El régimen de Trump y Pence sigue tratando de robarse las elecciones
Una estrategia “jurídica” acorde a su fascista política, programa y movilización
| revcom.us
Carta de un lector:
Al leer recientemente las consignas de Rechazar el Fascismo de que el régimen fascista de Trump y Pence sigue tratando de robarse las elecciones, me sorprendió la veracidad de esta declaración — aunque no sabemos del todo cómo Trump y las fuerzas fascistas, tal como el núcleo de fascistas cristianos, están evaluando sus diversas opciones y estrategias. Especialmente a la luz de la victoria de Biden en el Colegio Electoral que los grandes medios de comunicación, entre ellos el Noticiero Fox, han declarado, hay tanto unidad como lucha en sus filas.
Para ayudar a nuestros lectores, expongo brevemente algunas características clave de su estrategia y opciones “jurídicas” a partir de este momento, los peligros y lo que hay que hacer. Utilizo la palabra “jurídicas” entre comillas para indicar que si éstas fueran unas elecciones “normales” en las que se cuentan los votos y eso determina quién será elegido — habría pocas bases para que esta estrategia logre prosperar en algún sentido. Pero esto parece estar acorde a la estrategia y los objetivos generales de los fascistas de “pervertir” las elecciones, deslegitimar los resultados en su base social y, en última instancia, incluso robarlas en un “golpe de estado” directo. Estos resultados claramente no son firmes y ni siquiera más probables, pero en vista de sus maniobras, que son peligros muy posibles de los que hay que estar al tanto, y de más importancia, ¡los que hay que frustrar e impedir! por medio de una resistencia masiva, sostenida y no violenta con la demanda de que sea sacado del poder este régimen, ¡Trump-Pence Fuera Ya!
Primero y ante todo, Trump decía repetidamente durante los últimos meses de la campaña que “la única manera en que nosotros podríamos perder es si las elecciones estuvieran amañadas”, lo que sentaba las bases y el marco para la opinión pública en su base social fascista. Así que, por lo tanto, la lógica es: ahora que los grandes medios de comunicación han declarado ganador a Biden sobre la base del conteo real de los votos, las elecciones deben haber estado “amañadas”. Su procurador general Bill Barr, un fascista cristiano durísimo, también ha declarado repetidamente que los votos por correo postal están susceptibles al fraude. Tras las elecciones, Trump ha afirmado repetidamente que “ganó”, que hubo un “fraude” masivo y que va a impugnar las elecciones en los tribunales, a la espera de certificaciones y confirmaciones oficiales reales1.
Este es el contexto de la opinión pública fascista en el que se está desenvolviendo la estrategia “jurídico-política” inicial. El sábado 7 de noviembre, justo después del anuncio de que Joe Biden ganó en el Colegio Electoral, el abogado personal de Trump, Rudy Giuliani, alegó que el sistema electoral en Filadelfia —un elemento crucial para la victoria de Biden— estaba plagado de fraude, y amenazó con una “demanda masiva a nivel nacional” que Giuliani afirmó que “podría ser para anular una elección”.
Y esto no era tan sólo “el loco Rudy”. El mismo Trump insiste en que él es el ganador por ley, que “Estas elecciones no han terminado” y que “¡Los procedimientos legales acaban de iniciarse!” David Bossie, jefe del equipo legal de Trump, dijo el viernes 6 de noviembre: “Vamos a luchar por cada voto legal, y vamos a cerciorarnos de que luchemos por que sean desechados esos votos ilegales”. El líder republicano de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy tuiteó que “no se echarán para atrás en esta batalla”. Donald Trump Jr. tuiteó el jueves 4 de noviembre que su padre debería “ir a la guerra total por estas elecciones”. Al cierre de esta edición, ningún líder republicano de peso ha “abandonado” esta posición, para pedirle a Trump que le conceda la elección a Biden, excepto Mitt Romney y George W. Bush, quienes no son partidarios de Trump.
Usar demandas judiciales para deslegitimar y difundir la mentira de “elecciones robadas”
Desde las elecciones, las fuerzas de Trump han presentado más de una docena de demandas judiciales en los estados de contienda decisiva. Pero como señala el New York Times: “aparentemente, ninguna de ellas... está cobrando terreno en los tribunales”. Y eso se debe a que o bien no tienen ninguna evidencia que respalde sus afirmaciones de fraude, o los asuntos que están poniendo afectarían un pequeño número de papeletas, para nada suficientes como para influir en las elecciones.
Por ejemplo, en Nevada el Partido Republicano [GOP] alegó en un tribunal federal que el sistema automatizado de verificación de firmas para las boletas de voto por correo postal era defectuoso, que había conducido a “más de 3.000 casos de personas inelegibles que emiten votos” y no debe ser utilizado. Pero sólo tenían pruebas de una sola votante a la que se le dijo cuando fue a votar que ya había emitido un voto por correo postal. Esto también fue rápidamente desestimado por el tribunal. (Para conocer más detalles sobre los casos electorales en las cortes, vea aquí y aquí.)
El caso más significativo se presentó en un tribunal federal antes de las elecciones, objetando una decisión del Tribunal Supremo de Pensilvania de que las boletas de voto por correo postal con matasellos de las 7 p.m. del día de las elecciones deberían contarse si llegaran antes del viernes por la noche. En este caso se presentó dos apelaciones ante la Corte Suprema de Estados Unidos, la que se negó a conocerlas, pero varios de los jueces fascistas indicaron que probablemente lo revisaran después de las elecciones, y la Corte ordenó que esas boletas “tardías” fueran “segregadas” de las demás y no se incluyeran en el conteo (Pensilvania acató la orden). En vista de que ahora hay una mayoría de la derecha de 6 a 3 en la Corte, el GOP podría ganar este caso, pero sólo hay unas 3.000 boletas en la categoría impugnada, y Biden va por delante por más de 43.000 votos, incluso sin las boletas “segregadas”.
Mucha gente quizá concluya de esto que el esfuerzo republicano en las cortes para nada va a prosperar y es poco probable que tenga éxito. Pero eso no es lo importante: quizá estos casos particulares no prosperen, pero mediante una avalancha de tales casos y demandas, la alegación fascista de que las elecciones les fueran “robadas”, y que Trump sea el legítimo ganador muy bien podría cobrar terreno, crear una neblina de confusión, incertidumbre y dudas sobre la veracidad y legitimidad del resultado. Eso azuzará a millones de seguidores fanáticos de Trump —algunos de los cuales están desorientados por una derrota que creían imposible— y los reactivará como tropas de choque para Trump. Bill Stepian —el director de campaña de Trump— dijo en un mensaje a los seguidores de Trump: “Simplemente estén a la espera en cualquier momento. Quizá necesitemos su ayuda y apoyo en el terreno, agitando la bandera y gritando el nombre del presidente...” [énfasis añadido]. Y sabemos cómo se ve eso por la experiencia previa con los golpeadores tipo MAGA (hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza), como los Muchachos Orgullosos a los que Trump les dijo “esperen” durante el primer debate presidencial.
Como dijo el New York Times: “Al parecer, el Sr. Trump y sus sustitutos están centrándose menos en argumentos legales sustantivos que pudieran tener validez ante la corte que en apuntalar la narrativa política del presidente, sin soporte de los hechos, de que de alguna manera a él se le estaban robando un segundo mandato” [énfasis añadido].
La manera en que Trump potencialmente podría hacer que las elecciones se vuelvan a su favor
Pero si estos casos judiciales en sí quizá no han logrado volver las elecciones a favor de Trump, ¿cuál es el plan para hacerlo? ¿A qué plan de batalla se supone que estos seguidores de Trump deben “apoyar”?
El sistema electoral de Estados Unidos es increíblemente complicado, regido por 50 leyes estatales diferentes, la Constitución de Estados Unidos, innumerables precedentes judiciales, llevados a cabo por miles de condados... y todo esto está susceptible a interpretaciones y debates. Lo que significa que hay un montón de lagunas legales lo suficientemente grandes como para llevar a cabo un robo de las elecciones mediante ellas, si se tiene suficiente impulso detrás de él. (“Impulso” en este caso se refiere a una base social azuzada en las calles, algunos con armas, y fascistas incrustados en los tribunales, el congreso, las legislaturas estatales, las gubernaturas y los medios de comunicación fascistas, listos para ejercer su poder con flagrante desprecio por las normas democráticas — ¡y la verdad!). Entre las estrategias “legales”, que en la actualidad las fuerzas fascistas están propagando abiertamente, figuran:
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Nombrar electores pro-Trump en los estados que votaron por Biden: El locutor radiofónico derechista Mark Levin tuiteó el 5 de noviembre: “Un recordatorio a las legislaturas estatales republicanas: ustedes tienen la última palabra sobre escoger a los electores, y no ningún consejo electoral, secretario de estado, gobernador o incluso tribunal”. Donald Trump Jr. lo retuiteó el mismo día, y al día siguiente el aliado de Trump Steve Bannon puso el mismo argumento.
Hay cierto debate sobre si esto sería constitucional, pero si llegara a conocerse ante la Corte Suprema de Estados Unidos, dada la mayoría fascista cristiana, podría haber una alta probabilidad de que la mayoría fascista respaldara a Trump. La mayoría de los estados del campo de contienda decisiva que Trump perdió tienen legislaturas republi-fascistas. ¿Crees que ellos no vayan a hacer algo tan descaradamente antidemocrático? ¿Dónde has estado los últimos 20 años?
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Recuentos de votos: En los estados donde Biden tiene un margen relativamente pequeño (hasta ahora, Georgia, Nevada y Wisconsin), se están solicitando recuentos de votos. Aunque típicamente los recuentos del voto resultan en cambios de unos pocos cientos de votos como mucho —y Trump está debajo de entre 10.000 y 34.000 votos en estos estados—, Estados Unidos en 2020 no es “típico”. Los trabajadores electorales en Las Vegas y Phoenix ya necesitan escolta policial para ir a sus coches debido a la amenaza de los partidarios armados de Trump fuera de los centros de conteo. Imaginen recuentos del voto en condiciones en las que miles de fascistas estuvieran en las calles... y para tener seguridad, confiaran en policías y alguaciles que a menudo también son fanáticos de Trump.
Actualmente, Biden tiene 279 votos en el Colegio Electoral (algunos estados están todavía indecisos). Si perdiera los 10 votos de Wisconsin en un recuento del voto, eso podría producir un empate con Trump, y en tal caso el ganador sería seleccionado por la Cámara de Representantes de Estados Unidos. El voto en la Cámara sería por delegación estatal: los 27 representantes de Nueva York emitirían un voto por Nueva York, y los cuatro representantes de Utah tendrían un voto, y así sucesivamente. Más delegaciones estatales están controladas por los republicanos, de modo que en esta situación Trump probablemente podría ganar.
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“Investigaciones” de fraude: Según el New York Times: “En Wisconsin, Robin Vos, el presidente de la Asamblea Estatal, ordenó a un comité legislativo que ‘utilizara sus poderes de investigación’” para llevar a cabo una revisión de las elecciones, lo que de nuevo suscitaría el espectro de fraude electoral sin ofrecer pruebas concretas. En Pensilvania, los dos republicanos de peso de la legislatura solicitaron al gobernador Tom Wolf, un demócrata, que realizara ‘una auditoría inmediata’ de las elecciones”. Además, la organización pro-Trump “True the Vote” [Haya que la votación sea acertada] ha iniciado “un ‘Fondo de Defensa de Denunciantes’ de un millón de dólares para ‘incentivar’ a los testigos para que salgan al frente con cargos de malversación”. Repitamos, ¡un millón de dólares para “incentivar a los testigos”!
“Investigaciones” como esta tienen como objetivo justificar e impulsar el apoyo público para las intervenciones de las instituciones controladas por los fascistas —las legislaturas estatales, el Senado, los tribunales, etc.— y para proporcionar un aval jurídico, aunque sea tenue, para anular las elecciones.
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Intervención del procurador general Barr y el Departamento de Justicia (DOJ): El DOJ podría hacer su propia “investigación” falsa de “fraude” electoral, y luego (según Barton Gellman, experto en el poder ejecutivo) “redactar un documento jurídico que ordene que el gobierno federal trate a Trump como presidente electo”. Gelman añade que “Trump podría intentar emitir una orden ejecutiva con el mismo efecto. Queda por verse si los organismos gubernamentales estarían de acuerdo con órdenes como esa, que normalmente son vinculantes pero que ahora serían transparentemente ilegales”.
Barr ha pasado a estar bajo una intensa presión por parte de los aliados de Trump para que acuda a su rescate. El jueves 5 de noviembre, Eric Trump tuiteó: “De veras espero que el @FBI/@DOJ se comprometan de inmediato”. El 8 de noviembre, Giuliani afirmó en el Noticiero Fox que estaban impugnando 450.000 boletas en Filadelfia — la anfitriona María Bartiromo respondió: “¿Qué posición tiene Bill Barr al respecto... Qué posición tiene el DOJ al respecto?” El New York Times informa: “Newt Gingrich, le hizo eco al hijo del presidente en el Noticiero Fox, al llamar a meter a la cárcel a los trabajadores electorales y a una mayor participación del procurador general William P. Barr”. Un corresponsal de Newsmax (medio de comunicación trumpoide) tuiteó: “Ya es hora de sacar el rostro de Bill Barr en la parte trasera de los cartones de leche y preguntar a sus vecinos cuánto tiempo lleva desaparecido”. El congresista fascista de Texas, Louie Gohmert, se les sumó: “¿¿¿Dónde está el Depto. de Justicia???”
Tómeselo en serio y tome acciones para impedírselo
Como Bob Avakian declaró el 1º de agosto en su histórica declaración, SOBRE LA SITUACIÓN CRÍTICA INMEDIATA, LA URGENTE NECESIDAD DE EXPULSAR AL RÉGIMEN FASCISTA DE TRUMP Y PENCE, VOTANDO EN ESTAS ELECCIONES, Y LA NECESIDAD FUNDAMENTAL DE LA REVOLUCIÓN, una victoria de Biden en las elecciones “crearía condiciones mucho mejores para seguir librando la lucha contra todo lo que representa el régimen de Trump y Pence y toda la opresión e injusticias de este sistema, y eso sería un gran regalo para la gente del mundo”. Esto es muy positivo.
Pero como dijimos en La encrucijada que enfrentamos y la lucha por sacar al régimen fascista; Algunos puntos de orientación para esta coyuntura: “para todos aquellos que quieren ver el fin a la pesadilla del régimen Trump y Pence, hay una lucha por librarse, de protestas no violentas de masas que continúen ¡hasta que sea sacado este régimen! ¡Esto es lo que se necesita! NO se debe dejar que los fascistas dominen la ‘plaza pública’ y el discurso público. En combinación con la dominación fascista de los tribunales y de algunas legislaturas estatales importantes que ya existe, eso podría ser mortal. La coalición de los decentes no puede retirarse del campo de batalla política — al contrario, debemos juntarnos, organizarnos y hacer acto de presencia para seguir adelante y completar el principal trabajo que tenemos por delante: sacar a este régimen fascista”.
1. De acuerdo con el estatuto federal, los electores de cada estado se reúnen el “primer lunes después del segundo miércoles de diciembre” —que en el presente es el 14 de diciembre— para emitir sus votos. Luego, el 6 de enero, la Cámara de Representantes y el Senado al nivel federal se reúnen conjuntamente para un conteo formal de los votos. Aunque la mayoría de las personas cree que estos votos deben coincidir automáticamente con el voto popular en cada estado, en realidad hay muchas maneras legales para tratar de circunvenir esto. [volver]
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