Una llamada de atención: en una decisión siniestra, la Corte Suprema fascista agrede a las restricciones en torno a la Covid basadas en la ciencia
En un perverso “anticipo de las próximas atracciones”, SCOTUS [Corte Suprema de Estados Unidos] deroga restricciones del estado de Nueva York a los servicios religiosos bajo techo
| revcom.us
De la redacción: Esta correspondencia revisada de un miembro de la Gira Nacional “Revolución” es parte de la formación de una nueva cohorte de articulistas para revcom.us, de los cuales necesitamos mucho más.
A última hora de la noche del miércoles 25 de noviembre, la Corte Suprema señaló un cambio preocupante. En una decisión de 5 a 4, con los fascistas en la mayoría y el magistrado en jefe de la Corte Suprema Roberts en desacuerdo junto con la minoría liberal (aunque por estrechos motivos de procedimiento), la corte derogó las restricciones impuestas por el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, al número de asistentes a los servicios religiosos en zonas particularmente afectadas por la pandemia del coronavirus.
En octubre, el gobernador Cuomo ordenó que los servicios religiosos en ciertas zonas de la ciudad de Nueva York se limitaran a un número muy pequeño: 10 en algunos casos y 25 en otros. Los epidemiólogos y otros expertos han dado indicaciones acerca de la naturaleza de alto riesgo de los servicios religiosos bajo techo que incluyen cánticos, cantos y otras actividades que pueden propagar el virus, transmitido por el aire en su propagación. Las restricciones en disputa son temporales y solo afectan a pequeños sectores de la población en el estado que en cierto momento dado tiene una incidencia muy alta de casos de la Covid-19. Tanto las congregaciones judías ortodoxas como las católicas romanas impugnaron las órdenes y, finalmente, estas apelaciones llegaron ante la Corte Suprema.
Los magistrados fascistas cristianos Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh nombrados por Trump, en sus respectivas opiniones coincidentes, invocaron el lenguaje severo de la “discriminación” para describir (o más exactamente, para distorsionar) la situación en Nueva York. Insisten en que debido a que hay topes a la asistencia integrados en la restricción a los edificios religiosos, y no se aplican tales topes a (lo que ellos describen como) edificios seculares similares, por lo tanto esas instituciones religiosas son injustamente singularizadas.
“Así que, al menos según el gobernador, tal vez no sea seguro ir a la iglesia, pero siempre está bien comprar otra botella de vino, ir de compras para una bicicleta nueva o pasar la tarde explorando los puntos distales y los meridianos. ¿Quién sabría que la salud pública se alineara tan perfectamente con la conveniencia secular?” Gorsuch argumentó.
La realidad dista mucho de esto. Como deja en claro la opinión disidente de la magistrada Sotomayor, esta comparación no se justifica, y la orden en disputa no se basó en las actitudes discriminatorias hacia las instituciones religiosas, sino en la ciencia de los virus y la epidemiología (la ciencia de la forma en que se propagan los virus y las enfermedades y lo que hay que hacer al respecto) de una pandemia que está asolando a la sociedad estadounidense en este momento, y la necesidad de que el gobierno imponga restricciones que beneficien a la sociedad en general y a la salud de la población en general.
De Sotomayor: “A diferencia de los servicios religiosos... los talleres de reparación de bicicletas y las licorerías por lo general no cuentan con clientes reunidos en el interior para cantar y hablar juntos durante una hora o más a la vez... Los magistrados de esta Corte juegan a un juego mortal al cuestionar al juicio experto de los funcionarios sanitarios sobre los entornos en los que un virus contagioso, que ahora infecta a un millón de estadounidenses cada semana, se propaga con mayor facilidad”.
Sobre los derechos y la libertad religiosa
Incluso dentro del marco de la ley constitucional burguesa estadounidense, los derechos religiosos, como todos los derechos, no son absolutos. El ejemplo bien conocido de esto es que uno no tiene derecho a gritar “¡fuego!” en un teatro lleno de gente si no hay fuego. Junto con las restricciones necesarias y legales, los derechos a menudo entran en conflicto entre sí, y hay que negociar cuál derecho ha de ceder terreno de una forma u otra. Esto es una buena parte de lo que cualquier sistema judicial tiene que manejar. En este caso, la libertad de estas iglesias y sinagogas para celebrar servicios religiosos con el número de feligreses y en la forma que deseen en realidad está en conflicto con la necesidad más amplia de la sociedad de controlar la pandemia. La mayoría de las sociedades tendrían dificultades y deberían sostener debates para determinar cuál de estos derechos priorizar. Pero para decirlo de otra manera, la “libertad de religión” no le da derecho a un grupo de imponer su religión a otras personas, ni a imponer un daño extremo a la sociedad en su conjunto: tal como propagar una enfermedad mortal.
Esto sin mencionar la hipocresía escandalosa de los fascistas cristianos, que chillan y se quejan de las “violaciones constitucionales” cuando consideran que eso puede impulsar su narrativa de “víctimas” y contribuir a su impulso por el poder, mientras ellos mismos intentan violar y viciar los derechos y libertades de las mujeres, las personas LGBTQ y todos aquellos que no se doblegan ante la voluntad de su dictadura teocrática aspirante. No olvidemos que estas son las personas que insisten en que su “carrera legal es sino un medio para un fin... ese fin es la construcción del reino de Dios”1.
Amy Coney Barrett se sumó a sus colegas fascistas Clarence Thomas, Samuel Alito, Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh en la mayoría, en la primera señal importante del impacto que ella, Barrett, tendrá en su nuevo rol. Como ha puesto al descubierto anteriormente revcom.us, Amy Coney Barrett es ilegítima. No sólo era instalada en la Corte como una parte clave de las maniobras por parte del régimen de Trump y Pence en sus esfuerzos por robarse las elecciones presidenciales de 2020 en el caso de que éstas estuvieran muy reñidas y que el robo fuera posible, sino de manera más crítica: “El nombramiento de Barrett asegurará una mayoría fascista cristiana en la Corte Suprema durante las décadas venideras, con un papel cada vez más desproporcionado en establecer los términos y políticas para Estados Unidos en conjunto”2.
En comparación con las decisiones de la Corte Suprema en la primavera de 2020, que mantuvieron ciertas restricciones durante la primera ola de la pandemia del coronavirus, esta decisión señala un nuevo rumbo: que ESTA Corte es una que se guía por una agenda y orden social fascistas cristianos y por lo tanto sacrificará la seguridad y la vida de las masas de personas. Esta decisión fue nada menos que la salva inicial de lo que probablemente será un ataque prolongado de esta nueva Corte contra la ciencia, las libertades civiles de los oprimidos y todos los logros sociales obtenidos desde la década de 1960, en particular los derechos de las mujeres al aborto y a los anticonceptivos, entre otros. Sí, todo esto puede ocurrir y muy probablemente ocurrirá bajo la presidencia de Biden, dadas las tendencias y la naturaleza básica del Partido Demócrata, y especialmente si no se libra una lucha de masas contra él.
Estos fascistas no tienen derecho de gobernar, y hay que derrocar el sistema que los engendró
El hecho de que una fuerza política de este pelaje —que busca imponer una moral de la Edad Media, un sistema social y político opresivo y reaccionario basado en una interpretación textual de las escrituras— no solo es un factor importante en la política de un país imperialista de alta tecnología, sino que controla palancas clave del poder y del gobierno, lo que influye fuertemente en el rumbo y el ímpetu de su trayectoria, debería suscitar serias preguntas sobre la naturaleza del sistema en el que estamos obligados a vivir y debería ser una llamada de atención para todos los que se preocupan por la verdad y la ciencia.
¡¿Qué tipo de sistema tiene entre los integrantes de su ente judicial más autorizado —el ente que toma decisiones que literalmente son de vida o muerte sobre la salud pública de las masas, entre otros asuntos clave— aquellos que no solo descartan sino que denigran el papel y la función misma de los “expertos”?!
Alito también alza la voz contra lo que él llama “la visión de los progresistas de principios del siglo 20 y los partidarios del Nuevo Trato de los años 1930” de imponer “el gobierno de los expertos”. ¡A lo que se refiere es a la idea de que las políticas del gobierno deben basarse en el conocimiento científico de la realidad y no en los prejuicios populares! (Vea: Discurso fascista cristiano del magistrado Alito de la Corte Suprema ante la Sociedad Federalista).
Francamente, estoy asombrado, y otros deberían estarlo también, ¡cuestionando la naturaleza misma de este sistema! Las opiniones como las de Alito reflejan mucho más que el filisteísmo burdo. Son un cóctel ideológico coherente y potente de ignorancia sobre el mundo y una “certeza” fanática al servicio de lo que creen que “Dios” les exige. ¿A qué tipo de sociedad y mundo conduce, en realidad, esta lógica? ¿Y cuántos cadáveres estarán alineados en el camino a este mundo?
Hay una tremenda necesidad de alzar la voz contra todo esto: la ilegitimidad de una Corte Suprema fascista, el peligro del movimiento fascista cristiano con millones de personas y sus agentes políticos, y el sistema ridículo y anticuado que les da a estas fuerzas el espacio para operar y conspirar para imponer a fuerzas su veneno al resto de nosotros. Hay que parar en seco las maniobras concretas que ellos emprenden para inculcar su visión, unificando a todos los que se puede unir para detener a un Estados Unidos fascista — como parte de gestar un mundo radicalmente diferente y mucho mejor al deshacerse de este sistema nacido del fascismo cristiano y nutrido por él. ¡Un sistema de capitalismo-imperialismo, un sistema que no es posible reformar, que hay que derrocar!
1.Vea el artículo de revcom.us: ¿Amy Coney Barrett en la Corte Suprema? Un “jonrón” para el fascismo y la opresión; una amenaza inminente al aborto y a todos los derechos reproductivos [volver]
2. Ibíd. [volver]
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