Carta de un lector:
Sobre la importancia de la muerte de John McCain y la lucha al interior de la clase dominante
| Periódico Revolución | revcom.us
A la redacción:
Los medios de comunicación están tratando la muerte de John McCain como un suceso de importancia extraordinaria. A él lo están ensalzando como un héroe estadounidense y un modelo ejemplar de integridad. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver esto con hacer la revolución concretamente y, en el contexto actual, expulsar al régimen de Trump y Pence?
Pues esto es, efectivamente, algo IMPORTANTE. Sólo 32 personas han yacido en cuerpo presente en el capitolio en la historia estadounidense, como ahora lo está haciendo el cuerpo de McCain. La CNN y la MSNBC dedicaron a McCain casi toda su programación dominguera, que también cubría bastante su antagonismo con Trump. Pero la cosa va aún más allá: McCain y su entorno arreglaron la publicación póstuma de una declaración desde el lecho de muerte que tenía la clara intención de servir como un llamado a la unidad y una posición cohesionadora para la oposición al régimen (hablaré más sobre esta declaración en adelante). Además, McCain no sólo dejó instrucciones de NO invitar a Trump a su entierro, sino que también hizo los arreglos para que hablaran en ello los expresidentes George W. Bush y Barack Obama.
La negativa de invitar a Trump no se debe a un arranque de rencor (“el famoso mal genio de McCain”) sino más bien a una maniobra muy calculada para impugnar directamente la legitimidad del régimen en su conjunto. La invitación a los dos expresidentes, los que tienen fuertes discrepancias entre sí y quienes, se podría decir, representan dos sectores de la oposición al régimen de Trump y Pence al interior de la clase dominante, al igual que la declaración desde el lecho de muerte, tienen el propósito de usar su propia muerte para cohesionar a la oposición. Asimismo, la profundadidad de lo que trata esta lucha al interior de la clase dominante se ve en el hecho de que Trump —al principio— se negó a que la bandera estadounidense de la Casa Blanca siguiera a media asta, y luego cuando bajo presión, él cedió y volvió a ponerla a media asta.
En breve: Lo que se está haciendo en relación con las extensas conmemoraciones en torno a McCain representa un “toque de clarín patricio” para “rescatar de manera bipartidista la República” a base de “normas” y “principios” desde hace mucho establecidos, y sobre esa base, para asegurar la continua primacía de Estados Unidos en el mundo. Esto ejercerá una atracción espontánea mucho más allá de unos sectores de la clase dominante, impactando de manera importante a muchas personas de la clase media e incluso algunas de las masas básicas.
De hecho, McCain era un representante y luchador dedicado, leal, y agresivo por este sistema y por su papel como una fuerza dominante en el mundo, quien acató las “normas” y “principios” de este sistema y luchó por ellos — y en los últimos años de su vida lo hizo en fuerte oposición a lo que representan Trump y su evisceramiento de esos “principios” y “normas”. A los ojos de McCain y aquellos que ahora están emprendiendo un esfuerzo masivo por celebrar su vida y ensalzarlo como un gran héroe y modelo, una de sus principales críticas y ejes de lucha contra Trump es que, según creen, lo que Trump está haciendo está socavando el papel dominante de Estados Unidos en el mundo. Y la verdad es que este sistema, y los “principios” y “normas”, y el papel dominante de Estados Unidos en el mundo —que McCain y otros han acatado y promovido— han encarnado y perpetrado la opresión, la explotación, la destrucción y el saqueo brutales, asesinos, verdaderamente monstruosos, en Estados Unidos y por todo el mundo, desde la fundación de Estados Unidos hasta el día de hoy.
¿Por qué importa este conflicto entre los gobernantes?
Para tener una idea de por qué esto es importante, y cómo entenderlo, retomemos los dos párrafos que publicamos en este sitio cada semana.
Los demócratas, junto con el New York Times y el Washington Post, etc., están buscando resolver la crisis con la presidencia de Trump de acuerdo a los términos del sistema actual y al servicio de los intereses de la clase dominante del sistema actual, que representan. Nosotros, las masas de personas, debemos avanzar a todo vapor y millones de nosotros debemos movilizarnos para resolver esto al servicio de nuestros intereses, al servicio de los intereses de la humanidad, los que son fundamentalmente diferentes y contrarios a los intereses de la clase dominante.
Esto, por supuesto, no significa que la lucha entre los de arriba es irrelevante o no tiene importancia; más bien, la manera de entender y abordar esto (lo que hay que explicar repetidamente a la gente, incluido por medio de la lucha que se necesita y se lleva bien), está en términos de cómo se relaciona con “la lucha desde abajo” y cuáles oportunidades puede ofrecer, para la movilización de masas de personas en torno a la exigencia de que el régimen en su conjunto tiene que largarse, por su naturaleza y acciones fascistas y por lo que está en juego para la humanidad.
Adentrémonos en esta cuestión. Los conflictos al interior de la clase dominante, en sí y de por sí, no suscitarán una revolución ni tampoco la caída de un régimen. Pero Bob Avakian, retomando la observación de Lenin y llevándola más allá, ha analizado cómo semejantes escisiones también pueden estimular la lucha “desde abajo”. Según sea la manera en que se desarrolle esa lucha, ésta podría desembocar en una grieta muy ancha por la cual, como lo expresó Lenin, irrumpe la “indignación” de las masas, lo que encierra el potencial para el cambio radical positivo.
Al mismo tiempo, esas escisiones entre los gobernantes también ejercen una atracción magnética sobre las masas de personas de modo que éstas se alejen de la lucha por sus propios intereses y se acerquen a alinearse con un lado u otro de la burguesía. Esto se relaciona con otra observación de Lenin la que BA ha recalcado y desarrollado: de que hay “esfuerzos” de parte de las masas —y no sólo de las capas medias— por “cobijarse bajo el ala” de un sector u otro de la burguesía. Las masas entran en movimiento, pero lo hacen, si no inmediatamente, pues relativamente pronto, al gravitarse espontáneamente hacia los estandartes, consignas, programas y lemas de aquellos que representan los intereses de otras clases. Si no hacen eso, tienen que “dar un paso hacia lo desconocido”.
Para hacer esto, tiene que haber una dirección preparada para poner al descubierto los intereses de clase detrás de las palabras almibaradas de la clase dominante y sus portavoces. Es más: es necesario organizar a las personas para dar ese paso hacia lo desconocido y eso requiere de la agitación más contundente así como de la capacidad de identificar, analizar y despejar las cuestiones que están alejando a las masas de dar ese paso.
Si no se logra eso, las personas volverán a ser víctimas de la manipulación. Lenin dijo:
Las personas han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes.
Piénselo: cuando figuras de la clase dominante de ambos partidos, y los principales medios de comunicación, repiten incesantemente que McCain era un héroe estadounidense y defensor de principios, ¿cuáles intereses están promoviendo: los de las personas de todo el mundo y de Estados Unidos las que han sido asesinadas y lesionadas por las bombas de Estados Unidos y las víctimas de la discriminación y el terror policial en Estados Unidos? O, ¿los intereses del sistema en ver que se perpetúe esto? Han adoctrinado a la gente con lo que BA ha llamado la Gran Falsedad Tautológica según la que, dado que los estadounidenses son “los buenos”, pues todo lo que hace Estados Unidos por definición es bueno, no importa qué tan horrible parecería la atrocidad si la hubiera cometido una fuerza diferente que NO es Estados Unidos y que por lo tanto, NO es uno de “los buenos”. Esto le da más énfasis e importancia a las palabras de Lenin.
Así que, si bien es cierto que no vale dejarse absorber por tales divisiones, tampoco se pueden ignorar... si uno va en serio por la revolución, o por cualquier cambio importante si vamos al caso. Estas divisiones y esas tendencias forman una parte importante del terreno en el que se hará la revolución o en el que se luchará por cualquier cambio social importante que no sea la revolución.
¿Según cuáles términos se está forjando esta unidad?
Adentrémonos más en QUÉ significa tratar de hacer de McCain el símbolo unificador de la oposición. El artículo anterior de revcom.us pone en claro los horrendos crímenes cometidos personalmente por McCain y el militarismo sanguinario que él llegó a pregonar como figura política, y no repetiré todo eso aquí. McCain apoyó fanáticamente todos los actos de agresión militar de Estados Unidos en las últimas seis décadas, y sus únicas críticas fueron que Estados Unidos no obró con suficiente agresividad y brutalidad en una u otra de estas agresiones o no había emprendido una agresión. McCain, en las elecciones de 2008, se postuló con una plataforma de escalar la guerra contra Irak (algo que todos los homenajes a McCain a su conveniencia han pasado por alto). El reciente proyecto de ley siniestro y grotesco que Trump presentó para aumentar el gasto militar de hecho lleva el nombre de McCain (una maniobra de las fuerzas del Senado que molestó a Trump, pero que éste tuvo que aceptar).
El comentario al comienzo acerca del carácter del conflicto entre McCain y el régimen (sobre las “normas” de la forma en que Estados Unidos debe dominar y saquear el mundo, y no sobre si debe hacerlo) sobresale en la declaración de McCain desde su lecho de muerte. El núcleo de la declaración dice:
“Queridos Americanos” — esa asociación ha tenido más importancia para mí que ninguna otra. Viví y morí como un orgulloso estadounidense. Somos ciudadanos de la república más grande del mundo, una nación de ideales, y no de sangre y tierra. Estamos bendecidos y bendecimos siempre a la humanidad cuando tomamos esos ideales y los extrapolamos para crearlos propios y ser ejemplo para el mundo. Hemos ayudado a liberar a muchas más personas de la tiranía y de la pobreza que nunca antes en la historia. Nos hemos hecho acreedores de gran riqueza y poder en ese proceso.
Debilitamos nuestra grandeza cuando confundimos el patriotismo con rivalidades tribales llenas de resentimiento, odio y violencia en todas las esquinas del planeta. Nos debilitamos cuando nos escondemos detrás de los muros, en lugar de derribarlos, cuando dudamos del poder de nuestros ideales, en lugar de confiar en que sean la gran fuerza para el cambio que siempre han sido.
Si bien es importante reconocer bien este deliberado engaño envuelto en un patriotismo “bendecido” dado por dios, el que ha estado y está en el núcleo del fascismo que hoy se ha concentrado en el Partido Republicano, es sin lugar a dudas un llamamiento a más agresividad (es muy patente, aunque cierta y muy reveladora sin querer, la manera en que McCain liga a estas guerras la adquisición de “gran riqueza y poder” por Estados Unidos). Pero lo esencial es su insistencia en emprender guerras bajo el estandarte de los llamados “ideales estadounidenses” y no bajo un franco y descarado chovinismo tipo Estados-Unidos-über-alles supremacista blanco. El comentario de McCain acerca de los muros también llama la atención. McCain representaba a un sector de la burguesía que analizaba la inmigración en el contexto no solo de la necesidad económica de Estados Unidos (la superexplotación de la mano de obra mexicana siempre ha sido la piedra angular de la economía capitalista en el Suroeste y Oeste de Estados Unidos) sino como una parte de mantener su dominación sobre América Latina y México en particular, en parte por medio del “poder blando” (es decir, la dominación económica, política y cultural, junto con intimidar con fuerza bruta la que a veces parece ser la única herramienta del repertorio de Trump y Pence). McCain, al igual que los dos Bush y Obama, buscó forjar un acuerdo según el que la inmigración pudiera continuar pero bajo un mayor control estadounidense.
Es aleccionador que la declaración de McCain NO dice nada acerca de la supremacía blanca o la misoginia. En este sentido, tengo que decir que uno de los mayores fracasos de los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) es que nunca ha emitido ninguna alerta sobre una de las epidemias más dañinas en Estados Unidos: la amnesia propagada intencionalmente por los medios de comunicación. Volvamos a 2008 durante la campaña electoral de McCain contra Barack Obama. Recordemos que McCain escogió a Sarah Palin como su compañera de fórmula. Palin era relativamente desconocida, pero McCain sabía lo suficiente como para poder saber que ella era una racista rabiosa abierta y que iba a desempeñar el papel de darle voz a la más descarada mierda racista que necesitan los republicanos fascistas para azuzar a sus partidarios duros e intimidar a sus oponentes. Para el fin de la campaña, no solo los mítines de Palin sino también los de McCain ya se caracterizaban por personas muy fervorosas que de hecho gritaban epítetos racistas y exigían la muerte para Obama, al extremo que otros miembros de la clase dominante se sentían impelidos a intervenir con él en privado acerca de qué tan peligroso que esto llegaba a ser para los intereses más grandes.
Si no fuera por lo mucho que está en juego, casi le daría a uno ganas de reírse al ver cómo los medios de comunicación ahora, a su conveniencia, le ha atribuido todo eso a Palin (como si ella de alguna manera se hubiera metido a hurtadillas en la campaña, sin que McCain se diera cuenta). Y han glorificado el supuesto “perfil de valentía” de McCain cuando él le dijo a una partidaria que Obama “no es árabe, es un hombre de familia decente”. ¡¿¡De veras!?! Consideren la lógica de ese comentario. Todo el argumento se sustenta en la suposición de que los árabes no son “hombres de familia decentes”. Obama es un hombre de familia decente, por lo tanto, no es árabe. Tampoco se menciona que, a esas alturas de la campaña, las fuerzas predominantes de la clase dominante ya se habían unido en torno al consenso de que Obama era el indicado para ese momento —Estados Unidos se encontraba en una crisis fuerte sobre la guerra fallida en Irak Y el colapso financiero que acababa de ocurrir— y estaba claro que McCain no iba a ganar. En ese caso, con esa objeción débil (y, una vez más, esencialmente racista) McCain mismo se cayó sobre la espada, o como se dice en el lenguaje de hoy día: se sacrificó por el equipo.
Seamos claros: si McCain hubiera llegado a ser presidente, hubiera sido uno más de la serie de presidentes republicanos fascistas desde Nixon que poco a poco han venido transformando en fascistas la estructura política y el consenso ideológico de Estados Unidos.
Así que los esfuerzos por cohesionar la oposición de la clase dominante a Trump sobre la base de McCain o del “McCainismo”, no solo son llamativos, sino francamente siniestros. A la fecha, esas fuerzas opuestas al régimen no han logrado encontrar un paladín. Dígame una sola figura de importancia de la clase dominante que ha salido a denunciar abiertamente al régimen. De hecho, el Partido Demócrata le ha dedicado la actual campaña electoral a negarse a siquiera articular un programa de oposición general, y mucho menos a denunciar fuertemente y luchar en contra de los ataques fascistas del régimen de Trump y Pence a las mujeres, los inmigrantes, los negros, la guerra y el medio ambiente. El abanico de candidatos demócratas abarca de los “que están en la derecha” (muchos de los cuales son ex militares que buscan atraer a los electores trumpistas pero ni siquiera mencionan ni se oponen abiertamente a Trump [y a su régimen]), a los “que están en la izquierda” que buscan atraer a los electores trumpistas criticando al nepotismo, la corrupción y promoviendo los intereses económicos comunes de “tortilla y fríjol” de los trumpistas y de las masas que forman la base del Partido Demócrata. Eso también es cierto en el caso de los socialistas demócratas que quieren reformar al Partido Demócrata pero que promueven el chovinismo pro estadounidense y se concilian con él. La palabrota que estos candidatos más quieren evitar es… Fascismo.
Ahora, aglutinado en torno al cadáver de McCain y su programa de extremo militarismo y agresión fundado en un fuerte “patriotismo al estilo de Estados Unidos, tenga razón o no”, junto con la supremacía blanca y la supremacía masculina que él fomentó, atizó y defendió por medio de legislación, está un esfuerzo por forjar la base para una oposición, ¡de acuerdo a términos que en sí son fascistas!
Sin embargo, muchas personas que sincera y profundamente se oponen a este fascismo espontáneamente se unirán en torno a esto porque la presencia misma de poderosas figuras de la clase dominante y la familiaridad del programa impulsarán la falsa ilusión de una salida relativamente indolora de lo que parecía una llave estranguladora de parte de Trump y Pence sobre la situación actual. Pero si semejante programa llegara a dominar en el auge de lucha contra el régimen, si eso llegara a ser lo que la gente asume como meta y punto de vista político determinante, en el mejor de los casos tendría consecuencias sumamente negativas. Equivaldría al espectáculo trágico de las masas en las calles de Egipto en 2011, cuando se rebelaron en contra de un régimen extremadamente opresivo allá encabezado por Hosni Mubarak con la consigna: “El pueblo y el ejército son una sola mano” — pero que posteriormente el ejército aplastó al pueblo e instauró un régimen aún más represivo. La lección que hay que sacar de eso NO es que el pueblo no debió haberse alzado… sino que tiene que existir una fuerza de vanguardia que pueda esclarecer lo que debería ser el blanco del levantamiento, y cómo llevar la lucha a la victoria.
Y los comunistas, y no solo ellos sino también todos lo que se oponen de verdad al fascismo, tienen que salir a muy amplios sectores de las masas de personas y luchar con ellas para que vean la verdad acerca del objetivo para el cual se les está movilizando y ganarlas a lo que es necesario ganarlas: una verdadera lucha en contra del régimen en su conjunto y su programa y aparato enteros, y no solo su cabecilla y algunos elementos de sus políticas. Es casi seguro que se vuelva más fuerte esta necesidad al aproximarse el entierro del sábado 1º de septiembre y las secuelas.
Retomar lo básico
Una vez más: estas discrepancias entre las figuras de la clase dominante tienen que ver con la MEJOR manera de imponer la explotación, saqueo y miseria por todo el mundo… con la MEJOR manera de mantener a las personas en una situación que las obliga a soportar un sufrimiento verdaderamente horroroso y verdaderamente innecesario. Esto es importante y fundamental.
Al mismo tiempo, y a manera de conclusión, cabe repetir las palabras con las que empezamos:
Los demócratas, junto con el New York Times y el Washington Post, etc., están buscando resolver la crisis con la presidencia de Trump de acuerdo a los términos del sistema actual y al servicio de los intereses de la clase dominante del sistema actual, que representan. Nosotros, las masas de personas, debemos avanzar a todo vapor y millones de nosotros debemos movilizarnos para resolver esto al servicio de nuestros intereses, al servicio de los intereses de la humanidad, los que son fundamentalmente diferentes y contrarios a los intereses de la clase dominante.
Esto, por supuesto, no significa que la lucha entre los de arriba es irrelevante o no tiene importancia; más bien, la manera de entender y abordar esto (lo que hay que explicar repetidamente a la gente, incluido por medio de la lucha que se necesita y se lleva bien), está en términos de cómo se relaciona con “la lucha desde abajo” y cuáles oportunidades puede ofrecer, para la movilización de masas de personas en torno a la exigencia de que el régimen en su conjunto tiene que largarse, por su naturaleza y acciones fascistas y por lo que está en juego para la humanidad.
¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE!
En nombre de la humanidad,
Nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista
Un mundo mejor ES posible
Un discurso de Bob Avakian
Léalo en español aquí. Además, vea, y comparta, la película entera, el tráiler, la sesión de preguntas y respuestas, y cortos (en inglés).
Habla BA:
¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!
Bob Avakian en vivo
Un imprescindible discurso filmado de Bob Avakian de 2012. Vea el discurso completo AQUÍ en inglés.
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