su postura hacia los oprimidos se manifestó durante la “guerra sucia” en Argentina, un reinado de terror, asesinato y tortura fascistas de 1976 a 1983. Un grupo de generales respaldado por Estados Unidos se tomó el poder mediante un golpe de estado en 1976 y dirigió la guerra sucia, la que persiguió a presuntos guerrillas armados así como estudiantes, intelectuales, sindicalistas y radicales. Secuestraron, torturaron y “desaparecieron” a hasta 30.000 personas.
Fuera cual fuera su opinión del golpe de estado, el papa Francisco (en ese tiempo el cardinal Bergoglio) ordenó que sus sacerdotes dejaran de apoyar a los movimientos de resistencia anti-fascista e incluso que dejaran de trabajar en las ciudades miseria porque quienes detentaban el poder consideraban que tal actividad era sediciosa. A pesar de esa orden, algunos cleros y hasta unas autoridades de la Iglesia Católica se opusieron al régimen fascista de diferentes maneras. El régimen asesinó a cien sacerdotes, monjas y otros clérigos, incluido un obispo, Enrique Angelelli, que estaba a punto de denunciar el asesinato de dos curas. Pero no espere que alguno de esos católicos sea nominado para la canonización
El papa no se opuso y, al contrario, fue cómplice en la detención, la tortura y el destierro de curas disidentes. Además, legitimó a los generales fascistas al aparecer en público y celebrar la misa con ellos.
Uno de los crímenes más infames de la junta argentina fue el robo de los bebés y los niños pequeños de los pobres o de los opositores políticos, y su entrega a funcionarios del régimen para que los criaran como si fueran suyos. (La historia oficial/The Official Story es una película poderosa de 1985 que describe eso.) Alicia de la Cuadra, una cofundadora de las Madres de la Plaza de Mayo, cuya hija y nieto recién nacido fueron “desaparecidos”, pidió que Bergoglio la ayudara. Éste designó a un sacerdote para investigarlo. El sacerdote le dijo a de la Cuadra que su nieto fue adoptado, pero que la familia era “demasiada importante” como para oponérsela.
Un artículo de Revolución sobre el papel del papa Francisco en la guerra sucia argentina hace una observación que llega al meollo del asunto: “El papel de Bergoglio durante la Guerra Sucia revela su verdadera actitud acerca de los oprimidos. Mientras éstos sean unos esclavos pasivos que no opongan resistencia a la opresión y explotación, Bergoglio será su ‘sirviente humilde’. Pero a medida que se levanten en resistencia... pues saldrá a la luz [su] verdadera naturaleza.” (“El nuevo papa: ¿’Humilde hombre del pueblo’… o colaborador fascista?” 1º de mayo de 2013)
Defendiendo los máximos crímenes en nombre de “Dios”
El papa Francisco es el defensor espiritual y político de los peores crímenes de la historia y de los peores abusos hacia la humanidad en el mundo actual... bajo la capa del “perdón” y la “humildad”.
Pero en honor a la verdad: Todo lo que el papa defiende —la exterminación violenta de pueblos conquistados; la opresión deshumanizante de la mujer; la satanización de relaciones sexuales que no conformen a la norma patriarcal; la sumisión a la autoridad opresora— todo eso se consagra en la Biblia.
Además, el papa insta a los fieles a aceptar que todo eso sea la “voluntad de Dios”, tapando y declarando fuera de lugar cualquier enfoque serio y científico de llegar al fondo de qué fuerzas concretas en el mundo real sean responsables de la explotación y la opresión.
Existe un enfoque y una moral radicalmente distintos, expresados en esta cita de Lo BAsico de los discursos y escritos de Bob Avakian:
La noción de un dios, o dioses, la inventó la humanidad en su infancia debido a la ignorancia. La han perpetuado las clases dominantes por miles de años desde entonces al servicio de sus intereses de explotar y dominar a la mayoría de la gente y mantenerla esclavizada bajo la ignorancia y la irracionalidad.
Gestar un mundo y futuro nuevo y mucho mejor para la humanidad implica derrocar a tales clases explotadoras y liberarse de tal ignorancia e irracionalidad esclavizante y dejarla atrás para siempre.—Lo BAsico 4:17
Ese punto de vista y esa moral liberadores contrastan marcada y radicalmente con todo lo que el papa representa, y abren el camino, no a aceptar, sino a poner fin a toda la opresión y la explotación.
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