Issue and Date
Revolución #110, 25 de noviembre de 2007
Número actual | Números Anteriores | Bob Avakian | PCR | Temas | Comunícate |
HACER LA REVOLUCIÓN Y EMANCIPAR A LA HUMANIDAD
PRIMERA PARTE: MÁS ALLÁ DEL ESTRECHO
HORIZONTE DEL DERECHO BURGUÉS (CONTINÚA)
Marxismo como ciencia— Refutación de Karl Popper
De la Redacción: Lo que sigue es la sexta parte de una serie de pasajes de una charla que dio Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, este año (2007). La charla ha sido revisada en preparación para su publicación y se ha incluido notas al pie de página (entre otras cosas, el autor ha ampliado en gran medida la sección sobre Karl Popper). Estos pasajes se publicarán en dos partes. La primera y segunda partes estarán en línea pronto en revcom.us. Lo que sigue es el primer pasaje donde Bob Avakian habla de Karl Popper. Examina el concepto de Popper de la falseabilidad científica y su aplicación al marxismo; el próximo pasaje hablará más directamente de los esfuerzos de Popper de desacreditar el marxismo.
Marxismo como ciencia—Refutación de Karl Popper
La “falseabilidad” del marxismo, las falsedades de Popper y un enfoque científico
Bueno, con relación a esto quiero hablar de cómo Karl Popper trata de desprestigiar y atacar al marxismo1. Popper dice que el marxismo no es una ciencia porque no cumple el criterio de falseabilidad, es decir, porque no es falseable. O para decirlo de otra manera, afirma que el marxismo es en realidad una cosmovisión religiosa, que hace profecías históricas; y cuando, como afirma Popper, estas “profecías” resultan ser falsas —cuando la realidad resulta distinta a lo que “ha profetizado” el marxismo— entonces los marxistas simplemente se inventan racionalizaciones para explicar de manera convincente el fracaso de su “profecía”.
Vale la pena hablar de esto porque va al meollo de lo que es —y no es— en realidad, el punto de vista y método del marxismo y que no solo reúne los requisitos de lo que es una ciencia sino que representa la aplicación más consecuente y sistemática del punto de vista y método científico, y que representa la oposición más fundamental y profunda a los puntos de vista y enfoques religiosos a la realidad.
Empecemos con una discusión del tema de la falseabilidad y su aplicación al marxismo, y luego hablemos de algunos de los principales ataques de Popper contra el marxismo y cómo en realidad resultan ser una defensa del capitalismo-imperialismo. En The Science of Evolution and the Myth of Creationism-Knowing What’s Real and Why It Matters (La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo—Saber qué es real y por qué importa), Ardea Skybreak recalca el siguiente contraste: “a diferencia de las ‘creencias religiosas’, las predicciones científicas (entre ellas las predicciones acerca de los procesos de la evolución) se pueden poner a prueba y corroborar” (p. 70, énfasis en el original). Y:
“Una buena teoría científica hace una serie de predicciones que se deben cumplir en el mundo real si la teoría es verdad; también hace predicciones que no se deben cumplir si la teoría es verdad. Esto se llama el principio de ‘falseabilidad científica’: por definición, para decir que una teoría científica es verdadera, tiene que haber hechos que la puedan refutar (que si se descubren demostrarían que la teoría es incorrecta)” (pp. 215-17, énfasis en el original).
En breve, el criterio de “falseabilidad” significa que si algo es científico, se lo puede poner a prueba para ver si es verdad. Si surge algo en la realidad que la teoría no solo no prevé sino que predice que no puede pasar, pues obviamente hay algo malo, algo equivocado, con la teoría. Si, para dar un ejemplo que menciona Skybreak, se pudiera demostrar en realidad —y no cómo fingen los museos creacionistas— que los dinosaurios y los seres humanos vivían al mismo tiempo, esto sería una manera de falsear la teoría de la evolución, de demostrar que es incorrecta. En realidad, decenas de millones de años separan a los dinosaurios de los seres humanos; y en realidad las pruebas, de muchos campos, que se han descubierto y examinado desde el tiempo de Darwin han cada vez más confirmado la teoría de la evolución, y mostrado desde una cantidad cada vez mayor de ángulos, que es cierta y no falsa. Pero el punto es que la evolución, como teoría científica, es falseable. Y, en un sentido fundamental y esencial, también lo es el marxismo—la teoría comunista científica.
Por supuesto, es posible que una teoría científica sea cierta —que refleje correctamente la realidad— en lo principal y esencial, pero que se demuestre que sea incorrecta en ciertos aspectos secundarios—y, conforme a esto, que algunas de sus predicciones específicas resulten no ser ciertas. Y cuando esto pasa, la aplicación del método científico lleva a un mayor desarrollo de la teoría—por medio de desechar, o modificar, ciertos aspectos de la teoría y agregar nuevos elementos. De hecho, esto ocurre todo el tiempo con las teorías científicas en todos los campos: física, geología, biología, arqueología, medicina y así sucesivamente. Para determinar si se ha falseado una teoría de manera global —si se ha demostrado, por medio de la investigación y análisis, con los métodos científicos, que no es cierta— o si, por otro lado, solo se han falseado ciertos aspectos secundarios de esta manera, es necesario examinar si los aspectos que se han demostrado que no son ciertos afectan y socavan los elementos principales y esenciales de dicha teoría, o solo aspectos secundarios que no afectan la esencia de la teoría de manera global. Para decirlo de otra manera, si se pueden eliminar o modificar los elementos que se ha demostrado que no son ciertos sin poner en duda las afirmaciones fundamentales de la teoría, pues no es la teoría en sí, sino solamente unos aspectos secundarios de la teoría, que se han falseado; mientras que, si a consecuencia de demostrar que ciertos elementos de la teoría de hecho no son ciertos lleva al fracaso de la teoría en sí, pues es la teoría de manera global, y su esencia, que se ha falseado.
Veamos cómo esto se aplica al marxismo. No cabe duda de que hay elementos del marxismo que son falseables. Por ejemplo, el materialismo dialéctico. Si el mundo estuviera compuesto de algo que no fuera materia en movimiento —si se pudiera demostrar que fuera cierto— pues el marxismo en lo fundamental, en lo esencial y en lo básico, se habría falseado, se habría demostrado que es incorrecto. O, si se pudiera demostrar que, sí, toda la realidad está compuesta de materia, pero algunas formas de materia no cambian, que no tienen contradicciones internas y movimiento y desarrollo—esto también sería una refutación fundamental del materialismo dialéctico. Pero no se ha demostrado nada de esto.
Otro “elemento básico” del marxismo está concentrado en la declaración de Marx, citada antes, acerca de los cimientos de toda la sociedad en la lucha para producir y reproducir los requisitos materiales de la vida, y el hecho de que al llevar a cabo esta actividad fundamental la gente contrae ciertas relaciones de producción, que son independientes de su voluntad. Esto es falseable, tanto como el análisis marxista de la dinámica subyacente del cambio social, que tienen sus raíces en la relación contradictoria entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y la base económica y la superestructura2. Esto también es falseable—pero no se ha falseado. Es cierto—examinar la sociedad humana de una manera científica confirma la verdad que Marx concentró en ese análisis.
Está el análisis marxista de las contradicciones básicas y las fuerzas motrices y la dinámica del sistema capitalista en particular, lo que incluye el elemento fundamental de la producción de plusvalía por medio de la explotación del trabajo asalariado por el capital. Todo esto es falseable —pero no se ha falseado—, es cierto, corresponde a la realidad.
Está el análisis marxista, desarrollado por Lenin, de la naturaleza del estado, como parte decisiva de la relación entre la base económica y la superestructura jurídica, política e ideológica. Este análisis de que el estado, del tipo que sea, siempre representa la dictadura de una clase u otra—esto también es falseable. Muéstrennos un estado que no sea instrumento de dominación de clase. Si se pudiera hacer —en realidad, y no en un espejismo imaginativo— pues se habría demostrado que a lo mínimo esa parte del marxismo es falsa (y esa es una parte crucial del marxismo). Pero no se ha demostrado que es falsa: por todas partes la experiencia ha demostrado, muchas veces al precio de gran sacrificio y sufrimiento, que de hecho el análisis marxista del estado —de que todos los estados, incluso los “más democráticos”, son en realidad dictaduras— es profundamente verdad.
Todos estos son elementos centrales del marxismo—de la teoría comunista científica. Todos son falseables—pero la aplicación del enfoque y método científicos ha demostrado que no son falsos, sino verdaderos, que de hecho corresponden a la realidad.
Por supuesto, precisamente como ciencia, el marxismo sigue desarrollándose—sigue, por así decirlo, afinando el análisis y síntesis de la realidad, tanto “natural” como social. Sigue desechando ciertos aspectos que se ha demostrado que no son ciertos, o que ya no se aplican. Por ejemplo, Lenin analizó el desarrollo del capitalismo en imperialismo y demostró que, mientras que las contradicciones básicas y la dinámica subyacente del capitalismo seguían siendo las mismas en lo fundamental, el desarrollo en imperialismo modificó ciertos rasgos del “capitalismo clásico” que Marx analizó (es decir, el capitalismo antes de que llegara la etapa en que lo define la dominación de los monopolios y otros rasgos que, como demostró Lenin, son característicos de una nueva etapa del capitalismo: el imperialismo). Lenin también demostró que ese desarrollo (del capitalismo a una nueva etapa, el imperialismo) llevó a cambios en la esfera política tanto como la esfera económica. Por ejemplo, Lenin analizó la escisión del proletariado, en particular en los países imperialistas, donde sobornaron a ciertos sectores de la clase trabajadora con el botín de la explotación y saqueo internacional del imperialismo; y recalcó que, en esta situación, el movimiento revolucionario que representa los intereses del proletariado como clase tiene que apoyarse en los sectores que están “más abajo y más a lo hondo”, en oposición a los sectores más aburguesados, o del sector “aristocrático laboral”. Estas fueron modificaciones a la teoría del comunismo, pero no constituían un abandono, o refutación, de los elementos centrales y esenciales de esta teoría científica.
Marx y Engels habían anticipado que la revolución comunista ocurriría primero en Europa, donde en su época el capitalismo —y, junto con ello, el proletariado— ya estaba más desarrollado. Cuando esto no ocurrió —porque esto es una lucha de la vida real, y no algo predeterminado, no algo teleológico que se dirige hacia un fin predestinado— Lenin lo analizó y demostró que el desarrollo del capitalismo en imperialismo fortaleció el potencial del socialismo al nivel internacional, y que atenuó y retardó las contradicciones de clase y el potencial de la revolución socialista en los países capitalista-imperialistas—que no eliminó la posibilidad de la revolución en los países capitalista-imperialistas sino que la retrasó en cierta medida y por cierto período de tiempo.
¿Demuestra todo esto que el marxismo no es una ciencia? No. En realidad, demuestra el carácter científico del marxismo: el marxismo ha seguido afinando su concepción de la realidad, pero ha retenido, correctamente, sus elementos centrales y su perspectiva y metodología básicas—que son falseables, pero no son falsos.
Igualmente, Mao, a base del desarrollo del imperialismo y sus consecuencias en los países como China (el surgimiento de la sociedad semicolonial y semifeudal bajo la dominación del imperialismo extranjero), aplicó el punto de vista y métodos científicos del comunismo para analizar esta realidad y forjó la concepción de la revolución de nueva democracia en esos países semicoloniales y semifeudales—una revolución que no sería socialista inmediatamente sino que primero pasaría por una etapa democrático burguesa en lo esencial, con la meta de derrotar al imperialismo y al feudalismo y luego, con la victoria en esa etapa (que Mao calificó de “nueva democracia” en vista de que la lucha se libraría bajo la dirección del proletariado y no de la burguesía), la revolución crearía un nuevo poder estatal —una nueva forma de la dictadura del proletariado—que abriría la puerta al establecimiento del socialismo y el avance a través de la transición socialista hacia el comunismo. Junto con esto, Mao desarrolló la concepción estratégica y el camino de la guerra popular prolongada como el medio para llevar a cabo esta revolución. Esto fue un nuevo elemento del marxismo—forjado sobre una base científica.
Además, sobre la base de la experiencia positiva y negativa del socialismo durante más de medio siglo, primero en la Unión Soviética y luego en China —que, cuando se analizó y se sintetizó científicamente, demostró que en la sociedad socialista todavía hay clases antagónicas y en particular se regenera continuamente una nueva burguesía a base de las condiciones materiales que quedan de la vieja sociedad, que solo se pueden transformar por medio de un proceso prolongado, a fin de cuentas a escala mundial—, Mao desarrolló la teoría de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado. Una vez más, esto representó la aplicación del punto de vista y el método científicos del comunismo a investigar y sacar lecciones profundas de la experiencia histórica y de la realidad ampliamente.
Durante todo el período de más de 150 años desde que Marx y Engels por primera vez formularon el comunismo como teoría científica, se ha seguido enriqueciendo la concepción del materialismo dialéctico mismo, a base de aprender de nuevos descubrimientos, en la ciencia natural tanto como la ciencia social y la historia. Después de todo, esos avances no han demostrado que la realidad no conste de nada más que materia en movimiento; han profundizado nuestra comprensión de lo que esto significa, y al mismo tiempo han planteado nuevos retos para entender varias formas de materia en particular y varios aspectos en particular de las leyes del movimiento de la materia. En la física, por ejemplo, los científicos se esfuerzan por desarrollar más la síntesis, y se esfuerzan en particular para desarrollar una teoría que unificará los principios de la relatividad con la mecánica cuántica. Tengo que admitir que no entiendo gran parte de los aspectos particulares de esto, pero no cabe duda de que de ninguna manera apunta a una conclusión de que la realidad no consta de otra cosa que la materia en movimiento.
Como personas que nos adherimos a una cosmovisión y método sistemáticamente científicos, y que buscamos aplicarlos sistemáticamente, los comunistas seguiremos luchando por mejorar y desarrollar nuestra comprensión de todo esto, inclusive los principios científicos básicos del materialismo dialéctico y su aplicación a la naturaleza y a la sociedad humana. Pero, una vez más, todo esto descansa sobre una base de ciertos principios básicos y métodos que siguen siendo vigentes —o sea, que corresponden a la realidad objetiva— y que, sí, se han sometido y se pueden someter al criterio de falseabilidad pero que no se ha demostrado que son falsos, sino que se ha demostrado que son verídicos, en sus elementos centrales y esenciales.
Notas
1. Esta discusión de las ideas de Karl Popper, un filósofo inglés del siglo XX (nacido en Austria), se enfocará en una de sus obras más influyentes, La sociedad abierta y sus enemigos, y en particular la segunda parte, “La pleamar de la profecía”, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 2006, primera edición en la colección Surcos (en rústica). [regresa]
2. Esta declaración de Marx a la que se refiere aquí se trató previamente en esta charla, en el pasaje “Cambios en la sociedad y en la gente: Una concepción materialista, y dialéctica, de la relación entre las circunstancias de la gente y su conciencia”. La declaración está en la nota 4 de ese pasaje, en Revolución #106, 28 de octubre de 2007.[regresa]
De la Redacción: El pasaje del próximo número (#111) hablará más directamente de los esfuerzos de Popper de desacreditar el marxismo.
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.