Obrero Revolucionario #897, 9 de marzo, 1997
"Si un hijo viene y dice que tiene hambre, ¿qué hace uno? ¡Eso duele! Cuando me pasa eso quiero desquitarme con mucha gente. Mira, yo quiero trabajar con el sistema, pero a cada rato me chinga. Le quieren quitar la comida, el techo y la ropa a mi hijo. Creen que somos ignorantes, tontos o estúpidos porque recibimos ayuda del AFDC, que queremos algo por nada. No es cierto. Si hubiera una manera de salir adelante lo haríamos. Somos mujeres, una parte grande de la fuerza de trabajo y cabezas de familia. Los ricos, los congresistas, todos ellos deben ponerse en nuestro lugar para ver si pudieran vivir con las migajas que nos dan. Pero no lo van a hacer, tienen miedo. Que se vayan a la chingada con sus cuentos y jodas".
Velma, sentada en un porche, afilando unas tijeras de jardín
y tomándose una cerveza
Cuando uno ve todo lo que el sistema anda diciendo sobre las mujeres que reciben welfare y todo lo que les está haciendo, tiene que preguntarse: ¿no tienen esos funcionarios ni una pizca de compasión? ¿No tienen los medios ni una onza de vergüenza? ¿Existe una mentira que no están dispuestos a contar? ¿Existe una forma de crueldad que no practiquen?
¿Y con qué pretexto echan a un millón más de niños a la pobreza? Dicen que los pobres tienen la culpa de su propia pobreza. Los medios y los politiqueros les echan la culpa, especialmente a las mujeres que reciben welfare, de todo problema imaginable: el analfabetismo, el crimen, la drogadicción, la deserción escolar, los impuestos y los problemas económicos de la clase media. ¡Tienen las agallas de decir que las mujeres pobres, que tienen que luchar duro por todo lo que tienen, están chupando toda la riqueza de esta sociedad!
Esas ridículas acusaciones ni siquiera se merecerían un minuto de discusión, pero los medios las repiten constantemente y, desgraciadamente, mucha gente se las cree. Las voces e historias de las mujeres que reciben welfare tienen que oírse. ¡Y hay que desenmascarar a los opresores, cuyo sistema es la causa de tanto sufrimiento!
"Aquí vivo de un día al otro, día por día. Cada día me despierto pensando en qué cuenta me toca pagar hoy, cómo voy a gastar el dinero mañana. Siempre hay algo. Uno vive con stress. Todos los días digo que ya no quiero seguir viviendo así, que ya basta, que quiero una vida mejor para mí y mis hijos. ¡Uno está atrapado en este sistema! Siempre andan recortando. Lo que nos dan ni alcanza para las cuentas, los niños, para nada. Si recortan más nos vamos a quedar sin nada. En vez de ayudarnos, parece que nos empujan p'abajo.... Y si uno trata de hacer algo por su propia cuenta para mejorar un poco, lo castigan. Dan ganas de decir: `Pues jódanse'. Yo recibo $677 para mí y los niños. Después de pagar la renta, el teléfono y comprar zapatos para mis hijos, ¡no me queda nada! A veces ni me dan ganas de cambiar el cheque; mejor llamar al cobrador y dárselo. No tenemos nada.... Ya ni puedo llevar a mis hijos a comer una pizza ni comprar algo para ir a comer en el parque; siempre tengo que decirles: `No podemos porque somos muchos'".
Cecilia, hablando con el OR
en Nickerson Gardens, Los Angeles
Los programas de ayuda pública (como Ayuda a Familias con Niños Dependientes) solo constituyen 1% del presupuesto federal y 3% de los presupuestos estatales. Nunca han sido adecuados para cubrir las necesidades básicas y de ninguna manera son la causa de altos impuestos o déficits presupuestales.
"Quiero trabajar pero los de welfare no quieren ayudarme. Nos pueden dar educación y capacitación laboral. Me pueden ayudar a conseguir un diploma de secundaria. Pero no pueden garantizar que encontraré un trabajo ni que ganaré lo que necesito para mí y para mis hijos".
Cecilia, hablando con el OR
en Nickerson Gardens
"Es difícil para mí trabajar y cuidar a mi hija. Muy difícil. No puedo trabajar en Taco Bell y mantener a mi bebé. ¡No pagan nada! Lo que pagan no alcanza sino para pagar unas cuentas. Los pobres se empobrecen y los ricos se enriquecen. Dicen que van a `ayudar a los sin techo', pero la verdad es que están echando a más gente a la calle y van a causar más crimen".
Markeesha, hablando con el OR
en Nickerson Gardens
La gran mayoría de los adultos que reciben welfare son madres solteras. De acuerdo con las estadísticas del gobierno, la gran mayoría recibe beneficios menos de dos años y luego encuentra trabajo por su cuenta. Pero muchas se ven obligadas a volver al welfare, en muchos casos una y otra vez, porque los trabajos que consiguen no pagan lo suficiente para sostener una familia.
La explotación ha llegado a ser tan intensa que en grandes sectores de la clase trabajadora una familia necesita el ingreso de dos personas para criar a un solo hijo. El ingreso promedio de los hombres de 25 a 34 años de edad ha bajado el 26% desde 1972. Un tercio de los jóvenes de 25 a 30 años de edad con trabajos de tiempo completo ni siquiera ganan lo suficiente para mantener a una familia de tres por encima del nivel oficial de pobreza.
Por eso, cuando una mujer decide no seguir viviendo con el padre de sus hijos--¡lo que es un derecho importante y básico!--muchas veces lo que gana no alcanza para pagar las cuentas, especialmente si hay una enfermedad o si no hay una abuela para cuidar a los niños. Muchas mujeres tienen que dejar a sus hijos solos o recurrir a la prostitución para subsistir.
Una mujer le dijo al OR: "Nos inscribimos en esas escuelas que ponen anuncios en las cajitas de cerillas, o en la televisión y la guía televisiva. Y vamos a las clases y nos dedicamos a estudiar con entusiasmo. Pero al final no hay nada".
Así que millones de mujeres que tienen trabajos de bajo salario tienen que recurrir al welfare, y luego las acusan de "no querer trabajar". Ahora el gobierno está recortando el welfare, sin un plan serio para ofrecer guarderías, capacitación laboral, transporte o trabajos de salario decente. Y en realidad, los planes de "workfare" son una forma poco disimulada de esclavitud: no "crean trabajos" sino que obligan a los que reciben welfare a aceptar trabajos que antes hacían trabajadores sindicalizados.
Los recortes no "obligan a los que reciben welfare a trabajar", sino que les quitarán a muchas familias la comida, la vivienda y otras cosas básicas.
Quizás las mentiras más ofensivas son las que le echan la culpa de la "dependencia al welfare" al "embarazo de adolescentes" y a mujeres que supuestamente "tienen hijos para recibir más ayuda". De hecho, el nivel de embarazos de adolescentes hoy es menor que en los años 50 (¡durante la supuesta edad dorada de los valores tradicionales!). Menos del 6% de las mujeres que reciben AFDC son menores de 20 años y solo el 1% son menores de 18 años.
Los programas de televisión no se cansan de repetir historias de mujeres que tienen hijos para recibir más welfare, pero las estadísticas del mismo gobierno demuestran que el promedio de hijos de las mujeres que reciben welfare es igual al de las que no lo reciben.
Annie, una señora de Sur Centro, Los Angeles, que lleva 25 años bregando con el sistema de welfare, habló con el OR: "¿En dónde empieza? Si tienen un hijo, estás jodida. ¿Un bebé? ¡Ja! Estaba tan frustrada con la ayuda que me operaron para no tener más hijos. Ya estaba cansada de la ayuda pública. Cuando tuve mi último hijo me hice la operación porque me daban dinero, me lo quitaban, me lo daban y me lo quitaban una y otra vez.... Si no me hubiera operado y hubiera tenido otro hijo no hubiera recibido mucho más dinero. Saldría perdiendo como quiera. ¿Para qué tener otro hijo? Hubiera sido un problema para mí, darle de comer, vestirlo, pañales".
Lo que el gobierno verdaderamente quiere castigar no son los embarazos de adolescentes sino el embarazo a cualquier edad de mujeres solteras. Cree que si obliga a esas mujeres a casarse y a quedarse casadas, el costo del welfare disminuirá. La cantidad de madres solteras ha crecido porque se han derribado viejos y crueles estigmas contra las mujeres solteras. Pero el sistema quiere volver a imponerlos. Donna Shalala, la liberal secretaria de Salud y Servicios Humanos de Clinton, le dijo al Congreso que está de acuerdo con las quejas de los derechistas de que la "ilegitimidad" es una crisis nacional.
Mientras se amontonan pruebas de que la CIA contribuyó al crecimiento de la economía de droga en los centros urbanos, los expertos del gobierno les echan la culpa a las mujeres solteras por producir "criminales". En muchas ciudades, los medios dan un sinfín de publicidad a historias de maltrato de niños, para decir que las mujeres pobres son madres malas, negligentes e incluso violentas. A las mujeres solteras que reciben welfare constantemente amenazan con quitarles sus hijos.
Con esa cháchara ofensiva quieren obligar a las mujeres a "no abandonar" a su esposo. En algunas ciudades, las autoridades de vivienda pública tratan de obligar a los inquilinos a casarse y hostigan a los hombres que van de visita si no "figuran en el contrato de alquiler". En ocho estados han recortado la ayuda a madres jóvenes con hijos que viven solas. En algunos estados, le niegan welfare a las mujeres que no identifican al padre de sus hijos. Se habla de dificultar el proceso de divorcio.
Primero, desde el punto de vista del proletariado, ningún niño es "ilegítimo". Las mujeres y los niños no deben tener vergüenza porque viven sin un hombre. Históricamente, la palabra "ilegítimo" se ha aplicado a hijos de hombres a quienes se les podía negar el derecho a heredar propiedad. Es un concepto completamente ligado a la supremacía masculina y la propiedad capitalista. El hecho de que el sistema quiere resucitarlo hoy es una señal de lo reaccionaria que se ha vuelto.
Segundo, las mujeres son capaces de criar a sus hijos solas; lo han hecho desde la antigüedad. Los proletarios no necesitamos dizque "modelos masculinos", o sea, hombres que dominan a mujeres. Necesitamos modelos revolucionarios: mujeres y hombres que luchan contra el sistema en pie de igualdad.
Mientras los politiqueros derechistas hablan sin cesar de "menos gobierno", planean una forma reaccionaria de "ingeniería social" obligando a casarse a la fuerza. De acuerdo a varios estudios, hasta el 60% de las mujeres que reciben welfare han sido víctimas de maltrato. Si las presiones del gobierno y de nuevos estigmas sociales las obligan a no abandonar una relación violenta, el maltrato aumentará. Si la mujer no tiene en realidad la opción de vivir y criar a sus hijos sola, para los hombres y las mujeres será más difícil tener relaciones basadas en el amor y la igualdad.
Con el pretexto de abolir una supuesta "cultura de dependencia", en realidad el sistema quiere ahogar a muchas más mujeres en la dependencia y dominación de matrimonios violentos o en la prostitución.
Koko, una señora negra de 33 años, habló con el OR acerca de lo difícil que es la vida de una mujer que recibe welfare en Los Angeles. Terminó con las siguientes palabras:
"Nos tratan como si fuéramos mierda. Lo he experimentado en carne propia. Nos joden de un lado, luego del otro, y después por la televisión. Mirando todo eso uno queda desalentado... desalentado y enojado. Estoy muy enojada. Todo eso me enoja y me lastima. Si lo recortan todo, de todos modos voy a subsistir. ¡Encontraré la manera de subsistir!
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