Revolución #209, 4 de agosto de 2010
Una contradicción histórica: Cambiando el mundo en lo fundamental sin "apagar las luces"
Diecinueve
He estado pensando en lo que significa cuando mucha gente, al estar pensando en la posibilidad de una revolución comunista, pierde el interés y cree, no totalmente sin justificación, que "Ahí vienen los comunistas, apaguen las luces, ya se acabó la fiesta". Estos sentimientos representan una respuesta a lo que han sido algunas deficiencias concretas de la previa experiencia socialista, deficiencias que, si bien secundarias en relación a los verdaderamente liberadores logros sin precedentes del socialismo, no obstante fueron de una naturaleza seria y contribuyeron a la pérdida del poder estatal y a la restauración del capitalismo, primero en la Unión Soviética y luego en China.
Durante décadas Bob Avakian ha estado bregando con lo que es un gran reto histórico-mundial: cómo mantener el poder estatal y al mismo tiempo dirigir y desencadenar el necesario proceso tumultuoso que se requiere para llevar a cabo las dos rupturas radicales que definen la revolución comunista, la ruptura radical con las relaciones tradicionales de propiedad y la ruptura radical con las ideas tradicionales. Ha estado tratando esta contradicción desde distintos ángulos y direcciones y en el transcurso de eso ha estado desarrollando una nueva síntesis que se ha condensado en la frase "núcleo sólido con mucha elasticidad". Ésta ha establecido una base teórica para una nueva concepción del socialismo como una sociedad mucha más alborotada, mucho más vibrante y creativa, mucho más prendida de efervescencia intelectual de lo que haya existido en ninguna otra sociedad hasta ahora en la historia. Éste es un socialismo en el cual los seres humanos realmente florecería.
Hay muchas dimensiones de la nueva síntesis que vienen al caso en una discusión de la descripción de las "luces apagadas" de las sociedades socialistas previas. Sin embargo, para fines de esta carta me gustaría enfocarme en la cuestión de si, bajo el socialismo, la ideología comunista debería de ser la ideología oficial, una cuestión la que a mi parecer tiene que ver directamente con esta discusión del carácter de la sociedad socialista y los retos que presenta el trabajo de dirigir el estado y el proceso revolucionario.
Hace varios años en la charla Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo, Avakian planteó la cuestión de si bajo la dictadura del proletariado debería de haber una ideología oficial. Como parte de una discusión más larga sobre este tema, dijo:
"En cuanto al partido, dos cosas son ciertas, sin lugar a dudas. Primero, se necesita un partido de vanguardia que dirija la revolución y el nuevo estado. Segundo, el partido necesita una ideología unificadora que concentra correctamente la realidad y permite cambiarla conscientemente: la ideología comunista.
"Pero, ¿es necesario que todo mundo profese esa ideología para que le vaya bien en la sociedad? No. Los que estén de acuerdo deben defenderla y luchar por ella. Los que no estén convencidos deben decirlo, y los que discrepen también, y debe haber lucha de ideas. Algo tiene que dirigir: debe guiar la ideología correcta, que en realidad ayuda a la gente a captar la verdad y usarla por sus verdaderos intereses fundamentales; pero eso no quiere decir que todo el mundo debe profesarla, en mi opinión. Claro, es solamente mi opinión. Pero vale la pena explorar esta cuestión y debatirla".
Para ser honesto, hasta que Avakian tocara este tema, nunca cuestioné el concepto de que la ideología comunista fuera ideología oficial en el socialismo. Parecía un aspecto tan básico de las anteriores dictaduras del proletariado que en cierto sentido yo lo daba por contado. Los comentarios de Avakian me impulsaron a examinar esto más de cerca y con ojos nuevos. He estado dando vueltas a esta cuestión en la mente y descubriendo que cuanto más profundamente he estudiado la nueva síntesis, más mis ideas sobre este tema de la ideología oficial han cambiado. Con el espíritu de explorar y bregar más con este tema, tal como Avakian ha propuesto, quiero ofrecer algunas ideas iniciales, de ninguna manera ideas plenamente desarrolladas, sobre la manera en que ahora estoy viendo este tema, sobre la base de reflexionar acerca de la historia de la sociedad socialista y la dictadura del proletariado hasta ahora, por medio del prisma de la nueva síntesis.
En el contexto de las enormes presiones sobre un estado socialista naciente, que ha salido de una guerra, rodeado por fuerzas imperialistas hostiles, podría entender la necesidad que motivaría a los comunistas a declarar el comunismo como ideología oficial. Al darle a la ideología comunista el visto bueno oficial (con la amplia aprobación social que naturalmente acompañaría eso), creo que los comunistas trataban de neutralizar a aquellos elementos que tenían una posición antagónica respecto al socialismo y crear condiciones más favorables para ganar a las masas hacia esta ideología y cohesionarlas en torno a ésta como parte de consolidar el nuevo estado socialista y avanzar hacia el comunismo. Sin embargo, al tratar de ver este tema de la ideología oficial desde todos los ángulos, he llegado a sospechar que eso podría haber tenido el efecto contrario y causado más mal que bien.
Permítame comenzar por hablar de algunos principios básicos. Estoy de acuerdo con los comentarios de Avakian de que es fundamental que el partido se cohesione ideológicamente en torno a la ideología comunista, si no, no sería capaz de dirigir el estado y el proceso revolucionario hacia el comunismo. También estoy de acuerdo que en cuanto a la sociedad socialista en conjunto, la ideología comunista tiene que ser la ideología dirigente para que la sociedad se mantenga en el camino revolucionario y avance hacia el comunismo.
Lo que se me hizo provocador en los comentarios de Avakian es la diferencia que recalca entre la ideología comunista como la ideología dirigente y como la ideología oficial.
A mí me parece que eso de declarar la ideología comunista como la ideología oficial en esencia quiere decir imponer esa ideología sobre las personas, muchas de las cuales aún no han sido ganadas a ella por voluntad propia. Eso tiene el efecto de tapar artificialmente las diferencias y la diversidad en el modo de pensar y suavizar de intensidad la lucha y debate ideológico al confinarlos dentro de parámetros ya prescritos. Esto lo considero problemático por varios motivos.
En primer lugar, esto causa un cortacircuito en el proceso de conocer y comprender lo que es verdad. La ideología comunista no puede crecer y profundizarse en un ambiente estéril y controlado de invernadero. Al igual con toda ciencia, es solo por medio del cuestionamiento que se puede reconocer y descartar esos aspectos que no corresponden a la realidad, mientras que lo que es verdad se puede profundizar y enriquecer. Un tema recurrente del conjunto de la obra de Avakian es que al estar receptivo a las ideas provenientes de afuera del marco marxista que el marxismo mismo se desarrolla y se puede determinar lo que es verdad. Así que él hace mucho hincapié en la contienda abierta entre las ideas, incluso en la sociedad socialista, en la cual ha sostenido que incluso es necesario darles la bienvenida, en la efervescencia intelectual, a las ideas que se oponen las personas de autoridad.
En segundo lugar, hay un mundo de diferencia entre ganar las personas para que asuman voluntariamente la ideología comunista (y la transformación radical de la conciencia que eso representa) y dictar que las personas la acepten. Como Avakian dijo en el pasaje citado arriba, al declarar la ideología comunista como la ideología oficial, las personas pueden sentir la presión social a favor de profesar esta ideología, aun cuando no la creen. Eso contribuye a que las diferencias ideológicas supuren debajo de la superficie de la sociedad, en lugar de estar en el ambiente donde se puede luchar sobre ellas y por medio de ese proceso, se puede transformar de verdad la conciencia. A este respecto, pienso que cabe ver cómo la nueva revista teórica Demarcations describe su propósito: "comparar y contrastar varios punto de vista y programas teóricos y atraer a un público más amplio a que tenga una comprensión e interacción más profunda con el comunismo como una ciencia viva y en desarrollo y su expresión más avanzada en la nueva síntesis". Este tipo de debate e interacción ideológica es un componente vital en el proceso de preparar o "habilitar" al proletario para gobernar, un proceso que comienza ahora como parte de hacer la revolución y debe llegar a extenderse por toda la sociedad bajo el socialismo.
(Aunque digo lo siguiente a manera de especulación y se requiere de más estudio así como investigación concreta, yo también me preguntaba si el establecimiento del comunismo como la ideología oficial en China pudiera haber contribuido a confundir la diferencia entre el partido y la sociedad y que a su vez, pudiera haber llevado a reducir los criterios ideológicos, por decirlo así, en relación al partido. Esto pudo haber sido un factor en la desorientación política e ideológica después de la muerte de Mao, en que muchos miembros del partido no podían distinguir entre el comunismo y el revisionismo y terminaron por tomar partido con aquellos que montaron el golpe de estado contrarrevolucionario y restauraron el capitalismo.)
Hablando un poco más acerca de los problemas que entraña eso de declarar la ideología comunista como la ideología oficial, creo que podría ser útil considerar este problema desde otro ángulo y considerar por qué, entre aquellos intelectuales que defienden genuinamente el pensamiento crítico y la integridad intelectual, tienden a sentir cierta molestia con la idea de una ideología oficial — de cualquier tipo. Equiparan una ideología oficial con promover la aceptación ciega de las ideas y desalentar el pensamiento crítico. Puede ser que influyan en este punto de vista las ilusiones de que en esta sociedad los intelectuales son "librepensadores" que de alguna manera son inmunes a la manera en que el capitalismo y la ideología burguesa moldean y condicionan la forma de pensar de la gente y el mismo marco dentro del cual se exploran las ideas, ¿de todos modos no tienen ellos algo válido que decir? O, en otras palabras, ¿aún es cierta esta crítica de la ideología oficial cuando la ideología oficial en cuestión es la ideología comunista, la cual, en un sentido general, proporciona el medio más consecuente, sistemático y global de llegar a la verdad?
Creo que esta crítica tiene validez y que hacer que la ideología comunista sea la ideología oficial en un estado socialista es la antítesis del alma y corazón de esta ideología, la cual no es ninguna religión basada en una fe ciega sino más bien una ciencia viva, cuya sangre vital es cuestionar y desafiar las ideas. Declarar el comunismo la ideología oficial termina por darle todos los aspectos de un dogma.
Pero si uno reconoce que la cuestión de hacer que el comunismo sea la ideología oficial no surge en un vacío y si uno quiere en serio tratar las contradicciones y desafíos agudos relacionados al mantenimiento del poder estatal bajo el socialismo, se tiene que preguntar: si el comunismo no fuera la ideología oficial, ¿no existiría el peligro de que más personas gravitaran espontáneamente hacia la ideología burguesa, la cual de fondo cuenta con la fuerza de la tradición? ¿No contribuiría eso a la vez a las presiones y tensiones centrífugas sobre la nueva sociedad? Y al mismo tiempo, ¿no tratarían de sacar mucho provecho las fuerzas contrarrevolucionarias de todas las oportunidades en torno a la efervescencia intelectual a fin de diseminar la oposición y el descontento, con el propósito de derrocar el estado socialista y reinstaurar el capitalismo?
Todos estos son riesgos de hecho muy reales. Pero creo que la solución de este dilema no se halla en recurrir a métodos burocráticos, como creo que lo es lo de declarar el comunismo la ideología oficial. La nueva síntesis señala un camino diferente: encontrar las maneras de desencadenar el debate y efervescencia ideológica pero dirigir todo eso firmemente con la ideología comunista. Esto retoma el concepto fundamental de orientación y un hilo, que recorre los escritos y charlas de Avakian, a saber, que cuando se trata de dar dirección comunista y mantener el poder estatal, no se puede jugar sin riesgos y no hay respuestas fáciles o predeterminadas. Esta empresa histórico-mundial tiene muchos riesgos y peligros; uno tiene que volar sin una red de seguridad (tomo prestada la frase de Avakian). Es posible perder el poder estatal mediante la aplicación de demasiada firmeza (tal como refleja eso de tratar de reprimir o mantener un control fuerte sobre el disentimiento y la efervescencia) así como demasiada flexibilidad (tal como refleja eso de abrir las compuertas a las corrientes democrático-burguesas). Es un reto constante lo de tratar de obtener la síntesis correcta —"el núcleo sólido con mucha elasticidad"— en una situación siempre cambiante con mucho en juego. Me parece que eso de hacer el comunismo la ideología oficial refleja que no se quiere "ir al borde de ser descuartizado", como dice Avakian — de no querer correr los riesgos que son tan necesarios en el proceso revolucionario de avanzar hacia el comunismo.
Cuanto más he pensado de esta cuestión de una ideología oficial bajo el socialismo y cuanto más profundamente he comprendido la nueva síntesis, más me parece que eso de hacer la ideología comunista la ideología oficial tiene una marcada disonancia con la nueva concepción del socialismo que Avakian ha desarrollado. En mi opinión, eso va en contra del tipo de sociedad que nos estamos esforzando para construir y de la efervescencia intelectual que tiene que recorrerla de punta a punta. Como resultado de eso, también va en sentido contraproducente con respecto al reto crucial de ganar a un sector de la intelectualidad al comunismo.
Así que éstas son algunas ideas iniciales con respecto a esta cuestión de la ideología oficial.
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