La emergencia en torno a Kavanaugh:
No necesitamos “salvar a ‘nuestra’ corte”: ¡SÍ necesitamos resistir y detener a Kavanaugh, PARAR a un Estados Unidos fascista y organizarnos para una revolución real!
Sunsara Taylor
| Periódico Revolución | revcom.us
En la última semana se celebraron audiencias en el Senado sobre la nominación más monumental para la Corte Suprema en décadas. En cuestión de semanas, la Corte Suprema podría tener no solo una “mayoría conservadora”, sino una mayoría sólidamente pro-fascista que es una herramienta dócil en la campaña del régimen de Trump y Pence de “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser BLANCO”, para poder imponer una teocracia fascista cristiana, para eliminar por completo las normas para la protección del medio ambiente y acelerar la destrucción de nuestro planeta y para eviscerar los derechos civiles y las libertades civiles. Los vampiros fascistas cristianos, los belicistas al estilo de Estados Unidos Ante Todo y los racistas en todas partes se están alucinando de alegría.
Un nominado para arrastrar a Estados Unidos de vuelta a la retrógrada visión de “grandeza” de Trump
Brett Kavanaugh es un originalista duro como una piedra. El originalismo es una teoría jurisprudencial que sostiene que simplemente no existe ningún “derecho” que no esté explícitamente escrito en la Constitución o en una enmienda ratificada, y que no esté “arraigado en las tradiciones y la conciencia de nuestro pueblo”. Pero, ¿cuáles fueron los derechos escritos en la Constitución? El derecho de mantener a los negros como propiedad esclavizada, de los esposos a violar a sus esposas, de los colonos blancos a exterminar a los indígenas, y otras cosas por el estilo. Y si bien desde ese entonces han ratificado enmiendas las que han restringido y derogado algunas de estas atrocidades, “las tradiciones y la conciencia” de Estados Unidos han sido una cadena ininterrumpida de linchamientos racistas (ya sea por el Ku Klux Klan o por la policía), de violencia epidémica contra los derechos reproductivos de las mujeres y de privarles a ellas de esos derechos, la destrucción y el envenenamiento del medio ambiente, la represión draconiana contra los disidentes políticos y los revolucionarios, el racismo xenófobo, el fanatismo anti LGBTQ y muchas más violaciones de los derechos fundamentales de las personas.
Concretamente, esta teoría jurisprudencial ha sido utilizada como garrote durante décadas —comenzando en serio durante la Corte Suprema encabezada por William Rehnquist, el “primer héroe judicial” de Kavanaugh— para revertir y/o destruir todo el rumbo que la Corte Suprema había tomado en los años 1960 y 1970, durante la época en la que se estaban extendiendo los derechos a los negros, a las mujeres y a muchas otras personas. Kavanaugh celebró explícitamente la posición discrepante (desacuerdo) de Rehnquist con la decisión de la Corte Suprema que despenalizó el aborto (Roe contra Wade) así como los logros de Rehnquist en el aumento dramático de la capacidad de la policía y los fiscales de utilizar pruebas obtenidas ilegalmente en las cortes para conseguir condenas y encarcelar a personas acusadas de crímenes. Y el propio historial de Kavanaugh muestra una hostilidad extrema hacia el derecho al aborto de las mujeres e incluso hacia su derecho al control de la natalidad, hacia la separación entre la iglesia y el estado, hacia las normas ambientales, hacia los intentos de frenar el racismo y la discriminación, hacia las víctimas de tortura y muchísimo más.
Los demócratas “oponen resistencia”, pero según los términos de la clase dominante
Muchos dirigentes demócratas están genuinamente alarmados por la forma en que Kavanaugh convertiría a la Corte Suprema en una herramienta en la campaña de Trump para desmantelar el pacto social y las normas legitimadoras que han mantenido la cohesión de Estados Unidos durante generaciones. También están alarmados porque la forma en que Trump ha llenado las cortes podría “consolidar con candado” el gobierno republi-fascista a como dé lugar, al destripar los derechos de votar, imponer la manipulación racista de distritos electorales, etc., así como mediante la realidad de que una Corte Suprema fascista les dará estos republi-fascistas el poder de vetar durante los próximos 30 años toda legislación social, aunque los demócratas de alguna manera obtuvieran una mayoría en una o ambas cámaras del Congreso.
Por esto, la audiencia se ha tipificado a veces por un nivel poco común de desafío abierto de parte de los demócratas. Por medio de sus preguntas y sus peritos invitados, han sacado a la luz la hostilidad de Kavanaugh hacia los derechos de las mujeres, las personas LGBTQ, los negros y otros; su probable papel en los crímenes contra la humanidad de George W. Bush; y sus escandalosas ideas de que el presidente está por encima de la ley.
No obstante, es importante señalar que estos demócratas han guardado sus verdaderas críticas para quejas procesales, como el hecho de que los republicanos mantuvieron en reserva gran parte del historial de Kavanaugh.
Kamala Harris, por ejemplo, interrumpió al republicano fascista Chuck Grassley para pedirle que pospusiera las audiencias para poder contar con tiempo para examinar los documentos recientemente divulgados. Dick Durbin pidió directamente a Kavanaugh que pospusiera sus propias audiencias, una vez más para poder examinar los documentos. Cory Booker se comparó con Espartaco, el líder de una histórica revuelta de esclavos, y expresó su voluntad de soportar la censura o incluso ser expulsado del Senado por leer un documento que había estado mantenido en reserva para que constara en los actos públicos del Congreso.
Aunque sí es una maniobra fascista, de parte de los republicanos, mantener en reserva una parte tan grande del historial de Kavanaugh, centrarse en este historial tapa la pura verdad de que las opiniones Kavanaugh ya son bien conocidas. También tapa la realidad de que estos demócratas, aun cuando se ponen a chillar, en lo más fundamental están participando y legitimando la aprobación de este juez pro-fascista completamente ilegítimo.
De hecho, aunque daban una muestra de oposición, echaron mano de todo para demostrar su cortesía hacia los fascistas. Diane Feinstein, antes de hacerle una sola pregunta a Kavanaugh, se disculpó con él por los manifestantes que valientes, continuaban causando interrupciones. Cory Booker, aunque cuestionaba el proceso, elogió a Grassley por exhibir la “paciencia de Job”.
Esto contrasta con la forma en que los republicanos no sólo bloquearon a Merrick Garland, el candidato para la Corte Suprema de Obama —se negaron a reunirse con él o a recibirlo en audiencia durante más de un año— sino también a docenas de otros jueces federales nominados por Obama. Debido a sus esfuerzos, cuando Trump entró en la Casa Blanca no solo tenía un cargo de magistrado vacante en la Corte Suprema por llenarse, sino también otros 107 cargos de juez. En contraste, Reagan tenía 35 cargos de juego por llenarse y Obama tenía 54. Y, por callado que se haya mantenido, la semana pasada ¡el dirigente demócrata Chuck Schumer personalmente puso en la vía rápida de confirmación a otros 15 jueces federales fascistas de Trump!
No obstante, si bien es esencial reconocer y denunciar la dinámica objetivamente colaboracionista de la “resistencia” de los demócratas, también es una realidad que incluso esta oposición muy fuertemente limitada —junto con los importante desafíos de la clase dominante a Trump, lo que abarca todo lo que está concentrado en el funeral de McCain y la columna de opinión anónima de un alto funcionario de la Casa Blanca— está contribuyendo a despertar el espíritu de lucha de las personas de todo Estados Unidos que anhelan ver que se termine esta pesadilla.
La justa ira de la gente: ¿cuál camino tomará?
Más de 200 personas han sido arrestadas por interrumpir con valor las audiencias y/o ocupar las oficinas de los senadores, y cada una refleja y representa la furia latente de innumerables personas que están observando con horror y angustia por todo Estados Unidos. Estos interruptores justos han alzado la voz con fuerza sobre las mujeres que morirán a causa de abortos ilegales, sobre los discapacitados que perderán sus cuidados de salud y posiblemente su vida, sobre los derechos de los negros y los indígenas, y otras cosas. Esta ira es justa y sumamente positiva. Al mismo tiempo, con aún más frecuencia las personas han pedido que los senadores “salven nuestras cortes” y “salven nuestra democracia”. Esto revela peligrosas ilusiones falsas las que, de no desviarlas, no darán buenos resultados.
La Corte Suprema no es “nuestra corte” y Estados Unidos no es “nuestra democracia”
La pura verdad es que la Corte Suprema NO es “nuestra corte” y el sistema que gobierna sobre nosotros NO es “nuestra democracia”. Más bien, como lo ha expresado Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario: “La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es la democracia, sino el capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen”1 Como explica con mucho más detalle en el pdf Constitución, leyes y derechos, en la sociedad capitalista y en la futura sociedad socialista, la Corte Suprema de Estados Unidos es exactamente una de las estructuras políticas que refuerza el sistema del capitalismo-imperialismo. La verdad de esto se puede ver, por ejemplo, en la realidad de que incluso antes de que el “Magistrado” de la Corte Suprema Anthony Kennedy renunciara y Kavanaugh fuera nombrado, la Corte Suprema confirmó la prohibición a los musulmanes de Trump; presidió un régimen de encarcelación en masa supremacista blanca y terror policial; permitió restricciones tan severas y multitudinarias que el derecho al aborto ahora pende de un hilo; protegió el “derecho” de un pastelero fascista cristiano de negar servicios a una pareja gay; restringió dramáticamente derechos laborales; y muchas otras cosas. No se puede ganar cambios reales al servicio de los intereses de la gente confiando en estas instituciones de la clase dominante.
Para que quede claro: La Corte a veces puede reflejar un consenso de la clase dominante para hacer ciertas concesiones, a menudo en respuesta a la lucha desde abajo; pero las relaciones económicas y sociales fundacionales del capitalismo-imperialismo permanecen en su lugar y el propósito de las concesiones mismas es proteger y expandir esas relaciones.
Hora de LUCHAR, y de organizarse para una revolución real
Todo esto no quiere decir que no se puede hacer nada. Por el contrario, ya es hora de luchar, de unirse y desencadenar un espíritu aún mayor de desafío y brote de rechazo furioso, y de levantar nuestra vista al hacerlo.
Más que cualquier otra cosa, este momento peligroso —con la lucha entre los fascistas abiertos y los “imperialistas tradicionalistas” agrupados en torno al Partido Demócrata— revela la inutilidad total y la naturaleza anticuada del sistema del capitalismo-imperialismo. Revela la verdad de que los intereses de los que nos gobiernan no son los intereses de la gente. Revela la necesidad de hacer una revolución real que derroque este sistema, barra del camino sus leyes e instituciones de represión e implemente un sistema radicalmente diferente arraigado en un modo de producción radicalmente diferente y con radicalmente diferentes relaciones sociales, valores y formas de relacionarse con el resto del mundo. Esto es lo que está concentrado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian — una sociedad mucho mejor y liberadora orientada a satisfacer las necesidades fundamentales de la gente, superando toda explotación y opresión y haciéndolo junto con todas las personas por todo el mundo a la vez que los derechos del individuo y el estado de derecho estén protegidos de maneras mucho más fuertes y cualitativamente diferentes de lo que lo están ahora.
En lugar de suplicar o tomar partido entre las diferentes facciones de los que nos gobiernan, las personas necesitan aprovechar esta aguda contienda en la cúpula para abrir brechas con nuestros propios intereses: para hacer avances reales en la propagación de la necesidad de luchar contra el poder y de organizarnos para esa lucha de maneras que contribuyen a una revolución real. Cómo hacer esto, y para qué fin, se establece en este folleto.
Unan a todos los que se pueda unir para sacar al régimen fascista de Trump y Pence
Una parte decisiva y muy urgente de esto ahora es la lucha para movilizar a todos los que se pueda unir, entre ellos muchos que aún no están convencidos de la necesidad de la revolución pero que reconocen la emergencia que enfrentamos hoy en el régimen de Trump y Pence — de salirse de los canales oficiales del sistema que gobierna sobre nosotros y de oponer una verdadera resistencia. Para plantear la demanda —¡ESTA PESADILLA TIENE QUE TERMINAR: EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE!— y forjar la organización y la fuerza para estar en posición de emprender protestas políticas sostenidas, independientes y de masas que se inicien con muchos miles y crecen a millones de personas y no se detienen (día tras día, noche tras noche) hasta que el régimen en su conjunto haya sido sacado del poder. Como correctamente insiste Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org), únicamente la gente puede detener a un Estados Unidos fascista: lo que cada uno de nosotros haga en estos días tan llenos de peligros y oportunidades realmente importará.
¡ESTA PESADILLA TIENE QUE TERMINAR: EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE!
En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista
1. “La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es la democracia, sino el capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen. Lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.”
— Bob Avakian, Lo BAsico 1:3 [regresa]
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