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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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Hoy muchas personas en el mundo se están preguntando cómo evaluar los recientes sucesos respecto a la revolución de Nepal donde, después de diez años de una inspiradora guerra popular dirigida por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) (PCN[M]), esa guerra ha tocado fin, el PCN(M) hoy es el Partido principal en la recién elegida Asamblea Constituyente y el presidente del Partido, Prachanda, es el primer ministro del gobierno. ¿Representa la actual trayectoria en Nepal y el camino que ha tomado el PCN(M) una cosa nueva histórica, una victoria y un adelanto importante en el avance de la revolución comunista en el siglo 21, como han sostenido algunas personas; o, como muchas otras temen, representa un retroceso y traición de las metas de la revolución y de la heroica lucha librada por alcanzarlas y un fuerte distanciamiento de la causa comunista por la que el PCN(M) dice que está luchando?
La respuesta a esta pregunta es de gran importancia y solo se puede dar analizando profundamente las importantes cuestiones de línea política e ideológica en juego; y es necesario ver esto en el contexto de la encrucijada que enfrenta el movimiento comunista internacional, que se centra en la cuestión fundamental, tal como se plantea en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos: ser una vanguardia del futuro o un residuo del pasado.
Este artículo constituye una introducción a un intercambio entre el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (PCR, EU) y el Partido Comunista de Nepal (Maoísta)1 (PCN[M]) durante el período de octubre de 2005 a noviembre de 2008 —tres cartas escritas durante esos años por el PCR, EU y una respuesta del PCN(M)— que tratan los crecientes desacuerdos sobre importantes cuestiones de principios comunistas y estrategia revolucionaria. (Estas cartas se hallan en línea en revcom.us.)
Las revoluciones, sobre todo las revoluciones de los oprimidos dirigidas por los auténticos comunistas, son muy raras en el mundo actual, un mundo que clama con mucha urgencia por tales revoluciones. Cuando quiera que surja una lucha que apunta contra el control del imperialismo sobre siquiera una pequeña parte del mundo y cuando esa revolución tenga como meta la transformación de las relaciones fundamentales que agobian a la humanidad hoy, el triunfo o el fracaso de esa lucha es de gran importancia y tiene profundas implicaciones. En febrero de 1996, el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) se atrevió a iniciar tal lucha, lanzando una guerra popular revolucionaria y enarbolando la bandera roja de la revolución comunista en “la cima del mundo”. Esa guerra alentó las esperanzas de las masas de Nepal y de esa región del mundo así como de todos los que anhelan que se emprenda este tipo de lucha liberadora y que se obtenga un nuevo poder estatal revolucionario en muchos más lugares por todo el mundo. En un momento en que se ha propagado la mentira de que el comunismo ha muerto y que no existe ninguna posibilidad real de librarse de las mortíferas garras del imperialismo (y de las relaciones de explotación y opresión en general), cuando se repite hasta el cansancio que no existe ninguna alternativa viable a este monstruoso sistema de capitalismo-imperialismo, muchas personas estuvieron muy inspirados por las metas osadas y excelsas que estos revolucionarios habían asumido.
Por diez años la batalla ardió en los cuatro puntos cardinales del reino himalayo, pero a pesar de la sanguinaria represión crecieron las fuerzas revolucionarias, a medida que iban expulsando de la mayor parte del campo a las fuerzas armadas del viejo estado y estableciendo bases de apoyo rojas en que los campesinos, minorías étnicas, mujeres y millones de otros oprimidos saboreaban por primera vez la auténtica liberación. La declarada meta de la guerra popular fue oponerse a la monarquía que llevaba más de 200 años dominando a Nepal, establecer un estado de nueva democracia —un estado que surgiría a partir del derrocamiento y la derrota del imperialismo y el feudalismo y otras fuerzas reaccionarias aliadas con el imperialismo y el feudalismo y que representaría y encarnaría el dominio del proletariado dirigido por su vanguardia comunista, a la cabeza de una alianza con las masas del campesinado y otras clases y grupos que se habían unido en la lucha contra el imperialismo y el feudalismo— y luego continuar la revolución hacia el socialismo y el comunismo. El PCN(M) entendía todo eso explícitamente como parte de la revolución mundial y como contribución a la misma.
Los comunistas revolucionarios de todo el mundo, incluido el PCR, EU, le dieron apoyo ideológico y político. Nuestro Partido realizó esfuerzos importantes para popularizar la heroica lucha y los objetivos comunistas de este levantamiento de las masas más oprimidas de Nepal encabezadas por los camaradas del PCN(M). Seguíamos de cerca el desarrollo de vueltas y revueltas de la guerra popular y las nuevas cosas revolucionarias que la lucha originó. Prestamos atención a la manera en que la dirección aplicaba los principios básicos del marxismo a las condiciones concretas que enfrentaban, con un énfasis específico en el hecho de que ellos estaban popularizando el objetivo final del comunismo y el establecimiento de un poder estatal revolucionario como el necesario paso siguiente hacia ese objetivo final; la manera en que tenían como objetivo la nueva democracia, a diferencia de la democracia burguesa; la manera en que concibieron el frente unido bajo la dirección del proletariado; y cuestiones de estrategia para triunfar en la revolución y establecer un nuevo poder estatal revolucionario.
A medida que avanzaba la revolución, no es sorprendente que se topara con nuevas dificultades y retos en torno a la manera de obtener en los hechos el poder estatal, cómo transformar la economía de un país atrasado en un mundo dominado por el imperialismo y sobre todo bajo la amenaza de los poderosos países vecinos de India y China (siendo el último un estado reaccionario dominado por gente que se llama comunista pero que es capitalista de hecho y ya no es un país socialista) y cómo forjar un frente unido con la participación de las capas medias de la sociedad y a la vez mantener en la mira los objetivos revolucionarios y continuar dando dirección comunista. Cualquier lucha revolucionaria auténtica tendrá este tipo de retos, pues nunca habrá soluciones sencillas ni fórmulas hechas a la medida que se pueden aplicar para resolver estos problemas complejos. En este contexto, en el panorama más amplio de la derrota de la primera etapa de revolución comunista en el mundo (que llegó a su fin con la revocación de la revolución y la restauración del capitalismo en China poco después de la muerte de Mao Tsetung en 1976) y en respuesta a la necesidad de desarrollar más en teoría y en práctica una nueva etapa del comunismo capaz de hacer frente a esos retos, surgió una lucha sobre cuáles deberían ser los objetivos concretos de la revolución y cómo alcanzarlos.
Nuestro Partido prestó atención a todos estos sucesos, de acuerdo a nuestra orientación internacionalista fundamental — cómo entendíamos las responsabilidades de todo comunista de tratar la revolución como un proceso de lucha histórico-mundial que debe tener como objetivo y a la larga alcanzar el comunismo a nivel mundial. Con eso en mente, nos iba alarmando cada vez más el rumbo que seguía la dirección del PCN(M) en sus formulaciones teóricas así como en el respectivo abandono de los objetivos originales de la revolución. Estos desacuerdos trataban: 1) la naturaleza del estado y específicamente la necesidad de establecer un nuevo estado dirigido por el proletariado y su vanguardia comunista en contraposición a una estrategia centrada en la participación en el estado reaccionario (menos la monarquía en el caso de Nepal) y en lo que implica el “perfeccionamiento” de dicho estado; 2) más específicamente, la necesidad de establecer como primer paso al derrocar el viejo orden, un estado de nueva democracia para emprender el desarrollo de la base económica y las respectivas instituciones del país libre de la dominación imperialista y de las relaciones feudales, sobre la base de las nuevas relaciones sociales y de producción generadas en el curso de la guerra popular, en contraposición a establecer una república burguesa que se dedicara a desarrollar el capitalismo y a encontrar un lugar en la red imperialista mundial; 3) el papel dinámico de la teoría y la lucha entre dos líneas (la lucha al interior de los partidos comunistas y entre los comunistas en general sobre cuestiones de línea política e ideológica) contra el eclecticismo, el pragmatismo y los esfuerzos de apoyarse en la “astucia táctica” y lo que representa la realpolitik burguesa — las maniobras en el marco de la dominación del imperialismo (y otras potencias grandes) y las relaciones de explotación y opresión existentes.
Respecto a cada una de estas tres dimensiones decisivas, la dirección del PCN(M) ha insistido cada vez más en el punto de vista y enfoque equivocados, lo que trágicamente la ha conducido al abandono y la traición de la causa por la que al comienzo luchaba. Ante estos sucesos muy desalentadores, se nos ha presentado la necesidad de llevar a cabo una fuerte lucha contra este camino desastroso y hemos buscado de manera consecuente los mejores y más adecuados medios para dar a conocer nuestras críticas al PCN(M) y a los partidos y organizaciones que conforman el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) — para llevar a cabo esta lucha de una manera que en efecto sería de ayuda ideológica y política para la revolución y no ayudaría a los imperialistas y los reaccionarios que son los enemigos a muerte de la emancipación de los oprimidos (y en última instancia de toda la humanidad) y que constantemente pretenden dividir, derrotar y aplastar a las fuerzas de la revolución y el comunismo.
Al abordar esta lucha entre líneas, el PCR en primer lugar ha reconocido que los comunistas de todo el mundo tienen la responsabilidad de aplicar la ciencia del comunismo a los problemas de hacer la revolución en “su propio” país así como también, en las palabras de Lenin, de “apoyar esta lucha, esta y sólo esta línea en todos los países sin excepción”. Es el deber de los comunistas entender lo mejor que puedan las cuestiones cruciales de línea ideológica y política tal como se manifiestan a nivel internacional y hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar a la línea comunista revolucionaria a vencer la influencia del revisionismo (la traición del comunismo a nombre del comunismo) en todo país y esforzarse aún más por hacerlo cuando el resultado de la lucha en torno a la línea política e ideológica tenga un efecto tan grande e inmediato en una lucha revolucionaria muy avanzada tal como la que se está dando en Nepal.
Se ha llevado esta lucha entre dos líneas de una manera seria y disciplinada. Mientras que el PCN(M) daba más pasos hacia la destrucción de la revolución que había estado dirigiendo, el PCR, EU, siguió llevando a cabo la lucha en privado, debido al hecho de que el PCN(M) había dejado en claro que favorecía tal enfoque y con el objetivo de limitar los esfuerzos de los imperialistas y otros enemigos de especular acerca de las diferencias en las filas de los comunistas y de crear condiciones más favorables para que el propio PCN(M) debatiera estas cuestiones de línea y tomara claridad mediante lucha. Lamentablemente, la dirección del PCN(M) no respondió en serio ni trató de ninguna manera sustantiva las cuestiones fundamentales en consideración a lo largo de este período sino que decía que el quid del asunto son las tácticas y no los principios básicos y la orientación estratégica de los que las tácticas deben surgir y de los que surgirán. En efecto, han desestimado las críticas sobre estas cuestiones fundamentales dando un mensaje repetidas veces que en sí fue una burda expresión del pragmatismo y empirismo: apreciamos sus inquietudes pero no hay de que preocuparse —pues, confíen en nosotros— hasta ahora hemos tenido éxito, así que han de saber que lo que estamos haciendo debe estar en lo correcto.
No obstante, en la actualidad debido a lo que ha sucedido en el PCN(M) y en particular a que ha acelerado más la degeneración revisionista de su línea, es necesario concluir que ya no es correcta la orientación, aplicada hasta ahora por el PCR, de llevar la lucha únicamente en privado. Consideramos que es necesario en este momento dar a conocer públicamente esta lucha con el fin de capacitar al movimiento revolucionario del mundo y a los que apoyan la revolución y el comunismo (o los que están bregando no solo con la necesidad sino con la posibilidad de la revolución y el comunismo), para que entiendan de la manera más acertada y completa que sea posible la naturaleza y el desarrollo de esta crucial lucha entre dos líneas.
Hoy, como resultado de las elecciones sostenidas en abril de 2008, el PCN(M) es el partido líder de la recién formada Asamblea Constituyente de Nepal. Los líderes del centro del Partido prometen con mucho bombo ser fieles a la nueva “república democrática federal”, es decir, un estado burgués que se fundó sobre las reaccionarias relaciones de clase de Nepal y que las protege, y a la “comunidad internacional” (léase: los estados imperialistas y reaccionarios como Estados Unidos, Inglaterra, India y China) la colman de palabras tranquilizantes acerca de su intención de mantener a Nepal firmemente empotrado en el sistema imperialista mundial. Se han disuelto los organismos del poder popular forjados en el campo de Nepal mediante la guerra revolucionaria, se han restaurado las viejas fuerzas de la policía, se ha desarmado al Ejército Popular de Liberación (EPL), nunca derrotado en el campo de batalla, y se le ha internado en “acantonamientos” mientras el viejo ejército reaccionario (antes el Ejército Real de Nepal, ahora el Ejército de Nepal) que antes temía hacer recorridos fuera de sus cuarteles salvo en grandes convoyes fuertemente armados, tiene la libertad de hacer patrullas en todo el país — con el aval del ministro de Defensa miembro del PCN(M). La descarada renuncia a los principios comunistas de parte del PCN(M) —tal como la necesidad de destrozar el viejo estado burgués y establecer el nuevo poder proletario, la dictadura del proletariado y el objetivo concreto del propio comunismo de hacer una ruptura radical con toda relación e idea tradicional en palabras y en hechos— ha sorprendido a mucha gente dentro y fuera de Nepal. En el propio PCN(M) mucha gente se ha reculado frente a estas muestras abiertas del revisionismo — en que se usan algunas consignas y lenguaje comunistas para embellecer lo que es en esencia una concepción del mundo y programa político del capitalismo. Fuera de Nepal, los revisionistas de todo el mundo, muy pocos quienes anteriormente apoyaron la guerra popular, están muy entusiasmados frente a la marcha de los acontecimientos y escriben artículo tras artículo con elogios al PCN(M) y la línea que está aplicando hoy. Por otra parte, los últimos sucesos en Nepal han venido frustrando y desalentando cada vez más a los que habían apoyado la guerra popular con la esperanza de que anunciara un nuevo orden social y sirviera al avance de la revolución mundial.
Aunque surgió oposición al interior del PCN(M), lamentablemente ha quedado cada vez más claro, sobre todo después de la Convención Nacional de noviembre de 2008 (que trataremos abajo), que las principales fuerzas de oposición al interior del PCN(M) molestas por el abandono de la revolución en sí no han logrado elaborar una crítica coherente de la línea revisionista y por eso se están engañando a sí mismos y al menos objetivamente están engañando a otros acerca del programa concreto y la naturaleza del PCN(M), un partido encaminado de hecho al abandono total de la causa del comunismo, a la vez (al menos por un tiempo) que lo defiende solo de nombre.
De hecho, la fruta amarga que vemos hoy en Nepal no es un acto imprevisto de traición de parte de unos cuantos líderes del Partido — es el resultado lógico y previsible de un proceso que ha venido naciendo al interior del PCN(M) en el curso de varios años, un proceso en que una línea revisionista en torno a una serie de cuestiones reemplazó a la línea -comunista revolucionaria que había conducido al inicio y al avance de la guerra popular (sean cuales fueran las debilidades y deficiencias en cuestión). Por “línea” nos referimos al punto de vista y la orientación, la concepción estratégica y el método que guían la actividad política en una u otra dirección. Se dio el viraje decisivo en octubre de 2005 cuando “se resolvió” de forma revisionista una fuerte lucha en el Partido, tal como discutiremos abajo. Esta experiencia general ilustra de nuevo cuán previsor era Mao Tsetung cuando señaló que la línea política e ideológica lo decide todo. Dijo:
Se derrumbará quien siga una línea incorrecta, aun cuando controle la dirección de las autoridades centrales, de las autoridades locales y del ejército. Quien siga una línea correcta llegará a tener soldados aunque ahora no tenga ninguno y conquistará el poder político aunque no lo tenga ahora. De esto habla la experiencia histórica tanto de nuestro partido como del movimiento comunista internacional desde los tiempos de Marx… El quid del problema reside en la línea. Esta es una verdad infalible.
Cuando la lucha entre líneas brotó por primera vez en el PCN(M), trató lo que tal vez parecían para mucha gente cuestiones abstractas de democracia y de la experiencia de la revolución socialista, y muchos comunistas de Nepal y del resto del mundo no captaron las implicaciones de vida o muerte de estas cuestiones para el rumbo y el futuro de la revolución. Pero las cuestiones en juego en la lucha ideológica en torno a la revolución de Nepal tratan en lo fundamental y en última instancia de si luchar por un mundo comunista o “hacer lo mejor que se pueda” en el actual mundo dominado por el imperialismo; aceptar la idea de que la sociedad se organiza, y se organizará por un tiempo indefinido, sobre una base capitalista, o luchar por derrocar ese sistema y construir un tipo completamente diferente de sociedad sin clases ni explotación. No es sorprendente que los propios términos de la lucha en Nepal no se expresaran así de manera abierta y menos aún en las etapas iniciales de la lucha. Aunque unos cuantos líderes del PCN(M), sobre todo Baburam Bhattarai, han proclamado fuertemente su lealtad a la “democracia” —o sea, la democracia burguesa al estilo occidental— y han planteado un veredicto negativo acerca de la primera ola de la revolución proletaria, la mayoría de los otros líderes del centro del Partido también proclamaron fuertemente su apoyo a los objetivos de establecer la nueva democracia, el socialismo y el comunismo a la vez que insistían que limitar la lucha a una lucha por una república “de transición” (léase “burguesa”) era solamente una “táctica”. De hecho, en general los líderes del PCN(M) constantemente han pretendido centrar el debate en la cuestión de “tácticas”, como si la cuestión fundamental fuera cómo obtener una “república democrática federal” y no qué tipo de estado, y más a fondo qué tipo de sistema social, era necesario en Nepal y en el mundo.
En sus cartas, el PCR, EU, no puso en primer plano las cuestiones tácticas específicas en consideración, sino las cuestiones generales de línea y rumbo general, a la vez que escuchaba y examinaba constantemente los argumentos del PCN(M) sobre la manera en que sus tácticas, en las condiciones concretas de ese país, podrían propiciar una solución revolucionaria a los fuertes problemas que la revolución enfrentaba. No se trata de que las cuestiones de un cese al fuego, las negociaciones e incluso la participación en las elecciones de la Asamblea Constituyente no tengan importancia; la cuestión crucial era que no se podía examinar y valorar si fueran correctas o incorrectas tales tácticas aparte del marco fundamental de lo que el Partido pretendía lograr y qué concepción y orientación guiaban sus acciones. Los que se opusieron al rumbo que el Partido seguía pero que tomaron como arena principal las cuestiones tácticas, tal como la dirección del PCN(M) insistía en hacer, se quedaron paralizados sin la capacidad de elaborar una clara crítica de la línea del Partido y presos de confusión y desorganización frente a cada vuelta o revuelta siguiente de la situación política de Nepal o a la última maniobra política de la dirección del Partido.
Para reconocer los peligros que enfrentaba la revolución de Nepal, era necesario estudiar con detenimiento y seriedad las cuestiones en juego a medida que la situación se desenvolvía — tener la capacidad de aplicar la concepción y el método del comunismo para penetrar debajo de los fenómenos superficiales a fin de entender las cuestiones fundamentales en juego. Inclusive hoy, cuando tal vez parezca más fácil —al menos para los que han conservado una orientación revolucionaria— discernir el desenlace no revolucionario del rumbo del PCN(M) durante los últimos años, el que se contente desestimando así no más las acciones del Partido sin examinar en serio los argumentos políticos para justificar y racionalizar esas acciones correrá el peligro de caer en una trampa similar pero con nueva apariencia. Por esas razones y no mera ni principalmente por tratarse de tener un registro histórico de ello, es necesario que todos los que se interesan por los problemas de hacer la revolución examinen el importante intercambio entre el PCR, EU, y el PCN(M).
¿Cómo estuvo la situación en 2005 cuando brotó de lleno por primera vez la lucha entre líneas? Las fuerzas lideradas por el PCN(M) habían liberado a casi todo el campo de Nepal y habían avanzado al momento en que en los frentes militar y político, empezaba a vislumbrarse la perspectiva de una victoria nacional. Ante eso, el monarca reinante, el rey Gyanendra, centralizó el poder político en sus manos, disolvió el parlamento y suprimió a los partidos parlamentarios tradicionales en plan de unificar a la fuerza a las clases dominantes en conjunto de Nepal con la finalidad de aplastar a la guerra popular. El Ejército Real de Nepal al mando del rey contó con el respaldo de Estados Unidos, India, China, Inglaterra y otros estados reaccionarios. En el campo de batalla se libraron férreos combates con resultados mixtos: el Ejército Popular de Liberación (EPL) ganó algunas batallas, pero en otros casos el Ejército Real de Nepal pudo soportar ataques de gran escala y el EPL tuvo que batirse en retirada con importantes bajas. Se palpaba mediante hechos contundentes la cuestión de quién triunfaría: el viejo estado representado por el rey o el nuevo estado que se forjaba en las zonas liberadas de Nepal. A medida que se perfilaban posibles “desenlaces finales”, asumió una importancia especial la cuestión de qué harían las clases intermedias de Nepal, sobre todo las clases medias urbanas del valle de Katmandú.
No es sorprendente que la lucha política y militar en el terreno contribuyera a agudizar la lucha ideológica y teórica al interior del propio Partido. ¿Qué tipo de sistema estatal pondría en el poder la revolución una vez derrotado el poder del rey? ¿En qué aspectos sería similar y en qué aspectos sería distinto a los estados socialistas del siglo 20, la Unión Soviética bajo Lenin y Stalin y la República Popular China bajo Mao? ¿Qué tipo de democracia se practicaría en tal sistema? ¿Qué papel tendrían los partidos políticos y las elecciones? ¿Qué tipo de transformaciones sociales y económicas se llevarían a cabo y con cuáles medios? ¿Cómo sería la relación entre un gobierno revolucionario del pueblo en Nepal y los estados imperialistas y reaccionarios? ¿Cómo serviría un Nepal revolu---cionario a la revolución mundial — o lo haría?
En febrero de 2004, salió un artículo en el número 9 del órgano en lengua inglesa del PCN(M), The Worker, titulado “El problema de construir un estado de nuevo tipo” (en adelante “Nuevo estado”), escrito por Baburam Bhattarai. “Nuevo estado” planteó varios argumentos sobre la democracia y la dictadura y qué relación tenían con la lucha en Nepal que, dijo el PCR, “…de aplicarse, no llevarían a establecer una dictadura proletaria, o en caso de establecerse, llevarían a abandonarla”. En el momento de la publicación de ese artículo, también había señales de una lucha interna entre Bhattarai y unos cuantos más agrupados a su alrededor, de un lado, y del otro, la dirección central del Partido liderada por el presidente Prachanda. El PCR, alarmado por las posiciones planteadas en “Nuevo estado” pero también con esperanzas de que la lucha interna del partido pudiera servir de mecanismo para que el PCN(M) reafirmara y clarificara su concepción de los objetivos de la lucha, llamó al PCN(M) a “dejar de lado los aspectos de su anterior concepción y línea política que van contra la orientación principalmente correcta” que había caracterizado la línea y la dirección del PCN(M) hasta ese momento y que la había capacitado para liderar avances inspiradores y cruciales.
Básicamente “Nuevo estado” puso la ampliación de la democracia formal (incluidas las elecciones con la contienda de los partidos políticos) al centro de la transición socialista y como una especie de supuesta “garantía” para impedir la restauración capitalista y planteó que al llegar al socialismo, se podría disolver el ejército regular y reemplazarlo con milicias, y en general sostenía que el modelo de la Comuna de París con elecciones directas y la remoción de funcionarios públicos era un modelo más positivo que la experiencia de la dictadura del proletariado en la Unión Soviética y China.
La carta de octubre de 2005 del PCR, EU, cuestiona los puntos de vista expresados en “Nuevo estado” y su promoción de la democracia formal como la clave para un nuevo poder estatal. Citando a Bob Avakian, señaló:
En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?
Por supuesto, las cartas del PCR no podían analizar a fondo la dinámica de la transición socialista, y en lugar de eso hicieron referencia a las obras de Bob Avakian que han examinado estas cuestiones muy a fondo y que han generado una nueva concepción radical del comunismo que ha abordado muchas de las debilidades de la primera ola de la revolución proletaria mundial. Pero se señaló enérgicamente que era un error serio creer que la cuestión más esencial de la transición socialista fuera la democracia formal (y su expresión en las elecciones, la contienda de partidos, y cosas por el estilo) y que eso fortalecería tendencias hacia el abandono de la dictadura del proletariado. Los argumentos planteados en “Nuevo estado”, que llegaron a caracterizar el enfoque general del PCN(M), negaron la necesidad de un estado proletario poderoso que permitiría que las masas de hecho transformaran el mundo —y se transformaran a sí mismas— como parte de la batalla mayor de derrocar el imperialismo por todo el mundo, arrancar de raíz y erradicar toda relación de explotación y opresión y emancipar a toda la humanidad.
La primera carta del PCR sacó la conclusión muy correcta e importante: “En el mejor de los casos, ‘Nuevo estado’ describe la dictadura proletaria como ‘un mal necesario’”. Inevitablemente se planteó el interrogante: ¿con semejante enfoque, sería posible en los hechos que el PCN(M) librara la batalla ardua a contracorriente que se requiere para destrozar el viejo estado, deshacerse de la dominación milenaria de la sociedad por parte de las clases explotadoras y establecer el dominio proletario, con todos los duros sacrificios que eso entraña?
El Manifiesto del PCR, EU, El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, publicado en septiembre de 2008, analiza que, si bien han surgido dos tendencias opuestas en el Movimiento Comunista Internacional (MCI) —“de aferrarse de manera religiosa a toda la anterior experiencia y a la teoría y el método asociados con ella o (en esencia, si no de palabra) abandonarlo todo”—, al mismo tiempo “lo que estas tendencias ‘contrapuestas’ erróneas tienen en común es que están enmarañadas en una u otra clase de modelo del pasado (aunque varíen los modelos específicos) y se guarecen en estos: o se aferran de manera dogmática a la anterior experiencia de la primera etapa de la revolución comunista —o, más bien, a un análisis incompleto, parcial y fundamentalmente erróneo de ella— o se guarecen en la anterior época de las revoluciones burguesas y sus principios: vuelven a lo que son en esencia teorías de democracia (burguesa) del siglo 18, disfrazadas o a nombre del ‘comunismo del siglo 21’, lo que en efecto equipara este ‘comunismo del siglo 21’ con una democracia que es supuestamente ‘pura’ o está ‘por encima de las clases’ — una democracia que en realidad, mientras que existan las clases, solo puede ser la democracia burguesa y la dictadura burguesa”2.
La revocación de las revoluciones en la Unión Soviética (a mediados de la década de los 50) y en China (20 años más tarde), si se le entiende correctamente, no debe ser una justificación para este tipo de retirada hacia el pasado, de una forma u otra, y no lo justifica. Como argumentó la carta del PCR de octubre de 2005:
Es muy cierto que la propia existencia del estado proletario, un partido proletario de vanguardia, un ejército permanente, etc., se pueden transformar en su opuesto: en un estado de la burguesía que oprime a las masas populares. Lo mismo se puede decir acerca de la misma revolución: no hay ninguna garantía de que avance continuamente hacia el comunismo. Se puede abortar una revolución, y desafortunadamente muchas se han abortado o se han convertido en su contrario. Pero eso no es ninguna justificación para no hacer una revolución. El que un estado siga avanzando hacia el objetivo final del comunismo y a su propia extinción depende de si (y cómo) ese estado lucha por transformar todas las condiciones ideológicas y materiales objetivas que hacen que la existencia del estado siga siendo necesaria. No hay ninguna solución fácil de este problema. Apoyarse en las instituciones y la práctica de la democracia formal no resolverá el problema y no eliminará las contradicciones que hacen que la dictadura del proletariado sea absolutamente necesaria; sólo fortalecerá a las fuerzas quienes buscan derrocar y eliminar la dictadura del proletariado y quienes pueden obtener fuerzas en este proceso a partir de las desigualdades que quedan en la sociedad socialista y a partir de la existencia de los gobiernos reaccionarios e imperialistas, que por algún tiempo probablemente estarán en una posición de “cercar” a los estados socialistas que nacen mediante la lucha revolucionaria. Abolir o minar el monopolio de poder político y, sí del poderío armado, del proletariado, y su dirección de vanguardia, de la forma en que se logre, tal como celebrar elecciones generales en que se ponga a decidir el partido de vanguardia y su papel, causará, por todas las razones mencionadas, la pérdida del poder estatal del proletariado y la restauración del poder estatal reaccionario, con todo lo que ello en--cierre.
Desafortunadamente, la lucha entre dos líneas en el PCN(M) se resolvió sobre bases muy negativas en la reunión del Comité Central de octubre de 2005, cuando apenas venía llegando la carta del PCR. Lejos de repudiar los argumentos del artículo “Nuevo estado” de Bhattarai, el Comité Central los adoptó en lo principal. Un Comunicado del Comité Central del PCN(M) descartó las diferencias de línea en el Partido diciendo que más bien eran un “malentendido”. El Partido adoptó el plan para una “república de transición”, con la condición de que solo era una “táctica” y que el Partido seguía fiel a sus metas de largo plazo de la revolución de nueva democracia, el socialismo y el comunismo. Sobre esa base, incorporaron a Bhattarai a la dirección de nuevo. Alabaron este método de unir dos opiniones contradictorias como gran logro y lo defendieron como modelo a seguir para todo el movimiento comunista internacional.
Esta forma particular del revisionismo —el eclecticismo o el intento de conciliar contrarios irreconciliables, de combinar el marxismo (de palabra) con el revisionismo en esencia— había sido un problema desde hace tiempo en el pensamiento de los líderes del PCN(M) pero a partir de la “lucha interna del Partido” de 2005 se consagró y se defendió como principio. Esta línea y orientación política fue la que dirigió el PCN(M) durante el siguiente período turbulento de lucha de clases en Nepal.
La dirección del PCN(M) no contestó la carta del PCR de octubre de 2005 sino hasta julio de 2006. Pero aún antes de darse una respuesta en el campo de la teoría a los argumentos planteados, se manifestaron en grande las consecuencias prácticas de la línea del PCN(M).
Una tesis clave de la reunión del Comité Central del PCN(M) que adoptó las posiciones centrales de “Nuevo estado” fue la noción de que la meta inmediata en Nepal no es la revolución de nueva democracia —la forma de la dictadura del proletariado que corresponde a las naciones oprimidas, la forma que descubrió y puso en práctica por primera vez Mao Tsetung— sino una “república de transición”. La carta del PCN(M) de julio de 2006 explica su pensamiento:
“[N]uestro partido ha analizado que la república democrática no es ni una república parlamentaria burguesa ni directamente una república de nueva democracia. Esta república, con una amplia reorganización del poder estatal para resolver los problemas de clase, nacionalidad, región y género prevalecientes, jugaría el papel de república pluripartidista de transición. Las clases reaccionarias y sus partidos tratarán de transformar esta república en una república parlamentaria burguesa, pero nuestro partido de la clase proletaria tratará de transformarla en una república de nueva democracia”.
Como explican las cartas de PCR más a fondo de lo que se puede hacer aquí, ese concepto de “república de transición” y la noción subyacente de que ésta sea un tipo de aparato neutral que se puede transformar en estado burgués o en estado proletario niegan una verdad básica del marxismo la que no es una especie de dogma anquilosado sino una verdad que se ha corroborado una y otra y otra vez por medio del resumen científico de la experiencia amplia, profunda y repetidamente aguda en la sociedad de clases durante siglos: no hay estado que no sea en lo fundamental un instrumento del dominio de una clase u otra. ¿A cuál clase servirán el ejército y los otros instrumentos de poder institucionalizados en esa “república de transición”? ¿Servirán a las masas en su lucha para arrancar las raíces de su opresión y luchar por hacer avanzar la revolución mundial, o las manejarán las clases reaccionarias al servicio de sus intereses y para imponerlos? Las cartas del PCR hacen hincapié en la naturaleza de clase del estado y señalan, desde muchos ángulos, que en el mundo de hoy todo estado tendrá un carácter de clase e impondrá los intereses de una clase definida: los del proletariado o los de una clase reaccionaria (o alguna combinación de clases reaccionarias). Por ende, las cartas analizan y refutan el argumento del PCN(M) de que la existencia de la monarquía convierte a Nepal en un caso excepcional y justifica no solo formar un frente unido contra la monarquía sino unir las fuerzas anti-monarquistas en la “república de transición” y “reestructurar el estado” en lo que viene siendo toda una etapa separada de la nueva democracia y previa a ella.
Una vez que el PCN(M) decidió aceptar la posición de “Nuevo estado” y la meta de una “república de transición”, no sorprende que esta orientación y entrega de su parte llegara a ser un factor importante en la política de Nepal. Se hizo una serie de acuerdos con los partidos políticos reaccionarios que quedaron excluidos del poder cuando el rey Gyanendra disolvió el parlamento el 1º de febrero de 2005. El PCR, EU, ha dejado claro que su orientación y la sustancia de su crítica nada tienen que ver con un enfoque infantil que rechaza todo acuerdo con partidos políticos incluso reaccionarios para lograr objetivos específicos, por ejemplo en oposición a la monarquía. Sin embargo en el caso del PCN(M), dichos acuerdos se sustentaron las tesis que los líderes estaban adoptando acerca de la “república de transición” y cuestiones relacionadas y las reflejaron. En otras palabras, los acuerdos con los partidos reaccionarios se basaban en la renuncia a objetivos y principios comunistas, expresada especialmente en aceptar como meta de la lucha una “república democrática” (burguesa), la cual correspondería de hecho a toda una etapa, separada de la nueva democracia.
En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas? Bob Avakian, |
En el contexto de esos acuerdos políticos — y del desarrollo de una amplia oposición a la denegación por parte del rey de los derechos democráticos, junto con los avances de la guerra popular centrada en el campo, en abril de 2006 surgió un enorme movimiento popular contra la monarquía en los centros urbanos de Nepal. Participaron no solamente el proletariado y los sectores urbanos pobres sino también grandes cantidades de estudiantes, intelectuales, tenderos y otros elementos de clase media en general en las ciudades. Al movimiento también lo apoyaron y lo trataron de dirigir los principales partidos parlamentarios políticos, como el revisionista Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista), comunista solo en nombre, que había sido un enemigo virulento de la guerra popular, y el Partido del Congreso Nepalés, que tiene conexiones profundas con la clase dominante de la India y que ha sido históricamente el partido político de la burguesía compradora de Nepal (un sector de la burguesía del país atado al imperialismo y a las potencias extranjeras y que les sirve). Ante las movilizaciones masivas en las regiones urbanas, en particular en la capital, Katmandú, en la estela de la poderosa guerra popular, las clases dominantes de Nepal y sus amos extranjeros en Estados Unidos, la India y otras partes, decidieron que era necesario abandonar la política de contar con la monarquía absoluta para restaurar el orden. Se acordó un cese al fuego y se entablaron negociaciones entre los partidos parlamentarios y el PCN(M) que en noviembre de 2006 culminaron en el Acuerdo de Paz Global, el cual creó un gobierno interino con la participación del PCN(M), restringió a acantonamientos al Ejército Popular de Liberación (EPL) y estableció las reglas de los comicios para una Asamblea Constituyente encargada de redactar una nueva constitución del país.
Claramente el estallido del movimiento popular urbano y el fin de la monarquía absoluta crearon nuevas condiciones importantes para la lucha revolucionaria en Nepal, y ciertamente era necesario que los comunistas las tomaran en cuenta, que hicieran los ajustes correspondientes en sus tácticas y políticas y que se empeñaran a ganarse a los sectores urbanos vacilantes que se alzaron contra el rey pero se hacían ilusiones de que un “regreso a la democracia” resolviera los problemas del país.
En ese contexto de la caída de la monarquía absoluta la dirección del PCN(M) finalmente contestó al PCR, EU, en una carta con fecha 1º de julio de 2006. La respuesta del PCN(M) descartó con indignación los argumentos del PCR como una mera repetición del “abecé del marxismo”. Es cierto que el entendimiento correcto de la naturaleza de clase del estado es un “abecé del marxismo”, es decir, es una verdad fundamental la cual han comprobado el análisis científico y la síntesis de una experiencia vasta y tantas veces amarga, con consecuencias trágicas cuando se descartan esa verdad. Visto así, se plantea agudamente la pregunta: Aunque fuera cierto —y no lo era— que las críticas del PCR al PCN(M) simplemente repitían el “abecé” del marxismo sobre la naturaleza básica del estado entre otras cosas, ¿eso justificaría abandonar dichos principios básicos (el “abecé”), como lo ha hecho el PCN(M)?
En su respuesta, el PCN(M) trata de esquivar esa crítica asegurando que por supuesto está de acuerdo con el PCR en que “estratégicamente” son las relaciones de clase las que determinan la naturaleza del estado, pero luego afirma que su demanda de una república de transición de hecho es solo una “consigna táctica”. Pero este argumento solo sirve para delatarse a uno mismo y agravar el problema. De la noche a la mañana la meta de la lucha ya no es destrozar el viejo estado reaccionario comprador-burgués avalado por el imperialismo y establecer un gobierno de nueva democracia bajo la dirección del proletariado, sino conformarse con algún tipo de república democrática que supuestamente no tiene carácter de clase definido, un estado al cual tratarán de aprovechar tanto la burguesía como el proletariado por igual. Pero con eclecticismo clásico, se argumenta que por tratarse de una simple “táctica”, ¡no le ha arrancado el corazón a la tesis marxista sobre el estado! Los acontecimientos desde el 2005 demuestran con claridad que la concepción ecléctica y confusa sobre el estado que subyace a esa consigna (“república de transición”) abarca mucho más que las meras “tácticas”; de ahí no es de sorprenderse que unos años más tarde hayan salido artículos en Red Star (Estrella Roja, el periódico quincenal en línea que presenta las opiniones del PCN[M] en inglés) que afirman que el estado actual de Nepal es una “dictadura conjunta tanto del proletariado como de la clase burguesa” (Red Star 15, “La caída de la dinastía de Koirala”). A eso lo alaban como una gran innovación teórica. Pero en realidad no tiene nada de grandioso, ni de innovador, un estado basado en la vieja sociedad, con nuevos rostros en los puestos altos que alegan que pueden utilizar ese estado para satisfacer las necesidades del “pueblo”. De hecho, ese concepto de un estado que está por encima de las divisiones de clase en la sociedad es el mismo engaño con que las clases explotadoras siempre tratan de ocultar su dominio. Además, en el movimiento comunista el abandono de la dictadura del proletariado y la defensa de un “estado de todo el pueblo” siempre ha sido un distintivo del revisionismo. Al igual que este tipo de actividades revisionistas en el pasado, los esfuerzos actuales en Nepal para aplicar semejantes conceptos y las tácticas que los acompañan, solo pueden llevar a cada vez más reveses para la causa revolucionaria, desarmar a las fuerzas revolucionarias y a las masas tanto en el frente ideológico como en otros frentes y encaminarlas hacia el desastre. La verdad fundamental que las “tácticas” erróneamente concebidas no pueden cambiar ni esquivar es que solo se puede establecer el dominio proletario destrozando y desmantelando el viejo estado reaccionario, no “perfeccionándolo” ni “reestructurándolo”; y los intereses de las masas populares solo se servirán arrancando las raíces de la sociedad de clases mientras que el dominio y los intereses de los imperialistas y otros reaccionarios solo se persistirán y se servirán fortaleciendo esas mismas raíces de explotación y opresión.
En marzo de 2008 la segunda carta importante del PCR, EU, contestó los argumentos del PCN(M) y ahondó en muchos de los temas de la carta previa del PCR (de octubre de 2005) en el contexto de la situación política cambiante de Nepal. Tras todo un proceso de maniobras e intentos de llevar a cabo los acuerdos entre el PCN(M) y los otros partidos políticos, por fin se programaron para abril las elecciones para la Asamblea Constituyente en Nepal. De una cuestión de principio y teoría básicos, como la era en 2005, la “república de transición” se había convertido en una cuestión práctica inmediata, ya que todo el país se preparaba para acudir a las urnas en abril de 2008 para elegir la Asamblea Constituyente.
La carta del PCR de marzo de 2008 examina el llamamiento del PCN(M) a “reestructurar el estado” y sostiene que eso representa lo mismo que “perfeccionar la maquinaria estatal existente”, que en realidad sirve a las clases reaccionarias, en vez de hacer añicos el estado reaccionario (en la formulación de Marx). El argumento del PCR sobre este punto crucial menciona varios ejemplos históricos —las revoluciones democráticas burguesas de Europa en el siglo 18 y 19 y las revoluciones (o cambios de régimen) en el siglo 20 en Rusia, Irán, España y otros países— para demostrar que una y otra vez las luchas revolucionarias no han alcanzado a liberar a los oprimidos por haberse conformado con quitarle a la maquinaria estatal los aspectos obsoletos, como una monarquía, que ya no correspondían al desarrollo histórico —y/o a las necesidades del momento de las clases reaccionarias de entonces—, en vez de destrozar esa maquinaria por completo y dejar el campo libre para establecer el dominio de los anteriormente explotados y oprimidos en la vieja sociedad.
De ahí esa carta del PCR examina por qué países como Nepal, que por necesidad deben llevar a cabo la lucha antifeudal (que en Nepal específicamente sí incluía unir a amplias fuerzas contra la monarquía), requerirán una forma de revolución de “dos etapas” y por qué no se debe permitir que las fuerzas burguesas dirijan la primera etapa —que corresponde a la realización de tareas democrático-burguesas como derrocar el feudalismo (y, de nuevo, en el caso de Nepal, abolir la monarquía)— ni que resulte en el establecimiento de una república capitalista-burguesa (sin importar como se disfrace o se nombre), sino que al contrario, los comunistas tienen que dirigir esta etapa al servicio de los intereses fundamentales del proletariado y debe resultar en el establecimiento de un estado de nueva democracia, construido conscientemente como parte de la revolución proletaria mundial. En Nepal las formas feudales de explotación y opresión están entretejidas en el capitalismo que se ha desarrollado bajo la égida del sistema imperialista mundial y por ende no puede haber democracia del tipo capitalista sin el “hedor al feudalismo”. Por lo tanto, sin una revolución de nueva democracia, las soluciones “a medias” no liberarán al país y a las masas populares de la dominación extranjera ni de la subordinación continua dentro de la red internacional de relaciones imperialistas, con todas sus consecuencias terribles; es más, seguirán existiendo importantes aspectos del feudalismo, en la realidad y a pesar de las afirmaciones o intenciones de uno. Asimismo, los logros que se alcancen a hacer para perfeccionar la maquinaria estatal reaccionaria solo llevarán a plasmar la república burguesa en toda su plenitud, que Lenin describió como el “armazón más adecuado” para el crecimiento del capitalismo.
Aquí cabe repetir el principio fundamental —sí, un “abecé” del marxismo, y pasarlo por alto resulta desastroso, como se ha comprobado repetidamente— de que no es posible librarse de las garras de las clases reaccionarias y abolir la explotación y opresión por medios graduales o un enfoque gradualista, sino solamente mediante una ruptura radical que derroque y destruya los viejos órganos del poder político que servían a la vieja sociedad y que establezca los órganos radicalmente nuevos del dominio político que sirvan a la transformación radical de toda esfera de la sociedad y hagan avanzar dicha transformación, como parte de la revolución proletaria mundial en general.
Como afirma la carta del PCR de marzo de 2008:
Uno de los problemas políticos centrales que planteamos en nuestro debate con el PCN(M) fue si la etapa actual de la lucha es para el establecimiento de una república de Nueva Democracia, es decir, la forma de la dictadura del proletariado apropiada en las condiciones de Nepal, o si la revolución debe “pasar por” el proceso de consolidar una república democrático-burguesa. Este problema que debatíamos en teoría, se ha vuelto un problema de carne y hueso durante los últimos dos años. Dos estados habían surgido en el curso de la guerra popular de diez años: el viejo estado reaccionario burocrático-comprador-capitalista-feudal dirigido por la monarquía en alianza con el imperialismo, y el embrionario estado de nueva democracia que surgía en el campo con base en la fuerza del Ejército Popular de Liberación (EPL). El problema objetivo que enfrenta Nepal es cuál de estos dos estados saldrá triunfante y será consolidado a nivel nacional y cuál de ellos será derrotado. La gran tragedia es que la línea política y las ideas confusas de los camaradas del PCN(M) en una medida importante han ilegitimado el estado que había surgido en el campo y han vuelto a legitimar la dictadura de las clases reaccionarias ligadas al sistema imperialista mundial....
En realidad, la guerra popular ya había logrado avances concretos en la transformación de las relaciones sociales y económicas en las zonas liberadas, a base del poder político rojo que se estableció allí. Dichos cambios demuestran en la práctica que solamente por medio de la eliminación del viejo poder estatal mediante una revolución de nueva democracia se puede llevar a cabo las tareas democrático-burguesas básicas, como eliminar el sistema de castas, dar un auténtico salto para arrancar de raíz la desigualdad y opresión que viven las mujeres y las nacionalidades minoritarias, repartir “la tierra a quien la trabaja” y obtener una verdadera independencia nacional de la dominación imperialista.
Este último punto es crucial: sin un ejército popular y sin un estado de nueva democracia encabezado por el proletariado, será imposible zafarse de las garras de la dominación imperialista. Como señala la carta del PCR del 8 de noviembre de 2008:
Vez tras vez hemos visto en los países oprimidos que no existe ninguna separación entre lograr la emancipación social de las masas y luchar contra el imperialismo…. Justamente por ser un sistema mundial el imperialismo, que penetra cada vez más profundamente todos los aspectos de la estructura social y económica, es imposible que haya transformación social significativa sin una ruptura radical con el imperialismo….
La carta del PCR de noviembre de 2008 presenta un argumento agudo contra el camino que el PCN(M) está siguiendo, lo que se concentra en su promesa de hacer de Nepal la “Suiza del sur de Asia” — una promesa prominente en la campaña electoral del Partido anteriormente ese año. Primero, esta promesa se basa en la ilusión de que se pueden resolver los problemas de Nepal integrándose más en el sistema imperialista mundial (un aspecto importante de esta promesa es hacer de Nepal el “eje de comercio” entre China e India), en lugar de que Nepal se zafe del sistema en que ha sufrido generaciones de dominación y distorsión de la economía y la sociedad en general conforme a los intereses y dictados de los imperialistas y otros explotadores. Y esta es una ilusión que rápidamente se está esfumando en la actual crisis económica global, en que Nepal está viviendo fuertes aumentos de los precios de las necesidades básicas como energéticos y granos. Aún más a fondo, en primer lugar ¿qué tiene que ver esta visión con el comunismo? La Suiza es un pequeño país imperialista que se ubica cerca de la cima de la cadena alimenticia imperialista que se beneficia del saqueo global de este sistema parásito. ¿Es esta la visión que debería inspirar a los comunistas — o no debería ser en cambio la visión a que Bob Avakian, el presidente del PCR, EU, ha prestado tanta atención: la de ser “emancipadores de la humanidad”?
Para repetir, las bases de apoyo en la guerra popular de Nepal habían demostrado vívidamente algunas de las transformaciones revolucionarias que las mases eran capaces de llevar a cabo una vez que tenían el poder en sus propias manos. Imagínese cómo la formación de un estado revolucionario, incluso en un país relativamente pequeño y pobre como Nepal, podría contribuir a romper con la idea exageradamente sostenida de que no haya ninguna alternativa en el mundo actual a la democracia burguesa al servicio del capitalismo e imperialismo.
El PCN(M) se metió de lleno en la campaña electoral, y en oposición a las expectativas de casi todos los observadores, el PCR incluido, salió de las elecciones como partido líder. En medio de la euforia por esta victoria, el PCN(M) se puso a la cabeza de un gobierno de coalición con varios otros partidos parlamentarios importantes.
Como consta más arriba, esto no representó un paso hacia la liberación sino un paso para distanciarse de ella, porque de hecho estas elecciones constituyeron un medio poderoso para darle una nueva legitimidad al viejo estado reaccionario que el proceso general de la Asamblea Constituyente no destrozó ni derrocó sino que solamente perfeccionó. En el sentido más amplio, la afirmación del PCN(M) de que estaba usando el estado existente en Nepal, despojado de sus rasgos monárquicos, como un trampolín hacia la liberación es una ilusión peligrosa. Como se ha recalcado repetidamente —y es necesario recalcarlo muchísimas veces más dada la gran medida en que es una fuente de ilusiones mortíferas—, el estado reaccionario no es un instrumento por encima de las clases que puede servir al proletariado o a la burguesía por igual, que simplemente depende de quién lo tenga en las manos. El estado no es lo mismo que el gobierno ni en particular los parlamentos — los que, como observó Lenin directamente, es posible disolver fácilmente si el núcleo de la clase dominante determina que obedezca a sus intereses. El estado, al contrario, es una maquinaria integrada y evolucionada históricamente de poder militar y burocrático que refleja, encarna y sirve a las relaciones sociales y económicas dominantes y a la clase (o clases) dominante(s) que las dominan. La idea de que se puede tomar en las propias manos la maquinaria de las clases explotadores tal como está o en una forma “reestructurada” —pero sin destrozarla ni desmantelarla— y que luego se puede usar para alcanzar los objetivos de emancipar a los oprimidos y en última instancia a toda la humanidad, va contra el resumen científico del carácter de clase de todo estado y de un sinnúmero de experiencias en que ha ocurrido lo contrario: a los que empezaran con aspiraciones revolucionarias pero se cayeran en estas ilusiones sobre el estado una y otra vez se han visto subsumidos y transformados en defensores del mismo sistema que oprime a las masas, y/o han sido aplastados sin piedad. La carta de marzo de 2008 del PCR examina las amargas experiencias del movimiento comunista en Francia y Italia y concluye: “Una vez que se acepte como legítimo el marco básico de las instituciones del estado burgués, los esfuerzos de los comunistas para organizar al proletariado y a las masas para ejercer sus intereses dentro de ese marco (a través de medios electorales y no electorales) tienen el efecto objetivo de fortalecer y perfeccionar esas mismas instituciones reaccionarias”.
No es una casualidad que una institución que prácticamente ha quedado sin tocar por los cambios que ha pretendido el gobierno dirigido por el PCN(M) es el Ejército de Nepal (EN), el pilar sobre el que descansa el viejo estado. Pero mientras que sigue intacto el EN, que libró una sanguinaria guerra contrarrevolucionaria por años y tiene unos de los peores antecedentes en derechos humanos del mundo, se ha desarmado e internado al Ejército Popular de Liberación (EPL) en acantonamientos que ha vigilado la ONU por más de tres años, y ahora el EPL está bajo la amenaza de la liquidación por medio del proceso de integración al EN. Con muchísima frecuencia los revolucionarios han aceptado las ilusiones en lugar de reconocer la verdad básica que Mao resumió con tanta agudeza: “Sin un ejército popular, nada tendrá el pueblo”. Por su parte, los reaccionarios y los imperialistas siempre mantienen un férreo control de la cuestión básica del poder estatal. Mientras que el PCN(M) habla constantemente de los dos ejércitos como si tuvieran un estatus equivalente, lo que revela mucho acerca de la realidad de la situación es que la idea de incorporar al EN en el EPL, y no al contrario, no se oye en el discurso público, y en los pasillos del poder en Katmandú la única respuesta que esta idea provocaría sería la risa.
Durante el período desde poco después de la victoria electoral del PCN(M), un creciente número de cuadros del Partido empezó a rehuir frente al camino que había tomado el Partido. Lanzaron una lucha al interior del Partido y se aglutinó una suerte de “oposición” en torno a unos altos dirigentes en el Partido que planteaban críticas de que el Partido estaba acomodándose a la política parlamentaria en Katmandú y que estaba olvidando continuar la revolución y otros asuntos serios3. Esta lucha culminó en la Convención Nacional celebrada a mediados de noviembre de 2008. Desafor-tunadamente, lo que no se dio en la Convención fue una ruptura radical con la línea dominante en el Partido y un rechazo de la democracia burguesa y el eclecticismo que han llegado a caracterizar la línea del Partido en general y que lo ha conducido al cenagal que había indignado a tantos cuadros.
De hecho, parece que la mayoría de las fuerzas de la oposición se quedaron atrapadas por este mismo enfoque de medidas a medias, centrismo (pretender encontrar una posición acomodaticia entre el comunismo y el revisionismo) y eclecticismo y en lugar de una lucha decisiva, salieron con un acuerdo ecléctico (un caso clásico de combinar “dos en uno”, como analizan las polémicas del PCR). Se combinaron los puntos básicos de los dos documentos presentados por el presidente del PCN(M) Prachanda y el líder de la oposición Kiran en una plataforma común única. Sobre la base de esta plataforma, el Partido continuará encabezando un gobierno de coalición, pero ahora se llevará a cabo el trabajo del Partido por medio de un frente de tres partes, “el gobierno, la Asamblea Constituyente y la calle”. (El nuevo nombre que proponen darle al gobierno —República Nacional Democrática Federal Popular— también revela la resolución ecléctica de esta lucha.)
Esta acomodación demuestra cuán poco la mayoría de los líderes de la oposición han entendido lo que tiene de erróneo la actual línea del PCN(M) en general. Por mucho que uno diga que “la calle” será lo principal, mientras el poder del estado siga en las manos de las clases reaccionarias de Nepal y sus amos imperialistas, lo que definirá la sociedad nepalesa y determinará el futuro desarrollo del país no será “la calle” sino el funcionamiento del sistema capitalista imperialista en el mundo y en Nepal. En esta situación, “la calle” jamás puede representar más que un grupo de presión en la política parlamentaria que se desencadenará o se restringirá según sea el desenvolvimiento de factores de mayor peso fundamental y se limitará a obtener reformas dentro del marco reaccionario general. A pesar de que uno tenga la posición de primer ministro, las reglas que uno tendrá que acatar, los acuerdos que uno tendrá que amarrar y los intereses que uno tendrá que defender y servir impedirán que “la calle” sea más que un grupo de presión que se usa para maniobrar y negociar.
La carta del PCR, EU, de noviembre de 2008 señala:
Rehusar hacer un deslinde bien definido entre el marxismo y el revisionismo y en cambio intentar forjarse una posición “intermedia” entre la ideología y política comunista revolucionaria, y la capitulación y el oportunismo total, es una de las particularidades del centrismo y el eclecticismo. En Nepal, esta forma del revisionismo centrista se ha vuelto el peligro mayor, y no los que descaradamente proclaman su adhesión a la ideología de la democracia pluripartidista y las glorias del capitalismo. El viejo refrán es que existe un peligro de revisionismo o derechismo “por una parte” pero también existe el peligro de dogmatismo por la otra, y que al maniobrar hábilmente entre estos dos obstáculos el Partido ha ido de victoria en victoria. O, en palabras se reconocen los principios fundamentales, los “abecé del marxismo”, tal como la necesidad de hacer añicos la maquinaria de estado existente, mientras que la política concreta del Partido es completamente contraria a esa meta.
En particular, Baburam Bhattarai ha estado argumentando abiertamente a favor de un largo período de desarrollo capitalista en Nepal y ha sido un blanco del descontento en las amplias filas del Partido por mucho tiempo4. Pero últimamente el mayor obstáculo ha sido el eclecticismo y las medidas a medias que han llegado a caracterizar la línea de Prachanda, el presidente del Partido, y las fuerzas a su alrededor, que una y otra vez combinaban promesas verbales, para el consumo de las bases y los sectores descontentos de la dirección, acerca de las intenciones del Partido de llevar la revolución hasta la victoria mientras que seguían aplicando la línea y las políticas revisionistas básicas recomendadas por Bhattarai. Se alaba esta “integración” de dos en uno como una gran contribución al marxismo bajo el lema de “evitar escisiones”, pero en los hechos quiere decir evitar la necesaria lucha aguda y decisiva y la ruptura hacia una línea fundamentalmente diferente y revolucionaria y a unir a todos que se pueda unir por medio de ESA lucha entre líneas. Está quedando cada vez más claro en la práctica que lo de “evitar escisiones” y el eclecticismo general del cual es parte, en los hechos quiere decir abandonar los intereses fundamentales del proletariado y las otras masas oprimidas en nombre de la unidad con las clases explotadoras, sus representantes políticos y su ideología, y abandonar la misión del proletariado de eliminar completamente el imperialismo y la reacción en Nepal como parte de hacer avanzar la revolución proletaria mundial.
En esta situación fue crucial, especialmente para los que querían forjar la necesaria oposición a la línea revisionista ya dominante en el PCN(M), que hicieran una ruptura radical precisamente con este tipo de centrismo indeciso y eclecticismo y romper con una orientación formulada en términos de una democracia ilusoria por encima de las clases que solamente podría representar el tipo de democracia a que el Partido estaba acomodándose. No hacer eso sino al contrario tomar medidas a medias y conciliar una vez más con el revisionismo y el eclecticismo quiere decir reforzar esta orientación errónea, la que ha conducido a la situación que provocó la rebelión en primer lugar.
En una situación que exigía que confrontara con decisión las causas de la enfermedad, la oposición una vez más acabó limitando su atención simplemente a los síntomas. Veamos un ejemplo: la “oposición” se sacudió ante la posibilidad de que el Partido se deslizara hacia el reformismo parlamentario pero persistió en aclamar la victoria en las elecciones de abril de 2008 como un gran éxito. El consiguiente acuerdo mutuo en la Convención Nacional de noviembre, como la “victoria” en las elecciones de abril de 2008, no fue un paso para embarcar al Partido en un camino más revolucionario sino al contrario representó la conciliación con el revisionismo, de tomar la ira y rebelión que habían estallado en un sector importante del Partido y encauzarlas una vez más hacia la órbita de una línea en general incorrecta. Como dijo la carta del PCR, EU, de noviembre de 2008: “Debemos recordarles a los camaradas que todo partido revisionista siempre tiene una ‘izquierda’ cuyo papel objetivamente es proporcionar una válvula de escape para el descontento de las masas y sectores de las bases mientras mantiene a estos mismos sectores atados al programa político de la dirección del partido”.
Casi de inmediato salió a la luz más evidencia de que no había ningún cambio de importancia en la trayectoria del Partido, cuando en enero de 2009 el PCN(M) completó un proceso de unirse con el Partido Comunista de Nepal- Centro de Unidad (Mashal). El segundo partido fue el producto de una escisión anterior en el movimiento comunista de Nepal antes de que se lanzara la guerra popular. De hecho, romper con estos y otros revisionistas había sido una parte necesaria y vital del proceso de prepararse para lanzar la guerra popular en primer lugar. El hecho de que hoy el PCN(M) se ha unido de nuevo con estos revisionistas empedernidos y ha aclamado esta unión como un gran logro en el camino a unir a “todos los comunistas de Nepal” representa un paso más para poner la guerra popular y la revolución que encarnó y encabezó en el museo de la historia antigua. De hecho, cada vez más trata la guerra popular como una acción que, aunque legitimó el Partido entre los sectores más pobres de la sociedad, no guarda relación alguna con el futuro.
Un número reciente de Red Star dio otra indicación de la dirección en que conducirá el camino que está siguiendo el PCN(M). En el número 21 apareció un artículo de un reportero de Red Star, Roshan Kissoon, titulado “La negación de la negación”, en que el eclecticismo y revisionismo del PCN(M) caen mucho más bajo. El artículo de Kissoon repudia toda la historia del movimiento comunista internacional y las contribuciones trascendentales de sus figuras fundadoras y dirigentes, de Marx en adelante. Revoca el veredicto sobre casi todas las luchas de importancia entre la revolución y la contrarrevolución. El artículo de Kissoon tiene el efecto de liquidar de plano todas las líneas divisorias en la experiencia del movimiento comunista internacional — como si no se hubiera aprendido nada en absoluto desde que el proletariado subió al escenario de la historia, como si no valieran nada la lucha y los sacrificios de los cientos de millones de personas que lucharon heroicamente por arrebatar los inicios de un nuevo mundo a las manos de los explotadores capitalistas.
Este desprecio por los logros del movimiento comunista, histórica e internacionalmente, y las lecciones aprendidas a un costo tan grande, están al servicio de la franca capitulación, porque la conclusión de Kissoon es que no se puede hacer nada hoy en Nepal salvo construir el capitalismo, y con aprobación hace eco del comentario de Bhattarai que “se debería de dejar el comunismo para nuestros nietos”. Pero el problema es que las futuras generaciones nunca alcanzarán el comunismo hasta que y a menos que los revolucionarios den los pasos iniciales pero decisivos en la dirección del socialismo y en última instancia el comunismo. Ir a todo vapor hacia el capitalismo solamente retrasará y minará la lucha por el comunismo y con respeto a Nepal en particular significará desperdiciar la gran oportunidad que se forjó mediante el proceso de la guerra popular — de abrir las puertas al futuro socialista y comunista.
No es de extrañar que Kissoon se reserve el bilis más vil para Bob Avakian, porque es el trabajo que Avakian ha hecho para impedir que el comunismo se convirtiera en una reliquia del museo —y para revitalizarlo y fortalecerlo como una orientación y método científicos capaces de dirigir a las masas a hacer avanzar la lucha revolucionaria hacia la meta del comunismo— que representa el peligro más grande a esta marca de “realismo cínico” revisionista. El mismo PCN(M) no ha adoptado —todavía no— este tipo de franco liquidacionismo, pero darles a los revisionistas una plataforma desde la cual regar su veneno en un periódico bajo la dirección del Partido, tal como han hecho en el caso de Kissoon, refleja una línea que ya ha llevado al Partido un buen trecho por el camino de liquidar el contenido comunista de la línea del Partido.
El PCR está dando a conocer estas cartas en público en este momento de acuerdo a su estimación de la mejor forma de hacer avanzar la lucha para hacer todo lo que sea posible para salvar la revolución en Nepal y para ayudar a otros a través del mundo a aprender de esta experiencia con la finalidad de elevar la conciencia general acerca de las líneas divergentes que se están manifestando en el movimiento comunista internacional. Ya no es hora de andar con rodeos: la revolución de Nepal ha estado hundiéndose en arenas movedizas y no habrá ninguna “autorectificación” a menos que y hasta que se repudie de manera consciente y enérgica la línea política e ideológica que la ha llevado a este desastre.
Al decidirse a dar a conocer en público estas cartas, el PCR se basa en el sólido principio de que los comunistas no son representantes de esta o aquella nación sino del proletariado mundial y que su causa es la de emancipar a toda la humanidad. Según esta orientación, los comunistas deben prestar atención en particular y canalizar la ayuda y el apoyo ideológicos y políticos hacia las luchas que tengan las mayores posibilidades de obtener importantes avances revolucionarios contra el imperialismo. Por eso, el PCR ha observado con la mayor seriedad y preocupación el surgimiento de las posiciones revisionistas en el PCN(M) y ha trabajado duro para determinar cómo llevar la lucha con el PCN(M) de modo que concuerde con principios comunistas y que ofrezca las mayores esperanzas de obtener un resultado positivo.
Algunos críticos se han burlado del PCR por el “silencio” que ha mantenido hasta ahora acerca de Nepal. Pero se da el intercambio de puntos de vista entre partidos y organizaciones comunistas —incluidos los desacuerdos a veces agudos sobre cuestiones de principio— en el contexto de lucha sumamente compleja, con muchísimo en juego, contra enemigos feroces; los que en serio quieren hacer avanzar esta lucha deben tener esto en mente constantemente. El PCR ha actuado de acuerdo al entendimiento de que “el trabajo de los comunistas y las luchas revolucionarias que dirigen son cuestiones de suma importancia para las masas, no solamente en el país particular donde se llevan a cabo, sino de hecho en el mundo en su conjunto” y hay que sopesar y considerar con mucho cuidado un proceso de ventilar las diferencias, porque “es fácil que sea de ayuda para los imperialistas y los reaccionarios que despiadadamente pretenden aplastar y aniquilar las luchas revolucionarias y las fuerzas comunistas de vanguardia” (de “Atascado en el ‘horrible presente capitalista’ o forjar un camino al futuro comunista, una respuesta a las Nueve cartas de Mike Ely”, en inglés).
En el movimiento comunista internacional debe florecer un debate y lucha vigorosa, pero no es y no se debe convertir en un mero círculo de debate. El PCR tomó la decisión de dar a conocer esta lucha al público en general únicamente después de estar bien convencido de que por los canales a su alcance no era posible persuadir a la dirección del PCN(M) a que dejara el camino desastroso que estaba siguiendo.
Sin duda es cierto que el PCN(M) ha cavado un hoyo profundo en que está cayendo a profundidades cada vez mayores. Para ser directo, de hecho es muy difícil para un partido lograr salirse de tales profundidades. Pero jamás se alcanzará al comunismo sin que los comunistas confronten grandes obstáculos y superen enormes dificultades a fin de hacer grandes adelantos sin precedentes — y eso es lo que se exige hoy. Lo primero que hay que hacer es aceptar el hecho de que el problema es la línea básica del Partido. El revisionismo, y el centrismo y el eclecticismo y la promoción de ilusiones sobre la democracia por encima de las clases, han conducido al Partido al pantano, y lo que se requiere es una ruptura radical con todo eso. Eso quiere decir, ante todo, reafirmar los principios y objetivos básicos del comunismo, lo que en Nepal quiere decir desarrollar —por medios revolucionarios y sin pretender apoyarse en ilusiones gradualistas y proyectos reformistas ni promoverlos— la lucha por completar la revolución de nueva democracia como el primer paso hacia el socialismo y el objetivo final del comunismo.
Los camaradas de Nepal no están solos frente a este reto pero para hacer las rupturas necesarias, se requerirá romper de manera tajante con el nacionalismo, el empirismo y el pragmatismo — y como una expresión particular de eso, romper con lo de elevar la práctica de uno, con los avances que esta hubiera abarcado hasta cierto punto, como si estuviera por encima de la crítica y como si fuera más importante que los principios fundamentales del comunismo, los cuales en sí constituyen la destilación y la síntesis científica de un enorme ámbito de práctica y lucha de la humanidad en la esfera de la revolución y en muchas otras dimensiones del pensamiento y actividad humanos. Como señala la carta del PCR de noviembre de 2008:
[L]a opinión de que la práctica avanzada de la revolución nepalesa lo ha hecho innecesario aprender del entendimiento avanzado de otros camaradas es parte del pragmatismo y el empirismo que desafortunadamente ha sido parte creciente de la orientación ideológica de la dirección del PCN(M) ya por un tiempo. Cualquier esfuerzo de resolver la crisis en el PCN(M) exclusivamente “de acuerdo a sus propios términos”, y que por razones nacionalistas o empiristas haga caso omiso del entendimiento comunista revolucionario avanzado que se desarrolla en otras partes, o se le oponga a dicho entendimiento, perjudicará gravemente la lucha por una línea correcta. En particular, esperamos con toda sinceridad que los camaradas del PCN(M) pongan mucha atención a entrarle a la obra, el método y el enfoque, la nueva síntesis, que Bob Avakian ha estado desarrollando.
* * * * *
Esta introducción y recorrido general del intercambio polémico entre el PCR, EU, y el PCN(M) ha tocado solamente algunos de los muchos puntos importantes planteados en las cartas, entre ellos la relación entre estrategia y tácticas, la dimensión internacional de la revolución de Nepal, la relación de la nueva democracia a la realización de las tareas democrático-burguesas, el papel de la democracia formal bajo el socialismo, la historia del PCN(M) y muchos más. Pero he aquí algo muy claro: estos intercambios polémicos representan una de las luchas entre dos líneas más importantes que han tenido lugar en el movimiento comunista internacional en muchos años. Como otras luchas muy importantes semejantes, hay mucho en juego y ramificaciones de gran alcance, y representan una importante “escuela de la revolución” que pueden ayudar a una nueva generación a aprender lo que encierra el proceso inevitablemente complejo de la revolución y lo que se requiere de hecho para llevar la revolución hasta el final, a la victoria — y sobre esa base contribuir a hacer todo lo que sea posible para salvar la revolución de Nepal. Como concluye la carta de marzo de 2008 del PCR:
Esta muy importante batalla es parte de un proceso más grande de rescatar el proyecto comunista de la única manera en que puede rescatarse, confrontando las cuestiones ideológicas y políticas de la revolución en el siglo 21, con osadía examinando y volviendo a examinar nuestros preceptos y entendimiento y forjando la solución a los problemas de la humanidad. Nuestros propios pasos en el transcurso de este proceso nos han convencido, más que nunca, de la viabilidad y de la necesidad de la revolución comunista.
Notas
1 El PCN(M) cambió su nombre a Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) después de unirse en enero de 2009 con el revisionista Partido Comunista de Nepal-Centro de Unidad (Mashal). [regresa]
2 Recomendamos que las y los lectoras/es estudien El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, que ubica las tendencias políticas principales del movimiento comunista internacional dentro del contexto del resumen de toda la primera ola de revolución comunista y de la necesidad de desatar toda una nueva ola. [regresa]
3 Vea los artículos de los camaradas Kiran y Gaurav, entre otros, en los números de Red Star de septiembre a noviembre de 2008. [regresa]
4 Bhattarai sostiene que Nepal debe desarrollar las fuerzas productivas antes de que la revolución pueda avanzar más y que solamente el capitalismo puede lograr eso. Si bien algunas personas lo comparan con Deng Xiao-ping de China, se puede decir que invocar de esta manera en Nepal la “teoría de las fuerzas productivas”, en condiciones en que, a diferencia de China, ni siquiera se ha alcanzado el socialismo, es un ejemplo clásico de la frase irónica de Marx, primera vez tragedia, segunda vez farsa. [regresa]
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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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El 23 de marzo, se dio a conocer y se colocó en revcom.us un conjunto de documentos sobre lo que pasa en Nepal; estos incluyen el artículo “Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista: Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN [M], 2006)”; cuatro cartas del PCR, EU, al PCN (M); una carta del PCN (M) al PCR, EU; y dos apéndices de Bob Avakian, “El desarrollo creativo del MLM, no del revisionismo” y “Más reflexiones sobre el estado socialista como una nueva clase de estado”. El PCR, EU, dio a conocer al público este conjunto de documentos. La colección de documentos está en revcom.us en la forma de un archivo de PDF, y se puede distribuir, descargar y volver a publicar de forma íntegra siempre y cuando se cite la fuente: el portal electrónico del periódico Revolución, revcom.us.
Poco después de la colocación de este conjunto de documentos, el portal electrónico Kasama armó de inmediato y colocó una versión incompleta, inexacta, no autorizada y “pirata” en la forma de su propio “folleto electrónico”, con el título “Dos líneas, cinco cartas”. Además, en otros portales electrónicos, Mike Ely y otros individuos vinculados a Kasama han colocado enlaces a esta versión incompleta e inexacta.
Llama la atención que esta versión omite el artículo “Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista: Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN [M], 2006)” y los dos apéndices mencionados arriba.
El lanzamiento de este conjunto incompleto y no autorizado de los materiales es una ilustración y una expresión más de un método y enfoque completamente oportunista y deshonesto. En este caso, la publicación y la circulación de este conjunto de documentos selectivamente editado tergiversa el contenido del material y obstaculiza la forma de estudio serio y detenido, discusión y lucha que se requiere en torno a estos documentos.
Para repetir, se ha dado a conocer al público el conjunto íntegro de documentos, “Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista: Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN [M], 2006)”, y se puede descargar de revcom.us. Además, se puede distribuir y volver a publicar estos materiales de forma íntegra (lo que quiere decir hacerlo sin agregados ni omisiones) siempre y cuando se cite la fuente: el portal electrónico del periódico Revolución, revcom.us.
Permalink: http://www.revcom.us/a/160/160-editorial-es.html
Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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“Hoy muchas personas en el mundo se están preguntando cómo evaluar los recientes sucesos respecto a la revolución de Nepal donde, después de diez años de una inspiradora guerra popular dirigida por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) (PCN[M]), esa guerra ha tocado fin, el PCN(M) hoy es el Partido principal en la recién elegida Asamblea Constituyente y el presidente del Partido, Prachanda, es el primer ministro del gobierno. ¿Representa la actual trayectoria en Nepal y el camino que ha tomado el PCN(M) una cosa nueva histórica, una victoria y un adelanto importante en el avance de la revolución comunista en el siglo 21, como han sostenido algunas personas; o, como muchas otras temen, representa un retroceso y traición de las metas de la revolución y de la heroica lucha librada por alcanzarlas y un fuerte distanciamiento de la causa comunista por la que el PCN(M) dice que está luchando?”
Así comienza el artículo que aparece en este número de Revolución: Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista: CARTAS DEL PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO, ESTADOS UNIDOS, AL PARTIDO COMUNISTA DE NEPAL (MAOÍSTA), 2005-2008 (CON UNA RESPUESTA DEL PCN[M], 2006).
Este artículo es una introducción al agudo intercambio polémico entre el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (PCR, EU) y el Partido Comunista de Nepal (Maoista) (PCN[M]) en los años entre octubre de 2005 y noviembre de 2008. Representa una de las luchas entre dos líneas más importantes en el movimiento comunista internacional en muchos años. Ahora se da a conocer en público cuatro cartas del PCR, EU, al PCN(M) y una respuesta.
Estas cartas tratan las diferencias de línea decisivas y una lucha que ha venido desenvolviendo por varios años. Estas diferencias se centran en tres cuestiones: en resumen: 1) la naturaleza del estado y específicamente la necesidad de establecer un nuevo estado dirigido por el proletariado y su vanguardia comunista; 2) más específicamente, la necesidad de establecer como primer paso al derrocar el viejo orden, un estado de nueva democracia para emprender el desarrollo de nuevas relaciones sociales y de producción en el país libres de la dominación imperialista y de las relaciones feudales; 3) el papel dinámico de la teoría y la lucha entre dos líneas contra el eclecticismo, el pragmatismo y la realpolitik. El punto de vista y la orientación, la concepción estratégica y el método que cualquier Partido asume —es decir, su línea— guían su actividad política en una dirección u otra. En las luchas entre dos líneas como esta, hay muchísimo en juego: cuál línea gane puede resultar en un avance, un revés — o incluso una traición.
Estudiar profundamente este artículo —y las cartas del PCR, EU, y el PCN(M)— es trabajo revolucionario serio y necesario. Esta lucha entre dos líneas requiere un enfoque que comprende la importancia de vida y muerte de su desenlace. Nuestro Partido, el PCR, EU, ha aplicado el enfoque de partir de los objetivos comunistas y los principios básicos de la ciencia del comunismo, de analizar las cuestiones de una manera rigurosa y polifacética. El futuro de la revolución de Nepal no solo pende mucho más precariamente de un hilo, pero las fuerzas revolucionarias pueden seguir adelante solamente sobre una base correcta y hacer avanzar la causa de emancipar a toda la humanidad solamente sacando las lecciones de esta lucha política e ideológica y captando más profundamente qué es el auténtico comunismo.
Instamos a todas/os nuestras/os lectoras/es a estudiar el artículo de introducción y las cartas en línea — y participar en discusiones profundas y bien fundadas con el Partido y otros acerca de estas cuestiones decisivas de línea política e ideológica. Venga a las presentaciones auspiciadas por Libros Revolución* — y organice discusiones... con sus camaradas y amigos.
Este artículo y las cartas tienen que llegar a las manos de mucha gente — de los revolucionarios en Estados Unidos y otros que hayan estado siguiendo lo que pasa en Nepal, a inmigrantes y estudiantes del extranjero, entre ellos los del sur de Asia, y el movimiento comunista internacional. Es necesario difundirlo en las áreas de las ciudades —de los ghettos y barrios a los recintos universitarios y lugares de efervescencia intelectual— y entre todos los sectores sociales donde se está desarrollando el movimiento revolucionario y comunista. Es necesario que llegue a todos los que estén buscando una salida de este horror — y el camino a la verdadera liberación. Y es una oportunidad para los que están buscando tales soluciones de descubrir qué es en realidad el comunismo y cómo la sociedad humana podría organizarse de una manera completamente diferente. En necesario que este número de Revolución llegue a esa gente y a más personas — y es necesario que se difundan este artículo y las cartas que este introduce por toda la sociedad y en el mundo de la internet.
Esta lucha entre líneas recalca de nuevo la importancia histórica del Manifiesto del Partido, El comunismo: El comienzo de una nueva etapa. Como dice ese Manifiesto, el movimiento comunista internacional está en una encrucijada. Confronta la pregunta, tal como dice el Manifiesto, ¿ser una “vanguardia del futuro, o un residuo del pasado?” La lucha entre líneas que se desarrolla de lleno en estas cartas está ubicada dentro de este contexto mundial más amplio y también es una concentración de él. Y es decisivo que todos estudien este Manifiesto... mientras que estudian y bregan con la lucha entre dos líneas con relación a la revolución de Nepal. Mientras que este número del periódico se distribuya entre muchos sectores sociales, este Manifiesto tiene que acompañarlo. Con la derrota de la revolución en China y la restauración del capitalismo en ese país, se terminó la primera etapa de la revolución comunista en el mundo. Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, ha dirigido a resumir de manera científica esa experiencia, partiendo de los logros monumentales y resumiendo de manera crítica las deficiencias — y, sobre esa base, forjando un nuevo marco teórico para hacer avanzar la revolución comunista en el mundo. Todos los que ven el horror del mundo como es y arden con deseos de un futuro diferente y libre de explotación y opresión deben examinar con urgencia esta síntesis, concentrada en este Manifiesto. Representa una fuente de esperanza y osadía, sobre una base científica — para las masas alrededor del mundo.
*Vea los detalles sobre las actividades en Nueva York, Los Ángeles y la Área de la Bahía de San Francisco.
Las cartasdel Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta),
2005-2008 (con una respuesta del PCN[M], 2006) están en línea en revcom.us
Permalink: http://www.revcom.us/avakian/Out into the World/Avakian_Out_into_World_pt4-es.html
Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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Nota de la redacción: A continuación la cuarta entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian, “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, ante un grupo de miembros del partido en la primera parte de 2008. Se ha revisado y se le ha agregado algunas notas en preparación para su publicación.
Forjando un pueblo revolucionario: esto tampoco se trata de caer en el idealismo o el voluntarismo, pensando y actuando como si pudiésemos “evocar” un pueblo revolucionario con la mera voluntad de hacerlo o a través de alguna clase de enfoque lineal de simplemente hacer agitación sobre la necesidad que tiene la gente de volverse revolucionaria — ciertamente nosotros deberíamos estar haciendo eso y mucho más de eso, pero no en un sentido lineal, no como parte de un enfoque lineal. Más bien se trata de que nosotros seamos de veras una vanguardia comunista y revolucionaria —y de actuar así— y eso quiere decir llevar a cabo todo el paquete del “qué hacerismo enriquecido” (un punto al que también retornaré después).
Primero, algunas observaciones breves concernientes a la orientación estratégica del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado (o FUbDP). Con respecto a esta estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado, es importante discutir esto en relación a la identificación de las fuerzas impulsoras claves para hacer la revolución, es decir, para lograr vencer la primera gran cuesta de tomar el poder — y reconocer que en ciertos aspectos importantes, esto incluye una relación contradictoria con ese proceso de identificación. Otra vez de una manera muy importante pesa la cuestión de la reificación — o de no caer en la reificación. Lo que se volvió el modelo del movimiento internacional —no solo en la Segunda Internacional de partidos socialistas (y algunos auténticos partidos comunistas) antecediendo a la Primera Guerra Mundial1, pero en un grado significativo después de Lenin, en el movimiento comunista bajo la dirección de Stalin, en particular desde finales de los años 1920 hacia adelante— era la noción de que se construye un movimiento de masas, de hecho en gran parte un movimiento sindicalista de la clase obrera, y que de repente bajo las condiciones correctas eso llevará a una huelga general (o en su mejor expresión, hacia una insurrección). Pero esto no es la manera en que se va a hacer una revolución proletaria; históricamente no es la manera en que se ha hecho tal revolución y no es la manera en que se puede hacer una revolución en el mundo como lo es hoy.
Aquí viene al caso hablar una vez más, brevemente, sobre toda la orientación fundamentalmente errónea de tener por objeto “resultados palpables”. Tal vez mucha gente no entienda lo que eso significa: significa no solamente arrancarle reformas al sistema sino centrar la lucha en eso. Eso no quiere decir que está mal luchar por ciertas reformas y de hecho tratar de ganar tales luchas, pero sí es completamente erróneo hacer de eso el enfoque estratégico —o como Lenin lo dijo, “los medios más ampliamente aplicables”— para construir un movimiento revolucionario (o de acercarse hacia el socialismo, el que se conciba en términos revolucionarios o no). Como ustedes saben, Lenin escribió ¿Qué hacer? para refutar todo ese enfoque, el cual correctamente criticó como economista y revisionista — una traición de la revolución de parte de los llamados comunistas. Pero luego, después de Lenin, echó raíces cada vez más otra idea — de gradualismo y de integrarse a las luchas cotidianas de la clase obrera y volverse el mejor luchador en esas luchas y sobre esa base supuestamente ganarse la lealtad de las masas para un programa más amplio.
Eso me devuelve al punto estratégico importante al cual me referí antes: cómo se separó históricamente el movimiento comunista del movimiento laboral. Por ejemplo, volviendo a la Alemania de principios de los años 1930 —no tenemos tiempo para adentrarnos en esto de manera profunda pero sí encierra un punto interesante y significativo—, parece que de un estudio de la historia del movimiento comunista, 1934 fue un punto de viraje importante no solo en el movimiento comunista en general sino también con respecto a la Unión Soviética en particular, y específicamente el pensamiento de Stalin. Cuando Hitler llegó al poder en 1933, había una orientación general en el movimiento comunista internacional (el cual era liderado por Stalin) sobre cómo iban a construir un frente unido, y al principio esto era de una forma más o menos “de izquierda” asociada con la línea expresada por R. Palme Dutt, la cual presentaba la contradicción esencial de entonces como comunismo o barbarismo: la concepción era que el fascismo representaba la dirección en que todo el capitalismo estaba encaminado, que eso solamente podría arrastrar a la sociedad hacia el barbarismo y la respuesta era oponérsele con el comunismo de una especie de forma de economismo “de izquierda”2. Pero cuando en 1934 en Alemania el movimiento comunista fue aplastado y el partido comunista ahí fue completamente diezmado, con la muerte y/o el encierro en campos de exterminio de gran cantidad de sus miembros y seguidores, eso propició ciertos cambios claros en el pensamiento prevaleciente en el movimiento comunista internacional, y el resultado fue la adopción de la línea de Dimitrov del Frente Unido Contra el Fascismo3 y el enfoque general de pretender unirse con el “sector democrático” de la burguesía y los imperialistas occidentales contra el imperialismo alemán en la forma del nazismo. Eso representó una suerte de “salto” de la forma de economismo “de izquierda” —la cual en esencia consideraba que la burguesía ya no fuera capaz de defender los logros anteriores de la sociedad burguesa, ni siquiera en términos del desarrollo de las fuerzas productivas y específicamente la tecnología—, a una línea abierta derechista que dividía la burguesía, y los estados imperialistas, entre los que eran fascistas y a quienes por lo tanto se les señalaría exclusivamente como el enemigo, y los que aún defendían la democracia y la civilización contra el embate de los fascistas y que por consiguiente deberían ser los cuales con quienes aliarse.
Bien, no quiero apartarme mucho del tema, pero quisiera enfatizar el impacto que tuvo en el movimiento comunista internacional y específicamente en Stalin, cuando en 1934 en lo esencial quedó aniquilado el Partido Comunista alemán. Es importante entender que estamos hablando de un movimiento y organización comunista verdaderamente de masas: el Partido Comunista alemán en ese período (y hasta 1933) contaba con una poderosa representación en las centrales obreras, tuvo millones de votos en las elecciones parlamentarias — no tantos como Hitler al momento de su nombramiento como canciller, pero millones de votos. Los comunistas alemanes lideraron verdaderos movimientos de masas. Inclusive libraron combates callejeros. Pero lo que no dejaron a un lado fue un enfoque básicamente economista, aun cuando a menudo le dieron una expresión combativa. En realidad nunca bregaron con la cuestión de cómo llegar de hecho a la revolución, salvo la noción de que esto pasará más o menos como una extensión de un sindicalismo combativo en efecto — estoy simplificando de manera exagerada, pero lo que dijo efectivamente señala la esencia de todo eso.
Mientras el movimiento comunista y la lucha por el socialismo iban hacia adelante después de esa experiencia —particularmente cuando el centro de todo eso se trasladaba hacia China y en general hacia el tercer mundo—, se dio un claro paso de alejarse de la idea de que el comunismo se basaba en los sindicatos y en el movimiento laboral. No se trataba de decir que los comunistas ya no hicieran trabajo dentro de las centrales obreras o entre los trabajadores en esos sindicatos, sino que claramente lo que Mao planteó —y específicamente la estrategia de la guerra popular prolongada— representó una orientación estratégica muy diferente a la de centrar el trabajo en los sindicatos. Bien, cabe recordar que la valiosa contribución de Mao sobre la estrategia de la guerra popular prolongada en China estaba basada en gran parte en el resumen de algunas de las experiencias devastadoras de cuando los comunistas sí estuvieron trabajando en los sindicatos obreros y donde organizaban a los trabajadores de la industria en las ciudades grandes, y cómo los masacraron las fuerzas de Chiang Kai-Shek en 1927. Una vez más, ahora no nos da tiempo para analizar toda esa historia4, pero lo fundamental es que el aporte de Mao de la estrategia de la guerra popular prolongada representó un avance decisivo, un enfoque totalmente nuevo, en cómo hacer la revolución en un país como China, y la guerra popular prolongada incluía una profunda separación entre el movimiento comunista y la lucha por la revolución por un lado, y los sindicatos y el movimiento laboral por el otro, en términos de cuáles eran el centro y el eje del trabajo revolucionario. Y en general ha sido así en el caso de las iniciativas serias para hacer la revolución en los países del tercer mundo desde ese entonces.
Pero esta separación histórica (la separación del movimiento comunista y revolucionario del movimiento laboral) no solamente tiene aplicación e importancia en el tercer mundo. Otra vez, no se trata de la importancia de la participación, particularmente de los sectores más profundos del proletariado, en las luchas sindicalistas y de construir organización entre los obreros en esas esferas — a la vez que en lo fundamental se lleva a cabo todo esto como parte de construir un movimiento revolucionario y no economista. Eso sí es importante. Pero se pregunta: ¿cómo identificar de qué se trata el núcleo y la esencia de la lucha y cómo llegará a estar en una posición de hacer una revolución?
En cierto sentido, esto retoma la metáfora sobre el mapa multicolor y de múltiples capas5. Por ejemplo, piensen en lo que Mao dijo respecto a cómo formó el ejército popular y cómo lanzó los primeros levantamientos que se convirtieron en el inicio de la guerra popular: relató cómo se apoyó en lo que llamaba los “elementos valientes” (los elementos semi-lumpen) porque éstos estaban más dispuestos a combatir y a morir. Así es la manera, digamos, en que Mao aplicó el “mapa multicolor y de múltiples capas”.
Otra manera de explicar este punto general es que las personas que podrían ser la columna vertebral de la lucha por la revolución y en particular por la toma de poder no serán las mismísimas personas que constituyen los sectores más profundos y a lo hondo del proletariado. Habrá cierto traslape, o sea, entrarían en el proceso algunas personas de ambas esferas, pero las fuerzas combatientes principales (para decirlo así) no serán idénticas ni siquiera a los sectores más profundos y a lo hondo del proletariado como tal y tampoco serán idénticas a las fuerzas que tienen que ser la columna vertebral en términos de construir una economía socialista, una vez tomado y consolidado el poder. Entender eso en esencia así como en su complejidad es parte de romper con el economismo y con la reificación.
Bien, Mao se topó con muchas dificultades a causa de haberse apoyado en esos “elementos valientes” de los que hablé, así como del hecho de que en el campo, donde la guerra popular estaba centrada, la fuerza más importante en que se apoyaba fue el campesinado. Mao escribió muchos ensayos sobre la mentalidad de “guerrilleros errantes” y otras tendencias erróneas que existían entre los campesinos pobres y entre los elementos semi-lumpen contra las cuales se tenía que librar una lucha enérgica. El ejército revolucionario de China tenía puntos formales de atención y puntos de disciplina por otra razón aparte de la importancia de dejar asentado un principio general. Los problemas que ellos estaban confrontando eran muy reales. Cuando en esos puntos de atención y de disciplina, se decía “no hagas ‘esto’ o no hagas ‘aquello’” — bueno, el ‘esto’ y el ‘aquello’ (tales como tomar cosas de las masas sin pagar por ellas) era lo que los mismos integrantes del ejército revolucionario lo estaban haciendo. Así que la dirección tenía que decir, no hagas eso —nuestra propuesta es de hacer algo mucho más grande, de cambiar radicalmente toda la sociedad, lo cual solo se podía concretar apoyándose en las masas populares y lo que ustedes están haciendo se contrapone a eso y lo socavan. Ahora bien, hicieron algo aún más fundamental que aplicar estas reglas y reglamentos (los puntos de disciplina y los puntos de atención): llevaron una lucha ideológica en las bases de la revolución; pero al mismo tiempo sí necesitaban de esas reglas y puntos de disciplina.
Y si uno está bregando en serio con todo esto, al ver hacia el futuro se puede imaginar cómo se van a presentar las cosas. Tenemos que entender que todo esto abarcará una combinación muy compleja de personas, incluidos los jóvenes en particular, provenientes de diferentes sectores de la sociedad y que espontáneamente tienden a ver el mundo desde diferentes ángulos, pero que están unidos bajo la dirección de una vanguardia comunista con la finalidad de luchar por la revolución y que están cada vez más bajo la influencia y la inspiración de la orientación comunista y el objetivo de una sociedad radicalmente nueva, de conformidad con esa orientación. La reificación y el economismo solamente nos alejarán del proceso de bregar con las profundas y complejas contradicciones que encierra en proceso material de construir un movimiento revolucionario y cuando llegue el momento, de librar la lucha por la toma de poder revolucionario.
En esta conexión, cabe recordar una discusión que describí en mi autobiografía (From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist)6. Habíamos un grupo de nosotros hablando en la casa de alguien en Oakland (no recuerdo exactamente de quién), yo, David Hilliard, Bobby Seale y Masai Hewitt (quien era un líder de los Panteras Negras en Los Ángeles). Estábamos discutiendo sobre cuál sería la fuerza decisiva para la revolución: proletariado, lumpen proletariado... proletariado, lumpen proletariado. Y finalmente Masai, quien tenía antecedentes en el “marxismo clásico”, nos dotó de su resumen de la posición de los Panteras al respecto diciendo: “La ideología es proletaria, la fuerza es el lumpen proletariado”. Bien, eso estaba mal y era ecléctico pero no es para decir que no había nada de cierto en lo que Masai decía. Cabe reflexionarlo. Tal como él la expresó, esa posición es exageradamente simple, muy reduccionista — la revolución será una mezcla y proceso mucho más complejo y rico. El mapa multicolor y de múltiples capas entrará en juego también. Si uno está considerando en serio cómo en realidad formar un movimiento revolucionario, es necesario estar pensando en la mezcla de todas estas cosas y específicamente: de dónde van a venir las fuerzas quienes en realidad van a luchar hasta el final por esta revolución, de dónde vendrán las fuerzas a quienes es posible ganarse a apoyarla, y así sucesivamente, sin caer en posiciones mecánicas al respecto y sin trazar líneas artificiales que excluyan a gente — de eso no se trata.
Todo esto tiene mucho que ver con la cuestión de cómo surgirá un pueblo revolucionario y la cuestión de cómo puede surgir una situación revolucionaria.
Como lo mencioné antes, también está la cuestión de requerir fuerzas impulsoras para la revolución en el caso de que llegue el momento de vérselas con la toma del poder —y construir un movimiento revolucionario el cual en un sentido fundamental y estratégico está apuntando a todo eso— y por otro lado (y es un “por otro lado”, a un grado significativo), las fuerzas para la transformación socialista una vez que se haya logrado tomar y consolidar el nuevo poder estatal, un poder estatal revolucionario: la dictadura del proletariado. Entre estas dos fuerzas hay identidad y traslape, pero también hay una diferencia significativa. Como lo he señalado antes, cuando se está en una sociedad socialista y enfrentado al reto de llevar adelante la construcción de una economía socialista y de manejar la relación entre eso y la continuación de la transformación socialista de la sociedad en general hacia el objetivo del comunismo, si no se gana al proletariado —y en este sentido estoy hablando de esos trabajadores que en realidad participan en la producción—, si no se ha ganado a un sector significativo de ellos y si no se sigue integrando a sectores más amplios de ellos, sino que se lanzan llamados generales tales como “produzcamos todos por el socialismo y por la revolución mundial” y todos ellos responden: “¡Al carajo todo eso!” — bueno, ¡se estará en un gran lío! Y no se puede esperar que se gane a esa gente después de que se haya tomado el poder, aunque dicha toma efectivamente generará la base y la libertad para hacerlo así a una escala mucho mayor. De lo que se trata es de un proceso de estar “ganándose” a sectores importantes de ellos como parte de construir el movimiento revolucionario.
Pero, para repetir, el proletariado también es una cosa que cambia y está en movimiento. Yo aludí anteriormente al hecho de que el proletariado bajo el socialismo no es el mismo proletariado que bajo el capitalismo y en ambos casos, el proletariado no es el mismo que una concepción reificada del proletariado. Y después de todo, las personas que tal vez sean estrictamente hablando “semiproletarios” en la sociedad actual —personas que raras veces tienen empleo como proletarios y que se ven obligadas a buscar otros medios para lograr subsistir— pueden volverse proletarios en una sociedad socialista — pueden tener empleo y recibir capacitación e inspiración para hacer el trabajo productivo del que hoy están efectivamente excluidas por el funcionamiento del sistema capitalista y las acciones del estado capitalista. Así que, para repetir, se trata de ser capaz de manejar la realidad que es compleja y que está cambiando constantemente y en movimiento. Es algo parecido a los electrones (y algunas otras partículas subatómicas); están en un lugar, pero al mismo tiempo se están moviendo. También es así con las fuerzas sociales que uno está ganándose — y sí, poniendo en marcha para hacer una revolución. (He escuchado que algunas personas están objetando nuestra manera de usar palabras como “cosechar” y “poner en marcha” en relación a ganarse y organizar a los contactos políticos y fuerzas sociales — dicen que concebir y hablar de las cosas de esta manera [“cosechar” y “poner en marcha”] es una manifestación del “instrumentalismo” hacia la gente. Bueno, no estoy de acuerdo con eso. Lo siento, nuestro partido no es una sociedad de debate humanista y en lo que estamos metidos no es un juego de sala. No quiero negar ni denigrar la importancia de no acercarse a la gente de una manera instrumentalista, pero nosotros tenemos que organizar y sí, dirigir a la gente —y en el sentido correcto y necesario, poner en marcha a las fuerzas— para hacer una revolución en los hechos; y a la hora de la verdad, será necesario poner en marcha la fuerza material para enfrentar y derrotar la fuerza material contraria, con la finalidad de hacer una revolución. Se tiene que hacer eso, sí, sobre la base ganarse a la gente a esto sobre la base de su conciencia, pero después es necesario — vayamos al grano, para hacer una revolución es necesario dirigir a esta gente a actuar de una manera organizada y disciplinada. La gente no va a hacer una revolución saliendo a poner flores en los barriles de los rifles del otro bando cuando llegue la hora de la verdad o diciendo “oyyyeee… her-ma-no, que obtengamos otro mundo, qué me dices…”. Bien, nosotros sabemos lo que dirá —y hará— el enemigo al respecto. Para construir un movimiento revolucionario y hacer una revolución, se tiene que dirigir a la gente de manera organizada y disciplinada. Sí, en lo fundamental la gente tiene que estar actuando sobre una base consciente y voluntaria. Y sí, tenemos que aprender de la gente al mismo tiempo que la estamos dirigiendo. Pero tengamos claridad acerca de lo que eso implica y cuáles son nuestras responsabilidades como vanguardia — o no seremos capaces de hacer nada bueno con respecto a las masas populares y sus intereses fundamentales.)
Todo esto presenta otra dimensión mayor y arroja más luz sobre la importancia decisiva de la ruptura con el economismo y con el determinismo revisionista. Al mismo tiempo, después de todo existe la importancia fundamental de tener unos sólidos cimientos del materialismo dialéctico y de aplicarlo de manera consecuente y sistemática, y no el idealismo y el voluntarismo. No se puede hacer la revolución sin una fuerza revolucionaria de millones de personas. Pero se pregunta: ¿sobre qué base y para qué fines se forja y se desarrolla una fuerza revolucionaria de millones de personas? Tiene una gran importancia para lo que hemos enfatizado sobre la necesidad de desarrollar y forjar un núcleo sólido lo suficientemente fuerte que, en particular en el momento cuando se madure la situación revolucionaria, pueda aguantar el “gran oleaje de la pequeña burguesía” (el fenómeno en que millones de personas entrarán la vida política y aun a la lucha revolucionaria pero que lo harán desde la posición de la pequeña burguesía [o clase media] o que de todos modos participarán en las cosas desde el punto de vista que corresponde a esa clase). En ese momento, será crucial haber desarrollado una fuerza lo suficientemente poderosa respecto al número de personas que tiene y en lo fundamental respecto a su adhesión a la perspectiva comunista, que pueda constituir una fuerza lo suficientemente cohesionada como para ganarse a millones y millones de masas más a su lado y a su causa en el momento indicado, cuando llegue la hora de la verdad y entre en juego todo (aunque eso abarque una lucha más prolongada de la que previamente se haya concebido — como explica “Sobre la posibilidad de la revolución”).
No se puede hacer la revolución sin una fuerza revolucionaria de millones de personas y esa fuerza va a surgir —no a causa de ningún apriorismo ni reificación de nuestra parte sino que por tener un análisis materialista dialéctico, podemos entender que va a surgir en gran medida— de la gente de la base de la sociedad, pero no de acuerdo a una noción clásica y purista del PRO-LE-TA-RI-A-DO (en mayúscula) ni hablar de ninguna noción economista de “LA CLASE OBRERA”, especialmente tal como está identificada esencialmente con “EL MOVIMIENTO LABORAL”.
Al mismo tiempo, la revolución, en particular la revolución comunista, no se hace —y nunca se podrá hacer— contra la pequeña burguesía. Eso no es ni el objetivo ni una estrategia que pueda tener éxito. Tenemos que captar firmemente la necesidad indispensable de tener una realineación estratégica, de conformidad con la estrategia del FUbDP y en términos esenciales con la manera en que logramos eso. Tenemos que entender en este contexto y para este propósito la importancia de las tres condiciones de Lenin para una insurrección (o en general para la lucha por la toma de poder, sobre todo en un país imperialista) y en particular la tercera de esas tres condiciones, es decir, la parálisis de los amigos débiles, fríos e indecisos de la revolución (una condición que sintetiza “Sobre la posibilidad de la revolución”) así como el punto sobre el “paracaídas”, específicamente cuando se “cierre” el paracaídas en el momento álgido de la crisis revolucionaria — o sea, la movilización de amplios sectores de las masas, de diferentes capas, alrededor del núcleo sólido de la revolución comunista, liderado por la vanguardia del partido7. Pero también es importante enfatizar que implicará el “cierre” relativo, no absoluto, del paracaídas, ya que aún en ese momento habrá contradicción y movimiento en direcciones contradictorias.
Al mismo tiempo, es crucial tener en mente que el paracaídas “se abrirá” después de la consolidación del nuevo poder estatal revolucionario. Este es un fenómeno objetivo y no es un asunto de “lo que permitiremos”. Recordemos al ataque simplista de Enver Hoxha contra el análisis teórico general de Mao sobre la burguesía en el partido —sobre cómo, en particular en la sociedad socialista, las fuerzas más importantes que representan a la burguesía están concentradas dentro del partido comunista mismo, sobre todo en los niveles más altos, y cómo los elementos burgueses (o las personas que siguen el camino capitalista) dentro del partido están trabadas continuamente y a menudo agudamente en lucha con aquellos que están resueltos a llevar hacia adelante la lucha revolucionaria y la transición hacia el comunismo. Hoxha dijo que Mao no debió haber permitido a la burguesía en el partido. En realidad, Hoxha estaba acusando a Mao de “liberalismo”; en efecto si no literalmente, Hoxha estaba diciendo que Mao debió haber cortado más cabezas — de acuerdo a Hoxha, Mao debió haber cortado simplemente la cabeza de la burguesía8. Ese argumento ignora la base material para la regeneración constante de la burguesía en la sociedad socialista —o convierte en un principio lo de permanecer ignorante acerca de dicha base material— debido a la misma naturaleza del socialismo como transición del capitalismo al comunismo y por qué los elementos burgueses no solamente surgirán en el partido comunista sino que pretenderán establecer cuarteles generales dentro del mismo y con el tiempo tomarán el control del partido comunista, porque el partido es la institución dirigente y más decisiva en la sociedad socialista9.
No se trata todo esto de “lo que permitiremos”, sino de lo que el materialismo y la dialéctica nos enseña que pasará — y cómo nosotros manejamos esa necesidad, cómo transformamos eso hacia nuestros objetivos fundamentales de revolución, socialismo y a la larga comunismo a través del mundo.
Pero, para retornar a un punto importante relacionado con el reto de hacer la revolución en realidad (y específicamente vencer la primera cuesta de tomar el poder), tenemos que tomar en cuenta el “cierre” del paracaídas con la aproximación y luego la maduración de una situación revolucionaria, porque eso es una parte importante de lo que hará que una revolución sea posible. ¿Cómo realizamos el trabajo en preparación para una situación y cómo llegamos a estar en una posición de aprovechar una situación, donde sí queda al descubierto que todos estos otros programas (que en lo fundamental representan fuerzas de clase en la sociedad cuyos intereses corresponden a la búsqueda de algunos ajustes y a la larga una acomodación al sistema existente) tienen limitaciones respecto a la resolución de la crisis aguda, la situación desesperada de gran cantidad de personas y la determinación de obtener un cambio radical? ¿Cómo le damos vida a este trabajo mediante la agitación y propaganda, combinada con la experiencia concreta de las masas de chequear diferentes líneas y programas durante un período de tiempo y especialmente en una situación de crisis aguda? No solo se trata de decir simplemente que “todos nosotros ya sabemos del ‘cierre’ del paracaídas, que nos cercioremos de que no olvidemos el momento cuando ‘se abrirá’ el paracaídas después, en caso de que la revolución tenga éxito y de hecho se cree una nueva sociedad socialista”. ¡No, no olvidemos el “cierre” tampoco… o no “se abrirá”, es decir, no habrá ninguna revolución, no habrá ninguna toma de poder por las fuerzas revolucionarias y ni siquiera tendremos la oportunidad de bregar con todas las complejidades de dirigir una sociedad socialista — en un verdadero sentido enloquecedor aunque fundamentalmente vigorizador!
Ahora, que quede claro, no solamente es necesario pensar continuamente y forcejear sobre la manera en que se hará la revolución, sino que también se tiene que pensar científicamente y analizar científicamente la cuestión de qué pasa después de la toma de poder y cómo se va a manejar las nuevas contradicciones que aparecerán —o las nuevas expresiones que las contradicciones asumen— en esa situación radicalmente diferente. Incluida en todo eso está la cuestión de “los cambios en la composición social y de clase” que se dan en el curso de la transformación socialista. Esto retoma la discusión anterior sobre los individuos y las clases y la orientación y enfoque correcto hacia eso, en contraposición a la idea que dice que el proletariado (u otras clases explotadas tales como el campesinado) es una clase no diferenciada, estática, reificada y sin cambio tanto en la actualidad como en la futura sociedad socialista.
1 La Segunda Internacional existió de 1889 a 1916. A pesar de la participación de unos auténticos partidos comunistas, sobre todo los bolcheviques de Rusia liderados por V. I. Lenin, en lo básico la Segunda Internacional no fue revolucionaria. La gran mayoría de los partidos de la Segunda Internacional se habían acostumbrado a los “tiempos de paz” y se habían empantanado en el parlamentarismo y en otras formas de “colaborar dentro del sistema”. No tuvieron ninguna preparación para el cambio radical de la situación frente al estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 y con el tiempo se claudicaron abiertamente a la burguesía, precisamente en un momento en que se propiciaban oportunidades revolucionarias en varios países. Una concentración de este fenómeno fue el Partido Social-Demócrata alemán liderado por Carlos Kautsky, que contaba con millones de seguidores de entre las masas; cuando estalló la guerra, sus representantes en el parlamento votaron en apoyo de “su” gobierno imperialista y contra los otros imperialistas a pesar de que habían firmado, unos cuantos años antes, el Manifiesto de Basilea, que precisamente juró NO apoyar tal guerra y que, de hecho, consideró como crimen dicha guerra y juró utilizarla para acelerar la caída del “capitalismo”. En el curso de dirigir la revolución bolchevique y el estado socialista a que dio origen, Lenin libró una aguda lucha contra el revisionismo de Kautsky y otros de la Segunda Internacional y rompió decisivamente con dicho revisionismo. Vea más al respecto en Lenin, La bancarrota de la Segunda Internacional (Obras completas, tomo 22). [regresa]
2 La línea de R. Palme Dutt se desarrolla en su libro en inglés El fascismo y la revolución social (San Francisco: Proletarian Publishers, 1974). [regresa]
3 Jorge Dimitrov fue una figura dirigente de la Tercera Internacional (Comunista) o la Comintern, que Lenin fundó en 1919 poco después del triunfo de la revolución rusa. En 1929, Dimitrov se trasladó de la Unión Soviética a Alemania con la finalidad de encabezar la sección centroeuropea de la Comintern. En febrero de 1933 en Berlín, las autoridades lo arrestaron a él y a cuatro personas más y los acusaron de participar en el incendio del edificio del Reichstag (el parlamento). Adolfo Hitler, que había tomado posesión como canciller (el jefe de gobierno), y el partido nazi utilizaron el incendio como justificación para realizar arrestos en masa contra los miembros del Partido Comunista de Alemania y consolidar su dominio fascista del poder. Después de siete meses en la cárcel, Dimitrov y los demás fueron procesados. Se le declaró culpable y se ejecutó a uno de los acusados pero Dimitrov y los otros fueron deportados a la Unión Soviética.
Dimitrov presentó la línea del Frente Unido Contra el Fascismo en discursos pronunciados ante el VII Congreso de la Comintern en 1935 (Jorge Dimitrov, Lucha por el frente único contra el fascismo y la guerra, Barcelona: Nagsa, 1937). [regresa]
4 Véase Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung, de Bob Avakian (Chicago: Liberation Distributors, 1991), en particular el capítulo 2, “Guerra revolucionaria y línea militar”, así como el capítulo 1, “Revolución en los países coloniales”, que tratan los aportes de Mao al desarrollo de la teoría y la línea de la revolución de nueva democracia y la guerra popular prolongada en China y la manera en que todo eso se aplica en general en los países del tercer mundo. La edición en español aún está a la venta. Un corto resumen de algunos de los elementos principales de la estrategia de la guerra popular y de su aplicación a los países del tercer mundo se halla en “Sobre la posibilidad de la revolución”, que sale en el folleto de Revolución titulado Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, 1º de mayo de 2008, que también está en línea en revcom.us/a/102/possibility-es.html. [regresa]
5 Se hallan unas referencias a esta metáfora del “mapa multicolor y de múltiples capas” en algunas obras recientes de Bob Avakian, entre ellas, “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, parte 2, en línea en revcom.us y en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008. [regresa]
6 Bob Avakian, From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist (Chicago: Insight Press, 2005). [regresa]
7 Se trata a fondo el punto sobre el “paracaídas” en “La base, las metas y los métodos de la revolución comunista”, de Bob Avakian, en Revolución Nos. 46-50, del 14 de mayo al 11 de junio de 2006 y en línea en revcom.us/chair-s.htm#labase. [regresa]
8 Enver Hoxha fue líder del Partido del Trabajo de Albania desde fines de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1985, durante los años en que ese partido encabezaba el gobierno de ese país y declaraba que fuera socialista. Después de la muerte de Hoxha, se desenmarañaron el gobierno del país y el partido que él encabezó y el país cayó bajo el dominio de fuerzas que abandonaron abiertamente toda apariencia de “socialismo”. [regresa]
9 Véase en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (septiembre de 2008), en línea en revcom.us o en forma de folleto de RCP Publications, 2009, y en la Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (RCP Publications, 2008), más discusión del fenómeno de las fuerzas burguesas —“los seguidores del camino capitalista”— que surgen al interior del partido comunista, sobre todo en los niveles más altos, en particular en las situaciones en que el partido es la fuerza dirigente de la sociedad socialista, y de la naturaleza básica de la lucha revolucionaria contra los esfuerzos de restaurar el capitalismo de parte de los “seguidores del camino capitalista”. [regresa]
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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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Una carta abierta a los comunistas revolucionarios y a todos que piensan seriamente acerca de la revolución:
Lo siguiente fue escrito por alguien que ha estado participando activamente en el movimiento comunista desde finales de los años 60 y ha estudiado y seguido de cerca la experiencia de este movimiento en el mundo e históricamente.
Por medio de esta carta espero contribuir de alguna forma a la discusión actual sobre el rol y la importancia del presidente Bob Avakian en la lucha por un mundo comunista.
La manera en que uno valora el rol que ha jugado Bob Avakian en el movimiento revolucionario de Estados Unidos y en el mundo durante los últimos 40 años, en el análisis final, en sí ha constituido una cuestión de la manera en que uno ve la propia revolución comunista: está uno a favor o en contra de ella. No se trata de convertir esto en un absoluto ni de dar a entender que en cualquier momento particular se oponen a la revolución comunista de manera consciente todas las personas que no tienen claridad sobre el rol que Bob Avakian ha estado jugando y está jugando: tal punto de vista mecánico sería tanto incorrecto como dañino. El conocimiento y el entendimiento están en movimiento, se desarrollan (tal como lo ha hecho el rol que Bob Avakian está jugando). Por eso se trata de “en el análisis final”. A la vez y cómo la experiencia concreta repetidamente ha demostrado, eso es objetivamente cierto y tarde o temprano la verdad también se impondrá en el entendimiento subjetivo de alguien.
La primera vez que supe de Bob Avakian, estudiaba en los EE.UU. a fines de los años sesenta y empezaba a participar en la política revolucionaria. Mi introducción vino de dos fuentes. La primera era por medio de Red Papers (Cuadernos Rojos) 1 y 2, que eran los documentos fundamentales de la Unión Revolucionaria (UR), el grupo precursor del Partido Comunista Revolucionario Comunista, Estados Unidos (PCR, EU). Unas personas en la universidad a que asistía habían estado en contacto con la UR y circulaban los Red Papers como contribuciones importantes a entender cómo una revolución de la clase obrera podría ser posible en los EE.UU. La gente ya comenzaba a hablar de Avakian como uno de los principales líderes de la UR y autores de los Red Papers.
Empecé a leer los Red Papers y me impresionó mucho la manera sistemática y seria en que se presentaba su análisis. Esto no es realmente lo mismo que entender este análisis de una manera más profunda, pero como indiqué antes: el conocimiento se desarrolla. Eso fue un comienzo.
Mi segunda vía de introducción a Avakian vino en la forma de dos películas documentales hechas por un grupo llamado Newsreel, las que estaban circulando en ese tiempo. Una se llamaba “Primero de Mayo (Pantera Negra)” y trataba un mitin del Primero de Mayo en San Francisco organizado por el Partido Pantera Negra en (si no me equivoco) 1969. La otra película se llamaba “La huelga de los trabajadores del petróleo de Richmond” y trataba una huelga organizada por los trabajadores en una refinería de la empresa Standard Oil en Richmond (California) y mostró cómo los revolucionarios se habían unido con estos trabajadores y los habían apoyado. Bob Avakian sale en ambas películas. Su presencia, específicamente en el mitin de los Panteras Negras, me impresionó mucho.
Como muchos saben, en ese tiempo los Panteras eran un componente importante de la vanguardia del movimiento revolucionario en los EE.UU. Su posición revolucionaria consecuente contra el imperialismo de los EE.UU. y en las narices de la represión más fiera y asesina fue un elemento importante del panorama político en esos días. Yo había oído que Avakian y la UR trabajaban en estrecha colaboración con los Panteras. Pero oír de todo eso fue una cosa; verlo en una película fue algo completamente diferente. Ahí estaba Avakian en el escenario con un Libro Rojo en la mano diciendo: “Déjenme decirle una cosa a la gente blanca en el público…” y luego subrayó con mucha fuerza que, si bien el Partido Pantera Negra había tomado una postura firme de que la gente blanca no era el enemigo, que no se debía interpretado eso como que la gente blanca no tuviera ninguna responsabilidad de tomar parte firmemente en la lucha contra la opresión del pueblo negro y contra el sistema imperialista en conjunto. Me acuerdo que me decía: “Vaya, este tipo puede explicarlo muy bien”.
Estando yo lleno de entusiasmo así como un poco influenciable, todo eso bastó para convencerme de que Bob Avakian iba a ser un líder importante en alguna revolución que tuviera lugar dentro los EE.UU. En retrospectiva obviamente eso fue una conjetura y no una valoración basada en la ciencia: una conjetura bienintencionada, pero no obstante una conjetura. No hay nadie que pudiera haber predicho con tanta certeza que eso hubiera resultado, no solamente con respecto a los EE.UU.
A medida que se desarrollaba la situación y se vislumbraban los puntos de viraje importantes de ese período, Avakian efectivamente jugó un papel dirigente en el desarrollo del camino hacia adelante y de “ir en contra de la corriente” de enfrentarse y derrotar a las ideas y tendencias incorrectas que hubieran llevado las cosas en los EE.UU. por un camino equivocado u otro. Describe estas luchas de una manera muy viva y hasta poderosa en su autobiografía From Ike to Mao and Beyond, My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist.
En esos días las ideas como nacionalismo, aventurerismo, etc., tuvieron una influencia grande sobre la gente con inclinaciones revolucionarias porque no se habían definido ni resuelto muchas cuestiones muy fundamentales1 . La gente que promovía estas líneas incorrectas muchas veces hizo ataques personales a Avakian en lugar de tratar las cuestiones de principios en los debates. Por eso lo que está saliendo hoy de unos círculos no tiene nada de nuevo. Aprender a distinguir esos ataques sin escrúpulos y tratar las cuestiones principales de línea política constituía una preparación importante para las batallas en el futuro. La línea que Bob Avakian dirigió a formular y propagar, el método que usó para hacerlo y el hecho de que nunca titubeara de cara a esos ataques, jugaron un papel crucial en esta formación.
Aun en estos años de formación, dadas todas las distracciones y los callejones sin salida que fue necesario torear con éxito para poder avanzar por una vía básicamente correcta, ¿qué hubiera pasado si Bob Avakian no hubiera jugado el papel que de hecho jugó? ¿Es imaginable que siquiera se hubiera formado el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (PCR, EU) en primer lugar? Y si se hubiera hecho eso, ¿qué tipo de partido hubiera sido? Sin el rol de Avakian, ¿qué, si es que hubiera algo, se hubiera consolidado dentro de los EE.UU. en el gran auge de lucha revolucionaria que recorría el mundo en los años sesenta y comienzos de los setenta?2
Cuando el golpe de estado tuvo lugar en China, la situación dio un salto… cobró aún más urgencia una de las “grandes necesidades” sobre las que el PCR ha escrito en documentos recientes. En ese momento inmediato no estaba tan claro hasta qué grado eso fue cierto, aunque objetivamente fue verdad. Como cuenta en su autobiografía, Avakian escribió el documento “Los revisionistas son revisionistas y no debemos apoyarlos; los revolucionarios son revolucionarios y debemos apoyarlos”. Este documento puso al descubierto la línea revisionista que había tomado el poder después de la muerte de Mao y defendió la línea de Mao y de la Banda de los Cuatro3 . Constituyó la base para unir a la gente para derrotar a la facción menchevique revisionista pro-Deng en la reunión del Comité Central que tuvo lugar para tomar una decisión sobre qué posición el PCR adoptara sobre lo que pasó en China4 . Que yo sepa —desafortunadamente— ningún otro partido u organización maoísta en el mundo logró redactar tal documento.
Cuando uno lee acerca de esto en la autobiografía de Avakian, lo que verdaderamente sale a relucir es cuán profundamente entendía él el hecho de que la cuestión de evaluar correctamente el golpe de estado fue, como él mismo lo describe, una “cuestión cardinal” sobre la que “no se podía transigir”. Valorar correctamente y ganar la lucha en la reunión del Comité Central acerca de esta cuestión fue crucial no solo para mantener al PCR en un camino revolucionario sino también abrir la trayectoria general de desarrollo que le siguió.
Todas las fuerzas maoístas que hicieron una valoración equivocada de esta cuestión rápidamente se convirtieron en revisionistas. Casi todos los que pensaban que pudieran quedarse de brazos cruzados o que sentían que fuera demasiado complicado o estuviera en un país muy lejos como para conocer la situación, siguen padeciendo —si es que aún existen y no han corregido este error— el pensamiento agnóstico y pragmático que propició tal posición. Además, a muchos de los que asumieron una posición básicamente correcta acerca del golpe de estado, pero no fundamentaron esta valoración en un análisis profundo tal como Avakian hizo, les costaron grandes dificultades no solo captar los grandes avances de Mao en el análisis del carácter contradictorio del socialismo como una sociedad revolucionaria de transición sino también tener un enfoque científico hacia la ciencia de la revolución en general.
¿Qué hubiera pasado si Avakian no hubiera captado esta cuestión de la manera en que lo hizo, incluido entender y tener la orientación de que éste fue un asunto de vida o muerte que requería no echarse para atrás?
En ese entonces Avakian también escribió Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung. Para los que no están familiarizados con esta obra, es una obra importante que sintetiza las contribuciones cualitativas de Mao a la ciencia de la revolución. Aunque ha habido más avances desde entonces, si uno estudia esta obra, verá que Avakian no se queda contento con una mera discusión de lo que Mao decía sobre los asuntos importantes que trata el libro. Cuando de Bob Avakian y cuestiones importantes de principio político se trata, jamás ha habido ni dejo de superficialidad o como él mismo dice en su autobiografía: “Cuando me meto en algo, me gusta meterme profundamente…” (p. 248). (A propósito, esto es algo que a la vez ha frustrado y enfurecido a los que se le han opuesto durante todos estos años.)5
En cada capítulo de Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung, Avakian empieza primero con un resumen del pensamiento de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre estos temas y luego explica cómo Mao había desarrollado cualitativamente el entendimiento comunista sobre cada tema. En el último capítulo Avakian, como le es típico, trata a Mao de manera dialéctica y empieza una discusión inicial sobre algunos de los puntos débiles de Mao. En otras palabras, trata todo esto de un modo omnímodo y profundo. Queda claro que no solo se había empapado a fondo en Mao sino en el marxismo-leninismo en general. Como resultado, su obra constituyó el esfuerzo más avanzado de este tipo en cualquier lugar y sentó la base teórica para defender las contribuciones de Mao y la experiencia revolucionaria de China así como un punto de partida para profundizar más el entendimiento de estas contribuciones (sus aspectos positivos así como negativos)6 .
Si él no pudiera haber hecho todo eso, ¿qué análisis existiera en el mundo hoy en cuanto a los avances cualitativos de Mao en nuestra ciencia revolucionaria y la experiencia del socialismo en China en general? Recordemos que en ese tiempo no solo emanaba el revisionismo de China sino también pesaba el dogmato-revisionismo de Albania que decía que Mao nunca había sido un comunista y China nunca había sido socialista. Por ridículo que eso parezca hoy, en ese momento esta línea ejercía mucha influencia entre las fuerzas anteriormente maoístas del mundo. Sin la dirección de Avakian, ¿qué le hubiera pasado al PCR, EU, en términos de seguir en el camino revolucionario? Recordemos que ningún otro partido en un país imperialista logró sobrevivir como un partido revolucionario después del golpe de estado en China: ni uno solo — y había muchos, entre ellos, una buena cantidad que fueron mucho más grandes y más influyentes que el PCR en ese entonces7 .
En conexión con esta lucha, como el PCR ha documentado, también se dio el redescubrimiento, por así decirlo, de ¿Qué hacer?, de Lenin. Aunque al comienzo este “redescubrimiento” aún se combinaba con la influencia del economismo y que hoy se está resumiendo que durante las últimas dos décadas surgieron nuevos problemas al respecto, ¿qué hubiera resultado si este redescubrimiento inicial no se hubiera hecho en ese momento? ¿Siquiera hubiera sido posible llegar al entendimiento actual del “quéhacerismo enriquecido”?
Después de esta fase, Avakian seguía dando pasos hacia delante — por no decir algo más fuerte. Recuerdo cuando ¿Conquistar el mundo? El deber y destino del proletariado internacional apareció. En la “Discusión con unos camaradas sobre epistemología”, se refiere a esta obra como el comienzo de una “ruptura epistemológica”8 . Estoy totalmente de acuerdo con eso. Para algunos, el análisis y la síntesis que hace en ese documento —el enfoque metodológico así como las conclusiones políticas— fueron como un relámpago; otros le tuvieron menos entusiasmo (por no decir más). Los que tuvieron “menos entusiasmo” vieron el documento como una especie de herejía ya que criticaba una buena parte del pensamiento dominante desde hace mucho arraigado dentro del movimiento comunista internacional acerca de las cuestiones que trata. De nuevo, Avakian estaba yendo contra una marea muy grande aplicando —y desarrollando— el principio de “buscar la verdad” sin importar adónde lleve y a quién pueda ofender.
¿Conquistar el mundo? representó la ráfaga inicial de Avakian de lo que luego llegó a ser un análisis y crítica general del método de la “verdad política”: una enfermedad que históricamente ha afligido tanto a nuestro movimiento. Es verdadera sorprendente el modo en que Avakian defiende firmemente los principios correctos básicos y los auténticos avances, pero que al mismo tiempo rompe con la convención y hace una evaluación verdaderamente crítica y autocrítica de la historia y la práctica de nuestro movimiento hasta ese momento. Sé que para mí todo eso me abrió un panorama completamente nuevo de la historia de nuestra lucha además de qué enfoque teníamos que tener hacia las cosas en general para poder llegar a donde quisiéramos ir.
Entre todas las observaciones profundas que Avakian hace en ¿Conquistar el mundo? —y hay muchas—, el análisis que hace acerca de la revolución proletaria mundial como un proceso mundial integrado único en que la arena internacional es en general lo principal es, a mi parecer, un salto histórico-mundial en nuestro entendimiento de este tema. Pone en un contexto completamente diferente y cualitativamente más científico la cuestión general del internacionalismo proletario, la dialéctica de la defensa y el avance y el enfoque correcto para evaluar los factores que afectan las condiciones para la revolución en el mundo — y en países particulares. Estoy de acuerdo con la estimación del PCR de que este entendimiento tiene una importancia fundamental para la estrategia y las tácticas de los comunistas en el mundo y en todos los países.
Este descubrimiento sentó la base para la conclusión de Avakian de que el socialismo en un país particular en primer lugar debe construirse como una base de apoyo para la revolución mundial. Esta es una ruptura paradigmático fundamental sobre esta cuestión: que abre enormes posibilidades nuevas de libertad para hacer avanzar nuestra lucha en países particulares y en el mundo. Desafortunadamente, una cantidad exageradamente grande de personas —por varias razones— no ha sido capaz ni ha estado dispuesta a hacer suyo este entendimiento. Creo que no exagero al decir que si nuestro movimiento no adoptara y aplicara el enfoque de Avakian hacia esta cuestión, sería imposible llegar al comunismo.
Si Avakian no hubiera seguido adelante y no hubiera seguido haciendo estos grandes avances, ¿qué hubiera pasado a nuestro movimiento en el mundo? ¿Hubiera sido posible sin todo esto la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) y la redacción de su Declaración (con el contenido que tiene)? ¿Y qué dirección hubiera tomado el PCR si este entendimiento no se hubiera desarrollado?
Como ha sucedido, ¿Conquistar el mundo? fue solamente la primera salva en lo que han sido más que 25 años de constante análisis, saltos y avances para evaluar, resumir y sintetizar la experiencia del proyecto comunista: la economía política del imperialismo; la cuestión de la democracia; el colapso del revisionismo; la cuestión de la moral comunista, la ética, etc.; el rol de los intelectuales, el arte y “el asombro y la admiración” más ampliamente; la epistemología y la filosofía en general; la estrategia revolucionaria en los países imperialistas; el papel de la vanguardia; la contradicción entre la dirección y los dirigidos (el núcleo sólido y la elasticidad); y todos los otros avances polifacéticos para entender lo que el carácter del socialismo revolucionario verdaderamente es y cómo mantenerlo en el camino hacia el comunismo; etc.… En resumen, todos los componentes que ahora han surgido como la nueva síntesis de Bob Avakian.
Esta carta no es el lugar (ni soy la persona indicada) para pretender explicar más profundamente todo esto. Pero sí quiero comentar en pocas palabras un aspecto: la cuestión de cómo vamos a “hacer las cosas mejor la próxima vez”. Primero, un factor positivo muy importante en sí es que Avakian ha tratado la evaluación de la experiencia de la primera ola de revolución comunista con esta orientación. Fue absolutamente imprescindible que nosotros libráramos una intensa batalla para defender los grandes avances revolucionarios auténticos y los enormes logros hechos hasta ahora en la lucha por el comunismo — los cuales son muchos. Por otro lado, también ha quedado cada vez más claro con el paso de los años que no basta solamente defender “lo mejor de lo que se había hecho antes”: no basta para contestar de manera profunda y omnímoda a los críticos y a los enemigos de nuestro movimiento y de aún más importancia no basta para poder “hacer las cosas mejor la próxima vez”.
Como se concentra en la formulación “el núcleo sólido con mucha elasticidad”, Avakian ha abierto nuevos caminos en nuestro entendimiento de cómo utilizar correctamente el carácter contradictorio de la sociedad socialista como un motor para hacerla avanzar. A mi parecer, lo que él ha hecho en este respecto es de muchas maneras similar a lo que hizo en ¿Conquistar el mundo?, pero con quizás una importancia aún más trascendental e implicaciones aún más profundas: otro salto paradigmático, esta vez en cuanto a nuestro entendimiento general de la cuestión decisiva vital de la dictadura del proletariado como una transición revolucionaria al comunismo y a nuestro enfoque respectivo9 . Aunque Avakian defiende los grandes avances que se hicieron en la Unión Soviética y a un nivel cualitativamente superior en China, cuando esos países eran socialistas, y retoma las contribuciones teóricas de los quienes lo antecedieron, ha sometido esta experiencia a una evaluación científica omnímoda y rigurosa, con una valoración de las principales críticas de esa experiencia (de amigos y enemigos por igual).
Mediante esta profundización de nuestro entendimiento de la naturaleza, la importancia y el papel de la verdad en la lucha por el comunismo, ha desarrollado el concepto de que desencadenar repetidamente la sociedad entera para descubrir y entender la verdad y sobre esa base transformar la realidad (la sociedad y la naturaleza en general, que incluye el modo de pensar de la gente) a un nivel cada vez más profundo —junto con el avance de la revolución mundial como un todo— es un elemento central para mantener la sociedad socialista en un camino revolucionario. Al elevar nuestro entendimiento del significado de “abarca pero no reemplaza” y al hacer una ruptura fundamental con la “verdad política”, el pragmatismo, el empirismo, el reduccionismo, el instrumentalismo, etc., ha identificado de una manera completamente nueva la base material para el disentimiento en la sociedad socialista y su necesidad y su papel. Este proceso también ha conducido a una nueva concepción de nuestro entendimiento de la contradicción entre el individuo y el estado bajo la dictadura del proletariado10 . En una palabra, después de la derrota que signó el fin de la primera ola de revolución comunista y la respectiva confusión acerca de la posibilidad teórica y práctica de eliminar la sociedad de clases, Avakian ha planteado una visión cualitativamente nueva de un socialismo revolucionario como un sendero hacia un futuro comunista: que es viable así como liberador.
En vista de lo necesarios y urgentes que han sido todos estos avances, es muy difícil tomar en serio a los que dicen que son “innecesarios”, que “en el mejor de los casos son de menor importancia” o “que no tienen nada de nuevo”. Además, debido a que está ubicado como es en Estados Unidos —en el mero corazón estratégico actual del sistema imperialista mundial—, el PCR está en una muy buena posición como para hacer un gran avance que dé una enorme ayuda a la lucha mundial del proletariado internacional para emancipar a sí mismo y a toda la humanidad. Dada la calidad del papel de liderazgo que Avakian ha venido jugando en su partido por casi tres décadas, algo que ha sobresalido de nuevo en todo lo que contiene el nuevo Manifiesto que publicó hace poco el PCR (El comunismo: El comienzo de una nueva etapa) —que incluye especialmente lo que dice sobre el papel que jugó Avakian de llamar a realizar una “Revolución Cultural al interior del PCR” que se llevara a cabo “en medio de una Gran Marcha”: dado todo eso, es extremadamente difícil entender que alguien que participe en serio en la lucha por el comunismo no captara cómo la dirección a continuo del presidente Avakian aumenta enormemente la posibilidad de que se dé una revolución comunista en Estados Unidos durante nuestra vida y por ende cómo el rol que él está jugando es asimismo un factor extremadamente positivo para la revolución mundial como un todo.
Algunos preguntan qué derecho tiene Bob Avakian de decir que ha hecho tal contribución para nuestra ciencia y entendimiento comunista. Después de todo, afirman: “¿Qué ha hecho?” En primer lugar, este enfoque en realidad elude el problema —no se trata de “afirmaciones y contra-afirmaciones”. Chequee y evalúe la nueva síntesis. Ahí está el quid del asunto y la respuesta de este “problema”. Además, dejando de lado el hecho de que Bob Avakian está lejos de estar solo en hacer esta evaluación de sus contribuciones y sin repetir todo lo que ya se ha escrito en esta carta en términos de “qué ha hecho Bob Avakian”, la línea de argumentación de “qué ha hecho él” tiene problemas metodológicos fundamentales.
Se ha tratado en otros lugares el ejemplo de Marx y el enfoque que aplicó para obtener un entendimiento científico del funcionamiento de la sociedad humana y la naturaleza como un todo11 . Pero en pocas palabras, los grandes avances de Marx en esta área se basaron en su participación activa —y en su papel de dirección— en el movimiento comunista de su tiempo así como en los años de estudio y evaluación de un extenso conjunto de datos que abarcaba el mundo entero y la historia de la sociedad humana, además de su interacción crítica con una amplia gama de otros pensadores y análisis. Mediante el desarrollo y luego la aplicación del método del materialismo dialéctico para procesar los datos empíricos a su disposición —y mediante la aplicación de sus amplios conocimientos de la naturaleza y la sociedad humana junto con su enorme capacidad de pensamiento creativo—, Marx (junto con Engels) logró descubrir y sintetizar las leyes básicas de la naturaleza y la sociedad: el marxismo. Todo eso abarcó un entendimiento científico del funcionamiento interno del modo de producción capitalista además de la necesidad y la posibilidad de llegar al comunismo. Hoy su obra sigue siendo la piedra angular del comunismo científico.
Como otros también han señalado, lo que Bob Avakian ha hecho en los últimos 30 años y más es muy similar a eso. Primero, como presidente del PCR ha seguido dando una dirección global a su partido para llevar a cabo el trabajo y la lucha revolucionarios en Estados Unidos, además de jugar un papel dirigente en nuestro movimiento en el mundo. Al mismo tiempo y como dije anteriormente, se ha empapado profundamente en la experiencia histórica de nuestro movimiento; el marco teórico que ha guiado esa experiencia; las críticas y las evaluaciones de la experiencia del socialismo provenientes de todas partes; los debates y las conversaciones filosóficos, éticos y políticos de nuestros tiempos; y los nuevos sucesos y retos que han surgido en el curso de las últimas tres décadas. El producto acumulativo de su obra durante ese período es un nuevo entendimiento de nuestra ciencia revolucionaria que “…abarca reconfigurar y recombinar los aspectos positivos de la experiencia hasta la fecha del movimiento comunista y la sociedad socialista, mientras se aprende de los aspectos negativos de esa experiencia, en las dimensiones filosóficas e ideológicas tanto como las políticas…” (Avakian, Hacer la revolución y emancipar a la humanidad). Esto es el proceso y la dinámica por medio de los cuales el extenso “conjunto de la obra” de Bob Avakian ha surgido.
Al igual que Marx no pudiera haber escrito El capital yendo a trabajar en una fábrica, sería una idea igualmente despistada insistir que Avakian no pudiera haber desarrollado una nueva síntesis porque no participaba personalmente en cada lucha importante de nuestro movimiento durante los últimos 40 años. Tal cosa no es posible e insinuar que es una condición previa para dar un salto a la “etapa del conocimiento racional” (como Mao dice en Sobre la práctica) es apartarse en lo fundamental del método marxista. En última instancia, como nunca se puede cumplir esa condición, significaría que no es posible ningún avance omnímodo cualitativo más en el desarrollo de nuestra ciencia.
Algunos de los que plantean estos argumentos de “qué ha hecho él” dicen o dan a entender que para hacer los avances teóricos que Avakian ha hecho, primero uno tiene que haber dirigido una triunfante toma del poder — o al menos una guerra revolucionaria importante. Pero una vez más ese argumento es solo otra expresión de pragmatismo y empirismo (unidos en ciertos casos con una buena dosis del nacionalismo). Si se aplicaran esos mismos criterios a Marx y Engels, ¿no tendríamos que concluir que ellos no fueron sino unos habladores sabelotodos? Sí, andaban en la calle cuando eran jóvenes, pero también lo hacía Bob Avakian. No obstante, como los demás líderes comunistas, la dirección política que dieron y sus contribuciones teóricas se basaron sobre todo en conocimientos indirectos y no en la experiencia personal directa. No dirigieron ninguna guerra revolucionaria y nunca conocieron una sociedad socialista. Ni siquiera estuvieron presentes personalmente cuando nació la Comuna de París, la primera y única toma revolucionaria del poder durante su vida. Aunque no participaron directamente en ese suceso, eso no impidió que creyeran que pudieran resumirlo y sacarle lecciones teóricas y políticas decisivas de este suceso fugaz pero no obstante trascendental.
Quizás de aún más importancia, si se siguieran los enfoques incorrectos descritos aquí, estos tendrían dos consecuencias graves — e interrelacionadas. Primero, no se llevaría a cabo la tarea de evaluar críticamente la primera ola de revolución comunista que se plantea objetivamente, de identificar a partir de esa enorme reserva de experiencia los avances en teoría y en práctica que se debe defender y desarrollar, así como los errores y las deficiencias y sus causas, de modo que sea posible “hacer las cosas mejor la próxima vez”. Segundo, sin realizar esa tarea en algún momento y dadas las debilidades de la “primera ola” y todos los cambios que han ocurrido en el mundo desde la última vez que el proletariado tuvo el poder estatal, posiblemente no hubiera ocurrido ninguna otra revolución triunfante dirigida por comunistas o, si eso hubiera ocurrido, lo más probable sería que no se guiaría con el entendimiento necesario —y posible— para mantenerse en un camino revolucionario por un período sustancial de tiempo.
Quizás el enfoque de “quién es él” y “qué ha hecho él” tenga alguna validez en el planeta del “agnosticismo, pragmatismo y empirismo”; pero aquí en la Tierra la metodología que Avakian ha aplicado para enfrentar y transformar la necesidad que nuestro movimiento ha enfrentado respecto a analizar y entender la experiencia de la primera ola de revolución comunista y los sucesos desde entonces corresponde exactamente al método y enfoque científico que Marx y Engels desarrollaron y aplicaron primero. Al hacer todo eso Avakian ha establecido un criterio muy elevado manteniendo un enfoque de muchísimos principios hacia toda investigación, discusión, debate y lucha — lo que incluye un gran respeto para las contribuciones y opiniones de otros. Los resultados son mucho más que excelentes… son verdaderamente trascendentales e innovadores.
En cuanto a las afirmaciones del “culto a la personalidad” que se han planteado, hay un par de puntos que recalcar. Primero, esto se trata de la necesidad y el papel de la dirección, no de “cultos”. La necesidad de dirección no es algo que los comunistas imponen sobre la realidad; al contrario, surge en lo fundamental de las contradicciones y las condiciones fundamentales de la sociedad de clases y el proceso por el que se desarrolla el conocimiento racional.
Hay dos preguntas básicas que es necesario tratar: 1. ¿Representa la nueva síntesis de Bob Avakian un gran avance en nuestra ciencia en la forma en que se plantea: sí o no? Aunque uno conteste que “no”, tiene que tomarla en cuenta y explicar por qué no lo es… no se puede simplemente hacer esa afirmación con un(os) argumento(s) no materialista(s) o aun estrecho(s) y mezquino(s). (Si uno asume un enfoque serio y sistemático y todavía no está convencido, pues al menos los argumentos contribuirán al entendimiento de todos.) 2. Si uno contesta que “sí”, pues ¿no le presentará con la necesidad de ayudar a dar a conocer la nueva síntesis y su autor lo más ampliamente que sea posible en toda la sociedad… si es cierto que Bob Avakian está jugando el papel que se ha mencionado, pues no existe una necesidad crucial de hacer que la gente de todas partes esté consciente de esto y de todas las dimensiones de lo que significa para nuestra lucha, sus acciones, etc.?
Nadie está hablando de aceptar a ciegas la nueva síntesis sino de debatir y discutir de manera crítica, de lucha de principios y entendimiento consciente… todo eso no tiene nada que ver con “cultos” ni superstición de ningún tipo, ni la promoción de ningún tipo de líder infalible y sabelotodo que está por encima de toda crítica. De hecho, lo que se pide en esta carta es exactamente lo contrario de tales nociones.
En la introducción a Seis piezas fáciles, el físico Richard Feynman describe el “principio de la ciencia” con la frase siguiente: “La prueba de todo conocimiento es el experimento”. “El experimento”, escribe, “es el único juez de la ‘verdad’ científica. Pero”, se pregunta, “¿cuál es la fuente del conocimiento? ¿de dónde proceden las leyes que van a ser puestas a prueba?”12 “El experimento”, responde, puede darnos “sugerencias” acerca de las leyes fundamentales de la naturaleza, pero para llegar a “grandes generalizaciones” —a la teorización de las propias leyes fundamentales—, “también se necesita imaginación”.
Aunque Feynman no fue un materialista dialéctico13 —y que por ende eso pone límites sobre su materialismo— y no veía su obra en el contexto de la lucha por el comunismo ni en conexión con esa lucha, no obstante plantea un punto muy importante; el que es igualmente cierto para el desarrollo de la teoría comunista. Para dar un salto, cualquier clase de teoría científica correcta, que incluye la teoría comunista, debe incorporar una imagen (o una concepción) de lo que todavía no ha surgido (o, en la ciencia, lo que aún no se ha confirmado mediante la experimentación), es decir, debe “‘adelantarse’ a la práctica”.
Los avances teóricos cualitativos en la teoría comunista requieren no solo datos empíricos obtenidos por medio de la lucha revolucionaria y la más amplia gama de otras formas de práctica, sino también un enfoque materialista dialéctico y la aplicación de la imaginación y la visión para procesar y sintetizar esos datos. Bob Avakian ha exhibido repetidamente un manejo profundo del método materialista dialéctico y una “imaginación comunista” de calidad excepcional y alcance estratégico —que se infunde con una combinación de rigor científico, espíritu romántico revolucionario y amor para el pueblo. Él es de esa clase singular de visionarios radicales quienes, al menos hasta ahora, solo han aparecido una o dos veces en una generación — si acaso con tal frecuencia.
Además, estas cualidades y capacidad no cayeron del cielo en una forma acabada. El desarrollo político de Avakian, al igual que el de los demás, es un producto de necesidad y accidente. En él incide mucha contingencia. Allá por el año 1969 no hubo ninguna garantía de que Bob Avakian tomara el camino que ha tomado y lo hiciera avanzar hasta el nivel que lo ha hecho. Hubo muchas personas con orígenes y cualidades similares y que empezaron aproximadamente al mismo tiempo en el mismo camino general, que se han extraviado o se han quedado a la orilla del camino en uno de los numerosos puntos de virajes sobre la marcha. Así que las contribuciones de Bob Avakian no son el producto de algún genio innato, curso predeterminado de acontecimientos inevitable ni de “hacerlo por su cuenta”. Son el producto de un proceso complejo históricamente condicionado que —de acuerdo a muchos factores— pudo haber tenido un gran número de desenlaces mucho menos favorables14 .
En conclusión y si me permiten parafrasear algo: “Déjeme decir una cosa a los comunistas revolucionarios presentes…”
El último punto mencionado arriba debe subrayar cuán excepcional y valioso es nuestro camarada Bob Avakian para nuestra causa y lucha comunes. Es sumamente importante captar y entender eso.
Cuando Mao murió en 1976, era como que el movimiento comunista entero se contuviera la respiración y contemplara qué iba a pasar: no solo en China sino también en relación a qué íbamos a hacer sin el Gran Timonel al frente de nuestras filas. En ese entonces, Bob dijo en un discurso en una reunión conmemorativa a Mao: “Así que cuando preguntan, ¿quiénes serán los continuadores de Mao Tsetung, la clase obrera está lista con la respuesta: Millones y cientos de millones de nosotros seremos los continuadores de Mao Tsetung y continuaremos la causa por la que él luchó, en la que él nos dirigió y a la que él dedicó toda la vida, hasta que por fin se haya alcanzado ese gran objetivo de eliminar la explotación y la opresión y realizar el comunismo”15 .
En esa situación, fue muy importante establecer esa orientación y hacer esa declaración. Y debido a que en última instancia son las masas populares que hacen la historia —quienes, para parafrasear a Avakian otra vez, a la larga deben emanciparse a sí mismas—, también es correcto decir que los millones de masas serán los continuadores de Mao Tsetung. Pero al haber dicho eso y al recordarlo ahora, creo que también debamos reconocer que su declaración fue un poco parcial.
Las masas hacen la historia pero para tener una historia que conduzca a un mundo comunista, necesitan de una dirección: una auténtica dirección comunista, con figuras poco comunes y sobresalientes como Mao Tsetung. Así que la pregunta en ese entonces también fue: ¿qué líder o líderes iban a ponerse a la altura para responder a esa “gran necesidad”? He aquí una dialéctica importante. Sin personas capaces de hacer contribuciones excepcionales al nivel de un Mao Tsetung, es imposible que los demás hagan su máxima contribución y que la humanidad como un todo llegue al día en que ya no habrá ninguna división de trabajo institucionalizada permanente entre líderes y dirigidos16 .
En vista de todo lo que se ha dicho en esta carta, debe quedar claro que a mi parecer no cabe duda de que a lo largo de todas las vueltas, curvas y giros de las últimas tres décadas, Bob Avakian se ha puesto a la altura del reto y se ha ofrecido para jugar ese papel y responder a esa necesidad que existen objetivamente. No solamente ha mantenido el rumbo sino que ha producido un “conjunto de obras” con una nueva síntesis de nuestro entendimiento de la ciencia del comunismo: un nuevo nivel de libertad con el cual podemos interactuar con la necesidad que enfrentamos ahora y transformarla de una manera revolucionaria. Este es un enorme factor positivo para continuar y hacer avanzar la batalla trascendental para un mundo comunista.
Así, por esta y las demás razones descritas arriba, debemos apreciar, defender y celebrar sin reservas al camarada Avakian: con orgullo y osadía dar a conocer su papel y sus contribuciones a las masas populares en todas partes y de tal manera contribuir a convertir su nueva síntesis en una fuerza material para cambiar el mundo. Podemos y debemos declarar que el presidente Bob Avakian es en efecto un ejemplo sobresaliente de lo que significa ser un auténtico tribuno y servidor del pueblo — un verdadero emancipador de la humanidad.
Reciban un saludo comunista muy caluroso y sentido,
Notas
1. Con esto no estoy dando a entender que tales tendencias incorrectas no existan o no tengan influencia hoy, sino que en ese entonces aún había una gran falta de claridad sobre si siquiera se debería evaluar estas cuestiones sobre una base marxista-leninista o con otro enfoque. [regresa]
2. No puedo tratar en esta carta lo que se ha planteado en diferentes documentos publicados por Avakian y el PCR en que se dice que en algunos sentidos, debido a la influencia del economismo, la formación del PCR fue un gran avance así como su “punto más bajo”. Desde luego fue preferible tener un “punto más bajo” desde el cual se pudiera construir algo que no tener “ningún punto” en absoluto. [regresa]
3. La Banda de los Cuatro se refiere a los cuatro camaradas dirigentes más íntimos de Mao durante la Revolución Cultural y en el momento de su muerte. Su arresto estuvo al centro del golpe de estado contrarrevolucionario fraguado por Deng Xiao-ping y los otros revisionistas de China. [regresa]
4. El PCR dio a conocer públicamente los principales documentos de esta lucha en el libro Revolution and Counter-Revolution: The Revisionist Coup in China and the Struggle in the Revolutionary Communist Party, USA (Revolución y contrarrevolución: El golpe de estado revisionista en China y la lucha en el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos) (Chicago: RCP Publications, 1978). [regresa]
5. En Revolution and Counter-Revolution donde aparecen los principales documentos de la dirección del PCR con los de la “camarillade Jarvis y Bergman” (los mencheviques), se halla el texto “China avanza por el camino socialista” (así se titula), en que los mencheviques caracterizan como un “golpe de estado” la reunión del Comité Central en que Avakian logró convencer a una mayoría de los integrantes a que apoyara su posición acerca de China. Además, van al extremo de quejarse del hecho de que se había circulado el ensayo de Avakian entre los altos dirigentes del partido —ellos incluidos— antes de la reunión; como si actuar en forma franca y honrada fuera algo negativo. Luego, discuten por qué no tomaron más medidas “para poner verdaderas barreras en el camino del presidente”. Al tratar de explicar esta “falla” y por qué al final del debate en la reunión del Comité Central votaron de hecho a favor de la posición planteada por Avakian y que solamente después decidieron “rebelarse”, una de las razones que plantean es: “nuestro temor a tener que enfrentar al presidente en una gran batalla frontal…”. ¿Se debió este “temor” que ellos describen a que Avakian pasaba las noches viendo películas de Bruce Lee, como si en caso de que alguien tuviera un desacuerdo con él en una reunión, él pudiera sacar sus chacos japoneses y darles una sonora paliza? ¿O el “temor” de los mencheviques se debió al hecho de que Avakian asume posiciones fundamentadas en análisis sólidos y que está listo y es capaz de presentarlas de manera convincente y defenderlas con tenacidad; pero que de su parte los mencheviques meramente echaban mucho verbo? (Vea Revolution and Counter-Revolution, pp. 143-144). [regresa]
6. Además, en ese entonces se celebraron importantes presentaciones en Nueva York y el Área de San Francisco en que Avakian explicó el curso preciso de acontecimientos que desembocaron en el golpe de estado en China y propició su triunfo. La presentación se editó en un folleto titulado La pérdida en China y el legado revolucionario de Mao Tsetung. [regresa]
7. Permítame añadir aquí, solamente con fines de recalcar el punto, que desde entonces no se ha formado ni un solo partido de peso significativo en un país imperialista. Cabría indagar un poco por qué esto ha ocurrido, qué significa que en lo que hoy es el país imperialista más poderoso del mundo, sí existe un auténtico partido de vanguardia y lo que eso tiene que ver con el rol que Bob Avakian ha desempeñado. [regresa]
8. “Una discusión de Bob Avakian con unos camaradas sobre epistemología: Sobre conocer, y cambiar, el mundo”, en Obrero Revolucionario (ahora Revolución) #1262, 19 de diciembre de 2004 y reimpreso en Un Mundo Que Ganar No. 2006/32. [regresa]
9. De lo que se trata aquí no es de tratar de “medir” estas cosas en sus relaciones entre sí, sino del desarrollo del conocimiento y del entendimiento: la dictadura del proletariado de hecho sentó las bases y contribuyó a dirigir la transformación revolucionaria al comunismo. [regresa]
10. Como Avakian explica más en Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, este proceso abarca “abrir cualitativamente más espacio para dar expresión a las necesidades intelectuales y culturales del pueblo, entendidas en el sentido amplio, y posibilitar un proceso más diverso y rico de exploración y experimentación en los campos científicos, artísticos y culturales, y en la vida intelectual en general, con mayor campo para la contienda de diferentes ideas y escuelas de pensamiento, y para la iniciativa y creatividad individuales y la protección de los derechos individuales, con espacio para que los individuos interactúen en la ‘sociedad civil’ independientes del estado — todo en un marco general cooperativo y colectivo y al mismo tiempo a la medida que el poder estatal se mantiene y se sigue desarrollando como un poder estatal revolucionario al servicio de los intereses de la revolución proletaria, en el país en particular y por todo el mundo, donde este estado es el elemento dirigente y central de la economía y la dirección general de la sociedad, mientras el estado en sí se transforma continuamente en algo radicalmente diferente de todos los estados previos, como una parte crucial del avance hacia la abolición posterior del estado al llegar al comunismo a nivel mundial”. [regresa]
11. Vea por ejemplo: ¿Atascado en el “horrible presente capitalista” o forjar un camino al futuro comunista? Una respuesta a las Nueve cartas de Mike Ely, de un grupo de escritores del PCR, en inglés. [regresa]
12. Richard P. Feynman, Seis piezas fáciles: La física explicada por un genio (Barcelona: Crítica, 2002). Feynman fue un prominente física estadounidense en los años de la post Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1988. En 1965 recibió el premio Nóbel en la Física por su trabajo en la electrodinámica cuántica. Seis piezas fáciles es una colección de conferencias de introducción a la física que dio originalmente en 1963. El pasaje íntegro se lee: “El principio de la ciencia, casi la definición, es el siguiente: “La prueba de todo conocimiento es el experimento. El experimento es el único juez de la ‘verdad’ científica. Pero ¿cuál es la fuente del conocimiento? ¿de dónde proceden las leyes que van a ser puestas a prueba? El experimento por sí mismo ayuda a producir dichas leyes en el sentido de que nos da sugerencias. Pero también se necesita imaginación para crear grandes generalizaciones a partir de estas sugerencias: conjeturar las maravillosas y simples, pero muy extrañas estructuras que hay debajo de todas ellas y luego experimentar para poner a prueba una vez más si hemos hecho la conjetura correcta” (subrayados en el original, citado en http://aulaciencia.wordpress.com/2007/10/16/premios-nobel/). [regresa]
13. Que yo sepa, Feynman no se consideraba a sí mismo un materialista dialéctico. Pero para hacer los descubrimientos en la mecánica cuántica que él logró, obviamente tuvo que aplicar un enfoque en general materialista a la realidad. Por ejemplo, también hace el siguiente comentario: “Si supusiéramos que debido a un gran cataclismo se destruyera todo el conocimiento científico, y solamente se pudiera legarle una frase a la generación que sobreviviera, ¿cuál expresión encapsularía la mayor información utilizando apenas unas cuantas palabras? La respuesta, me parece, es la hipótesis atómica… que todas las cosas están hechas de átomos, que son pequeñas partículas en movimiento perpetuo que se atraen entre sí cuando están a una distancia muy corta entre la una y la otra, pero que también se repelen al acercarse entre sí mas allá de cierto limite” (citado en diversos portales electrónicos; p. 4 del libro en inglés; subrayado en el original). [regresa]
14. En su autobiografía, Avakian da una rica descripción de la manera en que se compenetran en general la necesidad y el accidente: su niñez en la familia y la enfermedad que pudo haberlo matado; las influencias cultural, sociales y personales iniciales; su despertar a la vida política en Berkeley a comienzos de los años 1960; la experiencia radicalizante de conocer a Huey Newton y Eldridge Cleaver; la influencia que tuvo Leibel Bergman de orillarlo hacia el marxismo-leninismo y el comunismo; la formación de la Unión Revolucionaria y del Partido Comunista Revolucionario; etc.: es un historia fascinante de su vida, de los tiempos y de la influencia que su interacción con la gente y los acontecimientos tuvo en él — y viceversa. [regresa]
15. Citado en Revolution and Counter-Revolution, p. xiii. [regresa]
16. Esta dialéctica también tiene otro aspecto: cuanto más todos contribuyan a la lucha general, más bases habrá para que nuestros líderes sobresalientes también aumentan el nivel de sus contribuciones. [regresa]
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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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De worldcantwait.org:
Hace seis años el régimen de Bush desencadenó una pesadilla de “conmoción y pavor” sobre el pueblo de Irak. Una guerra empezó con descaradas mentiras reforzadas con la tortura y perpetuadas con la ocupación militar que ha sido responsable de las muertes de cerca de un millón de iraquíes. Barack Obama, el “candidato de la paz”, se comprometió a continuar la ocupación de Irak y escalar la guerra injusta por el imperio en Afganistán.
El jueves 19 de marzo y el sabado 21, en docenas de ciudades y pueblos de Estados Unidos, la gente protestó por las guerras criminales y la tortura perpetradas por el gobierno de este país. Desde Florida a Washington, desde Maine a California y en otras partes la gente se reunió y encontró formas creativas y valerosas de alzar la voz en oposición a estas guerras injustas.
Reportes de estas acciones y un resumen más completo de estas serán puestas pronto en el portal de worldcantwait.org. Pero lo que ya es evidente es que hay una enorme cantidad de consternación latente, oposición, descontento y enojo hacia la continuación de Obama de las guerras criminales iniciadas por Bush; pero aún más, este sentimiento necesita crecer, tener más claridad de propósito y resolución entre sectores más amplios del pueblo, y estas guerras por el imperio deben ser detenidas por las acciones políticas independientes del pueblo.
Como parte de la “Gira ¡No somos los soldados de ellos!”, El Mundo Que Ganar está llevando los ex combatientes de Irak y Afganistán a las aulas de las secundarias. Sus historias les dan razones a los alumnos para oponerse a los reclutadores militares, y los organizadores de El Mundo No Puede Esperar ayudan a alumnos a planear cómo oponérseles. Información: Wearenotyoursoldiers.org, 347-385-2195.
Busque en línea la cobertura de la protesta en Washington, D.C. y otras novedades en el mundo.
Lectura obligatoria del portal de El Mundo No Puede Esperar:
El 19 de marzo en Nueva York: Los pocos que se deben convertir en muchos
Ha habido muchos momentos en la historia en que la minoría, con actos audaces por sus convicciones, ha estado del lado de la verdad y la justicia mientras la mayoría, con actos en oposición a esa minoría o con una pasividad de brazos cruzados, ha estado al lado de las mentiras y la injusticia.
El 18 de febrero de 1688, cuatro cuáqueros de Pensilvania —Garret Hendericks, Derick up Den Graeff, Francis Daniell Pastorius y Abraham up Den Graeff— escribieron la primera petición anti-esclavista en las colonias.
Estos cuatro hombres estaban en lo correcto. Y la mayoría estaba equivocada.
Lea el artículo íntegro en inglés en worldcantwait.org
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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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“¡¡Nosotros somos seres humanos!!”
Coreando “No more Joe!” “¡Sí, se puede!” y cargando letreros con el mensaje “Nosotros somos seres humanos,” miles de manifestantes marcharon por cuatro millas, bajo un calor de 90 grados el pasado 28 de febrero en Phoenix, Arizona, para protestar por los crueles asaltos llevados a cabo por el alguacil Joe Arpaio contra los inmigrantes. El músico Zack de la Rocha fue parte de esa marcha. Hablando en la manifestación antes de la marcha describió la imagen del “estado de terror” que Arpaio supervisa contra los inmigrantes latinos en Arizona, como “las redadas en las casas y lugares de trabajos de janitor y jardineros” y “en paradas del transporte, detiene y deporta a madres, separándolas violentamente de sus niños que quedan abandonados”.
Unas semanas antes de la protesta, el 4 de febrero, Arpaio forzó a más de 200 prisioneros inmigrantes, vestidos con uniformes de rayas, esposados y encadenados de los pies, a marchar de la cárcel de Durango a su “campamento”, un campo de concentración improvisado a la intemperie bajo el ardiente sol de Arizona. Un comunicado de prensa de la oficina del alguacil dio detalles de la marcha forzada para asegurarse de contar con la cobertura de la prensa. Los prisioneros fueron descritos como criminales endurecidos “adeptos” al escape, aun cuando ninguno de ellos había sido condenado de ningún algún. Eran detenidos aguardando el proceso judicial, acusados de crímenes pero no condenados. Hablando de la cerca eléctrica que rodea la “Ciudad de Tiendas de Campana”, Arpaio declaró que “esta es una cerca que no escalaran por el riesgo de un fuerte choque eléctrico… literalmente”.
Esta marcha altamente publicitada de una cuadrilla encadenada apuntó a movilizar y azuzar sentimientos racistas, entre las fuerzas vigilantes fascistas como los Minutemen y más ampliamente en la sociedad también como crear un ambiente de terror generalizado entre los inmigrantes que tienen que temer cada vez que salen a la calle por la posibilidad de ser capturados en las paradas de transporte o en cualquier situación que se encuentran con la fuerza pública, enfrentan el riesgo de ser capturados, detenidos y deportados. Esta opresión estilo apartheid refuerza un clima de intimidación entre los que protestan por sus condiciones y presiona a la gente para que salga de Estados Unidos. Desde su elección en ese puesto en 1992, Arpaio se ha convertido en figura de unificación del odio anti-inmigrante. Ha institucionalizado la selección por perfil racial en una escala masiva, llevando a cabo patrullajes de “saturación” y redadas de “supresión del crimen” en los barrios latinos y usando infracciones menores (o inventadas) para detener a los conductores latinos. Cualquiera que supuestamente parezca “ilegal” está sujeto a detención, golpeado con insultos racistas y ordenado a mostrar una prueba de ciudadanía.
Arpaio ha llevado a cabo su ofensiva anti-inmigrante bajo un programa federal que le da poder y recursos a la policía local a actuar como agentes de inmigración. Este programa está autorizado bajo la sección 287(g) de la ley de inmigración firmada por el gobierno demócrata de Clinton en 1996. Una de las demandas de la protesta del 28 de febrero en Phoenix fue terminar con este programa 287(g) (para más información sobre Arpaio y la ley 287 (g), ver “La creciente pesadilla para los inmigrantes en Arizona,” Revolución #123, 16 marzo 2008, en revcom.us)
En 2007, ICE se “asoció” con el condado de Maricopa para hacer que de 100 de los detectives de Arpaio y oficiales de patrullas, y 60 oficiales de detención, agentes federales juramentados con amplios poderes para arrestar a inmigrantes bajo la ley federal. (“Sweeps and saturation patrols violate federal civil rights regulations”, East Valley Tribune, 11 julio 2008). Desde entonces, los oficiales de Arpaio han arrestado a más de 1.400 personas por “violaciones de inmigración” (“Immigrant Busts Faulted”, Wall Street Journal, 4 marzo 2009).
Recientemente, varios congresistas demócratas enviaron una carta al procuradora de la Nación, Eric Holder, y a la secretaria de Seguridad Interna Janet Napolitano pidiendo que hicieran una investigación de Arpaio. La carta decía, en parte: “Miembros de la comunidad latina, sean o no ciudadanos o nacidos afuera, sean inmigrantes legales o indocumentados, siéntanse bajo sitio”. Los términos de este llamado para una investigación, sin embargo, son que las autoridades hagan cumplir “justamente” las duras leyes anti inmigrantes.
Barack Obama nominó a Janet Napolitano como cabeza de Seguridad Interna. Ella era gobernadora de Arizona hasta finales del año pasado. Como gobernadora, presionó para traer el programa 287 (g) al estado de Arizona. Y firmó como ley el Acta de Empleo Justo y Legal, que requería a los empleadores chequear el estatus inmigratorio de cualquiera que se presente a un trabajo con la base de datos federal E-Verify. Esta ley afecta a unos 500.000 inmigrantes indocumentados o más que forman entre el 9 y 12 por ciento de la fuerza laboral de Arizona, haciendo aún más tenue su capacidad de sobrevivir y los términos bajo los cuales son superexplotados y oprimidos sean aún más extremos.
Además, Napolitano y los demócratas han pedido más “tropas en el terreno” para que se refuerce la seguridad militarizada en la frontera entre los Estados Unidos y México y ha declarado que los inmigrantes deben quedarse “bien con la ley”. Un manifestante en la protesta del 28 de febrero, un soldador de 45 años, le dijo a un grupo de activistas religiosos: “Yo voté por Obama por un cambio, pero con respecto a la política de inmigración no veo cambio para nada”.
En esta situación, la marcha del 28 de febrero en Phoenix cayó en el momento adecuado, y hay una urgente necesidad para que la gente salga a hacer una aún más grande resistencia contra la guerra injusta e inhumana del sistema contra los inmigrantes.
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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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De una lectora:
La siguiente carta para Revolución ha sido editada para publicación.
Cuando tenía 19, conducía sola casi medio día a través del país, para visitar a mi familia. Mi madre usualmente me lanzaría una indirecta. Me alertaba de conducir sola por las carreteras desiertas por tantas horas. Me diría: “Si fueras un chico, no me preocuparía”, y le respondería con una mirada de enojo. “¡Sí yo sé! Eres una feminista”, diría. “Pero eso no te va a mantener a salvo”.
Fue mucho después que pensé sobre lo que ella quería decir. Y en esos años pasé mi tiempo haciendo lo que yo quería en donde quisiera. Porque, para mí, ser una mujer independiente significaba que no me iba a dejar de nadie. Así que yo caminaba por mí misma a casa sin importarme la hora e iba a donde quisiera sin importarme lo que me dijeran. Pero a la larga me di cuenta que mi orgullo e independencia no tenían nada que ver con el hecho de hacerme menos vulnerable del peligro.
Nada más tenía suerte.
Una de cada tres mujeres en este mundo ha sido violada o abusada sexualmente. Y eso no fue porque ella no era independiente, sino porque vive en una sociedad en la que la violencia contra la mujer es un elemento integral que la define. Y ella resulto ser una de las desafortunadas.
Bueno, eso es una cosa jodida.
El 8 de marzo, asistí a una celebración del Día Internacional de la Mujer en la ciudad de Nueva York organizada por Libros Revolución. El evento se hizo en solidaridad con el llamado por la Organización de Mujeres 8 de Marzo (Irán-Afganistán), con una mezcla de poderosas y conmovedoras lecturas, testimonios y representaciones. Entre estos estaba: varias mujeres jóvenes y un hombre se rotaban para dar lecturas dramatizadas de ese llamado; otra mujer joven leyó un poema que había escrito en la voz de una amiga que había sido golpeada por su novio y que después muere como resultado; Sunsara Taylor, una escritora de Revolución, habló acerca de “Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad”, que acababa de ser publicada por el periódico Revolución; y Bai Di, una profesora de Drew University que vivió en China en los tiempos de la Revolución Cultural, quien habló acerca de cómo la vida de las mujeres mejoró radicalmente en esos años.
En este evento escuché muchos mensajes que muy rara vez se expresan: que para que la vida de las mujeres cambie nuestra sociedad necesita cambiar dramáticamente. Que no basta sentirse satisfecha con aire de suficiencia cuando una mujer es elegida para un puesto público mientras que en el minuto que se tarda en anunciar el resultado de las elecciones, cuatro mujeres más serán golpeadas.
En el programa del 8 de marzo, confronté la fría realidad de la opresión que la mujer enfrenta a través de todo el mundo, la opresión propagada por el sistema bajo el cual estamos viviendo. Este es un sistema que les permite a los hombres golpear a sus compañeras, que valora a la mujer solo por su cuerpo, donde los hombres y las mujeres están forzados a relacionarse entre sí de una manera que es nociva para ambos.
Enfrenté todo esto, pero también demostré que las cosas no tienen que ser de esa manera. De Bai Di escuché que durante la Revolución Cultural de China las mujeres crecieron en un mundo en que aprendieron que fueron valoradas no por su apariencia sino por “sostener la mitad del cielo”. Y estaba en un salón rodeada por un montón de gente sedienta de cambio y lista para una nueva sociedad y una nueva forma de valorar la vida de las mujeres.
La cosa más impactante que sentí saliendo de la celebración era que había mucha gente lista a participar en la lucha por las mujeres. Personas que no estarían satisfechas sino cuando la mujer no solo tenga igualdad de derechos sino si una vida igual.
Necesitamos enseñarles a todas las mujeres en el mundo que ellas también sostienen la mitad del cielo. Necesitamos un mundo donde la mujer conduzca sola por un largo camino no porque tenga indignación, porque sea independiente o incluso porque sea feminista. Necesitamos un mundo donde una mujer hará las cosas solo por el hecho de que puede hacerlas.
Necesitamos una revolución.
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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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“Dispongámonos a leer el libro de Bob Avakian, que enriquece nuestro pensamiento hermenéutico y que dará luz en estas tinieblas del capitalismo salvaje. Es un libro cuya verdad nos hará más libre”. Dr. Fausto Trejo F., psiquiatra y psicoterapeuta; ex maestro de psiquiatría de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Nacional Autónoma del Estado de México; ex director del Departamento de Orientación Vocacional del Instituto Politécnico Nacional “Convincente, mordaz y oportuno. Aunque no estoy de acuerdo personalmente con todo lo que dice Bob Avakian en el libro, creo que expresa sus argumentos de modo convincente y provocador. Enojado, humorístico, provocador y optimista en igual medida, es una lectura agradable que hace pensar”. Phil Zuckerman, profesor adjunto de Sociología, universidad Pitzer College
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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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Celebración del lanzamiento del libro
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Revolution #160, 29 de marzo de 2009
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Martes • 7 de abril • 7 pm • Hokin Annex • Columbia College • 623 S. Wabash, Chicago
Co-auspiciada por el Departamento de Humanidades, Historia y Ciencias Sociales de Columbia College, Insight Press y el Centro de Justicia del Octavo Día
Un intercambio sobre la idea de dios y el rol de la religión. ¿Es la religión una creación de la humanidad cuyo tiempo pasó hace mucho? O ¿esta sirve a una necesidad más profunda de los seres humanos o apunta a una realidad más profunda? ¿Son las creencias en dioses obstáculos o caminos para entender y cambiar el mundo y para la emancipación de la humanidad?
Steve Asma es profesor de filosofía y humanidades en Columbia College, escritor de ciencia, budista y autor de The Gods Drink Whiskey: Stumbling Toward Enlightenment in The Land of the Tattered Buddha.
Bob Bossie, SCJ, es un miembro de Sacerdotes del Corazón Sagrado, una congregación internacional y miembro de Centro de Justicia del Octavo Día en Chicago, donde trabaja en asuntos de paz, derechos humanos, justicia económica y la no violencia. Un miembro fundador de Voices in the Wilderness, Bob ha hablado ampliamente y viajado a Irak y América Latina.
Sunsara Taylor, escritora del periódico “Revolución”, está de gira nacional por las universidades que divulga y promueve el libro ¡Fuera con todos los dioses! Desencadenando la mente y cambiando radicalmente el mundo, la obra reciente de Bob Avakian.