2016… y los perros TODAVÍA están sueltos en la calle
23 de marzo de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
En 1978, Gil Scott Heron lanzó “Un poema para José Campos Torres,” un chicano de 23 años de edad asesinado por la policía de Houston en 1977. Los cerdos policías lo arrojaron en un pantano para ahogarse mientras los cerdos “bromearon” de que vamos a ver si este “mojado” puede nadar. El poema incluye esto:
Le dije que no iba a escribir más poemas como este
Le dije que no iba a escribir más palabras sobre la gente que nos da patadas cuando estamos abajo
Sobre perros racistas que nos atacan y nos conducen hacia abajo, nos arrastran hacia abajo y nos golpean
Pero los perros están sueltos en la calle
Ya es 2016... Y los perros TODAVÍA están sueltos en la calle
En Houston en marzo, los sheriffs y policías de Houston mataron a Marco Antonio Loud. Luego mataron a Peter Gaines. Pero la noche aún no había terminado. Luego dispararon a un tercer hombre que, hasta ahora, sobrevivió. Todos hombres negros que no llevaban un arma y no estaban haciendo nada mal.
En el Sur de California, la policía de seis condados ha baleado a más de 2.000 personas desde 2004. Sólo procesaron a uno de esos policías, y a ese lo absolvieron.
En Chicago, un policía asesinó a Quintonio Legier el la madrugada después de la Navidad; asesinaron a Bettie Jones cuando ella llegó para ayudar a Legrier; y luego el cerdo que lo hizo demandó a la familia por estrés mental.
¿A cuántas personas negras deben disparar y matar la policía en una noche…
Para aterrorizar a todo un pueblo,
Cómo lo hizo el Ku Klux Klan en los días de la brutal segregación del Viejo Jim Crow?
¿Cuántos hombres negros asesinados se tumbarán bajo el sol caliente del mediodía por horas, como Mike Brown? ¿A cuántos los van a doblar como un pretzel y romperles la espalda como Freddie Gray? ¿A cuántas mujeres negras, como Sandra Bland, las van a “poner en su lugar” los cerdos asesinos racistas?
¿Cámaras corporales? Con ellas puestas siguen matando. Dos policías de Los Ángeles tenían cámaras corporales cuando dispararon y mataron a Norma Angélica Guzmán, 37 años de edad, una mujer que los vecinos describieron como inofensiva. El depravado terrorista, patrocinado por el estado, que asesinó a Eric Garner en Staten Island, Nueva York sonrió y saludó a una cámara de vídeo cuando dejó a Eric tumbado, esposado y muriéndose en la acera.
Fascistas feas postulan a la presidencia. Sus mítines huelen a las turbas de linchamiento del pasado. Gritan “apoyar a la policía” como si los policías asesinos racistas fueran una especie en peligro de extinción. Y ¿qué tipo de “amiga” es Hillary Clinton, quien llama a nuestra juventud “super-depredadores” que deben ser sometidos, y quien —hasta ahora— ni siquiera puede llamarle a Donald Trump un maldito racista?
Sí que es el 2016… y los perros TODAVÍA están sueltos en la calle
Hay un hombre negro en la Casa Blanca, pero su Departamento de IN-Justicia dictaminó que el cerdo policía que irrumpió en la casa de Ramarley Graham sin orden judicial y asesinó a ese hombre no armado en su cuarto de baño no “privó conscientemente a una persona de un derecho constitucional”.
Ofrecen promesas de reformas, pero Jackie Salyers fue una mujer de 33 años de edad y madre de cuatro hijos, una persona indígena norteamericana, miembra de la tribu de Puyallup, embarazada y no armada. Había denunciado a un hombre por violencia doméstica contra ella y estaba en un coche con ese hombre cuando llegó la policía. Los cerdos asesinaron a ella. Otra persona indígena muerta en 500 años de genocidio que continúa.
¿Existe una excusa que no sea demasiado absurda, obscena o insultante que no la pueden utilizar para justificar el asesinato policial?
“Estaba a punto de sacar un arma de fuego (inexistente)”.
“Temí por mi vida (basado en la demonización racista de la gente negra)”.
“Ella parecía enojada (en una sociedad que sádicamente atormenta a la gente y los conduce a la desesperación)”.
“Hacía movimientos inusuales (abriendo la puerta y entrando en su casa)”.
“Se huyó corriendo de la policía (por miedo totalmente justificado de ser asesinado)”.
Ya nos dejaste, Gil Scott Heron, pero tu poema aún refleja la maldita verdad. Sí que los perros TODAVÍA están sueltos en la calle. Y las personas detrás de los perros todavía tienen el poder.
¿A cuántas personas más va a matar este sistema antes de que se detenga esta pesadilla para siempre?¿Por cuánto tiempo más impondrá este sistema su terror cotidiano sobre la gente negra y latina e indígena y otros de color? ¿Por cuánto tiempo más todos sus asesinatos injustos, los rápidos y los lentos?
Hasta que ya no exista ese sistema.
Los perros todavía están sueltos en la calle. Pero no tienen que estar allí para siempre. Chequee la revolución y éntrale a Bob Avakian… ¡y ahora mismo póngase de pie CONTRA esos perros en la calle!
Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución
Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.