De todo lo que se ha dicho hasta ahora, debe quedar claro por qué no es posible hacer el cambio fundamental que se necesita por medio de la votación. Como se sabe, los que se preocupan y están decididos a hacer algo sobre la opresión y la injusticia son blanco del constante bombardeo con la idea de que es crucial votar por los demócratas, porque al menos ellos dicen a veces que se preocupan por esto. Y esto se ha vuelto aún más intenso e insistente con el ascenso al poder del régimen fascista de Trump y Pence y su respaldo por los políticos del Partido Republicano, el que en sí se ha convertido en un partido fascista hasta la médula. Es crucial votar por los demócratas, ellos nos dicen, para hacer algo para limitar el daño que Trump puede hacer (los dirigentes del Partido Demócrata se niegan a decir que hay que sacar de funciones a Trump ahora, e insisten en que ¡hablar de eso sólo cae en el juego de Trump!). Pero, debido a la manera en que se estableció el sistema electoral desde la fundación de Estados Unidos, con el colegio electoral en vez de la elección popular directa del presidente, y en que los estados pequeños tienen el mismo número de senadores como los estados con poblaciones muchos mayores —todo lo que fue parte de la “componenda” con los estados esclavistas, y lo que representa hoy el legado continuo de la esclavitud— y, con la manera en que se han manipulado las elecciones para el Congreso, suprimiendo los votos especialmente de los negros y latinos, así como la manipulación de la circunscripción electoral de los distritos (su reconfiguración geográfica de manera que concentren en unos pocos distritos electorales las personas que tienden a votar contra los republicanos, mientras que se distribuyan los que votarían por los republicanos, especialmente blancos “conservadores”, en numerosos distritos, para así darles un número desproporcionado de representantes en el Congreso)— debido a todo esto, dista de estar seguro que en las venideras elecciones a mitad de mandato, el Partido Demócrata logre que despegue su “ola azul” para poder recuperar una mayoría en el Congreso. ¿Qué es la orientación de los demócratas al tratar de lograr esto? En gran parte es postular candidatos y campañas que esperan que atraigan a los “votantes trumpistas”, incluidos unos candidatos que se jactan de su “servicio” en las fuerzas armadas estadounidenses, de haber hecho bombardeos aéreos y otra devastación en el Medio Oriente y Afganistán. La verdad es que, no sólo es necesario derrocar este sistema con tal de poner fin a lo que los “5 ALTOS” concentran y las condiciones horrorosas a que están sometidas las masas de la humanidad en un mundo dominado por este sistema del capitalismo-imperialismo, sino que incluso sin hacer la revolución —incluso para impedir que el régimen de Trump y Pence consolide más su dominio e implemente más plenamente su programa fascista— es necesario apoyarse, no en el Partido Demócrata, sino en las masas de personas, rompiendo con los límites de “la política de costumbre” y emprendiendo una movilización no violenta sostenida de masas para expulsar a este régimen fascista.
De hecho, un papel importante del Partido Demócrata es “acorralar” y “domesticar” el disentimiento. Por ejemplo, cuando Estados Unidos invadió a Irak en 2003, cuando surgió un auge masivo de oposición a esa guerra, el Partido Demócrata como tal no estaba en posición de apropiarse de ese disentimiento o desviarlo, porque (con algunas excepciones) los demócratas en el Congreso votaron por esa guerra. Así que, utilizaron la organización “MoveOn” como especie de fuerza “oposicional” cuyo papel principal era de atraer a las personas que estaban alienadas debido a la guerra y debido al apoyo del Partido Demócrata a la guerra, para que volvieran a la política de costumbre — de vuelta al marco y a los límites que habían producido esa guerra en primer lugar. Más recientemente, el Partido Demócrata, y los que están alineados con él, han hecho lo mismo con relación a la ira y asco que de hecho sienten decenas de millones de personas hacia Trump — y en ciertos sentidos los demócratas de hecho se han posicionado “más a la derecha” que Trump, especialmente con su insistencia en que el problema básico con Trump es que socava la posición dominante de Estados Unidos en el mundo, cuando en realidad las acciones tipo “Estados Unidos Ante Todo” del régimen de Trump y Pence tienen el objetivo de aumentar esa dominación de maneras que representan una grave amenaza a la humanidad.
En caso de que se necesitara más evidencia de la verdadera naturaleza del Partido Demócrata, aquí van dos otros ejemplos llamativos. En la convención del Partido Demócrata en 2016, los oradores destacados incluyeron al ex jefe de la CIA Leon Panetta y al general del Cuerpo de Marines John Allen, ex comandante de tropas estadounidenses en Irak y Afganistán; y cuando algunos asistentes respondieron coreando, “¡No más guerras!”, los organizadores oficiales trataron de callarlos y después los ahogaron los gritos de los delegados tradicionales del Partido Demócrata, de “¡USA! ¡USA! ¡USA!”. Así de feo. Y no olvidemos que, cuando los jóvenes negros en Baltimore se levantaron en una rebelión justa, tras el asesinato policial de Freddy Gray, Barack Obama denunció como “maleantes” a estos jóvenes — pero ¡nunca denunció como maleantes asesinos a los policías que mataron a Freddie Gray!
Yo podría seguir y seguir —hay más que un montón de evidencia que demuestra la verdadera naturaleza y papel del Partido Demócrata como un importante instrumento de este sistema monstruosamente opresivo— pero hay un problema aún más básico. La verdad es que los políticos gobernantes, los dueños y agentes de los medios de comunicación de varios tipos que valen miles de millones de dólares, y otros en la cúpula de las instituciones importantes de esta sociedad, son los representantes políticos y culturales de este sistema. Escúchenlos nada más cuando hablan del papel del imperio estadounidense en el mundo — hablan de “nuestros” intereses, “nuestras” fuerzas armadas, “nuestros” aliados, y así sucesivamente. Y la verdad más esencial es que no sería posible que fueran algo más salvo los representantes y funcionarios de este sistema. Es por eso que incluso los esfuerzos más obstinados de personas bien intencionadas de convertir al Partido Demócrata en una fuerza positiva están destinados al fracaso. Una vez más, nos encontramos de vuelta a las relaciones económicas y la operación del sistema económica, a las relaciones sociales ligadas a esto y al hecho de que esto determina el carácter del sistema político y la cultura dominante. Si el sistema político operara en conflicto con estas relaciones subyacentes, la sociedad no podría funcionar. Por esta razón fundamental, los partidos políticos que tienen un papel e influencia importante en esta sociedad son, y sólo pueden ser, partidos de la clase dominante — representantes de la clase capitalista dominante; instrumentos de este sistema de opresión despiadada; administradores y capataces de un imperio mundial de explotación y saqueo, responsable de destrucción y devastación masiva de países y pueblos, y que representa una amenaza muy real, y creciente, a la propia existencia de la humanidad, sea por la destrucción ambiental o la aniquilación nuclear.
Un corto del discurso:
El Partido Demócrata: “Un importante instrumento de este sistema monstruosamente opresivo”
Un corto del discurso:
El Partido Demócrata: “Un importante instrumento de este sistema monstruosamente opresivo”
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Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución
Un discurso de Bob Avakian
En dos partes en inglés: