Indonesia: El papel de Estados Unidos en los masacres de 1965
Confesiones del departamento de Estado
11 de noviembre de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us | Se publicó originalmente en el Obrero Revolucionario No. 1117, 2 de septiembre de 2001.
El octubre de 2015 marcó el 50o aniversario de la masacre de hasta un millón de personas a manos del gobierno de Indonesia. Esta masacre en 1965 ocurrió cuando Estados Unidos, por medio de la CIA y el ejército indonesio, derrocó al gobierno de coalición nacionalista encabezado por Sukarno. La CIA y el personal de la embajada estadounidense proporcionaron al ejército indonesio los nombres de los comunistas, sindicalistas, intelectuales y otros por asesinar.
Un reciente artículo de opinión en el New York Times por Joshua Oppenheimer, un cineasta estadounidense que hizo la película nominada al Premio de la Academia “The Act of Killing” [El acto de matar] que trata la masacre, dijo: “Hoy, los ex presos políticos de esta época todavía se enfrentan a la discriminación y amenazas. Con regularidad, matones respaldados por el ejército atacan a reuniones de los sobrevivientes mayores. A los escolares todavía les enseñan que ‘el exterminio de los comunistas’ fue heroico, y que se debe controlar a las familias de las víctimas por deslealtad. Esta historia oficial, en efecto, legitima la violencia contra todo un segmento de la sociedad”. Oppenheimer dice que Indonesia no ha censurado el segundo documental de Oppenheimer sobre la masacre, The Look of Silence [Cómo se ve el silencio], pero los grupos paramilitares han amenazado con atacar a todo lugar que lo exhiba.
Antes y en el 50o Aniversario se ha producido un aumento de la represión del gobierno contra cualquier intento de recordar, discutir, analizar o condenar esta masacre:
El Festival de Lectores y Escritores de Ubud de este año en la ciudad indonesia de Bali iba a incluir mesas redondas, presentaciones de libros, proyecciones de películas y exposiciones de fotografía para conmemorar el 50o aniversario de la masacre. Pero unos pocos días antes de la reunión, a la que asistieron 30.000 personas, las autoridades locales ordenaron que los organizadores cancelaran estos eventos. Otros eventos programados para tratar la masacre se han enfrentado a la censura y el gobierno ha llevado a cabo una amplia campaña para suprimir toda actividad que tenga que ver con la masacre de 1965.
Detuvieron y deportaron a un indonesio de 77 años de edad que tiene pasaporte sueco, y según se informa lo pusieron en la lista negra lo que quiere decir que no puede regresar a Indonesia, por visitar una fosa común donde su padre fue enterrado después de la masacre. En la provincia central de Java, la policía confiscó y destruyó 500 ejemplares de una revista universitaria que contó con un informe sobre la masacre 1965. Activistas de derechos humanos informaron que las autoridades amenazaron con expulsar a los estudiantes responsables del informe.
Según el Instituto para la Investigación y Promoción de Políticas, un grupo que defiende los derechos en la ciudad capital de Yakarta, el pasado año ha presenciado por lo menos 27 casos de represión y censura en relación con la masacre de 1965 que incluyen intimidación, amenazas y prohibiciones oficiales por parte de la policía, las fuerzas armadas y los organismos gubernamentales. En la ciudad de Java, los militares incluso confiscaron juguetes de vendedores que llevaban símbolos “comunistas”. [“At a Bali Festival, Indonesia Enforces a Silence About Its Bloody Past,” New York Times, 6/11/15]
Un grupo de 136 personas, entre ellas escritores y académicos indonesios y extranjeros prominentes, han emitido una declaración que condena la represión actual y exige que el gobierno “garantice la seguridad de los que desean y hacen planes para discutir, revisar e investigar la tragedia de 1965, de todo tipo de censura, intimidación y terror”.
El siguiente artículo sobre el papel de Estados Unidos en la masacre de 1965 en Indonesia se publicó originalmente en 2001. Incluye puntos acerca de un documento del Departamento de Estado que acababa de salir, con nuevas revelaciones sobre la implicación de Estados Unidos que previamente había sido negada.
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"Están masacrando a miles de comunistas, sus partidarios y familias. Según informes, unidades del ejército han interrogado y ejecutado a miles de comunistas en parajes muy apartados... La matanza ha creado un grave problema de salubridad en Java Oriental y el norte de Sumatra, donde el aire húmedo huele a muerte. Los que viajan a esas zonas hablan de ríos y quebradas atascados de cadáveres".
Revista Time, 17 de diciembre de 1965
Jamás se sabrá cuántos murieron en el golpe del dictador Suharto en Indonesia en 1965/66. En 1966, el departamento de Estado yanqui dio la cifra de 300.000 personas. A mediados de los 70, el gobierno de Indonesia habló de 450.000 a 500.000 muertos y en 1976, el jefe de seguridad de Indonesia, el almirante Sudomo, aseguró que eran 500.000. Según Amnistía Internacional, una fuente calculó los muertos en 700.000 y otra habló de "mucho más de un millón".
En 1990, un aldeano del norte de Sumatra recordó: "Por seis meses nadie comía pescado del río porque se encontraban dedos dentro de los peces".
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Militantes del ala juvenil del Partido Comunista de Indonesia rumbo a prisión en Yakarta, 30 de octubre de 1965. Foto: AP
Los pueblos del mundo jamás olvidarán ni perdonarán este horrible crimen; pero el gobierno estadounidense sigue empeñado en lavarse las manos y tapar la masacre Made in USA.
En julio del presente mandó retirar de las bibliotecas y librerías el tomo (de más de 800 páginas) Foreign Relations of the United States, 1964-1968: Vol. 26-Indonesia; Malaysia-Singapore; Philippines (Relaciones exteriores de Estados Unidos, 1964-1968: tomo 26: Indonesia, Malasia/Singapur, Filipinas), que tiene información sobre la ayuda económica y militar al ejército de Indonesia y las listas negras que le proporcionó durante la matanza de comunistas y otros militantes en 1965/66.
El tomo, publicado por el departamento de Estado, documenta la historia oficial de la política exterior del período y es parte de una colección de "documentos históricos de las importantes decisiones y actividades diplomáticas de la política exterior del país" que se acostumbra publicar a los 30 años de los hechos.
Cabe mencionar que la CIA postergó la publicación del tomo sobre Grecia, Turquía y Chipre de 1964-1968. (Probablemente este tiene información sobre el respaldo yanqui a la junta reaccionaria que tomó el poder en Grecia en 1967). Y en 1990, borró del tomo sobre Irán toda referencia al golpe para poner al sha en el poder en 1953.
Pero el plan de retirar el tomo sobre Indonesia no dio resultados. Por un lado, los Archivos de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington lo publicaron en la internet (www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB52/). Además, los esfuerzos de retirar el tomo despertaron mayor interés. Varios profesores de la Universidad de California en Berkeley instaron a los bibliotecarios de la universidad a desafiar la orden de retirarlo.
Y en agosto, el departamento de Estado se echó para atrás: aprobó el tomo... y negó que trató de prohibirlo.
Autorevelaciones
Desde luego, el nuevo tomo del departamento de Estado sobre Indonesia no documenta todas las actividades de contrainsurgencia relacionadas con el golpe de 1965 ni mu cho menos, pero pone al descubierto algunas.
El blanco del golpe fue el gobierno de coalición encabezado por Sukarno, en el cual el Partido Comunista de Indonesia (PCI) desempeñaba un papel importante. Ese gobierno no luchaba por zafar a Indonesia de las garras del imperialismo, pero tomó medidas a favor de la burguesía nacional.
El libro documenta las comunicaciones de 1965 y 1966 entre la embajada yanqui en Yakarta y el departamento de Estado sobre el arresto y ejecución de los líderes del PCI. El 10 de agosto de 1966, el embajador Marshall Green mandó un memorando al departamento de Estado para informar que le dio una versión "saneada" [sin referencia a la fuente, es decir, él mismo] de las listas de militantes del PCI al gobierno de Indonesia en diciembre de 1965, que "aparentemente ha sido de gran utilidad a las autoridades de seguridad puesto que no tenían la más mínima información sobre los líderes del PCI en ese momento".
Además, documenta la ayuda económica a los escuadrones de la muerte llamados Kap-Gestapu. El 2 de diciembre de 1965, el embajador le mandó un memorando al secretario de Estado adjunto Bundy para confirmar que le dieron 50 millones de rupias a un líder de los escuadrones de la muerte:
"Por medio del presente confirmo que le proporcionamos a Malik los 50 millones de rupias que pidió para las actividades del movimiento Kap-Gestapu... Hasta la fecha, dichas actividades han sido un factor importante del programa del ejército y todo indica que han dado muy buenos resultados. Ese grupo de acción civil iniciado por el ejército sigue realizando acciones represivas contra el PCI, especialmente en la región central de Java... El riesgo de detección de nuestro apoyo en este caso ahora o en el futuro es el mínimo que podemos esperar de un operativo secreto de esta índole".
Baño de sangre Made in USA
En ese momento, Estados Unidos estaba muy preocupado por sus intereses estratégicos en el sudeste de Asia: le iba de mal en peor en la guerra de Vietnam, la China maoísta tenía mucha influencia en la región y el mundo, y en Indonesia existía una fuerte corriente antiimperialista. Por todas esas razones, Estados Unidos quería un gobierno más confiable que respondiera a sus intereses.
En vísperas del golpe en Indonesia, el presidente Lyndon Johnson dijo: "Mucho está en juego. La mayoría de los países de Asia no podrán, por sí solos, oponer resistencia al poderío y grandes ambiciones del comunismo asiático. El poder de Estados Unidos es un escudo sumamente necesario".
Guy Pauker, un experto de la corporación RAND (un instituto de investigación del gobierno) que también trabajaba para la CIA, recomendó dar ayuda económica y militar al ejército de Indonesia para que "triunfara en la competencia con el comunismo". Dudó que los líderes indonesios fueran a hacer "lo necesario" para combatir la "amenaza comunista". En un memorando de 1964 señaló: "Probablemente no tienen la crueldad que hizo posible que los nazis reprimieran al Partido Comunista de Alemania". Opinó que era necesario contar con los militares y fortalecerlos, y recomendó respaldar a Suharto.
En 1965, Washington había entrenado a 4000 militares indonesios. La CIA tenía redes de agentes y soplones en los sindicatos, donde el PCI tenía mucha influencia. Las trasnacionales petroleras de Estados Unidos y Japón dieron ayuda a Pertamina, la compañía petrolera del ejército indonesio, y eso fortaleció a las fuerzas militares.
El ejército indonesio, dirigido por generales entrenados en Estados Unidos, jugó un papel central en las masacres: mató a muchos militantes, y dio camiones y armas a los paramilitares y escuadrones de la muerte, además de fomentar una histeria anticomunista que espoleó las masacres.
Según el New York Times, el gobierno de Johnson estaba "muy contento por las noticias que llegaron de Indonesia" y los funcionarios del gobierno comentaron extraoficialmente que "se alegraban de que todo salió como esperaban". El secretario de Estado, Dean Rusk, mandó un telegrama a la embajada en Yakarta: Hay que seguir "la campaña contra los comunistas", dijo, porque el ejército "es la única fuerza que podrá crear orden en Indonesia". El embajador le hizo saber a Suharto y sus generales que "el gobierno estadounidense está básicamente de acuerdo y admira lo que hace el ejército".
La lista negra de Estados Unidos, sus mentiras al respecto
En 1990, Kathy Kadane escribió un artículo que salió en el South Carolina Herald Journal, el San Francisco Examiner y el Boston Globe; documentó que la embajada le dio una lista de líderes y militantes del PCI a los militares indonesios. Kadane entrevistó a ex diplomáticos y oficiales de la CIA, que constaron que la embajada proporcionó una lista muy completa (de 5000 nombres) al ejército indonesio. En ella figuraban los líderes del PCI de los comités provinciales, metropolitanos y locales, y los líderes de las organizaciones de masas, como la federación nacional de trabajo y organizaciones de mujeres y jóvenes.
El encargado de asuntos políticos de la embajada, Robert J. Martens, quien elaboró y entregó la lista a los militares, le dijo a Kadane: "Fue una gran ayuda para el ejército. Seguramente mataron a mucha gente y no cabe duda de que yo tengo las manos manchadas de sangre, pero a fin de cuentas, eso no es del todo malo. En el momento decisivo toca dar un golpe contundente".
Altos funcionarios de la embajada estadounidense aprobaron la divulgación de la lista, que es un desglose detallado de los meros meros de la dirección del PKI, con los nombres de integrantes de comités locales, municipales y provinciales del PKI y de líderes de organizaciones de masas tales como la federación nacional del trabajo y grupos de la mujer y la juventud del PKI. Los funcionarios de la embajada llevaron una detallada cuenta de la posterior destrucción de la organización del PKI. Usaron la lista de Martens como guía, tachando los nombres de los líderes capturados y asesinados del PKI y registrando el progresivo desmantelamiento del aparato del partido. Establecieron centros de detención para el encierro de aquellos que no ejecutaron inmediatamente. El jefe adjunto de la CIA en Yakarta dijo que para fines de enero de 1966, los nombres tachados ya eran tantos que los analistas de la CIA en Washington, D.C., concluyeron que la dirección del PCI estaba diezmada.
El ex director de la CIA (y director de la división del Lejano Oriente en 1965) William Colby señaló que hacer listas de militantes y líderes de los movimientos de liberación es una pieza clave de la estrategia de la CIA. Comentó que las tácticas usadas en Indonesia se parecían al programa Fénix, por medio del cual la CIA y el gobierno de Vietnam del Sur asesinaron a militantes y partidarios del Frente de Liberación Nacional. El programa se inició en 1967 y, según fuentes del departamento de Estado, en los primeros dos años y medio del gobierno de Richard Nixon secuestró y asesinó a un total de 36.000 civiles. Colby señaló: "Identificamos el aparato local a fin de, ...pues, de hacerlos rendirse o capturarlos o matarlos".
En 1962, cuando lo nombraron director de la división del Lejano Oriente, la CIA no tenía una lista completa de los militantes del PCI. Dijo que eso "se pudiera haber criticado como una gran deficiencia del sistema de inteligencia" y que era necesario para "planear operativos", pues sin esa información, uno "lucha a ciegas".
A pesar de las pruebas contundentes de Kadane, la CIA lo ha negado todo. El vocero Mark Mansfield dijo: "Es totalmente falso que la CIA ayudara a preparar o distribuyera una lista negra de militantes del PCI para buscarlos y matarlos. Simplemente no ocurrió". Marshall Green, ex embajador en Indonesia, le dijo al New York Times que el reportaje de Kadane era "basura".
Sin embargo, ahora resulta que en la historia oficial del departamento de Estado se admite que los yanquis les dieron asesores militares, respaldo político, ayuda económica... ¡y la lista negra! a los carniceros de Suharto.
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