Memo "filtrado" augura peligro de agresión intensificada estadounidense
En Siria hace falta una verdadera revolución, y no un baño de sangre aún más reaccionario
29 de junio de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Si hay un país en el planeta que clama por una verdadera revolución, es Siria. En cambio, durante los últimos cinco años, este país en el epicentro del Medio Oriente ha sido desgarrado por el horror sangriento de una guerra civil reaccionaria, cortesía de los Estados Unidos, Rusia y una serie de otras potencias depredadoras e yihadistas islámicas de la edad de las tinieblas.
Edificios destruidos por un ataque aéreo estadounidense en Kfar Derian, Siria, septiembre de 2014. Foto: AP
Esta guerra territorial entre gángsteres grandes y pequeños ha resultado en la muerte y la destrucción en una escala inimaginable: entre 400.000 y 500.000 sirios han muerto. Más de uno de cada tres sirios se ha visto obligado a abandonar sus hogares. 4,5 millones de personas se han huido de Siria, la mayoría terminando en campos de refugiados sobrepoblados y asquerosos o tal vez viendo a sus niños ahogarse al tratar de cruzar el mar hacia Europa. Otros 6,5 millones se han convertido en refugiados dentro de Siria. Muchas partes de ciudades han sido pulverizadas — mercados, casas, edificios de apartamentos, hospitales reducidos a pilas de ladrillos y piedras. Sitios históricos irremplazables reducidos a escombros. Debido al derramamiento de sangre y destrucción en Siria, en comparación las escenas en la película Mad Max parecen el entretenimiento para familias.
Y ahora fuerzas poderosas de la clase dominante de Estados Unidos quieren empeorar aún más la situación... en nombre del “humanitarismo”.
El 17 de junio irrumpió abiertamente una importante disputa entre los gobernantes de Estados Unidos sobre qué hacer en Siria. Cincuenta y un funcionarios del Departamento de Estado —un número sin precedentes— firmaron una carta interna de protesta contra la política de Obama sobre Siria. La carta, filtrada a la prensa, pidió un aumento en los ataques militares estadounidenses contra el régimen sirio de Bashar al-Assad. Los autores afirmaron que Estados Unidos tiene una responsabilidad “moral” y “humanitaria” de bombardear a Assad para obligarlo a negociar el fin de la guerra civil siria bajo los términos de Estados Unidos. Argumentaron que la estrategia de Obama, centrada en bombardear y atacar el Estado Islámico, no es suficiente y que los intereses de Estados Unidos están siendo dañados, quizás gravemente. Otras figuras de la clase dominante han estado criticando a Obama a todo volumen por motivos similares desde hace algún tiempo, y varios funcionarios altos de Obama han renunciado previamente la política sobre Siria. Donald Trump y especialmente Hillary Clinton han pedido que se actúe más agresivamente contra Assad. El propio secretario de Estado de Obama, John Kerry, ha expresado acuerdo con los argumentos de los críticos.
¿Cómo —y por qué— han llegado las cosas a este punto?
Las potencias imperialistas han sido obligadas a dominar a Siria durante los últimos 100 años, desde que Gran Bretaña y Francia crearon la Siria moderna del derrumbado Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial. Siria está ubicada estratégicamente en el Medio Oriente, donde se encuentran más de la mitad de las reservas de petróleo del mundo y un cruce mundial para el comercio y el tránsito. Una sucesión de potencias imperialistas —Francia, Estados Unidos, luego la Unión Soviética capitalista-imperialista— han dominado a Siria a través de las tiranías represivas, paralizando y distorsionando el desarrollo del país y sometiendo al pueblo sirio a la opresión amarga y, a menudo, al terror crudo.
En la primavera de 2011, los rayos de esperanza perforaron las décadas de tinieblas. Decenas de miles de personas —de jóvenes de la clase media y urbanos, a agricultores, intelectuales y los sunitas sirios marginados— valientemente se levantaron contra el odiado régimen de Bashar al-Assad cuya familia había gobernado con un puño sangriento desde 1970. Este levantamiento reveló las profundas contradicciones que enturbiaban el orden opresivo en Siria y la región, y el potencial real de que las cosas se desarrollaran en una dirección aún más positiva y revolucionaria.
Pero eso habría requerido lo que hasta ahora ha faltado en Siria (al igual que en Egipto, Túnez, Libia y otros países de la región): la dirección revolucionaria con el conocimiento y enfoque científico que podría permitir que, aunque comenzara de forma pequeña, se organizara y se dirigiera a los números crecientes de personas a lo largo del complejo tumulto feroz de acontecimientos hacia una verdadera revolución destinada a arrancar de raíz el imperialismo y todas las formas de opresión, como parte de la revolución comunista en todo el mundo para emancipar a la humanidad. Este camino, y sólo este camino, es capaz de liberar al pueblo de Siria, y establecer un polo totalmente diferente en toda la región y el mundo.
Los brutales depredadores —globales, regionales y locales— hunden a Siria en un infierno profundo
En ausencia de tal tendencia revolucionaria, los acontecimientos han sido moldeados por los depredadores —globales, regionales y locales— todos operando en el contexto del choque global entre el imperialismo reaccionario y el fundamentalismo islámico reaccionario, un choque que actualmente está moldeando profunda y terriblemente el terreno militar, político e ideológico del mundo. El levantamiento de las masas de Siria se volvió bastante rápidamente en una guerra civil salvaje y reaccionaria. Dentro de un par de años, las fuerzas reaccionarias yihadistas islámicas como el Estado Islámico y Al-Nusra, con varias formas de respaldo de las potencias regionales y globales, controlaron grandes extensiones de Siria.
Refugiados sirios esperando para cruzar la frontera hacia Turquía, 15 de junio de 2014. Foto: AP
El régimen totalmente reaccionario de Assad respondió al levantamiento y lo que lo siguió con balas, bombas y crímenes de guerra. Tambaleándose hacia la derrota, el régimen persiguió a toda la gente en las zonas controladas por las fuerzas anti-régimen, incluyendo a los civiles. Mató a cientos de miles de personas y obligó a millones a huirse dejando caer bombas de barril —barriles de metal llenos de explosivos de gran potencia y a veces pedazos de metal, aceite o productos químicos— sobre zonas residenciales, y bloqueando y haciendo que pasaran hambre a ciudades enteras. Irán, Hezbolá del Líbano, y Rusia intervinieron militarmente, desesperados para asegurar la supervivencia de Assad. Irán y Hezbolá mandaron tropas a Siria y Rusia suministró las campañas de bombardeos indiscriminados.
Estados Unidos y sus aliados: Hasta el cuello en la sangre siria
Estados Unidos le echa la culpa del todo a Assad, y hace como que es un espectador benigno de buenas intenciones respecto a la pesadilla infernal en Siria. De hecho, Estados Unidos ha avivado y alimentado este baño de sangre desde el inicio. Obama y los gobernantes de Estados Unidos olieron una gran oportunidad para acabar con el régimen “problemático” de Assad y sustituirlo por uno más partidario a los objetivos de Estados Unidos e Israel. De este modo, su objetivo era reducir la influencia regional de Irán y bloquear la influencia de Rusia en el Medio Oriente. Por lo que exigieron que Assad se diera de baja y comenzaron a tratar de forjar una oposición “democrática” de varios lacayos y aspirantes a testaferro pro Estados Unidos.
Mientras tanto, los aliados de Estados Unidos como Turquía y Arabia Saudita también olían oportunidades — como la oportunidad de debilitar a su rival regional, Irán, y de aumentar su alcance regional. En general, aunque no siempre, en concierto con las acciones de Estados Unidos, canalizaron agresivamente cientos de millones de dólares y muchas armas a los sanguinarios yihadistas islámicos como Al-Nusra, el brazo de Al Qaeda en Siria. Se ha informado ampliamente que Turquía ha proporcionado al Estado Islámico apoyo logístico crítico. (Aunque Israel sostiene formalmente que es neutral en la guerra civil siria, se informa que está apoyando más activamente a las fuerzas anti Assad, entre ellas los yihadistas).
Todo esto ha desatado, envalentonado y fortalecido a los yihadistas sunitas reaccionarios anti-Assad que comenzaron a entrar en Siria en fuerza desde Irak que ha sido desgarrado y desestabilizado por la guerra estadounidense. Aspirantes a ser yihadistas de todo el mundo entraron a Siria en grande a través de Turquía. Para el 2013-2014, el Estado Islámico controló grandes zonas en Siria, Al-Nusra controló otras zonas, y otras fuerzas controlaron aún otras áreas, todos ellos luchando por fines reaccionarios. La guerra civil de Siria estaba saliéndose fuera de control de todos los combatientes, inclusive Estados Unidos.
Estados Unidos ha intentado navegar en estas aguas turbulentas por medio de debilitar a ambos lados e impedir que ninguno de los dos prevaleciera. Ha apoyado diversas fuerzas anti-Assad, incluidos los yihadistas islámicos, a menudo en colaboración encubierta con los saudíes. Por ejemplo, $ 500 millones en armas estadounidenses supuestamente destinadas al “moderado” Ejército Libre Sirio, que en este momento se utiliza básicamente como una hoja de parra para el público occidental para encubrir las transferencias de armas a los islamitas anti-Assad, terminaron en las manos de Al-Nusra (que algunos llaman ahora la oposición “moderada”).
Mientras tanto, Estados Unidos también ataca al Estado Islámico. Llevó a cabo casi 3.800 bombardeos en Siria durante los últimos dos años, y ahora tiene al menos 250 de sus propios soldados “asesores de operaciones especiales” en Siria (y en el frente). Todo esto ha alimentado y prolongado esta masacre, y no se vislumbra un final. (Es posible que el apoyo de Estados Unidos a Al-Nusra esté dirigido al debilitamiento del Estado Islámico también).
Ambos lados en el debate en el seno de la clase dominante son peores
El enfrentamiento feroz sobre Siria que se ha desatado dentro del establecimiento estadounidense no ha sido provocado por las preocupaciones morales por los cadáveres desgarrados de civiles ni las imágenes de niños ahogados. El choque ha “llegado a un punto crítico”, como lo describió sin rodeos un funcionario imperialista, porque Assad y Rusia ya no están negociando con Estados Unidos. En otras palabras, estos funcionarios se asustan porque Rusia, Irán y Assad pueden estar tomando la delantera en Siria (Assad prometió recientemente volver a apoderarse de cada metro cuadrado de Siria) e inclinando el equilibrio del poder regional en su favor. Y además, no piensan que Estados Unidos puede permanecer como la superpotencia imperialista dominante en el mundo a menos que tome acción audaz y agresiva cada vez que sus intereses o su posición percibida sean desafiados gravemente.
Obama tiene los mismos objetivos generales, pero él opina que el mayor problema del imperio en este momento es el Estado Islámico, y que se puede hacerle frente a Assad después. Y Obama se preocupa de que la capacidad de Estados Unidos para permanecer encima la pila de estiércol capitalista-imperialista sería perjudicada al estar envuelto aún más profundamente en el Medio Oriente cuando debe centrarse en rivales globales más grandes — como China.
Así que este es un choque entre gángsteres, sobre objetivos de gángsteres. Piénselo. Estados Unidos ha librado una guerra en el Medio Oriente durante casi 15 años ya, justificándola con mentiras sobre “la libertad”, “la democracia”, el acabar con el terrorismo, ayudar a otros países a trazar su propio futuro, etc. ¿Cuál es la realidad?
La realidad es que nadie tiene MÁS responsabilidad de la muerte, destrucción y sufrimiento impuestos sobre Siria —y sobre los pueblos del Medio Oriente, África del norte y Asia central— que Estados Unidos. Literalmente millones y millones de personas se han visto obligados a abandonar sus hogares en Irak, Afganistán, Siria, Libia y Yemen a causa de guerras, invasiones, ocupaciones, ataques de aviones no tripulados, operaciones encubiertas y otras agresiones estadounidenses. Todo esto ha alimentado el crecimiento de la pesadilla opresiva de la yihad islámica fundamentalista en toda la región (incluido en Irak) que ha nutrido directamente el baño de sangre en Siria.
Basta ya con las necedades, por favor
La gente tiene que hacer frente a esta horrible realidad criminal. Y por favor, basta ya con la mentira de “No me gustan las guerras de Estados Unidos, pero tenemos que hacer algo contra el Estado Islámico”. Como ha analizado Bob Avakian, el imperialismo anticuado y el yihadismo islámico anticuado se refuerzan mutuamente — aunque al mismo tiempo se chocan. Y el apoyo a cualquiera de los dos fortalece a los dos. ¿No es cierto que los últimos 15 años lo demuestran una y otra vez? Hay que reconocer eso, también. (Y díganos, ¿de qué manera haya el aceptar pasivamente las acciones de Estados Unidos en Siria, incluido el apoyo a los reaccionarios yihadistas islámicos, ayudado al pueblo de Siria?)
Después de reconocer esa realidad, ¿puede alguien seriamente justificar negarse a oponerse activamente a los crímenes de este imperio, así como los crímenes de los yihadistas reaccionarios? Este conocimiento y postura es la única base sólida para una resistencia en masa verdaderamente determinada contra la guerra en el mundo de hoy.
Los pueblos del mundo no tienen ningún interés en que Estados Unidos vierta más combustible sobre la tormenta de fuego reaccionaria que arde en Siria, y más fundamentalmente, no tienen ningún interés en respaldar y fortalecer la potencia más responsable, en muchos frentes, por el estado horrendo del mundo de hoy: Estados Unidos de América.
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Escuche el audio del Mensaje, grabado por unos miembros del Club Revolución
Nosotros que nos encontramos dentro de sus fronteras no sólo tenemos la responsabilidad de oponernos a todo ataque nuevo en Siria, o en cualquier otro lugar, sino que tenemos la responsabilidad de aprovecharnos de sus dificultades, incluidas las fisuras dentro de sus propias filas, y de trabajar por la derrota de toda agresión parecida. Tales derrotas debilitan la capacidad de estos depredadores para llevar a cabo sus crímenes, y ponen en duda la legitimidad de su sistema y su derecho a gobernar. Este es un componente crítico de acelerar el advenimiento de una oportunidad revolucionaria, el momento cuando se pueda liderar a millones de personas para acometer la revolución, a toda máquina, con una posibilidad concreta de ganar.
Por último, la guerra civil siria pone de relieve un problema terrible: que cuando ésta y muchas otras sociedades (¡y el mundo!) caigan en un espiral de crisis y tumulto, los únicos polos cohesivos y fuertes a nivel internacional son el imperialismo anticuado y la yihad islámica fundamentalista anticuada. Eso debe y puede cambiar — con urgencia. Tenemos una enorme responsabilidad de propagar y establecer el polo del auténtico comunismo revolucionario, encarnado en la dirección y el trabajo de Bob Avakian, en todo el mundo.
El mundo tal como lo hemos conocido está desmoronándose. Ninguna de las clases dominantes tiene todo esto bajo control. Cada una enfrenta innumerables contradicciones insolubles, entre ellas la desintegración de Siria y el Medio Oriente. Ésta es una situación repleta de peligro, pero también de la posibilidad de que el polo comunista revolucionario se difunda y se arraigue — rápidamente.
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