Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Turquía: Hay que detener al "asesino Erdogan" y a su sanguinario Estado
3 de febrero de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
12 de octubre de 2015. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Al menos 97 personas fueron asesinadas el 10 de octubre de 2015 en un ataque con bombas a una manifestación política contra la negativa del presidente Recep Tayyip Erdogan a reabrir las conversaciones de paz con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y contra la represión a la oposición. De inmediato Erdogan calificó la masacre como un “crimen atroz contra la unidad de nuestro país”. Desde el primer momento su gobierno usó las explosiones para fortalecer más su régimen y el Estado como la única forma de mantener unido al país ante el sangriento caos.
Lugar de la explosión, Ankara, Turquía, 10 de octubre de 2015. Fotos: AP
La manifestación en Ankara, la capital del país, la organizaron una coalición de izquierda y otras organizaciones dirigidas por el Partido Democrático del Pueblo (HDP) como parte de su campaña para las elecciones parlamentarias del 1º de noviembre de 2015. Cuando un gran gentío se concentraba frente a la principal estación ferroviaria, dos bombas llenas de perdigones explotaron, una tras otra, a unos 50 metros entre sí. Posteriormente los testigos dijeron que contrario a los procedimientos “normales” de la policía en Turquía, no había fuerzas de seguridad y no catearon a nadie para entrar al área de la concentración. Poco después la policía intervino, atacando a la gente que cargaba a los heridos, disparando sus armas al aire y lanzando balas de goma, gas lacrimógeno y granadas de aturdimiento. Las ambulancias llegaron más de 30 minutos después, cientos quedaron heridos, muchos de gravedad. HDP dice que el número de víctimas es de 128.
Al día siguiente la policía turca detuvo brutalmente a gente del HDP y otros activistas y familiares de las víctimas que querían poner flores en el lugar de la masacre, y de nuevo gasearon y atacaron a gente que aún lloraba la terrible pérdida. Esa tarde, en las marchas de Ankara, Estambul, Diyarbakir (Kurdistán turco) Francia, Alemania, y Suiza, la gente coreaba “Erdogan asesino, policía asesina, Estado asesino”.
Estudiantes de la Universidad de Ankara en un plantón el 13 de octubre de 2015; los letreros llevan los nombres de las víctimas de las explosiones.
Inicialmente el primer ministro Ahmet Davutoglu anunció que el Estado Islámico (EI) [también conocido como ISIS o Daesh], el Partido-Frente Revolucionario de Liberación Popular (DHKP-C) y el mismo PKK eran sospechosos del ataque. Puede que se vea como un chiste malo y estúpido, especialmente porque el régimen ha identificado al HDP con el PKK. Pero la implicación más grave era que el movimiento kurdo había matado a sus propios partidarios y simpatizantes para dividir a Turquía.
Días después el régimen anunció que enfocaba su investigación en el EI e inició una cacería de sospechosos de ser miembros de éste. Pero en las horas posteriores al bombardeo, aprovechó la situación y lanzó ataques aéreos contra las posiciones del PKK. Haciendo un reajuste a su posición anterior de dar una respuesta armada a la negativa del régimen a negociar, el PKK ordenó a sus combatientes que por el momento cesaran los enfrentamientos y volvieran a sus campamentos.
La masacre de Ankara tuvo lugar en un ambiente de creciente polarización preelectoral. La entrada del HDP al parlamento el pasado junio le negó la mayoría parlamentaria al Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan, quitándole los votos de antiguos partidarios del AKP. Erdogan se vio incapaz de reunir una mayoría parlamentaria que respaldara sus propuestas de enmiendas constitucionales que permitieran impulsar el programa islamista del AKP y fortalecer la unidad del Estado. La falta de una mayoría pro-gobierno hizo que fuera necesario celebrar nuevas elecciones.
Independientemente del papel que haya tenido el AKP en la masacre de Ankara, lo cierto es que la determinación de Erdogan de hacer que él y el régimen sean la única alternativa al sangriento caos fue en sí un importante factor en causarla. El AKP ha hecho todo lo posible por atizar el tradicional chovinismo turco (anti-kurdo) y el islamismo. Erdogan busca debilitar política y militarmente al PKK y al movimiento kurdo para forzarlos a volver más al redil del sistema político existente.
Al describir esta situación como un conflicto entre una corrupta dictadura personal y la democracia liberal, el HDP y otros partidos de izquierda se equivocan gravemente sobre la necesidad que impulsa a la clase dominante turca y a su Estado. Una de las contradicciones más agudas es entre la creciente obsesión del AKP por islamizar Turquía y apoyar a las fuerzas islamistas en Siria en un intento por convertirse en líderes del mundo islámico (cuando menos sunita), por una parte, y por la otra el hecho de que el islamismo se ha convertido en un gran problema para Estados Unidos y el actual orden mundial imperialista. Esto ha llevado a Estados Unidos, que nunca será ni ha sido amigo de los kurdos ni de ningún otro pueblo oprimido, a aliarse con el Partido de la Unión Democrática (PYD), afiliado sirio del PKK, para combatir a EI.
A principios de 2012, a Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, le hizo una entrevista a fondo en el transcurso de varios días A. Brooks, un revolucionario de la nueva generación, quien se ha inspirado por la dirección y la obra de Bob Avakian y la nueva síntesis del comunismo que éstas han desarrollado.
A Estados Unidos le incomoda el régimen de Erdogan y a la vez, por ahora, tiene que aceptarlo. La repentina escalada de la contienda de Estados Unidos y Rusia en Siria lo hecho más claro. Mientras los voceros del presidente Barack Obama le recriminan a Rusia no atacar lo suficiente al EI, Washington no se queja mucho públicamente de la política de Erdogan de concentrar los ataques de su régimen en el PKK. Si luego de esta masacre Erdogan puede convencer lo suficiente a la clase dominante y al pueblo de Turquía de que no existe alternativa viable a su gobierno, quizá piense que puede seguir haciendo su doble juego con Estados Unidos.
El HDP le ha hecho un llamado al pueblo a responder a la masacre con votos y a seguir presionando por reformas para democratizar el Estado que como mínimo creó las condiciones para que se diera este crimen. Para dar paso a esta situación, Erdogan ha usado guerra y negociaciones de paz, elecciones y abierta represión. El régimen ya ha demostrado que el Estado puede usar su poder armado para ganar votos, mientras que el HDP ha confiado en que le permitan ayudar a unificar Turquía y obtener el respaldo de Estados Unidos para hacerlo. Estos objetivos no están a favor de los intereses del pueblo más que los métodos que usan para alcanzarlos.
La política electoral adoptada por gran parte de la oposición al régimen se basa en ilusiones sumamente peligrosas sobre la naturaleza del Estado y del sistema imperialista mundial en que está inmerso. Tales ilusiones son el ropaje necesario de un Estado reaccionario estable, especialmente cuando las acciones del AKP generan grietas en la legitimidad del Estado. Los intentos de Erdogan de usar los acontecimientos y recurrir a medidas extremas no significa que las cosas estén bajo su control. Todo lo contrario. La masacre de Ankara trae a la mente un posible colapso del Estado como ha ocurrido en Irak y Siria. Sin embargo, las mismas contradicciones podrían darle a una lucha decidida contra el régimen mucho más impacto y abrir las posibilidades para la revolución.
El régimen necesita muchísimo las ilusiones del pueblo para fortalecer su poder en un juego en el que se puede ganar o perder todo. Se podría denunciar y aprovechar esta debilidad, en vez de procurar prestarle algún ropaje “democrático” al emperador desnudo. En esta situación sumamente difícil y peligrosa, la capacidad de librar una lucha efectiva y coherente contra los crecientes crímenes del régimen depende de muchos factores, pero principalmente de entender qué es lo que en concreto está en juego.
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
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