Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN:
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón, un navegador italiano a sueldo de España, desembarcó en lo que hoy se conoce como las Islas Bermúdez. En Estados Unidos a Colón lo celebran como la persona que “descubrió” al “Nuevo Mundo”, haciendo posible que los que le siguieran, mediante trabajo duro, construyeran la mayor potencia del mundo de hoy, como quisieran hacernos creer con la proclamación del “Día de Colón” como fiesta nacional.
Colón no “descubrió” a las Américas, pues dichas tierras ya estaban ocupadas desde hace 13.000 años por diversos pueblos indígenas. Lo que sí trajo fue la conquista y la esclavización, y desencadenó uno de los genocidios más horripilante y masivos en la historia de la humanidad.
Colón buscaba una ruta más corta a las Indias Orientales (el sur y sudeste de Asia) en busca de oro y otros seres humanos a los cuales explotar y convertir a la cristiandad y al principio creía que eso es lo que había descubierto.
A él y su tripulación los recibieron indígenas arahuacos, que nadaron hacia sus barcos para darles la bienvenida. Se calcula que en ese entonces unos 250.000 arahuacos vivían en la vecina isla que Colón llamó “La Española” (lo que es hoy Haití y la República Dominicana) y en Cuba. Los arahuacos vivían en aldeas agrícolas comunales, no tenían caballos, aperos de hierro, ni prisiones ni presos. Colón escribió: “Son tan ingenuos y generosos con sus posesiones que nadie que no les hubiera visto se lo creería. Cuando se pide algo que tienen, nunca se niegan a darlo. Al contrario, se ofrecen a compartirlo con cualquiera”.
Pero Colon ya hacía sus propios cálculos desde el primer encuentro: “No tuvieron ningún inconveniente en darnos todo lo que poseían. […] Eran de fuerte constitución, con cuerpos bien hechos y hermosos rasgos. […] No llevan armas, ni las conocen... No tienen hierro. Sus lanzas son de caña. […] Serían unos criados magníficos. […] Con cincuenta hombres los subyugaríamos a todos y con ellos haríamos lo que quisiéramos”.
De inmediato tomó cautivo a varios arahuacos y exigió que lo llevaran a la fuente del oro que llevaban en sus pequeñitos adornos. El rey y la reina españoles lo contrataron precisamente para que encontrara oro. A cambio, Colón iba a recibir un 10% de toda la riqueza que les llevaba, y lo iban a designar como gobernador de los territorios colonizados. Poco después Colón viajó a Cuba y después a La Española, donde “los destellos de oro visibles en los ríos y la máscara de oro que un jefe indígena local ofreció a Colón provocaron visiones delirantes de oro sin fin”, dice Howard Zinn en La otra historia de los Estados Unidos: Desde 1492 hasta hoy.
En La Española los españoles construyeron un fuerte (posteriormente los arahuacos mataron a los 39 marineros que se quedaron para buscar oro). Mientras tanto, Colón se llevó a 15 arahuacos capturados a España. Los presentó ante el rey y la reina como prueba, junto con exageradas alegaciones sobre enormes minas de oro, de que deberían darle apoyo para volver a viajar con más naves y más soldados. Colón prometió que iba a volver con “cuanto oro necesitasen... y cuantos esclavos pidiesen”.
En 1493, Colón volvió al Caribe con 17 naves y más de 1.200 hombres. Desde su base en La Española, Colón despachó expediciones de isla en isla, capturaba a indígenas y buscaba minas de oro. Al no encontrarlas y al tener que abastecer las naves para el viaje de regreso, en 1495 Colón despachó una expedición que según Zinn: “realizaron una gran incursión en busca de esclavos, capturaron a mil quinientos hombres, mujeres y niños arahuacos, les retuvieron en corrales vigilados por españoles y perros, para luego escoger los mejores quinientos especímenes y cargarlos en naves”. Doscientos perecieron en la travesía, y vendieron los que sobrevivieran en España para el uso de los artesanos o como sirvientes.
Según las propias palabras del criminal:
"En el nombre de la Santa Trinidad, continuemos enviando todos los esclavos que se puedan vender".
― Colón, al escribir sobre la esclavización de los indígenas
“El oro es excelentísimo; el oro es tesoro, y el que lo posea hace todo lo que le dé la gana en el mundo actual”.
— Colón a Fernando e Isabel, 1503, después de su último viaje
Pero debido a que tantos esclavos se morían en cautiverio y con la obligación de cumplir con su promesa de oro para la corona y la iglesia, en Haití obligaron a todas las personas mayores de 14 años a trabajar en las minas de oro hasta el agotamiento. Se calcula que en cosa de ocho meses se murió casi un tercio de la población. Cada persona era responsable de colectar un dedal de oro en polvo cada tres meses, una tarea casi imposible, en vista de que el único oro que había era destellos visibles en algunos ríos. Unas 10.000 personas se murieron de sangrado cuando les cortaron las manos y las amarraron a su cuello por no haber cumplido con la cuota. Otros se fugaron pero fueron alcanzados por perros y luego asesinados.
Una vez que los españoles se dieron cuenta que no había yacimientos de oro, esclavizaron a los indígenas para que trabajaran en las enormes encomiendas (plantaciones) feudales hasta la muerte.
Los arahuacos intentaron organizar una resistencia, pero no pudieron en contra de los españoles. A los arahuacos capturados los ahorcaban o los quemaban, lo cual provocó un suicidio en masa de los arahuacos, entre ellos a los bebes que las madres envenenaban a propósito para que no fueran víctimas de torturas. En dos años, la mitad de los 250.000 indígenas de Haití se habían muerto. Para 1515, sólo quedaban 50.000 arahuacos; para 1550, sólo quedaban 500. Así empezó el masivo genocidio de los pueblos indígenas en las Américas cometido por las potencias europeas y sus colonizadores colonos, iniciado por Cristóbal Colón y su “descubrimiento”.
Las atrocidades cometidas por los españoles fueron tan espeluznantes que son difíciles de imaginar. Bartolomé de Las Casas, un ex esclavista que llegó a ser el arzobispo de Chiapas, describió lo que vio en su libro Historia de las Indias. Los españoles“no se lo pensaban dos veces antes de apuñalarlos a docenas y cortarles para probar el afilado de sus espadas… Dos de estos supuestos cristianos se encontraron un día con dos chicos indígenas, cada uno con un loro, les quitaron los loros y para su mayor disfrute, cortaron las cabezas a los chicos". Las Casas termina: "He presenciado las crueldades y barbarie que cometieron tales que no tienen igual en la historia. Mis ojos han visto estos actos tan extraños a la naturaleza humana, y ahora tiemblo mientras escribo”.
Los criminales:
Cristóbal Colón: Éste emprendió cuatro viajes hacia las Indias Occidentales, y fue el primero en cometer actos de salvajismo, esclavización y genocidio en el nuevo mundo. Entre sus muchos crímenes, supervisó la venta de niñas indígenas en la esclavitud sexual; sus hombres las preferían de 9 y 10 años de edad. Obligó a los indígenas a trabajar en las minas de oro hasta la muerte o el agotamiento y mataba a los que se opusieran. La ley católica prohibía la esclavización de los cristianos y por eso Colón no quiso bautizar a los habitantes de La Española. Cuando los españoles no tenían carne para sus perros, mataban a bebés arahuacos para tener con que darles de comer.
En el tercer viaje de 1498, Colón desembarcó en la isla de Trinidad y exploró la costa norte de Sudamérica, antes de regresar a la colonia española La Española. La reputación de Colón y sus dos hermanos era tan atroz que en 1500 el gobernador los arrestó y regresó a España encadenados. Pero debido a que Colón les ayudaba tanto al rey y a la reina de España, los dejaron en libertad.
El rey Fernando y la reina Isabel de España: Al seguir financiando los crímenes de Colón, facilitaron el que siguieran expandiéndose el salvajismo, la explotación y la esclavización. Para ellos fue un negocio rentable, pero eso no es todo. Servía a las metas de la iglesia católica, que era la conversión de más seres humanos en cristianos, en oposición al islam, en el mundo entero.
El Papa Alejandro VI y la iglesia católica: En 1493, el Papa Alejandro VI emitió una bula papal (decreto) —inter caetera— que proclamó el pleno apoyo de la iglesia católica a Colón y a los reyes de España por todo lo que hacían en el nuevo mundo. La inter caetera les confería posesión autorizada del nuevo mundo —“dominio”— a Fernando e Isabel. Las instrucciones eran que debían “civilizar” a todo “salvaje” con que se encontraran. En 1515 los conquistadores españoles emitieron un ultimátum a todos los pueblos indígenas con que se encontraran en el nuevo mundo, a que “reconozcáis a la Iglesia por Señora y Superiora del universo mundo”, o si no:
tomaré vuestras personas y las de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos y como tales los venderé y dispondré de ellos como su Alteza mandare, y os tomaré vuestros bienes, y os haré todos los males y daños que pudiere…
La coartada:
Los gobernantes españoles y la iglesia católica justificaron sus expediciones al “nuevo mundo” diciendo que eran expresiones de la “voluntad de Dios”, a fin de convertir a los “salvajes” en cristianos. Como dijo Colón: “Es así que el Dios eterno, Nuestro Señor, da victoria a los que siguen Su camino frente a lo que aparenta ser imposible”.
El verdadero motivo:
La meta de las expediciones fue la de encontrar nuevas fuentes de riqueza, especialmente oro, y a personas a las que pudieran esclavizar para producir bienes para un mercado emergente. En la competencia con los turcos otomanos, que acababan de cerrarles el camino hacia Asia, la iglesia católica y las potencias europeas bajo su influencia buscaban nuevas rutas a nuevos mercados y nuevas fuentes de oro y otras riquezas. Colón ofreció la promesa de que había otra ruta hacia esas riquezas cruzando el mar hacia el oeste. La respuesta a una oración era de haber encontrado a un continente de personas todavía no descubierto por otras potencias rivales, a quienes pudieran conquistar, dominar, explorar y convertir en cristianos.
Los reincidentes:
El imperio español llegó a extenderse por todo el Caribe, la mitad de Sudamérica, la mayor parte de Centroamérica y una buena parte de México y Norteamérica. Mientras tanto, en 1501-1502 una expedición portuguesa de colonización navegó por la costa de Sudamérica, por lo que hoy se llama la bahía de Río de Janeiro, Brasil. Esos son el germen y los cimientos, sembrados por Colón, los que posteriormente desarrollaron e impulsaron las colonizaciones de los ingleses y franceses que llegaron a formar lo que hoy es Estados Unidos de América. El genocidio de los indígenas empezó antes de la fundación oficial de Estados Unidos y continuó después. Lo mismo pasó con la esclavización y la matanza de muchos millones de africanos a quienes primero llevaron a Virginia en 1619 y sobre cuyo lomo se produjo la riqueza de Estados Unidos y de muchas otras partes del mundo.
Fuentes:
Howard Zinn, La otra historia de los Estados Unidos (México: Siglo Editores XXI, 1999).
Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, escrita en 1527-1561, publicada por Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1986.
Eric Kasum, “Columbus Day? True Legacy: Cruelty and Slavery”, Huffington Post, 15 de octubre de 2015.
Charles C. Mann, 1491: New Revelations of the Americas Before Columbus, Vintage Books, 2006.