¿Cuál es la VERDADERA solución?
La gente ahuyenta a Trump de Chicago — La crisis se intensifica
23 de marzo de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Desde que este artículo salió en www.revcom.us, resueltas protestas contra Trump han surgido en Utah, Arizona, Nueva York y otras partes.
Chicago, 11 de marzo. Foto: AP
Chicago, 11 de marzo. (Vídeo: revcom.us)
La crisis concentrada en la candidatura de Donald Trump se ha intensificado y alcanzado nuevas alturas con la poderosa y muy justificada interrupción de un mitin que Trump había programado en Chicago para el 11 de marzo. Miles de manifestantes, entre ellos muchos estudiantes de color, se enfrentaron al mitin fascista y esencialmente obligaron a Trump a cancelarlo.
Durante semanas Trump ha incitado los ataques físicos contra los manifestantes que protestaban en sus mítines y ha defendido a sus seguidores que llevan a cabo esos ataques. Esto llegó a un punto culminante el 9 de marzo cuando un hombre dio un puñetazo inesperado a un manifestante negro mientras que ocho policías le sacaban por la fuerza del mitin. Y cuando arrestaron al agresor, dijo, “No sabemos quién es, pero sabemos que no está actuando como un estadounidense. La próxima vez que lo vemos, puede que tengamos que matarlo”.
Frente a esto, y frente a un flujo incesante de invectivas y amenazas racistas y chovinistas procedentes de Trump y sus secuaces, y además de todo eso frente la provocadora aparición programada de Trump en la Universidad de Illinois en Chicago, donde asisten muchos negros y latinos así como muchos inmigrantes e hijos de inmigrantes, la gente sentía, con razón, que ya bastaba. Era evidente que la gente se sentía muy bien al hacer frente a esta mierda, su alegría al levantarse y su sentido de su poder eran patentes, y uno se sentía bien verlo. Un hecho: ¡¡conciliar con los fascistas no los hace desaparecer!! Hay que defender esta protesta e interrupción, y hay que oponerse a los que sermoneen a la gente sobre “la manera apropiada de hacer las cosas”.
La crisis se intensifica
Al mismo tiempo, por todas las razones que dijimos en nuestro artículo principal en línea y en forma impresa en Revolución No. 429-430 (“Sobre el ascenso de Donald Trump... y la necesidad y posibilidad de una revolución concreta”), lo que pasó en Chicago ha exacerbado la crisis de legitimidad entre los que gobiernan la sociedad, una crisis sobre CÓMO los representantes de la clase capitalista que gobierna Estados Unidos llevan a cabo su dominio.
Como dijimos la semana pasada:
El sistema entero se encuentra a múltiples crisis en diversos frentes: la globalización y el “turbo-impulso” de la economía mundial, que ha causado el vaciamiento de la base industrial estadounidense y la degradación del nivel de vida de decenas de millones de personas, de la mano con una desigualdad salarial extraordinariamente marcada… las fracturas de la situación internacional, con un desafío directo a Estados Unidos (y Europa occidental) de parte de fuerzas jihadíes islámicas fundamentalistas pero además de parte de otros rivales… los tumultuosos cambios del papel de la mujer en los frentes económico y cultural, sobre todo respecto a la familia… y los cambios de la composición “racial” de Estados Unidos, con la creciente necesidad de hacer uso de la mano de obra de los inmigrantes de la mano con la efectiva expulsión de millones de afroamericanos de la fuerza de trabajo, y la instauración de un sistema genocida de encarcelación en masa… y la intensificación de la crisis ecológica. En amplios y diversos sectores de la población pululan una extensa enajenación y sentir de que el sistema no funciona y que no se aplican las reglas de manera justa.
En términos generales, durante las últimas dos décadas dos sectores de la clase dominante imperialista han librado una lucha intestina extremadamente aguda. Esto se manifiesta en las quejas sobre “el rencor en el Congreso” y el atascamiento, etc. Un grupo, más o menos correspondiente al Partido Republicano, ha promovido un conjunto más o menos abiertamente fascista de “normas de legitimación” (es decir, las suposiciones básicas que son más o menos aceptadas como “cómo deberían ser las cosas” o al menos “así son las cosas”), mientras que el otro grupo, más o menos correspondiente a los demócratas, ha tenido un enfoque más liberal, y han conciliado con los republicanos una y otra vez. En gran parte, esto se debe a que los demócratas encuentran (y tratan de construir) su base entre los grupos oprimidos en la sociedad, así como entre las personas que generalmente quieren la justicia y creen en la razón. Los republicanos están más que dispuestos a avivar su base de resentidos, reaccionarios y tarados fundamentalistas y a veces los llaman a la acción, pero los demócratas tienen miedo de llamar a su base a salir a las calles precisamente porque esa base son los grupos cuyos intereses más básicos sólo se pueden satisfacer por medio de la revolución y quienes, aunque no lo ven o quizás no lo vean en un momento dado, todavía pueden ser parte de sacar a la luz cuestiones esenciales sobre qué tan opresivo y explotador este sistema ES en realidad, cuando se levantan y luchan contra ese sistema. En otras palabras, la crisis que se intensifica entre estos dos campos y el elemento impredecible que Trump representa podrían poner en marcha un proceso que acarree grandes peligros potenciales para el sistema.
Para ver un ejemplo de la actitud cobarde y repugnante de los líderes demócratas cuando aquellos que consideran su base se ponen de pie, considere la vergonzosa y descarada respuesta de Hillary Clinton a lo que pasó en Chicago. Ni siquiera se atrevía a denunciar a Trump o llamarlo un racista cuando le preguntaron a ella acerca de él en el debate de Miami. Sermoneó a los que están indignados por Trump y habían interrumpido con valor e impedido uno de sus mítines fascistas que debieran comportarse como las familias de las víctimas negras del asesinato en la iglesia en Carolina del Sur a manos de “un hombre malo” (¡ni siquiera pudo llamarlo un racista!). Dijo Clinton: “Las familias de esas víctimas se reunieron y derritieron el corazón a los del gobierno, y la bandera confederada se bajó. Aquello debería ser el modelo que nos esforcemos por seguir para superar las divisiones dolorosas en nuestro país”. Pero no se va a “derretir el corazón” a un movimiento fascista (ni el de Hillary Clinton, si vamos al caso). Se deja atrás “el corazón” cuando uno alcanza los niveles altos de la política de la clase dominante.
Trump ha aprovechado esta situación en general para llamar de forma preventiva a una gran parte de la base social fascista a activarse, inclusive en su propia campaña. La violencia en sus mítines es una gran parte de su enfoque — la atracción del supuesto “hombre fuerte”. Y, de hecho, Trump no sólo se negó a dejar de amenazar a las personas en sus mítines, sino que amenazó abiertamente con enviar a su gente a los mítines de Bernie Sanders.
La intensidad de esta crisis de legitimidad se manifiesta en muchas formas. Para dar sólo un ejemplo, en este momento los republicanos se debaten sobre si deben básicamente anular los resultados de las primarias y negar la candidatura a Trump en caso de que él ganara el número de delegados que le hace falta, lo que tendría consecuencias graves, como mínimo para los objetivos a corto plazo de los republicanos, y no está claro que vayan a hacer esto. Pero este es el tipo de cosas que consideran abiertamente, y eso es sólo la punta del iceberg que va mucho más profundo. Para citar un artículo en el New York Times: “Detrás de los enfrentamientos es un clima de frustración y susto que no se ha visto desde la década de 1960, o incluso desde la década de 1850 cuando, en palabras de Joanne Freeman, historiador de Yale que ha estudiado la violencia en la política estadounidense, ‘cada lado estaba convencido de que el otro lado estaba a punto de destruir a Estados Unidos —o lo que creía que era la esencia fundamental de Estados Unidos— y ambos lados estaban totalmente enajenados el uno del otro’”. (“Donald Trump’s Heated Words Were Destined to Stir Violence, Opponents Say” [Las palabras acaloradas de Donald Trump se destinaban a promover la violencia, según sus opositores], 12 de marzo de 2016)
Esta cita ilustra la aguda que es la crisis y la posibilidad evocada por estos ejemplos históricos de que todo el tejido social se desgarre, una posibilidad que conlleva peligros pero que también conlleva el potencial de grandes cambios y que, junto con el trabajo muy activo de los revolucionarios, en realidad podría ser parte de lo que conduzca a una situación revolucionaria y la oportunidad de ir concretamente por el poder. De ningún modo está garantizado, en todo caso no será uno-dos-tres como resultado de la situación actual, y sin duda es algo que requeriría mucho rigor científico, imaginación, iniciativa, lucha, trabajo y oposición a la corriente por parte de los revolucionarios para que siquiera surgir como una posibilidad.... Pero aun así, esta situación es extremadamente volátil. Y varios acontecimientos posibles podrían suceder.
Por qué los demócratas NO son la solución
Sin embargo, muchos dicen —incluso después de la patente conciliación demostrada una y otra vez por los demócratas— que si bien la revolución sería una buena cosa, o puede ser una buena cosa, ahora la gente tiene que unirse con los demócratas para detener a Trump.
Eso es un error, por dos razones. La primera es que los demócratas han demostrado ser poco dispuestos a oponerse de forma significativa a ninguno de los ultrajes que los republicanos han tomado la iniciativa para llevar a cabo — para repetir, porque según los cálculos de los demócratas, la posibilidad de que “las masas salgan a las calles” y se escapen de su control les es mucho más aterrador que cualquier cosa que los republi-fascistas han hecho, y para repetir también, los republicanos ya han hecho y están haciendo mucho. Por otra parte, los demócratas no sólo comparten gran parte de este programa fascista (después de todo, Obama es el “deportador en jefe”, no importan sus palabras), sino que comparten la suposición más básica: que el criterio principal es que sobreviva este sistema capitalista-imperialista. Es una locura confiar ahora en estas personas para oponerse a los fascistas, la definición popular de la locura siendo: seguir haciendo lo mismo una y otra vez cuando sabes que los resultados no serán lo que quieres y lo que estás convencido que necesitas.
Una llamada, y una pregunta, a los que buscan un camino adelante
Aquí tenemos que pedir a nuestros lectores a reflexionar y preguntarse: ¿Qué tipo de sociedad, qué tipo de sistema, ES el que produce un Donald Trump como un candidato principal? ¿Qué tipo de sistema engendra, como los límites del discurso político en la sociedad, una discusión acalorada sobre CÓMO preservar y expandir mejor un imperio mundial de cruel explotación de miles de millones de personas en todo el mundo? Y sí, “incluso” Bernie Sanders trabaja dentro de estos parámetros. Sanders, después de todo, dice una y otra vez, “Creo que Estados Unidos debe tener el ejército más poderoso del mundo”, lo que quiere decir los aviones no tripulados, las contra-insurgencias, y las guerras por terceras y todo lo demás, y —si él o la clase dominante en su conjunto lo considera necesaria— la guerra total, exactamente del tipo de guerra librada o amenazada por los “presidentes progresistas” del pasado como Lyndon Johnson o Jimmy Carter o Barack Obama. Bernie Sanders, después de todo, tiene un programa económico de altos impuestos para los super-ricos. Pero un programa de este tipo requiere que los super-ricos SEAN super-ricos. Y ¿de dónde proviene esa riqueza? Del parasitismo de este sistema. Del minero horrorosamente explotado en las minas de oro en el Congo; de las mujeres que mueren lentamente, o a menudo súbitamente, en las fábricas de Bangladesh o Vietnam o docenas de otros países; o del saqueo y expolio —el envenenamiento— del medio ambiente en aras de las masivas ganancias del petróleo, la agricultura, etc. en todos los rincones del planeta.
La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto) del PCR fue escrita con el futuro en mente. Tiene la intención de plantear un modelo básico, y los principios y las pautas fundamentales, para el carácter y el funcionamiento de una sociedad y un gobierno radicalmente diferentes a los ya existentes: la Nueva República Socialista en América del Norte, un estado socialista que encarnaría, institucionalizaría y fomentaría relaciones y valores radicalmente diferentes entre las personas; un estado socialista cuyo objetivo final y fundamental sería lograr, junto con la lucha revolucionaria por todo el mundo, la emancipación de toda la humanidad y el inicio de una época completamente nueva en la historia humana —el comunismo— mediante la abolición final de todas las relaciones explotadoras y opresivas entre los seres humanos y de los conflictos antagónicos destructivos que surgen de esas relaciones.
Lea la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), del PCR, en revcom.us/pcr.
¿Qué tipo de sociedad, qué tipo de opciones, tenemos cuando uno de los candidatos de la “justicia social” (Clinton) tiene antecedentes hasta el cuello en, sí, la política genocida de la encarcelación masiva de millones de personas negras y latinas, mientras que el otro (Sanders) ha hizo caso omiso básicamente de esta cuestión durante sus décadas en el poder y su vida política hasta que se volvió inoportuno ni siquiera mencionarla y hacer promesas mezquinas? ¿Por qué debemos conformarnos con una política cuya visión de la “liberación de la mujer” se limita esencialmente a los ajustes incrementales a la desigualdad para algunas mujeres, ajustes constreñidos dentro de las relaciones sociales del capitalismo y toda la mercantilización y opresión que significa, mientras que no luchan seriamente en contra de los ataques severos y generalizados contra los derechos fundamentales de la mujer, descartan completamente como cuestión seria la transformación fundamental que realmente hace falta para la emancipación de la mujer, la que significa la revolución y trastorno en todo, desde las formas en que las personas se ganan la vida hasta como crían a los niños y los socializan para aceptar las normas sobre lo que es tolerable y lo que no, y las ideas sobre el potencial humano? ¿Por qué debemos tener un mundo en el que la gran mayoría de los seres humanos viven en países y regiones que el imperialismo ha saqueado, empobrecido y dominado y donde estas mismas personas son entonces consideradas “ilegales” y demonizadas, perseguidas, ahogadas, violadas, encarceladas, humilladas, hasta asesinadas cuando huyen de su lugar de nacimiento que el imperialismo ha hecho intolerable?
Así que escuche. Usted está cuestionando, lo que es críticamente importante e indispensable. Usted está luchando, lo que puede ser muy positivo. Mientras hace eso, a medida que usted intensifique eso, aprenda, participe y discuta lo que la humanidad realmente necesita: la revolución, una verdadera revolución. Explore a Bob Avakian (BA), su trabajo, obras y liderazgo. Explore el modo de entender científicamente el mundo y lo que impulsa una sociedad y cuáles son las posibilidades concretas de la transformación social que BA ha elaborado. Explore el marco de una nueva sociedad en el camino hacia la eliminación de toda explotación y opresión que él ha concretado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte. Explore la estrategia que BA ha elaborado para llegar a una situación en la que a millones de personas serían ganadas y preparadas para acometer a toda máquina una revolución y ganarla. (Y muy inmediato, asista a una de las cenas para BA en todas partes alrededor de Estados Unidos el fin de semana del 18 al 20 de marzo, y participe). Explore y divulgue este sitio web, REVCOM.US. Únase con el Partido que BA encabeza y el Club Revolución que ese partido dirige, y participe en el movimiento para la revolución y el proceso de “luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución”.
Pase lo que pase con la crisis inmediata —ya sea que los de arriba tengan éxito de alguna manera en amortiguarla, o que en realidad se agudice—, lo más importante es que haya una vanguardia, con raíces concretas entre el pueblo, y un verdadero polo magnético entre millones de personas PARA la revolución. Hay trabajo que hacer AHORA. Sé parte de ello.
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