El asesinato policial de Tamir Rice
Una "tormenta perfecta"… de violencia supremacista blanca y justificaciones racistas
15 de enero de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Tamir Rice era un niño de 12 años abatido a tiros por la policía de Cleveland, Ohio mientras jugaba en un parque el 22 de noviembre de 2014.
El 28 de diciembre, el fiscal del condado de Cuyahoga, Timothy McGinty, anunció la decisión de su gran jurado de que no se les acusaría a los policías Timothy Loehmann y Frank Garmback del asesinato de Tamir Rice, de 12 años de edad, del 22 de noviembre del 2014. McGinty dijo que el que esos dos policías hayan disparado a ese niño no armado, inocente e indefenso constituye una acción policial “razonable”.
Los gran jurados son un instrumento de la fiscalía. Entre otras cosas, sirven de encubrimiento político cuando los fiscales quieren hacer algo controvertido: “No fui yo, lo hizo el ‘gran jurado”. En círculos judiciales hay un dicho antiguo que dice: “Si quisiera, un fiscal podría convencer a un gran jurado de condenar a una torta de jamón”.
Pero en este caso, el fiscal McGinty NO quería de ninguna manera que se les acuse a esos perros, los policías. A pesar de un video que muestra patentemente el asesinato, el fiscal trabajó por más de un año para exonerar a los policías, y hasta contrató a “expertos” falsos, de hecho lacayos pro-policía, uno de los cuales incluso fue criticado públicamente por el Departamento de Justicia por haber tergiversado los hechos y representado mal la ley a fin de defender el tiroteo policial en otro caso muy sonado. (Ver “¡DENUNCIADOS! los ‘informes de los expertos’ de la fiscalía” en revcom.us para más sobre esto). Cuando McGinty se vio obligado a permitir testimonio ante el gran jurado de expertos que refutaron sus porquerías, ¡uno de sus fiscales asistentes se sentó en una de las sillas del gran jurado y ahí se quedó riéndose y burlándose mientras daban testimonio!
“Una tormenta perfecta”
Para justificar esta indignante decisión, McGinty dijo que la muerte de Tamir fue el resultado de “...una tormenta perfecta que incluyó error humano, equivocaciones y mala comunicación...”.
NO. La muerte de Tamir se debió a una “tormenta perfecta” de la violencia supremacista blanca sobre la cual se edificó este país y que lo ha empapado en sangre desde que los tiempos cuando secuestraban a millones de africanos para esclavizarlos y torturarlos y asesinarlos, para acumular la base de la riqueza y el poder de Estados Unidos, hasta el más reciente asesinato policial en Chicago... en Los Ángeles... en cientos de ciudades grandes y pequeñas por todo este imperio de robo y matanza que se llama Estados Unidos de América.
Fue una “tormenta perfecta” de un punto de vista racista que, como “condición base”, percibe a toda persona negra como “peligrosa”, y que considera el peso de cada vida negra como nulo en comparación con la preservación del status quo de desigualdad y injusticia... de forjar y desencadenar a la policía que se porta como un ejército de ocupación en las comunidades de los oprimidos, y que se contenta con contratar a dementes perros rabiosos como Timothy Loehmann para patrullar esas comunidades... del genocidio lento que cada vez más ve a las personas no solo como cuerpos para explotar, sino como “un problema” que hay que eliminar.
Con respecto a la “mala comunicación” — McGinty, el gran jurado, y la prensa que por lo general ha reportado debidamente como si esta injusticia fuera “la justicia”, comunican su mensaje claramente, al pueblo así como a los 1,1 millón de agentes policiales de Estados Unidos, y a los “civiles” racistas armados como George Zimmerman, quien mató a Trayvon Martin de 17 años en febrero del 2012. El mensaje es: Es perfectamente “razonable” “disparar primero y averiguar después” cuando se trata de gente negra, aunque sean niños, en vez de correr el riesgo más mínimo de que uno de los secuaces del sistema, o cualquier persona blanca, resulte lesionado, o que siquiera “le falten respecto”… y punto.
Una cronología de un asesinato racista
¿Es una exageración decir eso? Repasemos la ejecución de Tamir Rice desde el principio para ver.
La llamada: Alrededor de las 3 pm, un hombre llamó al 911 para decir que alguien, “probablemente un menor de edad” estaba apuntando una pistola que es “probablemente falsa” a las personas en el parque.
Un momento — si se ve el video de Tamir antes de que llegaran los policías, es completamente obvio que se trata de un niño jugando. Tamir está caminando de un lado al otro, a veces apunta la pistola a veces la tiene a un lado, a veces lanza bolas de nieve, obviamente está en su propio mundo. Si Tamir fuera blanco, eso es exactamente lo que cualquiera hubiera concluido, un niño jugando. Pero en una sociedad en la que a diario se pinta a los jóvenes negros como criminales que se merecen que les disparen con choques de Taser, que se los espose, que se los tumbe al piso en un aula —aunque solo tenga 6 años de edad— este observador, aunque sí vio que Tamir probablemente era un niño, lo consideró una “emergencia”.
La transmisión policial por radio: A las 3:26 pm, la despachadora policial pidió a las patrullas a responder al informe una persona con pistola. La descripción dada era vaga, en esencia: “el sujeto es un varón negro”, y omitió que probablemente se trataba de un niño y que probablemente la pistola era de juguete. Garmback y Loehmann estuvieron entre los primeros policías que respondieron, y por su respuesta parecía que tenían muchas ganas de ser los primeros en llegar.
Según McGinty y otros que defienden a la policía, la omisión de información en la transmisión radial jugó un papel importante en que dispararan a Tamir. Sin embargo, no hay ningún indicio de que a esta despachadora le han despedido, disciplinado, ni siquiera amonestado durante los 13 meses desde que esto sucedió. ¡Aparentemente, para las autoridades un grave incumplimiento en el protocolo de los despachadores que resulta en la muerte de un niño negro es un simple “ay”!
El acercamiento: Garmback manejó la radiopatrulla por el césped del parque. Pueden ver a Tamir al otro lado del parque sentado en una mesa debajo de una glorieta. Es importante señalar que ni siquiera sabían si Tamir era la persona a la que se refería la llamada al 911, especialmente porque ya no se encontraba en el campo de juego donde la persona que había llamado al 911 dijo que estaba. Lo estaban observando desde lejos y la descripción que tenían era vaga. No se podía ver ningún arma (ahora sabemos que Tamir tenía una pistola de balines en el cinturón todo el tiempo que los policías estuvieron en la escena). Nadie más estaba cerca, y no había ningún “incidente” — o sea que aún si Tamir tuviera una verdadera pistola, no había nadie más que estuviera en peligro.
Así que básicamente, lo único que los policías sabían era que Tamir era una persona negra que estaba solo, no haciendo nada malo, cerca de donde les habían dicho que hace un tiempo podría haber una persona negra con una pistola.
Sin saber casi nada sobre la situación, los policías pudieron, sin ningún riesgo a ellos o a otros, acercarse lentamente, y desde una distancia segura le pudieron haber cuestionado a Tamir — lo cual, de hecho, es el protocolo policial oficial para situaciones como esa. Si hubieran valorado en algo la vida de Tamir, eso es lo que hubieran hecho.
La balacera: Pero los policías no pausaron. Cruzaron el parque a alta velocidad en su patrulla, frenando de un patinazo. Mientras tanto, Tamir se levantó y —sin nada en las manos— empezó a caminar hacia ellos con aire despreocupado. Al acercarse, Loehmann desenfunda la pistola y antes de que la radiopatrulla parara completamente se bajó súbitamente y dentro de 1,7 segundos disparó dos veces, hiriendo mortalmente a Tamir.
Eso deja en claro que la decisión de dispararle a Tamir la tomaron cuando la radiopatrulla se acercaba y antes de que de ningún modo pudieran determinar quién era o que pasaba, si algo pasaba, salvo el hecho de que se trataba de una persona negra. Aun si fuera cierto, como afirman los policías, que los dos gritaban “muestra las manos” (desde la radiopatrulla, que estaba en movimiento con las ventanas cerradas), eso no cambiará nada ya que Tamir no los pudo haber escuchado, y en todo caso Tamir nunca hizo nada que representaba una amenaza.
Al principio los policías dijeron que Tamir sacó su “pistola” y que abrieron fuego en respuesta. Pero cuando salió el video cambiaron su versión para decir que llevaba la mano hacia la cintura, y después levantó la mano. Algunos expertos han propuesto razonablemente que este movimiento del brazo sucedió después de que Tamir fue disparado y que fue una reacción a los disparos.
Pero aun si se acepta la versión de los policías, ¿qué nos dice el hecho de que el movimiento de una mano vacía, arriba, abajo o a un lado, es válida razón para matar? Dice precisamente lo que decimos aquí, que esta balacera refleja el punto de vista de que es “razonable” que cualquier policía racista ejecute a cualquier persona negra que evoque el más mínimo miedo en la mente del policía.
(Debemos señalar que con frecuencia se dice —en informes policiales, en los llamados informes “expertos” que la fiscalía dio al gran jurado y a la prensa, y en fuentes prominentes como Good Morning America y el Wall Street Journal— que Tamir “sostenía” o “apuntaba” la pistola, a pesar de que hace tiempo el video desmintió eso.)
Los policías también afirman que no sabían que Tamir era un niño porque la transmisión radial no comunicó esa información, y porque, a pesar de que solo era 170 cm de estatura, pesaba 88 kg. (En un informe típico pro policía de CNN, este joven aterrador “creció” hasta tener 6 pies de estatura, o 183 cm.)
Lo primero que tenemos que decir es que estaban en un parque, al lado de un lote de recreo, pegado a un centro de jóvenes, en un área donde la mayoría ahí son niños. Por tanto les correspondía a ellos asegurarse de que Tamir no era un niño antes de matarlo. Con respecto a su peso, eso también es una bola de mentiras racistas. Todo mundo conoce a adolescentes que son grandes para su edad. Una manera de saber si son niños es mirarles la cara y cómo se comportan, y no solo fijarse en la estatura. Pero para hacer eso a uno le tiene que importar si se trata de un niño o no, y a los policías obviamente no les importó.
Lo que vino después: Y si todavía hay dudas que la deshumanización racista reinó ese día, consideren cómo esos policías reaccionaron después de dispararle a Tamir, cuando estaba dolido en el piso, desangrándose, muriéndose en la acera. No le ofrecieron primeros auxilios ni lo consolaron. Cuando la hermana de Tamir de 14 años corrió hacia él, los policías la tumbaron y la esposaron, y la metieron en el asiento de atrás de la radiopatrulla a poca distancia de donde agonizaba su hermano. Cuando llegó su mamá y se alteró al saber que su hijo fue baleado, la amenazaron con arrestarla. Le trataron a Tamir y a su familia como si fueran bestias salvajes que tenían que domar y no como seres humanos.
Comunicación: Una vez más el sistema le ha comunicado al pueblo, sin pelos en la lengua, que está comprometido a seguir desatando a policías asesinos contra las personas negras, latinas y otros de color para preservar todo su aparato opresivo y que en el 99% de los casos los policías serán protegidos por más repugnante que sean sus crímenes. Nosotros debemos realmente “oír” ese mensaje y no dejarnos engañar ni por las lágrimas de cocodrilo ni por las promesas de “reformas”, y debemos responder como corresponde, con la más poderosa resistencia posible contra estos asesinos, y con urgentes preparativos revolucionarios para acelerar el momento, y aprovechárselo cuando surja, en que se pueda acabar con este cruel sistema de una vez por todas.
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