Audiencias de confirmación para Amy Coney Barrett, nominada fascista cristiana para la Corte Suprema
Los demócratas se dan por vencidos antes de que empiece la lucha, luego alaban a los republi-fascistas por dejarles expresar sus inquietudes
| revcom.us
Los republicanos tienen una pequeña mayoría en el Senado y en el Comité Judicial del Senado. Pero había, y todavía HAY, una base para impedir la confirmación de Amy Coney Barrett para la Corte Suprema, atacando duro su orientación fascista cristiana, su falta total de principios al seguir esta orientación y su desprecio por la ley y los verdaderos precedentes jurisprudenciales, y denunciando por intolerable a todo el proceso de confirmación — que se está avanzando apresuradamente en las semanas previas a las elecciones, con el propósito abiertamente declarado de llenar la Corte Suprema para que dictamine a favor de Trump en disputas electorales.
Los demócratas podrían haber convocado a grandes cantidades de personas en las calles en torno a esto; podrían haber hecho de Barrett tan tóxica que algunos senadores republicanos se alejaran de ella; podrían haber boicoteado e incluso interrumpido los procedimientos de una manera que estuviera a la altura de lo que está en juego en lo que se está deliberando, es decir, un futuro fascista cristiano.
Pero eso no es lo que pasó — es lo contrario de lo que pasó. ¡Pero la lucha está lejos de terminada, el resultado está lejos de ser determinado! El papel de las masas y masas de personas que odian lo que ella representa y al régimen fascista de Trump y Pence es decisivo en esta lucha para DETENER su nominación, como parte de impedir el robo de las elecciones, y con el objetivo de expulsar a este régimen fascista.
Aun antes de que se iniciaran las audiencias del Comité Judicial, los demócratas decían que no iban a considerar los “puntos de vista religiosos personales” de Barrett. La gente sí tiene derecho a sus creencias religiosas. Pero imponer estas creencias —que el aborto y muchas formas de control de la natalidad, la intimidad y el matrimonio entre las personas del mismo género son una ofensa contra “Dios”— al resto de la sociedad, en violación de la ley vigente, y por lo tanto penalizar estas cosas, es cosa totalmente distinta. Esto último debería descalificar automáticamente cualquier consideración para la Corte Suprema.
Los demócratas ni siquiera mencionaron el hecho de que Barrett ha sido durante décadas un miembro de People of Praise [Gente de Alabanza], un grupo fascista cristiano parecido a una secta que la ha influenciado profundamente desde su niñez. Y lo que es más relevante, los demócratas no la presionaron sobre por qué ocultó esta afiliación —primero en 2017 y de nuevo en las audiencias actuales— al no mencionar en absoluto People of Praise, ni siquiera en respuesta a los cuestionarios que le instruían que nombrara a todos los grupos u organizaciones a los que había pertenecido desde la escuela de derecho.
Los senadores demócratas sí hicieron algunas preguntas buenas, y obtuvieron algunas respuestas escandalosas... ¡pero dejaron que Barrett escurriera el bulto! Con unas pocas excepciones, no se vio casi ningún “afán procesal” por parte de los demócratas, ni tampoco aferraban a serie de cuestionamientos que hubiera puesto al descubierto a Barrett y hubiera eviscerado más toda legitimidad de su nominación, ni mucho menos su confirmación, para la Corte Suprema. No dieron ninguna lucha para hacer que esto saliera totalmente ilegítimo, o en el contenido de lo que Amy Coney Barrett representa, o en el proceso de mayoritear apresuradamente su confirmación para amarrar una mayoría fascista en la Corte Suprema, antes de las elecciones y para decidir cualquier caso importante relacionado con las elecciones.
Barrett dijo que no podía decir si intimidar a los votantes era ilegal; si el presidente estaría obligado a transferir el poder pacíficamente si perdiera las elecciones; si Trump tenía el poder jurídico para aplazar las elecciones; si el control de la natalidad o el aborto debían seguir siendo legales. Todos estos fueron momentos de ¿Qué carajos? Los demócratas debían de haber armado un gran escándalo diciendo que estas posiciones eran anatema para la democracia y los derechos de las mujeres, y que la descalificaban para estar en la Corte.
Luego, para colmo, la demócrata de mayor rango en el Comité Judicial, Dianne Feinstein, concluyó las audiencias agradeciendo al presidente del comité, Lindsey Graham, quien había presidido toda esta parodia como un caballero sureño cortesano que supervisa una subasta de esclavos — sonriendo, bromeando, manteniendo todas las “cortesías”, mientras la vida de la gente se hacía añicos. Feinstein dijo: “Esta ha sido una de las mejores series de audiencias en las que he participado.... Gracias por su liderazgo”. Luego abrazó a Graham, que no tenía puesta una máscara. Esto literalmente daba asco para los millones de personas que lo vieron.
Según el New York Times, al referirse específicamente a las restricciones impuestas a la senadora Kamala Harris, la candidata a la vicepresidencia, pero que eran de aplicación más amplia, los demócratas llevaron a cabo las audiencias con la perspectiva de que se trataba de “una lucha que perderán al servicio de otra lucha que podrían ganar”, al aceptar de antemano de que no podían detener a Barrett, pero con la esperanza de que, al mantener un perfil bajo, podrían anotar unos cuantos puntos y evitar que se ofendiera a cualquiera. Querían evitar cualquier “momento explosivo” que pudiera molestar a los llamados “votantes de los estados de contienda decisiva”, porque esto les podría perjudicar en las elecciones para la presidencia y el senado. Como dijo el New York Times, el “premio de consolación por perder la corte por una generación... podría ser ganar el control del Senado — y de la Casa Blanca”.
El problema con esta estrategia —aparte del hecho de que probablemente esté mal según sus propios términos electorales estrechos1, y además el cinismo total de ver los derechos humanos básicos como algo “negociable” “por una generación”— es que el precio por perder la Corte bien podría ser perder la Casa Blanca y el Senado también, porque una Corte Suprema con una mayoría fascista de 6-3 puede terminar por decidir quién realmente se mantenga en el poder, independientemente de quién gane realmente las elecciones.
Para conocer más POR QUÉ los demócratas no pueden luchar contra Trump de la manera en que hay que hacerlo, lea aquí el artículo de Bob Avakian, “No será suficiente votar — Tenemos que tomar las calles, y permanecer en las calles con la demanda ¡Trump-Pence Fuera Ya! Primera parte: Los demócratas no son capaces de luchar contra Trump de la manera en que hay que hacerlo”.
Por eso lo que SÍ se necesita es que las masas de personas salgan a las calles, asuman el llamamiento de Rechazar el Fascismo a sacar del poder a este régimen, se le opongan desafiantemente —e impidan— su confirmación como parte de eso, como parte de derrotar las maniobras de Trump para robarse las elecciones en un golpe de estado que ya está en marcha, como parte de impedir que una mayoría fascista cristiana en la Corte Suprema sea consolidada por las próximas décadas e imponga su visión a toda la sociedad. Esto —cientos, posiblemente miles de personas en protesta desafiante, que cambian los términos e influencian a millones de otros— puede cambiar potencialmente la ecuación y dinámica política de modo que los senadores demócratas —y posiblemente más de un par de republicanos en el Senado— se vean impelidos a actuar de manera distinta, de modo que los de arriba vean que estas maniobras amenazan a su legitimidad general, y de modo que las cosas se desenvuelvan de manera distinta. ¡Y salgamos con un futuro inmensamente distinta a la confirmación de Amy Coney Barrett, la continuación del dominio del régimen fascista de Trump y Pence y su pesadilla para la humanidad! En vista de los millones de personas que odian y temen este escenario pesadillesco, ES posible, ¡el futuro no está escrito!
1. Vea en “Los demócratas no son capaces de luchar contra Trump de la manera en que hay que hacerlo”, de Bob Avakian, más al respecto. [volver]