Durante el reciente juicio político de destitución de Donald Trump, los fiscales del Partido Demócrata (“Gerentes Camarales”) hicieron argumentos muy convincentes —de hecho, irrefutables— según los términos con los cuales buscaban destituir a Trump. Y los senadores republicanos que le hicieron caso omiso a los hechos y a la verdad, y a los principios de la Constitución la que habían jurado defender, y se negaron a condenar a Trump en este juicio político de destitución, han sido objeto de denuncias contundentes, y acertadas, en particular de parte de los “liberales” (y otros también). Pero, veamos la manera en que los demócratas, y los “liberales” que han seguido tras ellos, no sólo le han hecho caso omiso a verdades profundas sino que han regado mentiras monstruosas.
Adam Schiff, el más elocuente de los “Gerentes Camarales”, invocó a Ronald Reagan de manera positiva y describió a Estados Unidos como una “luminosa ciudad sobre la colina”, cuando en realidad este es un país fundado en la esclavitud y el genocidio que ha continuado explotando y oprimiendo salvajemente a la gente —y perpetrando asesinas invasiones y golpes de estado, mientras devasta el medio ambiente— con consecuencias terribles para las masas de personas, en todas partes del mundo. Y, durante las audiencias de impugnación en la Cámara y después el juicio en el Senado, Schiff y otros demócratas a propósito elogiaban a testigos que han formado parte de las fuerzas armadas estadounidenses, refiriéndose repetidamente a William Taylor como un “héroe” por su “servicio” en el ejército estadounidense en Vietnam. Las fuerzas armadas estadounidenses no tenían nada, y no tienen nada, de “heroico”. Por el contrario, son —sin la más mínima exageración— una máquina de masivas e indecibles crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, un hecho concentrado sistemáticamente en sus acciones en Vietnam, con un nivel de destrucción y depravación que es casi incomprensible:
la matanza de millones de civiles vietnamitas, con incesantes bombardeos y fuego de artillería, incluso contra escuelas, hospitales, presas y otra infraestructura esencial, y el extenso uso de napalm (gelatina incendiaria), fósforo blanco, Agente Naranja y millones de municiones antipersonal, todo lo que mató quemados o mutiló a enormes números de niños y otras personas;
el arruinamiento de los medios de subsistencia de millones de vietnamitas, mediante la destrucción de grandes extensiones de tierras de cultivo y el ganado que son tan esenciales para la gente en las zonas rurales de Vietnam;
la tortura de personas detenidas como prisioneros, incluidos muchos civiles: hombres, mujeres, ancianos y jóvenes, incluso niñitos;
la mutilación de cadáveres y la exhibición, como “trofeos”, de partes corporales de los vietnamitas que mataban;
la violación en masa de mujeres y niñas vietnamitas.
Todo eso, y más, lo perpetraron las fuerzas armadas estadounidenses y sus soldados “heroicos”.
Previamente, he retado a los “liberales” en particular a que conozcan con seriedad la serie “Crimen Yanqui” publicada en revcom.us, que relata y esboza muchos de los crímenes más horripilantes de la clase dominante estadounidense, desde la fundación del país hasta la actualidad, cometidos bajo administraciones republicanas y demócratas. Esa serie incluye la masacre de My Lai en Vietnam, donde los soldados estadounidenses asesinaron sin motivo a más de 500 civiles, casi todos ancianos, mujeres no combatientes y niños. Es un hecho bien documentado que esa masacre no fue ninguna especie de excepción, o aberración, sino que representa el enfoque y los medios esenciales de la máquina de guerra de Estados Unidos en Vietnam, nutrida ideológicamente por una combinación perversa y nociva de anticomunismo ignorante e irracional, chovinismo pro estadounidense, y grotesco racismo y misoginia grotescos que consideraba y trataba al pueblo vietnamita como subhumanos llamándoles despectivamente “gooks” y “slopes”, y a las mujeres como las más bajas de todos.
Nunca saldrá nada bueno de negar o ignorar estas verdades esenciales sobre Estados Unidos y su papel en el mundo, ni de limitarse a denunciar las mentiras descaradas de Trump y sus colegas fascistas en el Partido Republicano y al mismo tiempo justificar, o incluso asumir, las mentiras profundas de los defensores y apologistas en el Partido Demócrata a este sistema monstruoso del capitalismo-imperialismo.
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Aquí va otra verdad provocadora pero sencilla y básica:
Es muy común oír que denuncian al comunismo por “totalitario”, pero la realidad es que no existe el totalitarismo. Además, nunca ha existido una sociedad —en Rusia, en China o en otra parte— que corresponda a lo que afirma Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, la obra seminal y “Biblia” de los “antitotalitarios”.
Como he analizado extensamente, el “totalitarismo” es una “teoría” cien por ciento no científica —o de hecho es anticientífica— que ha sido confeccionada y promovida por los apologistas intelectuales de este sistema de atrocidades perpetuas (este sistema del capitalismo-imperialismo), que sirve de distracción y de contribución a racionalizar los continuos crímenes masivos contra la humanidad de este sistema y a fomentar una oposición irracional a la revolución y especialmente a la revolución comunista*. El que alguien pueda tomar en serio esta “teoría” —y de que amplios sectores de personas la traten como una suerte de “sabiduría sagrada”— constituye un triste testimonio del deseo voluntarioso de una cantidad demasiado grande de personas, incluida una cantidad demasiado grande de autoproclamados “liberales”, de acomodarse a este sistema capitalista-imperialista que descansa en la explotación despiadada de miles de millones de personas por todo el mundo, incluidos cientos de millones de niños, impuesta por medio de la represión brutal y la violencia destructiva masiva.
Lo que se requiere con respecto a la experiencia histórica del comunismo, y su relación con la emancipación humana, es un método y enfoque científico. Como se señala en el artículo “Tergiversaciones fascistas y la respuesta del Nuevo Comunismo” (publicado hace poco en revcom.us):
si bien la experiencia general de las sociedades socialistas en el camino hacia el comunismo ha sido definitivamente positiva e inspiradora, en un sentido secundario, en esa experiencia histórica, existían verdaderos problemas y errores, algunos de ellos de hecho atroces, y en las obras de Bob Avakian, a lo largo de más de cuatro décadas, se hace un examen científico crítico de la verdadera historia del movimiento comunista —sus grandes logros así como, de manera secundaria pero significativa, sus graves errores y sus severos reveses… Este estudio científico, junto con un examen serio de muchas otras esferas importantes de la actividad humana y de sacarles lecciones, ha conducido precisamente a la síntesis que está encarnada en el nuevo comunismo. Y, sí, este nuevo comunismo sí capacita a aquellos que lo asumen y lo aplican como el método científico vivo que lo es, para que lo hagan aún mejor.
* En el libro Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, Bob Avakian ha refutado a fondo y puesto al descubierto el carácter anticientífico de la “teoría” del “totalitarismo” y ha demostrado que su uso principal ha sido precisamente la promoción del anticomunismo irracional. [volver]