Sobre Nawal El Saadawi: escritora y luchadora de toda la vida contra la opresión de las mujeres, 1931-2021
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Dijeron: “Eres una mujer salvaje y peligrosa”. Estoy diciendo la verdad.
Y la verdad es salvaje y peligrosa.
— Nawal El Saadawi
Nawal El Saadawi, la muy querida escritora y doctora egipcia y paladín de los derechos de la mujer, murió el 21 de marzo en El Cairo. Ella blandía la verdad sobre la opresión de la mujer con audacia, brío y arte. Los tributos la han alabado como “la mujer más radical, secular y feminista de Egipto” y una “pionera de la liberación de la mujer” en los países árabes y por todo el mundo. Escribió más de 50 libros de ficción y no ficción, entre ellos Mujer en punto cero, La cara oculta de Eva y Memorias de la cárcel de mujeres. Su obra se ha traducido a docenas de idiomas… y ha conmovido corazones y despertado mentes.
La intrepidez intelectual de El Saadawi, que prendió sus investigaciones y denuncias amplias de las múltiples formas de la opresión de la mujer, iba a la par de su desdén hacia las consecuencias personales, que incluyeron la persecución y el encarcelamiento por las autoridades egipcias y tener que vivir bajo la sombra de las amenazas de muerte de parte de fanáticos religiosos.
Nawal El Saadawi nació en una familia rural en la región agrícola donde el río Nilo desemboca en el mar Mediterráneo. Ella tenía seis años cuando la sacaron de la cama a la media noche y la metieron en una tina de baño donde le rajaron los genitales, con su mamá a un ladito de ella. Poco después, su abuela trató de enseñarle “las realidades de la vida”, diciéndole que “un niño varón valía 15 niñas”. Indignada, la niña de siete años redactó su primer texto, una carta a Dios que le retó a que explicara por qué trataba de manera diferente a la mujer que al hombre. En una feria del libro en 2014, ella recordó, “Él nunca contestó… Le dije, ‘si no eres justo, no estoy dispuesta a creer en ti”.
Desafiando las tradiciones esclavizadoras y la autoridad reaccionaria
En La cara oculta de Eva, El Saadawi desenmascara ferozmente los horrores de la mutilación genital femenina, lo que causó un escándalo en Egipto y el mundo entero. Su indignación hizo añicos la autocomplacencia de la izquierda egipcia oficial, y consternó a muchas fuerzas progresistas a nivel mundial, las que durante demasiado tiempo se habían hecho de la vista gorda ante este crimen horripilante, por razones que incluían la conciliación relativista con las “prácticas culturales” de los oprimidos.
Nawal hizo campaña incesante contra la mutilación genital femenina. En 2008, Egipto por fin aprobó una ley que prohíbe la costumbre — pero según datos de la ONU, un 87 por ciento de las mujeres y muchachas entre las edades de 15 y 49 en el país han sido cortadas. La persistencia en gran escala de esta práctica cruel, al mismo tiempo que las mujeres egipcias han venido participando más en la vida pública, representa una reacción virulenta, un recordatorio y un reforzamiento del rol subordinado de la mujer en este sistema de supremacía blanca.
Sin embargo, El Saadawi no se retrajo. Se formó como doctora de medicina e inició su carrera en las aldeas pobres cerca de donde ella vivía de niña, hasta que las autoridades médicas le cambiaron de asignación en represalia por promover la concientización entre sus pacientes. Años después, el gobierno egipcio la nombró directora de salud pública, pero la despidió en 1972 tras la reimpresión de su libro, Mujeres y sexo, libro que denuncia la opresión sexual de las mujeres.
Uno de sus libros más célebres, Mujer en punto cero, es un relato convertido en ficción de la vida de una mujer a la cual El Saadawi entrevistó en el reclusorio de mujeres en El Cairo justo antes de que la mujer fuera ejecutada por matar a un hombre que la había atormentada desde que era niña y la obligó a prostituirse. La propia Nawal pronto acabó en la misma prisión. En una entrevista con la British Broadcasting Corporation, habló de su estancia ahí en que debatía con los marxistas y discutía vehementemente con los fundamentalistas religiosos. Con un brillo en los ojos y el desafiante sentido del humor que nunca perdió, dijo en broma al entrevistador: “Debes ir a la prisión — lo recomiendo mucho”, por ser una “experiencia rica”. Se les prohibía que los presos políticos tuvieran útiles para escribir, por lo que ella se las arregló para contrabandear un delineador de cejas a una prostituta en la celda adyacente y lo usó para escribir sobre papel de baño lo que se publicaría como Memorias de la cárcel de mujeres.
Durante el resto de su vida, era con frecuencia objeto de persecución y amenazas, y, al cobrar fuerza el fundamentalismo islámico en Egipto, en 1993 se vio obligada a exiliarse en Estados Unidos, donde dio clases en Duke, Harvard, Berkeley y otras universidades. Tras su retorno a Egipto en 1996, escribió una obra de teatro Dios dimite en la cumbre, en la cual todos los profetas de las religiones monoteístas, el judaísmo, el cristianismo y el islam, convencen a dios a dimitir para que la humanidad pueda avanzar. Al Azhar, una institución cuya autoridad en el islam sunita es comparable al vaticano para los católicos, la condenó formalmente por apostasía, y ella pasó años bajo una lluvia de amenazas de parte de las cortes y los islamistas.
Al mismo tiempo que oponía una resistencia implacable a las autoridades estatales y religiosas, Nawal sostenía un diálogo crítico de toda la vida con otras personas en los movimientos feministas, donde ella se destacaba por oponerse al uso del velo hiyab u otras formas más drásticas de cubrimientos. No tenía nada de paciencia para la noción absurda y dañina, la que sostenían muchos llamados progresistas y radicales, de que semejantes costumbres feudales de alguna manera fueran expresiones positivas de la identidad cultural. Señaló que, independientemente de lo que pensaran algunas mujeres, este modo de vestir era una señal de la sumisión. Afirmó que la idea misma del feminismo islámico era nociva, porque los islamistas nunca aceptarían nada fuera de la sumisión total. Si bien la mujer “no tenía lugar en el cielo” en la teología islámica, ella dijo, el patriarcado era un rasgo universal de todas las sociedades humanas, tanto en “el Occidente” como en el Medio Oriente: “Me opongo a que tapen al cuerpo de la mujer así como a que se lo destape”.
Oponiéndose al imperialismo y al sionismo; sumándose al levantamiento de la plaza Tahrir en 2011
También Nawal también se destacó por su férrea oposición al colonialismo e imperialismo occidentales. Esto le era tan importante que, cuando la organización internacional de solidaridad de mujeres árabes que ella había fundado tomó la posición a favor de la invasión de Irak encabezada por Estados Unidos en 1991, ella renunció a la organización en protesta, y el grupo se colapsó. Ella sostenía que las estructuras sociales y económicas impuestas por el Occidente y las maniobras políticas imperialistas para usar a los islamistas contra los movimientos más radicales, así como los propios rasgos repugnantes del Occidente, constituían factores enormes en el auge del islamismo. “Después de viajar por todo el mundo… descubrí que las niñas son criadas de una manera muy similar — todas estamos dentro del mismo saco. El sistema capitalista, religioso, patriarcal es universal”.
Ella era una oponente franca a la guerra en Afganistán encabezada por Estados Unidos desde 2001, y una férrea oponente al estado de Israel (describió el apoyo estadounidense a Israel como “verdadero terrorismo”).
Esta combinación de oposición al patriarcado y a la dominación imperialista la convirtió en una figura poco común y muy querida entre las generaciones de progresistas y radicales. A pesar de su edad avanzada, participó en la toma de la plaza Tahrir en El Cairo durante la rebelión de masas en febrero de 2011 que hiciera caer al régimen brutalmente represivo de Hosni Mubarak el que gobernó a Egipto durante casi 30 años. Ella consideró este levantamiento como el acontecimiento más importante de su vida. Continuó bregando sobre la relación entre el sistema capitalista-imperialista, las naciones oprimidas, el patriarcado y la opresión de las mujeres durante el resto de su vida. Participó en una conferencia en 2011 en Londres sobre el camino adelante para la Primavera Árabe, con oradores que incluían a Raymond Lotta, un seguidor de Bob Avakian; el académico iraní-kurdo radical Amir Hassanpour; feministas; y otros.
Tras la caída de Mubarak, la fundamentalista-islámica Hermandad Musulmana de Egipto ganó las elecciones y tomó el poder. Después, en 2013 las fuerzas armadas egipcias derrocaron al gobierno de la Hermandad e instaló al general Abdelfatah El-Sisi. Esto le puso un reto particular a Nawal. Ella, como la mayoría de la generación de los rebeldes de la plaza Tahrir, veía con buenos ojos el golpe de estado de El-Sisi al principio, por creer que las fuerzas armadas iban a proteger los derechos — un error que causó angustia a algunas personas que la apreciaban. Un error que subraya la necesidad crítica, como señala Bob Avakian en su Declaración de Año Nuevo, de no dejar que “lo que está pasando en la superficie en un momento dado… nos zarandee de un lado para otro, sino explorar debajo de la superficie, para descubrir los resortes principales subyacentes y causas de las cosas, y llegar a entender el problema fundamental y la solución real”1.
Nawal siguió siendo una crítica social apasionada. En una entrevista de 2008, se le preguntó que si consideraría suavizar su retórica a fin de conservar su seguridad. Su repuesta era consecuente con toda una vida de rebelión incesante: “Debo ponerme más agresiva, porque el mundo se está poniendo más agresivo y necesitamos que las personas alcen más recio la voz contra las injusticias”. Su literatura y su vida eran del desafío y la creatividad en una sociedad y cultura sofocantes. Y respecto al peligro que enfrenta el que alce la voz en un país como Egipto que mantiene a miles de presos políticos en condiciones horribles, “El peligro ha sido una parte de mi vida desde que tomé una pluma y escribí. Nada es más peligroso que la verdad en un mundo que miente”. Se extrañará profundamente a Nawal El Saadawi.
LAS NOVELAS Y OTROS ESCRITOS DE NAWAL EL SAADAWI ESTÁN DISPONIBLES EN LIBROS REVOLUCIÓN.
Para preparar este artículo, se consultó: varias obras de Nawal el-Saadawi; Wikipedia; el obituario de la BBC; el obituario de The Guardian; el obituario de Reuters; la serie documental de la BBC, Imagine.
1. Citemos el pasaje completo: “Para entender por qué nos enfrentamos a la situación en la que nos encontramos, es necesario no solo responder a lo que está pasando en la superficie en un momento dado —y de hecho dejar que semejante situación nos zarandee de un lado para otro—, sino explorar debajo de la superficie, para descubrir los resortes principales subyacentes y causas de las cosas, y llegar a entender el problema fundamental y la solución real. Esto significa llegar a entender de manera científica que vivimos bajo un sistema, y lo que ese sistema es en realidad (el sistema del capitalismo-imperialismo); trabajar para captar las relaciones y dinámicas más profundas de este sistema y la forma en que eso está determinando el marco para la manera espontánea de pensar y de reaccionar de los diferentes sectores de la sociedad en relación a los acontecimientos en la sociedad y en el mundo, y cuál es el camino posible hacia adelante para transformar todo eso en concordancia con los intereses de las masas de la humanidad y, en última instancia, de la humanidad en su conjunto”.
Para conocer más sobre la relación entre el patriarcado, el capitalismo-imperialismo y el fundamentalismo religioso, vea los escritos de Bob Avakian, incluido: Un año nuevo: La necesidad urgente de un mundo radicalmente nuevo — Para la emancipación de toda la humanidad; Forjar otro camino; ¡A romper TODAS las cadenas! Bob Avakian sobre la emancipación de la mujer y la revolución comunista. [volver]
Nawal El Saadawi