Parte I: “La humanidad necesita la revolución y el comunismo”
Hoy vamos a hablar de la nueva síntesis de Bob Avakian, de una nueva concepción de la revolución y el comunismo. Para abordar eso primero tenemos que hablar de por qué necesitamos una revolución y el comunismo.
Quiero leer algo de nuestro periódico, Revolución, que informa sobre una investigación de la Unión Americana de Libertades Civiles sobre la conducta de 4.600 policías en el distrito escolar de Nueva York. El informe relata, con detalles, el hostigamiento diario, la humillación verbal y el constante maltrato físico. Entre otras cosas, habla sobre el caso de Biko Edwards, que iba caminando a una clase de química cuando lo detuvo un vicedirector. Cuando Biko se quejó de que no le permitían ir a la clase, el vicedirector llamó a la policía. El informe de la Unión Americana de Libertades Civiles describe lo que sucedió:
El agente Rivera lo agarró y lo estrelló contra un muro de ladrillos; le laceró la cara y Biko empezó a sangrar. Luego el agente Rivera le roció mace en los ojos y la cara, así que le empezaron a arder los ojos. En vez de ayudarlo, el agente Rivera pidió refuerzos y lo esposó… [a Biko] lo llevaron al hospital, y lo trataron unas dos horas; pasó casi todo el tiempo esposado a una silla… Lo acusaron de cinco delitos1 .
Para los que saben de Stephen Biko, el revolucionario sudafricano por el cual probablemente le nombraron a este joven, hay una clara —y amarga— ironía, pues Biko murió en una prisión a consecuencia de una paliza que le dieron policías sudafricanos en los años del apartheid, cuando había un gobierno racista cuyo principal aliado era Estados Unidos. La infamia que sufrió Biko Edwards es un eco de eso y es algo que sucede todos los días en todas las escuelas de todos los ghettos de Nueva York y el resto del país.
¿Qué clase de sistema le hace ESO a su juventud?
Quisiera leerles parte de un artículo que salió hace unas semanas en la revista del New York Times sobre una unidad de contrainsurgencia estadounidense en Afganistán. Entre otros horrores, describe un asalto que duró toda la noche contra una aldea y dice, después del asalto: “El teniente Matt Piosa, un joven serio de 24 años recién egresado de West Point... informó por radio que los ancianos de la aldea querían permiso para enterrar los muertos. También había civiles heridos. El saldo fue malo: cinco muertos y 11 heridos, todos mujeres, niñas y niños”. Les invito a leer el artículo entero para que vean un ejemplo de lo que en realidad están haciendo los asesinos que Barack Obama y Hillary Clinton llaman “nuestros valientes hombres y mujeres en uniforme”2 .
Un ejército es una extensión de la sociedad que defiende; ¿qué clase de sociedad produce un ejército que combate de esta manera?
Demos una vuelta por este mejor de todos los mundos globalizado. Hablen con las familias de los 150.000 campesinos de India que, arruinados por el capitalismo global, en la última década se han suicidado, por lo general tomando pesticidas. Viajen a Angola donde, para citar a otro artículo del Times, “los niños en calzoncillos bailan en arroyos atascados de aguas negras y se deslizan por los vertederos de basura en trineos hechos de metal hacia charcos llenos de mierda”, mientras que ejecutivos de corporaciones petroleras entran y salen en jets para cerrar tratos en hoteles lujosos3 . Hagan escala en Europa del este, donde cada año secuestran a miles de mujeres y las convierten en esclavas sexuales para el mismo mercado global4 . De ahí viajen a México y visiten a la familia de cualquiera de los 400 hombres y mujeres que mueren de sed cada año al cruzar el desierto de Arizona en una búsqueda desesperada de trabajo5 . Piensen en esas personas, y díganme a mí — a ellos—, díganse a sí mismos, que este mundo no necesita cambios fundamentales, de arriba pa’ bajo. Díganme que este mundo no necesita una revolución.
Pero se presenta esta pregunta: ¿puede HABER una revolución que realmente cambie la situación? ¿Acaso no se intentó eso y fracasó? Y, aun si una revolución pudiera cambiar todo eso, ¿cómo se podría hacerla en un país como este?
Estos interrogantes han sido temas primordiales de la obra de Bob Avakian —lo que llamamos la nueva síntesis—, y de eso hablaré hoy. Es obvio que no puedo tratar en dos horas los 30 años de el trabajo de Bob Avakian, pero lo que espero hacer es darles un sabor de una manera completamente nueva de abordar la emancipación humana y el cambio fundamental, partiendo de lo mejor de lo que se ha hecho antes pero llevándolo a un nuevo nivel.
Entrémosle.
Emprender una nueva etapa de la revolución
Hace 160 años, Marx y Engels proclamaron en el Manifiesto Comunista que los trabajadores del mundo —el proletariado internacional— no tenían nada que perder más que sus cadenas y un mundo que ganar. El Manifiesto presentó los elementos básicos de la teoría pionera que guiaría esa lucha.
Vienticinco años después, el primer breve intento de revolución proletaria ocurrió con la Comuna de París; y casi 50 años después de eso se dio el primer gran avance —la culminación de la primera revolución socialista— en la Unión Soviética bajo la dirección de Lenin y, después de su muerte, bajo la dirección de Stalin. A esa le siguió la revolución en China, que conquistó el poder en 1949, y donde 17 años después el líder de esa revolución, Mao Tsetung, lanzó la Gran Revolución Cultural Proletaria, una revolución dentro de la revolución para impedir que China volviera al capitalismo y para que, al contrario, avanzara más hacia el comunismo.
A la muerte de Mao en 1976, esa primera etapa de la revolución comunista concluyó con un golpe de estado contrarrevolucionario en China, donde encarcelaron o ejecutaron a quienes tomaron partido con Mao para dirigir la Revolución Cultural. Las medidas contra las cuales lucharon con tanta energía entraron en vigor y se restauró el capitalismo. Hoy en el mundo no existen auténticos países socialistas. Y por todo el mundo la gente siente y lucha con ese peso todos los días, esté consciente o no de eso.
Entonces, ¿cómo se puede avanzar frente a ese peso? ¿Cómo se puede emprender una nueva etapa de la revolución? Ante esa situación, Bob Avakian ha dirigido en la defensa, el apoyo y el desarrollo sobre la base de los logros monumentales de esas revoluciones y de los aportes analíticos de sus mayores pensadores y dirigentes, y a seguir avanzando a partir de ellos. Pero también ha analizado a fondo los errores, así como los puntos débiles en cuanto a concepción y método que contribuyeron a esos errores. Sobre esa base, ha forjado un marco teórico cohesionado, integral y global, o sea, una síntesis. Aunque sin duda alguna este avance surge de lo que ha venido antes y avanza a partir de ello, implica también, como elemento crucial, auténticas rupturas con la concepción y las experiencias anteriores, por lo cual la llamamos una nueva síntesis.
Hoy hablaré sobre esta nueva síntesis con relación a tres esferas: la filosofía, o sea, la manera de conocer el mundo; la política, especialmente las concepciones políticas que guiaron los primeros intentos de construir sociedades socialistas y de llevar a cabo transformación socialista, pero no limitándome a esas; y la concepción estratégica, que se enfoca en cómo se haría en realidad la revolución en un país como este.
Parte II: “Una filosofía para conocer, y cambiar, el mundo”
Ahora bien, una filosofía es una manera más o menos elaborada de conocer el mundo que guía, o influye, la manera en que una persona ve su posición en el mundo y lo que piensa que se puede o se debe hacer al respecto. Si piensa que la gente es egoísta por su herencia genética, esa es una filosofía. Es una manera de entender toda la naturaleza y la sociedad, y va a guiar lo que uno piensa que se puede y se debe hacer.
Si una persona dice que no tiene una filosofía, que solo se basa en lo que funciona… bueno, lo siento pero esa también es una filosofía, es la filosofía hecha en Estados Unidos conocida como el pragmatismo. Una persona que se basa en esa filosofía, no piensa mucho en las causas subyacentes, la dinámica global que le da forma al mundo, sino que acepta el mundo tal como es y se limita a hacerle pequeños ajustes superficiales.
Y si dice que todas las filosofías no son más que “constructos sociales” de igual validez —o invalidez— para llegar a la verdad; y si hasta pone en duda la existencia de la verdad; bueno, eso también es una filosofía —el relativismo—, que está muy de moda hoy y que —desafortunadamente, aunque de manera previsible— va de la mano con una falta de convicción y firmeza en cuanto a oponerse, y luchar contra, los crímenes muy reales de los que están en el poder.
En otras palabras, la filosofía importa con respecto a lo que uno HACE.
Bueno, el comunismo también encierra una filosofía. Y en el corazón de la nueva síntesis está la labor de Bob Avakian para interrogar críticamente, o analizar, sus cimientos filosóficos… y para poner esos cimientos sobre una base más plenamente científica.
Para entender por qué es así, vamos a tener que abordar brevemente unos cuantos conceptos muy complejos. Al principio algunos de estos conceptos serán complejos y tal vez nuevos —pero tengan paciencia— todo esto tiene implicaciones sumamente importantes para el “mundo real”, y espero que eso se haga evidente.
El avance de Marx
Carlos Marx y Federico Engels fueron estudiantes del método dialéctico que desarrolló el filósofo alemán Hegel, quien había comprendido que todo en el mundo está en constante cambio y desarrollo. Ese desarrollo lo impulsan las fuerzas contrarias que a la vez coexisten y luchan dentro de todo fenómeno y proceso. Aun cuando una cosa parezca relativamente estable... en su interior hay lucha, cambio y desarrollo, y esto le da su carácter. Hegel propuso que a través de esa lucha de opuestos, un aspecto de la cosa llega a ser dominante, lo cual resulta en un salto a algo fundamentalmente nuevo.
Veamos un ejemplo, que dicho sea de paso fue desconocido para Hegel: el Sol parece una bola sólida al rojo vivo; pero en realidad es una masa de ininterrumpidas explosiones termonucleares, que transforman el hidrógeno en el núcleo del Sol en helio, lo cual genera calor y luz. Nuestro Sol pasará por etapas de desarrollo, cambiará de composición y tamaño y de la cantidad de calor y luz que genera, hasta que por fin muera y se convierta en alimento para nuevas estrellas. Es un caso de la unidad, lucha y transformación mutua de contrarios, que abre paso a algo nuevo.
Pero para Hegel, la fuente de todo desarrollo fue una esfera preexistente de ideas, que luego se desenvolvían en el mundo material. En ese sentido, en la esfera de la filosofía Hegel era un idealista. Ahora bien, en esta esfera, el idealismo quiere decir algo diferente a lo que quiere decir en el mundo cotidiano, donde el idealismo por lo general quiere decir que alguien se preocupa por algo más que sí mismo. Pero en la filosofía, el idealismo se refiere a la noción de que las ideas surgen antes del mundo material, o existen en una esfera superior independiente de ese mundo.
Por ejemplo, la religión. “En el principio ya existía el Verbo” o “todo es controlado y creado por un dios que existe en un reino diferente que no es material” o “todo mi sufrimiento es en realidad parte del propósito que Dios me ha dado”… todas estas son formas de idealismo filosófico. Otro ejemplo es el libro El secreto, que promueve Oprah Winfrey, que dice que uno mismo crea su propio mundo con lo que piense. Repito, eso es idealismo, porque en realidad el pensamiento se desarrolla con relación a la sociedad específica en la que uno nace y el puesto que uno ocupa en ella, y en el contexto de las “opciones” que te da.
En oposición al idealismo está el materialismo. Aquí también, esta palabra se usa de diferentes maneras en la vida cotidiana y en la filosofía. Hoy por lo general cuando se habla del materialismo se está refiriendo al consumismo... el amor a las joyas y cadenas de oro. Pero en la filosofía, el materialismo se refiere a la concepción del mundo que busca las causas de los fenómenos, incluidos nuestros pensamientos, en la dinámica concreta del mundo material. La conciencia es la propiedad de una forma particular de materia que piensa; o sea, los seres humanos.
En la época de Marx, el materialismo era principalmente mecanicista; eso quiere decir que los materialistas de ese entonces comprendían que se podían conocer las leyes del mundo físico, pero tendían a ver a esas leyes como si fueran un tanto estáticas y mecánicas, un universo como un reloj. Lograron entender que los planetas giraban en torno al Sol, las leyes de gravedad que explican ese fenómeno y cómo podía continuar; pero no comprendían cómo el Sol había surgido, cómo se había desarrollado, ni que morirá. Por tanto, sus ideas tenían límites y eso se reflejaba en su filosofía. No podían comprender bien cómo los cambios cualitativos —los saltos de una cosa a otra completamente nueva— podrían surgir de causas materiales. Marx y Engels hicieron suyo el gran conocimiento de Hegel sobre la dialéctica —que todo cambia debido a la lucha de fuerzas opuestas—, y lo despojaron de su idealismo; y tomaron la concepción materialista de que la realidad existe independientemente y antes de todo pensamiento y a esta la despojaron de su carácter mecanicista. La síntesis de las dos es el materialismo dialéctico: la concepción de que todo en el mundo está cambiando y se está desarrollando constantemente debido a las fuerzas contradictorias internas, y que el pensamiento humano mismo surge de ese proceso y lo refleja.
Poner el estudio de la sociedad sobre una base científica
Aplicaron el materialismo dialéctico para poner el estudio de la sociedad humana sobre una base científica, y así desarrollaron el materialismo histórico. Analizaron, primero que todo, que los seres humanos tienen que producir las necesidades de la vida, y que para llevar a cabo esa producción tienen que entrar en relaciones entre sí mismos, o sea, relaciones de producción.
A su vez, esas relaciones de producción corresponden en líneas generales a cierto nivel de desarrollo de las fuerzas de producción, o sea, la tecnología, recursos y conocimientos que tiene la gente en una sociedad dada y en un momento dado. Con la esclavitud, la producción se lleva a cabo por medio de relaciones en las que una clase literalmente es dueña de otra. Esas relaciones de producción del sistema de esclavitud corresponden, generalmente, a la agricultura en gran escala y herramientas muy primitivas.
En el capitalismo, la producción se lleva a cabo por medio de relaciones sociales en que una clase, los capitalistas, es dueña de las fábricas, las bodegas, etc., y la otra clase principal, los obreros o proletarios, no es dueña de nada salvo su capacidad de trabajar, y tiene que venderla para subsistir. Los trabajadores no son la propiedad de los capitalistas , lo que pasa es que los capitalistas les pagan un salario cuando pueden sacarles ganancias y los despiden cuando no lo pueden hacer, como podemos ver hoy. Esas relaciones de producción corresponden a los medios de producción a gran escala que requieren una colectividad de personas para funcionar; en una fábrica, los trabajadores tienen que trabajar juntos para producir acero o tractores o lo que sea.
Tanto el capitalismo como la esclavitud son sistemas de explotación, pero las relaciones de producción son diferentes. Así que diferentes tipos de sociedades tienen diferentes relaciones de producción. Además, diferentes relaciones de producción generan diferentes tipos de gobierno, diferentes concepciones de la naturaleza humana, diferentes formas de familias, diferentes tipos de arte, diferentes concepciones de derechos y deberes, y diferentes morales.
Por ejemplo, la Biblia —incluido el Nuevo Testamento— fue escrita en una época en la que una parte importante de la producción se llevaba a cabo a través de relaciones de esclavitud. Por eso en ninguna parte de la Biblia se considera que la esclavitud es un crimen horrible contra la humanidad, con excepción de la esclavitud de los israelitas por los no judíos en el Antiguo Testamento. Y los esclavistas del viejo Sur aprovecharon eso para justificar la esclavitud.
Hoy, cuando la esclavitud ya no corresponde a los intereses de la clase dominante, el consenso político y cultural la considera horrible. Pero en cuanto a la explotación de los trabajadores por los capitalistas, y el despido de esos trabajadores cuando ya no es rentable explotarlos, se dice: “así es la vida, así es la naturaleza humana”, tal como se decía durante los tiempos de la esclavitud. Tal como hicieron los abolicionistas antes de la guerra de Secesión de Estados Unidos, pero sobre una base mucho más científica, tenemos que plantear que esas cosas NO se deben a la naturaleza humana, ni ahora ni durante la esclavitud, sino que simplemente son el resultado de las relaciones capitalistas, y tenemos que plantear nuestra moral diferente y opuesta, basada en relaciones de producción y sociales completamente distintas.
Abordemos el caso con el que empecé esta charla desde un enfoque científico e histórico materialista. ¿Qué llevó a que maltrataran a Biko Edwards y a los demás estudiantes? ¿Se trató de una “conducta indisciplinada” sin motivo? Pues hay que examinar el contexto social y la historia más amplia que desembocó en ese incidente. Hay que preguntar: ¿Cómo arrojan luz sobre esto las relaciones de producción subyacentes de la sociedad, y las maneras cambiantes, a lo largo de la historia, en que los negros se han visto obligados a encontrar su relación con ellas? Hay que analizar de una manera científica lo que ha impulsado la transformación de los afroamericanos, desde un comienzo como esclavos traídos aquí encadenados para construir la enorme riqueza de este país, y después de la guerra de Secesión como aparceros atados a las plantaciones, y luego empujados y atraídos a las ciudades principalmente como trabajadores industriales en los trabajos más explotadores y opresivos... y ahora en una situación en la que la mayoría de los afroamericanos o son esclavos asalariados o los tratan como un pueblo sobrante, y en el caso de los jóvenes negros como Biko Edwards, como delincuentes. (De nuevo quiero citar al New York Times: uno de cada nueve jóvenes negros está preso, la mayor tasa de encarcelamiento del mundo6 ).
Hay que analizar las instituciones y las ideas que surgieron, se establecieron y se promovieron en cada una de estas épocas, y cómo la supremacía blanca cambiaba, pero seguía siendo muy poderosa en todas las instituciones sociales. Hay que examinar todo eso con relación a todos los demás fenómenos sociales importantes. Entonces sí, basándose en todo eso, se puede empezar a analizar científicamente de dónde vino y de dónde viene toda esa opresión, y lo que hay que hacer para acabar con ella. Ese es un ejemplo del enfoque histórico materialista.
Superar las limitaciones
Es difícil exagerar la importancia de ese descubrimiento y, en general, de los aportes de Marx al pensamiento humano y a la emancipación humana. Junto con Engels, puso los cimientos teóricos y alumbró el camino.
Pero, como es lógico, había limitaciones en cuanto a la manera en que Marx y Engels abordaron esto, y esos problemas se agravaron debido a las serias debilidades metodológicas de Stalin, quien dirigió a la Unión Soviética y al movimiento comunista internacional durante casi 30 años después de la muerte de Lenin. Lo que es peor, esos errores se cometieron precisamente cuando se necesitaba con urgencia un avance en el conocimiento. Mao, el líder de la revolución china, luchó contra algunos de esos problemas, pero luchaba contra un marco heredado y tampoco estaba libre de sus influencias. Esas debilidades tuvieron consecuencias.
Bob Avakian ha identificado y criticado a fondo debilidades en cuatro dimensiones distintas de la filosofía comunista. Estas son: 1) una mayor ruptura con formas de pensar idealistas, y hasta cuasi-religiosas, que se metieron en los cimientos del marxismo y con las que todavía no se había roto; 2) una comprensión mayor y cualitativamente más profunda de las formas en que la materia y la conciencia se influyen mutuamente y se transforman la una en la otra; 3) una crítica de una serie de problemas asociados con el pragmatismo y otras tendencias filosóficas afines; y, 4) una epistemología, o manera de llegar a la verdad, radicalmente diferente. Al hacer esto, Avakian ha puesto el marxismo sobre cimientos más plenamente científicos.
Avakian ha excavado, criticado y roto con ciertas tendencias tipo religiosas secundarias pero de todos modos importantes que existieron previamente en el movimiento comunista y en la teoría comunista, que sostienen que la realización del comunismo es una “inevitabilidad histórica”, y el concepto afín de que el comunismo es casi como el cielo, o una especie de “reino de gran armonía” sin contradicciones o lucha entre las personas.
Pero el comunismo no es inevitable. No hay una Historia “parecida a un dios”, con mayúscula, que está impulsando todo hacia el comunismo. Y si bien el comunismo acabará con los conflictos antagónicos y violentos entre los seres humanos, lo que lo caracterizará serán las contradicciones, los debates y las luchas, que se llevarán a cabo sin conflictos violentos y de hecho serán muy buenos, dado que contribuirán continuamente a entender mejor y seguir transformando la realidad de acuerdo con los intereses de la humanidad en general.
El concepto de que el triunfo del comunismo es “inevitable” y que lo impulsa la “Historia” (con mayúscula), y la tendencia de ver el comunismo como una especie de utopía, sin contradicciones y lucha, fueron muy marcados en el caso de Stalin, pero también han existido en cierta medida en el marxismo en general. En algunos aspectos importantes y en gran medida, Mao rompió con esos puntos de vista y métodos; pero lo importante es que todavía existían, incluso en el caso de Mao, un aspecto de “inevitabilismo” y otras tendencias afines, y Avakian ha continuado la ruptura con esas maneras de pensar, que dan a entender que existe cierto elemento de religiosidad en el marxismo, si bien nunca ha sido lo principal ni ha definido la teoría marxista. En esta conexión (y en un sentido general), Avakian no solo ha defendido a Mao y sintetizado sus contribuciones a la revolución y a la teoría comunista, sino que ha continuado la ruptura que Mao representó con relación a Stalin, y sobre esa base ahora Avakian ha hecho unas rupturas con ciertos aspectos del pensamiento de Mao también.
Eso NO quiere decir que la historia es solamente un revoltijo. De hecho, como dijo Marx, sí HAY una conexión en la historia, por el hecho de que las fuerzas de producción (repito, la tierra, la tecnología, los recursos y la gente y su conocimiento) se transmiten de una generación a la siguiente y están en constante desarrollo; y que cuando las relaciones que contraen los seres humanos para llevar a cabo la producción se vuelven una traba que impide el mayor desarrollo de esas fuerzas, se dan cambios grandes. Las relaciones de esclavitud del Sur que coexistieron y alimentaron durante décadas al capitalismo en el Norte se volvieron una traba para el desarrollo de ese capitalismo, y eso resultó en la guerra de Secesión.
Como dije, cambios grandes.
Hoy, la contradicción fundamental de esta sociedad es la existente entre la producción socializada (el hecho de que en estos días la gente tiene que trabajar colectivamente para producir las cosas) y el hecho de que los medios para producir esa riqueza y el producto de esos medios siguen siendo la propiedad de individuos, que los controlan y se apropian de ellos. Por un lado, esta contradicción se manifiesta en todas las diferentes formas de la lucha de clases y, por el otro lado, en el hecho de que el desarrollo solo puede proceder mediante el choque frontal, de expandir o morirse, entre diferentes bloques de capitales. Esta contradicción se presentará y seguirá presentándose una y otra vez, de diferentes maneras, para su resolución.
Ahora bien, no hay “garantía” de que esto se resuelva de una manera positiva ni de que avancemos al estilo de vida comunista que ahora es posible. Depende de nosotros y de si cumplimos el trabajo duro para desarrollar tanto nuestra concepción científica de la sociedad y la naturaleza, así como nuestra capacidad de arrancarle la libertad a los retos ante nosotros.
Como una creencia religiosa, la “garantía de que es inevitable” podría consolar y sustentar a uno, pero no es cierta y va en contra de ver la realidad tal y como es. De hecho es una traba a cómo pensar en los diferentes senderos posibles que podrían tomar el desarrollo humano, que están sujetos a verdaderas limitaciones y que en ese sentido se “determinan”, pero no corren en una dirección predeterminada.
Y el comunismo no será un paraíso, ni un reino de gran armonía; como todo lo demás, cambiará y se desarrollará a través de la resolución de las contradicciones por medio de la lucha, con la (enorme) diferencia de que esa lucha ya no se llevará a cabo violentamente, por medio de grupos sociales antagónicos, y la gente misma habrá superado el pensamiento estrecho y a veces despiadado condicionado por el capitalismo, así como el patriarcado y la opresión nacional, que ahora vemos como la naturaleza humana.
El potencial del papel, y del poder, de la conciencia
Segundo, y relacionado a eso, Avakian ha profundizado aún más la concepción del papel y poder de la conciencia. Digámoslo de esta manera: en la medida que uno comprenda de manera científica y a fondo el carácter contradictorio, complejo y de múltiples niveles, de la sociedad, con todas sus diferentes limitaciones y los múltiples senderos posibles... en esa medida aumenta enormemente la libertad que uno tiene para operar sobre esa situación y afectarla.
Antes, no solo se reconocía sino que se ponía demasiado énfasis en la importancia de la base económica (o sea, las relaciones de producción). Esa era una tendencia hacia el reduccionismo—a reducir los fenómenos complejos a una causa única y primordial, a aplanar los procesos que tienen diferentes niveles respecto a aquellos de una manera que no corresponde a la realidad y de hecho la distorsiona. Es cierto, las instituciones políticas, las ideas, la moral de la sociedad —o sea, la superestructura de la sociedad— surgen, en última instancia, de las relaciones económicas; eso es algo fundamental que comprendió Marx.
Pero esas instituciones e ideas de la superestructura tienen una vida propia relativa; además operan, y se afectan las unas a las otras, en muchos niveles diferentes que se interpenetran. No se les puede reducir de plano a brotes directamente surgidos de las relaciones de producción o las relaciones de clases. Veamos un ejemplo. El racismo blanco —la idea de que hay diferentes “razas” de seres humanos y de que los negros son una raza inferior— es un rumor falso y seudocientífico, o mentira hueca, que surgió a principios del siglo 19. Surgió de las relaciones de esclavitud y en particular de la clase de los dueños de esclavos, que lo reafirmaron. Pero tenía una influencia mucho más generalizada y llegó a ser parte integral de lo que significa ser estadounidense y de lo que significa la democracia, que es un punto que Avakian profundiza enormemente en su charla sobre la democracia jeffersoniana7 . Y esa idea ha cobrado vida propia y ha afectado el pensamiento de todos y se tendrá que combatirla por derecho propio en la sociedad socialista a la vez que se arranquen sus raíces materiales.
Si bien Lenin, y especialmente Mao, hicieron aportes muy importantes a una manera más correcta y dialéctica de entender cómo “funciona” esa relación entre la base y la superestructura, ninguno comprendió con suficiente profundidad o en todos los niveles el ámbito y la fluidez de esa independencia relativa.
Romper con las tendencias pragmáticas
Tercero, ha habido otras tendencias filosóficas negativas y problemas de método, muchos de los cuales están relacionados al pragmatismo—una filosofía, como dije, que se opone a la investigación de la realidad subyacente más profunda en nombre de “lo que funciona” y que también sostiene que las ideas son verdaderas en la medida en que sean útiles. Esto último esquiva la pregunta: “¿útil para qué?” y, de mayor importancia, en realidad niega el verdadero criterio de la verdad: si una idea corresponde a la realidad. La idea de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva era útil para Bush, pero eso no quiso decir que era cierto.
Estas tendencias filosóficas erróneas, especialmente las de Stalin, contagiaron y hasta impregnaron al movimiento comunista. Ahora les pediré que me permitan explicar esto, porque como dije, estas tuvieron consecuencias serias. Incluyeron el instrumentalismo, que se refiere a la aplicación de la teoría como un instrumento para justificar ciertas metas a corto plazo en lugar de un medio para indagar la verdad; el empirismo, que valora la verdad a partir de la experiencia directa y lo que se puede observar inmediatamente, en un marco estrecho; el a priorismo, que quiere decir imponerle categorías al mundo, en lugar de derivar esos conceptos del mundo tal y como es, por medio de una interacción compleja entre la práctica y la teoría; y el positivismo, un método que tiende a limitar y restringir la ciencia a describir y codificar las observaciones, y se enfoca en los criterios de la medición cuantitativa y el pronóstico.
Enfoquémonos un momento en el positivismo. Este punto de vista niega o dice que no tiene importancia el análisis de niveles más profundos de la dinámica y la dirección. Debido a eso, tiende a separar los fenómenos del contexto mayor y de diferentes niveles, y también tiende a reducir las cosas y los procesos a una sola y sencilla causa. Por ende, tiende a negar, o rechazar, las maneras en que la teoría puede y tiene que “adelantársele” a la práctica, o sea, las maneras en que un análisis a fondo de la experiencia (ampliamente concebida) puede dar una concepción más profunda de la dinámica y las tendencias subyacentes inherentes, o en potencia, en esa realidad, y abrir nuevos caminos a la transformación de esa realidad. Si la teoría no se “adelanta”, no se podría concebir nada cualitativamente diferente a lo que ya se conoce; sin eso, ¿cómo pudieron haber escrito Marx y Engels el Manifiesto Comunista?
Quiero hablar de un ejemplo un tanto de mala fama, para darles una idea de las consecuencias de enfoques metodológicos erróneos. Esto tiene que ver con un genetista de nombre Trofim Lysenko en la Unión Soviética en los años 30. Lysenko insistió en que se podía heredar las características adquiridas; por ejemplo, si eres bien delgadito, pero si desarrollas músculos levantando pesas y tomando esteroides, los hijos heredarán ese físico. Pues, ese es un punto de vista erróneo. Pero como Lysenko tenía un programa global de cómo hacer crecer rápidamente una gran cantidad de trigo en un país que sufría hambruna, y porque tuvo cierto éxito a corto plazo con injertos de plantas, se declaró que eso era cierto.
Analicemos eso. Hay pragmatismo: juzgar la verdad de una idea a partir de si “funciona” para una u otra meta a corto plazo. Hay empirismo: juzgar la verdad solamente a partir de una serie limitada de experiencias empíricas. Al contrario, hay que poner lo que uno está haciendo y aprendiendo en el contexto de lo que sabemos en todo momento que es cierto, la imagen o el modelo más completo y más acertado de la realidad objetiva. Además hay que relacionar eso con las demás pruebas pertinentes disponibles de otras fuentes. ¿Cómo cuadraban las teorías de Lysenko con lo que sabíamos que era cierto, como la teoría de Darwin y algunos de los esfuerzos para comprobarla? Si había contradicciones entre los resultados obtenidos por Lysenko y lo que hubiera pronosticado la teoría de Darwin, ¿cómo entender esas contradicciones?
Pero no procedieron de esa manera. Y los resultados fueron desastrosos —para los genetistas a quienes les negaron el derecho a trabajar y reprimieron más fuertemente en algunos casos porque no estaban de acuerdo y para las ciencias en la Unión Soviética en general, como por la manera en que enseñaron a abordar y evaluar las ideas en todas las esferas.
Veamos un ejemplo del a priorismo, así como del positivismo. Stalin suponía de manera a priorista que una vez mecanizada la agricultura y una vez, por lo general, establecida la propiedad socializada de la producción en los años 1930, dejarían de existir las clases antagónicas en la sociedad soviética. Pero la lucha continuaba. Como el “modelo” a priorista de Stalin de una sociedad socialista sin antagonismos de clase no podía explicar eso, sacó la conclusión de que toda la oposición tenía que ser el trabajo de agentes del imperialismo. Los resultados fueron dolorosos, desde numerosos ángulos.
Ahora bien, posteriormente, Mao criticó y se opuso a esto, siendo una de sus grandes contribuciones que la lucha de clases persiste bajo el socialismo, y como parte de eso, hizo muchas críticas de las tendencias filosóficas de Stalin de restarles importancia a las contradicciones o no reconocerlas. Pero esas tendencias de positivismo, instrumentalismo, etc., causaron muchísimo daño, y antes de Avakian no se les había identificado plenamente como tal ni se había roto con ellas de una manera sistemática.
El avance radical de Avakian en la epistemología
Por último, y de mucha importancia, Bob Avakian ha criticado y roto con viejos puntos de vista epistemológicos del movimiento comunista. La epistemología tiene que ver con la teoría del conocimiento, de cómo llegamos a conocer la verdad. Entre esos puntos de vista epistemológicos erróneos está la idea de que “la verdad tiene carácter de clase”. En realidad, la verdad es la verdad y los disparates son disparates, sin importar quién se lo diga. Ahora bien, el materialismo y la dialéctica como método general deberían permitir establecer mejor la verdad, en la medida que se apliquen de manera consecuente a la realidad, pero cualquiera que sea la idea que uno descubra, el criterio para juzgar si es cierta tiene que basarse en si corresponde, de una manera fundamental, a la realidad, y no la manera de descubrirla.
De hecho, resulta que quienes no usan ese método —que en realidad lo detestan— pueden descubrir importantes verdades. NO existen realidades separadas para diferentes clases y no hay “verdades” distintas para diferentes clases; no es “una onda proletaria... tú no la entenderías”. Solo existe una realidad. El proletariado como clase no tiene ningún interés en ocultar el carácter fundamental de la sociedad humana, el materialismo dialéctico e histórico corresponde a sus intereses fundamentales; pero si se reduce ese punto sumamente amplio a “la verdad tiene carácter de clase”, podría llevar a decir que no se puede aprender nada de los pensadores burgueses o de pensadores que no son ni burgueses ni parte del marco marxista, e incluso a pensar que aquellos de origen proletario tienen un conocimiento especial de la verdad.
Aquí también tenemos que aprender de la experiencia negativa de Lysenko. Echó raíces la idea de que como Lysenko procedía de las masas trabajadoras y como apoyaba al gobierno soviético... y como aquellos que se le oponían en general procedían de lo que habían sido las clases privilegiadas de la vieja sociedad, y no apoyaban al gobierno soviético... eso era una prueba más de lo correctas que eran las teorías de Lysenko. Pero el origen de clase no tiene nada que ver —o no debe tener nada que ver— con la valoración de lo correcta o incorrecta de una idea.
Tampoco es cierto que lo que determina la veracidad de las ideas es su “utilidad” en un sentido inmediato. Ese enfoque pragmático ha llevado, para ser francos, a “distorsionar” o torcer la verdad; en el caso de Lysenko, repito, declararon que su teoría era cierta porque parecía útil en un sentido inmediato.
Ahora bien, no se trata de “buscar la verdad” de una manera divorciada de la lucha para cambiar el mundo. Tampoco se trata de que “la verdad te liberará”. No lo hará, sin lucha. Pero si no se entiende al mundo de una manera más o menos correcta —si no se sabe lo que es la verdad— tampoco se liberará. Se harán cosas que no corresponden a la dinámica y las contradicciones concretas de la realidad y no se podrá transformar esa realidad, al menos no en una dirección que lo va a acercar a uno a la revolución y al comunismo.
Ese proceso supone tremenda riqueza. No se puede ni descartar ni tampoco adoptar completamente las ideas de quienes no son marxistas o son anticomunistas; hay que pasarlas por el tamiz y sintetizarlas críticamente y a menudo reconfigurarlas. Pero si uno se aparta de eso —lo que llegó a ser la “tradición” del movimiento comunista—, ¿cómo va a conocer este mundo en que vivimos, que está cambiando constantemente y generando cosas nuevas e inéditas? De hecho, se necesita el choque de ideas, se necesita el debate, contienda y efervescencia, hay que seguir senderos que no parecen “contribuir” y que podrían acabar en callejones sin salida... pero que, por otro lado, podrían ofrecer nuevas perspectivas hacia la realidad. La idea de que “la verdad tiene carácter de clase” en realidad socava y tergiversa ese proceso vital necesario.
Seamos francos. Hay verdades que, a corto plazo y en un sentido lineal, van en contra de la lucha por el comunismo, pero que, en un contexto más amplio y con el método y enfoque que Avakian está forjando, en realidad contribuyen a esa lucha. Eso abarca las “verdades dolorosas” —las verdades sobre los aspectos negativos de la experiencia del movimiento comunista internacional y de las sociedades socialistas que han dirigido los comunistas—, pero también, en general, las verdades que se descubren que, en ciertos aspectos, demuestran que la realidad es diferente a lo que pensaban los comunistas, o la gente en general.
Con respecto a la importancia de las “verdades dolorosas”, vale la pena volver a Lysenko por última vez. Tradicionalmente, los anticomunistas dicen que lo de Lysenko es un ejemplo que prueba que el comunismo inevitablemente tergiversa la verdad... y reprime a los intelectuales. Algunos comunistas se distancian del incidente Lysenko de una manera simplista, otros simplemente lo ignoran, pero por lo general no quieren “abordarlo”—desde el punto de vista de cómo los comunistas aplican correctamente el marxismo para dirigir en todas las esferas de la nueva sociedad. Avakian, al contrario, dice que hay que reconocer plenamente esta experiencia, por lo cual la ha abordado en varias obras y sacado lecciones más profundas: qué fueron los errores de método y cosmovisión que resultaron en eso... qué fue la situación que generó las presiones hacia eso... y qué tienen que hacer los comunistas para romper con ese punto de vista y, a un nivel más profundo, esa práctica, para que de veras puedan llevar al mundo a un lugar mejor.
Porque, repito, el problema no es solo “dar con la verdad”, sino de hacerlo desde un punto de vista y método plenamente científico, dialéctico materialista, y comprender correctamente la conexión entre eso y la lucha por la revolución y a la larga por el comunismo, y comprender toda la riqueza que eso implica. Reconocer la importancia de la verdad e insistir en buscarla de esa manera, libre de las consideraciones estrechas, pragmáticas e instrumentalistas de lo que parece más conveniente en un momento dado, o lo que parece concordar más con los objetivos particulares e inmediatos de los comunistas... buscar la verdad aplicando el punto de vista y método científico del materialismo dialéctico de la manera más amplia, global y consecuente con fin de abordar la realidad tal y como es y, a partir de eso, transformarla de una manera revolucionaria hacia la meta del comunismo: eso es radicalmente nuevo y representa una parte clave de la riqueza de la nueva síntesis que está forjando Bob Avakian. Ese es el significado global de lo que está concentrado en su declaración de que “todas las verdades son buenas para el proletariado… todo lo que sea verdad puede ayudarnos a llegar al comunismo”.
Se puede comparar esa declaración con “todo lo que concuerda con los intereses del proletariado y nos ayudará a llegar al comunismo es verdad”. Este punto de vista —con su contenido y enfoque pragmático e instrumentalista— ha prevalecido, de una manera desproporcionada, en la historia del movimiento comunista internacional—y, de hecho, representa lo contrario de lo que concentra la declaración de Avakian. Y esta es una parte clave de la ruptura radical que encarna su método y enfoque y de la riqueza de la epistemología que ha estado forjando y bregando para que los comunistas la hagan suya.
Repito, en la última media hora apenas he podido abordar este fundamento crucial filosófico y metodológico de la nueva síntesis. Para entender eso más a fondo, recomiendo que lean los libros Observations on Art and Culture, Science and Philosophy y Marxism and the Call of the Future Conversations on Ethics, History, and Politics8 . Pero ahora quiero pasar a las implicaciones políticas de todo esto.
Parte III: La nueva síntesis: Implicaciones políticas — La dimensión internacional
Aquí quiero enfocarme en dos cosas: el internacionalismo; y la democracia y la dictadura en la transición al comunismo.
Una vez más tengo que hablar sobre unos antecedentes. Marx y Engels exhortaron a los obreros del mundo a unirse. La base material para esa exhortación fue el hecho de que el capitalismo no solo había dado a luz la época de las naciones y estado-naciones modernas sino también la existencia de un mercado mundial; y que el proletariado era una sola clase internacional y que tenía que superar la división en naciones, así como en clases, para llegar a un mundo sin antagonismos entre la gente.
A finales del siglo 19, el monopolio había llegado a dominar a los países capitalistas avanzados, y los capitales bancario e industrial se habían combinado para formar enormes bloques financieros; esas naciones no solo exportaban bienes a las naciones menos desarrolladas sino que empezaban a exportar el propio capital. Construían fábricas y ferrocarriles en esos países y los incorporaban a la “vida moderna” de una manera nueva. La contienda entre las grandes potencias por esferas de influencia intensificó, al igual que el militarismo y la guerra para respaldarla; todo eso ha continuado e intensificado hasta la fecha, por medio de dos guerras mundiales —¡en las que murieron más de 60 millones de personas!— y el triunfo de Estados Unidos contra la Unión Soviética en la llamada guerra fría. Hoy, más que nunca, el carácter de la producción es internacional; pero la propiedad, el control y la organización del capital aún están anclados en naciones separadas y en contienda, y estas naciones aún están divididas básicamente entre oprimidas y opresoras.
Las naciones opresoras como Estados Unidos no simplemente saquean a naciones oprimidas como México. Más bien, integran estrechamente toda la economía de una nación oprimida al proceso de acumulación imperialista de una manera subordinada, tergiversada y desarticulada al servicio de ese proceso. Las crisis hoy se manifiestan en intensos conflictos geopolíticos sobre el reparto del mundo entre las potencias imperialistas, conflictos que pueden estallar y han estallado en conflagraciones—como las dos guerras mundiales. Estas guerras presentaron crecientes oportunidades para la revolución... aunque si uno fuera empirista o positivista, parecería todo lo contrario, ya que cuando estalló la I Guerra Mundial, por ejemplo, casi todo el movimiento socialista mundial, con la importante excepción de los bolcheviques bajo la dirección de Lenin, y unas cuantas otras fuerzas, se derrumbó en traición.
Al mismo tiempo, estas guerras desempeñaban el papel de “crisis clásicas” del capitalismo: la destrucción del viejo marco de acumulación capitalista, que se había vuelto una traba, y el desarrollo de uno nuevo. Avakian dirigió en la profundización del análisis de Lenin sobre el imperialismo y el modelo que acabo de describir también rompió con lo que había venido a ser la línea dominante del movimiento comunista: que el imperialismo estaba en una crisis general y se iba directamente hacia el derrumbe.
Sobre esa base, Avakian desarrolló el principio de que la lucha de clases en un país dado la determina más la situación internacional que el desenvolvimiento de las contradicciones en ese país apartado o divorciado de ese contexto. La situación revolucionaria que le permitió a Lenin dirigir a los bolcheviques a conquistar el poder surgió de la coyuntura internacional de la guerra mundial que afectó de una manera radical a la situación en Rusia y permitió que se abriera paso; el internacionalismo de Lenin y su conocimiento cualitativamente más profundo del materialismo y la dialéctica le permitieron ver esa posibilidad cuando, por lo menos al principio, todos los demás dirigentes se opusieron a la idea de aprehender el momento y hacer la revolución. Asimismo, la Revolución China se dio en un contexto internacional específico de la II Guerra Mundial y la invasión del Japón.
Ahora bien, uno podría distorsionar eso para decir que no se puede hacer nada si la “correlación de fuerzas” internacional es desfavorable. Eso no es cierto, y las revoluciones, o incluso las tentativas de hacer la revolución, en países específicos pueden afectar la correlación de fuerzas de una manera radical. Pero se está desenvolviendo en un contexto internacional, y hay que entender la dinámica a ese nivel; el “conjunto” del sistema imperialista es más que la suma de las naciones separadas que conforman las partes individuales.
Así que no es posible entenderlo desde la perspectiva de “mi país hacia fuera” y, de hecho, verlo de esa manera es otro ejemplo del positivismo. Tampoco se puede ver al internacionalismo como algo que se “extiende” a otros países; el mundo entero tiene que ser el punto de partida. Hay que ver la revolución en “su” país como parte de la revolución mundial. Los comunistas NO representan a esta o aquella nación; (se supone que) nuestro objetivo es la eliminación de todas las naciones, aunque sabemos que vamos a tener que “bregar” con un mundo en que las naciones existirán por mucho tiempo, aun naciones socialistas, y todo un período en que primero habrá que lograr la igualdad de las naciones para poder superarlas. Pero durante todo ese período, el movimiento comunista debe “tener en la mira” la meta de una comunidad mundial de la humanidad, y relacionar todo lo que hace a eso.
Irónicamente, si uno lo abarca desde el punto de vista de “mi país hacia fuera”, perderá las verdaderas posibilidades revolucionarias en el país en que uno se encuentra. No captará cómo trastornos inesperados en esta o aquella parte del mundo, o en este o aquél aspecto del sistema, pueden plantear oportunidades que se pueden asir. Se quedará sin litoral mental, por decirlo así, sumido en el nacionalismo, y será incapaz de ver la base para librar una lucha triunfante por la liberación nacional. Y esa mentalidad sin litoral ha sido un factor que ha llevado al conservadurismo y, aun peor, a la capitulación en tiempos de grandes peligros... pero que eran, claro, también tiempos de grandes posibilidades para avances revolucionarios.
Todo ese enfoque equivocado se consolidó en el contexto de una situación en que la Unión Soviética se encontraba rodeada de potencias imperialistas antagónicas que la querían estrangular, y cuyo punto culminante fue el ataque nazi que cobró más de 20 millones de vidas soviéticas. La defensa del primer estado socialista era una verdadera necesidad. Pero esa defensa existía en contradicción con la necesidad de hacer avanzar al mismo tiempo la revolución en otros países, y con relación a la misma. Como no reconoció o negó la existencia de esa contradicción, la Unión Soviética muy a menudo sacrificó, o intentó sacrificar, la lucha revolucionaria en esos países en beneficio de su propia defensa. Y, hay que decirlo, en Mao persistió ese mismo punto ciego. Si no se reconoce que eso es una contradicción, y si no se aborda eso a partir del hecho fundamental de que el imperialismo ha integrado al mundo entero en uno solo y que el proceso revolucionario es un proceso integrado mundial —a pesar de que los diferentes países tienen sus propias revoluciones diferenciadas, aunque relacionadas—, no se tendrá la posibilidad de resolver esto.
Avakian de ninguna forma ha sido simplista o escolástico en sus críticas; ha insistido en un pleno reconocimiento de los serios retos ante los estados socialistas. Pero sobre esa base estudió lo que pensaban que hacían y por qué, e hizo una crítica penetrante de su concepción teórica.
Como parte de eso, Bob Avakian desarrolló el principio de que el proletariado en el poder “tiene que poner ante todo el avance de la revolución mundial, aun por encima del avance de la revolución en el país particular, y construir el estado socialista ante todo como una base de apoyo para la revolución mundial”. Además, y de mucha importancia, formuló el principio de que los revolucionarios tienen que, al mismo tiempo, buscar hacer los mayores avances posibles en la construcción del movimiento revolucionario y prepararse para la situación revolucionaria en todos los países, mientras que están atentos también “a situaciones concretas que en cierto momento se vuelven puntos de concentración de las contradicciones mundiales y posibles eslabones débiles... y por tanto donde, de manera concentrada, el proletariado internacional debería enfocar especialmente su atención y energía”. Aquí quisiera recomendar varias obras en que se aborda este principio a profundidad: ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional y Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica9.
Además de eso, Avakian defendió y profundizó la concepción de Lenin de que la división del mundo entre potencias imperialistas y naciones oprimidas había generado en las potencias imperialistas un sector de la clase obrera, y un sector aun mayor de la clase media, que no solo se beneficiaba materialmente del parasitismo y saqueo del imperialismo, sino que llegó a identificarse con sus amos imperialistas. Él siguió la lógica de Lenin sobre la necesidad de basarse en los sectores de las masas que no se benefician tanto o que están, en todo caso, más dispuestos a oponerse al imperialismo. Eso quiere decir que los comunistas tienen que estar dispuestos a tomar posiciones que no son populares e ir contra la corriente del chovinismo nacional en los países imperialistas — tenga la forma de repugnantes brotes de chovinismo pro-estadounidense o la forma igualmente mortífera de complicidad pasiva.
IV: La nueva síntesis: Implicaciones políticas –Dictadura y la democracia
La nueva síntesis también tiene implicaciones sumamente importantes con respecto a la dictadura del proletariado, que Marx dijo que era el punto necesario de transición hacia la sociedad comunista. En una palabra: ¿cómo se mantiene el estado socialista como poder en transición hacia una sociedad comunista mundial sin estados, sin convertirse en un fin en sí mismo? ¿cómo sigue desarrollándose, y no dejarse volver al capitalismo?
Avakian ha estudiado a fondo la experiencia de las revoluciones socialistas en la Unión Soviética y China por más de 30 años, y las concepciones, suposiciones, métodos y enfoques de los grandes líderes que dirigieron esas revoluciones. Aquí también, principalmente voy a esbozar en pocas palabras ciertos puntos clave y recomendar ciertas obras que Avakian ha escrito.
En buena medida, lo que Avakian dijo en Hacer la revolución y emancipar a la humanidad se aplica a toda la primera etapa del movimiento comunista:
En la historia del movimiento comunista y de la sociedad socialista, la orientación básica ha sido tratar la realidad material y las circunstancias de las masas populares como la prioridad, como el punto central y la base, en contraste con el enfoque burgués de ignorar —o, de hecho, reforzar— las circunstancias opresivas de las masas populares, la gran mayoría de la humanidad. Y es muy importante captar firmemente que, a nombre del individuo y los “derechos del individuo”, los partidarios de una u otra forma de este enfoque burgués en realidad defienden los intereses de una clase —y la dinámica de un sistema en que esa clase, la burguesía, gobierna—, en que a las masas populares, a miles de millones de individuos de las clases explotadas y oprimidas, las explotan y muelen despiadadamente, y en que descartan totalmente su individualidad y todo concepto de su dignidad individual10.
Los comunistas de la Unión Soviética y China dirigieron a las masas a usar el poder revolucionario para hacer cosas maravillosas y sin precedentes. Se socializó la propiedad socialista de los medios de producción, los cuales se dedicaron a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las primeras necesidades de la gente. En unos pocos años, las mujeres de esos países pasaron de ser entre las más esclavizadas y oprimidas del mundo a las más emancipadas. La gente pasó de ser principalmente analfabeta a casi completamente alfabetizada, y se pusieron las escuelas y la cultura a la disposición de quienes antes estaban excluidos. La Unión Soviética en particular dio grandes pasos hacia la igualdad de lo que se conocía antes como una prisión de las nacionalidades y pueblos oprimidos. Empezaron a poner los servicios médicos a la disposición de todos, donde antes de la revolución la mayoría jamás había sido atendida por un médico.
Pero no se puede dejar las cosas ahí. Por necesario que eso sea, no basta simplemente mantenerse firme y defender —y acariciar— esos logros ante la incesante oleada de calumnias y distorsiones. No basta solo estudiar de dónde surgían esas revoluciones, y las fuerzas feroces, implacables e insoportables ante las que se encontraban.
Defender los logros, tomar en cuenta las críticas
Además, es necesario tomar en cuenta y examinar a fondo las críticas a esa experiencia —desde todos los ángulos— y preguntar: ¿pero a qué precio? El estado proletario tiene que mantenerse en el poder ante la resistencia de vida o muerte de los explotadores derrotados y los feroces ataques desde afuera; ¿pero quiere decir eso que hay que restringir y hasta ahuyentar y reprimir el disentimiento, la efervescencia política, y una diversidad de ideas y enfoques, como las ideas y enfoques que se oponen al socialismo? Al nuevo poder se le plantea la tarea histórico-mundial de incorporar a las masas en la vida intelectual y las artes, y de forjar una nueva cultura, y en particular en China se hicieron maravillas con respecto a eso; ¿pero tiene que significar eso que hay que restringir la búsqueda, la investigación y la experimentación de parte de gente formada como artistas y científicos en la vieja sociedad, o aun en la nueva sociedad? Por primera vez existe la base —y la gran necesidad— de abordar el problema de la libertad como una tarea positiva y colectiva: “cómo nosotros mismos vamos a transformar el mundo y servir al pueblo” y no “quiero lo mío”; ¿pero quiere decir eso que no hay necesidad o poco papel positivo para la individualidad y el espacio del individuo? Existe una necesidad de “llevar a cabo cosas”; ¿pero qué tiene eso que ver con el estado proletario como una forma de estado radicalmente diferente, que incorpora cada vez más a las masas en la dirección y la administración directa del estado?
Ahora bien, no es posible contestar bien esas preguntas de manera simplista. Piensen un minuto en la guerra de Secesión de este país, y del período de Reconstrucción que la siguió, inmediatamente después de la liberación de los esclavos cuando supuestamente les iban a dar tierras y derechos políticos. Por muchos años lo que se nos decía en la escuela —y especialmente en la cultura, con películas como Lo que el viento se llevó y El nacimiento de una nación— fue que la Reconstrucción fue un período terrible durante el cual los blancos sufrieron horriblemente. (Eso debería darles una perspectiva sobre lo que casi cada semana se dice en las reseñas de libros del New York Times sobre las revoluciones socialistas).
Lo que en realidad sucedió fue que para desmantelar el poder de los hacendados en el Sur de Estados Unidos, por un tiempo los capitalistas del Norte les privaron de ciertos derechos políticos y con la fuerza de las armas respaldaron a los esclavos emancipados en su intento de votar, postularse para posiciones en el gobierno y obtener tierras. Pero a medida que reintegraron a los hacendados del Sur a la clase dominante, en una posición subordinada, y a medida que otras contradicciones en otras partes del país empezaron a hervir, los capitalistas del Norte retiraron sus soldados y les permitieron a sus ex enemigos organizar el Ku Klux Klan, imponer un sistema parecido a la esclavitud de trabajos forzados de presos y la aparcería, y privar a las masas de negros de todo derecho, y eso se hizo cumplir tanto por leyes como por las chusmas de linchamiento. La orgía de venganza que revocó la Reconstrucción se llamaba oficialmente “La redención”. Y los vencedores volvieron a escribir la historia, hasta que una nueva generación, la de los años 1960, destapó la verdad objetiva de lo que pasó.
Para cumplir los objetivos de la Reconstrucción hubieran tenido que privar a los ex esclavistas de los derechos políticos y hacer cumplir eso. Francamente, hubieran tenido que derramar sangre, y es posible que algunos inocentes hubieran sufrido... pero hubiera valido la pena.
¿Para evitar los casi 5.000 linchamientos que ocurrieron inmediatamente después de la derrota de la Reconstrucción, y el efecto de eso en millones de personas?
Hubiera valido la pena.
¿Para evitar la destrucción del espíritu la cual causó el sistema de segregación?
Hubiera valido la pena.
¿Para parar la institucionalización de cosas como el trabajo forzado de los presos, las cuadrillas de trabajo forzado, las pésimas escuelas y todo lo demás que pesa sobre la gente hoy, a veces en formas diferentes y a veces en formas que casi no han cambiado?
Hubiera valido la pena.
Ahora, demos vuelta a la página y hablemos de la revolución comunista, que es mucho más profunda, fundamental y radical que la Reconstrucción se propuso ser, y que llegó al poder en situaciones mucho más difíciles. Contra esas revoluciones no solo estaban los explotadores derrotados —quienes, como dijo Lenin, conservan sus conocimientos, sentido de derecho y conexiones de antes, y que se lanzan contra uno mismo con diez veces más ferocidad y artimañas una vez que han perdido su paraíso— sino también las potencias imperialistas y sus fuerzas armadas mucho más poderosas. Los soviéticos no solo libraron una guerra civil de 1918 a 1921 que les costó millones de vidas y en lo básico la destrucción de la poca industria que tenían, sino que en esa guerra civil tuvieron en su contra la intervención e invasión de 17 potencias militares, entre ellas Estados Unidos. Y menos de 20 años después de ganar la guerra civil vino la invasión nazi.
Sin embargo, aun si comprendemos eso a fondo, tenemos que examinar lo que se hizo, analizar los puntos débiles tanto en la teoría como en la práctica, y de veras prepararnos a nosotros mismos —así como a las masas— para hacerlo mejor en la próxima oportunidad.
Romper de manera más profunda con la democracia burguesa
Como parte de hacerlo mejor —y aun para poder contestar sobre una base correcta la pregunta de “a qué precio”— ha sido necesario romper de una manera más profunda con las influencias de la democracia burguesa y la concepción general de la “democracia sin clases” en el movimiento comunista. En su libro histórico Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, Avakian planteó esa pregunta y la contestó enérgicamente: ¡NO!
Quisiera adentrarme en esto citando dos pasajes breves de Avakian que a menudo publicamos en nuestro periódico. El primero es:
La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es democracia, sino capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.
Lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.
Luego, desde otro ángulo, lo siguiente:
En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, no tiene caso hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a ellas, o lleva a abolirlas?
Hablemos de lo que eso implica. En primer lugar, no se puede recurrir a los instrumentos de la dictadura capitalista —los ejércitos, las prisiones, las cortes y la burocracia que este sistema ha desarrollado y refinado a fin de reforzar y extender la explotación y el imperialismo—, no se puede usar esos mismos instrumentos para abolir la explotación, erradicar la opresión y defenderse ante el imperialismo. Y no se puede recurrir a los instrumentos de la democracia burguesa —que, en primer lugar, han sido diseñados para resolver desacuerdos entre los explotadores y, segundo, para atomizar y engañar y volver pasivas a las masas— como un medio para movilizarlas y desencadenarlas para conocer y transformar conscientemente el mundo entero. Si bien es cierto, como dijo Lenin, que el socialismo es un millón de veces más democrático para las masas populares, el socialismo no es y no puede ser la extensión de la democracia burguesa (que se basa en la explotación) a los explotados. Esa lección no solo se ha establecido científicamente sino que se ha pagado en sangre.
Las “4 todas”
La dictadura del proletariado —y el sistema proletario de democracia— tiene que ser diferente. Tiene que estar al servicio de la abolición de las divisiones antagónicas entre la gente y de las relaciones, instituciones e ideas que brotan de esas divisiones y las refuerzan. Ahora bien, el nuevo poder avanzará mucho, inmediatamente, hacia ese fin. Por ejemplo, se apoderará de esos medios de producción socializados y empezará a usarlos para satisfacer las necesidades materiales de la gente y para hacer avanzar la revolución mundial.
Pero al día siguiente de la victoria se encontrará con una sociedad en la que la gente ha vivido como miembros de diferentes clases sociales. Aun si se deja a un lado a los grandes capitalistas —lo cual no se debe hacer, ya que andarán por ahí sin querer aceptar lo que han perdido—, todavía existirán las diferencias entre la gente, entre quienes han estudiado medicina, administración e ingeniería, por un lado, y por el otro quienes no han tenido ese tipo de formación y han tenido que trabajar en fundiciones, hospitales o el campo, o que no han podido encontrar ningún trabajo. Además, está la fuerza de la costumbre, de los siglos en que la única manera en que la gente se ha juntado para llevar a cabo la producción de las primeras necesidades se ha hecho —o se ha llevado a cabo— mediante unas relaciones en que una clase principal explota a otra, y en que existe una división estricta entre quienes hacen el trabajo intelectual y quienes trabajan con el cuerpo.
Además, habrá que abordar todas las relaciones sociales e ideas que esas relaciones de explotación han condicionado y reforzado. Inmediatamente, el nuevo poder emprenderá la destrucción de los pilares de este sistema, como la supremacía blanca y la supremacía masculina, para instituir la igualdad de a de veras. Pero aun después de haberse iniciado esas transformaciones, y de hecho aun después de que el pensamiento de la gente empiece a liberarse de muchas maneras y empiece a reflejar las nuevas relaciones socialistas; aun después de todo eso, los siglos de explotación seguirán afectando enormemente el pensamiento de la gente. Será como el síndrome de estrés postraumático tras una violación. A esta sociedad, y a todos los que viven en ella, los han traumatizado cientos y miles de años de opresión, y eso ha impactado en el pensamiento de la gente. Habrá que luchar contra las manifestaciones de eso en el pensamiento de la gente, cosas como el racismo, el sexismo, el chovinismo nacional de USA número uno y la xenofobia (odio a personas de otros países), así como el elitismo y aun los sentimientos de inferioridad que inculcan en las masas… pero esas cosas no simplemente desaparecerán. Y esas ideas se alimentarán de las desigualdades y relaciones económicas que aún quedan, que contienen aspectos de relaciones tipo capitalistas pero que no se puede eliminar de la noche a la mañana, lo que se llama el “derecho burgués”. Las ideas y programas políticos que representan esas relaciones crecerán en ese suelo y se impondrán, y sentarán una base para que los nuevos elementos capitalistas contiendan por el poder. Y el nuevo poder tendrá que movilizar a las masas para identificarlos, analizarlos y superarlos.
Así que no es tan sencillo como “bien, cambiaremos las relaciones económicas y lo demás vendrá como anillo al dedo”. En la medida que los comunistas hayan pensado así o sigan pensando así, eso hace mucho daño. Habrá que transformar y revolucionar toda esfera social, a lo largo de un período mucho más largo de lo que anticipaban Marx y Lenin. Y en todas estas esferas, como Marx lo dijo científicamente, habrá que abolir todas las diferencias de clase, todas las relaciones de producción en que estas descansan, todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción y todas las ideas que surgen de estas relaciones sociales —o, en una frase, las “4 todas”— para llegar al comunismo, como parte del proceso de alcanzarlo11.
Un tipo diferente de dictadura y democracia
Así que se necesitará ejercer la dictadura sobre los antiguos explotadores y quienes quieren restaurar la explotación; y también se necesitará la democracia entre las masas para poder llevar a cabo plenamente las transformaciones que se necesitan. Pero estas tendrán que ser una dictadura y una democracia con un carácter cualitativamente diferente de lo que tenemos ahora. Repito, no se puede simplemente voltear las cosas, y tener a diferentes personas que utilizan los mismos instrumentos. Tiene que haber formas a través de las cuales las masas populares empiezan a participar en la vida social y a crear una sociedad muy diferente, y a transformarse a sí mismas en el proceso, a una escala que, francamente, es difícil de imaginar a partir de los confines mentales de “lo que existe” en este sistema.
Eso quiere decir movilizar —y desencadenar— a la gente, dirigirla y aprender de ella, para así superar las desigualdades y las relaciones sociales de la vieja sociedad, que estorban el avance hacia una nueva forma de sociedad. Quiere decir armar a las amplias masas populares con los instrumentos teóricos que les permitan analizar críticamente la sociedad y valorar si está avanzando hacia el comunismo y cómo, y cuán concretamente, y qué hay que hacer para ir lo más lejos posible en esa dirección en todo momento.
Este enfoque se opone directamente a la idea de que lo principal que hay que hacer bajo el socialismo es “cumplir con lo prometido”: asegurarse de que esté creciendo el nivel de vida de la gente, de que su vida sea más estable, y cosas por el estilo… y dejarlo todo en manos de quienes “saben hacer eso”. Mejor dicho, “darles de comer y dirigirlas”. Eso es lo que se conoce como un enfoque revisionista: quedarse con el nombre del comunismo, pero quitarle su corazón revolucionario. Esa era la línea de quienes tomaron el poder en China después de la muerte de Mao y derrotaron a quienes se habían agrupado en torno a Mao, y hemos visto a qué lleva eso: a un infierno capitalista con etiqueta socialista.
Por ende, la pregunta que hay que hacer es: ¿es el papel de las masas solo luchar y producir? ¿O van a ser emancipadores de la humanidad? ¿Es posible que las masas conozcan al mundo tal y como es, lo comprendan y lo transformen?
La respuesta es, SÍ LO PUEDEN HACER, pero no de manera espontánea y sin dirección. La gente no puede tomar iniciativa consciente para cambiar el mundo si no sabe cómo funciona. Eso requiere ciencia. Y como la situación es tal que a las masas se les ha privado de la posibilidad de trabajar con las ideas, tienen que obtener esa ciencia de quienes sí han tenido la oportunidad de bregar con ella. O sea, necesitan dirección.
Para que no quede ninguna confusión, en esta sociedad, a todos los están dirigiendo, en una dirección u otra. Hoy mismo, muchos que dicen que no los dirige nadie están dedicando mucho esfuerzo, recursos y esperanza a la campaña de Clinton vs. Obama. Y una vez que Clinton, Obama o McCain tome el cargo, el o la que gane establecerá las pautas a seguir — ellos te dirán qué hacer y —como han venido diciéndote— lo harán en beneficio del dominio estadounidense del mundo y del “orden social” en Estados Unidos.
Así que no se trata de si habrá líderes, sino de qué clase de líderes habrá, al servicio de cuáles metas. Avakian lo dijo así en Hacer la revolución y emancipar a la humanidad:
Y mientras eso sea cierto, el interrogante esencial seguirá siendo: ¿cuál es el contenido y el efecto de esa dirección—adónde llevará y cómo? ¿Qué le permite a la gente hacer o qué le impide hacer? ¿Contribuye a su capacidad de entender la realidad, y a cambiarla conscientemente, de acuerdo con los intereses fundamentales de la humanidad—o dificulta y mina que haga eso?12
Es importante pensar en esto con relación a lo que dije antes sobre las ventajas y el poder que todavía conservan los imperialistas derrocados así como sus conexiones internacionales. El proletariado no puede compartir el poder con la burguesía, porque esta se lo comería vivo. Como dije antes, se ha abordado esto científicamente, tal como en las obras polémicas de Avakian como “Democracia, ahora más que nunca, podemos y debemos hacer algo mejor” (en la revista Un Mundo Que Ganar No. 1992/17) y, sí, estas lecciones se han pagado con sangre. A un nivel aún más profundo, solo corresponde a los intereses del proletariado como clase abolir las “4 todas”, y el estado tiene que ser un instrumento o para abolirlas o para fortalecerlas.
Por eso, en el estado socialista el partido del proletariado todavía tendrá que desempeñar un papel dirigente institucionalizado, mientras que sigan existiendo clases antagónicas y el suelo en que puedan cultivarse esos antagonismos de clase. (Una vez abolidas esas clases, no habrá necesidad de una dirección institucionalizada ni un estado).
Al mismo tiempo, tenemos que reconocer y abordar eso como una contradicción, y revolucionar y revitalizar constantemente al partido para que siga dando ese tipo de dirección y no se convierta en un nuevo opresor.
Este no es un problema pequeño, y es un problema al que Avakian ha dedicado muchísima atención y es una buena parte de lo que abordaré a continuación: un enfoque cualitativamente diferente —y una nueva síntesis— sobre la dictadura del proletariado.
El núcleo sólido, con mucha elasticidad
Que quede bien claro: estamos hablando de cambios y rupturas con gran parte del enfoque de las sociedades que hasta la fecha se puede decir que fueron auténticamente socialistas y auténticamente revolucionarias pero que, no obstante, tenían deficiencias importantes. No es, como alguien dijo de manera graciosa, “pasemos las buenas jugadas, no las malas”. Estamos hablando de un enfoque completamente nuevo, que se basa en los avances hechos en la concepción del mundo y la epistemología comunistas que mencioné antes; una manera de contestar correctamente la pregunta “¿a qué precio?” y una manera diferente de dirigir las cosas hacia un nivel superior.
Hablemos del tema de tener una ideología oficial, que ha sido una de las características de las sociedades socialistas previas. Como dije, el partido tiene que dirigir en la sociedad socialista, y el partido mismo tiene que estar unificado en torno a la ideología comunista, lo cual le permite dirigir a comprender correctamente y transformar la realidad. Sin embargo, el partido es una asociación voluntaria. ¿Pero qué pasaría si todos los miembros de la sociedad, dentro o fuera del partido, tuvieran que expresar su acuerdo con esa ideología para que se le oiga o simplemente para llevarse bien?
Bueno, el hecho es que inmediatamente después de la revolución, apenas saliendo del capitalismo, la mayoría no va a adoptar esto como su punto de vista. Bob Avakian ha usado la metáfora de un paracaídas para describir cómo en el momento de la revolución las cosas se comprimen y la sociedad se escinde en dos polos: uno que se adhiere fuertemente al campo revolucionario y el otro que defiende a la reacción. Pero después de la revolución ese carácter comprimido del polo del pueblo se abre de nuevo, como un paracaídas. Como Avakian escribió en La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, una vez que la revolución ha conquistado el poder:
...toda la diversidad de programas políticos, concepciones del mundo, inclinaciones, etc. (que son un reflejo de las relaciones de producción y de las relaciones sociales características de la vieja sociedad que quedan, así como de lo que se está gestando en la nueva sociedad como resultado de la toma revolucionaria del poder y de la consolidación del poder), todas esas cosas se imponen, o se vuelven a imponer. Pero si se da por hecho que como esas personas acudieron al lado de los comunistas en el momento crítico en que solo ese programa podía abrir una brecha, si se identifica eso con la noción de que todos van a tener pleno acuerdo en todo momento a lo largo del proceso de avance al comunismo, se cometerán serios errores...13
Gracias a dios, no es el segundo advenimiento de Jesucristo, cuando todos se salvan y “ven la luz”. Es una sociedad socialista. Se puede dirigir a hacer muchas cosas nuevas, muchas cosas importantes y emancipadoras, e iniciar un proceso general en que la gente cambia la sociedad y a sí misma en una dirección positiva... pero no se puede hacer como si todos, de repente, no solo han entendido sino que también han empezado a adoptar y aplicar el método, la posición y el punto de vista comunista. Y si se trata de dirigir como si así son las cosas, a) no se va a actuar de acuerdo con la verdad y, como resultado, b) se va a trabar y distorsionar el proceso general a través del cual la gente llega a conocer la verdad y va a engendrar un ambiente falso, sofocante y apagado.
Tiene que haber una ideología dirigente —y la diferencia en la sociedad socialista es que la vamos a proclamar abiertamente, y no lo vamos a ocultar como hacen los capitalistas— pero los que no están seguros de si están de acuerdo deben sentirse libres de decirlo, y los que no están de acuerdo lo deben expresar sin ambages, para que se debata.
Hay que aplicar un principio similar a la política. En un plano, el partido tiene que tomar la iniciativa, movilizar a la gente y desencadenarla en torno a objetivos importantes. Tiene que establecer las pautas del debate. Y claro, este puede ser y tiene que ser un proceso vibrante e inspirador que abre la mente, y se dio eso en el pasado, no solo en China sino también en la primera década y media de la existencia de la Unión Soviética.
¿Y qué de la espontaneidad desde abajo? ¿Y qué de las cosas que parecen ir en direcciones completamente diferentes, o que se oponen a las principales pautas y actividades políticas que el partido está promoviendo? ¿Y qué de las escenas en las artes que surgen por sí solas, como los cafés de los años 50 y 60 con los “beatniks”, la onda hiphopera y los grafiteros en el Bronx hace 30 años, o las escenificaciones de poesía de palabra hablada de los años 90… cosas que surjan de entre las masas, muchas de las cuales podrían tener un carácter de oposición, o por lo menos “fuera del control”? ¿Y qué de los grupos políticos que quieren llevar a cabo debates políticos sin la presencia de militantes del partido, o que quieren emprender acciones en oposición a proyectos, incluso importantes proyectos, en los que el partido y el gobierno están metidos? ¿Y qué de los maestros que quieren enseñar teorías e interpretaciones que no cuadran con la manera que el partido entiende las cosas?
Para ser franco, en las sociedades socialistas previas no ha habido mucho espacio para estas cosas. En Hacer la revolución y emancipar a la humanidad,Avakian critica una tendencia en China y especialmente en la Unión Soviética “a una restricción… del proceso de la transformación socialista; y, en la medida en que esa tendencia se impuso, condujo a llevar mal en cierto grado la relación entre la meta y el proceso, para que lo que pasara en un momento determinado pasó a ser, o tendió a identificarse como, la meta en sí — en vez de ser visto como una parte del proceso hacia una meta mayor. Y, junto con esto, hubo una restricción de la relación entre la dirección principal necesaria, en el sentido fundamental, y lo que eran objetivamente “desvíos” o alejamientos —pero que se veían y trataban como desviaciones peligrosas— de la dirección principal. Esto, en cierto grado y a veces a un grado importante, llevó a sofocar en cierto grado la creatividad, iniciativa, expresión individual y, sí, los derechos individuales en el proceso de conjunto, especialmente cuando parecían estar en conflicto —o en realidad estaban en conflicto, a corto plazo— con las metas expresadas del estado socialista y su partido de vanguardia14.
A un nivel muy básico, se necesita la efervescencia intelectual para conocer el mundo. La efervescencia intelectual, el debate y la experimentación —el “aire” intelectual— ofrecen un vistazo a toda la agitación debajo de la superficie de la sociedad en un momento dado, así como los posibles caminos hacia la resolución y el avance que esa agitación hace posible; ayudan a ver cuando se está actuando de manera equivocada o unilateral. Sin eso, la dialéctica entre el partido y las masas —entre los que dirigen y los dirigidos— tendería a ir demasiado en una sola dirección; por ambas partes, el espíritu crítico y creativo perdería su filo.
Pues, si a la gente se le enseña los criterios críticos en un invernadero, esos criterios no “echarán raíces”; hay que dirigirla, pero la gente también tiene que aprender por su cuenta y, en el curso de eso, la dirección también tiene que transformarse y revolucionarse. Para que ese proceso sea óptimo, se requiere la efervescencia política, un ambiente contestatorio y de plano el desenfreno. Hubo mucho de eso durante la Revolución Cultural de China, pero con la nueva síntesis estamos hablando de algo a una escala mucho mayor, con elementos y una dinámica diferentes.
Seamos francos y reconozcamos que después de diez años de la Revolución Cultural de China —lo mejor de la concepción previa del socialismo—, la mayoría de la población no entendía bien lo que estaba en juego en esa última gran batalla. Bueno, el carácter diferente y la mayor dimensión que tendrán la efervescencia política en la nueva síntesis son una buena parte de la respuesta a cómo hacer las cosas mejor la próxima vez.
“Ir al borde de ser descuartizado”
Avakian ha contrastado la metáfora de tirar un sedal, como en la pesca... y el “núcleo sólido con mucha elasticidad” que esa clase de movimiento expresa. Veamos un ejemplo. Imaginen una situación en que el gobierno socialista ha decidido construir una represa en cierto lugar en respuesta a las necesidades apremiantes de la población —dicho sea de paso, ¡la sociedad revolucionaria tendrá requisitos y necesidades materiales apremiantes porque ya no vamos a estar chupándoles la sangre a los pueblos del mundo!— y alguien como Arundhati Roy (una muy destacada novelista y activista progresista india que no es comunista) hace una campaña en contra. Según la nueva síntesis, no simplemente se toleraría eso, se le daría acceso a los medios de comunicación y a fondos, aunque ella esté organizando y dirigiendo manifestaciones y quizás un plantón masivo en contra de la represa. Habría que meterse en eso, revolverlo todo y debatirlo. Si ella tuviera razón —aunque solo en parte—, se tendría que aprender de ella. Y si ella no tuviera la razón, todavía habría que convencer a los demás en el debate, y no contra una caricatura de su posición sino contra un defensor apasionado, que se expresa bien y que está convencido de esa posición15.
Eso NO es sin riesgo, porque habrá personas cuyas intenciones no son buenas que casi por seguro se meterán y maniobrarán, e intentarán convertir ese proceso en actos para destruir el estado socialista. Y no olvidemos que si entregamos el poder, si permitimos que las fuerzas burguesas (sean viejas o nuevas) restauren el capitalismo, eso será un gran crimen contra todos aquellos que hicieron sacrificios para conquistar el poder y, de mayor importancia, contra la humanidad en general.
El núcleo sólido establecerá las pautas y el marco. Pero dentro de eso, desencadenará y permitirá la máxima elasticidad posible en un momento determinado sin abandonar el poder, y se mantendrá ese poder de una forma que siga avanzando hacia el comunismo, hacia la realización de las “4 todas”, junto con la lucha mundial general. Ahora bien, en cualquier momento dado habrá limitaciones a la capacidad del núcleo sólido de hacer todo eso, por ejemplo en vista de las amenazas del imperialismo. A veces será posible aflojar mucho las riendas, y a veces habrá que apretarlas; pero en un sentido estratégico y general, principalmente se va a fomentar y trabajar con la elasticidad, y procurar aprender de ella y determinar cómo se puede dirigir de tal manera que todo se convierta en una fuerza motriz que de hecho contribuye —si bien no directa ni inmediatamente, a corto plazo— pero que contribuye en un sentido general a donde se quiere ir. Y aprender a hacer eso será un reto y algo muy complejo y lleno de riesgos.
Por eso, Avakian habla tanto de “ir al borde de ser descuartizado” —¡y de BUSCAR hacer eso! El papel del disentimiento es una parte INTEGRAL de este modelo del socialismo, a pesar de que en todo momento hay maneras en que el disentimiento podría dificultar radicalmente el proceso general. Repito, a menos que uno esté dispuesto a ir al borde de ser descuartizado —¡una tortura en que jalan las cuatro extremidades en diferentes direcciones!— el núcleo sólido se volverá muy rígido y quebradizo... y la elasticidad no será… pues, muy... elástica. Y que quede bien claro: este es un concepto estratégico que no es lo mismo que verse jalado en muchas direcciones por una gran variedad de retos, o tener muchas tareas diferentes que hacer—y no se debe identificar con esto ni reducir simplemente a esto. Esta concepción de “ir al borde de ser descuartizado” se refiere a algo muy diferente, algo mucho más complejo y profundo y de una importancia mucho más estratégica que eso.
Además de ese tipo de disentimiento, Avakian ha propuesto debatir, como parte de este modelo, la idea de elecciones competitivas en las cuales se debaten vigorosamente asuntos importantes ante el estado con verdaderos resultados y efectos; una constitución (y las limitaciones que impondría al partido); una concepción más amplia de los derechos individuales; la existencia de una sociedad civil, con asociaciones independientes del gobierno; y una manera totalmente nueva de abordar la contradicción entre el trabajo intelectual y el manual, con una idea diferente del papel de los intelectuales—todo lo cual solo puedo mencionar someramente, pero que me encantaría discutir durante la sesión de preguntas.
Una última pregunta sobre esto: ¿quién ES el núcleo sólido? El núcleo sólido no es idéntico al partido ni al proletariado, de una manera monolítica. En cualquier momento determinado, el núcleo sólido representa una minoría: en las primeras etapas de la sociedad socialista, son quienes están firmemente comprometidos con el objetivo global de llegar al comunismo; y luego habrá diferentes gradaciones de personas, de diferentes clases y capas sociales, que se agrupan con relación a eso. El núcleo sólido tiene que tener raíces en el proletariado, y la dirección tiene que movilizar y desencadenar constantemente a nuevas personas de entre aquellos que quedaron “perjudicados” a raíz de las contradicciones restantes del capitalismo; por ejemplo, las personas que en la vieja sociedad no recibieron formación para hacer el trabajo intelectual, o las mujeres de diferentes capas (así como hombres) que quieren hacer avances en la emancipación de la mujer.
Pero el proletariado en sí no es estático, tiene mucha diversidad y pasa por cambios muy dinámicos, debido a su participación en todas las esferas de la sociedad, y a la experiencia de vivir con las capas medias, de transformarlas — y también de aprender de ellas. Habrá diferentes clases, y diferentes niveles de compromiso con el proyecto comunista, y se estará tratando de trabajar con esa contradicción y solucionarla, pero no de arriba pa’ bajo. Se trata de desencadenar un proceso y luego meterse en ese proceso con las masas.
Esta es una concepción muy diferente a las anteriores, que se basaban en una especie de “reificación” del proletariado, un punto de vista que confunde el papel histórico mundial del proletariado de ser la clase que encarna las nuevas relaciones de producción, con los individuos que son miembros de esa clase en algún momento determinado. Como mencioné antes en la discusión sobre la “verdad de clase”, una manifestación de esa “reificación del proletariado” era darle mucha importancia al origen de clase de las personas en el proceso de valorar sus opiniones y de nombrarlas a posiciones de dirección o de responsabilidad, y decir que el nombramiento de obreros y campesinos a esas posiciones impediría el revisionismo. Esa tendencia fue muy marcada en Stalin, pero también se vio de diferentes maneras con Mao y la revolución china.
Una vez más acerca de la nueva síntesis
Hemos hablado mucho sobre las implicaciones políticas de la nueva síntesis, particularmente con respecto al socialismo. Pero antes de pasar a cuestiones de estrategia, y sobre la base de todo lo que acabo de decir, quisiera que piensen en cuánto expresa y en la profunda importancia que expresa la siguiente descripción de la nueva síntesis, de la primera parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad:
Esta nueva síntesis abarca reconfigurar y recombinar los aspectos positivos de la experiencia hasta la fecha del movimiento comunista y la sociedad socialista, mientras se aprende de los aspectos negativos de esa experiencia, en las dimensiones filosóficas e ideológicas tanto como las políticas, y así tener una orientación, método y enfoque científicos con raíces más profundas y firmes, no solo en cuanto a hacer la revolución y conquistar el poder, sino también, sí, en cuanto a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las necesidades de las masas populares, con una base cada vez mayor, en la sociedad socialista —para superar las profundas cicatrices del pasado y continuar la transformación revolucionaria de la sociedad, mientras al mismo tiempo apoyar activamente la lucha revolucionaria mundial y actuar conforme con el reconocimiento de que la arena y la lucha mundiales son las más fundamentales e importantes, en un sentido global— junto con abrir cualitativamente más espacio para dar expresión a las necesidades intelectuales y culturales del pueblo, entendidas en el sentido amplio, y posibilitar un proceso más diverso y rico de exploración y experimentación en los campos científicos, artísticos y culturales, y en la vida intelectual en general, con mayor campo para la competencia de diferentes ideas y escuelas de pensamiento, y para la iniciativa y creatividad individuales y la protección de los derechos individuales, con espacio para que los individuos interactúen en la “sociedad civil” independientes del estado — todo en un marco general cooperativo y colectivo y al mismo tiempo a la medida que el poder estatal se mantiene y se sigue desarrollando como un poder estatal revolucionario al servicio de los intereses de la revolución proletaria, en el país en particular y por todo el mundo, donde este estado es el elemento dirigente y central de la economía y la dirección general de la sociedad, mientras el estado en sí se transforma continuamente en algo radicalmente diferente de todos los estados previos, como una parte crucial del avance hacia la abolición posterior del estado al llegar al comunismo a nivel mundial16.
Permítanme decirlo de esta manera: la primera etapa de nuestro movimiento hizo época y fue heroica; exige y se merece que se estudie más profundamente y hay que defenderla y apoyarla. Pero por sí solo, lo mejor de lo que se entendía en esa etapa no llevaría ni llevará a la humanidad al comunismo. Con la nueva síntesis, esa posibilidad se plantea de nuevo. Como me dijo un camarada: es como una nueva rama del árbol de la evolución.
Parte V: Implicaciones estratégicas — Hacer la revolución
Esta es una visión increíblemente inspiradora de una sociedad diferente, una sociedad en la que la abrumadora mayoría de la gente de veras quisiera vivir.
¿Pero cómo vamos a llegar a esa sociedad? Eso me lleva a la última parte de esta presentación, el problema de la estrategia para la revolución — particularmente en los países imperialistas. Una vez más, ahora solo puedo esbozar unos conceptos claves, y esta será aún más condensada que la primera parte de la presentación.
Para empezar, la revolución es una cosa muy seria. En un país como este, solo se puede hacer una revolución cuando toda la sociedad esté sumida en una crisis profunda, debido fundamentalmente a la naturaleza y al funcionamiento del sistema mismo, y junto con eso surja un pueblo revolucionario, de millones y millones de personas, conscientes de la necesidad de un cambio revolucionario y resueltas a luchar por él. Una vanguardia tiene que orientar todo lo que hace hacia llegar a esa posición —medir todo lo que hace con relación a eso— todo lo que hace tiene que ver con la revolución. Cualquier meta que no esté a la altura de eso no sirve, y llevará a la capitulación.
Lo objetivo, lo subjetivo… y acelerar mientras que se aguarda
Pero repito, ¿cómo vamos a llegar a tal situación? Un concepto importante que viene al caso es lo que se llama científicamente la “relación entre el factor objetivo y el factor subjetivo”. El factor objetivo incluye las condiciones materiales de la sociedad y su dinámica subyacente; las grandes corrientes políticas e ideológicas que se arremolinan —en cierto sentido de forma autónoma— en torno a eso; las direcciones (contradictorias) en que todo eso se desenvuelve y cambia; el estado de ánimo, los sentimientos y las ideas de diferentes sectores de la población; etc. El factor subjetivo se refiere a aquellos que quieren cambiar todo eso; a menudo se refiere al partido, pero a veces puede referirse al movimiento más amplio, según el contexto.
Ahora bien, esa es una relación dialéctica: lo objetivo y lo subjetivo son distintos, pero se influyen y se transforman mutuamente. El factor objetivo es como la cancha en la que se está jugando el partido, y en un sentido general establece las pautas y el marco. Pero no es una cancha fija ni determinada, sino que está cambiando constantemente, y el factor subjetivo puede influenciar al factor objetivo. Además, a veces el partido mismo es una parte importante de la situación objetiva: puede que esté dirigiendo una lucha importante, en otras palabras, que sea blanco de ataques o tenga un enorme impacto con alguna iniciativa ideológica. Y por eso, la gente estará hablando del partido, así que el factor subjetivo será parte del factor objetivo. Al mismo tiempo, el factor objetivo penetra en el factor subjetivo: al partido lo influencian de diferentes maneras el estado de ánimo y el pensamiento de las masas y de quienes se acercan al partido, trabajan con él y que se hacen militantes.
Sin embargo, la opinión común de nuestro movimiento ha sido levantar un muro de ladrillos conceptual entre estos dos factores y adoptar una actitud pasiva hacia el factor objetivo — de reducir el trabajo comunista a lanzar iniciativas que básicamente reflejan lo que las masas ya están haciendo o ya están dispuestas a hacer y a “organizarlas”. Ese punto de vista no les plantea ningún reto ideológico, salvo “entrarle a la lucha” que está en marcha. Bob Avakian ha identificado el “realismo determinista” que está al fondo de esto — la idea de que la situación existente determina muy estrechamente y limita los parámetros del trabajo revolucionario y la suposición de que esa situación continuará por un tiempo indefinido en la misma dirección, sin rupturas radicales o cambios repentinos, sin que nada la afecte, y sin la posibilidad de que las contradicciones existentes produzcan cosas nuevas de maneras inesperadas.
Pero la verdad es que la realidad rebosa de contradicciones y la historia, al igual que la naturaleza, está repleta de saltos repentinos. Por eso, las iniciativas muy audaces que emprende el factor subjetivo (con tal que se basen en la verdadera dinámica de la realidad material) pueden tener un efecto electrizante y galvanizante; pueden “cambiar el juego”, para usar un cliché muy trillado pero de todos modos expresivo. Ese punto de vista determinista no es sensible ni está al tanto de los acontecimientos que tienen posibilidades de cambiar la ecuación general — según sean las acciones de la vanguardia.
Ahora bien, la revolución no se iniciará con puras ganas y mucha voluntad. Eso te llevará, y llevará a las masas también, a una situación muy mala. Pero, en la inmensa mayoría de los casos, la principal tendencia en los países imperialistas ha sido abandonar en los hechos, si no de palabra, la revolución, y no comprender a fondo e incluso oponerse al gran dinamismo en potencia del factor subjetivo, o de la conciencia.
Sobre la base de entender correcta y profundamente esta contradicción, Bob Avakian ha adaptado un concepto de Mao —acelerar el desarrollo de la revolución, mientras que se aguarda el surgimiento de acontecimientos favorables en la situación objetiva— es decir, esos momentos en que todo se pone en juego. Pero ese concepto es dialéctico y no mecánico: se está trabajando sobre las condiciones con la expectativa y el entendimiento de que ese trabajo llegará a ser parte de prepararse para importantes cambios en la situación objetiva, además de ser parte de gestar y, hasta donde sea posible, modelar esos cambios cuando se presenten. Se trata de esforzarse contra los límites, esforzarse contra el marco, y de hacerlo consciente de que las agudas contradicciones de este sistema se manifiestan desde muchas direcciones diferentes e inesperadas. Para citar otra vez a la reciente charla Hacer la revolución y emancipar a la humanidad:
[A]unque los cambios en lo que es objetivo para nosotros no se darán entera, y quizás ni siquiera principalmente, debido a nuestro “trabajo” para afectar las condiciones objetivas (en un sentido directo, uno a uno), sin embargo nuestro “trabajo” para afectarlas puede generar ciertos cambios dentro de un marco dado de condiciones objetivas y —en conjunción con una “mezcla” y como parte de ella, junto con muchos otros elementos, como las otras fuerzas que afectan la situación objetiva desde su propio punto de vista— eso podría, en ciertas circunstancias, ser parte de la combinación de factores que sí llevan a un cambio cualitativo. Y, repito, es importante recalcar que nadie puede saber exactamente cómo se desenvolverá todo eso17.
Así que, el que uno asuma esta línea y orientación de “acelerar mientras que se aguarda” —o no— no es simplemente una cuestión moral; tiene todo que ver con que siquiera se presentará una situación revolucionaria y, para decirlo francamente, si uno siquiera tendrá la orientación o la capacidad de reconocer esa posibilidad.
A la luz de eso —y todo lo que hemos repasado hoy— lo que sigue (también de la primera parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad) es uno de los pasajes más importantes de toda la obra de Bob Avakian. Tiene muchos términos científicos, muchos de los cuales que ya mencioné; pero para adentrarnos en eso, deben saber primero que en la filosofía el término “necesidad” se refiere a la realidad objetiva en un momento determinado —las direcciones contradictorias en que las cosas se mueven y se desarrollan, y las limitaciones a ese desarrollo y los posibles rumbos que tome—, y que el término “superestructura” se refiere a las instituciones políticas, la cultura, las ideas y otros aspectos de la sociedad, a diferencia de las relaciones de producción.
Veamos lo que escribe Avakian:
Pero fundamentalmente (y, se podría decir, debajo de todo esto) la libertad sí radica en el reconocimiento y la transformación de la necesidad. Lo importante es que ese reconocimiento y la capacidad de llevar a cabo esa transformación se dé a través de diferentes “canales”, y no está ligada de una manera positivista o reduccionista o lineal a la manera en que se presentan, en un momento dado, las principales contradicciones sociales. Si así fuera —o si así lo abordáramos—, liquidaríamos el papel del arte y de buena parte de la superestructura en general. ¿Por qué libramos batallas en la esfera de la moral? Porque en la superestructura hay iniciativa y autonomía relativas. Y cuanto más se le dé expresión correcta a eso, tanto mejor será la situación, en cuanto a la clase de sociedad que tengamos en un momento dado así como en términos de nuestra capacidad de reconocer la necesidad y llevar a cabo la lucha por transformar la necesidad18.
El qué hacerismo enriquecido
Esto es un aspecto clave del concepto estratégico muy importante del “qué hacerismo enriquecido”. Y esto también choca contra una tradición del movimiento comunista que se llama “economicismo”. En un principio, el economicismo se refería a limitar la atención de los trabajadores a la lucha en torno a salarios, condiciones de trabajo, sindicatos y así sucesivamente, pero ha llegado a abarcar cualquier estrategia que se enfoca en movilizar a las masas a luchar por “resultados palpables”. En realidad nadie admite que no quiere llevar el comunismo a las masas; simplemente se dice que “este no es el momento”, y que “la lucha por las reivindicaciones inmediatas es la mejor manera de llegar a la posición de hacer eso... más adelante”.
Hace más de 100 años, Lenin criticó ese mismo punto de vista en su obra pionera ¿Qué hacer? Señaló que el comunismo es una ciencia que se desarrolló fuera del proletariado y que hay que llevarlo al proletariado desde afuera; que los comunistas deben ser tribunos del pueblo que pueden aprovechar todo acontecimiento importante para plantear ante todos sus convicciones comunistas, y contrapuso eso a la mentalidad del secretario sindical, que dirige luchas en torno a las necesidades inmediatas de sus miembros; y dijo que para llevar a cabo esa y las muchas otras tareas necesarias para una revolución, se necesita un partido de vanguardia, compuesto de proletarios y gente de otras capas que hacen suya la concepción del mundo comunista y se dedican a la causa comunista.
Hoy, todo eso sigue siendo muy polémico. Y hoy lo que está en juego en esta lucha es: si se va a dirigir a las masas a ser los emancipadores conscientes de la humanidad, o, al contrario, si se les va a tratar como soldados rasos a quienes dar ideas simplonas mientras que en esencia los gobiernan aquellos que han recibido una formación para trabajar en la esfera de las ideas. Hablamos antes de eso, con relación a la dictadura del proletariado, pero es algo que se manifiesta agudamente hoy mismo.
Miren: para hacerse un emancipador de la humanidad, se necesita hacer una enorme ruptura y no se puede hacer eso sin dirección. Repito, la gente no puede tomar una iniciativa consciente para cambiar al mundo si no sabe cómo el mundo funciona; eso requiere ciencia y hay que obtener esa ciencia de quienes han tenido la oportunidad de estudiarla. Sin eso —sin una vanguardia verdaderamente merecedora del nombre—, la revolución comunista nunca se dará. Y darles ideas simplonas a las masas mientras que uno mismo tiene lo que un camarada llamaba “un templo de conocimientos secretos” —y hacerlo a nombre de “las masas”— sería peor que despreciable, si no fuera tan destructivo, peligroso y omnipresente.
Ahora bien, a esto lo llamamos el qué hacerismo “enriquecido” porque, además de rescatar y revivir los principios cruciales desarrollados por Lenin, Avakian ha recalcado la importancia de capacitar a las masas para bregar con todas las esferas de la sociedad con la orientación de conocer el mundo para transformarlo, así como la necesidad de “ir eliminando”, en la medida posible, las barreras que impiden bregar de esa manera; y, lo que es de gran importancia crítica, ha recalcado la importancia de promover audazmente el comunismo y plantear ante las masas los mayores problemas de la revolución, los problemas de los que hemos estado hablando hoy.
El qué hacerismo enriquecido es todo un conjunto, y no se puede reducir a una sola forma de actividad; para entender eso más a fondo, recomiendo firmemente que estudien la segunda parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad. Sin embargo, helo aquí en pocas palabras: a partir de la orientación de acelerar mientras que se aguarda una situación revolucionaria, abarca el papel central del periódico revolucionario; la necesidad de propagar el comunismo audazmente en todo lo que hacemos; la importancia de promover las obras de Bob Avakian; la necesidad de organizar a la gente en torno a la consigna: “Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución”, difundir la revolución y forjar resistencia a las formas principales en que el sistema ataca a las masas; el reclutamiento al partido; y las iniciativas políticas en torno a las “fallas sísmicas” sociales que en un momento determinado concentran las contradicciones sociales importantes, como la lucha para sacar corriendo al gobierno de Bush.
La orientación estratégica del Frente Único Bajo Dirección Proletaria también es muy importante: es tanto una orientación como un método, un enfoque estratégico para realinear a las diferentes fuerzas de clase de tal manera que la meta de la revolución y el punto de vista comunista revolucionario de que hablamos hoy se pongan en primer plano y se establezcan en la posición dirigente. Eso se lleva a cabo a través de un proceso complejo que llamamos unidad-lucha-unidad: o sea, forjar unidad con personas de diversas capas sociales y puntos de vista en torno a problemas sociales importantes, tanto las “fallas sísmicas” críticas del sistema como una amplia gama de otros problemas; dentro de esa unidad bregar sobre cuestiones de cómo ver al mundo, en los frentes ideológico y político; y mediante ese proceso de lucha seria, desarrollar esa unidad a un nivel más alto y más fundamentado. En todo esto, nuestra meta es repolarizar la situación política: superar las divisiones y la falta de unidad y de confianza, y dirigir el frente único que se necesitará no solamente para hacer la revolución, sino para avanzar hasta llegar a la sociedad comunista.
A la luz de todo eso, quiero llamar la atención al libro Away With All Gods! Unchaining the Mind and Radically Changing the World (¡Abajo todos los dioses! Desencadenar la mente y cambiar radicalmente el mundo), que se publicará oficialmente el mes entrante pero que está a la venta aquí, y que cuestiona de manera muy poderosa la religión y las maneras en que las creencias religiosas son una traba para la gente. Distribuir este libro muy audazmente es un ejemplo perfecto de retar a la gente a romper con la esclavitud mental y a hacerse emancipadores de la humanidad.
“Sobre la posibilidad de la revolución”
Por último, es importante tocar una pregunta muy grande: ¿es posible ganar en un país como este? Con respecto a esto, quiero leer un corto pasaje del muy importante artículo que salió en nuestro periódico “Sobre la posibilidad de la revolución”. El artículo dice:
El año pasado, en la charla “Forjar otro camino” (que Revolución acaba de publicar como serie y que se encuentra en revcom.us), Bob Avakian llama la atención al hecho de que hay “‘dos cosas que no sabemos hacer’ — es decir, responder a la represión y ganar cuando se presente el momento… Lo digo para recalcar la necesidad de esforzarnos en esto — de una manera apropiada y no de maneras poco apropiadas”.
Continúa, hablando del tema de ganar cuando llegue la hora:
“Tenemos que abordar la cuestión de ganar de una manera muy seria y no infantil, y no de una manera que ayude a la reacción, con su concentración de poder [encarnada en la clase dominante imperialista], a aplastar todo intento de crear un mundo nuevo”.
Para subrayar más esa orientación, Avakian incluye en “Forjar otro camino” una declaración publicada en Revolución titulada “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”, que empieza así:
“La revolución es un asunto sumamente serio y hay que abordarla de manera seria y científica, y no con expresiones subjetivas e individualistas de frustración, alardes, poses y acciones que van en contra del desarrollo de un movimiento revolucionario de masas cuya meta es un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, y cuyos medios coinciden fundamentalmente con esa meta y sirven para plasmarla en realidad. La revolución, y especialmente la revolución comunista, es y tiene que ser la acción de las masas populares, organizadas y dirigidas para librar una lucha cada vez más consciente para abolir todos los sistemas y las relaciones de explotación y opresión, y llevar a la humanidad a trascenderlas” (“Puntos esenciales” salió originalmente en Revolución #55, 30 de julio de 2006, y se publica como Apéndice del folleto Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, p. 91).
Conforme a esa orientación, en “Forjar otro camino” y sobre la base de lo que se dice en “Puntos esenciales”, Avakian llama a estudiar y bregar en la esfera de la teoría y concepción respecto al problema de ganar cuando surja el momento. Como dice:
“En charlas previas he hablado de que hay dos pistas en relación con el problema de ganar, en relación con la conquista del poder cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones. En vista de lo que acabo de leer (el texto completo de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución’), y con esto como plantilla o fundación —y desde un punto de vista estratégico y no inmediato—, debemos entender el papel y la relación dialéctica de estas dos pistas. Son pistas separadas, y solo con un cambio cualitativo de la situación (como explica lo que acabo de leer de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria’)… podrán confluir. Hasta ese entonces, solo se pueden desarrollar correctamente —y hay que desarrollarlas— como pistas separadas.
“La primera pista, que es el principal enfoque y contenido ahora, es el trabajo político, ideológico y organizativo, guiado por la orientación estratégica del frente único bajo la dirección del proletariado, con la meta de hacer preparativos políticos para cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario en una escala masiva. Esto es lo que quiere decir ‘acelerar mientras se aguarda’ el desarrollo de una situación revolucionaria.
“La segunda pista significa y en esencia es el desarrollo de la teoría y la orientación estratégica para poder responder y ganar cuando las dos pistas puedan y deban confluir, con un cambio cualitativo del terreno político objetivo con el surgimiento de una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario (como he explicado aquí y se presenta en forma concentrada en ‘Puntos esenciales’). Lo apropiado ahora es prestarle atención a la esfera de la teoría, el pensamiento y el conocimiento estratégicos, y aprender de una manera profunda y global de toda clase de experiencia. Es necesario estudiar todas esas diversas experiencias y sintetizarlas desde una perspectiva estratégica correcta, para acumular los conocimientos y así profundizar la comprensión teórica y la concepción estratégica”.
Y, ampliando un punto que señaló Mao Tsetung, Avakian ha destacado la orientación fundamental de que es sumamente importante no dejarse restringir por la superstición y la convención —ni tampoco por lo que, hasta este momento, se ha considerado cierto—, sino que hay que abordar todos los problemas con el pensamiento crítico y creativo, basado en los principios y métodos científicos19.
Así que, en cuanto a ese problema enorme, de ganar cuando se presente el momento, recomiendo firmemente que consigan el folleto Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, que contiene ese artículo, o que lo descarguen en línea de revcom.us y lo lean, artículo que se guía por el método de Bob Avakian.
Conclusión
Ese ha sido un esbozo de la nueva síntesis —una nueva concepción de la revolución y el comunismo, que apunta a una sociedad radicalmente diferente y, en última instancia, a un mundo comunista, sin explotación y sin relaciones opresivas entre la gente. Esa nueva síntesis ha “ideologizado” la revolución de regreso al escenario y representa objetivamente, como dice Avakian, “una fuente de esperanza y osadía sobre una base científica sólida”20.
Los que estamos aquí tenemos que asumir esta nueva síntesis en serio, adentrarnos en ella y convertirla en una fuerza ideológica y política poderosa para transformar el mundo, mientras que bregamos más plena y continuamente con la obra extensa, rica y en constante desarrollo, y el método y enfoque, que está forjando Bob Avakian.
Quisiera concluir leyendo un pasaje de la parte final del libro Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, que visualizael futuro comunista por el cual estamos luchando:
Hoy en día solo es posible conjeturar, y soñar, acerca de las manifestaciones que presentarán las contradicciones sociales en la sociedad comunista del futuro y cómo se resolverán. ¿Cómo se abordará el problema de combinar las fuerzas productivas avanzadas, que requieren un grado significativo de centralización, con la descentralización y la iniciativa local (y qué querrá decir “local”)? ¿Cómo se abordará en la sociedad comunista la cuestión de criar nuevas generaciones, lo que ahora se realiza de una forma atomizada y por medio de relaciones opresivas en la familia? ¿Cómo se le prestará atención al desarrollo de campos específicos de conocimiento o a proyectos que requieran concentración especial, sin convertirlos en el “coto especial” de ciertos individuos? ¿Cómo se manejará la contradicción entre habilitar a la población a adquirir destrezas y conocimientos versátiles y al mismo tiempo cumplir con la necesidad de cierto nivel de especialización? ¿Y qué de la relación entre iniciativas individuales e intereses personales por un lado y sus responsabilidades y contribuciones sociales por el otro? Parece que siempre será el caso que, con respecto a cualquier cuestión, o controversia, en particular, habrá un grupo —y como regla general será una minoría al principio— que la entenderá a un nivel más correcto y avanzado; pero ¿cómo se utilizará esto para el beneficio de todos y cómo se impedirá que se consoliden grupos en “defensa de sus propios intereses”? ¿Cuáles serán las relaciones entre diferentes partes y regiones del mundo —puesto que ya no existirán países— y qué tratamiento se le dará a las contradicciones entre lo que se podría llamar “comunidades locales” y las asociaciones de más alto nivel, hasta llegar al nivel mundial? ¿Qué significará en términos concretos ser ciudadanos del mundo, específicamente por lo que respecta a lugar de residencia, de trabajo, etc.—, se “alternará” de una parte del mundo a otra? Y, ¿cómo se tratará la cuestión de diversidad lingüística y cultural versus la unión mundial de la humanidad? ¿Y podrán creer los miembros de la sociedad comunista, aun con su conocimiento de la historia, que efectivamente existió una sociedad como esta que ahora nos aprisiona, y que para colmo se declaraba eterna y el máximo pináculo que la humanidad era capaz de alcanzar? Estos asuntos y muchísimos más hoy día solo pueden ser tema de especulación y de sueños; pero incluso plantear estas preguntas, e intentar visualizar cómo se abordarán en una sociedad donde las diferencias de clases, el antagonismo social y la dominación política ya no existan es en sí sumamente liberador para cualquiera que no tenga un interés creado en el orden actual21.
¿No es este un futuro para el cual vale la pena dedicar la vida?
¡Éntrale a la nueva síntesis! ¡Sé parte de emancipar a la humanidad!
Notas
1. “Criminalizing the Classroom: The Over-Policing of New York City Schools”, NYCLU, ACLU, marzo 2007. [back]
2. “Battle Company Is Out There,” Elizabeth Rubin, revista New York Times, 24/02/2008. [back]
3. “In Oil Rich Angola, Cholera Preys Upon Poorest,” Sharon LaFraniere, New York Times, 16 de junio de 2008. [back]
4. Anita Gradin, comisionada de la Unión Europea, Martina Vandenberg, “The Invisible Woman,” The Moscow Times, 8 de octubre de 1997. [back]
5. Latin American Working Group. [back]
6. Adam Liptak, “US Imprisons One in 100 Adults Report Finds”, New York Times, 29 de febrero de 2008. [back]
7. El audio de la charla El communism y la democracia jeffersoniana está en línea en bobavakian.net y revcom.us [back]
8. Bob Avakian, Observations on Art and Culture, Science and Philosophy (Chicago: Insight Press, 2005) y Bob Avakian y Hill Martin, Marxism and the Call of the Future: Conversations on Ethics, History, and Politics (Chicago: Open Court Publishing/Carus Publishing, 2005). [back]
9. ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, número 50 de la revista Revolución, enero de 1982, próximo a salir en revcom.us, y Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica, en Obrero Revolucionario, Nos. 316-317, 5 y 12 de agosto de 1985, próximo a salir en revcom.us. [back]
10. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 31. En línea: revcom.us. [back]
11. Carlos Marx, La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, en C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, tomo 1. [back]
12. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 52. En línea: revcom.us. [back]
13. La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, en revcom.us. [back]
14. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 35. En línea: revcom.us. [back]
15. Pregunta tres de la sesión de preguntas y respuestas de Las 7 Charlas (en audio en inglés), colocada en bobavakian.net el 4 de agosto de 2006; hay una versión impresa en español: “La revolución que queremos debe ser capaz de incluir a los Arundhati Roy; y más que incluirlos debe darles la bienvenida”, Revolución #67, 29 de octubre de 2006, en revcom.us. [back]
16. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 35-36. En línea: revcom.us. [back]
17. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 40. En línea: revcom.us. [back]
18. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 11. En línea: revcom.us. [back]
19. “Sobre la posibilidad de la revolución”, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 80-81. En línea: revcom.us. [back]
20. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 37. En línea: revcom.us. [back]
21. Democracy, Can’t We Do Better Than That (Chicago: Banner Press, 1986), p. 266. [back]