Revolución #206, 4 de julio de 2010
Una contradicción histórica: Cambiando el mundo en lo fundamental sin "apagar las luces"
Dieciocho
"Y el mundo sigue sin cambiar en lo fundamental. El capitalismo-imperialismo sigue operando en el 'fondo', aplastando vidas y destruyendo espíritus en este molino de explotación. Y los horrores continúan sin cesar".
Esta es nuestra refutación poderosa y constante de las demás tendencias en el mundo. De otro lado, la manera en que muchas personas entienden lo que nosotros representamos —y no es que no tengan ninguna justificación en absoluto— es: "Ahí vienen los comunistas, apaguen las luces, ya se acabó la fiesta".
Me parece que el fondo del problema es la necesidad de llevar a cabo la revolución, sin "apagar las luces". Y no es fácil resolver esta contradicción. Sí es fácil argüir en pro del desarrollo completo de curiosidad intelectual, debate y disentimiento, "con tal que" no interfiera con el proceso concreto de transformación revolucionaria y en especial, con la construcción y el avance del socialismo bajo la dictadura proletaria. Creo que esto era un criterio principal de la campaña de "cien flores" de Mao.
La dificultad de "mantener las luces prendidas" no solo es que los contrarrevolucionarios seguramente aprovecharían cualquier oportunidad que apareciera. También se trata de que la posición de clase y punto de vista de muchos de los artistas e intelectuales en muchos casos pueden conducirlos a querer actuar de acuerdo a la ilusión democrática pequeño burguesa de que la sociedad no requiere una dictadura de una u otra de las clases en contienda. Al menos para muchos de ellos, la transformación revolucionaria en sí puede parecer como si "se apagaran las luces". El problema es que en el pasado no es que este punto de vista "no tuviera ninguna justificación en absoluto". Si bien a veces, en especial por parte de Mao, se puso énfasis en la importancia central de la lucha entre los distintos puntos de vista, eso de no ver el aspecto del frente unido así como "el núcleo sólido con mucha elasticidad" se conduciría a una concepción unilateral, burda y perjudicial de la transformación de los intelectuales. Por seguro, hubo poco entendimiento de que el choque de concepciones del mundo puede ser parte de las contradicciones todavía por resolver que impulsan hacia adelante el proceso revolucionario entero.
Esto me hace recordar la escena de Rojos cuando John Reed y Emma Goldman discuten la valoración de la revolución bolchevique. Si me acuerdo correctamente, en respuesta a la condena categórica de la revolución por parte de Goldman, Reed sostiene algo al efecto de que tanto ella como él habían tenido una visión de la sociedad, pero que él había llegado a entender que no se podría llevar a cabo a menos que tuviera, entre otras cosas, "pelotones de fusilamiento".
La respuesta de Reed expresa cómo anteriormente la mayoría de los comunistas habían considerado esta contradicción. En su expresión escueta, los requisitos de tomar y mantener el poder "eclipsan" todas las demás consideraciones. Y aunque sin duda está en lo correcto la refutación básica de Reed a Goldman, no obstante la misma lógica del "fin justifica los medios" puede llevarse a un extremo, y en efecto posteriormente eso sí se hizo, y se usó no sólo para servir como justificación de aquellos horrores que malograron nuestro proyecto sino para desvirtuar el "fin" en sí y luego servir de justificación para el revisionismo y hasta el social imperialismo.
Es necesario entender profundamente cómo la Nueva Síntesis da una respuesta básica a cómo una transformación revolucionaria puede ocurrir sin "apagar las luces" y la atracción poderosa que esto puede tener para aquellos que buscan tal transformación. Pero esta respuesta básica de ninguna manera es sencilla, a causa de que el problema en sí se basa tan profundamente en la naturaleza contradictoria del proceso revolucionario proletario. He encontrado a aquellos quienes alegan que la Nueva Síntesis y su crítica de la experiencia del siglo 20 son excelentes "salvo", a su parecer, lo que percibían como una negativa a tomar en cuenta la necesidad que enfrentaban los estados socialistas. El quid fue que la necesidad era real de veras, tal como será formidable la necesidad que enfrentarán las revoluciones futuras. Cualquier "solución" propuesta que se basa en negar la necesidad o desear que ésta desaparezca no puede sino derrumbarse ante las realidades de la lucha de clases y la situación internacional. La mayoría de las personas reconocerán que el internacionalismo es loable pero insistirán que se ceda a las circunstancias imperativas de la defensa del estado socialista o, por ejemplo, que a la larga es necesario liberar a las mujeres pero mientras tanto está bien si están obligadas a procrear si así lo requiere la regeneración de la población.
En una discusión reciente del Manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, tuvo lugar un debate interesante con algunas personas que sostenían muy vigorosamente la versión dogmática y "reificada" de los "reflejos opuestos". Admitían que el proletariado debe liberar a toda la humanidad pero insistían que esto era únicamente un resultado de su propia lucha por la emancipación contra aquellos que argumentaban que la emancipación de la humanidad es la misión del proletariado. Aunque yo quisiera volver a analizar las varias referencias de Marx y Engels al respecto, sospecho que desde el principio ha existido cierta ambigüedad en la manera en que entendían al proletariado como un vehículo de transformación revolucionaria. (En este sentido, ¿cómo vemos la discusión de Lenin acerca del proletariado como una clase "en sí"?) No solo es falso el argumento acerca del "resultado" sino que lleva dentro de sí las semillas de la traición y tragedia cuando se considera que los intereses del proletariado "en sí" (si esto se entiende en cualquier sentido aparte de la lucha por la emancipación humana) seguramente contradirán los intereses de sectores particulares de la población y sin duda a veces sus propios intereses de largo plazo también. El análisis del "resultado" se basa en la falsa suposición que no puede haber una contradicción entre las necesidades de un sector de la población que de casualidad son proletarios y las necesidades de la revolución proletaria en sí. Pero hemos visto que no solo son posibles estos conflictos, sino son inevitables, y lo son aún más cuando se considera la dimensión internacional y el papel contradictorio de los proletarios que se benefician de la construcción de un estado socialista dado y del papel del proletariado como el instrumento de transformación revolucionaria a escala mundial.
Al leer unos pasajes de algunos diarios de ciudadanos soviéticos en los años 30 (Revolution on My Mind, Writing a Diary Under Stalin [La revolución en mi memoria, escribiendo un diario bajo Stalin]), está claro que algunas personas habían concluido, conscientemente, que era necesario "apagar las luces" si se iba a transformar el mundo. Y esto incluyó a por lo menos algunos intelectuales también quienes al parecer se habían persuadido de que se podría y se debería atribuir cualquier renuencia o reticencia que sintieron hacia alguna parte del rumbo o política del partido y estado soviético, a su propia concepción del mundo "burguesa" contra la que se sentían obligados a luchar y refrenar. Con frecuencia, hasta las políticas las que nosotros consideraríamos muy torpes o de plano equivocadas a la luz de la Nueva Síntesis, fueron aceptadas incluso por muchas personas quienes sufrieron a causa de ellas, como el necesario precio de la transformación revolucionaria. Es interesante que una tendencia subjetiva hacia la introspección pueda acompañar un enfoque rígido y mecánico hacia la trasformación social.
Al parecer, la unidad contradictoria entre "unidad de voluntad y disciplina" y "tranquilidad mental y vivacidad" tendría mucho que ver con mantener las luces prendidas y la fiesta en marcha. Pero, si bien los camaradas chinos reconocieron esto al menos en palabras, parece que en la experiencia de la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP) no era tan fácil encontrar la relación correcta entre la iniciativa y creatividad individual y la lucha de clases colectiva global.
Lo que constituye "una fiesta" y lo que quiere decir "las luces prendidas" depende, como es sabido, en gran medida del punto de vista de clase. Se puede esperar que la burguesía denuncie a cualquier dictadura ejercida en su contra. El problema es que no existe ninguna muralla grande entre la burguesía y los intelectuales pequeño burgueses, y éstos tenderán a gravitar hacia una definición de las "luces prendidas" que "está divorciada o por encima de las clases", la que la clase capitalista (vieja o nueva) puede aprovechar e incorporar fácilmente. A mí me parece que la GRCP de verdad era un ejemplo de una verdadera fiesta, a pesar de deficiencias verdaderas y serias. Esto no sólo era verdad para las masas más amplias quienes por primera vez llegaron a ser participantes reales en "la fiesta". La GRCP también atraía y soltaba las energías y esperanzas de importantes sectores de la intelectualidad, por lo menos su sector juvenil como se vio sobre todo en el movimiento de los Guardias Rojos. Pero parece que las tendencias incorrectas hacia la "reificación" y las políticas unilaterales dificultaron el mantenimiento y el desarrollo de este frente unido o alianza de clases.
Vale la pena considerar cómo hubiera sido posible forjar una alianza de clases distinta en China. La contrarrevolución tuvo lugar en buena parte bajo el letrero del "Partido del Orden". Si bien una parte de esto prometía un fin a los "horrores" de la GRCP, parece que el aspecto principal de su atracción fuera la promesa de más bienes de consumo a la vez que, frente al trastorno e incertidumbre, se apoyaba en el cansancio y el decreciente entusiasmo de los sectores medios de la sociedad. Tal vez un entendimiento menos reificado por parte del cuartel general revolucionario también podría haber llevado a una polarización potencialmente más favorable y diferente en la sociedad socialista. ¿Hubiera sido posible que se hubieran manifestado por lo menos algunos de los sentimientos y energías que estallaron en los acontecimientos de la Plaza de Tiananmen en 1989 como esfuerzos contra la asfixia y el revisionismo, como energías que pudieran haberse unido con el comunismo revolucionario, y no súplicas de libertades democrático-burguesas (consideradas en contradicción con los gobernantes revisionistas así como con el maoísmo)? Desde luego que es imposible contestar aquella pregunta con cualquier grado de certeza. Pero sí parece que la Nueva Síntesis proporciona un marco no solo para criticar las deficiencias de la experiencia del pasado sino también para vislumbrar cómo un enfoque distinto podría producir una realineación más favorable de fuerzas.
En el movimiento maoísta después del golpe de estado, la tendencia que se repite en los resúmenes de la pérdida en China iba hacia alguna versión de la crítica hoxhista del "liberalismo" de Mao. No se creía en serio que se pudiera avanzar a partir de la ruptura inicial entre Mao y la experiencia previa (fundamentalmente soviética) y profundizarla más. En lugar de eso, se esforzaba constantemente para "apretar las riendas" al avance de Mao y "rehacerlo" a la luz del viejo entendimiento (ayudado por la naturaleza contradictoria del pensamiento de Mao mientras rompía con aspectos importantes de lo que tenía de incorrecto el entendimiento previo pero los que a la vez todavía asumía).
Como hemos visto muy marcadamente en los últimos cuantos anos, la "respuesta" abiertamente burguesa o social-demócrata al acertijo de cómo mantener el poder político y a la vez mantener las luces prendidas es lo que con mayor probabilidad será el sitio de reposo final para los ex-revolucionarios. Pero es importante tener en mente la observación decisiva en el Manifiesto sobre "reflejos opuestos" y la base para que un error se convierta en otro (u, como también podemos observar, la construcción de "errores compuestos" aún más creativos). La verdad de clase, la reificación del proletariado y la "política de identidad" tienen mucho en común.
En una palabra, parece que mucha gente en el movimiento comunista cree que es necesario escoger entre "apagar las luces" y abandonar cualquier esfuerzo concreto de realizar una transformación revolucionaria real de las condiciones sociales. Lo único que queda a debate es cuál alternativa sería peor o cuál espontaneidad sería más atractiva. Por otro lado, la Nueva Síntesis sostiene que no existe ningún otro modo de alcanzar el comunismo excepto a través del enfoque de núcleo sólido con mucha elasticidad. Por lo tanto se rechaza la dicotomía de los "reflejos opuestos" y se traza un verdadero camino hacia adelante a través del reconocimiento y el desarrollo/resolución de las contradicciones. El reconocimiento de la necesidad que representa la Nueva Síntesis hace posible la transformación de aquella necesidad, a través de lucha. Para repetir, eso no hace que sea fácil la transformación revolucionaria y no puede ofrecer ninguna "garantía". Claro, eso ha hecho añicos las garantías aceptadas previamente, tal como "la inevitabilidad del comunismo" o la creencia de que de alguna manera el análisis de un proletariado reificado necesariamente llevaría en una dirección positiva ("la corriente principal del movimiento de las masas siempre está en lo correcto"). Pero el reconocimiento mismo de la naturaleza contradictoria, difícil e incierta de la transformación socialista puede llegarles a aquellos quienes realmente querrían ver al mundo "cambiar de base", pero quienes también quieren saber si es posible hacerlo "sin apagar las luces". No sería suficiente simplemente trabajar para despejar las mentiras y la ignorancia con respecto a la primera ola de la revolución proletaria. En la medida que pudiéramos identificar las contradicciones concretas del proceso general y en ese sentido por lo menos trazar un enfoque básico de cómo podemos concebir la transformación de las condiciones y la transformación de las personas, nuestro proyecto sería más convincente y atractivo.
Durante la mayor parte del pasado del movimiento comunista internacional (MCI), la contradicción entre "la derrota de las condiciones existentes mediante la violencia" y "mantener las luces prendidas" no se percibió como una unidad de opuestos. Esto tenía relación con el aplanamiento de las contradicciones, una concepción equivocada y reificada de la misión histórica del proletariado así como un entendimiento equivocado del comunismo en sí (la referencia desafortunada al "Reino de la Gran Armonía" de Mao expresó algo de eso, aunque él estaba desarrollando un entendimiento distinto). Si se entiende el comunismo correctamente como el desencadenamiento del potencial humano pleno sin las trabas de "las Cuatro Todas", ¿por qué siquiera sería posible concebir su realización mediante una revolución de la "segunda alternativa" sofocante y mezquina?
Precisamente aquellos que insisten en aferrarse al pasado del movimiento comunista han alegado que la Nueva Síntesis es humanista. Yo creo que es justo decir que muchos se encogen o se arruguen al oír las palabras "la emancipación de la humanidad". El humanismo pasa por alto la centralidad de la división de la sociedad en clases o de todas formas rechaza el derrocamiento de las clases dominantes por medio de la violencia, la dictadura proletaria resultante así como el proceso histórico general de eliminar las Cuatro Todas. Podemos deslindarnos del humanismo sin renunciar a la humanidad. Insistir en la unidad entre los medios y los fines y hacer hincapié en la moral comunista constituyen una gran parte de la respuesta a por qué y cómo la lucha para "mantener las luces prendidas" será una característica central de la venidera etapa de la revolución proletaria y en las nuevas sociedades socialistas que emergen de ella.
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