Un mundo de refugiados, imperialismo y fronteras: Intolerable e innecesario
20 de abril de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Un centro de distribución de alimentos en el complejo del campo de refugiados Dadaab en Kenia, el más grande del mundo. Construido para 90.000 personas, ya tiene unos 330.000 refugiados, la mayoría de Somalia, devastado por la guerra. Algunos han estado allí más de 20 años. (Foto: AP/Schalk van Zuydam)
Migrantes en Idomeni chocaron con la policía cuando intentaban derribar una sección del muro en la frontera entre Grecia y Macedonia y escaparse hacia Europa, 7 de abril de 2016. (Foto: AP/Amel Emric)
Hoy en día una inundación de la humanidad —un promedio de unas 42.500 personas cada día— se ve obligada a huir para salvarse la vida de la guerra, el terror y la persecución. Este diluvio de desplazamiento ha llegado a 60 millones de personas. Se trata de una de cada 122 personas en la Tierra, más que nunca documentado incluso durante la Segunda Guerra Mundial. Millones de personas ahora intentan desesperadamente encontrar refugio en Europa, donde llegaron un millón de ellos el año pasado.
¿Qué es lo que la inmensa mayoría de estos refugiados —los 12 millones de sirios, los casi cuatro millones de afganos, unos cinco millones de iraquíes y 15 millones de personas de la África subsahariana— tiene en común? Se huyen de regiones, especialmente África, el Oriente Medio y Asia Central, dominadas durante mucho tiempo por el colonialismo y el imperialismo occidentales. ¿Por qué se huyen? Porque el imperialismo les ha hecho de la vida un infierno, tras décadas de explotación y saqueo, de respaldo a déspotas, y ahora de más de 15 años de bombas y de guerra, que han matado a millones de personas y avivado las llamas del terror yihadista islámico reaccionario, lo que ha creado sus propias pesadillas para la gente.
¿Y cuál es la respuesta de las potencias europeas (y de Estados Unidos, a su propia manera) que se han enriquecido robando y explotando estas áreas y que han creado esta pesadilla? La de cerrar la puerta con muros, alambre de púas, guardias armados y ahora deportaciones al brutal estado represivo de Turquía.
Las potencias depredadoras que recorren el globo bombeando, asesinando y explotando se quejan de que esta inundación de la humanidad “cruza nuestras fronteras ilegalmente”. ¿Pero qué tienen de sagrado sus fronteras? Nada. Reflejan y se originaron en la división de la humanidad en amos y esclavos, en clases opresoras y oprimidas. En Europa resultaron en gran parte del surgimiento del capitalismo, trazadas a través de guerras y matanzas en masa. En el mundo colonizado, la mayoría de estas fronteras fueron dibujadas por las potencias coloniales en aras de dividir el botín y mantener su control.
Todo esto es intolerable e innecesario. Clama por una revolución para dar lugar a un sistema mucho mejor cuyo objetivo final es el comunismo: un mundo sin la división de la humanidad en clases, sin las relaciones sociales opresivas, y sin las fronteras.
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