El funcionamiento opresivo y parásito del imperialismo hace que continúen los horrores innecesarios de la
Covid-19, Segunda parte

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Una serie de artículos posteados en revcom.us han puesto al descubierto cómo el funcionamiento del capitalismo-imperialismo ha conducido a horrores innecesarios bajo la pandemia de la Covid-19:

  • La producción de EPP (equipo protector personal) estaba sujeta al funcionamiento de las cadenas de suministro globales en un mundo desequilibrado de países ricos capitalista-imperialistas y países pobres, donde una gran parte del EPP se fabricaba en maquiladoras del tercer mundo donde los trabajadores están sometidos a condiciones opresivas;
  • Estados Unidos, Gran Bretaña, Europa y otras potencias imperialistas financiaron empresas farmacéuticas en un serio esfuerzo por desarrollar vacunas, pero la competencia entre estos países para obtener ventajas económicas, políticas y estratégicas, y para asegurarse de que su país se vacunara primero, se interpuso constantemente en el camino del necesario proceso de compartir e intercambiar conocimientos, y ello socavó todo el esfuerzo;
  • Estados Unidos y otros países ricos acapararon las vacunas para acumular incluso más vacunas de las necesarias para vacunar a sus respectivas poblaciones, a la vez que bloqueaban los esfuerzos por suspender los “derechos de propiedad intelectual” (como las patentes) que impiden que las empresas de los países del tercer mundo produzcan y distribuyan vacunas a bajo costo; y
  • El funcionamiento del imperialismo garantizó que no hubiera ninguna distribución equitativa de las vacunas en todo el mundo y que la producción de vacunas siguiera en gran medida en manos de los países industrializados.

TODO ESTO no sólo ha continuado sino que se ha vuelto aún más horroroso.

En la Primera parte de este artículo, se examina cómo la pandemia ha exacerbado la pobreza y el hambre, especialmente en los países pobres del tercer mundo; y se analizan las formas en que las desigualdades ya existentes se han profundizado con la Covid-19.

La Segunda parte examina cómo la naturaleza desequilibrada de un mundo con países ricos y pobres se refleja no sólo en el porcentaje de la población vacunada, sino también en los niveles de peligro, muerte y sufrimiento en los distintos países.

Desigualdad de muertes por Covid-19

Al 21 de agosto de 2021, se han registrado más de 211 millones de casos de Covid-19 en todo el mundo. Y al menos 4,4 millones de personas han muerto a causa de esta enfermedad1. Ambas cifras aumentan cada día. Estas cifras son lo suficientemente terribles, pero el número real de casos y muertes por Covid-19 es mucho mayor2.

Las disparidades en el acceso a la vacunación en los distintos países y la persistencia de muchas personas que se resisten a vacunarse han creado una situación en la que la pandemia de Covid-19 sigue causando sufrimiento y muerte innecesarios. El problema de la gente que no quiere vacunarse puede abordarse educando a la gente sobre la enfermedad y despejando las nociones anticientíficas y las teorías conspirativas sobre las vacunas. Pero el problema de las enormes brechas entre los distintos países en cuanto al acceso a las vacunas y a la capacidad de tratar la Covid-19 refleja el desequilibrio sistemático que existe en el mundo entre los países ricos y los países pobres, y no es posible poner fin a esto sin poner fin al sistema opresivo del capitalismo-imperialismo que engendra estas desigualdades y disparidades.

La vacunación es una de las formas más importantes de impedir que la Covid-19 siga propagándose3. Y las tasas de vacunación son uno de los ejemplos más contundentes de la enorme brecha que existe entre los países ricos y los países pobres a la hora de hacer frente a la pandemia de la Covid-19. Entre los países que han podido vacunar completamente al menos al 50% de su población al agosto de 2021, en su mayoría son países ricos fuera del tercer mundo. Mientras tanto, de los 57 países que han vacunado a menos del 10% de su población, en su mayoría están en el tercer mundo. Y de los 20 países que han vacunado a menos del 2% de su población, al menos la mitad están en el continente africano4.

Entre los países más afectados: Indonesia y Bangla Desh

Existe una complejidad de factores que intervienen en la posibilidad de frenar el aumento de casos y muertes por Covid-19 en los distintos países. Pero, en general, está claro que los países más ricos tienen la capacidad de tener acceso a las vacunas y administrarlas a un mayor porcentaje de su población que los países pobres. Y la pobreza y la falta de atención sanitaria en los países pobres —fenómenos que ya existían antes de la Covid-19 y se han agravado con la pandemia— son también factores de enorme peso.

Dos de los países más afectados son Indonesia y Bangla Desh5: En Indonesia, donde menos del 10% de la población había sido vacunada al 11 de agosto, los fabricantes de ataúdes no pueden mantenerse al ritmo del creciente número de muertos por la Covid-19. Los hospitales se enfrentan a la escasez de oxígeno y de camas. Los cementerios se están quedando sin espacio para enterrar a los fallecidos por la Covid-19, y en la capital, Yakarta, se están despejando exuberantes campos para construir nuevos cementerios.

Pasó un año desde el inicio de la pandemia antes de que el número total de muertes por Covid-19 superara las 50.000 personas en Indonesia. Pero la variante Delta de Covid-19, altamente transmisible, ha provocado una nueva explosión de casos y muertes. En tan sólo nueve semanas después de alcanzar el hito de 50.000, el número de muertes se duplicó, convirtiendo a Indonesia en el epicentro mundial de esta pandemia, superando a India y Brasil en el número de casos diarios. En el punto álgido de esta reciente oleada, las nuevas infecciones alcanzaron un máximo de 56.700 en un día. Y tan sólo el 27 de julio, más de 2.000 personas murieron de Covid-19. Muchas de estas muertes se produjeron entre niños: en julio, más de 100 niños a la semana murieron de Covid, muchos de ellos menores de cinco años6.

En Bangla Desh, tan sólo el 3% de la población estaba vacunada al 10 de agosto. A principios de 2021, el país se encontraba en una situación de muy estricto cierre de actividad debido a la pandemia. Sin embargo, a fines de julio se suspendió el cierre durante algo más de una semana para permitir que la población se preparara y celebrara la fiesta musulmana del Eid al-Adha. Ante una crisis económica agobiante, los funcionarios del gobierno dijeron que esto podría ayudar a la economía. Después de las celebraciones del Eid —que conllevaban grandes concentraciones de personas—, el gobierno anunció que se reinstauraría el cierre estricto. Pero los casos aumentaron exactamente dos semanas después del levantamiento temporal de las restricciones. Los nuevos casos diarios superaron los 15.900 al día, y se consideró que esta cifra era muy inferior al número real de casos.

Diferentes factores implicados

Los países ricos, que disponen de muchos más recursos —dinero, médicos, atención sanitaria, etc.—, han podido combatir los aumentos de casos y muertes por Covid-19 con mucha más eficacia que los países pobres. Pero también es cierto que en algunos países ricos, por ejemplo en Estados Unidos, la “apertura” y el hecho de que la gente no lleve mascarillas ni se vacune han provocado nuevos y dramáticos repuntes. En Estados Unidos, el número de nuevos casos diarios pasó de más de 101.000 el 31 de enero de 2021 a menos de 17.000 al fin de junio, pero ahora ha subido a más de 157.000 nuevos casos al 20 de agosto. Las muertes diarias en Estados Unidos pasaron de un máximo de más de 4.100 personas en un día en enero de 2021 a un mínimo de 139 el 11 de julio, y ahora ha subido a unas 1.120 el 20 de agosto7.

El tipo de medidas que se toman para combatir la Covid-19 también es un gran factor. Al menos en un país en el que el ritmo de vacunación ha sido bajo, las duras medidas de cierre de actividades han podido contrarrestar los aumentos iniciales de casos y muertes. Uganda es un país con una larga historia de guerra civil y regímenes dictatoriales y opresivos. A fines de junio, las calles, antaño bulliciosas, se vaciaron ante el repunte del virus. En un mes, los casos de Covid-19 pasaron de menos de 100 casos al día a más de 1.500. El gobierno impuso un gran cierre, prohibiendo la circulación de todos los vehículos privados y públicos y cerrando todos los negocios no esenciales durante 42 días. En el mayor mercado al aire libre de la capital, Kampala, 600 vendedores, que se enfrentaban a un toque de queda desde el anochecer hasta el amanecer, llegaron a un acuerdo con el gobierno para permitirles dormir durante semanas junto a sus productos. Para fines de julio, el número de nuevos casos había caído considerablemente.

Pero el porcentaje de vacunados en Uganda seguía siendo inferior al 2%. Los hospitales seguían llenándose, y el Estadio Nacional Mandela, que suele ser escenario de partidos de fútbol, se convirtió en un hospital improvisado. Muchos trabajadores de la salud se estaban muriendo, y los avaros se aprovechaban de la gente, ofreciendo vacunas falsas. En un país donde el ingreso per cápita apenas supera los 650 dólares al año, los hospitales cobraban más de 1.500 dólares al día, lo que hacía imposible que muchos enfermos graves recibieran tratamiento médico.

Los trabajadores con salarios bajos son los más afectados

Los trabajadores con salarios bajos de los países pobres se han visto fuertemente perjudicados por los cierres. Especialmente para aquellos que dependen de un salario diario al trabajar en maquiladoras (muchas de las cuales han clausurado) o que no pueden ir a trabajar debido a los cierres o a las restricciones en los viajes, se ha producido una importante pérdida de ingresos. Por ejemplo, hay millones de vendedores ambulantes en las calles de Delhi, India, que venden verdura, ropa y muchas otras cosas. No sólo muchos de estos vendedores se vieron obligados a suspender su actividad, sino que esto tuvo un efecto dominó en muchos otros trabajadores con salarios bajos en la India. Gran parte de lo que venden los vendedores ambulantes, como ropa barata y artículos de cuero y plástico, se fabrica en industrias a pequeña escala o caseras, que luego tuvieron que cerrar por falta de demanda.

Según un estudio sobre el impacto de la Covid-19 en las personas de la economía informal en Delhi, el 90% de los vendedores ambulantes, el 71% de los trabajadores basados en el hogar y el 67% de los recicladores no pudieron trabajar en los primeros meses de la pandemia. Algunas de estas personas han podido volver a trabajar, pero ganan incluso menos que los escasos niveles que ganaban antes8.

La pandemia también ha agravado las desigualdades en la educación y ha aumentado la “brecha digital”, las disparidades en el acceso a los computadores y al Internet. Incluso en Estados Unidos, aunque la mayoría de la gente tiene algún tipo de acceso a un computador, existen grandes disparidades, ya que muchos pobres no pueden darse el lujo de tener acceso al Internet, a computadores e incluso a teléfonos móviles. Desde una perspectiva global, la brecha digital es aún más pronunciada. En África, tan sólo un 8% de los hogares tiene un computador en casa, en comparación con Estados Unidos, donde cerca del 85% de los hogares tiene uno.

Con el cierre de escuelas y oficinas, esta brecha digital no ha hecho más que agravarse. Y esto, a su vez, ha ampliado las disparidades en la educación. Aquellos que no tienen computadores o el Internet de banda ancha confiable se ven limitados en cuanto a su capacidad para continuar su educación durante la pandemia. Esto es cierto en los países ricos como Estados Unidos y aún más en los países pobres. Las estimaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo indican que el 86% de los niños en edad de ir a la escuela primaria en los países pobres no reciben actualmente educación, en comparación con el 20% en los países ricos.

***

Este sistema del capitalismo-imperialismo —en el que el afán de ganancias manda por encima de todo— no puede hacer lo que hay que hacer para abordar la crisis de la Covid-19, que es una crisis mundial. Y, como ha señalado Bob Avakian: “En el contexto de esta crisis actual, las relaciones explotadoras y opresoras integradas en este sistema se están manifestando de una manera pronunciada, en Estados Unidos y a nivel internacional, al igual que lo han hecho en crisis anteriores” (de LA ASESINA ILUSIÓN DE LA “NORMALIDAD” Y EL CAMINO REVOLUCIONARIO HACIA ADELANTE).

 


1. Coronavirus Resource Center, Johns Hopkins University & Medicine. [volver]

2. Algunas estimaciones de las muertes por Covid-19 se basan en gran medida en un método para determinar lo que se denomina “exceso de muertes”. Este es el número de muertes desde que se inició la pandemia en comparación con el número de muertes que se habrían esperado si la pandemia no hubiera ocurrido. En otras palabras, no se basa en el número real de muertes notificadas.

Otras estimaciones basadas en las muertes notificadas también serían inferiores, ya que algunas muertes por Covid-19 se notifican por una causa diferente, como “enfermedad respiratoria”. Un estudio descubrió que las muertes por Covid-19 en Estados Unidos pueden estar subestimadas en un 36%. Y este equipo de investigación descubrió que la mayor parte de estas muertes (no contabilizadas) se produjeron en lugares con mayor desigualdad de ingresos, más residentes negros y otros factores que indican un patrón relacionado con desventajas socioeconómicas y el racismo estructural.

Algunas estimaciones sitúan el número de muertes en una cifra aún mayor. Basándose en el estudio del trabajo de varios expertos en este campo en la primavera de 2021, la revista The Economist evaluó que en aquel momento había unos 10 millones de muertes, lo que triplicaba el número del recuento “oficial” de muertes de ese entonces. Si se aplica esa proporción ahora, indica que ha habido unos 13 millones de muertes en todo el mundo.[volver]

3. Vea Por qué todos los que pueden hacerlo deberían inocularse contra Covid-19 en revcom.us. [volver]

4. Tracking Coronavirus Vaccinations Around the World, New York Times, actualizado el 21 de agosto de 2021 [volver]

5. Los datos de los ejemplos de Indonesia, Bangla Desh y Uganda provienen de “Living and dying with covid - How the world is grappling with yet another major coronavirus surge”, de Sammy Westfall, Washington Post, 11 de agosto de 2021. [volver]

6. “No Longer ‘Hidden Victims,’ Children Are Dying as Virus Surges in Indonesia”, New York Times, 25 de julio de 2021 [volver]

7. COVID Data Tracker, Centros para el control y la prevención de enfermedades [volver]

8. COVID-19 Crisis and the Informal Economy: Informal Workers in Delhi, India, WIEGO, diciembre 2020 [volver]


En Indonesia, donde menos del 10% de la población ha sido vacunada, los fabricantes de ataúdes no pueden mantenerse al ritmo del creciente número de muertos por la Covid-19. Foto:  AP


Unos indonesios enfermos por Covid-19 se forman para rellenar sus tanques de oxígeno, 5 de julio, Foto: AP


En Bangla Desh, donde tan sólo un 3% de la población ha sido vacunado, unos refugiados rohingya esperan para recibir la vacuna. Foto:  AP


Existe una escandalosa disparidad en las tasas de vacunación en todo el mundo. Más del 48% de los adultos en Estados Unidos han sido completamente vacunados, según el New York Times, pero menos del 2% de los africanos han sido completamente vacunados. En la imagen: en Kampala, Uganda, la gente espera para recibir una vacuna el 10 de mayo. Foto: AP

 

 

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