Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
Asesinatos a machete en Bangla Desh: Campaña de los fundamentalistas islámicos para esclavizar a la mujer e imponer una tiranía religiosa
15 de julio de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
3 de julio de 2016. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. El mes del Ramadán, que está llegando a su fin, ha visto una monstruosa matanza en masa tras otra perpetradas por fundamentalistas islámicos yihadistas vinculados con el Estado Islámico (EI) [ISIS o Daesh]. Los blancos incluyen un club nocturno considerado un refugio para gente LGBT en Orlando, Estados Unidos, el principal aeropuerto de Estambul, una panadería de lujo en Daca, el vecindario cristiano de Al Qaa en El Líbano y el puerto de Al Mukalla en Yemen. La más sangrienta fue en el barrio Karrada de Bagdad, Irak, el 3 de julio — hasta ahora se han encontrado 175 cuerpos, y se teme que más quedaron hechos trizas. Grupos inusualmente grandes de personas salieron a la calle por una casual convergencia de eventos ansiosamente esperados, el fin del ayuno diario, un partido televisado de la Eurocopa 2016, el fin del año escolar y la tradicional excursión familiar a comprar ropa nueva para la celebración del Eid al-Fitr que marca el fin del Ramadán. Un camión bomba destruyó una calle comercial, un centro comercial y unos apartamentos en este barrio predominantemente chiíta.
El ataque del 1º de julio en Daca tuvo como blanco un restaurante popular entre los extranjeros. Veinte personas, la mayoría jóvenes, fueron tomadas como rehenes y asesinadas. EI reivindicó el ataque en una de sus páginas web, donde publicaron las fotos de los asesinos, aunque el ministro bangladesí del Interior no aceptó la conexión con EI y atribuyó el ataque al partido islamista de oposición del país.
Cada uno de estos ataques fue específico en contexto, blancos y otras características, y sin embargo todos fueron parte de un fenómeno global, el auge del fundamentalismo yihadista, que a su vez es una respuesta totalmente reaccionaria a los cambios sociales y económicos que el capitalismo globalizado trajo consigo, así como la violencia y la injusticia masivas perpetradas por los gobiernos imperialistas y sus aliados.
El siguiente artículo analiza este fenómeno en el contexto de Bangla Desh. Apareció por primera vez en inglés en el número del 27 de junio de 2016 de Revolución, la voz del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (www.revcom.us). El SNUMQG se responsabiliza de la traducción.
Al cierre de esta edición, los jihadíes fundamentalistas islámicos han cometido otro bárbaro crimen en Bangla Desh. El 1º de julio, unos pistoleros islámicos se apoderaron de un café-panadería en un distrito lujoso de Daca, la capital del país. Tomaron de rehén a los comensales y el personal, y luego masacraron a 20 personas, al parecer por estar de otros países, tales como Italia, Japón, India y Estados Unidos. (Además, se informa del asesinato de dos bangladesíes.) El EI (Estados Islámico) se ha responsabilizado de esta matanza totalmente reaccionaria.
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Los fundamentalistas islámicos están realizando una campaña de asesinatos a machete en el país surasiático de Bangla Desh. Desde febrero de 2013, han asesinado a unas 39 personas —pensadores y escritores laicos, activistas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (LGBT), minorías religiosas, trabajadores humanitarios extranjeros y otras. Y los ataques continúan: cinco fueron asesinadas en abril, cuatro en mayo y otras tres (o más) en junio. Los asesinos atacan con armas y bombas, pero principalmente con machetes, decapitando a sus víctimas desde la nuca, y escapando luego en motocicletas. El 23 de abril, un profesor universitario fue asesinado a machetazos, y casi decapitado, el 25 del mismo mes un activista por los derechos de los homosexuales y su amigo fueron asesinados a rebanadas. El 30 de abril un sastre hindú fue macheteado hasta la muerte, supuestamente por criticar al islam, el 5 de junio un tendero cristiano y dos días después un sacerdote hindú. Por la situación, un bloguero bangladesí que denunciaba la brutalidad policial y los abusos a los trabajadores tuvo exiliarse a raíz de condenar el desbocamiento de los asesinos islamistas.
Estas muertes empezaron a principios del 2013, después de que miles se congregaran en la Plaza Shahbag en la ciudad capital de Daca para exigir el juzgamiento a los líderes islamistas por crímenes de guerra durante la guerra de 1971 que llevó a la fundación de Bangla Desh, y contra la imposición de la religión en la vida política y social. La primera víctima de los fundamentalistas islámicos fue Ahmed Rajib Haider, un bloguero laico que ayudó a organizar las manifestaciones.
Nadie se ha declarado responsable de la mayoría de estos atroces asesinatos. Se ha culpado a grupos fundamentalistas islámicos yihadistas de alcance global como EI y Al Qaeda, y a islamistas bangladesíes, y la lucha interna entre los reaccionarios partidos dominantes de Bangla Desh quizá haya repercutido. Pero esta ola de matanzas no es simplemente una venganza por una manifestación, es parte de la respuesta de los fundamentalistas islámicos a los profundos cambios que están sucediendo en Bangla Desh.
Un orden tradicional esclavizante, sacudido por fuerzas mundiales
Jornaleros diarios esperan conseguir trabajo en un mercado en las afueras de Daca, Bangla Desh, mayo del 2012. Foto: AP
Durante siglos, la mayoría de la gente en lo que hoy es Bangla Desh lograba apenas subsistir, en muy buena parte cultivando a mano o con unos cuantos animales pequeñas parcelas de tierra. Las mujeres sufrían y todavía sufren— bajo el aplastante peso del patriarcado (dominación masculina) avalado por la religión. Están confinadas al penoso trabajo del hogar y el cuidado de los niños, sin la posibilidad de dejar su propio vecindario sin la compañía de un hombre de la familia, les han sido negadas la educación y la vida social. Incluso hoy casi dos tercios de las niñas bangladesíes son forzadas a matrimonios arreglados antes de los 18 años, por lo general negándoles la oportunidad de educarse o trabajar. Un asombroso 87% de las mujeres casadas del país han sido víctimas de violencia, abuso o tortura domésticos. Nueve de cada diez hombres en zonas rurales todavía creen que tienen el “derecho” de golpear a sus esposas.
Pero en las últimas décadas el funcionamiento del imperialismo global ha creado grietas en el orden tradicional. Dos de cada tres bangladesíes siguen viviendo en el campo, pero la situación de no tener tierra, la pobreza absoluta y promesas de empleo han obligado a decenas de millones de personas a buscar sobrevivir en las congestionadas megaciudades de Bangla Desh (solo en Daca hay unos 17 millones de personas). Allí, la mano de obra barata ha convertido al país en un destino de primera para la inversión capitalista global en su industria textil de rápida expansión.
Tres millones y medio de trabajadores —un 80% de ellos mujeres jóvenes— trabajan casi como esclavas en las maquiladoras, con frecuencia laboran por apenas 21 centavos la hora, muchas de ellas 14 horas diarias, a veces siete días a la semana. La mayoría llega al trabajo a pie pasando por miserables barrios de tugurios que apestan a excremento. Estas fábricas pueden ser trampas mortales: en abril de 2013, colapsó la fábrica de Rana Plaza, matando o mutilando más de 1.100 personas. Cuando los trabajadores se organizaron contra estos horrores, recibieron amenazas y golpizas.
Sin embargo, el que las mujeres tengan trabajos fuera de casa y que les paguen un salario, por míseros que sean (aunque a veces es más de lo que ganan sus esposos), puede tener el efecto de minar el patriarcado tradicional. Sucede lo mismo con otros cambios que están teniendo lugar, como el crecimiento de la clase media, más mujeres van a educarse y algunas profesiones se “feminizan” más.
Fundamentalistas islámicos: medios infrahumanos para metas infrahumanas
El fundamentalismo islámico es una ideología y programa abarcadores que buscan remoldear a cada esfera de la vida social, cultural y política a fin de reforzar estricta y brutalmente las formas tradicionales de opresión — especialmente la esclavización patriarcal de la mujer. Ante los grandes cambios que sacuden al mundo, los islamistas se proponen apretar las cadenas de la tradición.
Después de las manifestaciones en la Plaza de Shahbag en 2013, Hifazat-e-Islam, una asociación de grupos fundamentalistas islámicos, publicó un programa de 13 puntos exigiendo la imposición del islam fundamentalista por toda la sociedad, añadiendo a la constitución: “absoluta confianza y fe en Alá todopoderoso” como un principio fundamental del Estado, establecer la pena de muerte por criticar el islam, acabar con “la libre socialización de hombres y mujeres”, acabar con la educación laica y hacer “obligatoria la educación islámica desde la escuela primaria hasta la secundaria”.
Estas son las metas que impulsan sus matanzas a machete. Aquellos que critiquen la religión fundamentalista y/o promuevan la ciencia, el laicismo y el pensamiento crítico (que la humanidad necesita para conocer y transformar el mundo) son blanco de salvajes ejecuciones.
La meta de los fundamentalistas es reencarcelar a la mujer en la casa, esclavizada al esposo y los hombres de la familia. Una forma es respaldando el violento contraataque de los hombres a las mujeres. En Bangla Desh hoy, hay una epidemia de violaciones, incluyendo la violación tumultuaria.
Y, según un informe de noticias, “cada semana, en alguna parte de Bangla Desh, la vida de una mujer cambia para siempre cuando la empapan de ácido y la desfiguran… las víctimas sufren horribles lesiones físicas. No solo se quema su piel, sino que muchas veces quedan severamente desfiguradas. El ácido hace que el tejido cutáneo se derrita, ataca los ojos y disuelve los huesos. En ciertos casos, las orejas y los ojos se pierden por completo” (véase "Stolen faces: female victims of Bangladesh acid attacks refuse to be beaten" [Rostros robados: mujeres víctimas de ataques con ácido en Bangla Desh se niegan a rendirse], News.com, Australia, 25 de junio de 2015). ¿La causa? El rechazo de una insinuación social, incumplir el pago de la dote o cualquier falta de respeto al privilegio masculino. Durante los últimos 17 años han sido registrados 3.240 ataques con ácido. ¡Sí, 3.240!
Los fundamentalistas islámicos culpan a las víctimas por negarse a obedecer las sofocantes reglas islámicas. Ahora la familia o la sociedad obliga a muchas mujeres a usar el burka. Un estudio denunció que “En las aldeas, varias fetuas aprueban apedrear a las mujeres hasta la muerte por el ‘crimen’ de pedir justicia tras haber sido violadas” (“Rise of Islamic Fundamentalism in Bangladesh” [Aumento del fundamentalismo islámico en Bangla Desh], Ananya Das).
Esta es la razón por la que los islamistas mataron a machete a Xulhaz Mannan, el director de la primera publicación LGBT que intentó organizar la primera “Concentración Arcoíris” por los derechos de los LGBT en Bangla Desh. La opresión de la gente LGBT ha evolucionado como parte de la imposición de rígidos roles de género que hacen prevalecer el patriarcado. Las “santas” escrituras cristianas, judías e islámicas exigen estos estrictos roles de género y proscriben la homosexualidad castigándola con la muerte.
Y los fundamentalistas islámicos están poniendo como blanco a hindús, cristianos, y budistas —aterrorizando, marginando y hasta expulsando del país a los no musulmanes como parte del establecimiento de un Estado fundamentalista islámico.
Activistas bangladesíes en una protesta silenciosa contra los asesinatos en Daca, Bangla Desh, 15 de junio de 2016. Al menos 18 personas, entre ellas blogueros ateos, trabajadores de asistencia extranjera y personas de minorías religiosas, han muerto en ataques en Bangla Desh en los últimos dos años. Foto: AP
Entre el 10 y el 16 de junio el gobierno pro-imperialista de Bangla Desh arrestó a 11.000 personas que alegaba que eran “sospechosas” de estos ataques. Durante años este gobierno supuestamente laico no ha hecho nada para eliminar los ataques a machete, al contrario se ha conciliado con los fundamentalistas y ha denunciado los críticos al islam, mientras su policía es ampliamente conocida por detenciones arbitrarias, desapariciones y torturas. Grupos de derechos humanos y otros advierten que esta cacería en masa es un embate indiscriminado que también pone en la mira a otros disidentes; solo un pequeño porcentaje de los arrestados supuestamente pertenece a algún grupo yihadista. (Un análisis de la lucha entre las clases dominantes de Bangla Desh rebasa el ámbito de este artículo).
Bangla Desh clama por una revolución comunista y no por el salvaje fundamentalismo islámico
Bangla Desh es una expresión concentrada de la manera en que el mundo se viene a pedazos y la gente busca respuestas. ¡Pero la yihad fundamentalista islámica se trata de retroceder a un infierno draconiano!
Hace unas cuantas décadas, el maoísmo era una poderosa tendencia en India y Bangla Desh, y representaba una alternativa real, radical y liberadora al feudalismo y el imperialismo, con una visión de reestructurar la sociedad sobre una base emancipadora. Y hoy existe una sólida base para que en Bangla Desh surja una tendencia revolucionaria, por ejemplo, las manifestaciones de Shahbag de decenas de miles contra la islamización de la sociedad.
Bob Avakian (BA) ha puesto esa alternativa sobre una base más sólida y científica, lo que incluye su análisis del género, la crucial importancia de la emancipación de la mujer para la emancipación de la humanidad y más que todo la necesidad de que las masas populares hagan suyo un enfoque científico. Esta nueva síntesis del comunismo desarrollada por Bob Avakian es el camino para avanzar —en el mundo de hoy, con todos sus cambios y agitaciones— y superar las opresivas divisiones sociales, de clase y de género, y alcanzar un mundo muy diferente y mucho mejor en el camino a la total emancipación de la humanidad. No hay tiempo que perder en la propagación de este pionero avance en el pensamiento humano en todos los rincones del mundo.
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