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Washington, D.C.: Protesta exige juicio de destitución
El hedor de la política oficial… y la indignación de abajo
Sunsara Taylor
O'Reilly amenaza a Sunsara Taylor
Cuando Sunsara Taylor salió en el programa “The O’Reilly Factor” del noticiero Fox News, O’Reilly la insultó repetidas veces (“eres loca”) y Taylor se enfocó como láser en los crímenes de guerra y de lesa humanidad del gobierno de Bush con la legalización de la tortura y la invasión ilegal de Irak. Pero hay que mencionar —y condenar— un intercambio muy escalofriante.
En cierto momento O’Reilly, frustrado, gruñó que si la situación fuera tan mala como dice Taylor, ella estaría colgando de un gancho de carnicero en Guantánamo. Bueno, la situación ES tan mala como ella dice: el gobierno sigue librando una guerra ilegal en Irak y sigue torturando (como admite implícitamente O’Reilly con su amenaza). ¿Qué dice esto sobre lo que los fascistas como O’Reilly piensan de los que oponen resistencia y que tienen mejores argumentos que ellos? ¿Qué dice sobre cómo están preparando a sus seguidores ignorantes a responder a la realidad de que millones de personas tienen dudas sobre las mentiras de este gobierno y escuchan lo que dicen Sunsara Taylor y otras personas como ella? ¿Y qué significa que O’Reilly pueda amenazar con tortura a una invitada —y a una importante militante y dirigente revolucionaria— y no lo repruebe Fox News?
Esto tiene que parar ya. Exhortamos a los lectores a ver el video de ese programa (en http://youtube.com/watch?v=1-F-zmTNuk4), a mandarlo a los amigos y a escribir a Fox News (con copias a Revolución). No se puede permitir que esto pase sin protesta.
El triunfalismo del primer día del nuevo Congreso (controlado por los demócratas) y sus promesas de una “nueva dirección” fueron como un barniz de Lysol para cubrir el hedor de las casas enmohecidas de Nueva Orleáns, de la sangre y los excrementos de las cámaras de tortura de la CIA, y de los cadáveres destrozados y mordisqueados por los perros en las calles de Bagdad.
El nuevo Congreso prometió grandes cambios en sus primeras 100 horas. Pero ni mencionó terminar la guerra de Irak, revocar la Ley de Comisiones Militares (que legalizó la tortura e hizo añicos el derecho de hábeas corpus), reconstruir Nueva Orleáns o combatir el ataque a los derechos reproductivos y a la igualdad de la mujer… a pesar de toda la retórica de que es un “gran avance” para la mujer que Nancy Pelosi sea la primera presidenta de la Cámara de Representantes.
Fue un día coreografiado por los demócratas, de la mano con el gobierno de Bush, para tapar los horrores actuales y la profunda indignación de millones; pero estos saltaron a la vista una y otra vez.
El 4 de enero, millones de lectores del New York Times, Washington Post, New York Post y otros periódicos leyeron la emocionante noticia de que un grupo contra la guerra trastornó la rueda de prensa de Rahm Emmanuel (presidente del Comité Demócrata), él se largó y Cindy Sheehan se apoderó del micrófono. La arrogancia de Emmanuel por su “éxito” de convertir el Partido Demócrata en un partido casi idéntico al Republicano (reclutando candidatos pro guerra y anti aborto y anti gays) tropezó con oposición incluso antes de que les tomaran juramento a los nuevos congresistas.
Al mediodía, en medio del juramento de Nancy Pelosi (quien ha dicho que un juicio de destitución “no está sobre el tapete”), centenares se congregaron cerca del Capitolio con un estandarte que decía: “Enjuicien y destituyan a George Bush por crímenes de guerra”. Varias docenas tenían puestos los overoles naranja y las capuchas negras de los presos de Guantánamo, como ejemplo vivo de los crímenes de lesa humanidad del gobierno de Bush: la detención ilegal y la tortura que ha institucionalizado, de las que este Congreso ni siquiera quiere hablar.
Gente de todas las edades fue de Illinois, Georgia, Michigan, Nueva York y otros estados. Algunos que fueron a las ceremonias resolvieron más bien participar en la protesta. Un marine en servicio activo participó en ropa de civil. La mayoría fue para expresar oposición a la guerra, pero respondió con entusiasmo cuando los oradores hablaron de la respuesta del gobierno al huracán Katrina y del brutal asesinato de Sean Bell por la policía de Nueva York; esto motivó en particular puños de indignación y desafío de los negros.
Hablaron Elaine Brower (madre de un soldado), Ray McGovern (ex analista de la CIA), Steve Cramer (copresidente del Partido Verde), Paul Magno (de la Coalición para Abolir la Tortura), Kevin Zeese (de Democracy Rising) y otros. Unos dijeron que esperaban que el Congreso escuchara las demandas populares y terminara la guerra.
Todos recibieron con entusiasmo a Cindy Sheehan. Ella habló conmovedoramente del costo humano de la guerra para los iraquíes y de que hay que obligar al nuevo Congreso a que haga un juicio de destitución y termine la guerra. El Rdo. Lennox Yearwood del Hip Hop Caucus retó al público a cruzar las líneas étnicas tradicionales y unir las corrientes de indignación por la política migratoria, el tratamiento de los habitantes de Nueva Orleáns y la guerra de Irak en un movimiento unificado contra un gobierno que nos pone en peligro a todos. En nombre de El Mundo no Puede Esperar, yo hablé de la complicidad de los demócratas al aceptar y promover la lógica de la “guerra contra el terror” de Bush, y de la necesidad de que surja un gran levantamiento político popular para cambiar toda la dirección del país.
Al final del mitin, tocaron la mordaz canción “Dear Mr. President” (Estimado Sr. Presidente) de Pink. Los manifestantes de overoles naranja formaron fila en la calle, cada uno con una letra, para deletrear “¡El mundo no puede esperar—Fuera Bush y su gobierno!”; marcharon hacia el Capitolio. Recibieron apoyo de muchos transeúntes por una amplia gama de temas: de la investigación con células madre a las implicaciones de descartar los Convenios de Ginebra.
Cerca, otros manifestantes decoraban el Senado con enormes estandartes. Uno, de 10 m x 3 m, decía: “Guerra, mentiras, tortura: No más silencio”. Salió en varios noticieros. Los senadores quedaron boquiabiertos y varios grupos de empleados públicos salieron a admirarlo.
Esa noche, 300 personas llenaron el National Press Club para oír a Michael Ratner, a Cindy Sheehan, a John Nichols, a Daniel Ellsberg, a mí y a Gore Vidal (en una declaración grabada) en una velada presentada por David Swanson, de la coalición After Downing Street. Juntos detallamos los crímenes del gobierno de Bush: la guerra de agresión contra Irak y la legalización de la tortura (crímenes de guerra y de lesa humanidad); el ataque a los derechos reproductivos de la mujer y a los derechos de los gays; el peligro al medio ambiente; la supresión de la ciencia y el pensamiento crítico; el fomento del fundamentalismo cristiano; y la respuesta criminal a Katrina.
Un reto histórico
La Convocatoria de El Mundo no Puede Esperar dice: “El gobierno de Bush se ha propuesto redefinir la sociedad con un molde fascista por muchas generaciones”. Las elecciones del 2006 no cambiaron (ni desafiaron) nada de esto. Una señal diciente del clima político es que incluso con una mayoría demócrata en el Congreso, el representante John Conyers se opone a un juicio de destitución y dice que no es realista porque requiere apoyo de ambos partidos. (Conyers es uno de los congresistas más liberales y ha hecho mucho para sacar a la luz los crímenes de George Bush que merecen un juicio de destitución. Ha trabajado con El Mundo no Puede Esperar—Fuera Bush y su Gobierno).
Eso es como decir que los únicos que pueden definir el marco político en este país son los neoconservadores y los fascistas cristianos de George Bush, y que todos los demás tienen que conformarse. Pero eso no se puede aceptar.
Igual que durante el gobierno de Richard Nixon, se necesitará una lucha política desde abajo que se salga del marco político oficial para crear una situación que obligue a los de arriba a cambiar de posición y hacer un juicio de destitución o que se encuentre otro medio de sacar políticamente a este gobierno. Si no lo hacemos, todo lo que ha hecho el gobierno de Bush tendrá la fuerza de un precedente sin retar, no importa quién sea el próximo presidente, y los pueblos del mundo y las generaciones futuras nos juzgarán severamente.
Esa misma noche, yo salí en el programa de TV del canal Fox News “The O’Reilly Factor”. O’Reilly me llamó “loca” repetidas veces y me amenazó, pero no logró desviarme de los crímenes de guerra y de lesa humanidad de Bush, y de que hay que pararlo (en http://youtube.com/watch?v=1-F-zmTNuk4).
Un aspecto muy interesante del programa fue la discusión que siguió. El siguiente invitado, Dick Morris, es un funcionario político burgués de alto nivel, y discrepó con O’Reilly de que la oposición es un grupo pequeño. “Es enorme, no 50 ó 60 personas, sino docenas de millones”, dijo. “Igual que en los años 60, cuando el movimiento contra la guerra de Vietnam criticó a su propio Partido Demócrata por apoyar la guerra y no oponerse con suficiente fuerza, vamos a ver que el grupo de Howard Dean romperá con el grupo mayoritario de Nancy Pelosi… Los demócratas están resueltos a no tocar los dos temas por los que los eligieron: los recortes de impuestos y la guerra de Irak… Se está abriendo una fisura, y esa loca, como la llamó… no está sola”.
O’Reilly repitió que no somos más que un “grupo de presión”: “No tienen amplio apoyo, no pueden movilizar a mucha gente porque la gente entiende que sería mejor que Estados Unidos ganara en Irak”. Morris le contestó: “Creo que pueden sacar a dos millones de personas a las calles de Washington”.
Lo amplia que es la oposición al programa de Bush se vio en la respuesta a nuestras protestas. Lo vi cuando entré en el carro de Fox News después del programa y el chofer me dijo: “¡Bill O’Reilly es el loco! ¡Y no hay que enjuiciar a George Bush, hay que meterlo a la cárcel!”.
Los que protestaron en las calles de la capital, que representan la voluntad y los intereses de millones en este país y de millones más por todo el mundo, ¿perseverarán y redoblarán el reto a este gobierno… y a todos los que están sentados de brazos cruzados y son cómplices de estos crímenes? ¿Cobrará fuerza y resolución el movimiento para crear una situación en que si los de arriba no cambian el curso de los acontecimientos habrá mayores estallidos de lucha política, en vez de aceptación y desmoralización? ¿O el pueblo se dejará engañar por el espejismo de victoria de este reaccionario Congreso demócrata? ¿Lograrán canalizar las esperanzas, energías, recursos y principios a los confines mortales de las elecciones del 2008, que ya han empezado y que no representan ningún reto fundamental a la dirección o al programa del gobierno de Bush? Se nos plantea un gran reto, y lo que hagamos y ganemos a otros a hacer tendrá enormes consecuencias.
Como dice al final la Convocatoria de El Mundo no Puede Esperar: “El futuro que nos toque depende de nosotros”.
Contra "quedarse de brazos cruzados y permetir que eso suceda"
La noche del 4 de enero, unas 300 personas acudieron al National Press Club para escuchar presentaciones de Michael Ratner, Cindy Sheehan, John Nichols, Daniel Elsberg, Sunsara Taylor y una declaración grabada de Gore Vidal. El maestro de ceremonias fue David Swanson, de la coalición After Downing Street. El programa lo auspició El Mundo no Puede Esperar—Fuera Bush y su Gobierno.
John Nichols, del Instituto The Nation, presentó los temas de su libro The Genius of Impeachment: The Founders’ Cure for Royalism (El genio del juicio de destitución: El remedio de los autores de la Constitución contra el monarquismo). Trazó paralelos entre Bush y la monarquía con que rompieron los fundadores de Estados Unidos. Explicó que en 1787 los autores de la Constitución “se propusieron hacer un par de cosas sencillas. Una: asegurarse de que un solo individuo nunca pudiera llevar el país a la guerra. Querían encadenar a los perros de la guerra. Y dos: asegurarse de que si el presidente lo hacía, el pueblo y el Congreso tuvieran las herramientas para sacarlo, sin tener que esperar hasta las próximas elecciones sino a la primera oportunidad”.
En vez de decir que no es el momento de hablar de un juicio de destitución por los problemas con la guerra de Irak, Nichols dijo que ¡esas son precisamente las circunstancias que lo exigen!
Cindy Sheehan denunció las mentiras de los elogios en el entierro del presidente Gerald Ford. Dijo: “Todos sabemos que Gerald Ford fue un presidente malísimo… Ahora dicen que sanó a la nación después de Watergate. Bueno, yo les digo que si hubiera sanado a la nación después de Watergate, mi hijo estaría vivo; casi un millón de iraquíes estarían vivos. Los 3004 soldados estadounidenses estarían vivos, y miles tendrían brazos, piernas y ojos… Si hubieran enjuiciado plenamente a Richard Nixon y lo hubieran metido a la cárcel, George Bush no pensaría que está por encima de la ley”.
Daniel Ellsberg corrió el riesgo de que lo metieran a la cárcel por divulgar unos documentos secretos del Pentágono en los años 70, lo cual ayudó a terminar la guerra de Vietnam. Pidió que los que saben lo que está pasando no esperen tanto tiempo como él, que no esperen hasta que el gobierno derrame más sangre, mande más tropas y empiece una nueva guerra, probablemente contra Irán. Ellsberg trazó una comparación entre lo que está haciendo el gobierno de Bush (socavando el estado de derecho, imponiendo medidas represivas y librando guerras de agresión) y la Alemania nazi. Habló con claridad histórica y autoridad moral: “No estoy hablando del Holocausto. Ni siquiera estoy hablando de la agresión, que es lo que pasó en Irak. De paso, en el sentido legal y en general la guerra de Irak es indistinguible de las invasiones de Polonia o Francia o cualquier otro país… Pero quiero remontarme a antes de la dictadura alemana y hablar de la democracia constitucional, bien liberal, de Weimar”. Repasó los sucesos de enero de 1933, cuando Hitler conquistó el poder y aprovechó el incendio del edificio del parlamento, el Reichstag, en febrero para desencadenar a sus secuaces a detener, torturar y matar a miles de comunistas y otros miembros de la oposición política. Concluyó diciendo: “Hay que echar a Bush y Cheney por varias razones. Una: para ser franco, si hay otro 11 de septiembre mientras ellos están en el poder, creo que este país sería indistinguible del estado policial que se instituyó en Alemania en el verano de 1933, con campos de detención y todo lo demás”.
Luego Ellsberg recomendó leer el libro Defying Hitler (Desafiar a Hitler): “No se puede leer sin pensar en lo que está pasando hoy. La esencia no es tanto la ferocidad y resolución de los nazis, sino la carencia de oposición: el hecho de que todos se quedaron de brazos cruzados y permitieron que eso sucediera”.
Michael Ratner, presidente del Centro pro Derechos Constitucionales, presentó un argumento contundente a favor de un juicio de destitución por la guerra de Irak, la intervención telefónica ilegal, la autorización de la tortura y las detenciones ilegales, y las declaraciones que Bush ha firmado en el momento de firmar nuevas leyes. Dijo: “Todos queremos ver buenas audiencias en el Congreso que desenmascaren esas cosas ante el pueblo estadounidense. Pero tengo que decir que el Congreso no lo hará sin que el público y los que estamos en esta sala le demos un empujón”. Después de aplaudir a los que se pusieron los overoles naranja, Ratner exhortó a protestar el 11 de enero en Washington, D.C., contra la tortura y las detenciones indefinidas.
Sunsara Taylor habló en nombre de El Mundo no Puede Esperar y describió los crímenes del gobierno de Bush, como los ataques contra los derechos reproductivos de la mujer y los derechos de los gays, el peligro al ambiente, la supresión de la ciencia y el pensamiento crítico, el fomento del fundamentalismo cristiano, y la negligencia criminal contra los negros y otros tras el huracán Katrina. Luego lanzó un reto a todos, especialmente a los estudiantes:
“Nixon ganó las elecciones con una victoria aplastante, pero dos años después tuvo que renunciar en el oprobio. A Estados Unidos no le iba bien en Vietnam; el ejército se estaba desintegrando; la sociedad estaba en medio de un torbellino político; las universidades estaban cerradas u ocupadas; los soldados estaban en rebelión política; cientos de miles de personas se lanzaron a la calle; la música vibraba de descontento y sueños de un mundo mejor; los más oprimidos hablaban de revolución; millones más estaban a punto de perder la fe en todo el sistema político. Ante tal situación, unos republicanos decidieron votar a favor de un juicio de destitución; John Dean, un miembro del gabinete de Nixon, decidió no mentir por él; otros subalternos rechazaron la petición de Nixon de despedir al fiscal encargado de investigar el asunto de Watergate. Toda la dinámica de la sociedad cambió radicalmente.
“Hoy están escribiendo otra versión de los hechos, como si fuera una época desafortunada y dolorosa, y que el indulto que Gerald Ford le concedió a Nixon fue un modelo de unidad nacional y de curar las heridas.
“La verdad es que hoy las lecciones de esa época son más pertinentes que nunca. Cuando Nixon dijo que terminaría la guerra y en vez invadió a Camboya, por todo el país hubo paros estudiantiles, los mayores de la historia del país. Eso es algo que los estrategas de la guerra temen; pero es algo que los que no tenemos ningún interés en esta guerra debemos estimular con urgencia y con todos los recursos a nuestro alcance. Como parte de eso, El Mundo no Puede Esperar exhorta a organizar foros en 100 universidades en la primavera para divulgar plenamente los crímenes que se están cometiendo en nuestro nombre”.
La base, las metas y los métodos
de la revolución comunista
Convivir con las capas medias y transformarlas en la transición al comunismo
Bob Avakian, presidente
del PCR, EU
Revolución está publicando una serie de ensayos y charlas de Bob Avakian, presidente del PCR, EU, sobre temas y contradicciones de la transición socialista al comunismo. Estos materiales abordan a fondo una amplia gama de interrogantes, como la epistemología y el método; la teoría del estado; la dictadura y la democracia en la sociedad socialista; las formas del nuevo poder estatal; el papel de las clases y los sectores intermedios entre el proletariado y la burguesía en la nueva sociedad, y la política hacia ellos; la importancia del disentimiento; el punto de vista comunista sobre el arte; la orientación general de “núcleo sólido con mucha elasticidad”; y muchos otros interrogantes del proceso de forjar una sociedad encaminada al comunismo y una sociedad vibrante donde se quiera vivir.
La entrega de esta semana es del ensayo “La base, las metas y los métodos de la revolución comunista”, que es de una charla que dio Bob Avakian a un grupo de militantes y partidarios en el 2005. Los lectores lo encontrarán en la internet.
Esto se relaciona con la fuerte contradicción, que a veces es muy aguda, entre aplicar el frente único bajo la dirección del proletariado (la dirección del proletariado, no de la pequeña burguesía o de otra clase) a lo largo de toda la transición al comunismo, por una parte, y por otra parte seguir adelante durante esa transición y avanzar al comunismo. El “núcleo sólido con mucha elasticidad” se relaciona con esta fuerte y a veces aguda contradicción, que a su vez se relaciona con algo que dijo Lenin: que el primer paso de tumbar y expropiar a la burguesía (expropiar sus propiedades) es, en cierto sentido histórico, el paso más sencillo y que el proceso más difícil es, como dijera Lenin, convivir con las capas medias y transformarlas en la transición al comunismo. Este es un punto muy profundo y ambos aspectos son importantes; esto es una unidad de contrarios: convivir con las capas medias y transformarlas. Si uno solo se propone convivir con ellas, acabará entregando el poder, no a la pequeña burguesía, sino a la burguesía; esta dictará cada vez más la situación. Por otra parte, si uno solo se propone transformar a la pequeña burguesía (hablando en términos generales de las capas medias), acabará tratándolas como si fueran la burguesía y corriéndolas al campo de la burguesía, lo que socavará seriamente la dictadura del proletariado, y de esa forma también se perderá el poder.
Por eso, como recalcó Lenin, existe la necesidad de convivir con esas capas medias y transformarlas; transformar sus condiciones materiales así como su concepción del mundo, y la relación dialéctica entre las dos cosas. Esto empata con un comentario anterior sobre las tres fuerzas básicas de clase (la burguesía, la pequeña burguesía y el proletariado): que la transición al comunismo busca eliminar la base y la existencia de todos esos tres grupos, o clases, pero que el proletariado es el único al que no le molesta. A la pequeña burguesía definitivamente sí le importa; tratará continuamente de reconstituir su existencia como pequeña burguesía y, espontáneamente, tratará de ser la burguesía. Pero hay que trazar una clara distinción entre la pequeña burguesía (las capas medias) y la burguesía, y no ejercer la dictadura sobre la pequeña burguesía, lo que la llevaría a los brazos del enemigo y, por ende, iría contra nuestros objetivos más fundamentales. (Volveré a tocar esto más adelante, cuando hable del “paracaídas”). Por otra parte, no se puede dejar que esas capas medias sigan la espontaneidad de su propia concepción del mundo y de sus propios intereses en determinado momento, o lo perderemos todo de ese modo.
En el proceso de excavar la tierra donde nace el capitalismo y de superar la esfera de la producción e intercambio de mercancías (la ley del valor, la gran diferencia entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y toda la producción, relaciones sociales y el resto de las “4 todas” (1) características del capitalismo), surgirán conflictos con los intereses de las capas medias. Manejar eso, durante la larga transición del socialismo al comunismo (que solo puede darse a nivel mundial), va a ser sumamente delicado y va a requerir una aplicación constante de la dialéctica materialista a fin de ganarse a la gran mayoría de esas capas, o por lo menos neutralizarlas en el sentido político, y de impedir que los contrarrevolucionarios las movilicen, manipulando las quejas que puedan tener, o manipulando y aprovechando el hecho de que será necesario objetiva y legítimamente hacer cosas que podrán alejar a sectores de la pequeña burguesía en un momento dado. Hay una fuerte contradicción (que a veces es muy aguda) entre la necesidad que le imponemos, correctamente, a la pequeña burguesía, sin ejercer dictadura sobre ella, por un lado, y, por otro lado, la espontaneidad e influencia compensatoria de las relaciones sociales de producción que existen y que todavía no se han transformado completamente; y, junto con eso, está el mundo, que en un momento dado puede caracterizarse por relaciones sociales y de producción reaccionarias, con la correspondiente superestructura. No es posible manejar eso de tal modo que se pueda conservar el gobierno del proletariado y, además, seguir el avance al comunismo, a menos que se maneje correctamente el principio y la orientación estratégica de núcleo sólido con mucha elasticidad.
En ese sentido, podemos decir que se aplica, bajo las condiciones de la dictadura del proletariado, una importante formulación de “Cuestiones estratégicas” (2), que no voy a presentar detalladamente aquí, sobre trazar líneas divisorias de modo que, en cualquier momento, unamos a la mayor cantidad posible de personas en torno a posiciones que, en la mayor medida posible, corresponden a los intereses objetivos de la revolución proletaria… a la vez que ganamos subjetivamente a la mayor cantidad posible a tomar esa posición, es decir, a ser partidarios de la meta de la revolución proletaria, sin menoscabar la necesaria unidad en un momento dado. Como pueden ver, esto es otro “blanco móvil”; es algo dinámico y contradictorio, a veces agudamente. En la sociedad socialista, especialmente con respecto a las capas medias, pero también en líneas generales e inclusive con el proletariado, ese principio explicado en “Cuestiones estratégicas” tiene aplicación. Pero si abandonamos el núcleo sólido, nada de esto sería posible. Hablando de los cuatro objetivos (3) que mencioné antes con respecto al núcleo sólido en la sociedad socialista (como la importancia de tener la máxima elasticidad posible en todo momento), si abandonamos el primer punto, aferrarse al poder, los demás puntos no tienen sentido. Es claro, entonces, que todo esto implica una gran tensión o, dicho de otro modo, una contradicción muy aguda.
Como he dicho, esto tiene una dimensión epistemológica así como una dimensión política. El aspecto epistemológico es cómo los comunistas, y las amplias masas populares, llegan a una síntesis más profunda y completa de la realidad en cualquier fase, en cualquier proceso, y a su vez tienen una base más fuerte para transformar el mundo, sin abandonar lo que tienen, sin entregar el núcleo de todo. Eso es lo que me hace repetir la metáfora de que nos van a descuartizar (4). Si piensan en esto, si realmente piensan en la imagen de estar en el núcleo de todo esto, estimulando efervescencia intelectual y política en la sociedad, a la vez que tratamos de gestar ciertas transformaciones materiales e ideológicas hacia la dirección del comunismo que van contra las inclinaciones espontáneas, inclusive de los proletarios, y van contra los intereses creados de las capas medias y, por supuesto, van fundamentalmente contra la burguesía, los imperialistas y otras fuerzas reaccionarias; si tratamos de hacer todo eso y (siguiendo con la imagen), uno tiene las riendas en cada mano y la gente corre en todas las direcciones; si realmente piensan en todo esto, podrán ver por qué sigo planteando la metáfora de que nos van a descuartizar si no lo manejamos correctamente. Pero estoy igualmente convencido de que, si no procedemos de esta forma, no se va a dar, en el país socialista, el proceso necesario para llegar al comunismo (sin hablar por ahora de la dimensión internacional, cosa que haré en un momento).
Bueno, este principio del núcleo sólido con mucha elasticidad (y elasticidad partiendo del núcleo sólido, debo recalcar) está íntimamente relacionado con otro principio que abordamos en la charla sobre la dictadura del proletariado (5): concretamente, la gran importancia de distinguir entre los momentos y las circunstancias en que es necesario poner atención sumamente minuciosa a algo e insistir en que “se haga así” y, por otra parte, los momentos y las circunstancias en que eso no es necesario y, más aún, es contraproducente. En la historia de nuestro partido, por ejemplo, ha habido varias ocasiones y circunstancias en que ha sido necesario poner atención minuciosa e insistir en que las cosas se hagan exactamente así, y no asá, y junto con eso, insistir en una formación muy sincronizada, por decirlo así. Pero ha habido otras circunstancias en que no era así y en que insistir en eso hubiera sido incorrecto y contraproducente. Por ejemplo, hace poco tuvimos un debate sobre el Programa del partido, dentro y fuera, y hemos tenido otros procesos en que se ha dado debate y lucha sobre cuestiones de línea. Esto no es, no debe ser, algo infrecuente o solo de una vez; es algo que debe darse repetidamente, en los momentos y las circunstancias apropiadas, en la vida política e ideológica del partido.
Como señalé en la charla sobre la dictadura del proletariado, esta relación entre “abrir espacios” y “cerrar filas”, entre elasticidad y núcleo sólido, también es un proceso dialéctico, una unidad de contrarios. Lo que es núcleo sólido en un aspecto también tiene elasticidad en su interior. No hay un núcleo sólido que no tenga elasticidad. En un momento (así como en un sentido general), siempre hay cosas a las que se les presta atención minuciosa, pero a otros aspectos de la misma cosa no se les pone la misma atención sistemática.
En esa charla sobre la dictadura del proletariado, di el ejemplo de escribir un artículo. No es que no nos importe lo que digamos, pero algunas cosas tienen que quedar perfectamente bien porque afectan el carácter general de lo que se dice, mientras que otras cosas se pueden decir lo mejor que se pueda sin ponerle la misma cantidad de atención; si no, jamás se terminará el artículo. Este principio se aplica a todo lo que hagamos, por ejemplo a una reunión y a todo lo demás: núcleo sólido con elasticidad y atención minuciosa a ciertas cosas centrales que definen lo que hacemos, y menos atención y más elasticidad con respecto a otras cosas.
Con respecto al aspecto del núcleo sólido en sí, no se puede decir: “bueno, hay que tener un núcleo sólido perfecto, absoluto, antes de que haya elasticidad e iniciativa”. Por otra parte, hay un serio problema si la elasticidad no se basa, en un sentido fundamental, en el núcleo sólido; si, en realidad, la elasticidad y la iniciativa equivalen a sustituir con otro núcleo sólido el que se necesita objetivamente. Pero, repito, no podemos ser metafísicos y “absolutistas” sobre esto; no se puede decir: “solo cuando tengamos un núcleo sólido ‘absoluto’, y todo mundo tenga el mismo nivel de conocimiento y de acuerdo sobre ese núcleo sólido, podremos tener elasticidad”. Primero, jamás se alcanzará ese nivel de certeza absoluta y de unidad absoluta, nunca se va a emparejar todo; segundo, el núcleo sólido se secará y se transformará en su contrario, en dogma. Se apagará y se transformará en su contrario, y de hecho dejará de ser un núcleo sólido. Tiene que haber espacio y vida, inclusive dentro de un núcleo sólido; dentro de cualquier núcleo sólido hay ciertas cosas que son el núcleo sólido, alrededor del cual hay otras cosas menos sólidas que tienen más elasticidad. (Esta es otra manifestación de un punto muy importante de Mao, que he recalcado varias veces: lo que es universal en un contexto es particular en otro, y viceversa). Pero si no hay suficiente aglutinante, por decirlo así, en el núcleo para que (usando esta metáfora) los electrones no salgan volando en todas las direcciones, entonces hay un serio problema.
Repitiendo, aquí es crucial esa línea divisoria fundamental entre materialismo e idealismo, y entre dialéctica y metafísica. No se puede tener una concepción metafísica del núcleo sólido, de que tiene que ser absolutamente sólido; asimismo, no se puede tener una concepción idealista de todo el proceso, que corresponde a que todo mundo salga volando en todas las direcciones porque no hay una base material de lo que es y debe ser el núcleo sólido en un conjunto de circunstancias, ni de cuáles son las cosas que hay que hacer de cierta forma muy precisa, todos “marchando en formación sincronizada”, digamos, y cuáles son las cosas con las que no se debe hacer eso y sería muy perjudicial tratar de hacerlo.
Para ser francos, los comunistas (hablando de nuestro partido, como también del movimiento comunista internacional) tienen que hacer una mayor ruptura con el utopismo y el idealismo y, francamente, con la socialdemocracia e inclusive con la democracia burguesa, y, por irónico que parezca, con el anticomunismo dentro del movimiento comunista, que se manifiesta con una concepción demócrata-burguesa de cosas tan cruciales como la naturaleza y el papel del estado y una crítica demócrata-burguesa de la experiencia histórica del estado proletario. Tenemos que dar saltos y hacer una ruptura para salirnos de esos confines, y a la vez tenemos que hacer una ruptura con lo que en apariencia es lo contrario de esto (como un reflejo en un espejo): la tendencia al dogmatismo y esencialmente una concepción religiosa de los principios y de la experiencia del comunismo y del movimiento comunista, lo que equivale básicamente a “todo núcleo sólido” sin elasticidad y, en consecuencia, a un “núcleo sólido” que a fin de cuentas no es tan sólido, que en realidad es quebradizo, porque se basa en apriorismo e instrumentalismo (busca imponerle concepciones dogmáticas a la realidad y “doblarla” y retorcerla para que corresponda a ciertas nociones preconcebidas y ciertas metas, en vez de abordar la realidad y transformar la necesidad que hay que confrontar, conforme a sus contradicciones fundamentales, y aplicar en cambio una versión de lo que Lenin criticó como el enfoque de “la verdad como principio organizador”, lo que equivale a una noción subjetiva e idealista de la verdad, no a un reconocimiento de la verdad como algo objetivo que se caracteriza porque es un reflejo correcto de la realidad objetiva. Es cierto que tenemos que rechazar la orientación de “todo núcleo sólido”, pero no podemos tener una concepción idealista y utópica de la elasticidad: tratarla como algo desligado de las relaciones materiales subyacentes de la sociedad, y del mundo, en los cuales está arraigado todo esto, una realidad material que tratamos de transformar, pero que no podemos simplemente trascender con la mente.
La aplicación correcta de este principio —el núcleo sólido con mucha elasticidad— es elasticidad que parta de la base del núcleo sólido necesario en cualquier momento. Digo del núcleo sólido necesario porque aquí entra en juego la dialéctica de nuevo: no se trata de un núcleo sólido absoluto, porque eso sería metafísico (imaginar y buscar un estado perfecto de núcleo sólido, que nunca se encontrará), sino del núcleo sólido necesario: lo suficiente para que sea un centro aglutinante fuerte y una base a partir de la cual se pueda avanzar y desencadenar la elasticidad y la iniciativa, sin perderlo todo. Por supuesto que no hay una “fórmula mágica”; no hay ninguna clase de fórmula. No se puede tomar una regla de cálculo y decir: en esta etapa del socialismo, necesitamos 28% de núcleo sólido y se puede tener 72% de elasticidad; pero en esta otra etapa, con una intervención e invasión imperialista, solo se puede tener 4% de elasticidad y 96% de núcleo sólido. No es así. [risas] Son cosas vivas, en movimiento, que tenemos que examinar científicamente y determinar concretamente, partiendo de entender el movimiento y el desarrollo de las contradicciones motrices.
Notas
1. En Las luchas de clases en Francia, 1848-1850, Marx comentó que la dictadura del proletariado representa la transición necesaria hacia la abolición de todas las diferencias de clase, de todas las relaciones de producción en que estas descansan, de todas las relaciones sociales que acompañan esas relaciones de producción, y la revolucionarización de todas las ideas que surgen de esas relaciones sociales. [regresa]
3. En otra parte de esta charla, Bob Avakian dice que estos cuatro objetivos son: 1) aferrarse al poder; 2) garantizar que el núcleo sólido se extienda al máximo grado posible, que no sea estático sino que se extienda continuamente al máximo grado posible; 3) esforzarse sistemáticamente por llegar al punto en que ese núcleo sólido no sea necesario y no haya distinción entre el núcleo sólido y el resto de la sociedad; y 4) desatar la mayor elasticidad posible en cada momento partiendo de la base de ese núcleo sólido. Ver: “Análisis materialista del estado y su relación con la base económica subyacente”, un pasaje de “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”, Revolución #42, 9 de abril de 2006. [regresa]
5. “Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo” salió en el Obrero Revolucionario (ahora Revolución) entre agosto de 2004 y enero de 2005 y está en la internet en revcom.us. [regresa]
Huelga de Smithfield: Trabajadores bajo un cielo cambiante
Primera parte: Ya no están escondidos ni tienen que esconderse
Mike Ely y Linda Flores
Smithfield, Tar Heel, North Carolina
foto: Mike Ely, Revolution
Un equipo de reporteros y traductores de Revolución recorrió Carolina del Norte Carolina del Norte para hablar con los trabajadores y activistas que participaron en la huelga del 16 de noviembre en la fábrica Tar Heel de la empacadora Smithfield Foods. Este es el primer artículo con sus informes.
El invierno como que le arranca al campo sus secretos. Desde la carretera se ve dentro del bosque de pinos secos y de los campos de algodón.
Pero al oscurecer, cuánto más tierra adentro nos llevaba nuestro contacto, más claro resultaba que en este rincón de Carolina del Norte se han escondido cuidadosamente muchas cosas.
“Abran las ventanas”, dice A. “¿Huelen eso?”. Nos ardió la nariz. “En la planta matan 32,000 cerdos al día y la mayoría los crían aquí”, dice refiriéndose al bosque oscuro de los alrededores.
La industria moderna de cerdos los concentra en granjas y echa los excrementos sin tratar en “lagunas” que cubren grandes extensiones de Carolina del Norte. Las granjas están lejos de las carreteras, pero es imposible ocultar el olor de la bruma que flota sobre la zona.
Volteamos a la izquierda, luego a la derecha. Por todos lados hay caminos de terracería. Aquí, a la gente también se la mantiene oculta. De repente nos encontramos en un enorme estacionamiento entre los árboles. Hay filas de casas móviles con camionetas estacionadas enfrente. “Michoacán”, dice el guardabarros de una; “La Hacienda”, dice la cajuela de otra.
En el Sur nunca se habían visto tanta inmigración. Un trabajador blanco nos dijo: “La última oleada de migrantes vino en barcos negreros, ¡y a ellos también les mandaron ‘hablar inglés’!”.
Eso ha cambiado. En las últimos dos décadas la población de migrantes de Carolina del Norte ha alcanzado medio millón, la gran mayoría mexicanos y centroamericanos. Se calcula que el 65% de los nuevos migrantes son, como les dicen, “ilegales” e “indocumentados”, una población que vive fuera de la ley, escondida, muchas veces en estacionamientos bosque adentro.
Los matan de trabajo y luego los echan
Hemos ido a conocer a José y María, que trabajan en la fábrica Tar Heel de Smithfield, el mayor matadero y planta de procesamiento de cerdos del mundo. José es un hombre delgado; cuando su sobrino nos abre la puerta, está incómodo y adolorido en el sofá. Un par de semanas antes estaba en la planta batallando con una bandeja de 70 libras de grasa y carne, cuando algo le falló en la columna vertebral.
José dice: “Cuando me lastimé, la supervisora me dijo que levantara la bandeja. Yo le dije que no podía. Ella me dijo: ‘Levántala y ponla a un lado’. La levanté y seguí trabajando. Pero no podía alzar la bandeja. Ella tronó los dedos y me dijo: ‘Entonces te vas’. Me despidieron … por un día. Si uno se lastima, lo mandan a la casa. Después me dijeron: ‘El trabajo te espera’. Ahora temo que si trabajo, me vuelva a lastimar. Pero ahora pueden decir que dejé el trabajo”.
Los cinco hijos de José y María escuchan atentamente a sus padres contarnos su vida y percances. Uno de ellos tiene una discapacidad y José se vino hace 12 años de Guerrero, México, a buscarle tratamiento.
Cada año, cientos de trabajadores como José se lastiman en la fábrica Smithfield y los despiden. Cuando fuimos al condado Robeson, todos hablaban de una joven guatemalteca clavada accidentalmente en el ojo.
José dice: “No solo matan cerdos en la planta. Matan a gente también”.
Smithfield también quiso mantener eso en secreto. Mandaba las ambulancias dos o tres veces al día al hospital de Elizabethtown, un pueblo cercano, pero eso se volvió muy obvio y escandaloso, así que ahora tiene una clínica a la entrada de la fábrica. Ahora la tasa y los archivos de heridas se mantienen en secreto.
No es solo en Smithfield. Todos recuerdan cuando en 1991 murieron calcinados 25 trabajadores de la compañía de pollos Imperial Food cerca de aquí porque las puertas estaban cerradas con llave.
¿Qué pasará si despiden a María por no tener papeles legales? En octubre, bajo presión del Departamento de Seguridad de la Patria, Smithfield anunció que despediría a cientos de trabajadores que tienen números de seguro social que no concuerdan con el nombre.
José lanza las palabras: “La compañía nos ha sacado el aire de los pulmones y ahora nos quiere remplazar”.
María dice que piensa buscar trabajo en una planta de pollos, y de repente nos clava los ojos y dice: “Así nos tratan. No lo vamos a aguantar para siempre”.
Así es.
El 16 de noviembre, mil trabajadores latinos salieron a la huelga. Por dos días, desde la capota de carros, hablaron con rabia del despido de los indocumentados, del salvaje tratamiento en el trabajo… todo eso ante los guardias y los sheriffs.
Así fue como nosotros, periodistas y traductores de Revolución, supimos que teníamos que ir al condado Robeson. La huelga de Smithfield fue como una luz de bengala en medio de la oscuridad. Mil trabajadores arriesgaron no solo el trabajo; también se arriesgaron a que los arrestaran y deportaran y no volver a ver a sus hijos. Hablaron en su propio nombre y por millones más.
Cuando conocimos a trabajadores como “María” y “José”, no querían usar su verdadero nombre ni que los grabáramos. Pero captaban que no les quedaba otra. Para qué seguir escondidos; querían que su vida, el sufrimiento y sus sueños y preguntas se dieran a conocer a todo el mundo. Quieren que se haga justicia.
“Las cosas que he visto y he vivido”
Conseguimos un pequeño cuarto en una oficina, donde los trabajadores vinieron a hablar con nosotros.
Entró CC, un negro delgado, musculoso y digno. Al principio no quería decir mucho. Nos contó que se crió en Carolina del Sur, en una familia de aparceros con seis hermanos y hermanas. Tenía siete años cuando empezó a cosechar algodón. Después del ejército, trabajó en construcción hasta que se agotaron el trabajo y las prestaciones. Por eso ahora está trabajando en la fábrica Tar Heel.
“Nos hacen trabajar duro, hora tras hora “, dice CC y describe cómo tiene que pararse para no resbalarse en el suelo pegajoso. De manera repetitiva y monótona le quita con un corte fuerte la quijada a un cerdo tras otro. “No quiero esto para mis hijos”, dice.
La velocidad e intensidad del trabajo es sorprendente. Cientos de cerdos llegan a los corrales cada hora. De volada los llevan al matadero, donde los aturden, los tatúan y los degüellan. La sangre caliente chorrea y salpica a los trabajadores una y otra vez. En cuestión de segundos, los cerdos están colgados de ganchos, destripados, y avanzan a la línea donde los trabajadores los esperan con cuchillos filosos. Es un trabajo que destroza las articulaciones del hombro, la muñeca y las rodillas. El fuerte olor de muerte y lejía es abrumador. Cada año, miles de trabajadores se van, resultan heridos o los despiden… y la misma cantidad ingresa.
Smithfield emplea entre 5,000 y 6,000 trabajadores, pero tantos se van que contrata casi 5,000 empleados al año.
Cuando abrió en 1992, la planta contrataba principalmente trabajadores negros y un 30% de blancos o indígenas lumbee. Smithfield también contrataba presos y “excarcelados” que no podían conseguir otro trabajo.
Smithfield contrataba a muchos negros, y muchos se fueron o terminaron despedidos; a la compañía le preocupaba que se sindicalizaran. Así que a mediados de los años 90, al igual que muchos otros capitalistas, Smithfield empezó a reclutar trabajadores de México y Centroamérica. Soñaba con una fuerza de trabajo más desesperada, agradecida, intimidada y dividida. Nadie está seguro si Smithfield contrató a los coyotes directamente; lo que sí se sabe es que dio a conocer que cualquiera que llegara a la fábrica tendría trabajo garantizado, sin preguntas.
Cuando le preguntamos a José cómo llegó a Tar Heel hace 12 años, simplemente dijo: “Allá es adonde iba el van”.
CC dice: “Ya no son solo negros y blancos”. Lo mismo sucede en todo el Sur. Por ahora, en Smithfield, el 65% de los trabajadores son latinos y el 30% negros.
A los trabajadores los mantienen muy segregados, por cuadrilla y por idioma. CC dice que un sistema de favoritismos le echa leña a las hostilidades: “Hacen todo lo posible para enemistar a los mexicanos y los negros. Hacen algo para satisfacer a los mexicanos, y los negros se enojan; hacen algo para satisfacer a los negros, y los mexicanos se enojan”. Los trabajadores hablaron de careos en el pasillo entre mexicanos y negros, ambos armados con cuchillos y sin posibilidades de comunicarse.
Rafael llegó a Tar Heel con esta ola de migrantes. En México lo arrestaron porque era sindicalista y ahora quiere que el sindicato United Food and Commercial Workers entre en la fábrica Tar Heel. Nos cuenta de las “cosas que he visto y he vivido”:
“Llevo nueve años trabajando en esta fábrica. Nos tratan muy mal, peor que a esclavos. Hay mucha presión y agresión. Nos gritan: ‘muévete pinche mojado’. Nos llaman ‘motherfuckers’ y otros insultos. Los supervisores nos hablan por medio de capataces que interpretan sus órdenes e insultos y que, tristemente, son latinos como nosotros. Los supervisores siempre quieren que trabajemos más. Si uno hace algo bien, quieren que haga más y mejor. La línea no se mueve así: dum… dum… dum… sino así: ta-ta-ta-ta-ta. Estamos parados hombro a hombro, tan cerca que nos tocamos, y blandiendo cuchillos. Mientras que ellos, los supervisores, están ahí con calculadoras haciendo cuentas para cumplir la cuota del día. Y si les parece que estamos retrasados andan como locos gritando… Yo sabía que venía a trabajar, pero nunca me imaginé esta anormalidad y el maltrato. Esperaba algo mejor que esto, porque cosas así se ven en nuestros países, pero no se esperaba eso en este país, un país tan avanzado”.
En la segunda parte: Una nueva fuerza se hace oír en las calles de Lumberton, y los ultrajes llevan a un estallido.
Segunda parte: Días de miedo, alegría y resolución
Luciente Zamora y Nina Armand
Acabamos de regresar de Oaxaca, adonde fuimos como parte de una delegación pro derechos humanos para investigar y documentar la represión en ese estado del sur de México. Tuvimos la oportunidad de conocer y hablar con mucha gente. Escribimos los siguientes informes en Oaxaca. La primera parte, “Los presos de Tepic”, salió en el número de la semana pasada. ¡Y tenemos más que escribir!
Primero, el contexto: en la madrugada del 14 de junio del 2006, más de 2,000 policías atacaron con saña un campamento donde estaban durmiendo los maestros en huelga, sus familiares, niños y partidarios. Los maestros establecieron el campamento en el zócalo de la Ciudad de Oaxaca en mayo, como parte de su lucha por mejorar la educación, conseguir ayuda para los alumnos pobres del campo y un aumento salarial. Acostumbraban a salir en huelga en mayo, pero nunca antes se los había reprimido con tanta fuerza. Cientos resultaron heridos. Por un tiempo lograron dispersarlos, pero después los maestros regresaron al zócalo.
El ataque del 14 de junio prendió una lucha que ya ha durado más de seis meses y ha tenido un impacto en toda la sociedad oaxaqueña. Gente de todos los sectores se ha unido para demandar que se vaya el odiado gobernador, Ulises Ruiz Ortiz (URO). Cientos de miles de personas participaron en las megamarchas. Las masas se apoderaron de emisoras y canales de televisión. En agosto, un grupo de mujeres se apoderó del canal 9 y transmitió durante tres semanas antes de que las autoridades las atacaron. Los matones y policías del gobierno recorrían los barrios disparando y matando. Después de que mataron a una persona, los huelguistas levantaron 1,500 barricadas por toda la ciudad.
En octubre, entró a ocupar el zócalo la Policía Federal Preventiva (PFP), que enseguida mató a varias personas. Luego el 25 de noviembre, la PFP atacó una marcha con mayor ferocidad, detuvo a 150 personas y las torturó en la cárcel (incluso a gente que solo estaba paseándose por el zócalo ese día). La represión llamó la atención internacional.
22 de diciembre: Llevamos varios días escuchando hablar de la represión. El mismo relato se repite: nos secuestraron, nos golpearon, con las manos atadas nos tiraron bocaabajo en una camioneta; si alzábamos la mirada, nos pateaban en la cabeza. Nos llevaron en helicóptero y nos dijeron “vamos a ver si pueden volar”… pensamos que íbamos a morir. Hay desaparecidos y otros se han escondido. La policía sigue buscando a ciertas personas y amenazando a todos… tenemos miedo.
Hoy hay de qué alegrarse… miles de personas marchan por las calles de la Ciudad de Oaxaca (y en solidaridad en otros pueblos del estado, otras partes de México, Estados Unidos, Canadá, Europa y América Latina), y sus consignas y canciones se oyen por muchos kilómetros. A lo largo de la marcha docenas de chavos decoran con consignas pintadas y afiches las paredes que las autoridades se esfuerzan por “normalizar”. La mayoría de los manifestantes son adultos de todas las edades, pero los acompaña un contingente de chavos que con júbilo sueltan insultos contra el gobernador, Ulises Ruiz Ortiz.
Hoy no se habla del miedo, sino más bien de la ira que tienen por la represión. Condenan al gobierno y defienden con orgullo la lucha. Los últimos seis meses han cambiado a la gente; se ha puesto de pie o, como dicen unos, ha dicho “basta ya”. No es tan fácil sofocar los cambios que han experimentado miles de personas.
Al hijo de Concepción lo arrestaron el 25 de noviembre, cuando la Policía Federal Preventiva (PFP) atacó el campamento del zócalo de la Ciudad de Oaxaca. Se metió a la lucha para defender a su hijo, pero en cuanto empezó a hablar con las otras señoras, con familiares, estudiantes y su hijo preso, se dio cuenta de que no se trata solo de su hijo sino de lo mucho que está en juego.
Ahora milita por la libertad de todos los presos políticos. Ella estuvo en el campamento que montaron a la entrada de la prisión de Nayarit, a unos 1,200 kilómetros al norte de la Ciudad de Oaxaca, donde están muchos de los detenidos. Dice que al llegar a Nayarit con otros familiares, muchos tenían miedo porque la prensa llevaba días diciendo que los oaxaqueños son violentos y agresivos. Concepción y otros familiares recorrieron el vecindario alrededor de la prisión. Fueron de puerta a puerta hablando de su lucha y haciendo saber que muchos de sus seres queridos estaban presos injustamente, ya sea por decir basta ya o por nada.
No tardó mucho para que los vecinos apoyaran la lucha de Oaxaca; muchos les abrieron las puertas, les dieron comida y amistad en esos momentos difíciles.
Concepción dice que ya no es la misma persona que antes. Dice que la lucha le ha abierto los ojos y le ha hecho pensar en asuntos fuera del círculo familiar y el hogar. Ahora quiere concientizar a la gente, no solo para conseguir la libertad de los presos (por la cual lucha enérgicamente) sino también para que vea la pobreza por todos lados, el hambre y otros problemas y se pregunte por qué es así y qué hacer para cambiarlo.
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23 de diciembre: Un grupo de maestros está al lado de una mesa cortando papel crepé para hacer hermosas flores de papel, que cuelgan de ramas y entre árboles. Están en la plazuela de la iglesia a donde la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO, que ha estado dirigiendo la lucha) ha trasladado su celebración de la Noche de Rábanos después de que 300 efectivos de la PFP se apoderaron del zócalo. A la entrada de la plazuela hay policías también, así como a unas cuadras de distancia, con equipo antimotín.
En la plataforma bailan al ritmo de música tradicional. Unos cuantos turistas y otras personas pasan por las esculturas de rábano muy trabajadas con escenas de la lucha. Una es de un agente de la PFP, con un garrote y un escudo; en una rama hay otra, con un cuerpo colgado de un helicóptero. Nuestro favorito es una escena de las barricadas de carros y piedras, con figuras de hombres y mujeres armados de palos y con piedras al lado.
La multitud en la plazuela se para para ver la llegada de una posada de docenas de jóvenes. De la punta de los palos largos hay velas envueltas en papel celofán que dan una luz roja y amarilla. Esta vez no cantan canciones de Navidad ni portan retratos de Jesús, sino una enorme manta con demandas de libertad para los presos políticos.
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Lucía, Margarita, Eva e Inez son maestras que participan en el plantón desde mayo. Dicen que al principio hubo mucha polémica en Oaxaca. Lucía dice que al comienzo muchos los apoyaban, pero que con el tiempo unos se cansaron del plantón. Todo cambió con el ataque del 14 de junio. La gente se indignó cuando la policía disparó gas lacrimógeno contra el campamento y atacó salvajemente a los manifestantes. Margarita dice que la lucha venía hirviendo desde hace mucho y que era cuestión de tiempo antes de que estallara abiertamente.
Hablan de la desigualdad que está al fondo de la lucha, especialmente de la pobreza y hambre que hay por todas partes. Luego hablan de otra clase de desigualdad: la violencia del estado. Señalan que el estado mata y reprime con las armas y la fuerza salvaje, y que el pueblo tiene que encarar eso con la resistencia y defender los barrios con barricadas de carros, piedras, madera, sacos de arena, etc.
El estado ha atacado con mano de hierro a los que se alzaron y a los que siguen luchando. Sacan a los maestros de las aulas frente a los alumnos, que lloran. Una maestra dice que la PFP se metió a una escuela, unos vestidos de civil para hacer pasar por padres de familia y otros en uniforme. Detuvieron a los maestros en medio de la lección. Dice que a un niño que se aferró de una maestra para que no se lo llevaran lo sometieron en el suelo hasta que se fueran. Algo parecido ocurrió en muchos barrios de la Ciudad de Oaxaca. De vez en cuando los maestros recibieron noticia y lograron escaparse, y en otras ocasiones los padres y vecinos rodearon las escuelas para proteger a los maestros. Así y todo, varias veces las autoridades pudieron arrestarlos.
Mucha gente nos dice que la lucha continúa a pesar de la represión, los arrestos en masa, las desapariciones y la intimidación. Ya no hay barricadas por todas partes y han borrado muchas pintas, pero los sucesos de los últimos seis meses han cambiado a la gente de maneras profundas. Muchos hablan de esos cambios y de que quieren concientizar a otros. Las maestras entrelazan comentarios sobre la lucha actual y sobre los problemas grandes de la sociedad, la riqueza y la pobreza, la guerra de Irak. Piensan en Oaxaca pero en mucho más también.
Lucía quiere que la gente del mundo vea que la lucha que se está librando en Oaxaca es un ejemplo, que hay que ponerse de pie y luchar por lo que es justo. Y si eso quiere decir que hay que levantar barricadas de llantas, madera y carros, como las de Oaxaca, entonces eso es lo que debe hacer.
El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor
Tercera parte: La revolución bolchevique estremece al mundo
Raymond Lotta
Revolución #027, 19 de deciembre de 2005, posted at revcom.us
Nota de la Redacción: Revolución está publicando por entregas la conferencia de Raymond Lotta "El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor". La semana pasada publicamos la segunda parte. Lotta está dando una serie de conferencias por todo el país como parte del proyecto Pongamos las cosas en claro. El website http://www.thisiscommunism.org tiene las fechas de las conferencias y materiales relacionados.
Los sucesos de febrero de 1917 abrieron el camino a la Revolución de Octubre en Rusia. Grandes huelgas y protestas en lo que hoy es San Petersburgo tumbaron al zar y una coalición liberal tomó el poder. Pero no atendió a las necesidades y reclamos más elementales de las masas ni se retiró de la horrorosa I Guerra Mundial y, en octubre de 1917, los bolcheviques dirigieron una insurrección armada de las masas que tumbó el viejo orden.
John Reed retrató vividamente el heroísmo y emoción de la Revolución de Octubre: la organización de los ferrocarrileros, asambleas acaloradas en las fábricas, proclamaciones y preparativos para la insurrección, y la arremetida final contra los centros del gobierno encabezada por los batallones de marineros y obreros armados de Kronstadt. El nuevo gobierno revolucionario lanzó de inmediato dos decretos contundentes: anunció el retiro de Rusia de la I Guerra Mundial y otorgó a los campesinos el derecho de apoderarse de las vastas tierras del zar, los terratenientes y la iglesia. Era un cambio político y social monumental, y marcó los albores de un nuevo día para las masas. A finales de octubre, cuando las fuerzas que quedaban del gobierno derrotado lanzaron el último intento de recuperar el poder, miles y miles de obreras y obreros salieron de las fábricas y se volcaron a la calle en los barrios proletarios en defensa de la revolución.
Ahora, una mentira que figura mucho en la propaganda anticomunista es que la revolución fue un golpe de los bolcheviques, quienes manipularon la situación. Según el cuento, la desintegración del viejo orden dejó un vacío, Lenin tomó el poder ilegalmente, y se aferró a él gracias al engaño y el autoritarismo.
Pero no es cierto. ¿Por qué?
Primero, tal cuento borra de la historia la opresión por la cual millones de personas se alzaron. Richard Pipes, historiador burgués experto en la revolución rusa, señaló en una de sus obras: "Los que experimentaron la revolución rusa jamás vieron el regreso a la normalidad. La revolución fue apenas el comienzo de sus penas". ¿Acaso todo estaba muy bien, sin penas, antes de la revolución?
¿Cuál era la situación antes de la revolución? La mayoría de la población vivía en el campo, donde todavía se trabajaba la tierra con arados de madera. La religión y la superstición estaban enraizadas en la vida cotidiana, y la siembra de la tierra se regía por los días santos. El marido golpeaba a la mujer. Las ciudades sufrían grandes epidemias. La autocracia gobernaba a través de una enorme red de espías, policías y prisiones. Suprimían los idiomas y culturas de las etnias. Esa era la "normalidad" antes de la revolución, y se volvió más intolerable cuando Rusia entró a la I Guerra Mundial y a los campesinos y obreros se los llevaron a la fuerza como carne de cañón del ejército zarista.
Además, el cuento del golpe borra la acción colectiva y los anhelos de los obreros y campesinos que dieron vida a la revolución, pues nació del gran descontento social, de la efervescencia intelectual y la resistencia popular.
Entonces, ¿cuál fue el papel de Lenin y del partido de vanguardia que dirigió? A diferencia de las demás fuerzas de la sociedad rusa, el partido bolchevique estaba preparado para dirigir el alzamiento de las masas. Tenía comités en las fábricas y mucha fuerza de base en las fuerzas armadas y los soviets (asambleas de representantes obreros proscritas que luchaban por el poder en las ciudades medianas y grandes). Su programa y visión tenía mucho eco. Las masas odiaban los valores e instituciones del viejo orden, y el nuevo poder proletario sentó las bases para nuevos valores sociales y relaciones sociales y económicas revolucionarias.
John Reed le puso el título Diez días que estremecieron al mundo a su reportaje de la Revolución de Octubre, ¡y no exageró!
Por todo el continente europeo, soldados, marineros y obreros que sufrían los estragos de la guerra oyeron con gran entusiasmo que el nuevo país socialista pedía un fin a la matanza, y la paz sin anexión ni conquista. En Kiel y Hamburgo, los marineros desobedecieron órdenes de seguir combatiendo. Alzaron la bandera roja, establecieron "consejos" similares a los soviets ( soviet significa "consejo") y soñaron con llevar a Alemania por el mismo camino.
Al otro lado del globo en Seattle, los obreros hicieron una huelga general de cinco días en 1919. La clase dominante puso el grito en el cielo: advirtió que era el comienzo de una insurrección y que Seattle sería otro San Petersburgo. En realidad, la huelga distaba mucho de una insurrección, pero era cierto que el modelo de la revolución rusa avivaba la conciencia de los obreros. Cuando el gobierno de Estados Unidos mandó municiones por ferrocarril a Seattle con destino a la contrarrevolución rusa, los estibadores no quisieron cargarlas en los buques de transporte.
El mundo entero vibraba con la noticia del estallido de la revolución rusa y el giro radical que dio en octubre, cuando los nuevos líderes de la sociedad eran los comunistas, y no solamente demócratas burgueses que querían modernizar el país. Era algo totalmente nuevo y de repente las viejas luchas también adquirieron nuevas dimensiones. Los opresores se alarmaron y los oprimidos se alentaron. Los obreros aprendieron a leer para captar las noticias de la revolución: en pequeñas reuniones después del trabajo leyeron con detenimiento los periódicos y debatieron el significado de palabras desconocidas como soviet y socialismo, y nombres como Lenin, Marx y Stalin. Mao Tsetung dijo que las salvas de la revolución bolchevique llevaron el marxismo a China.
¡La Revolución de Octubre efectivamente estremeció al mundo! Tan fue así que en 1949 (¡más de 30 años después!) Winston Churchill diría:
"Nos pesa mucho el hecho de que no pudiéramos ahogar al bolchevismo en la cuna e incorporar a Rusia, un país abatido, al marco general del sistema democrático".
El historiador Eric Hobsbawm hizo un comentario interesante. Dijo que la guerra de Secesión de Estados Unidos fue la guerra más grande de los años 1815 a 1914, y sin duda la guerra más grande de la historia estadounidense. Pero no tuvo mucho impacto en el plano mundial. En cambio, la revolución bolchevique marcó un hito en la historia mundial: afectó a los pueblos de Rusia y del mundo; impactó a las clases dominantes y fuerzas reaccionarias; y moldeó los acontecimientos mundiales.
El capitalismo mundial no podía marchar igual que antes. La sexta parte del globo se zafó de la explotación imperialista. A los imperialistas les preocupó que se contagiara la ideología de la revolución bolchevique, lo cual motivó ciertas concesiones a los obreros de los países capitalistas del Occidente en aras de la paz social.
Se empeñaron en aplastar la revolución soviética. Intentaron ahogarla en la cuna, una y otra vez, con presiones económicas (como el primer embargo de petróleo de la historia) y amenazas de ataques militares. Reprimieron con saña a las fuerzas revolucionarias de Europa oriental y central, y respaldaron a las fuerzas de oposición de la sociedad soviética.
La próxima semana: El nuevo poder proletario abre paso a la revolución social
El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor
Cuarta parte: El experimento soviético: El poder proletario abre paso a la revolución social
Raymond Lotta
Revolución #028, 26 de deciembre de 2005, posted at revcom.us
Nota de la Redacción: Revolución está publicando por entregas la conferencia de Raymond Lotta "El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor". La semana pasada publicamos la tercera entrega. Lotta está dando una serie de conferencias por todo el país como parte del proyecto Pongamos las cosas en claro. El website http://www.thisiscommunism.org tiene las fechas de las conferencias y materiales relacionados.
Desde 1917 hasta principios de los 50, la Unión Soviética estuvo en pie de guerra casi constantemente: combatiendo, preparándose para una guerra o recuperándose de ellas. Ningún otro estado moderno ha pasado una prueba igual. Ese hecho afectó profundamente el desarrollo de la revolución, las medidas políticas que tomó la dirección, y las luchas de la sociedad y de la dirección del partido.
¡Qué bonito sería construir una nueva sociedad en condiciones ideales! Pero los oprimidos y su dirección revolucionaria no definen las circunstancias en que se encuentran. Rusia era un país atrasado que apenas una generación antes vivía en pleno feudalismo. La revolución fue un movimiento de masas que contaba con apoyo del sector campesino, pero fue una revolución urbana en un país campesino. Tenía que ganarse a los campesinos y extender la revolución al campo, además de luchar contra movimientos sociales atrasados. No se trataba de una tertulia ni nada por el estilo. Era una sociedad devastada por la guerra que emprendió un camino de transformación inaudito.
En 1918, las fuerzas políticas y militares reaccionarias organizaron una contrarrevolución para restaurar el viejo orden. Diecisiete países, entre ellos Estados Unidos (cuyas tropas desembarcaron en Siberia), formaron un ejército invasor que respaldó la contrarrevolución. Los bolcheviques tomaron las riendas de una economía de guerra al borde de la ruina, y dirigieron a las masas a defender la revolución y avanzar. La revolución salió victoriosa de la guerra civil, pero con un gran costo de bajas, enfermedades y trastornos económicos.
El nuevo estado proletario y la revolución social lucharon a brazo partido por su vida.
Los relatos históricos anticomunistas tergiversan la revolución bolchevique y el proyecto comunista. Dicen que se trata de una obsesión visceral con el poder, puras ansias de "totalitarismo", y que los comunistas buscan el control total de una población dócil. Pero veamos qué hicieron con el nuevo poder de clase.
Emancipar a la mujer
La dictadura del proletariado se empleó para superar la opresión de la mujer. La ley matrimonial de 1918 estableció una ceremonia civil (en la vieja sociedad, la iglesia aprobaba el matrimonio) y facilitó el divorcio. Al hombre se le quitó autoridad formal sobre la mujer y los hijos. Se despenalizó el adulterio. Las mujeres recibieron el mismo salario que los hombres por el mismo trabajo. Tenían asistencia médica de maternidad sin costo. La Unión Soviética fue el primer país de la Europa moderna que legalizó el aborto en 1920. En la prensa y las escuelas se debatían con entusiasmo los papeles sociales de los sexos, el matrimonio y la familia. Las novelas de ciencia ficción esbozaron nuevas relaciones sociales.
Se cuestionaron y criticaron las viejas costumbres patriarcales y opresivas. En las nuevas repúblicas de Asia Central, la mujer se pudo quitar el velo (obligatorio por generaciones). La mujer ya no era aplastada por la familia, la iglesia y el estado, y se desencadenó a luchar por su emancipación. Consideren el significado de todo eso a la luz de la situación actual en el mundo. Hasta entonces, ¡ninguna sociedad de la historia se había propuesto transformar cabalmente las relaciones sociales de mujeres y hombres!
Eliminar la opresión
de los grupos étnicos
El nuevo poder proletario también se empleó para eliminar la opresión de los grupos étnicos. La revolución bolchevique estableció el primer estado multinacional basado en la igualdad de nacionalidades. Defendió el derecho de las naciones oprimidas del viejo imperio zarista a la autodeterminación y, en 1917, les dio el derecho a recibir enseñanza en el idioma natal en todas las escuelas y universidades.
El nuevo estado tenía la voluntad de corregir los problemas y tomó medidas concretas. Dedicó recursos considerables a la producción en masa de libros, revistas, periódicos, películas, grupos de música folklórica y museos en las regiones étnicas, y elaboró alfabetos para muchas etnias que no tenían idioma escrito. La ley de nacionalidades dictó que los líderes de los nuevos territorios étnicos no fueran burócratas de nacionalidad rusa sino gente de las mismas regiones; capacitaron a gente de las nacionalidades oprimidas como líderes del partido y el gobierno, y administradores de escuelas y empresas. Desde hacía mucho tiempo los rusos eran la nacionalidad dominante y opresora, pero ahora asignaron territorios rusos a repúblicas de otras etnias y se recomendó que los rusos aprendieran sus idiomas. Se puso fin a la persecución de los judíos. Ese afán de combatir la opresión nacional caracterizó a la Unión Soviética en los primeros años; fue un rasgo central de la nueva sociedad y estado.
El nuevo estado soviético lanzó campañas nacionales de educación y salud. Ningún país alcanzó el aumento de la proporción de médicos con respecto a la población que logró la URSS entre la I Guerra Mundial y la II Guerra Mundial. Asimismo, el alfabetismo subió del 30% a más del 80% de la población en 1939.
¿Acaso pasaban cosas así en otras partes del mundo? ¡Nel! En Estados Unidos en esos tiempos, la segregación tenía aprobación oficial y en el Sur regían las leyes racistas de Jim Crow. Cuando Paul Robeson (gran actor, cantante y radical afroamericano) viajó a la Unión Soviética, le impresionó el compromiso de la revolución por eliminar los prejuicios raciales y nacionales. En la Unión Soviética no linchaban a las minorías étnicas, como era el caso de los negros en el sur de este país. Estados Unidos y la Unión Soviética eran dos mundos totalmente distintos.
Próxima entrega: Se establece la primera economía socialista
Una científica habla sobre el asombro,
el romance y el significado
Un momento destacado de la conferencia fue la ponencia de Carolyn Porco, a cargo del equipo de imágenes fotográficas de la nave espacial Cassini. (Cassini ha entrado en órbita alrededor de Saturno, de donde envía fotos y datos. Se pueden ver en: http://saturn.jpl.nasa.gov/home/index.cfm y http://ciclops.org/view_event.php?id=56). Porco mostró fotos asombrosas del telescopio Hubble y de las misiones de Cassini. Una fue de Enceladus, una luna de Saturno que tiene regiones fracturadas calientes en el polo sur y chorros de pequeñas partículas de hielo que emanan de debajo de la superficie. Parece que tiene agua líquida, un exceso de calor y compuestos orgánicos sencillos; por eso, Porco dijo, posiblemente se haya encontrado el “santo grial” de la exploración espacial: un ambiente adecuado para la vida. Si se descubre que la vida ha surgido dos veces nada más en este sistema solar, es probable que haya surgido una enorme cantidad de veces en el cosmos, y esto sería, en las palabras moderadas de Porco, “muy difícil para la doctrina religiosa”.
Porco dijo que era católica y que buscaba en la religión las respuestas a sus preguntas sobre el significado y propósito de la vida. Continuó que como la religión no tiene las repuestas, las buscó en la astronomía. “Me parecía que si hay respuestas, se encuentran en los hechos, y en entender mejor el gran teatro en el que se desarrolló la vida humana. Y tenía razón. Como científica, enfrento la inmensidad y eternidad todos los días, y me parece que esto es de lo más significativo e inspirador que hay. Nosotros, especialmente los astrónomos, hacemos frente a los grandes interrogantes del asombro todos los días y en total las respuestas a esos interrogantes han producido (sin ninguna exageración)… la mejor historia de todos los tiempos. En cuanto a la religión, no ofrece nada mejor. Como dijo Jules Verne, la realidad nos proporciona datos tan románticos que incluso la imaginación no tiene nada que agregar”.
Destacados científicos y académicos se reunieron en el Instituto Salk de La Jolla, California, del 5 al 7 de noviembre en una conferencia titulada “Es de no creer: Ciencia, religión, razón y supervivencia”, auspiciada por el grupo Red Científica.
“Cuarenta años después de la famosa portada de la revista Time que preguntaba: ‘¿Ha muerto Dios?’, parece que la respuesta es un rotundo ‘¡no!’… Las religiones son una fuerza geopolítica cada vez más potente que hay que considerar. Los movimientos fundamentalistas (a veces extremadamente violentos) están creciendo. La ciencia y la religión se enfrentan en los salones de clase y los tribunales. Y se dice que regresar a los valores religiosos es un antídoto a la supuesta decadencia moral pública. Tras dos siglos, ¿estamos en el ocaso de la Ilustración y el comienzo de una nueva edad alejada de la Razón? ¿La fe y el dogma desplazarán la investigación racional, o será posible reconciliar la cosmovisión religiosa y la científica? ¿Pueden la biología evolutiva, la antropología y la neurociencia ayudarnos a entender mejor cómo construimos las creencias y experimentamos empatía, miedo y temor? ¿Puede la ciencia ayudarnos a crear una nueva narrativa racional tan poética y poderosa como las que han sostenido tradicionalmente a las sociedades? ¿Podemos tratar la religión como fenómeno natural? ¿Podemos portarnos bien sin Dios? ¿Y si no es Dios, entonces qué?
“Estamos en un momento crítico de la situación humana”.
Entre los participantes figuró Richard Dawkins, un científico que se ha dedicado a popularizar la teoría de la evolución. Su libro The God Delusion (El delirio de Dios) lleva 13 semanas en la lista de bestsellers del New York Times, y se ha presentado ante grupos grandes y entusiastas en una gira promocional. En un artículo del U.S. News and World Report (“The New Unbelievers”, 5 de noviembre de 2006), Dawkins habló del porqué de esa acogida hoy: “Seis años de Bush, que parecen ser un paso hacia la teocracia, y el surgimiento del fundamentalismo islámico, hacen pensar que el mundo está encaminado hacia dos visiones religiosas extremistas”.
Es de no creer
Se pueden pedir videos de la conferencia en su portal. Exhortamos a nuestros lectores a verlos y a escuchar críticamente los puntos de vista y las polémicas.
Una polémica importante fue si hay un conflicto inherente entre la ciencia y la religión. Unos participantes dijeron que los científicos deben concentrarse en promover el conocimiento y la apreciación de la ciencia, pero no meterse en el debate sobre la existencia de dios u otras creencias religiosas.
Pero otros contestaron que la ciencia está inevitablemente en conflicto con la fe religiosa. Como el pensamiento científico se basa en pruebas y hechos, socava la fe religiosa, que no ofrece ninguna prueba. Y la religión no puede menos que entrar en conflicto con la ciencia. Como escribió el escritor Sam Harris: “Todas las religiones hacen afirmaciones sobre el mundo… por ejemplo, sobre el origen divino de ciertos libros, el nacimiento virginal de ciertas personas y la supervivencia de la personalidad del ser humano después de la muerte. Dicen que describen la realidad… así que la religión inevitablemente entra en conflicto con la ciencia porque se basa en pruebas falsas”. Dawkins dijo que con la religión desaparecería el lavado de cerebro de los niños, la subversión de la ciencia y la creencia de que la fe es una virtud (“una creencia sin prueba alguna”).
Steven Weinberg, profesor de Física y Astronomía de la Universidad de Texas, dijo que la ciencia ha socavado las creencias religiosas básicas y ha demostrado que los seres humanos no somos el centro de la creación sino una especie animal que ha evolucionado de otras especies animales. Dijo que la ciencia le concede a los seres humanos un papel menos y menos especial en las leyes de la naturaleza y del universo. Explicó que la ciencia ha demostrado que la Tierra no es el centro del universo, que nuestro sistema solar no es el centro de la galaxia, que nuestra galaxia no es única y que ahora hay pruebas convincentes de que el Big Bang pudiera haber sido solo un episodio en un universo mucho mayor en que “estallan casi continuamente” episodios parecidos. Por eso la ciencia ha hecho innecesarias las explicaciones religiosas. Dijo: “El mundo tiene que despertarse de la larga pesadilla de la creencia religiosa. Los científicos debemos hacer todo lo que podamos para debilitar el dominio que ejerce la religión; a fin de cuentas, esta podría ser nuestra mayor contribución a la civilización”.
Esta es una respuesta muy oportuna a los ataques al pensamiento científico y al método científico por parte de los fascistas cristianos que están en la cúpula del poder. También es una buena respuesta a los que proponen bajar la cabeza ante los teócratas, fundamentalistas y bushistas, y no hacerle frente a las afirmaciones religiosas. De nuevo, recomendamos visitar el portal de la conferencia para informarse del debate. Los participantes hablaron de la seriedad de la amenaza religiosa, y en particular del fundamentalismo, en el mundo hoy; de la relación entre la ciencia y la moral; y de otros temas.
Por otra parte, la conferencia tuvo puntos débiles. En particular, varias veces se dijo que los “horrores gemelos” del siglo XX son el comunismo y el fascismo. Este punto de vista se presentó sin oposición y se aceptó como la “lógica común” del momento. Pero un estudio profundo de los hechos y el debate de teorías que debe caracterizar un enfoque científico refutan tales ideas. Aceptarlas y repetirlas sin pensar perjudica todo el proyecto científico; dificulta hacer un análisis auténticamente científico de la sociedad humana y cede terreno al pensamiento anticientífico en general. A los científicos y demás personas que quieran examinar una explicación científica de la historia de la revolución comunista, les sugerimos leer la serie “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor” de Raymond Lotta (revcom.us) y el artículo “La ridiculez de decir que el comunismo es lo mismo que el nazismo” del Proyecto Poner las Cosas en Claro (http://rwor.org/a/012/alemania-nazi-union-sovietica-s.htm).
Sin embargo, en general, la conferencia fortaleció la oposición a los ataques a la ciencia y al método científico. Asimismo, abordó el papel de la ciencia en la contienda con la religión en el mundo actual. Vale la pena ver los videos.
Historia falsa, ideas retrógradas y objetivos malos en la “Conferencia sobre el Holocausto” en Irán
El Holocausto ocurrió antes de y durante la II Guerra Mundial entre los países imperialistas, cuando el gobierno nazi de Adolfo Hitler perpetró actos horrorosos de matanza en Alemania y otros países. Los nazis empezaron deteniendo a los comunistas y siguieron con los judíos, los sindicalistas, los roma (también conocidos como “gitanos”), los homosexuales y otros. A la medida que las tropas de Hitler invadieron otros países, los polacos, los eslavos, los rusos y otros fueron víctimas de la máquina de la muerte nazi. Al final de la guerra, quedaron muertos seis millones de judíos y millones de otros en pogromos y masacres, y en los tristemente famosos campos de exterminio como Auschwitz, Treblinka y Sobibor.
El Holocausto es uno de los crímenes más horrendos de toda la historia humana.
Hace poco la República Islámica de Irán patrocinó una conferencia internacional que en sí fue indignante y sumamente reaccionaria, pues propuso negar el hecho histórico del Holocausto. El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, proclamó ante la conferencia que “han inventado un mito de que masacraron a los judíos”.
Es cierto que los imperialistas estadounidenses y el gobierno israelí han tergiversado la realidad y el significado del Holocausto para justificar la tremenda injusticia contra el pueblo palestino: el robo masivo de sus tierras para establecer el estado colono de Israel en 1948 y la opresión de los palestinos en condiciones crueles de apartheid. Han manipulado hipócritamente la historia del Holocausto para tapar y justificar el papel de Israel como perro de ataque de Estados Unidos en esa región e incluso en regiones lejanas. Esta hipocresía es sumamente repugnante: Estados Unidos e Inglaterra se negaron a bombardear las vías férreas sobre las cuales llevaron el gas tóxico a Auschwitz, y en los años 30 los líderes sionistas recomendaban a los judíos europeos no armar resistencia sino huir a Palestina.
Sin embargo, cuando Ahmadinejad y otros fundamentalistas islámicos niegan el Holocausto lo hacen desde un polo opuesto de ideología y política reaccionarias, y no representa absolutamente nada positivo ni liberador para las masas populares. Basta con mencionar uno de los invitados especiales de la conferencia: David Duke, que era líder del Ku Klux Klan y legislador estatal de Louisiana. Duke es parte de toda esa historia salvaje de linchamientos y de la realidad actual de supremacía blanca en Estados Unidos. No cabe duda de que hay profundas corrientes de fascismo, fundamentalismo religioso y antisemitismo que hacen que gente de la índole de Duke y Ahmadinejad se atraigan.
Para promover la idea de que el Holocausto es un mito, a pesar de la enorme cantidad de datos históricos comprobados, Ahmadinejad y los gobernantes teocráticos de Irán se basan en una epistemología totalmente anticientífica (la epistemología abarca la naturaleza de la verdad y cómo se adquiere el conocimiento). Según su visión del mundo, no se busca la verdad en la realidad tal como es, sino adhiriéndose con absolutismo a los textos religiosos. (Los fundamentalistas cristianos comparten la misma epistemología de ignorancia rígida e intencionada). Por otro lado, aceptan los datos que les son útiles, y por tanto los gobernantes teocráticos de Irán han desarrollado la tecnología a tal punto que quizás tengan la capacidad de construir armas nucleares.
Las masas populares de Irán sufren la pesadilla que resulta cuando esta visión del mundo gobierna la sociedad: una teocracia donde las leyes y reglas medievales controlan todo aspecto de la vida política y social… donde, por ejemplo, castigan con latigazos o a pedradas a las mujeres que encuentran sin velo.
La conferencia es parte de la visión del gobierno islámico de promoverse como gran potencia en el Medio Oriente y aumentar su influencia sobre varios grupos y entre las masas populares de la región. Busca autoridad moral entre los palestinos y otros que oponen resistencia a la ocupación israelí de Palestina, no para apoyar una auténtica lucha contra el imperialismo y la ocupación sino para fomentar sus propios fines reaccionarios en oposición a Estados Unidos. Esas maniobras y ambiciones los llevan cada vez más hacia un choque con las maniobras y ambiciones de los imperialistas estadounidenses para transformar radicalmente el Medio Oriente en aras de sus propias metas imperialistas.
Tanto la manipulación cínica del legado del Holocausto por Estados Unidos e Israel, por un lado, como la ultrajante negación del Holocausto por el gobierno fundamentalista de Irán, por el otro, representan la tergiversación de la historia con fines reaccionarios. No corresponde a los intereses de las amplias masas apoyar ninguno de los dos lados; lo que le corresponde es rechazarlos por igual, porque si uno quiere cambiar el mundo en beneficio de la humanidad, la verdad no solo importa sino que es esencial.