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Del Capítulo 1: "Mis padres",

de una autobiografía de Bob Avakian

From Ike to Mao and Beyond
My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist

De Armenia a Fresno y de Fresno a Berkeley

Los padres de mi papá emigraron de Armenia antes de la gran masacre de un millón y medio de armenios por las autoridades de Turquía en la Primera Guerra Mundial. Antes de la guerra, el gobierno turco organizó y alentó muchos pogromos brutales contra los armenios y, por eso, las familias de mi abuela y de mi abuelo se vinieron para Estados Unidos cuando ellos eran jóvenes; mis abuelos se conocieron aquí y se casaron. Mi padre nació en Fresno, donde mis abuelos trabajaban la tierra porque el clima y los cultivos eran parecidos a los de Armenia….

Mis abuelos eran gente buena, generosa, al igual que algunos otros parientes armenios míos. Pero muchos de ellos eran pequeños propietarios, con el correspondiente punto de vista. Era una relación muy contradictoria: les tenía cariño porque eran familiares y muchos de ellos eran muy amables a nivel personal; pero por otra parte, muchos eran de mentalidad cerrada y conservadores, incluso reaccionarios, en muchos asuntos sociales y políticos. Como a mí me criaron de otra forma, desde temprana edad eso generaba tensión y a veces salía a flote.

Fresno era una ciudad sumamente segregada: una carretera la dividía en dos mundos. De un lado vivían todos los blancos; esencialmente solo vivían blancos ahí. Es irónico que a los armenios, que no son europeos de origen, los aceptaran en Estados Unidos como blancos, aunque con cierta discriminación. En la época de mi niñez, a los armenios en general ya los aceptaban como blancos, de modo similar a otros inmigrantes, por ejemplo los italianos, que sufrieron cierta discriminación pero al final los aceptaron como blancos.

Los negros, los latinos y los asiáticos vivían del otro lado de la carretera, en una situación mucho peor. Ninguno de mis parientes de Fresno cruzaba la carretera si no era por motivos de fuerza mayor. Eso era simbólico y representativo del conflicto que existía. Por esas razones, tengo sentimientos altamente contradictorios sobre Fresno y mis parientes armenios.

Mi padre era muy consciente de la discriminación que existía contra los armenios y eso tuvo un gran impacto en su manera de ver las cosas en general. A la larga puso su propio bufete con un par de socios, en parte porque otras compañías no lo contrataban; como dije, recibió ofertas de trabajo si se cambiaba el nombre. Recuerdo una anécdota que contaba de cuando estaba en el equipo de debate de la universidad: una vez fueron a un debate en Oregon y los invitaron a cenar en casa de un compañero del equipo. Los dueños de la casa, muy hospitalarios, les sirvieron montones de comida y en cierto momento los muchachos dijeron que no podían comer más, que estaban llenos. Los dueños de la casa dijeron: Vamos, coman, no pasen hambre como los armenios. Los muchachos pusieron cara de incomodidad y los dueños de la casa captaron que dijeron algo imprudente. Por fin, un estudiante explicó que mi padre era armenio. Incidentes así estamparon de modo indeleble el problema de la discriminación en la conciencia de mi padre. Además de oírselo decir directamente, he leído entrevistas y conferencias suyas en que hablaba del gran impacto que esto tuvo en él, de lo consciente que era de la discriminación y su injusticia. Esto se expresó más tarde en su vida en los años 50 y 60, cuando estalló la lucha en pro de derechos civiles y contra la opresión de los negros…

Compasiva... y resuelta

...Aunque mis padres eran de diferentes posiciones sociales, ninguna de las familias se opuso al matrimonio. Aunque los parientes armenios eran muy insulares, pensaban que lo más importante eran las cualidades de la persona, no que fuera armenia. A mi madre la aceptaron casi inmediatamente por la actitud de mis abuelos y porque era una persona muy agradable. Ella aprendió a cocinar platillos armenios y adoptó ciertas costumbres armenias. Además, ¡mi padre no hubiera aceptado ninguna tontería! Por todas esas razones, la aceptaron fácilmente. No he oído que hubiera fricción de parte de mis abuelos maternos hacia mi papá. Eran buena gente, aunque eran muy conservadores. Para ser francos, el hecho de que mi papá era abogado le daba cierto peso.

A pesar de la atmósfera relativamente conservadora en que se crió, mi madre no se relacionaba con los demás de un modo estrecho ni exclusivo. A no ser que alguien hiciera algo que le repugnara o que la hiciera pensar que era una mala persona, ella lo aceptaba y lo quería para toda la vida. Además de las "noches de sacrificio" los domingos de cuaresma, mis padres hacían otras "obras de caridad", principalmente por iniciativa de mi madre, como en la película de Jack Nicholson About Schmidt, en que "adoptan" a un niño de África y le mandan dinero. Además de dar dinero, ellos se interesaban en los niños, les escribían cartas y los visitaban de niños y ya de adultos. Mi madre tenía un gran corazón y los brazos siempre abiertos, y acogió de todo corazón a mucha gente en su vida. Uno tenía que hacer algo muy malo para no gustarle: no era la clase de persona que rechaza por razones superficiales.

Recuerdo que cuando tenía cuatro o cinco años me puse a repetir una copla que decían mis amigos, una variación racista de una canción infantil tradicional: "eeny, meeny, miny mo, catch a nigger by the toe". Yo ni siquiera sabía qué quería decir la palabra "nigger" y la repetía porque la decían los demás. Mi madre me paró y me dijo: "Eso no está bien, es una palabra fea". A continuación me explicó, como se le puede explicar a un niño de esa edad, por qué no era bueno decir esa palabra. Es algo que siempre recordaré. No sé exactamente qué influencias tuvo ella en ese sentido, pero lo recuerdo muy claramente: es una de esas cosas que hacen parar en seco, aun a un niño. No me regañó; me explicó con calma que no estaba bien decir eso y por qué. Era algo típico de mi madre y, obviamente, dejó una huella indeleble en mí.

Otra cosa que aprendí de mi madre fue ver a las personas desde todos los ángulos, ver sus distintas cualidades, y no descartarlas porque tengan ciertas características negativas o superficiales. También aprendí de ella qué clase de persona ser: tratar de ser desinteresado y abierto, compasivo y generoso, no cerrado e intolerante. Creo que esa es una de las mayores influencias que mi madre dejó en mí.

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