Euforia alocada al celebrar la boda real la “inclusión” en una monstruosidad empapada de sangre: el imperio británico

30 de mayo de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

La boda el 18 de mayo del príncipe británico Harry y Meghan Markle, una afroamericana, provocó un asombroso despliegue de euforia entre muchos progresistas y gente de color. Quedaron “asombrados” por Markle y por elementos de la cultura negra —un predicador negro, un coro evangélico negro, un violonchelista negro joven— que rompieron el molde… es decir, la forma — de la tradicional boda real que por lo general es de solamente blancos y es mortalmente aburrida.

Un comentario de una periodista negra, ampliamente retuiteado, ejemplifica el despiste generalizado, el auto-engaño, y el servilismo descarado ante la monarquía británica, así como ante las clases dominantes y sistemas opresivos en general: “Así que he visto a un presidente estadounidense negro, y ahora veré que una mujer negra se integra en la familia real británica. Vaya tiempo en que vivir”.

UNO: ¿¿¿“Vaya tiempo en que vivir”???

La neta, las personas —en particular las personas entre los oprimidos que han logrado cierto nivel de privilegio— tienen que dejar de perseguir la falsa ilusión de que el ascenso al poder de ciertas personas parecidas a ellas cambie la naturaleza de un sistema que se fundamenta en la opresión.

De hecho, Joy Reid en MSNBC mencionó Charlotte, una reina británica en el siglo 1700, que posiblemente era, según Reid declaró con entusiasmo, la primera negra real. Ah, ¡qué genial! Bueno, si eso es cierto, pues Charlotte presidió la trata de esclavos de la cual Gran Bretaña sacó una fortuna… por lo que, ¿qué carajo quieres decir con eso, Joy? Y Obama comprobó que el sistema seguirá asesinando a jóvenes negros, deportando a latinos, y librando guerras asesinas en el Tercer Mundo, ya que un presidente negro encabeza estos crímenes al mismo tiempo que los encubre.

Y ahora este sistema capitalista-imperialista ha generado Trump y su régimen, que, en la actualidad, en servicio del mismo sistema, está cometiendo la limpieza étnica y promoviendo ideas genocidas.

“Vaya tiempo…” ¡¿¡¿QUÉ CARAJO?!?!

Hay que derrocar a este sistema, no darle un estiramiento facial.

DOS: La monarquía británica — no un cuento de hadas ni un anacronismo
pintoresco, sino una historia de terror de 1,000 años de duración,
fundamentada en el sufrimiento de miles de millones

Después de Estados Unidos, el imperio británico es, casi seguramente, el horror más sangriento que jamás se le ha infligido a la humanidad sufridora. 

Dejemos a un lado por ahora el papel de Gran Bretaña en el secuestro y la esclavización de aproximadamente 5,5 millones de africanos, de los cuales sacó una vasta riqueza obligándoles a laborar en las colonias británicas. Ni mencionemos su conquista sangrienta de Irlanda, que incluyó una guerra a mediados del siglo 16 en que mató o esclavizó a la mitad de la población irlandesa, ni la Gran Hambruna de 1782, en la que los invasores británicos exportaron a vastas cantidades de alimentos irlandeses a Inglaterra, mientras un millón de irlandeses murieron de inanición.

Basta hablar de la “Perla más preciada del imperio británico” —la India— llamada así porque era la fuente de una vasta riqueza, así como soldados — carne del cañón de la India para las fuerzas armadas imperiales en otras regiones del imperio. Inglaterra conquistó a India a mediados del siglo 17 y convirtió a sus cientos de millones de habitantes casi en esclavos (o en veces soldados), de los cuales se cebó el imperio —y la familia real— al mismo tiempo que se extendían la hambruna y el sufrimiento en las propias tierras de la colonia.

Cuando soldados indios se rebelaron en la Rebelión de los Cipayos de 1857, los británicos respondieron con una impiedad total. Solamente en la ciudad de Oudh, mataron a 150.000 indios, de los cuales por lo menos 100.000 eran civiles. Cometieron semejantes masacres en otras ciudades grandes que participaron en el levantamiento. Ataron a la boca de cañones a los rebeldes capturados y después dispararon proyectiles a través de ellos.

Durante la Segunda Guerra Mundial (1937-45), el imperio británico sufrió reveses graves cuando el imperialismo japonés conquistó varias colonias suyas, entre ellas productores arroceros importantes como Birmania (ahora Myanmar). Gran Bretaña ordenó la destrucción de barcos, carretas, y otros medios de transporte necesarios para la agricultura en la India, para evitar que Japón se apoderara de ellos si llegara a invadirla. Esto y otros factores resultaron en una hambruna masiva en la región Bengalí de la India. Haciendo eco a lo que hicieron en Irlanda, los británicos desviaron el arroz de la India a Gran Bretaña y otras partes de su imperio. Incluso cuando Australia y otros aliados de Gran Bretaña en la guerra ofrecieron grano para la India, el primer ministro británico Churchill declaró —falsamente— que no hubo barcos disponibles para transportarlo.

Entre dos y tres millones de bengalíes murieron en esta hambruna. La respuesta de Churchill: “‘Odio a los indios’, dijo al Secretario de Estado para la India, Leopold Amery. ‘Son una gente horrenda con una religión horrenda’ La hambruna era su propia culpa, declaró en una reunión del gabinete-de-guerra, por ‘procrear como conejos’”.1

Y, ¿qué de África? En la Conferencia de Berlín en 1884-85, Gran Bretaña y 12 otras potencias europeas, más Estados Unidos, se repartieron África, asignando diferentes regiones a diferentes colonizadores. Dicha división estableció el marco para la explotación bárbara de la tierra, la riqueza mineral, y la gente de África, que persisten hasta la fecha. Deliberadamente estableció estados que abarcaban grupos tribales rivales, lo que preparó el camino para la política británica infame de “dividir para gobernar”, en la que el imperio favoreciera a un grupo tribal dándole poder para actuar como agentes en la explotación y la supresión de la mayoría, lo que creó y agravó divisiones sangrientas que, cabe repetir, persisten hasta la fecha.

África se convirtió en un coto de caza para la rivalidad hegemónica. Para oponerse a Alemania, Gran Bretaña construyó un ferrocarril para conectar su colonia africana oriental de Kenia a Uganda, importando a 30.000 trabajadores de la India — de los cuales murieron unos 10.000, mientras en Kenia se intensificó la explotación para pagar el ferrocarril.

En 1952, los kenianos se alzaron en la Rebelión del Mau Mau por “Tierra y Libertad”. Los británicos aplastaron la rebelión en una guerra de dos años… y de ahí se dedicaron a romper el espíritu rebelde encarcelando a de 160.000 a 200.000 hombres en campos de concentración y acorralando a 1.5 millones de mujeres y niños en “aldeas encerradas… rodeadas de trincheras con flechas, alambre de púas, y torres de vigilancia”. Sujetaban tanto a las mujeres como a los hombres a una tortura extremadamente cruel, en que era común castrar a los hombres (tras aplastarles los testículos con alicates) y a las mujeres, amputarles los senos, violarlas, o introducirles botellas rotas en la vagina.2

Ah, sí, que viva la maldita monarquía británica y por favorcito, ¡concédannos el honor de formar una partecita de ella!

TRES: La monarquía británica SIGUE SIENDO una bola de vampiros que chupa,
y derrama, la sangre de los oprimidos

Si bien Gran Bretaña ya no es el opresor más poderoso del mundo —como era durante cientos de años— se deleita en su papel como el “socio menor” del imperio estadounidense, aporta potencia de fuego y comparte en la riqueza que Estados Unidos extrae de su enorme imperio. Pues, perdón por explotarles la burbuja, pero el príncipe Harry está de acuerdo el 100 por ciento. De hecho, Harry cumplió dos misiones en Irak y Afganistán, en apoyo a Estados Unidos que trataba de controlar estos países estratégicos, en guerras que han costado más de un millón de muertes y el desplazamiento de muchos millones de personas. Harry insistió en estar en el combate, y en pilotear helicópteros de ataque Apache, que tienen la capacidad de disparar misiles Hellfire y miles de balas al minuto — en 2011, la ONU informó que el Apache era “responsable de la mayoría de las bajas civiles en ataques aéreos”.3

Harry comparó el disparar a gente desde un Apache con juegos de video.4

Y, a propósito – se aseguró de vestir su uniforme militar para la boda.

¡¿Por qué los oprimidos deben desear la “inclusión” en eso?!

El hecho de que presenten a semejantes vampiros como modelos ejemplares es en sí una señal de la bancarrota total, moral y históricamente, del capitalismo-imperialismo. El hecho de que puedan engañar a bastantes personas con esto demuestra la extrema urgencia de forjar un movimiento para la revolución, y con ello, desarrollar a miles de “modelos ejemplares” revolucionarios que dedican la vida a la emancipación de la humanidad, y no su esclavización.

 


1. “The Ugly Briton,” (inglés) TIME.com, 19 de noviembre de 2010.  [regresa]

2. Para más información sobre esto, vea la reseña en revcom.us del libro Imperial Reckoning: The Untold Story of Britain’s Gulag in Kenya, (La hora de la verdad del imperio: La historia nunca contada del gulag inglés en Kenia), de Caroline Elkin, 2005  [regresa]

3. “U.N. Report: Apache Helicopters to Blame for Afghan Civilian Deaths,” (en inglés) PBS, 14 e julio de 2011.  [regresa]

4. “Prince Harry ‘driving wedge between forces and Afghan locals,’” (en inglés), Telegraph, 22 de enero de 2013.   [regresa]

 

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