Revolución #244, 28 de agosto de 2011


La caída del régimen de Gaddafi en Libia… y la mano de los Estados Unidos y la OTAN

Actualizado el lunes 5 de septiembre de 2011

Al parecer está tocando fin el dominio de Muammar Gaddafi, el que duró 42 años en el país nordafricano de Libia. Los combatientes opuestos a Gaddafi se apoderaron de la mayor parte de la ciudad capital de Trípoli, la principal plaza fuerte de Gaddafi, el fin de semana del 20 al 21 de agosto.

Al cierre de esta edición, continúan los combates en varias zonas de Libia y, según informes, los partidarios de Gaddafi controlan algunas zonas. No se conoce el paradero de Gaddafi, quien ha llamado a sus huestes a seguir combatiendo. Mientras tanto, las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN continúan los ataques aéreos y operaciones encubiertas contra las presuntas plazas fuertes de Gaddafi.

Los gobernantes estadounidenses, sus aliados imperialistas europeos, entre ellos Inglaterra, Francia e Italia, y sus voceros mediáticos están presentando la “derrota” de Gaddafi como una gran victoria para el pueblo, un triunfo de la “democracia” sobre la tiranía y una justificación de su intervención militar “humanitaria” en dicho país.

Cuando las fuerzas opuestas a Gaddafi se apoderaron de Trípoli, el presidente yanqui Barack Obama dijo: “El pueblo de Libia está mostrando que la búsqueda universal de dignidad y libertad es mucho más fuerte que la mano de hierro de un dictador… Ahora el futuro de Libia está en las manos del pueblo libio”.

Para nada. La marcha de los acontecimientos allá es principalmente el producto de un embate económico, político y militar de Estados Unidos y la OTAN sobre las fuerzas de Gaddafi, el que ha durado meses.

El día de la caída de Trípoli ante las fuerzas opuestas a Gaddafi, el New York Times informó:

“Hasta el sábado, la OTAN y sus aliados había volado 7.459 misiones de combate para atacar a miles de blancos: de lanzadores de cohetes individuales a grandes cuarteles militares. El efecto cumulativo destruyó la infraestructura militar libia así como redujo muchísimo la capacidad de los comandantes del coronel Gaddafi de controlar a sus fuerzas, lo que dejó hasta las unidades de combate más leales sin capacidad de movilizarse, reabastecerse ni coordinar operaciones” (“Sharper Surveillance and NATO Coordination Helped Rebels Race to Capital”, 22 de agosto de 2011).

Este embate no tiene que ver con la liberación de Libia ni garantizar la autodeterminación de la nación libia. Al contrario, su propósito es fortalecer los colmillos del imperialismo clavados en Libia y la región del medio oriente.

Antecedentes: El régimen de Gaddafi, el levantamiento libio y el papel del imperialismo

Libia es un país nordafricano de seis millones de habitantes. Tiene una ubicación estratégica a la orilla del mar Mediterráneo y tiene grandes reservas del muy pedido crudo ligero. Italia lo colonizó por primera vez en 1910. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en la principal potencia dominante en este país, sobre su sector petrolífero inclusive. Ahí, Estados Unidos construyó una de sus mayores instalaciones militares fuera de su territorio, en todo el mundo, la Base Aérea Wheelus. En 1969, el coronel Muammar Gaddafi y un grupo de oficiales militares jóvenes organizaron un golpe de estado y arrebataron el poder al monarca pro yanqui que entonces reinaba en el país. Las fuerzas de Gaddafi se inspiraban en el nacionalismo árabe. Gaddafi tomó ciertas medidas de ayuda pública social y procuró aflojar el férreo control directo del imperialismo sobre Libia, y obtener más control sobre su riqueza petrolífera y una mayor proporción de la misma. Como Raymond Lotta señaló en una entrevista que le hizo Revolución: “Gaddafi era por muchos años una espina que el imperialismo, en particular Estados Unidos, tenía clavada…. aunque el régimen de Gaddafi nunca rompió con el imperialismo ni lo desafió de una manera fundamental”. A fines de los años 90, el régimen de Gaddafi ya quería lazos más fuertes con el imperialismo occidental y Estados Unidos y en 2004 amarró una alianza con Estados Unidos, que incluyó su apoyo a la llamada “guerra contra el terror”.

Durante esas décadas, la situación del pueblo de Libia iba empeorándose en las esferas económica y política. El régimen reprimía brutalmente a los opositores y asfixiaba si no aplastaba de plano las esperanzas y aspiraciones del pueblo.

Un levantamiento del cual el occidente rápidamente se apoderó

Cuando en enero las revueltas de masas tumbaron la dictadura de Túnez y luego el régimen de Mubarak de Egipto, en todo el mundo árabe, Libia inclusive, las masas sacaron mucha inspiración y valor. El 15 de febrero, estalló una sublevación en Bengasi, la segunda ciudad libia. El régimen de Gaddafi procuró reprimirla con violencia.

Desde el principio, la sublevación incluía a una diversidad de fuerzas políticas: ex oficiales de Gaddafi y otros reaccionarios ligados a distintas potencias imperialistas así como fundamentalistas islámicos. El Consejo de Transición Nacional (CTN), que la mayoría de las grandes potencias del mundo han ungido como dirigencia de las fuerzas opuestas a Gaddafi, está bajo la dominación de las fuerzas pro imperialistas las cuales pidieron la intervención de Estados Unidos y la OTAN en Libia. (Mustafa Abdel-Jalil, quien encabeza el CTN, es el ex ministro de Justicia de Gaddafi; Mahmoud Jibril, nombrado el jefe del Gabinete, encabezó las reformas económicas neoliberales del régimen de Gaddafi; Khalifa Haftar, un comandante rebelde, es un agente de la CIA de larga trayectoria.)

(Vea un análisis a fondo en: “Revolución le entrevista a Raymond Lotta: Los sucesos en Libia desde un punto de vista histórico... Muammar Gaddafi desde un punto de vista de clase... La cuestión de la dirección desde un punto de vista comunista”, Revolución, en línea #227, 20 de marzo de 2011.)

Pese al papel que tuvieran las potencias imperialistas en el inicio de esta sublevación, pronto intervinieron para moldearla a fin de derrocar a Gaddafi y hacerse de un control más directo de Libia, y no lo hicieron por razones “humanitarias”. El 26 de febrero, el Consejo de Seguridad de la ONU, un organismo controlado por Estados Unidos y otras grandes potencias, impuso sanciones sobre la familia de Gaddafi. El 17 de marzo, votó por autorizar una “zona de exclusión” sobre Libia. El 19 de marzo, empezaron los ataques aéreos de Estados Unidos y la OTAN. Agentes de la CIA habían estado trabajando en el país varias semanas, y se les habían unido decenas de elementos de las fuerzas especiales y agentes de inteligencia del M16, todos de Inglaterra, a fin de coordinar los ataques aéreos y ayudar a los “rebeldes”. En febrero, Obama autorizó que la CIA suministrara armamento y otro apoyo a los “rebeldes”, lo que incluía posibles acciones encubiertas. (Ver “C.I.A. Agents in Libya Aid Airstrikes and Meet Rebels”, New York Times, 20 de marzo de 2011.)

Desde ese entonces, ha crecido progresivamente la intervención política, económica y militar de Estados Unidos y la OTAN. Estados Unidos, Francia e Inglaterra han organizado y dirigido cada vez más a las fuerzas “rebeldes”. Las sanciones internacionales han exprimido y debilitado al régimen de Gaddafi. La toma de Trípoli por las fuerzas “rebeldes” fue posible gracias a los bombardeos, espionaje y coordinación militar de Estados Unidos y la OTAN, lo que incluyó dirigir el ataque final. El New York Times del 22 de agosto dijo que se había vuelto más sofisticada la coordinación entre la OTAN y las fuerzas “rebeldes” y: “Al darse la convergencia de las fuerzas rebeldes de Libia sobre Trípoli el domingo, funcionarios de Estados Unidos y la OTAN mencionaron una intensificación de la vigilancia aérea estadounidense dentro y alrededor de la capital como un importante factor que ayudaba a inclinar la balanza después de los meses de progresiva erosión del aparato militar del coronel Muammar el-Gaddafi”.

Un organismo de expertos de la clase dominante informó que el ataque sobre Trípoli empezó con “la inserción de soldados de las fuerzas especiales de la OTAN (cientos, no miles) que, con la orientación de los agentes de inteligencia en Trípoli, atacaron y desestabilizaron a las fuerzas gubernamentales en la ciudad… Tras los ataques de las fuerzas de inteligencia y las operaciones de información, desde el oeste los rebeldes entraron a la ciudad en medio de bombo y platillos” (“Libya A Premature Victory Celebration”, STRATFOR, 30 de agosto de 2011).

Todo eso dejó en claro que principalmente Estados Unidos, Inglaterra y Francia están moldeando la marcha de los acontecimientos en Libia, y sin importar lo que fueran la intención inicial y las aspiraciones de algunos de los libios que se sublevaron, en estos momentos se han quedado reducidos a ser extensiones y peones objetivos de los imperialistas de Estados Unidos y la OTAN.

Hipocresía “humanitaria” … y matanza

Estados Unidos y la OTAN dicen que su intervención en Libia era una misión humanitaria: para proteger a los civiles con una “zona de exclusión” y no para determinar el desenlace del conflicto ahí. Se ha demostrado que esas afirmaciones son puras mentiras, impulsadas por una campaña de exageraciones y mentiras. (Ver “The Top Ten Myths in the War Against Libya”, Counterpunch, 31 de agosto de 2011.)

Cientos y cientos de libios han muerto debido a las bombas y misiles de la OTAN. En un ataque del 9 de agosto, según un vocero del gobierno libio, murieron 33 niños, 32 mujeres y 20 hombres (Reuters, 9 de agosto de 2011). Trípoli, donde vive casi un tercio de la población del país, no salió ilesa. El 26 de agosto, el New York Times informó de una andanada de bajas en el Hospital Central de Trípoli: “Dos doctores decían que el hospital había tratado hasta 500 pacientes al día”. En violación del derecho internacional, Estados Unidos y la OTAN pretendían asesinar de plano a Gaddafi, bombardeando en numerosas ocasiones su complejo. (En un ataque del 30 de abril, murieron un hijo y tres nietos.) La guerra y bloqueo de Estados Unidos y la OTAN también ha causado una crisis humanitaria para la mayoría de los 1.7 millones de habitantes de Trípoli, privándoles de electricidad, agua y suficiente comida, combustible y medicamentos.

Las fuerzas opuestas a Gaddafi dirigidas por Estados Unidos y la OTAN han cometido matanzas de masa de partidarios de Gaddafi e incluso mataron a personas lesionadas en un hospital (“Vengeance in Tripoli”, Independent, 27 de agosto de 2011). Además, son responsables del arresto y matanza en masa de trabajadores migrantes africanos negros, que representan tal vez un tercio de la población del país, tachándolos de “mercenarios extranjeros” (Democracy Now!, 30 de agosto de 2011).

Y no ha cesado el matadero reaccionario. Los cazas de combate de Estados Unidos y la OTAN siguen bombardeando supuestas plazas fuertes de Gaddafi, y se informa de una enorme cantidad de civiles muertos. Si las fuerzas pro Gaddafi no se rindieran, podría haber un mayor baño de sangre.

El día después de la caída de Trípoli, el New York Times publicó un artículo titulado: “Scramble Begins for Access to Libya’s Oil” (Se inicia la rebatiña por tener acceso al petróleo de Libia, 23 de agosto de 2011). La OTAN tiene planes de continuar su misión militar hasta que estén firmemente en el poder sus aliados preferidos. Al cierre de esta edición, las grandes potencias están reuniéndose con el Consejo de Transición Nacional en París, e insisten en que la ONU dominada por el imperialismo supervise el proceso de “reconstrucción”, y sin duda el futuro militar y político de Libia (“NATO Keeps War Footing in Libya Until Gaddafi Regime Smashed”, Guardian/UK, 1º de septiembre de 2011).

Puede que los imperialistas hayan logrado derrocar a Gaddafi, pero eso no quiere decir que tengan todo bajo control ni que todo va a avanzar tranquilamente de acuerdo a sus planes, porque, entre otras cosas, también existen contradicciones entre los propios imperialistas. El tiempo y la marcha de los acontecimientos indicarán cómo va a desenvolverse la situación, y Revolución estará cubriendo estos sucesos.

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