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Revolución responde a una pregunta sobre la naturaleza del Holocausto

Revolución recibió la siguiente carta de un lector:

Considero que su reciente número especial sobre Israel era muy bueno. Aprendí mucho de la manera en que ubicaron las etapas del desarrollo del sionismo e Israel respecto a lo que hacían las potencias imperialistas en cualquier momento dado. Pero me llama la atención que el Holocausto es un fenómeno muy complejo, que requiere explicación más amplia que lo que ustedes plantearon en el artículo. ¿Podrían responder al respecto?

Respuesta de la redacción:

Ésta es una pregunta importante que merece y requiere alguna exploración adicional. La discusión de las causas del Holocausto, y la relación entre ese terrible crimen y el sionismo, es un importante elemento de nuestro número especial sobre Israel. Como señala el lector, eso fue parte de ubicar en general los factores que hizo que el sionismo fuera un fenómeno viable en el mundo en un conjunto de sucesos en Europa, siendo el Holocausto una parte muy importante de eso.

El número especial de Revolución y específicamente el artículo "¿Bastión de ilustración O matón para el imperialismo?: El caso de ISRAEL" y el artículo corto "Pregunta: ¿Justifica el Holocausto el destierro del pueblo palestino?" ponen al descubierto que el Holocausto fue un crimen del imperialismo. El Holocausto fue un horrendo crimen. El número especial señala y nosotros ampliaremos aquí que no fue un crimen inexplicable que sólo se puede "entender" como una expresión de la capacidad de la humanidad de cometer maldades o algún antisemitismo inherente y eterno. Al contrario, el Holocausto fue el producto, de maneras complejas, del funcionamiento del sistema del capitalismo-imperialismo. El número especial señala que, sobre la base de Holocausto, es completamente injusto, inmoral y carente de sustento defender la limpieza étnica de Palestina y la formación del estado sionista de Israel.

Como escribimos: "Permítanos declarar sin dejar lugar a dudas que el Holocausto claramente fue uno de los crímenes mayores de la historia moderna. Sin embargo, a un nivel moral muy básico: ¿cómo justifica un crimen cometido contra un pueblo (los judíos) por el gobierno de otro (los alemanes), por horrendo que fuera, el despojo, exilio, humillación y opresión constante, y la negación de la autodeterminación a un tercero (los palestinos)? No lo justifica ni puede hacerlo".

Pero todo eso sí requiere un examen más detallado, de muchas dimensiones.

En respuesta a la pregunta del lector, no haremos un análisis global de todas las causas del Holocausto, sino que exploraremos algunos importantes factores políticos, económicos, sociales y, sí, religiosos subyacentes de este gran crimen. Además, descuartizaremos y pondremos al desnudo las afirmaciones de que el Holocausto justifica la existencia de Israel.

Al tratar las causas subyacentes del Holocausto, el número especial de Revolución sobre Israel se enfoca en el factor del enorme choque sangriento entre la Alemania nazi y la Unión Soviética y el alineamiento del pueblo judío al respecto1. "El régimen nazi combinó el judaísmo con el comunismo, es decir los nazis metieron a los dos en un solo gran paquete de enemigos, la llamada conspiración judío-bolchevique. Los nazis consideraron como algo totalmente intolerable y malvado el proyecto comunista de emancipación, que también incluyó la abolición del antisemitismo; la participación de judíos en ese proyecto solamente avivó ese odio. Cuando las fuerzas nazis invadieron a la Unión Soviética, las fuerzas contrarrevolucionarias de entre la ciudadanía que los ayudaban eran las mismas que ayudaban en el exterminio de los judíos y el asesinato de los comunistas"2.

Eso fue de hecho un factor muy importante que motivó la "solución final" de los nazis, o sea, sus esfuerzos de literalmente matar a casi todos los judíos en Europa junto con el pueblo romaní (los llamados "gitanos"), los gays y otros. Pero había otros factores, tanto largoplacistas como inmediatos, que motivaron el Holocausto, muy arraigados en los siglos de fomentar el temor y odio por los judíos de parte del orden gobernante de Europa y el poderoso papel del cristianismo en el orden gobernante. El fanatismo nacionalista de Hitler conllevaba una noción absurda pero inherente de "pureza racial". Incluso los conectes entre la guerra de Hitler contra la Unión Soviética y su antisemitismo tenían múltiples capas y complejidades.

La situación inmediata que motivó la "solución final"

Se planteó y se fraguó con horripilante detalle la ejecución del plan nazi para matar en masa a los judíos de Europa en la Conferencia de Wannsee sostenida en enero de 1942 en el suburbio de Berlín del mismo nombre. La agenda de la conferencia fue, explícitamente, lo que los nazis llamaban "la solución final al problema judío".

La conferencia abordó, desde el punto de vista de la dirigencia nazi, cómo llevar a cabo la "limpieza" de los judíos en los territorios ocupados por los alemanes. Esta limpieza étnica había formado parte del programa nazi durante un tiempo, pero un conjunto de sucesos y circunstancias, entre ellos los reveses que Alemania padecía en la Segunda Guerra Mundial, suscitaron una situación en que adoptaron medidas aún más extremas en Wannsee contra los judíos.

Antes y durante la guerra, los nazis exploraban las posibilidades de deportar en masa de Europa a los judíos, inclusive forzar la emigración de Europa a los países africanos dominados por el imperialismo europeo, como Madagascar3.

Pero por diversas razones los nazis no fueron capaces de deportar en masa a los judíos de Alemania y las zonas ocupadas por Alemania. Por ejemplo, los "Aliados" se negaron a aceptar los judíos deportados4. Además, los alemanes esperaban aprovechar las vías marítimas para deportar a los judíos de Europa pero no pudieron hacerlo debido al poderío naval británico.

Además, los nazis esperaban enviar a su frente oriental a grandes cantidades de judíos sanos a morir en trabajos forzados. Pero en víspera de la Conferencia Wannsee, los alemanes empezaban a sufrir fuertes reveses militares en la guerra con la Unión Soviética e hicieron una evaluación de que no contaban con los recursos ni la libertad de organizar los trabajos forzados con la magnitud que requeriría el plan.

En Wannsee, otros factores inmediatos motivaron la adopción de la "solución final" en la forma de los campos de exterminio, entre ellos, la fuerte escasez de comida y vivienda en los territorios ocupados por los alemanes en Europa Oriental. En las localidades, los funcionarios alemanes junto con sus aliados fascistas demandaban que se mitigara la escasez mediante la confiscación de las casas y propiedades de los judíos.

Todos estos factores se juntaron para sentar las bases para el horroroso crimen de matar a algunos seis millones de judíos en Europa. Cuando tomaron el poder en 1933, los nazis, al mando de Hitler, desataron y llevaron a cabo sanguinarios ataques a los judíos (lo que incluye la construcción del campo de exterminio de Dacha). Antes de 1942, mataron a muchos judíos y los funcionarios nazis hicieron declaraciones sobre la necesidad de exterminar a los judíos. Wannsee representó una escalada extrema de esa situación. Los nazis adoptaron y pusieron en marcha planes definitivos y detallados para la matanza más eficiente y cabal de todos los judíos en las zonas bajo su control: pusieron en marcha la deportación de los judíos que quedaban bajo el control nazi a los campos de exterminio5.

Cosechando un profundo caudal de antisemitismo

Más allá de la agenda que parió la "solución final" y lo que la motivó, un conjunto entretejido de factores políticos, económicos e ideológicos constituyó el trasfondo histórico del vil antisemitismo de los nazis.

Un factor profundamente influyente fue el antisemitismo violento, virulento y generalizado que prevalecía en Europa durante más de mil años. Desde que el emperador de Roma Constantino adoptó el cristianismo como religión de estado, se integró fuertemente el cristianismo en el dominio político, económico e ideológico de las clases opresoras de Europa. La iglesia católica fue un elemento sumamente poderoso de las estructuras estatales gobernantes de la Europa feudal.

Los judíos, como no cristianos, eran víctimas de rechazo y ostracismo y periódicamente, de persecución. Se justificó esta situación, en parte, con la fulminante afirmación de que los judíos habían cometido "deicidio" —es decir, ¡mataron a un dios!— cuando grandes cantidades de ellos se negaron a seguir a Jesús y, según el mito, leyenda y teología del cristianismo, aceptaron su crucifixión a manos de las autoridades de Roma.

La Inquisición española en las décadas en torno al siglo 16 presenció el uso de la técnica de tortura del submarino y la quema en la hoguera contra los judíos. Mataron o expulsaron del país a los judíos que se negaron a "convertirse" al cristianismo.

El ascenso del capitalismo y la Ilustración: El impacto sobre los judíos...

La Ilustración, una corriente política e ideológica, acompañó el ascenso de la burguesía y el capitalismo en Europa. En la base económica de la sociedad y en la superestructura (las leyes, costumbres y modo de pensar de la gente), estos sucesos dieron lugar a cambios sísmicos. Éstos ejercieron un impacto enorme y contradictorio sobre la situación de los judíos.

Hablando de los ideólogos de la revolución francesa pero con mayor aplicación a la revolución democrático-burguesa y la época de la Ilustración, Federico Engels escribió:

"Los grandes hombres que en Francia ilustraron las cabezas para la revolución que había de desencadenarse, adoptaron ya una actitud resueltamente revolucionaria. No reconocían autoridad exterior de ningún género. La religión, la concepción de la naturaleza, la sociedad, el orden estatal: todo lo sometían a la crítica más despiadada; cuanto existía había de justificar los títulos de su existencia ante el fuero de la razón o renunciar a seguir existiendo. A todo se aplicaba como rasero único la razón pensante. Era la época en que, según Hegel, 'el mundo giraba sobre la cabeza', primero, en el sentido de que la cabeza humana y los principios establecidos por su especulación reclamaban el derecho a ser acatados como base de todos los actos humanos y de toda relación social, y luego también, en el sentido más amplio de que la realidad que no se ajustaba a estas conclusiones se veía subvertida de hecho desde los cimientos hasta el remate. Todas las formas anteriores de sociedad y de Estado, todas las ideas tradicionales, fueron arrinconadas en el desván como irracionales; hasta allí, el mundo se había dejado gobernar por puros prejuicios; todo el pasado no merecía más que conmiseración y desprecio. Sólo ahora había apuntado la aurora, el reino de la razón; en adelante, la superstición, la injusticia, el privilegio y la opresión serían desplazados por la verdad eterna, por la eterna justicia, por la igualdad basada en la naturaleza y por los derechos inalienables del hombre.

"Hoy sabemos ya que ese reino de la razón no era más que el reino idealizado de la burguesía; que la justicia eterna vino a tomar cuerpo en la justicia burguesa; que la igualdad se redujo a la igualdad burguesa ante la ley; que como uno de los derechos más esenciales del hombre se proclamó la propiedad burguesa; y que el Estado de la razón, el 'contrato social' de Rousseau pisó y solamente podía pisar el terreno de la realidad, convertido en república democrática burguesa. Los grandes pensadores del siglo 18, como todos sus predecesores, no podían romper las fronteras que su propia época les trazaba" (Del socialismo utópico al socialismo científico).

Como parte de someter a la religión, la concepción de la naturaleza, la sociedad, el orden estatal "a la crítica más despiadada", cayeron bajo la crítica el odio y temor irracional por los judíos, la exclusión de los judíos de la vida intelectual, cultural, política y económica y las diversas formas de prejuicio, persecución y opresión. La revolución democrático-burguesa que derrocó a la monarquía y nobleza francesa les dio a los judíos plenos derechos políticos. En lo que hoy es Estados Unidos, la revolución de 1776 contra Inglaterra institucionalizó la separación entre la iglesia y el estado.

La oposición al antisemitismo surgió al lado de otros movimientos ilustrados como el movimiento por la abolición de la esclavitud y por la igualdad para las mujeres. Hubo una feroz contienda contra todo eso de parte de las fuerzas e instituciones precapitalistas y en diversos sectores y corrientes de la burguesía.

En esta irrupción de tumulto social y efervescencia intelectual, se mitigaron elementos de la centenaria opresión y marginación del pueblo judío. Además, los judíos participaron en todos los movimientos políticos, filosóficos, sociales y económicos de esos tiempos. El filósofo judío Spinoza identificó las partes de la Biblia y la Torá (en esencia los primeros cinco libros de la Biblia acatados por el judaísmo) que se contradicen entre sí e hizo otros estudios racionales que revelaron que la Biblia no podría ser la palabra infalible de un dios todopoderoso y sabelotodo que interviniera activamente en la vida de los seres humanos. Por eso, las autoridades religiosas judías lo excomulgaron y las autoridades católicas y protestantes censuraron, quemaron y proscribieron sus escritos.

El sistema capitalista generó nuevas formas de explotación bárbara y opresión brutal. Enormes cantidades de personas que habían sufrido bajo el dominio feudal en el campo ahora quedaron violenta y forzosamente "liberadas" de su conexión a la tierra y fueron expulsadas y metidas en los barrios pobres y talleres de trabajo esclavo de las ciudades europeas. En ese proceso, nació una nueva clase de explotados, el proletariado, que es una clase internacional que no es dueño de nada pero que ha creado los medios de producción modernos y altamente socializados y que los hacen funcionar.

En ciertos sentidos, la exclusión de los judíos de amplias áreas de la vida política y económica de las sociedades precapitalistas de Europa Oriental facilitó su acceso a nuevos ámbitos de la vida social y económica gestados por el ascenso del capitalismo. En una buena parte de Europa Oriental (donde la abrumadora mayoría de los judíos del mundo habían vivido por mil años), históricamente su posición social y económica tuvo relación con la propiedad de la tierra o el permiso de trabajar la tierra concedido por la nobleza. Por cientos de años en estas sociedades agrarias, las prohibiciones sociales y legales, persecución y pogromos (la violencia de chusmas contra los judíos) impidieron o restringieron fuertemente que los judíos se dedicaran a cultivar la tierra. Terminaron por estar concentrados en las ciudades donde aprendieron diversos oficios.

Excluidos de muchas profesiones (como las fuerzas armadas y la administración pública), muchos judíos terminaron en profesiones como la medicina, finanzas y derecho. Al avanzar el capitalismo y decaer el feudalismo, estas profesiones cobraron influencia y prestigio en toda la sociedad. Las tradiciones de alfabetismo de los judíos basadas en el estudio y debate teórico (al menos entre los hombres) fueron puntos fuertes con que entrar a nuevas esferas de actividad intelectual y científica.

Los judíos tuvieron una representación desproporcionada en los movimientos revolucionarios y radicales de esos tiempos, inclusive en el movimiento comunista por la abolición de toda explotación y opresión.

...y el prejuicio y persecución en curso

Todo eso tuvo un carácter intensa y increíblemente contradictorio. Como señaló Engels, la igualdad formal consagrada por las revoluciones democrático-burguesas y sus ideólogos tapó en los hechos las profundas desigualdades integradas en un sistema en que las relaciones fundamentales de la sociedad están basadas en la explotación y opresión de los muchos por un puñado relativo de gente, y en que el afán de los capitalistas de aumentar sus ganancias y capital domina toda la sociedad y todas las relaciones entre las personas en la sociedad.

Pero incluso el cumplimiento de la promesa de igualdad formal fue muy contencioso y dispar. El ascenso del capitalismo hacía hincapié en la ideología de la igualdad. En las anteriores sociedades opresoras, la clase social, la religión o el género con que nació la gente definió su posición social y eso se hizo cumplir en el ámbito de la ley y en el modo de pensar de la gente. Estas ideas (y leyes) obstaculizaban la reorganización capitalista de la sociedad. En el contexto de la promoción de la igualdad formal, las viejas costumbres, leyes y prejuicios fueron sometidos a la crítica y de diversas formas echados a un lado.

Todo eso dio lugar a diversos movimientos para la igualdad. Pero al subir la burguesía al poder, a menudo le resultó beneficioso limitar u oponerse a las demandas incluso de la igualdad formal, por ejemplo, en el caso de la mujer.

El cristianismo siguió siendo, para poderosos sectores de las clases dominantes, un factor esencial para legitimar y mantener (hacer cumplir) su dominio. Los líderes de la rebelión protestante contra la iglesia católica, que expresaba el punto de vista de la naciente burguesía en oposición al reino absoluto de los reyes, nobleza y la jerarquía de la iglesia, desafió la autoridad del Papa. Al mismo tiempo, Martín Lutero, el líder de esta rebelión protestante, escribió que los judíos eran "un pueblo desobediente, malvado y como a la más despreciable prostituta". Abogó por incendiar las sinagogas y escuelas judías, destruir los libros de oración judíos, prohibir que los rabinos predicaran, arrasar sus casas y confiscar su propiedad y dinero. Escribió, respecto a los judíos: "Nosotros tenemos la culpa por no matarlos" (Lutero, Acerca de los judíos y sus mentiras, 1543).

En una palabra, los profundos cambios de la base económica de la sociedad con motivo del ascenso del capitalismo dieron lugar a cambios fuertemente relacionados en el derecho, la cultura y el modo de pensar. Los judíos hallaron mayor aceptación en el comercio y la vida cultural. Pero a la vez, surgieron poderosas corrientes contrapuestas. En muchos ámbitos las revoluciones burguesas no lograron completar ni completaron las rupturas con las tradiciones y perjuicios feudales: las tradiciones, instituciones y prejuicios que consideraban útiles y esenciales para mantener el orden social y el dominio de su clase6. El terreno se complica más porque en una buena parte de Europa Oriental y Sur, las relaciones sociales y económicas feudales seguían poderosamente empotradas en la sociedad. Con el ascenso del capitalismo en Europa, los judíos accedieron de maneras sin precedentes a la sociedad más amplia, y también eran víctimas de periódicos pogromos incitados directa o indirectamente por las clases dominantes.

El imperialismo, la Primera Guerra Mundial y el ascenso de Hitler

El choque entre las oportunidades para los judíos y las diversas formas de ataque y reacción contra la situación de los judíos engendró una contradicción tensa. Ambos aspectos de esta ecuación compleja se intensificaron con el ascenso del capitalismo a fines del siglo 19 y la extensión del capitalismo hacia la Europa Oriental todavía semifeudal.

Los cambios trascendentales operados por el surgimiento del capitalismo en Europa aflojaron y desafiaron pero ni se acercaron a arrancar de raíz el temor y odio tradicional por los judíos basados en la teocracia. Incluso con los enormes cambios que se operaban en el terreno social y político de la Europa del siglo 19 y comienzos del 20, poderosas fuerzas de la sociedad europea, entre ellas elementos del orden cristiano junto con fuerzas feudales y reaccionarias, respondieron contra estos cambios y, como parte de eso, singularizaron a los judíos.

Periódicamente reclutaron a sectores del pueblo en arranques de violencia antisemita. En el caso de los campesinos excluidos de todo conocimiento científico acerca de las fuerzas que les ponían de cabeza la vida, alejaron su desesperación de las clases dominante y la canalizaron hacia los judíos. Hasta en los países más cosmopolitas, como Alemania, la demagogia antisemita tuvo acogida en sectores de los dueños de pequeños negocios y los tenderos que por su posición social y económica, tendían a no reconocer los engranajes y resortes concretos de la sociedad capitalista.

A veces, la condición de los judíos servía de puntos álgidos en la contienda en las clases dominantes. El Asunto Dreyfus que dividió a Francia a fines de los años 1890 y comienzos del siglo 20 tuvo que ver con el enjuiciamiento de un oficial judío del ejército francés por acusaciones falsas de traición. Eso fue una maniobra de sectores reaccionarios del ejército francés y la iglesia para reafirmar su influencia, la que la revolución francesa había restringido. Las fuerzas democrático-burguesas radicales de Francia, incluido el influyente intelectual Emile Zola, se juntaron en apoyo a Dreyfus y éste fue exonerado. En el caso de ciertos sectores de la burguesía francesa, el Asunto Dreyfus fue un reto y una oportunidad de golpear a los vestigios de las influencias feudales e impedimentos al ascenso de lo que, a su parecer, era la "verdadera igualdad".

La implacable demanda del capitalismo de "expandirse o morir", incluida la contienda entre diversas potencias imperialistas en torno a la dominación colonial, irrumpió en la Primera Guerra Mundial, de 1914 a 1918. Como señaló el número especial de Revolución sobre Israel: "De un bando estaban Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Rusia. Del otro estaban Alemania y los Imperios Otomano (turco) y Austro-Húngaro. Ninguno de los bandos combatía por ninguna causa mayor salvo una mayor tajada del botín. Murieron 16 millones de personas mientras los ejércitos de los imperialistas en contienda masacraban unos a otros y a civiles en pos de ver cuál de los imperialismos se expandiría y cuál sería aplastado. En esa guerra, imperios cayeron hechos cenizas, de más importancia el vasto imperio ruso donde una revolución socialista surgió triunfante. En otras partes del mundo, el viejo orden se derrumbó pero los imperialistas ganadores llegaron corriendo con nuevas formas de dominación".

El horror y sufrimiento de la Primera Guerra Mundial, junto con la primera revolución socialista triunfante del mundo en 1917, desafiaron profundamente, tanto en realidad como en el modo de pensar de la gente, la permanencia del orden existente. Eso fue cierto tanto en Alemania como en los demás lugares. En las dos décadas entre el fin de la Primera Guerra Mundial y el comienzo de la Segunda, Alemania presenció tanto una iniciativa de librar una revolución socialista (que la clase dominante alemana aplastó con la valiosa ayuda de los "socialistas" reformistas en el gobierno) como el posterior ascenso de Hitler y su programa fascista (extremo, abierta y violentamente represor) para el imperialismo alemán.

La Alemania de la pos guerra les había ofrecido oportunidades a los judíos las que rompían las tradiciones en la vida económica, política y cultural. Hacia los años 1920, los judíos fueron tan aceptados y asimilados en Alemania como en los demás países de la Europa capitalista. A la vez y en parte en reacción a estos cambios de la situación de los judíos, Alemania era un semillero de resentimiento antisemita. Poderosos sectores de la clase dominante sentían y fomentaban este resentimiento porque consideraban que los cambios en la Alemania de la pos guerra eran traicioneros y adversos (obstáculos intolerables) al ascenso de Alemania a la cima del orden mundial imperialista.

Estas fuerzas reaccionarias lograron seguir jalando las cuerdas del temor y odio irracional por los judíos que estaban profundamente arraigadas en la cultura. Los judíos alemanes terminaron, al igual que en el Asunto Dreyfus en Francia, por ser puntos álgidos en los conflictos al interior de la sociedad alemana. Pero esta vez eso dio resultados terribles.

El antisemitismo de Hitler y el Holocausto

Tal como hace alusión brevemente el número especial sobre Israel, la clase dominante alemana recurrió a Hitler y su programa fascista en todas sus dimensiones en un momento de gran crisis del imperialismo alemán. Al ubicar las raíces del Holocausto en las tradiciones de la cultura y política de Europa, no se quiere decir que el feroz antisemitismo de Hitler y el Holocausto simplemente fueran extensiones de los temores y odio tradicionales por los judíos.

Al volver a cohesionar la sociedad alemana, Hitler sacó provecho del profundo caudal de prejuicios contra los judíos y una larga tradición de tachar de chivos expiatorios a los judíos. Pero se aglutinaron otros factores en la situación del imperialismo alemán y en la ideología de Hitler que condujeron el Holocausto.

Alemania estaba en el bando perdedor de la Primera Guerra Mundial y quedó excluida del reparto internacional de África, Asia y América Latina entre los imperialistas japoneses, estadounidenses y europeos. Con resultado de dicha guerra, Alemania salió devastada en lo militar y en lo económico.

Muchos alemanes sacaron la conclusión de que era hora de acabar con la horrorosa guerra imperialista, que provocó la muerte de unos diez millones de personas, y con el sistema que la engendró. El modelo de la revolución bolchevique en lo que llegó a ser la Unión Soviética tuvo gran atractivo. Otros, incluidos sectores importantes de la clase dominante, sacaron conclusiones opuestas; que la pérdida en la guerra era resultado de debilidades que se tenían que superar y que solamente se podrían superar recurriendo a más nacionalismo extremo y retomando una identidad germana reaccionaria y mítica.

Todas esas contradicciones se agudizaron muchísimo durante la Gran Depresión mundial, a partir de 1929. La economía alemana se había desarrollado con mucho dinamismo después de la Primera Guerra Mundial y en lo político, la República Weimar de la pos guerra era un período de tolerancia relativa (para repetir, sobre la base de una supresión sangrienta de una iniciativa de librar una revolución socialista). Durante esta república, del caldo de las fuerzas fascistas reaccionarias que se sacaban de quicio ante lo que percibían como la "traición" de los intereses nacionales alemanes de parte de fuerzas "débiles" en la clase dominante surgieron las bases de las cuales surgió Hitler. Aun cuando surgían Hitler y su programa, en cierta medida la clase dominante alemana lo mantenían a raya a él y a su movimiento.

Pero con la severa depresión que azotó el mundo capitalista en los años 1930, la correlación de fuerzas en la clase dominante alemana se acercó hacia Hitler y su programa fascista. Compartieron con Hitler su determinación de poner fin a la exclusión de Alemania de la superexplotación colonial que asfixiaba la capacidad del capital alemán de expandirse en las narices de rivales como Inglaterra y Francia. Además, vieron en él un demagogo populista capaz de encauzar la desesperanza y furia de sectores de las masas hacia los llamados al nacionalismo vitriólico.

Un resultado inmediato del ascenso al poder de Hitler fue el aplastamiento violento y cruel del gran movimiento comunista de Alemania. Después de la derrota de la revolución en Alemania en las secuelas de la Primera Guerra Mundial, los comunistas de nuevo cobraron gran influencia en los sectores pobres de la clase obrera alemana en particular. Hitler fue sobre ellos de manera vengativa. En las famosas palabras del teólogo alemán Martin Niemöller: "Primero vinieron a buscar a los comunistas…"7.

Las locas teorías de Hitler sobre una "raza maestra"

Una importante dimensión de la ideología y agenda de Hitler era su adopción de la pseudo-ciencia (ciencia falsa) de la eugenesia y su aplicación extrema, junto con teorías estrafalarias acerca de una "raza maestra". Por absurdas que fueran sus teorías, tuvieron acogida entre los alemanes que eran atraídos por una mitología que azuzaba y supuestamente explicaba y justificaba el chovinismo nacional y la superioridad de su nación cuando la situación y la misma cohesión de esa nación parecían estar en tela de juicio. Además, esas teorías fueron adoptadas como la ideología del estado nazi, con consecuencias devastadoras.

Según la eugenesia, sólo es posible mejorar la humanidad mediante la esterilización forzada de las personas con condiciones mentales o físicas reales u observadas (las cuales incluían, junto con discapacidades mentales y médicas auténticas, categorías como la homosexualidad y la pobreza). Estas teorías tuvieron una importante influencia en el resto del mundo, inclusive en los Estados Unidos en los años previos al ascenso de Hitler. En Estados Unidos, se aplicaron leyes y políticas de maneras menos extremas, por ejemplo, en la forma de la esterilización forzada de presos en algunas partes del país. La teoría de la eugenesia se combinó con el racismo tradicional en importantes partes de Estados Unidos, sobre todo en el Sur, como fuerza que impulsaba la adopción de leyes y políticas para la esterilización forzada de negros y otros.

Una gran parte de lo que Hitler consideraba la debilidad de la sociedad alemana era resultado de la "dilución" no sólo de la cultura alemana sino del acervo genético ario por parte de "degenerados" (tales como los discapacitados, los gays y las personas que padecían alcoholismo) así como la "dilución" del acervo genético por parte de gente no aria, en particular los judíos. Las teorías de la eugenesia, junto con otras escuelas no científicas de antropología y otros campos, constituyeron parte del marco del cual Hitler desarrolló su teoría de la "raza maestra"8.

Para repetir, independientemente del grado a que otros miembros dirigentes de la estructura de poder nazi y la clase dominante alemana creían de hecho estas teorías locas (y algunos de ellos sí las creían), éstas asumieron una "vida propia". Un importante sector de la población alemana fue movilizado en apoyo a esta nociva mitología que a su vez invocó y retomó siglos de antisemitismo cristiano.

Hitler no era el "calce perfecto" para el imperialismo alemán. Las investigaciones de los científicos alemanes sobre armas nucleares resultaron perjudicadas por la exclusión de físicos y otros científicos judíos así como por los criterios ideológicos que no reconocían el trabajo de los científicos judíos como Einstein9. La determinación de Hitler de exterminar a los judíos tuvo que ver con las verdaderas divisiones en la clase dominante alemana sobre su programa general10. Pero la ideología de la raza maestra, las políticas militares requete-agresivas y la agenda interna brutalmente represora de Hitler, junto con el componente del antisemitismo genocida, fueron adoptadas al por mayor por la clase dominante alemana, como la mejor solución observada a la situación en que se encontraban, si bien no un "calce perfecto".

La obsesión de Hitler con el "judeobolchevismo"

En Alemania, los judíos representaban, por su propia existencia, un desafío al programa de Hitler de una nación alemana fuertemente unida cohesionada por una mitología de una "raza maestra aria". Estas teorías sirvieron de "justificación", profundamente falsa, del expansionismo, la dominación de otros países y la expulsión o el aplastamiento de supuestas "razas inferiores". La locura de la "raza maestra" de Hitler sirvió de ideología base de un movimiento que aplastaba el disentimiento interno y emprendía aventuras imperialistas requete-agresivas.

Una parte integral de este caldo fue la relación de los judíos en la Europa de la Segunda Guerra Mundial a la revolución comunista y a la Unión Soviética socialista. Esa relación tuvo componentes diferentes, complejos y contradictorios, que incluyen pero no se limitan a la dimensión política. A los ojos de Hitler, estaban fuertemente entrelazadas las amenazas que representaban los judíos y la revolución comunista para los intereses imperialistas alemanes.

En general, la combinación de los judíos y el comunismo de parte de Hitler reflejaba algunos elementos secundarios de la realidad: entre los judíos las causas radicales y progresistas, incluido el comunismo, tenían cierto atractivo. Pero eso se dio al lado de montones de exageración, tergiversación e intervención directa, apuntalados por la locura reflejada en las teorías de la "raza maestra".

Pero a) los sectores de peso de la clase dominante alemana creyeron que el programa de Hitler era propicio (fueran creyentes de las teorías antisemitas y de la raza maestra de Hitler, o no); y b) la adopción de estas teorías y programas tuvo terribles consecuencias y condujo a horrendos crímenes, incluido el Holocausto11.

Se necesita: La emancipación de la humanidad, y no el sionismo

Se conjuntaron una serie muy compleja de factores militares, ideológicos y políticos que condujeran al gran crimen del Holocausto. Hemos explorado algunos de éstos en esta ampliación de la discusión del número especial, y otros factores todavía rebasan el ámbito de este artículo.

Pero el marco general de la dinámica que sentó las bases para el Holocausto fue el funcionamiento del capitalismo-imperialismo global. El Holocausto no fue un resultado predeterminado del funcionamiento del imperialismo global ni necesariamente el único resultado posible de la situación ante el imperialismo alemán. Fue el producto de una serie de políticas adoptadas por la clase dominante imperialista alemana en beneficio de sus intereses, tanto en la contienda con sus rivales imperialistas como su campaña de aplastar a la Unión Soviética. El virulento antisemitismo de Hitler obedeció a la misión de cohesionar y hacer cumplir la unidad en el "frente interno" de Alemania en pos de una horrorosa guerra y en particular la guerra contra la Unión Soviética que dejó un saldo de más de 20 millones de muertes.

Como señalamos en nuestro número especial sobre Israel, mientras ocurría el Holocausto, la respuesta al mismo de los Estados Unidos y el "Occidente democrático" fue principalmente callada y limitada: no permitieron la entrada a los judíos quienes huían de Hitler y compartieron con los nazis la determinación de borrar el mapa a la Unión Soviética socialista.

Bajo esta óptica, el Holocausto, un gran crimen del imperialismo, no justifica para nada el sionismo, el cual, como deja en claro nuestro número especial, es otro crimen del imperialismo.

El pueblo palestino no es responsable en absoluto del Holocausto. Su destierro de su tierra natal mediante la limpieza étnica terrorista es totalmente inmoral e injusta y no se puede defender con invocaciones a los crímenes del Holocausto. El Holocausto tampoco justifica el papel actual de Israel como sicario global para el mismo sistema imperialista que dio lugar al Holocausto12.

No es posible encontrar la solución a toda opresión, de toda forma, si un pueblo perseguido se vuelve en contra de otro pueblo oprimido, según insiste el sionismo. Al contrario, como señalamos en nuestro número especial sobre Israel: "Mientras exista el imperialismo, una minoría relativa de naciones dominantes oprimirá a la mayoría de las naciones y pueblos. Es muy importante, valioso y justo y de hecho absolutamente necesario que la gente se mantenga firme contra aquella opresión, se niegue a tolerarla, le oponga resistencia y se esfuerce para abolirla. Pero si eso conduce a una lucha por los derechos nacionales a expensas de los derechos de otro pueblo, eso no es nada bueno y se encaminará rápidamente a ser algo reaccionario. La única manera de finalmente asegurar de que no habrá más genocidios de ningún tipo ni contra cualquier pueblo, es abolir al mismo imperialismo, claro, a fin de emancipar a toda la humanidad, y nada menos".

1. En dos artículos distintos del número especial, aparece en uno la cifra de 24 millones de muertos en la invasión nazi de la Unión Soviética y en el otro, 28 millones. Los historiadores y diversas fuentes dan como saldo de muertes en dicho conflicto esas dos cifras, otras cifras entre la una y la otra, y otras similares. Debido a las condiciones de una larga y sanguinaria guerra con enormes bajas de civiles y la generalización de la muerte debido al hambre, frío y enfermedades, junto con la ausencia de sistemas modernos para registrar los hechos, fue difícil calcular el número preciso de muertos en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial, pero todos aceptan que la gran mayoría de las muertes en dicha guerra en Europa ocurrieron en la Unión Soviética (ver las fuentes en wikipedia bajo "Víctimas_de_la_Segunda_Guerra_Mundial"). [regresa]

2. Ver "Pregunta: ¿Justifica el Holocausto el destierro del pueblo palestino?" [regresa]

3. La rendición de Francia ante los nazis en la Segunda Guerra Mundial y las expectativas nazis de que Inglaterra también claudicaría, hicieron que los nazis anticiparan la posibilidad de "heredar" y tener acceso al extenso imperio colonial de Francia. Eso constituyó el trasfondo del "Plan Madagascar" de los nazis para deportar a los judíos de Europa a Madagascar, una colonia francesa de África. [regresa]

4. Ver en el número especial de Revolución la documentación de la complicidad de los Estados Unidos en el Holocausto. [regresa]

5. Se hicieron leves ajustes de estas políticas en el caso de algunos países oesteeuropeos bajo la dominación nazi, donde había pequeñas cantidades de judíos y donde los diplomáticos nazis y otros nazis consideraban que la detención y matanza de todos los judíos tendría consecuencias muy negativas. Por ejemplo, se aplicó esta política a Noruega, pero afectó a una cantidad muy pequeña de judíos. [regresa]

6. Aun hoy los vestigios feudales y teocráticos como el reconocimiento formal de reyes, reinas, religiones oficiales del estado y poderosos partidos "demócrata cristianos" son una parte integral de la vida política de la Europa moderna. [regresa]

7. "Martin Niemöller y las lecciones para este momento", de Toby O'Ryan, Revolución #20, 30 de octubre de 2005, en revcom.us. [regresa]

8. Hoy, aquellos que rechazan la evolución afirman que las "teorías" de Hitler sobre la superioridad racial se derivan de la teoría de la evolución de Darwin o que tienen sus raíces en esa teoría. Pero la verdad es justamente lo opuesto: la teoría y la realidad de la evolución refuta las teorías de superioridad racial. Como escribe Ardea Skybreak en el libro La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo: Saber qué es real y por qué importa: "Lo principal que la evolución nos enseña sobre la raza es que ¡no existe nada que se llama razas de seres humanos verdaderamente distintas!" (Chicago: Insight Press, 2006. p. 166, en inglés). Lo que se llaman "razas" son categorías que se definen de manera social y cultural y en ese sentido tienen importancia, pero no son divisiones naturales de la especie humana. A lo largo de la historia reciente y hasta el día de hoy, las fuerzas de la opresión han aprovechado lo que de hecho son características secundarias relativamente menores de apariencia tales como el color de la tez y la forma de los ojos, a fin de crear categorías sociales de razas, y sobre esa base justifican y llevan a cabo una terrible opresión de pueblos enteros. Ver más sobre la verdadera naturaleza de las razas en "¿Es racista la evolución? ¡En absoluto!: La gran mentira del creacionismo", Revolución #156, 15 de febrero de 2009, en revcom.us. [regresa]

9. Muchos científicos judíos alemanes tuvieron que huir de la Alemania nazi y fueron acogidos en Estados Unidos, aunque Estados Unidos no aceptó a otros judíos que huyeron de Hitler. Estos científicos judíos tuvieron que ver en que Estados Unidos lograra desarrollar la bomba atómica en perjuicio de los nazis. [regresa]

10. Por ejemplo, el secretario de Estado de Hitler, Ernst von Weizsäcker, quien dijo después de la guerra que se había opuesto a Hitler y quien mantuvo algunos contactos al menos con las facciones más activamente pro-occidentales de las fuerzas armadas alemanas durante la guerra, no fue invitado a la Conferencia de Wannsee porque los socios más cercanos de Hitler sospechaban que él no estaba completamente de acuerdo con la "solución final". [regresa]

11. Ver una exploración interesante y profunda de los factores que motivaron el antisemitismo de Hitler y de los factores que condujeron al Holocausto en Why Did the Heavens Not Darken?, de Arno J. Mayer. [regresa]

12. Ver por ejemplo: "Estados Unidos… Israel… y crímenes por todo el mundo", Revolución, número especial 213, 10 de octubre de 2010, en revcom.us. [regresa]

 

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