“La primera vez que leí esta cita de BA, lloré”

Militante del Club Revolución responde a Bob Avakian sobre la liberación de la mujer

6 de enero de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

He tenido una doble reacción al compendio ¡Romper TODAS las cadenas! Bob Avakian sobre la emancipación de la mujer y la revolución comunista: 1. visceral, iré más al grano después de esta oración, y 2. entender su importancia para desencadenar a la mujer y todos los demás en torno a “la cuestión de la mujer” para hacer una verdadera revolución, una por la que valga la pena luchar, una emancipación CABAL, (número 2, exhortó que se dé esto como regalo “a ‘toda feminista’ y a todos los demás”.)

Como prometí, para elaborar sobre el 1, la primera vez que leí esa cita de BA en el compendio ¡Romper TODAS las cadenas!, lloré:

Hace poco oí una estadística asombrosa: en Estados Unidos una de cada cuatro mujeres será víctima de un ataque sexual durante su vida. ¡Una de cada cuatro!, y se prevé que la cifra aumentará a una de cada tres. Nada más con eso, incluso si esta “civilización” no produjera ninguno más de la lista aparentemente infinita de ultrajes y monstruosos crímenes que produce — hasta la guerra mundial; aun si lo que representa esa cifra fuera lo único podrido de este sistema, con eso bastaría para alzarse contra él y no cesar hasta derrocarlo y poner en su lugar algo mejor. (“Provocaciones”, Obrero Revolucionario #228, 28 de octubre de 1983)

Cuándo leo esta cita a otros, o ahora mismo mientras escribo, me salen lágrimas. Las palabras “con eso bastaría para alzarse contra él y no cesar hasta derrocarlo y poner en su lugar algo mejor”, son las palabras que me hacen llorar. Me asombra leer, procesar y escuchar que la violencia contra la mujer ES MOTIVO SUFICIENTE para hacer una revolución. Jamás he escuchado algo así, algo tan poderoso, algo que dé validez a lo que la mujer ha vivido. Algo que denuncie los horrores que la mujer, aquí y en el resto del mundo, ha tenido que vivir, porque eso es lo que es. No es un tema secundario. Nos son quejas de mujeres. No es algo pequeño o insignificante. Es un horror contra el cual vale la pena luchar, y hacer un gran sacrificio para erradicarlo. No es algo para mitigar. No es algo para mantener en un lugar seguro. Sino que eliminarlo de una vez por todas.

Me baña una ola de emociones. Recuerdo la niñez. Recuerdo a los hombres que adoraba y amaba y que me violaron. Que te valoran parte por parte. Que no te ven como persona sino como niña y después mujer. Te vuelves para ellos igual que las mismas mujeres que ven en la pornografía, igual a las que piropean y silban. Odias tu propio cuerpo. Tienes asco. Tienes vergüenza. No le puedes dar un nombre. Poner en ninguna categoría salvo el dolor. Lo cargas a diario; a veces está más presente que otras. Recuerdo todas las veces que me han hostigado en la calle. Un constante recordatorio de quién eres. Un pedazo de carne. Algo para usar.

Stop the War on Women!

Me imagino a una mujer, como si fuera una esclava en una subasta, siendo asesorada por cuánto excita sexualmente a los hombres, que si puede o no reproducir. Me imagino a una joven etíope secuestrada y violada. Me imagino a la mujer en Harlem que violaron los policías. Me imagino a las mujeres presas dando a luz esposadas, tal vez de un embarazo no deseado porque fuera violada por un guardia de correcciones. Me imagino las mujeres en México trabajando en maquiladoras, fábricas estadounidenses, desaparecidas, secuestradas y violadas, cuyos huesos se hallan después. Me imagino a las mujeres en aldeas del Oriente Medio a las que apedrean hasta la muerte por la sábana sin sangre que se usa para afirmar que no son vírgenes. Yo soy ellas y ellas son yo. Nos estamos asfixiando. No podemos respirar. Somos, como ha dicho un/una camarada, plantas creciendo debajo de una roca.

Imagínense que se desencadene a la mujer para ser parte de una revolución para acabar con la ira, la frustración, la vergüenza, la degradación, la humillación, el maltrato, el auto-odio de la mujer aquí y por todo el mundo. Imagínense que las mujeres luchen no sólo por su emancipación sino por la emancipación de la humanidad. Imagínense un mundo sin el constante temor a la violación. En el cual las mujeres no restrinjan sus acciones por temor a ser agredida. Imagínense que se considere a la mujer como un ser humano, a las niñas como contribuidores a la sociedad, y no como objetos para comprar y vender. Imagínense que la mujer no tuviera que mudarse constantemente para no tener que abordar con su opresión porque le causa mucho dolor. ¡Imagínense que la mujer no tuviera nunca más que ahogarse con su ira!

Bob Avakian ha sintetizado la experiencia de la mujer en unas pocas oraciones. Son pesadas y ligeras al mismo tiempo. Lo que quiero decir con eso es que si bien son fáciles de leer, conllevan las experiencias más duras de todo un sector de la sociedad de tal manera que tienen un fuerte impacto. Al leer el compendio siento que me escribe a mí. A la vez pienso en lo ridículo que es pensar que sólo una mujer tenga acceso a la verdad sobre la opresión de la mujer y de cómo acabar con la misma. Bob Avakian no es sólo un hombre, es un comunista revolucionario que aplica un método y enfoque científicos a la realidad con el fin de transformarla. ¡Cómo y por qué hay que desencadenar a la mujer para hacer una revolución y bregar sobre la “cuestión de la mujer” para hacer una revolución cabal! Él explica los orígenes de la opresión de la mujer. De veras lo aborda: diciendo con osadía la verdad sobre el papel social de la mujer, y sobre por qué y cómo hay que combatir a esta cultura repugnante, y deshacernos de ella. Su enfoque ve debajo de la superficie y va al meollo de lo que va a ser necesario para emancipar plenamente a la mujer, y cómo y por qué. Y es emocionante.  Carajo que es muy emocionante saber que alguien ha hecho ese trabajo y saber que sí hay una solución a los horrores de sistema.

Les suplico a todos, especialmente a la luz de los ataques contra el derecho de la mujer al aborto, que lean y estudien a fondo Romper TODAS las cadenas. Para citar una de mis favoritas:

No se pueden romper todas las cadenas menos una. No se puede decir que uno quiere eliminar la explotación y la opresión, pero quiere que persista la opresión de la mujer por el hombre. No se puede decir que uno quiere liberar a la humanidad, pero mantener a una mitad esclavizada por la otra. La opresión de la mujer está íntimamente ligada a la división de la sociedad en amos y esclavos, explotadores y explotados, y acabar con todo esto es imposible sin liberar completamente a la mujer. Por eso la mujer desempeñará un enorme papel en el proceso de hacer la revolución y garantizar que esta no pare a medias. Es posible e imprescindible desencadenar plenamente la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución proletaria. (Lo BAsico 3:22)

 

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