Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:

Quemados vivos por el crimen de ser pobres o minoría en el capitalista Reino Unido

10 de agosto de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

19 de junio de 2017. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Se leen sus nombres como un llamado a lista de algún registro de la ONU: Mohammed, Jadiya, Sheila, Félix, Marco, Antonio… Eran de todas las edades, venían de docenas de países y hablaban muchos idiomas. Al menos 79 de ellos, y tal vez más —marginados, pobres, refugiados de otros países o en su propio terruño— todos sufrieron el mismo destino, quemados vivos o lanzados a la muerte en un infierno que tiene una única raíz: el asesino sistema capitalista basado en la ganancia y no en las necesidades de la gente.

Cuando se inició el incendio [el miércoles 14 de junio de 2017] en un pequeño apartamento de uno de los 24 pisos de la Torre Grenfell, un complejo de vivienda social en Kensington Norte y Chelsea, uno de los distritos municipales más ricos en el Reino Unido, los habitantes inicialmente pensaron que lo contendrían fácilmente. Con lo que no contaron fue con el sistemático debilitamiento de casi todas las normas de seguridad que podrían haberlos protegido.

  1.  El revestimiento que se había utilizado en la última reparación un año atrás no era ignífugo, una práctica ilegal en docenas de países, incluso en países mucho más pobres como Serbia y Eslovaquia. El edificio estaba literalmente envuelto en polietileno inflamable. Los fabricantes calculan que la versión ignífuga habría costado unas 5.000 libras esterlinas adicionales, menos de 100 libras por cada vida.

  2.  No había un sistema contraincendios en el edificio, pese a que seis años atrás el informe forense sobre un incendio en otro edificio de vivienda social, el Lakanal House, había recomendado modernizar los rociadores contraincendios. El gobierno concluyó que eso sería demasiado costoso. Solo 18 de los 4.000 edificios de interés social tienen sistema contraincendios. Prácticamente todas las edificaciones lujosas y edificios de oficinas lo tienen. Todos los expertos en seguridad contraincendios dicen que los rociadores hubieran detenido el fuego o lo hubieran retardado lo suficiente para impedir la inmensa pérdida de vidas.

  3.  Ni un solo habitante informó haber escuchado la alarma de incendio, otra medida preventiva sencilla y barata que se implementa rutinariamente en el Reino Unido, salvo en las viviendas de los pobres.

  4.  No solo había apenas una sola escalera de emergencia, sino que no había un sistema de aire presurizado para la escalera, una medida que según lo comentado al SNUMQG por un administrador de edificios universitarios, es sencilla, económica y generalizada en edificios de oficinas y de lujo. La entrada de aire presurizado encima de las escaleras reduce el humo mientras los bomberos entran de prisa y los habitantes escapan rápido.

Se omitieron todas las medidas — sencillas, económicas, cualquiera de las cuales hubiese salvado docenas de vidas y las viviendas de 600 familias. ¿Por qué?

Hay que decirlo claramente: las muertes de los inquilinos de la Torre Grenfell son culpa de la élite dominante conservadora que gobierna el Concejo de Kensington, responsable de administrar el complejo de vivienda, cruel e indiferente con las vidas de estos, los que son “menos” entre sus habitantes, un concejo que tacañea con las medidas de emergencia para los pobres, ¡mientras que su gobierno asigna 400 millones de libras esterlinas para remodelar el palacio de la Reina! Un concejo que está más preocupado en hacer más “presentables” a la vista pública estos “adefesios” como la Torre Grenfell, y así proteger los valores inmobiliarios de las acomodadas zonas adyacentes, que en proteger la vida de los que los habitan.

Las muertes son culpa de los reguladores del gobierno que eligen ignorar los consejos de los expertos y mantener normas que tarde o temprano iban a llevar a la terrible pérdida de vidas que ocurrió.

Las muertes son culpa de las grandes empresas que se hacen las de la vista gorda ante la manera en que se utilizan sus productos, y en su lugar tristemente enfocan su mirada en la ganancia.

Las muertes son culpa de los políticos que supervisaban todo este proceso. Los tories, por supuesto, cuyas medidas de austeridad han cerrado diez estaciones de bomberos en Londres, que recortan las normas para “dejar que el mercado opere”, y que buscan abiertamente el Brexit, entre otras razones, para eludir el papeleo regulatorio de la Unión Europea, ¡para evadir precisamente este tipo de regulaciones! La culpa también les cabe a los laboristas, que bajo su gobierno en 2009 no hicieron nada tras el desastroso incendio del Lakanal House en el sur de Londres y que en sus trece años en el poder hasta 2010 presidieron el abandono de la vivienda social en Reino Unido y casi no construyeron nuevos proyectos.

Esto tuvo como resultado el que decenas de inquilinos quedaran atrapados en sus apartamentos por el rápido ascenso de las llamas. En el noveno piso una desesperada madre lanzó a su bebe envuelta en ropas, un hombre logró atraparlo. Otros, empujados por las llamas se lanzaron a una muerte segura. Muchos enviaron por celular conmovedoras despedidas para sus seres queridos. Los testigos hablaban de su estremecimiento al ver rostros presionados contra las ventanas de los pisos superiores, torturados por un sentimiento de impotencia al no poder hacer más que observar.

La respuesta a este desastre fue tan reveladora del criminal funcionamiento de este bárbaro sistema como lo fue su origen. Cientos de personas llegaron de inmediato a la zona, faltando al trabajo, conduciendo horas, para ayudar a los cientos que lo perdieron todo, incluso mientras los bomberos combatían las llamas. Luego de apenas unas cuantas horas la avalancha de apoyo había suministrado la mayoría del abastecimiento requerido. En marcado contraste, los que se suponía que debían encabezar la ayuda hicieron muy poco.

Al concejo local no se le vio ningún día. Periodistas extranjeros informaban con incredulidad cómo hasta el sábado 17 de junio, más de 72 horas después del incendio, no hubo un centro de comando unificado, como es rutina hasta en las zonas más remotas golpeadas por desastres naturales, como el huracán en Haití.

La peor de todas fue la respuesta de Theresa May, la primera ministra. Apareció finalmente el jueves 15 de junio en el lugar de los hechos, pero solo habló con los jefes de los servicios de emergencias, las fotos la mostraban levantando la mirada hacia la aún humeante tumba, no habló con ningún sobreviviente. Destacados sitios mediáticos noticiosos pusieron su infame foto junto a la del presidente estadounidense George Bush mirando desde su avión oficial la devastación en Nueva Orleáns causada por el huracán Katrina, ¡y ello en los sitios mediáticos pro-Tory! Sus defensores dijeron que ella no se atrevió a reunirse con los sobrevivientes temiendo que la abuchearan y más, trayéndole aún más problemas políticos cuando eso se viera en los noticieros, poniendo en peligro su capacidad de impulsar su programa para el Brexit. Si esos fueron sus cálculos, eso es mucho más condenatorio que evidenciar su indiferencia.

A la vez, el Concejo de Kensington anunció que no podría realojar a los sobrevivientes en el mismo distrito. Desde hace años el vertiginoso aumento del costo de la vivienda, impulsado en parte por la rampante especulación en el mercado inmobiliario, se ha combinado con la política gubernamental para sacar progresivamente a los pobres del centro de Londres. En lugar de ayudar a los que perdieron sus hogares y hasta sus seres queridos, los políticos aprovechaban fríamente la oportunidad para avanzar en la “limpieza social” de su vecindario. La indignación, que aumentaba a medida que salían a la luz los hechos tras la criminal responsabilidad por la muerte y destrucción, se convirtió en una efusión de furia de masas el viernes 16 de junio. Una marcha hasta el Concejo de Kensington iniciada por solo unos cien familiares y amigos de las víctimas creció rápidamente al unírseles mucho más gente. Al grito de “¡Asesinos, asesinos!”, y “¡Debería darles vergüenza!”, cientos de manifestantes rebasaron la entrada de la sede del Concejo antes de que llegara la policía y los obligara a salir. En un esfuerzo por calmar las turbulentas aguas, al día siguiente la Reina misma visitó y hablaron con las familias de los sobrevivientes.

Aparecieron carteles en las paredes, con muchos miles de mensajes de los vecinos y otros conmovidos por los sucesos. Muchos hablaban de cuánto van a extrañar a sus amigos y seres queridos, pero también ardían de furia. Representativo es uno que habla de la impotencia de su autor que ve propagarse las llamas, y concluye: “¡Su recuerdo estará para siempre conmigo! QEPD. ¡Que se pudran todos los responsables!”.

El incendio abrió profundas heridas supurantes en la sociedad británica. Toda importante fuerza política organizada está buscando convertir esta tragedia en una oportunidad: sobrevuelan poderosos opositores en el mismo Partido Tory que quieren desplazar a May, y activistas laboristas buscan reducir el blanco de la furia a los tories para sacar a May y quizá forzar nuevas elecciones nacionales, pese a que la mayoría de los edificios de vivienda social están en concejos dirigidos por laboristas. Uno de los más grandes, el Concejo de Camden, recientemente utilizó a la misma empresa para remozar edificios que alojan a 700 familias, muy posiblemente con el mismo revestimiento barato inflamable. Por todo el país, muchos de los aproximadamente dos millones de personas que viven en edificios similares están atormentados preguntándose si serán las próximas víctimas de la misma lógica criminal que mató a tantos en Grenfell.

Tras el revés en las elecciones sufrido por Theresa May y los tories, esta crisis política ha debilitado al gobierno en un momento crucial, con el inicio de las negociaciones sobre el Brexit con la Unión Europea el lunes 19 de junio. Puso al descubierto la manera en que el funcionamiento normal de la sociedad capitalista lidia con la provisión de algo tan básico como la vivienda de la gente — el hecho es que independientemente de lo que diga o haga cualquiera de los partidos parlamentarios, para todos bajo el sistema capitalista la vivienda de la gente no es su merecido hogar, sino una mercancía, estructurada por las divisiones de clases y otras divisiones que se profundizan, haciéndose más opresivas y mortales a medida que se acumula cada vez más y más el capital producido con la explotación global. Se puede decir que, incluso en el sentido más inmediato, el afán de conseguir la inmensa riqueza extraída en el mercado inmobiliario londinense —una riqueza producida en últimas por la explotación global del trabajo— fue el factor principal de la situación que condujo a la masacre de Grenfell. Solo por medio del socialismo y finalmente en una sociedad global de seres humanos que cooperan libremente —un mundo comunista— se podrán liberar todos los aspectos del potencial humano para superar estas dañinas divisiones y satisfacer las necesidades humanas en el sentido más amplio y emancipador, así como proveer las necesidades básicas para la vida.

Cuando saltan a la vista las contradicciones básicas que subyacen a la manera en que está organizada la sociedad, con la intensa furia y la extendida repugnancia que producen crímenes como la masacre de Grenfell, hay que conectar esto con una comprensión y un plan para una revolución para poner fin a una situación que es intolerable para millones en los ricos países imperialistas así como para la inmensa mayoría de seres humanos en el mundo cuya vida el sistema capitalista imperialista traba, trunca y con frecuencia termina prematura y brutalmente.

El 17 de marzo de 2017, el Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar (SNUMQG) anunció su transformación en una herramienta más completa para la revolución basada en la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian. Lea el editorial del SNUMQG aquí: “Editorial: Introducción a un SNUMQG transformado”.

 

 

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