Republi-fascistas intensifican guerra contra la votación de la gente de color
| revcom.us
Después de que Trump perdió las elecciones de 2020, los republi-fascistas lanzaron una ofensiva total contra las legislaturas y tribunales de los estados para limitar el acceso al voto para los negros, latinx, indígenas y otros oprimidos.
Al 19 de febrero, se están contemplando 243 proyectos de ley en 43 estados. Estos proyectos de ley incluyen:
- En Georgia: la eliminación de votar anticipadamente los domingos — un ataque directo contra la tradición de los negros de ir a votar en grupo después de servicios religiosos, conocida como “Almas a las Urnas”. (En las elecciones presidenciales de 2020, en Georgia, unas 25.000 personas negras votaron los domingos; Trump perdió el estado por 12.000 votos.) Otra ley penalizaría la distribución de comida y agua de manera gratuita a las personas que están en una cola de espera para votar — lo cual puede tardar horas en las comunidades no blancas.
- En Texas: el requerimiento de un comprobante de ciudadanía para empadronarse, y la remisión de la documentación a las fuerzas del orden estatales. Por lo tanto, cada ciudadano naturalizado tendrá que sopesar el temor de que los puercos policías “revisen” los documentos de ciudadanía como condición previa para votar.
- En Arizona: conferirle a la legislatura (controlada por los republicanos) poderes de anular el voto popular nombrando a electores presidenciales que apoyan al candidato que perdió.
- Límites al voto por correo postal para que sea inaccesible para los oprimidos — medidas como el requisito que los votos por correo postal cuenten con notarización y firma de testigos, o estipular que los votos por correo postal sean entregados “en persona”.
- Dieciséis estados o están imponiendo o están endureciendo las leyes de credencialización electoral. Una abogada que defiende el derecho a votar señaló que requerir “cierto tipo de carnet de identificación típicamente perjudica a los votantes de color. Una cantidad mayor de votantes de color, en comparación con los votantes blancos, tienden a no tener la identificación electoral que se requiera”. Y agregó: “No se puede divorciar el método actual de restringir el acceso a votar, de la larga historia de supresión de votantes y racismo en este país”.
Además de estos proyectos de ley, en 2021 todos los estados reconfigurarán los distritos de votantes para las elecciones a las legislaturas estatales y al congreso. (Esto sucede cada 10 años.) Esto abre paso a lo que llaman gerrymandering — la práctica de reconfigurar distritos en formas extrañas ya sea para dispersar tanto a la población que tiende a votar en contra el partido gobernante de modo que los votantes ahí no tengan ninguna influencia, y/o para concentrar a casi todos esos votantes “de oposición” en tan sólo uno o unos pocos distritos. Según un artículo de Salon.com, en 2016 con esos métodos los republicanos “lograron ganar 10 de los 13 escaños en la Cámara de Representes de Carolina del Norte y 13 de los 18 en Pensilvania, aunque recibieron aproximadamente la misma cantidad de votos a nivel estatal que los demócratas”. Y “en Michigan, Ohio y Pensilvania esa práctica resultó en que los republicanos recibieran de 16 a 17 escaños adicionales en la Cámara”.
Desde la última reconfiguración en 2010, varios fallos de la Corte Suprema han eliminado la mayoría de las barreras legales a esta racista manipulación de los distritos. Y ahora los republi-fascistas controlan completamente o en su mayor parte la reconfiguración de los distritos en 30 estados.
Con estas maniobras, los republi-fascistas quieren tratar de amarrar un futuro de “victorias” electorales fascistas con la supresión de los derechos de los votantes y de la concurrencia a las urnas de aquellos que más tradicionalmente son propensos a votar por sus contrincantes, los demócratas.
Y obran con descaro: al argumentar a favor de las leyes que reducen la concurrencia a las urnas, un funcionario electoral de Georgia dijo: “No tienen que cambiarlas todas, pero sí tienen que cambiar importantes partes de esas leyes para que al menos tengamos posibilidades de ganar”. Un abogado del Partido Republicano de Arizona, al argumentar contra la derogación de una ley que limitaba el acceso de las minorías a votar, dijo que eso “sería una desventaja competitiva con respecto a los demócratas. En la política es un juego de suma cero, y cada voto adicional que ellos reciban… nos perjudica”.
Esto también concuerda con la supremacía blanca abierta del programa fascista, de quitar los derechos conquistados en dura lucha de los negros y latinos. En conjunto, incluso la ratificación de una porción de los cientos de proyectos de ley resultaría en un nuevo Jim Crow — un conjunto de leyes y costumbres que resultaría en sistemáticamente privar de sus derechos a los negros.
Como señala Bob Avakian en su Declaración de Año Nuevo, con la derrota de Trump, “se ha evitado por un escaso margen la catástrofe”. Pero las “fuerzas del fascismo siguen cobrando fuerza, en muchos sentidos” y estas “fuerzas que luchan por el pasado tienen por objetivo revocar, completa y con una venganza, hasta las concesiones modestas que se han hecho en respuesta a la lucha contra la injusticia social y la desigualdad y opresión institucionalizada, y de imponer una forma de dictadura capitalista la que es franca y la que no restrinjan la Constitución y el estado de derecho (o la que convierta la Constitución y el estado de derecho en meros instrumentos de la tiranía fascista y sus atrocidades)”.
La ola de proyectos de ley para suprimir la votación remacha la verdad de esa afirmación.